INTRODUCCIÓN
Una tarde, en el ocaso del día, en la comunidad originaria de Chacaltaya, los vientos fríos del invierno de mayo (2019) indican la hora de regreso de tamas1 o hatos de alpacas y llamas guiadas por sus pastores. Doña Regina, pastora de 66 años (2019) oriunda de Chacaltaya, guía a sus animales con notable habilidad en el quehacer pastoril. Animales, pastora y su perro -denominado “Salchicha”- caminan con dirección a su residencia. La familia de doña Regina tiene alrededor de 230 cabezas, entre ejemplares juveniles y adultos. En el trayecto, y durante mi trabajo etnográfico, intento ayudar a guiarlos -alzando la mano y silbando-, pero los animales huyen asustados de mis intentos. En ese momento, puedo notar que caminar junto con estos animales requiere adquirir habilidades, como el tacto o la sensibilidad para saber cómo uno debe dirigirse a ellos y obtener su atención, o saber qué tipo de pastos o forrajes son los adecuados para consumir. Adquirir estos conocimientos sobre el cuidado de estos tranquilos y dóciles animales, como saber sobre estas rutas y lugares con pasturas adecuadas denota un conocimiento sobresaliente y particular dentro de la variedad de comunidades campesinas. A la vista extraña y superficial, pareciera no tener dificultad liberarlos de su corral y guiarlos, pero hacerlo de forma eficiente requiere de un conocimiento que, en la comunidad de Chacaltaya, se transmite en la práctica cotidiana, en el ciclo vital de cada comunario y comunaria, de generación a generación. Se debe considerar también que en Chacaltaya cada familia, cada pastor o pastora, sabe dónde puede y debe pastar a sus camélidos.
Algunos estudios sobre comunidades pastoras como los de Schulte (1999),Arnold y Yapita (1998),E. Torres (2011)yMedinaceli (2005), son investigaciones que tienden a ser influyentes, principalmente, por realizarse en el occidente boliviano. Sin embargo, ninguna de estas investigaciones aborda el tema de la tenencia de tierras2. Esta limitación puede atribuirse, esencialmente, a dos motivos: el primero puede ser la renuencia de los informantes o grupo social a hablar sobre sus límites y posesión de tierras (Spedding y Llanos, 1999); el segundo está relacionado con suponer que, al hablar de pastoreo, se está hablando de tierras de uso compartido, como las aynoqas, sugiriendo que los animales de pastoreo pueden comer “cualquier pasto”, como las pasturas de tierras agrícolas en reposo (Rivera, 1992); de esta manera, se invisibiliza a comunidades que se especializan en el pastoreo.
Este artículo pretende actualizar el conocimiento sobre la tenencia de tierras en una comunidad pastora, esto con el objetivo central de conocer la organización territorial de Chacaltaya. Este objetivo se logró a partir de observar y analizar la vida cotidiana de familias pastoras y el uso de sus espacios de pastoreo -los cuales abarcan todo el territorio de la comunidad-. El sustento empírico de los hallazgos proviene de la investigación denominada: “Qarwa thaki: acceso y tenencia de tierras para el pastoreo de camélidos: estudio de caso comunidad originaria de Chacaltaya”, realizada desde el año 2016 hasta el 2019, para acceder al título en Sociología en la Universidad Mayor de San Andrés (La Paz-Bolivia)3.
En este marco, el contenido del presente artículo se organiza en los siguientes apartados: un acercamiento teórico breve sobre la temática, una descripción concreta de la comunidad de Chacaltaya, seguida de la metodología, hallazgos empíricos, discusión -que el estudio pretende abrir- y conclusiones.
ESTADO DEL ARTE Y ACERCAMIENTO CONCEPTUAL
En este apartado, exploramos lo que se conoce sobre el pastoreo de camélidos en Bolivia, pretendiendo comprender cómo la comunidad pastoril fue adquiriendo particularidades al interior de la variedad de comunidades campesinas. En este sentido, se intentará posicionar, definir y diferenciar a la comunidad pastora de otras comunidades agrícolas. Esto para comprender que, a partir de esta especialización pastora, se genera una tenencia de tierras distinta de las comunidades rurales estudiadas.
Con respecto a los camélidos y la comunidad en Bolivia, disciplinas como la historia, la arqueología y la antropología concuerdan en la larga trayectoria que tiene la actividad camélida en la región. Reconocen, primeramente, que estos camélidos son especies nativas de la región; hace más de 30 millones de años, su antepasado Poebrotherium -en la era del Mioceno- sufrió una serie de cambios morfológicos a causa del cambio de dieta por su desplazamiento a la región Sur del planeta -hoy Sudamérica- (Ayala Vargas, 2018). Con el pasar del tiempo y por cambios geográficos, se distinguen dos grandes familias de la especie camélida: Vicugna y Lama, siendo las subespecies nativas de Sudamérica. Tanto la llama (Lama glama) como la alpaca (Vicugna pacos) son subespecies que tienen parecidos en el fenotipo camélido; sin embargo, tienen particularidades en su dieta y hábitat apropiado (Icuña, 2015); cabe notar que pueden vivir fuera de su hábitat y comer diferentes plantas, pero a costa de su adecuado desarrollo morfológico como especie.
