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Gaceta Médica Boliviana

versão On-line ISSN 1012-2966

Gac Med Bol vol.39 no.2 Cochabamba dez. 2016

 

Cartas al editor

 

¿Es posible conocer? ¿Es posible conocer correcta y verdaderamente?
Un comentario crítico sobre el saber y el conocer

 

Is it possible to know?Is it possible to know correctly and truly? A critic commentary on to know and wisdom

 

 

José Luis Claure Fuentes1

1Licenciado en Ciencias de la Educación, con Especialidad en Desarrollo Curricular en la Enseñanza Superior y en Investigación Social. Docente de la Carrera de Fisioterapia y Kinesiología de la Facultad de Medicina, UMSS. Correspodencia a: José Luis Claure Fuentes. Correo electrónico: josecla@hotmail.com

 

 


Las dos preguntas que encabezan estas líneas son las que han hecho a la Epistemología y con ello han contribuido a formular las reglas que establecen la cientificidad del conocimiento especializado o “científico”. Esto ha permitido diferenciarlo del conocimiento no especializado o “común”. Este desarrollo ha partido del supuesto de que es posible conocer correcta y verdaderamente, lo que bien podría equivaler a decir que es posible conocer con validez y fiabilidad o con pertinencia y “calidad”.

Esta manera de plantearse el conocer y el hacerlo adecuadamente, ha dado lugar a marcar una línea divisoria entre el conocimiento “científico” y el “común”. Al hacer esta demarcación se han privilegiado aquellos conocimientos producidos en el ámbito académico y se han subalternizado aquellos conocimientos producidos en el ámbito cotidiano.

Pero más que ello, esta demarcación ha implicado “sobrevalorar” el mundo occidental, que ha venido en ser el primer mundo, no sólo en términos temporales, sino también en términos económicos, políticos y, por supuesto, culturales. El otro mundo, no occidental, en consecuencia, ha venido a ser “infravalorado” y, en consecuencia, considerado de segundo y tercer nivel, dependiendo del acercamiento a aquel primer mundo occidental.

En el ámbito académico se ha venido a hablar de instituciones de educación superior de primer, segundo y tercer nivel (ver Ibarra colado)3. Las primeras son aquellas que producen conocimiento especializado, las de segundo nivel las que lo reproducen y transfieren, siendo las de tercer nivel aquellas que simplemente lo consumen.

Los efectos de esta realidad también se han podido notar en las personas que ejercen la docencia, como aquellas que se forman en estas instituciones. Se los ha caracterizado como de primera, segunda y tercera “categoría” en razón del conocimiento que producen, reproducen o consumen. Por supuesto, en un mundo global, donde las fronteras pasan a ser “virtuales” los recursos humanos formados en las instituciones de educación superior del primer nivel, tienen la posibilidad de transitar sin dificultades por todo el mundo y las del tercer nivel prácticamente no pueden traspasar ni siquiera sus propias fronteras.

En ese contexto, programas de formación de grado dedicados a la formación profesional que busque incorporar la investigación en sus planes curriculares, como programas de formación post gradual dedicados a la especialización de recursos humanos que produzcan o apliquen conocimiento especializado, alcanzaran o no un estatus académico de notoriedad. Lo cual tiene su efecto también cuando los graduantes y los posgraduantes no solo tienen dificultades para utilizar el lenguaje técnico, propio de las disciplinas en las que se forman, sino que tampoco han desarrollado habilidades para producir conocimiento especializado.

En consecuencia, aprender a conocer es ya un gran desafío, más aún hacerlo correcta y verdaderamente en países como el nuestro, Bolivia, donde la mayoría de la población es analfabeta funcional. Esto se debe a que más allá de que esta población logre ser alfabetizada, esto no garantiza que ha desarrollado habilidades para utilizar el lenguaje aprendido, el mismo que ya no es oral sino escrito e incluso simbólico. Situación que puede complejizarse si asumimos que esta población tiene una estructura mental, resultado de la estructura de su lenguaje materno, que responde a cosmovisiones no racionales o lógicas, sino mágicas, incluso míticas.

