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Temas Sociales

Print version ISSN 0040-2915On-line version ISSN 2413-5720

Temas Sociales  no.53 La Paz Nov. 2023  Epub Nov 30, 2023

https://doi.org/10.53287/ykdp7739fs18a 

Investigación

Narrativas de los migrantes venezolanos en torno a la sociedad chilena*

Venezuelan migrants’ narratives about Chilean society

1Universidad Complutense de Madrid, Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID), Santiago, Chile E-mail: flavioas@ucm.es


Resumen

La presente investigación analiza los imaginarios y representaciones sociales de los migrantes venezolanos en torno a la sociedad chilena. Mediante análisis temático de doce entrevistas semiestructuradas, se demostró que el deterioro de las condiciones materiales de existencia en Venezuela tuvo un impacto significativo en las trayectorias de vida de los migrantes que arribaron a Chile entre 2017 y 2021. Por lo tanto, en el caso de la migración venezolana, no se puede disociar agencia y estructura, debido a que el Estado venezolano tiene una responsabilidad en la vulneración de los derechos económicos y sociales de sus connacionales. Tampoco se puede establecer el contexto de salida y el contexto de llegada como si fuesen dos realidades separadas, tal como lo evidencian las narrativas de los migrantes en relación a las redes familiares, el estallido social del 2019 en Chile, el duelo migratorio y el mundo del trabajo.

Palabras claves: Migración forzada; proyecto migratorio; imaginarios sociales; representaciones sociales; migrantes venezolanos en Chile; crisis económica; derechos humanos; calidad de vida; pandemía covid-19; inestabilidad laboral; Chile

Abstract

This research analyzes the social imaginaries of Venezuelan migrants concerning Chilean society. On the basis of thematic analysis of twelve semi-structured interviews, we show that the deterioration of the material conditions of existence in Venezuela had a significant impact on the life trajectories of migrants who arrived in Chile between 2017 and 2020. Therefore, in the case of Venezuelan migration, agency and structure cannot be dissociated, because the Venezuelan State has a responsibility in the violation of the economic and social rights of its nationals. Neither can the context of departure and context of arrival be treated as if they were two separate realities, as shown by the narratives of migrants in relation to family networks, the social outburst of 2019, migratory mourning and the world of work.

Keywords: Forced migration; migration project; social imaginaries; social representations; Venezuelan migrants in Chile; economic crisis; human rights; quality of life; covid-19 pandemic; labor instability; Chile

INTRODUCCIÓN

Como consecuencia de una nueva crisis del extractivismo petrolero, Venezuela, se convirtió en un país expulsor de migrantes forzados. A diferencia de la emigración que tuvo lugar entre los años ochenta del siglo pasado y durante la primera década del siglo XX, la diáspora venezolana en época de Nicolás Maduro es diversa en cuanto a sus motivaciones, perfil sociodemográfico, destinos y rutas migratorias. Por lo tanto, el perfil de clase media profesional asociado a la emigración venezolana en tiempos de Hugo Chávez Frías (Dekocker, 2017; Echeverry, 2017) resulta insuficiente para caracterizar sociológicamente a la migración venezolana durante el último lustro, debido a lo siguiente:

En 2020 se verifica que aproximadamente 9 de cada 10 familias que era considerada de clase media a principios de la década pasada, ya no lo es. Además, el análisis dinámico de los datos muestra evidencia de que una porción muy importante de familias de clase media ha perdido su estatus sobre todo en los últimos años, tendencia comprobada por la evolución de indicadores no monetarios, relacionados con los niveles multidimensionales de bienestar y seguridad económica de las familias de estratos medios (Zambrano y Hernández, 2021, p. 1).

Tampoco conceptos como migración económica y laboral son de utilidad para construir el objeto de estudio, puesto que se estaría invisibilizando la responsabilidad que tiene el Estado venezolano en la vulneración de derechos sociales y económicos de más 6 millones de personas que han migrado desde Venezuela hacia América Latina y el Caribe, de los cuales 444 mil han seleccionado a Chile como destino migratorio hasta mayo de 2023 (R4V, 2023).

Desde esta perspectiva, nos decantamos por el enfoque de migración forzada Castles, 2003;Gzesh, 2008 para analizar las trayectorias de vida de los migrantes venezolanos que llegaron a Chile entre 2017 y 2021. Todo ello, con la finalidad de responder a las siguientes preguntas de investigación: ¿Existe una relación entre contexto de salida y proyecto migratorio?, ¿cómo los migrantes venezolanos perciben a la sociedad chilena desde sus propios referentes culturales?, ¿cuáles son los factores políticos, sociales y económicos que inciden en los proyectos migratorios de los venezolanos en Chile?

Finalmente, el artículo se enmarca dentro de la investigación postdoctoral sobre migración venezolana titulada “Migrantes venezolanos sin hogar o en situación de calle: entre la vulnerabilidad social y la estigmatización pública”, realizada en la Universidad Complutense de Madrid.