Perú y Bolivia son los máximos representantes en la crianza de camélidos sudamericanos de la región (H. Torres y Puig, 2012); alrededor de estos calmados y peculiares animales, se constituyeron comunidades que lograron domesticarlos, y su crianza se posiciona como su principal actividad económica. Existen familias pastoras registradas y situadas desde la época precolonial, colonial y principios de lo nacional en Bolivia (Platt, 2016). Principalmente, existen registros eclesiásticos de su presencia constante en la época de los señoríos aymaras y quechuas dispersos alrededor de los centros mineros (Platt, Bouysse-Cassagne y Harris, 2006). Investigaciones en Bolivia registran su crianza para usarlos como un medio de transporte de productos. Se destaca principalmente la circulación en caravanas de llamas entre las ciudades de Oruro, Potosí y La Paz; este recorrido troncal se debe al establecimiento de la explotación minera y demanda de productos en estas poblaciones (Platt y Quisbert, 2010;Medinaceli, 2015). Sariris o caminantes llameros es el denominativo para estos comunarios, que comerciaron productos durante la precolonia, la colonia e inicios de la República. Estas familias comuneras toman importancia en ese tiempo al ser comerciantes de productos entre mercados de distintos pisos ecológicos y de distinta producción. Por ejemplo, se habla de la conocida ruta de la sal, que desde el salar de Uyuni, en Potosí, se trasladaba a las ciudades de Oruro y La Paz y otros mercados lejanos (Iñiguez y Alem 1996). Se trataba de trayectos largos que solo animales fuertes y eficientes en el consumo de agua como la llama podrían hacerlo.
Ximena Medinaceli (2015) es enfática al considerar que las comunidades de pastores -sariris- tienen un largo trayecto histórico y participación activa en la constitución de la sociedad boliviana, diferente de la participación de otras comunidades. Aunque la autora no profundiza su investigación, no nos indica sobre las formas de pastoreo y costumbres propias de este tipo de comunidades. A contrapunto, Flores Ochoa y Kobayashi (2000) nos revelan indicios importantes sobre cómo en este tipo de comunidades -en festejos, bautizos, matrimonios y otros-, los regalos suelen ser ejemplares de llama o alpaca; nos cuentan cómo se realizan ritos como el “tikaraña” (puesta de arete) a los ejemplares juveniles; o la misma clasificación de ejemplares “jañacho” (reproductor); y, por último, se refieren al control sanitario que cada familia llega a tener en los corrales y su residencia.
Emma Torres (2011) afirma que el pastoreo, así como las comunidades que se especializan en éste, tienden a mantener particularidades en las formas de organización, considerando que estas comunidades tienden a manejar o administrar sus espacios de pastoreo según la temporada del año, como pastizales que son de uso compartido para las familias y sus animales. En la población altiplánica en el noroeste de La Paz, Palcoco, es posible esto por la existencia de anacas (chozas) donde habitan temporalmente pastores de distintas familias. En este sentido, se resalta que la anaca, la casa o la residencia de la familia pastora, se encuentra ligada a la administración de los pastizales. En este marco, estamos ante cronogramas -establecidos por la costumbre- para ocupar espacios de pastoreo y una residencia eventual que cada comunidad va organizando según sus particularidades culturales, geográficas, tenencia de animales, organización social y otros. Concluimos mencionando que el pastoreo puede tener diferentes dimensiones de análisis: una, sobre la construcción social de la comunidad, por ser su actividad económica; otra, referida al control del territorio familiar, por ampliar el alcance de la residencia; y a nivel comunidad, referido a que este manejo de pastizales llega a lugares alejados de la estancia comunal.
Con respecto a la tenencia de tierras en comunidades pastoriles, lo primero que podemos afirmar es que la comunidad -llámese indígena, originaria, campesina, incluso la llamada intercultural- es en esencia una institución político-social de carácter territorial. Son comunidades que se forman a partir de una base social, pero establecidas e instaladas en un espacio geográfico; establecen su territorio desde sus estancias familiares, que pueden estar dispersas y articuladas por la historia, la cultura o el parentesco que comparten (Arnold y Yapita, 1998). Silvia Rivera (2010) y Xavier Izko (1986) afirman que en las comunidades del occidente boliviano existen dos formas predominantes de tenencia de la tierra; sayañas y aynoqas. Las sayañas son conocidas como el solar campesino, son tierras de uso agrícola y pastoreo eventual de una familia; y las aynoqas son consideradas tierras de uso agrícola/pastoril compartido, las cuales se encuentran administradas por la dirigencia comunal.