Por lo tanto, familiarizarse con las “leyes” del conocimiento científico es un imperativo ineludible, porque no hay duda que todos los seres humanos, independientemente de nuestras raíces socioculturales, podemos conocer. Este imperativo es mayor para personas que han llegado al tercer nivel del sistema educativo escolar, cual es el denominado superior, o de aquellas que transitan por el ciclo de formación superior de postgrado.
Ahora bien, si asumimos que es posible conocer y conocer correcta y verdaderamente, no podemos dejar de sostener que esta posibilidad radica en que podemos constituirnos y asumirnos como seres cognoscentes de un mundo cognoscible. Esto quiere decir, que no es posible hablar del conocer sin un sujeto que conoce y un objeto que es conocido. De donde un principio que sustenta todo que hacer científico es el que hace de este que hacer una interacción de quien conoce con lo que se conoce. Esto es, como dijera Carranza1, la esencia del conocimiento.

A partir de este principio, reandando lo andado en los primeros párrafos, asumamos también que este constituirnos en sujetos cognoscentes de un objeto cognoscente, no supone ser de un primer, segundo o tercer mundo; o ser de un nivel escolar primario, secundario y terciario. Esta asunción es reconocernos como entes naturalmente dotados para conocer, es decir, para interactuar con nosotros mismos, con nuestros semejantes y con el entorno que nos rodea. Este conocer podrá en un inicio ser un experimentar-nos, a nos-otros y al otro, para irse trans-formando en un explicar-nos, a nos-otros y al otro. Lo primero podríamos llamar saber y lo segundo conocer, pero ni lo uno ni lo otro será posible sin el ser.

Entonces, la posibilidad del conocer y hacerlo correcta y verdaderamente depende de ser sujetos o entes que conocemos, que diferenciamos de los seres objetos o entes que conoceremos. Por lo que este ser sujeto no será posible sin el otro ser objeto, más allá de las condiciones naturales o culturales en las que nos desenvolvamos. Esto implicará, en primera instancia, superar una visión cientificista que afirma que el saber de los pueblos no occidentales es inferior al conocer de los occidentales, obligándonos a identificar y establecer los criterios de corrección y veracidad de los saberes no occidentales, porque de seguro allí también podremos hablar de saber correcto y verdadero.

Concluyendo digamos entonces, que el saber/conocer es posible. Posible porque existe un ser que sabe/conoce. Posible porque existe algo que se sabe/conoce. De donde el que este saber/conocer sea correcto y verdadero dependerá de la relación que se establezca entre el sujeto y el objeto. Dependerá del resultado de esa relación cognitiva – cognoscente y, por ello, consciente. Dependerá del asumirnos seres nacidos - luego formados - para saber/conocer.

Este tendrá que ser el principio para que desde la Universidad se encaren lo que ahora se pretende hacer realidad, incorporar la investigación en el proceso de formación profesional, en el contexto de un modelo educativo que desde el nivel primario y secundario busca formar la capacidad de incidir en la realidad no solo para conocerla, sino transformarla. Modelo que, para la curricula universitaria, busca que se complementen los conocimientos occidentales con los saberes ancestrales.

Referencias bibliográficas

1. CARRANZA, Luis (1983): Teoría Sociológica del Conocimiento. Edit. Juventud. La Paz. Cap. I: El conocimiento y sus problemas, pp. 11-25.

2. HESSEN, Johan (2003): Teoría del Conocimiento. El Tomo, México, 2ª ed. Acápite: La posición de la teoría del conocimiento en el sistema de la filosofía, pp. 20-23.

3. IBARRA COLADO, Eduardo (2003) Efectos institucionales de las políticas de modernización universitaria en México en Pensar la Universidad. Universidad Mayor de San Simón.

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