La presente investigación es de tipo cualitativa y tiene como objetivo examinar los imaginarios sociales de los migrantes venezolanos en torno a la sociedad chilena a fin de establecer las continuidades y rupturas entre el proyecto de vida en Venezuela y el proyecto migratorio en Chile; tiene en cuenta que las narrativas permiten acceder a la situación emocional y la experiencia de vida de los sujetos migrantes en función de explicar su lugar en la sociedad receptora o de acogida dentro de determinado contexto histórico.

MARCO TEÓRICO

Caracterizando la crisis del modelo extractivista petrolero en la época de Nicolás Maduro

En tiempos de Maduro, la crisis del modelo extractivista petrolero estaría caracterizada políticamente por la consolidación de un modelo autoritario competitivo Levitsky y Way, 2004 heredado de la época de Chávez, dentro de un contexto de crisis económica. De allí que en la Venezuela del 2014 y 2021, la mayoría de sus ciudadanos no tenían garantizados sus derechos económicos y sociales, puesto que sufrieron de un desabastecimiento crónico de alimentos y medicinas Bachelet, 2019. Esta vulneración de derechos humanos vino acompañada por el colapso de los servicios públicos, por escasez de gasolina y por una inflación acumulada que se ubicó, en el primer trimestre del 2020, en 124% y que el año anterior cerró en 7.374,4% Círculo de Estudios Latinoamericanos, Cesla, 2020;Deutsche Welle, DW, 2020. A este escenario de inseguridad humana donde se desarrollaba el día a día de los venezolanos se le suman una caída acumulada del Producto Interno Bruto de 43,7 en los últimos 5 años (Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Cepal, 2019) y un salario mínimo de 7 dólares al mes que, en 2019, apenas cubría el 4,7% del costo de la canasta básica de alimentos (Bachelet, 2019).

Este deterioro, tanto de los indicadores económicos como de las condiciones materiales de existencia experimentadas por la población venezolana, fue potenciado por una combinación de factores externos e internos como sanciones internacionales que imposibilitaron al Estado venezolano vender petróleo en los mercados internacionales y disponer de activos en el exterior, caída de la producción petrolera (700 mil barriles diarios en 2019) y un ciclo de bajos precios de los hidrocarburos que se inició en el 2014 y que culminó con el estallido de la guerra de Ucrania OPEP, 2019;Pérez, 2014. De este modo, durante el segundo quiebre del modelo extractivista, se juntaron el deterioro institucional producto de la instalación de un régimen autoritario competitivo Levitsky y Way, 2004 con la erosión de las condiciones materiales de existencia para configurar un contexto de salida que dio lugar a que ocurriese, a partir del 2016, un desplazamiento forzado y masivo de personas hacia el exterior Forero, 2021.

La emigración venezolana desde el concepto de migración forzada

La Organización Internacional para los Migrantes (OIM) define a la migración forzada como un movimiento de personas externo o interno generados por una coacción que incluye amenazas a la vida y su subsistencia, bien sea por causas naturales o humanas (OIM, 2019). Van Hear (2000) contextualiza la migración forzada como “el cuerpo de instituciones, leyes, políticas y prácticas nacionales e internacionales que existe para tratar con los refugiados o la migración forzada” (p. 94), mientras que Castles (2003), en su obra “Towards a Sociology of Forced Migration and Social Transformation”, afirma: “La migración forzada (o involuntaria) incluye un conjunto de categorías legales o políticas. Todas implican a personas que han sido forzadas a escapar de sus hogares y buscar refugio en otra parte” (p. 3).

En esta misma línea argumentativa, Gzesh (2008) aboga por una definición más amplia del concepto de migración forzada que incluya a los migrantes económicos, a fin de fomentar la cooperación internacional en la reducción de la migración y para ampliar la responsabilidad del Estado en la formulación de políticas que vinculen los derechos humanos, la migración y el desarrollo en los ámbitos nacional, local e internacional. Una de las ventajas prácticas de emplear las violaciones a los derechos humanos como la base de una definición ampliada de migración forzada para incluir a los migrantes económicos sería la de situar tanto en los países de origen, tránsito como de recepción la obligación de proteger los derechos humanos de los migrantes de manera análoga a las obligaciones con respecto a los flujos de migrantes (Gzesh, 2008).

Por otro lado, establecer la analogía entre derechos humanos y migrantes económicos permitiría, de acuerdo con la autora, categorizar la falta de oportunidades de empleo, la incapacidad de acceder a bienes y servicios orientados a satisfacer necesidades básicas como violaciones a los derechos humanos. De este modo, la migración forzada también puede definirse como “una crisis humanitaria que afecta la población de varios países, mediante la violación de los derechos humanos, generando un deterioro de la calidad de vida y salud de la población desplazada” (Alcalá et al., 2007, p. 1).