William Carter y Mauricio Mamani (1982) afirman que estas sayañas están a nombre del antepasado que pudo establecerlas y se van dividiendo entre sus descendientes varones. Es decir, supone dos cosas: por un lado, una inevitable reducción en la dimensión de tierra; por otro lado, la exclusión de herederas legítimas. Estas tierras delimitadas contienen la residencia de la unidad doméstica y tienden a ser, en términos de Carter (1967), las tierras mejor regadas, las más fértiles y las cubiertas con los mejores pastos.
Sin embargo, lo escrito sobre tenencia de tierra, en las investigaciones revisadas, se refiere a comunidades que pastorean y tienen agricultura. Y esto tiende a generalizar el conocimiento de la variedad de comunidades campesinas, porque hace presumir que las comunidades que solamente pastorean organizan su tierra de forma colectiva y que la distribución de tierra para la residencia familiar favorece a varones.
Concluiremos esta revisión breve sobre el pastoreo de camélidos y tenencia de tierra afirmando que, por el recorrido histórico y las características de estos camélidos, como el hábitat favorable para su desarrollo (en promedio de 3.500 msnm) existen comunidades que se especializaron en su crianza. Entonces, una comunidad pastoril es aquella que, por las condiciones geográficas, e histórico-coyunturales, se especializaron, y la mayoría de sus costumbres toman en cuenta la presencia de estos camélidos. Por otro lado, el pastoreo influye en el vivir de las familias y la comunidad; consecuentemente, influyendo también en la organización territorial desde el uso para establecer sus estancias y el uso de los espacios de pastoreo.
METODOLOGÍA
La investigación sobre la comunidad Chacaltaya fue analizada por un “investigador nativo” y supone una posición cercana; pero con dos particularidades: primero, siguiendo a Bourdieu (2004), esta situación representa un reto para el investigador, al intentar objetivar el universo propio, ya que se puede normalizar estructuras, instituciones o comportamientos sociales propios de la comunidad; y segundo, en lo referido a las condiciones sociales de posibilidad (Bourdieu, 2009) que tiene un investigador nativo; en este sentido, se tiene que estar consciente de su ubicación en el espacio social concreto para valorar posibilidades y limitaciones en el acceso a la información, considerando que el investigador se encuentra en un entorno donde lo conocen, saben de su vida y de su familia.
Una de las principales preguntas para emprender esta investigación fue: ¿cuál puede ser el resultado y los retos de hacer una investigación en el espacio social ya conocido? Realizar esta pregunta es de suma importancia al momento de enfrentar el escenario con las personas investigadas. “Quiero investigar el territorio de Chacaltaya” fue la respuesta primigenia del investigador, y surge otra pregunta: ¿cómo puedo saber de eso? La respuesta a esta pregunta se resolvió, durante el trabajo reflexivo en la etnografía (Guber, 2019), cuando se apreció el potencial que el pastoreo de camélidos tiene para conocer el territorio de Chacaltaya. Es decir, una actividad cotidiana y en apariencia sencilla como el pastorear puede tener repercusiones mayores, como elevar el análisis para comprender la organización territorial.
En concordancia con lo mencionado, el enfoque de la investigación esencialmente fue cualitativo-etnográfico. Se toma en cuenta lo que Simmel (2018) recomienda en estos casos, que es situarnos cerca para así atestiguar y registrar la información con más precisión; ver a detalle cómo cada individuo se destaca; en el actuar, lo particular surge de forma espontánea para luego -en el análisis- la imagen, lo escrito, el recuerdo, en sí, todo lo registrado, toma sentido para la interpretación de una sociedad con matiz propio.
Tomando en cuenta la posición del investigador, las características del pastoreo y su repercusión en la organización territorial, desde el trabajo etnográfico, la información expuesta proviene del cuaderno de campo, de un seguimiento a 15 familias4 pastoras -enfocándonos en el/la pastora experimentada- y entrevistas informales. Este seguimiento inició el año 2016, realizando visitas eventuales durante actividades comunales como asambleas, trabajos comunales y festejos. Luego, el año el 2017, se realizaron visitas de largo aliento -de dos a tres semanas- para realizar el trabajo etnográfico con familias pastoras.
Por otro lado, para presentar los hallazgos, se trabajaron mapas georreferenciados; estas referencias son trabajadas a partir del Plano Catastral Provisional 020101491001 (2015) de la regional del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA), La Paz, sobreponiéndolas a imágenes satelitales Bing5. Con esos datos, se elaboró un mapa base y se realizó un mapeo social con comunarios y comunarias (Montoya Arango, 2007). Una vez tomados los datos en campo, se digitalizaron las áreas y zonas señaladas por los informantes para elaborar shp’s6 y, con ayuda del programa ArcGIS 10.316, se presentan mapas con el objetivo de apreciar las condiciones del espacio. Estas condiciones del espacio suelen ser determinantes para la organización del territorio y sus límites sociales.
