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Revista de la Sociedad Boliviana de Pediatría

versión On-line ISSN 1024-0675

Rev. bol. ped. vol.54 no.1 La Paz  2015

 

COMUNICADO SOCIEDAD BOLIVIA DE PEDIATRIA

 

Homenaje póstumo al Ac. Dr. Eduardo Aranda Torrelio

 

 

Ac. Dr. Oscar Sandóval Morón

* Jefe de la Catedra de Pediatría, U.M.S.A.

Ex Presidente de la Sociedad Boliviana de Pediatría

 

 


 

Diciembre de 2014, un mes funesto para los profesionales médicos y en particular para los pediatras bolivianos. En el Hospital del Niño, se diseminaba un sentimiento de indignación, rabia, impotencia y dolor ante el embate del corrupto poder judicial -fiscales y jueces de por medio- en contra de médicos, residentes, internos de medicina y enfermeras que eran lapidados, satanizados y estigmatizados ante la opinión pública, en acciones que sólo mostraban el alto grado de impreparación, incapacidad e impericia de los "operadores" de justicia que se campeaban en nuestros predios dizque "investigando" la muerte del bebé Alexander.

Entre las voces indignadas por estos incalificables atropellos, escuché por última vez las reflexiones de nuestro querido colega y amigo, el Ac. Dr. Eduardo Aranda Torrelio, quién orientaba y apuntalaba las acciones que todos debíamos realizar en defensa de nuestros colegas de trabajo, que circunstancialmente eran víctimas de un poder político corrupto, confrontacional y profundamente acomplejado y resentido con el conocimiento y espíritu de superación y entrega que caracteriza a los profesionales y trabajadores de la salud.

Nunca imaginamos que unos días después, el propio Dr. Aranda llenaría de congoja nuestros corazones al sufrir un accidente que después de 10 días, lo llevaría a la muerte, en medio del estupor, la sorpresa y el dolor ante el destino incomprensible que se abatía inmisericorde contra uno de los profesionales más destacados de la hematología, la pediatría y la medicina boliviana. Su hospital -el Hospital del Niño- lo cobijaría por última vez para darle el postrer adiós, en medio del silencioso llanto de decenas, centenas, miles de colegas y pacientes suyos.

Me tocó recorrer con el Dr. Eduardo Aranda, los mismos escenarios, aunque en etapas a veces diferentes: la Residencia Médica en México, el Hospital del Niño "Dr. Ovidio Aliaga Uría" de La Paz, la Sociedad Boliviana de Pediatría, el Colegio Médico de Bolivia, la Academia Boliviana de Medicina y la Cátedra de Pediatría de la UMSA. Este recorrido me permitió conocerlo íntegramente, no sólo en sus conocimientos y sapiencia profesional, sino también en su capacidad de trabajo, responsabilidad y ética profesional, sensibilidad social y entrega incondicional a la amistad. Soy testigo de excepcionales acciones de amistad que tuvo y desarrolló con varios colegas, cuando éstos se vieron atingidos por una enfermedad o cualquier otro evento desgraciado en su vida. Estos hechos, son los que configuran verdaderamente, la talla moral y espiritual de los seres humanos.

Ante un hombre tan prolífico, tan productivo, tan exquisito para la escritura médica, tan entregado a la actualización profesional, resulta muy difícil expresar cuál ha sido su mayor aporte o su mayor obra en el curso de su vida profesional. Sin embargo, no creo equivocarme si, en este caso, identifico como el más valioso e insustituible, el trabajo que realizó para la formación y desarrollo de la mayor y primera escuela de formación pediátrica boliviana: la Residencia Médica en Pediatría, del Hospital del Niño de La Paz.

En efecto: décadas de trabajo incesante y dedicación plena como Docente y como Jefe de Enseñanza, hicieron posible el diseño, la configuración, el desarrollo y la consolidación de la Residencia Médica en Pediatría, cuna de formación de centenares de pediatras que hoy atienden la salud de la niñez boliviana, a lo largo y a lo ancho del territorio nacional. Este trabajo, cobijado por el conjunto del Hospital del Niño, alimentado por el concurso de todos y cada uno de sus integrantes, apoyado por cada una de las autoridades que dirigieron el Hospital, no hubiera sido posible, sin la columna vertebral en que vino a constituirse el Dr. Eduardo Aranda, con su dedicación, tenacidad, rigor profesional y amor por una obra que se construyó en décadas y que hoy es una incuestionable y orgullosa realidad: la Residencia Médica en Pediatría del Hospital del Niño de La Paz, que se muestra orgullosa incluso fuera de nuestras fronteras y que ha forjado el conocimiento, la preparación y el alma de tantos pediatras que hoy, con su trabajo, llenan en todo el país, la sentida necesidad de atención médica de nuestra infancia.

Estoy seguro que interpreto el pensamiento y el sentimiento de centenas de pediatras bolivianos, al expresar mi homenaje profundo a éste constructor, que nos abandonó ese malhadado diciembre de 2014.

 

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