Como se ha visto, la migración forzada implica una coerción que obliga a los sujetos a huir de un escenario donde sus vidas y sus bienes son amenazados. Esta coerción externa reduciría el campo de opciones al momento de tomar la decisión de permanecer o salir de su lugar habitual de residencia (OIM, 2019). Esta coerción a la que son sometidos los sujetos produce miedo, terror y rupturas familiares, independientemente de si el éxodo es interno o externo. De acuerdo con Alcalá, Villa y Jaramillo (2007) y Richmond (1993) el miedo se sitúa en estos casos como un factor determinante a la hora de emprender trayectos migratorios. En consecuencia, la migración forzada “es un recurso último para proteger la vida” (p. 145).

En consecuencia, el concepto de migración forzada para analizar la emigración venezolana durante la época de Nicolás Maduro posibilita evidenciar la condición de vulnerabilidad social en la que se encontraban los venezolanos, previo a la decisión de emigrar, así como identificar factores de expulsión asociados a la supervivencia que en los países de acogida contribuyeron a edificar los imaginarios sociales en torno a las sociedades receptoras.

Por lo tanto, fenómenos como el duelo migratorio, el estallido social del 2019 en Chile y la inserción laboral estarían influenciados por la condición de migrantes forzados, tomando en consideración traumas, conflictos y múltiples carencias que tuvieron que enfrentar los venezolanos antes de tomar la decisión de emigrar. Un ejemplo de ello sería la idealización del modelo de salud chileno frente al deterioro de la infraestructura hospitalaria en Venezuela (Universidad Andrés Bello, 2019); y otro ejemplo concreto estaría constituido por el estallido social del 2019 y la crítica a la idea de que Chile era el país más estable en términos políticos y económicos de América Latina. Este evento en las narrativas de los migrantes venezolanos se reflejó en el temor de reeditar la conflictividad social y política que vivieron en Venezuela previo a la decisión de emigrar. Sin embargo, para los chilenos, el estallido social tuvo que ver con las desigualdades sociales, el descrédito de la clase política y un profundo descontento contra el modelo de Estado subsidiario impuesto durante la dictadura pinochetista. Este modelo convirtió bienes sociales como la educación, la vivienda y la salud en simples mercancías. Garretón, 1990;Sandel, 2013.

METODOLOGÍA

La investigación es de tipo cualitativo, tiene como técnica de recolección de información la entrevista semiestructurada. La elección de esta técnica de recolección de información se debió a que ésta, no solo permite entender cómo la realidad social se construye mediante un conjunto de reglas, valores y distinciones simbólicas que nos permiten manejarnos en nuestra vida cotidiana Bauman y Boyé, 2007, sino que también contribuye “a desarrollar al máximo el potencial informacional de las conversaciones, como objeto de investigación” (Canales, 2002, p. 36). Por lo tanto, la entrevista semiestructurada, por ser una narración creada conjuntamente por entrevistador y entrevistado, tiene la característica de ser flexible, dinámica y de privilegiar el punto de vista del entrevistado Meruane y Castro, 2008. De allí que, mediante los relatos de los entrevistados, se buscó extraer saberes, imaginarios e identidades con la finalidad de orientarlos hacia la descripción de experiencias vividas personalmente y en los contextos históricos en los cuales se inscribieron Márquez y Sharim, 1999.

Con relación a la selección de la muestra, se empleó un muestreo conocido como bola de nieve, que consiste en pedir a los informantes que recomienden a posibles participantes que sean relevantes para el estudio, dada su condición de sujetos que emigraron durante la crisis del extractivismo petrolero que tuvo lugar en el gobierno de Nicolás Maduro. Por lo tanto, el criterio que se aplicó para seleccionar la muestra consistió en la selección de 1: sujetos mayores de edad; 2: sujetos que hayan migrado a Chile durante 2017 y 2021, período en el que hubo un incremento exponencial de la migración venezolana hacia otros países de la región.

La muestra estuvo compuesta por cinco sujetos pertenecientes al género masculino y siete individuos del género femenino. Todos ellos son residentes en la ciudad de Santiago y con rangos de edad que oscilaban entre 25 y 66 años al momento de realizar la entrevista. Las 12 entrevistas que componen esta investigación se realizaron entre junio de 2020 y diciembre de 2021, tal como se presenta en el cuadro 1.

Cuadro 1. Datos sociodemográficos de los sujetos entrevistados 

Fuente: elaboración propia.

A partir del análisis temático, se identificaron 11 códigos que describen el proyecto migratorio con sus respectivas aristas, abarcando el mundo del trabajo, la cultura y las relaciones familiares Braun y Clarke, 2006. Por último, se utilizó el software Atlas Ti para analizar los resultados y elaborar la red de códigos.