HALLAZGOS
1. Ubicación y caracterización
La comunidad originaria de Chacaltaya se encuentra a 21 km al norte de la ciudad de La Paz, Bolivia, está situada en la naciente del río Choqueyapu, a una altura promedio de 4.400 msnm. Tiene una superficie de 7.117,679 hectáreas registradas, hay 400 personas afiliadas, 151 personas residen de manera permanente en la comunidad, según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE, 2012). Entonces, proporcionalmente, la relación entre población y extensión territorial tiene una desproporción significativa. Esta situación de Chacaltaya, como veremos, tiene que ver mucho con el pastoreo de camélidos y la cantidad de ejemplares que cada familia tiene. En esta comunidad, el pastoreo es la única actividad en el agro.
Lo que actualmente se denomina comunidad originaria de Chacaltaya fue parte de la exhacienda de Achachicala (provincia Murillo); pero en la época de la Reforma Agraria, no se pudo concretar una titulación por la insuficiencia poblacional. Según los testimonios, la comunidad fue parte de la hacienda; sin embargo, los comunarios no trabajaron en pongueaje sino, como lo afirmó Platt (1987), rendían tributo con productos: estiércol como combustible, lana y carne de sus camélidos. Por otra parte, se debe tomar en cuenta lo que menciona William Carter (1967) con relación a las limitaciones de acción que una hacienda tiene, considerando que estamos hablando de extensiones grandes donde comunidades realizan sus actividades en lugares dispersos o lejanos.
Al no contar con algún título de propiedad, desde el año 2009, Chacaltaya inicia un proceso de titulación bajo la modalidad de tierras comunitarias de origen (TCO). Este proceso concluye el año 2022, año en el cual Chacaltaya tiene la posesión formal. El polígono titulado es el que se presenta en las figuras siguientes, donde se reconoce la propiedad colectiva y no las subdivisiones en parcelas. Sin embargo, Chacaltaya organiza su territorio guiada por su larga tradición en la crianza de camélidos.
Albó y Ramón Valarezo (1994) nos hablan de comunarias y comunarios que cabalgan entre dos mundos, es decir, que viven entre la ciudad y su comunidad. Y como se puede identificar en la figura 1, a pesar de la cercanía geográfica entre Chacaltaya y las ciudades de La Paz y El Alto, existe hasta el momento un distanciamiento relacional o social, ya que, desde el imaginario social y la institucionalidad urbana, se percibe a la comunidad -a lo rural- como distante. Sin embargo, las familias comunarias de Chacaltaya mantienen una conexión constante con las ciudades cercanas.
2. Entre la comunidad y la ciudad
El tiempo de viaje desde la comunidad hasta la ciudad de La Paz es de 40 minutos y esto representa una facilidad de movilidad para las familias comunarias. En la zona norte-periurbana de La Paz, Limanipata, hay un barrio donde se ubican residencias de comunarios de Chacaltaya. La familia extendida de don Donato y doña Regina adquirió un terreno allí desde inicios de los años noventa, su casa es de tres pisos de ladrillo y tiene un garaje para su camión. Hasta el año 2019, su residencia albergaba a las dos familias de sus hijos; sus cuatro nietos iban a la escuela del sector. Como este caso, existen otros con similares características. Nuestros informantes -y durante las visitas- nos hicieron conocer que existen matrimonios o parejas jóvenes que se emplean en rubros como albañilería, pintura, mecánica, servicios de taxi, venta de agregados para la construcción, entre otros. En este punto, cabe remarcar que estas familias mantienen un flujo cotidiano entre la comunidad y la ciudad.
Las familias pastoras fueron estableciendo contactos para comercializar sus productos, estas familias no están organizadas y, por lo tanto, lo hacen mediante redes entre familiares y amistades. Doña Albertina y don Germán tienen el contacto de un carnicero que proviene de la ciudad de El Alto y semanalmente se traslada a la comunidad a comprar ganado en pie. Por otro lado, doña Gregoria almacena todo el año la fibra de lana que puede de sus 250 alpacas, las clasifica, las lava, las pesa y las ofrece en un puesto eventual en la feria 16 de Julio de la ciudad El Alto. En ambos casos, tienen una residencia en Limanipata, donde eventualmente viven sus hijos, quienes asisten al colegio y a la universidad; estos hijos son los ayudantes para realizar estas actividades de comercialización.
Fuente: elaboración propia sobre la base del plano catastral del INRA (2017). Coordinate system: WGS 1984. UTN Zone 19S. Projection: Transverse Mercator. Datum: WGS 1984.
