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Temas Sociales

versión impresa ISSN 0040-2915versión On-line ISSN 2413-5720

Temas Sociales  no.53 La Paz nov. 2023  Epub 30-Nov-2023

https://doi.org/10.53287/tmyh6495xh47f 

Reseña

Datos, pruebas e ideas, de Howard Becker

1Postgrado en Población y Desarrollo (CIDES). Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) jcopauyuni@gmail.com https://orcid.org/0000-0003-4934-2338

Becker, Howard. 2018. Datos, pruebas e ideas. Por qué los científicos sociales deberían tomárselos más en serio y aprender de sus errores. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores Argentina,


Se plantea la reseña del libro Datos, pruebas e ideas: por qué los científicos sociales deberían tomárselos más en serio y aprender de sus errores, con el objetivo de ofrecer una mirada de conjunto sobre las proposiciones centrales planteadas por el autor. El texto se divide en dos partes. En la primera sección: “De qué se trata todo: datos, pruebas e ideas”, el sociólogo discute el papel de los datos, las pruebas e ideas en la investigación social. Los datos convertidos en pruebas respaldan el análisis de una idea del trabajo científico. La forma de conexión de estos tres componentes es primordial para la obtención de un conocimiento sociológico (p. 24). Enfatiza que los datos son la materia prima de la investigación social, pudiendo ser cualitativas (entrevistas, las observaciones y las grabaciones) y cuantitativas (encuestas y los análisis estadísticos). Becker indica que las pruebas son los procesos de evaluación de los datos que fueron realizados por el investigador para asegurar su confiabilidad y validez. Las ideas son las conclusiones que se derivan de las pruebas y datos. Pueden ser nuevas o estar basadas en teorías existentes. Asimismo, son las explicaciones y conclusiones de los trabajos académicos que ayudan a los investigadores a entender el “mundo social” (p. 37).

Para acabar la primera parte, Becker abre el debate sobre la recopilación de datos entre la investigación cualitativa -modelo buffoniano- y cuantitativa -modelo linneano-, mencionando que es una “falsa dicotomía” (p. 65). Señala que ambos enfoques son válidos y que pueden utilizarse para comprender el mundo social de diferentes maneras o de formas complementarias. Explica que los sociólogos convirtieron esta disputa en un “conflicto institucionalizado,” haciendo una oposición entre los “números y palabras, la precisión y la expresividad, las leyes generales y la explicación de situaciones particulares” (p. 67). Además, advierte que los dos métodos tienen “similares estropicios internos” y “defectos similares” en sus formas de realizar sus investigaciones.

La segunda parte, “¿Quiénes recolectan los datos y cómo lo hacen?” discute los diferentes roles que cumplen las personas en la recopilación de datos. Analiza que la investigación social es un proceso de construcción de conocimiento que involucra a una variedad de individuos y organizaciones. Describe el trabajo que se hace en los censos (capítulo 4); en las estadísticas elaboradas por funcionarios públicos -estadísticas oficiales sobre la criminalidad realizadas por la policía (capítulo 5)-; en la realización de encuestas por “trabajadores temporarios” (capítulo 6); y, por último, el que se realiza en los programas de investigación donde hay un “investigador en jefe y sus asistentes” (capítulo 7).

Becker identifica que una de las principales limitaciones de la investigación cuantitativa es que se basa en datos recolectados por otras personas ajenas al trabajo académico. Las organizaciones encargadas de elaborar la información estadística contratan a “trabajadores temporarios”, quienes no tienen una formación específica en el levantamiento de datos, y solamente están interesados en llenar los formularios de con respuestas inexactas y de manera general (p. 108). Esto significa que los sociólogos no siempre tienen control sobre el diseño y recopilación de la información. Como resultado, los investigadores de campo están obstruidos en su capacidad para diseñar las investigaciones, existiendo dificultades para comprender las causas de los fenómenos y procesos sociales.

Para acabar la segunda parte, el autor identifica algunas dificultades en la recolección de datos en la investigación cualitativa. Las inexactitudes del trabajo de campo pueden ser sesgadas y subjetivas. Los investigadores ignoran con frecuencia los cambios de las comunidades y de los grupos sociales que están estudiando. Piensan que las ideas y pruebas son “obvias y no ponen en duda” su veracidad, no teniendo una mirada escéptica para demostrar que pueden estar equivocados. Realizan “generalizaciones ambiciosas” durante sus observaciones de las personas involucradas en su objeto de estudio y que ellos siguen viviendo en un “presente etnográfico” (p. 253).

Finalizando el texto, el sociólogo hace algunas recomendaciones para que los investigadores no cometan errores en sus trabajos académicos. La primera recomendación que realiza es que los investigadores de campo deben construir el dato de manera provisional y no de forma definitiva. Las primeras observaciones solamente son ciertas ideas que dan lugar a otras nuevas preguntas que pueden surgir a medida que vayamos mirando, escuchando y conversando con las personas estudiadas. Es por eso que “cada día en el terreno es un nuevo episodio de la recolección de datos, en el cual las ideas y los descubrimientos del día anterior pueden ser refutados” (p. 275).

La segunda recomendación es convertir los errores cometidos en el área de estudio en problemas para investigar. A partir de las fallas en el trabajo de campo se puede encontrar “nuevos tipos de fenómenos sociales para analizar y comprender como tópicos por derecho propio”. Por último, envía una moraleja a los investigadores de campo: “tenga cuidado con las trampas y conviértalas en tópicos de investigación” (p. 277).

Los aportes críticos y las conclusiones que podemos señalar sobre la lectura son los siguientes puntos:

La distinción metodológica, entre los modelos cualitativos y cuantitativos, que forma parte de un “debate ritualizado”, no hace justicia a la realidad del trabajo que efectivamente desarrollan los investigadores de campo, manteniendo atrapada a la sociología en una disputa absolutamente improductiva. Ninguno de ellos, per se, garantiza la construcción de datos científicos sin errores.

Los sociólogos utilizan datos construidos por otras personas e instituciones, cometiendo errores en la recolección de la información. Los orígenes de esas faltas están íntimamente relacionados con las personas que recolectan los datos -por ejemplo, los trabajadores temporarios-. Asimismo, estos yerros hacen que no haya conexiones entre los datos, pruebas e ideas, generando inconsistencias en el trabajo académico del sociólogo.

Los investigadores, al realizar el trabajo de campo, no pueden dar por descontada una idea (tratarla como obvia y no ponerla en duda) y omitir la historicidad del fenómeno analizado (situándose en un eterno presente etnográfico). Estos desconocimientos impiden explicar los cambios producidos -a lo largo del tiempo- en determinadas comunidades y/o grupos sociales.

Javier Copa Uyuni
Postgrado en Población y Desarrollo (CIDES)
Universidad Mayor de San Andrés (UMSA)
jcopauyuni@gmail.com
https://orcid.org/0000-0003-4934-2338

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