HALLAZGOS

En los relatos de los entrevistados, Chile es representado como un país estable económicamente, que ofrece calidad de vida, seguridad, empleo, acceso a bienes y servicios que en Venezuela, debido a la crisis del modelo extractivista petrolero, no se encuentran disponibles. Sin embargo, el estallido social del 18 de octubre de 2019, el cierre de fronteras, el requisito de la visa de Responsabilidad Democrática para ingresar a Chile y la aprobación de Ley N° 21325 durante el gobierno de Sebastián Piñera fueron modificando las expectativas iniciales de los entrevistados, quienes percibieron estos hechos como amenazas a sus proyectos de vida en Chile. Esta dualidad entre expectativas iniciales y expectativas futuras se puede apreciar en la red de códigos que se presenta en la figura 1.

1. Calidad de vida, estabilidad económica y redes de apoyo familiar

A través de estos códigos, se puede comprender las razones que impulsaron a los venezolanos a seleccionar Chile como destino migratorio. De este modo, ante la pregunta: ¿Por qué seleccionó Chile como destino migratorio?, uno de los entrevistados respondió:

Chile siempre lo tuve como referencia por ser el país que económicamente presentaba los mejores números; no era un secreto, lo conocía, pero no es lo mismo venir un par de veces de visitas a u país, que tener que quedarse, pero si de alguna manera la estabilidad que mostraba Chile, yo creo, lo digo después de haber tenido tres años aquí es el tipo de destino dentro de lo que es Latinoamérica hubieses migrado (Humberto, comunicación personal, 2020).

La buena percepción económica de Chile en relación a Venezuela combinada con redes de apoyo locales, también sirvió de aliciente para emprender el viaje hacia el país austral, tal como se revela en el siguiente testimonio:

Fuente: elaboración propia a partir de software Atlas Ti 8.

Figura 1 Chile en los relatos de los venezolanos que emigraron entre 2017 y 2021 

Escogimos Chile porque ya mi cuñada, mi suegro y mi suegra ya estaban aquí y mi esposa estaba en Carrizales y decidimos encontrarnos toda la familia aquí. Decidimos venirnos debido a la situación económica y lo que le pasó a mi esposa, que siendo una profesional era maltratada y vejada (Felipe, comunicación personal, 2020).

Esta combinación de estabilidad económica y redes de apoyo familiar es una constante que se refleja en la mayoría de los relatos de los entrevistados. A ello se le suma la facilidad que tenían los sujetos para regularizar su situación migratoria. Al respecto, una de las entrevistadas señala:

Me vine a Chile porque pensé que era el país que nos podía dar más estabilidad, estudié la parte de los papeles y era de fácil acceso sacar los documentos y estar legal y también ya mi hermana estaba aquí, tenía una prima, la otra opción era los Estados Unidos, pero no quería estar ilegal, podía haber pedido asilo político, que quizás me lo hubieran dado, pero si lo pido no iba a poder más entrar a Venezuela hasta que caiga ese gobierno y tengo mis padres allá, entonces vi que más fácil es Chile y ya llevo aquí tres años (María, comunicación personal, 2020).

Otra de las razones que llevaron a los entrevistados a emigrar hacia el país austral fue recuperar la calidad de vida que tenían antes de que estallara la crisis del modelo extractivista, ya que Chile, a diferencia de Venezuela, era percibido por los sujetos como país inmune a la inseguridad, al colapso de los servicios públicos y, sobre todo, al desabastecimiento de medicinas y alimentos. Por otro lado, quedarse en Venezuela representaba para los entrevistados la imposibilidad de concretar un proyecto de vida. Y es que, para la mayoría de los entrevistados, el Chile previo al estallido social del 2019 y la pandemia era percibido como un destino migratorio donde los sujetos, a través de su trabajo, podían enviar remesas, ahorrar y tener una mayor calidad de vida. Así lo refleja el siguiente fragmento de entrevista: “Aquí en Chile tienes un poquito de calidad de vida, yo le mando a mi mamá, ya todo está insostenible vivir allá” (Felipe, comunicación personal, 2020).

Como se revela en los relatos, hubo un estudio previo donde factores como la estabilidad sociopolítica, la facilidad de obtener papeles de residencia y las redes de apoyo familiar se combinaron para jugar un rol fundamental para tratar de iniciar un nuevo proyecto de vida en tierra foránea. En relación a estos factores, una de las entrevistadas, quien abrió junto a su familia un restaurante en la comuna La Reina, afirma:

Mi hermano y mi pareja hicieron como un estudio para dónde ir en donde tú pudieras invertir. Obviamos EEUU y Europa, porque es más difícil invertir algo, entonces ya trabajaban independiente en Venezuela, no tenía jefe, y entonces el país que estaba en Latinoamérica más estable, bueno, se hizo el estudio, como que era Chile (Jesica, comunicación personal, 2020).