Como podemos ver, Chacaltaya está situado a 20 km al norte de las ciudades de El Alto y La Paz, limita al norte con las comunidades de Chucura y Llaullini, al este con la comunidad de Chuquiaguillo, al sur con las comunidades de Achachicala Alto y Achachicala, al centro y al oeste con la comunidad Achachicala Originario. Tiene una topografía típicamente montañosa, con riachuelos que decantan en el río Kaluyo (nombre local del río Choqueyapu), que a su vez alimenta de humedad a bofedales en su transcurso (Viceministerio de Tierras, 2006).
Gracias al mapa de esta figura, podemos apreciar un suelo geográficamente accidentado, con pendientes pronunciadas, donde la cualidad de sus suelos es diversa (nevados, montañosa-rocosa, pajonales de puna, cebradas, peñas, bofedales, zonas con ojos de agua y otros tipos de suelo). En el presente estudio, las clasificamos como suelos húmedos o área de bofedales; la altura más baja7 de éstos, llega a aproximadamente 3.800 msnm, que es la altura promedio del cauce del río. Esta zona predominantemente húmeda representa el 30% de todo el territorio de la comunidad. Durante la temporada seca (mayo, junio, julio y agosto), los suelos de bofedales tienden a perder humedad, pero no dejan de tener apariencia húmeda (verdoso). Su profundidad es variable, pero se presume que se encuentra entre 5 a 10 metros, dependiendo del área. Esta pastura de bofedal es adecuada para la crianza de alpacas (Ayala Vargas, 2018).
Todos los suelos secos con pastura nativa están compuestos por q´achu (pasto verde fresco), cola de zorro, kachu ch´iji (hierba verde apegada al suelo), entre otras especies de pajonales. Son pastos nativos que forman un área adecuada para pastar llamas. Estos suelos ocupan, aproximadamente, un 60% del territorio de Chacaltaya.
Tanto suelos húmedos como secos se presentan entreverados con una superficie de “base” arenosa, considerando que la capa arable de suelo es raso, con piedra caliza y pizarra. Y es precisamente este tipo de piedras el que representa el 10% restante, formando espacios rocosos de peñas y barrancos. Para concluir la descripción de las condiciones geográficas del ecosistema de la comunidad, señalamos que esta condición física fue determinante para posicionar la crianza de llamas y alpacas como la actividad económica principal en la comunidad.
Durante el trabajo de campo, se indagó sobre la historia oral de la comunidad. Los informantes mencionan que en Chacaltaya (paso frío, traducción aproximada al castellano), en el tiempo de la colonia, a principios del Estado-nación, había una ruta comercial entre La Paz y los Yungas. Este trayecto generó que se establezca el Tambu8 de Chacaltaya. Comunarios que residen en lo que ahora son sus ruinas afirman que había un puente para cruzar el río, que se congelaba; de ahí surge su nombre. El Tambu es la primera estancia de la comunidad, y, a partir de pequeñas construcciones -cuartos de reposo y corrales para llamas-, la comunidad se forma en el tiempo. Una muestra de esta conexión con los Yungas es que varias parejas se formaron entre comunarios y comunarias de Chucura (cabecera de Yungas) y comunarios y comunarias de Chacaltaya. Estos lazos de parentesco se refrendan al asistir cada año a las fiestas patronales de cada localidad.
3. Posesión y organización de la tierra en Chacaltaya
Si observamos el mapa que se presenta en la figura 2, se puede apreciar con claridad que el polígono territorial de Chacaltaya tiene divisiones, parcelas extensas que llegan hasta los límites comunales. Cada parcela, como suele ser el caso, y como señalan Carter y Mamani (1982), lleva el nombre del principal representante de la familia que pudo establecerla. Por otro lado, también existen tierras de uso compartido9, donde todas las familias tienen acceso de uso y pastoreo de sus animales.
Fuente: elaboración propia sobre la base del plano catastral del INRA (2017). Coordinate system: WGS 1984, UTN Zone 19S. Projection: Transverse Mercator. Datum: WGS 1984.
En el área compartida de Kaluyo, el área que tiene más extensión y donde cursa el río Kaluyo (o Choqueyapu), se puede observar lo siguiente: de la parte central -donde está la estancia principal de la comunidad- parten la mayoría de las sayañas. Sucede esto porque en esta parte superior del área compartida de Kaluyo se encuentra el asentamiento principal de la comunidad. Es decir, toda partición o distribución territorial obedece al pastoreo de las familias residentes.
Tanto en estas sayañas familiares, como en áreas compartidas, se encuentran qarwa thakis (senderos o caminos de llama10), marcados por las huellas de camélidos y pastores que los recorren tanto de ida como de vuelta. Una familia puede llegar a tener hasta cuatro opciones de senderos; éstos tienen como fin llegar a distintos espacios de pastoreo. Estos thakis (senderos), en el caso de sayañas, tienen la principal función de conectar, ser el vínculo, entre espacios de pastoreo y residencias familiares.
Por otra parte, cada familia tiene, en la mayoría de los casos, pastoras experimentadas que cuidan el uso particular de sus thakis y espacios de pastoreo. Son personas reconocidas en la comunidad por su trayectoria y porque son las que cuidan y administran este patrimonio familiar, considerando que “…las mujeres se dedican plenamente a pastorear, cuidar y administrar los recursos adquiridos por la actividad pastoril, además de tener presencia en su residencia y la comunidad…” (Poma, 2023, p. 56). Es decir, cuidan la vigencia de su posesión de tierras. Las líneas discontinuas marcadas en la figura 2 representan que la extensión de esta tenencia de tierras no es de carácter permanente; por esta razón, el papel de estos pastores experimentados toma importancia, ya que existen disputas de acceso a espacios de pastoreo en tiempos de escasez. En este sentido, vemos cómo el espacio físico determina muchas decisiones; una de ellas es pensar en que cada familia, con la experiencia de su pastor, puede decidir la composición de los animales que puede criar, considerando la capacidad de carga de sus espacios de pastoreo y que tanto llamas como alpacas tienen preferencias distintas en su dieta. Por ejemplo, las familias descendientes de Anastasio Llusco y Rosendo Cadena, si bien tienen acceso a riachuelos, no tienen acceso a bofedales, por la composición de peña en el suelo. Por esta razón, ambas familias optan por tener solo llamas. Lo mismo pasa con el área compartida Charquini, donde las familias de Germán Apaza, Genaro Apaza y Gregoria Alaña tienen sus hatos con un 80% de llamas y 20% de alpacas.
4. Sayaña pastoril
La mayoría de nuestros informantes opinan que ahora (2020) los espacios con buenas pasturas ya se encuentran ocupados al interior de sayañas. Esta cualidad y situación de la tierra puede ser explicada por la presencia constante de agua de deshielo que alimenta -de forma continua- estos espacios, incluso en temporada de escasez. Pero otro factor importante es que el dominio y uso particular de estas pasturas es posible gracias a hatos numerosos (entre 100 y 500 ejemplares) de familias reconocidas en la comunidad como qarwanis.
En el cuadro 1, enlistamos las familias que tienen su sayaña. Nuestros informantes indican que estas familias establecieron su sayaña, principalmente, por ser familias de estancia temprana en la comunidad. Don Roberto Poma (65 años) afirma que su abuelo Pascual Poma llegó a tener 500 ejemplares de llamas (300 macho y 200 hembra), que su abuelo se dedicaba al transporte de abono animal (guano) a las comunidades agrícolas vecinas y al intercambio por otros productos. En este entendido, estamos frente a una posesión de tierras de por lo menos dos generaciones.
Es importante señalar que la superficie expuesta es referencial, el principal motivo de esto es que, a diferencia de la sayaña de uso agrícola, esta sayaña pastoril no tiene límites definitivos, es decir, que las familias deben velar por su dimensión con el uso. Otra característica es que sus límites son guiados por formaciones geográficas notables (peñas, formaciones rocosas, riachuelos y otros). Estos límites fueron acordados por las familias, pero eventualmente los animales ignoran esta línea imaginaria y la cruzan en busca de mejores pastos. Cada pastor debe procurar que esto no suceda para evitar discusiones por límites entre familias. Esto puede suceder porque la familia infractora tiene la intención de intentar expandir su sayaña como resultado de la disputa.
Como lo mencionamos anteriormente, el qarwa thaki es el sendero que conecta la sayaña con la residencia de la familia poseedora; ésta es otra diferencia con la sayaña de uso agrícola, porque la residencia suele estar en la sayaña. Estos senderos son trazados por el uso constante, y no solamente tienen la función de conectividad, sino que también marcan el acceso a espacios de pastoreo, en varios casos, marcados por generaciones anteriores. Doña Regina Flores falleció en diciembre de 2019 y fue una pastora experimentada, responsable del hato de camélidos. Su familia tiene constituida una sayaña y, con el pasar del tiempo -y su trabajo-, estableció una serie de thakis y corrales de uso eventual en tiempos de lluvia y tiempos secos, una organización del territorio por temporada. Por lo tanto, este conocimiento -marcado por sus huellas- se constituye en un legado de conocimientos que dejó a sus dos hijas y tres hijos. En este sentido, se considera que estos thakis son un espacio tangible y concreto de reproducción social, ya que hijos e hijas, a temprana edad, desde su niñez, acompañaron a su madre pastora y supieron de este manejo, además de desarrollar sensibilidad con estos animales y adquirir otras habilidades inherentes al pastoreo.