En este relato, nuevamente Chile emerge como la mejor opción para migrar en Latinoamérica, incluso por encima de destinos tradicionales de la migración venezolana como en el pasado reciente lo fueron Europa y EEUU. De allí que el flujo migratorio venezolano hacia Chile y el resto de la región puede tipificarse como una migración Sur-Sur Elizalde, Thayer y Córdova, 2013. En este testimonio, también se observa que hay una intención de la entrevistada de iniciar un nuevo proyecto de vida con apoyo de sus familiares radicados en el país austral. De este modo, para la mayoría de los entrevistados, las redes de apoyo familiar constituyeron un aliciente para tomar la decisión de emigrar.

2. Acceso a techo, comida y salud

Antes de arribar a Chile, la vida de los sujetos estaba condicionada por todo tipo de carencias que afectaban la gestión de la vida cotidiana. La falta de alimentos y de medicamentos generó ansiedad, angustia e incluso depresión en algunos de los entrevistados. Estos trastornos de ánimo emergieron en una de las entrevistadas cuando fue de visita al mercado La Vega. Ella nos relata cómo fue esa experiencia:

Te voy a decir algo que me pasó, pasé diciembre aquí y en enero me fui y mi hijo me llevó para el famoso mercado La Vega y yo lo que hice fue ponerme a llorar, viendo aquella abundancia, lo que fue una vez Venezuela, me puse a comparar y mi hijo me decía, mami yo no te traje para que te pusieras a llorar, todavía me acuerdo, porque allá la escasez es tan fuerte porque antes nosotros acostumbrábamos las comidas, las uvas, bueno ese diciembre no conseguí uva en Caracas y llego aquí y veo esa gran cantidad de uvas, eso me dio tanta tristeza y dolor comparar a mi país (Stefania, comunicación personal, 2021).

En este testimonio, se revela cómo el desabastecimiento de alimentos dejó secuelas psicológicas en esta mujer, que salieron a la superficie cuando la abundancia y variedad de alimentos en La Vega le activó el recuerdo de la escasez alimentaria que padeció en Venezuela. En este fragmento de entrevista, también se percibe una reminiscencia de la Venezuela saudita y la Venezuela de Chávez, la cual estaba asociada a un tiempo de abundancia. La abundancia y disponibilidad de alimentos en Chile, en contraposición a la escasez de alimento, también se evidencia en el siguiente testimonio: “En Chile yo no pudo decir que estoy mal, por lo menos tengo un techo y comida, pero en Venezuela me faltó mucho; ponte tú, para trabajar, yo tenía que caminar a pie para mi trabajo” (Carmen, comunicación personal, 2020).

Por lo tanto, hay una suerte de resignación que implica reconocer que, en Venezuela, los sujetos no pueden emprender o concretar su proyecto de vida. Y en este reconocimiento se dejan atrás las aspiraciones de conseguir trabajos acordes con la profesión, de ser jefe, de irse de vacaciones, de tener techo propio, de renunciar a los bienes materiales adquiridos en Venezuela en tiempos de bonanza petrolera. Todo ello con la finalidad de tener un poco de calidad de vida, la cual, de acuerdo a los relatos de los entrevistados, estaría asociada a la satisfacción de las necesidades básicas (alimentos, medicinas, transporte).

De este modo, el acceso a la salud para los venezolanos radicados en Chile representa un soporte que da estabilidad y tranquilidad sobre todo en adultos mayores. Así lo refleja el siguiente testimonio:

Aquí se consigue de todo, voy al médico tranquila, me hacen mis exámenes, tengo un Sapu cerca, los exámenes de rutina que me hacía allá todos los años, yo allá pagaba o tenía un seguro, aquí el año pasado me los hice y pagué lo que se paga por Fonasa y sé que esa parte es cara porque ahorita me hice unos exámenes porque desarrollé un cuadro alérgico y allí en el Sapu no hay ese especialista, es lo único que no tiene, para la alergia y todo me lo tuve que hacer particular y se gastó un dinero, los exámenes salen caros, pero todo se puede hacer, hay facilidades que allá no se puede hacer, me hice por video llamado, el médico me mandó todo por videollamada y así lo hice. En cuanto a la comida, lo que hay es que trabajar bastante, aquí yo me siento muy bien (Francisca, comunicación personal, 2020).

Y es que la manera en que los entrevistados perciben tanto al sistema de salud chileno como a la sociedad de acogida en general está influenciada por las múltiples carencias que debieron enfrentar en su país de origen. De allí que existe cierta idealización del sistema de salud chileno, como se evidencia en el siguiente testimonio:

A mí, honestamente me gusta Chile, más que todas las chilenas, estos carajos, gracias a Dios; mi esposa vino con problemas de salud, de la tensión, y a los cuatro días, yo salí a las 5 de la mañana buscando el dispensario, nos perdimos, pero logramos llegar allá y nosotros con el pasaporte nada más, yo tengo la costumbre de siempre tener un caramelito en mi bolsillo, llegamos como a las 5:30 y nos dijeron cómo era la cosa. Y logré entrevistarme con una visitadora social y, wuao, muchacha linda, la forma de ser, y mi esposa la tuvieron sentada como una hora y esa licenciada me hizo todo lo que yo quería que me solucionara; en ese momento, me lo solucionó y, bueno, se me empezaron a abrir unas puertas, gracias a unos caramelitos (Jesús, comunicación personal, 2020).

La idealización del sistema de salud chileno presente en ambos relatos contrasta con la percepción que tienen los chilenos sobre su propio sistema de salud. Al respecto, la Encuesta Nacional de Salud elaborada por la Universidad Andrés Bello señalaba que un 85% de los encuestados consideran que la población está mal cubierta con su plan de salud mientras que el sistema público de salud obtenía una nota de 3,8 en una escala de 7 (Universidad Andrés Bello, 2019, párr. 1).

La diferencia de opiniones entre chilenos y migrantes venezolanos acerca del sistema de salud de Chile trae a la superficie la experiencia previa que tuvieron los venezolanos en un sistema público colapsado en su infraestructura, por la falta de insumos, de equipos y medicamentos, así como afectado por las interrupciones del suministro eléctrico (Médicos por la Salud, 2018, p. 11). Por lo tanto, los relatos y representaciones que tienen los migrantes venezolanos sobre la sociedad chilena en general son configurados en parte por la experiencia de haber padecido los efectos de múltiples carencias, las cuales otorgan significaciones y representaciones que les permiten orientarse y desenvolverse en la sociedad de acogida. Sin embargo, el estallido social del 2019 y la pandemia del 2020-2021, contribuyeron a generar nuevas percepciones que desmontan el imaginario de que Chile era el mejor país de Latinoamérica para migrar.

3. Estallido social, covid-19 e inestabilidad laboral

Cuando se iniciaron las entrevistas, habían transcurrido ocho meses del estallido social y cuatro meses del comienzo de las restricciones a la movilidad en Chile impuestas por la pandemia. De este modo, ambos fenómenos emergieron en los relatos de los entrevistados en forma de incertidumbre, inestabilidad y temor frente a la posibilidad de volver a vivir un escenario de conflictividad social similar al de Venezuela. Frente a esta amenaza, uno de los entrevistadas opinó:

Lo del estallido social para mí fue un choque, volver a revivir, no tanto como allá, pero el tema de las bombas lacrimógenas, que no podía salir, para mí fue algo terrible, volví a revivir todo lo de allá dos veces, fue como bien triste (Humberto, comunicación personal, 2020).

Aquí nuevamente se observa cómo, desde la experiencia traumática del pasado, emergen discursos y representaciones para interpretar y ubicarse en el presente. Y es que, para la mayoría de los entrevistados, la percepción de que Chile era el país más estable de América Latina comienza a erosionarse para dar paso a una imagen del país austral signada por la inestabilidad política y laboral.

Ahora veo a Chile, después del estallido social, nos dimos cuenta de que Chile no era lo que pensábamos, definitivamente. Por darte un ejemplo, un mesonero en EEUU puede vivir, aquí un mesonero vive muy mal, a eso es lo que quiere decir (Jesica, comunicación personal, 2020).

El estallido social modificó las expectativas iniciales en torno a Chile, provocando que algunos entrevistados se replanteasen su proyecto de vida en el país austral, tal como se refleja en el siguiente fragmento de entrevista:

La verdad, si pudiera ya me fuera, porque aquí esto no lo veo muy bien que se diga, esto lo veo como una bomba, que explota un día de estos. Me vengo de allá de la crisis y la crisis también viene para acá. Aquí no me pienso quedar (Génesis, comunicación personal, 2020).

Sobre la posibilidad de replantarse su proyecto migratorio a largo plazo en un Chile postestallido social, uno de los entrevistados señala:

No me quiero quedar aquí en Chile toda mi vida. No es que no me gusta Chile, pero es que siento que hay cosas muy similares de lo que está sucediendo en Venezuela, por esa razón no me quiero quedar (Pedro, comunicación personal, 2020).

Entre esas “cosas similares” se encuentran las protestas sociales, la inestabilidad sociopolítica y la posibilidad de que en Chile ocurriese un proceso constituyente similar al venezolano. Sobre esta posibilidad, uno de los entrevistados opinó: “Con ganas de volver, pero desgraciadamente, estos chilenos se vuelven locos. ¡Uff!, hicieron cosas que no debieron hacer, hay que protestar, pero no destruir” (Jesús, comunicación personal, 2020).

De este modo, para la mayoría de los entrevistados, el estallido social significó, en primer lugar, traer al presente la experiencia traumática vivida en Venezuela en tiempos de Nicolás Maduro; interpretar el estallido social desde sus vivencias y, con ello, incubar el temor de que en Chile pueda gobernar a largo plazo un gobierno afín ideológicamente a Chávez y a Maduro; replantearse su proyecto de vida en el país austral ante la inminencia de un proceso constituyente, y, por último, cuestionar la idea de que Chile es el país más estable de Latinoamérica.