5. Áreas compartidas
Las áreas de Kaluyo, Charquini y Kellwani son los espacios de pastoreo de uso compartido en Chacaltaya. Se puede afirmar que Kaluyo es la principal área del territorio por contener las residencias de la comunidad espacios de explotación minera a escala doméstica y espacios de extracción de turba (sustrato de bofedal usado como abono vegetal).
Todas las familias de la comunidad tienen acceso a estos espacios de pastoreo en Kaluyo. El más demandado es la parte central, donde cursa el río y alimenta a bofedales extensos de humedad. Las familias que usan de forma permanente estos pastos son las familias Cauna, familia Mamani, familia de Gabriel Poma, familia de Vicenta Chipana y familia de Martina Alaña. Estas familias tienden a criar llamas y alpacas, un hato mixto, con un máximo de 80 ejemplares.
Charquini es un área compartida que se encuentra en el lindero alejado de la comunidad. Como vemos en la figura 2, se tiene que cruzar una sayaña para ingresar a estos pastos y esto dificulta un uso constante. Pero existen familias que en tiempos de humedad o de lluvias prefieren partir por semanas completas, principalmente para cuidar a los más jóvenes. Sin embargo, las familias de Genaro Apaza y Germán Apaza, a pesar de tener sayaña, usan de forma permanente esta área compartida, esto, por tener hatos de hasta 500 ejemplares de llamas.
Otra área compartida en similar condición es Kellwani, donde, si bien existen espacios de pastoreo en buenas condiciones, las familias pastoras no lo usan cotidianamente por estar alejado; pero se declara que las familias que quieran ir pueden pastar sin problema. La familia Cadena y su parentela (tres unidades domésticas) es la que, a pesar de tener sayaña, utiliza estos pastos en temporadas de escasez (cuadro 2).
La superficie de estas áreas compartidas es referencial, principalmente, porque al interior de estos espacios se pueden establecer sayañas; aunque esta tarea tiene dificultades. Don Roberto Cadena es el principal representante de la familia Cadena en la comunidad y, con la estancia de sus tres hijos en el área de Kellwani, pudo hacer efectiva y legítima la posesión del espacio de pastoreo, estableciendo así su sayaña. En consecuencia, la extensión del área compartida de Kellwani disminuyó.
Los pastos, a simple vista, no tienen diferencia con los pastos de una sayaña; pero la diferencia radica en el manejo. En estas áreas compartidas, como es de uso común, no hay un manejo de espacios de pastoreo. Los pastores ven a la distancia que un hato se encuentra en un espacio y se dirigen a otro desocupado. A pesar de esto, en Chacaltaya, no hay sobrepastoreo por la limitada población camélida de estas familias y por la extensión significativa de tierras, pero esta falta de coordinación entre pastores o familias afecta en el crecimiento y desarrollo de sus camélidos. En tiempos de escasez de humedad (mayo-julio), las familias instalan carpas eventuales para dormir, protegidas con piedras a los alrededores para disminuir el frío. Es decir, las familias se instalan con sus hatos en el espacio de pastoreo y se quedan durante el tiempo de mayor frío.
Para cerrar este apartado, se afirma que esta posesión de tierras genera desigualdades entre las familias con sayaña y las que están en el área compartida, esto se debe a las posibilidades que las primeras familias tienen para administrar sus espacios de pastoreo, lo cual genera que puedan tener hatos numerosos, además de mantener sus pastos en condiciones adecuadas para su consumo. Esto representa un mejor ingreso económico para estas familias. Sin embargo, a pesar de esta diferencia, en el cotidiano encuentro entre las familias que residen en la comunidad, no hay una notable diferencia entre sus posesiones, su vestimenta o consumo. Esto puede deberse a los hábitos de consumo establecidos por su costumbre y la vida en comunidad.
DISCUSIÓN
Estudios sobre la tenencia de tierras coinciden con lo afirmado por Carter y Mamani (1982) donde, por la tendencia negativa de la posesión de la tierra y la población, en el occidente del país predominará el minifundio, incluso el surcofundio (Guzmán, 2008;Monasterios, Stefanoni y Alto, 2007). Sin embargo, Chacaltaya nos muestra que sus formas de tenencia de tierras (sayaña pastoril y área compartida), en el tiempo y con el paso de generación a generación, mantuvieron una dimensión significativa. Esto puede deberse, como lo mencionamos anteriormente, a la dinámica cotidiana que las familias tienen con las ciudades. Muchos tienen la posibilidad de trasladarse a la ciudad, trabajar en el día y regresar al anochecer. Esto, considerando que algo característico de la ruralidad actual es tener comportamientos como la pluriactividad y multiresidencia (Vassas, 2018). En otros términos, esta salida y dinámica con la ciudad provoca poca demanda de tierras de parte de los herederos.