En Chile, la crisis sanitaria provocada por el covid-19 generó una caída en la desocupación cercana al 20% durante el trimestre junio-agosto de 2020, siendo las actividades de alojamiento y servicio de comida (50,3%) y el comercio al por mayor y por menor los sectores de la economía (26,7%) que experimentaron una caída sustancial Montt, Ordóñez, Silva y Velasco, 2020. Por lo tanto, la pandemia pudo haber profundizado la vulnerabilidad social y económica que padecen los migrantes internacionales Cabieses, Darrigrandi, Blukacz, Obach y Silva, 2021.

En relación a los efectos de la pandemia en la vida de los entrevistados, éstos se hicieron sentir en el ámbito laboral y, por consiguiente, en el envío de remesas. Sobre la pandemia y sus efectos, una de las mujeres entrevistadas señaló: “Con lo de la pandemia me limito porque no tengo empleo, pero desde que llegué acá, así sea diez mil, nunca le dejé de pasar, todo el tiempo le pasaba algo. Y para ellos cuánto no es” (Jesica, comunicación personal, 2020).

En este breve testimonio se observa que la pandemia tuvo un efecto transnacional en las redes familiares, ya que se afectaron los ingresos económicos no solo de los migrantes en Chile sino también los de sus parientes en Venezuela.

En torno a los efectos de la pandemia, uno de los entrevistados manifestó:

Con mi papá y mi mamá me comunico por videollamada; pero allí uno no puede dar cariño, abrazos que uno estaba acostumbrado a tener; le mando su dinero; con la situación de la pandemia, le tenía una tarifa fija, le mandaba sus veinte lucas a cada uno, pero con la situación que estamos viviendo aquí en Chile, algunas veces estamos buscando para completar una arepa, una harina; le bajé la cuota a veinticinco mil pesos para los dos (Jesús, comunicación personal, 2020).

Ante la pérdida de empleo, este joven migrante tuvo que recurrir a la economía informal y desafiar la cuarentena; esto explica su dificultad para satisfacer sus necesidades básicas y devela su vulnerabilidad socioeconómica. Al igual que la primera entrevistada, la pandemia sumió a estos sujetos en la precariedad socioeconómica y laboral. Con el estallido social de 2019, Chile, para los migrantes venezolanos, había dejado de ser sinónimo de estabilidad socioeconómica; ahora, con la pandemia, se reforzó esta percepción.

4. Diferentes formas de ser y pensar

Para los entrevistados, Chile es un país culturalmente diferente y estas diferencias son percibidas principalmente en el trato interpersonal y en las relaciones laborales. Con la emigración, es inevitable que los sujetos interpelen su identidad y se pregunten quiénes son y a dónde van. Hacerse preguntas sobre la identidad en el caso de los migrantes venezolanos pasa por caer en cuenta sobre la influencia caribeña en la cultura. Por lo tanto, pensarse como venezolano en Chile implica reconocer que los sujetos vienen de un país con diferente clima, idiosincrasia y costumbres. Bajo esta perspectiva, Chile es Sudamérica y Venezuela es el Caribe. Sin embargo, esta diferencia climática, cultural y geográfica no constituye una limitante para que los sujetos entrevistados hicieran sus ajustes para adaptarse e integrarse a la sociedad de acogida, tal como lo reconce uno de los entrevistados:

Muchas de las costumbres nuestran que no son las mismas que en Chile, la forma de ser de las personas no es la misma, el engranar quizás dentro de una organización también representa un cambio importante, porque son sus formas, son sus maneras de trabajar, de ver la vida, pero, bueno, hay que acostumbrarse (Felipe, comunicación personal, 2020).

El piropo en el país caribeño se asocia a una expresión verbal producida por individuos masculinos para referirse a partes del cuerpo físico de la mujer y al acto sexual. Al piropo venezolano no se le impide ni se sanciona social o jurídicamente su emisión en espacios públicos Malaver y Gonzáles, 2006;Pérez, 2005. Chile, en cambio, cuenta con la Ley N° 21153 (2019), que modifica el código penal para tipificar el delito de acoso sexual en espacios públicos. Dicho instrumento jurídico establece que actos de carácter verbal o ejecutados por medio de gestos están sancionados con multas que van de 1 a 3 UTM ($48.353 a 145.059). Frente a la amenaza de ser sancionado por acoso callejero, uno de los entrevistados tuvo que modificar su comportamiento en los siguientes términos:

Sabes que el venezolano, siempre es “amor”, “mi amorcito”, pero desde que tengo uso de razón, siempre “mi amorcito” a las damas. Entonces no se puede cambiar, porque cuando llegué había algo que uno aquí no podía tirar un piropito, porque los piropos de aquí son medio balurdo, los que dicen los chilenos. Y entonces, pero mi hija me decía: “Cuidado, papá”. “Pero, mi amor, qué puedo yo ofender”; pero me decía: “No, papá, aquí no se le puede decir piropos a las mujeres” (Jesús, comunicación personal, 2020).