Durante el trabajo de campo, nunca se supo sobre una división o disolución de una sayaña y esto nos indica que, en Chacaltaya, la posesión de tierras de uso familiar no es repartida en herencia a sus hijos e hijas de forma tangible; lo que ellos detentan es el derecho de acceso a los espacios familiares. De esta forma, la propiedad familiar no se divide y reduce sus dimensiones. Las sayañas se mantienen bajo el mando y manejo de la familia con más años de experiencia, donde se encuentra un o una pastora experimentada. En palabras de Bourdieu (2009), sobre estos usos sociales del parentesco, en Chacaltaya no se obedecen principios andinos como la prelación masculina a la residencia familiar y a la división de propiedad en tierras, ya que tanto varones como mujeres son herederos que pueden acceder a esta prelación o herencia. Esto va a contrapunto con la idea generalizada de la residencia virilocal y la prelación hereditaria masculina, como lo afirman Urioste Fernández de Córdova, Barragán y Colque (2007) y Arnold y Yapita (1998).
La vía junker y la vía farmer son dos modelos clásicos para dar una lectura de una realidad rural. Danilo Paz Ballivián (2009), a lo largo de sus estudios, es categórico al posicionar estos modelos como los indispensables para un análisis de agro boliviano. El modo farmer es, esencialmente, un proceso que va en contra de la gran propiedad, donde los campesinos se convierten en pequeños productores. Por otro lado, el modo junker es un proceso que está a favor de terratenientes con tendencias a modernizar la producción. A la luz del caso de Chacaltaya -como comunidad pastora-, estos modelos son insuficientes. No podemos decir que se está aplicando una vía farmer porque la tenencia de tierras es extensa, ya que su extensión de tierras supera las 350 hectáreas, y se podría decir que -teóricamente- son familias terratenientes. De igual forma, no podría ser junker porque sus modos de producción siguen siendo tradicionales, ya que los camélidos no son el foco de atención para elaborar una alimentación balanceada o una manipulación genética tecnificada. Para concluir, con este estudio no pretendemos marcar la vía que Chacaltaya está siguiendo, la intención es poner en el debate esta realidad y repensar las alternativas analíticas desde lo cotidiano. Lo que sí podemos afirmar es que, desde el territorio, desde una mirada multidimensional, se podría llegar a lecturas más correctas y francas, ya que el “territorio, como espacio físico, no tiene dinámica propia, son los actores los que impulsan una dinámica que refleja las estructuras territoriales” (Mazurek, 2018, p. 39).
CONCLUSIONES
Chacaltaya y su organización territorial se basa en la tenencia de tierras de carácter flexible-dinámico, ya que sus dimensiones se encuentran en constante disputa entre familias con sayaña. Esto principalmente porque las familias con sayaña cuidan cotidianamente tanto el uso de sus thakis como de sus espacios de pastoreo. Estas disputas son necesarias para reafirmar los límites acordados o para acordar otros. Esta organización territorial, en el caso de la sayaña, debe estar acorde a la capacidad de uso que mantenga la familia. En otras palabras, para mantener la posesión de las tierras, se requiere un hato numeroso.
Sobre el pastoreo, consideramos que un comportamiento de los camélidos, a diferencia de otros animales de rebaño, es no pastar y trasladarse en grupos compactos sino en hileras y a largas distancias. Esta característica particular genera que estos hatos abarquen espacios significativos y lejanos de la estancia comunal. Estas rutas alejadas son necesarias por la alimentación y el buen desarrollo de estos camélidos. Tales caminatas hacen que los y las pastoras lleguen a linderos e hitos con las comunidades vecinas. Entonces, esta acción de ir continuamente a pastar por el lindero tiende a ser una acción que resguarda y pone en vigencia el lindero acordado con las comunidades vecinas o entre familias, según el caso. Por lo tanto, estamos ante un mecanismo de defensa espacial del recurso tierra y defensa de las fronteras sociales -a nivel familiar y comunal-. En este sentido, podemos afirmar que, en Chacaltaya, ir a pastorear cada día es un ejercicio de defensa territorial que tiene la principal función de preservar el patrimonio familiar, en el caso de las sayañas familiares y áreas compartidas, y defender el patrimonio comunal.
Finalmente, es recomendable, en el campo de la investigación en ciencias sociales, buscar y adoptar creativa y correctamente distintas herramientas para generar formas novedosas de interpretar, presentar e incluso analizar la información, como las herramientas del Sistema de Información Geográfica (SIG) o el Software ArcGIS, que están pensados para disciplinas como topografía, geografía, geodesia y otros. Como se vio, estas herramientas tienen el potencial de fortalecer y enriquecer, tanto la presentación como el análisis de los datos de campo, en este caso, de carácter cualitativo.