Otra entrevistada establece un contraste entre el venezolano amable y educado y una contraparte chilena carente de estos atributos, a través del siguiente testimonio:

El venezolano es amable. Aquí la gente no es amable. A mí me dejan siempre con el “hola” y el “buenos días” en la boca. Yo me cansé de decirle buenos días a las vecinas. Hasta que llegué un día y dije no les voy a decir más nada (María, comunicación personal, 2020).

En los relatos de los entrevistados, emergieron códigos que tipifican a los sujetos chilenos con atributos negativos como “reservados, mal educados y faltos de empatía”. Con ello, no solo se evidencia cómo la propia cultura se convierte en un espejo para clasificar y significar al otro, sino que también revela el contraste entre dos sociedades. Por un lado, la sociedad venezolana, una sociedad que se veía a sí misma como igualitaria, donde el discurso del mestizaje construido desde la academia y el poder se había ocultado hasta la llegada de Chávez a la presidencia, las diferencias de clases y de color de piel Ávalos, 2004;Duarte, 2017. Y por otro lado, la sociedad chilena, menos igualitaria y por tanto más estratificada, tanto social como espacialmente, debido a la desigualdad económica Agostini, 2010. Esta desigualdad en el país austral antes del estallido social estaba solapada bajo un discurso basado en la noción de que todos los chilenos son clase media Castillo, Miranda y Cabib, 2013.

Además, existen diferencias entre ambos modelos de Estado: si bien ambas naciones comporten un sustrato extractivista, el Estado venezolano históricamente ha garantizado a sus ciudadanos salud y educación de forma gratuita y universal, mientras que en Chile la educación y la salud han sido reducidas a simples mercancías, debido a la aplicación de políticas de corte neoliberal Garretón, 1990; Sandel, 2013.

De este modo, estas diferencias culturales entre ambas sociedades y entre ambos Estados son utilizadas como referentes por los migrantes venezolanos para significar su experiencia en el mercado laboral chileno, caracterizado por la exposición de los trabajadores a una carga física y mental. De acuerdo con Araujo y Martuccelli (2012), el fenómeno de la desmesura laboral se manifiesta en los trabajadores como una presión constante hacia la acción, y como un empuje que incita a traspasar límites propios. Esta desmesura laboral se evidencia en el siguiente fragmento de entrevista:

Un día un jefe me dijo: “No me interesa”. Allá un jefe nunca te va a decir así y yo me puse a llorar, aquí todo lo quieren al tiro y algunas veces me he cuestionado por qué en otro país voy a aceptar esto. Yo extraño ese trato de Venezuela, estás en tu país (…) aquí el ritmo de vida es más rápido y no te deja pensar. Le dan de repente unos bajones a uno, pero uno se adapta y se acostumbra (Fiorela, comunicación personal, 2020).

La desmesura laboral en los relatos de los sujetos también se encuentra asociada al código “vivir para trabajar”. A través de este código, los entrevistados dieron significado a un conjunto de situaciones marcadas por el exceso de trabajo y el maltrato laboral:

Aquí uno trabaja como un perro, donde yo trabajaba era de domingo a domingo, los chilenos te tratan mal, algunos sí, otros no; las calles uno dice que son seguras, pero no son muy seguras, traerme a mi mamá para que trabaje aquí no me gustaría, mucho trabajo para lo poco que uno se gana, yo trabajaba en la cevichería peruana y me ganaba quinientas lucas; en arriendo, gastos comunes, luz, agua se iba casi la mitad del sueldo, lo otro era para reunir y mandarle a la familia (Pedro, comunicación personal, 2020).

Para la mayoría de los entrevistados, esta desmesura laboral les resulta extraña y conflictiva porque limita actividades sociales como la recreación y el compartir con amigos y familiares de la forma como lo hacían en Venezuela. Para ellos, Chile es un país donde solo se vive para trabajar:

Chile no me gusta, no hay amor, la gente es insípida, aquí sí hay discriminación. Chile para mí es normal, yo vengo de la abundancia, no es que me voy a quedar con la boca abierta, no hay nada que me asombre aquí. La gente anda en su mundo, no sé si es porque trabaja tanto, que no están con sus hijos, no es como uno que se crió en familia, uno trabajaba, pero también disfrutaba, aquí no te da chance (Francisca, comunicación personal, 2020).

Otro entrevistado que al momento de la entrevista contaba con más de un año en Chile se quejaba de las arduas jornadas labores en los siguientes términos:

No he conocido mucho Chile, trabajo casi todo el día (…) y yo libro únicamente los lunes, y casi todos están trabajando, es muy difícil salir a conocer a alguien, no he salido mucho a conocer sitios por aquí (Jesús, comunicación personal, 2020).

Y por supuesto que algunos entrevistados, ante el fenómeno de la desmesura laboral, se plantean si es posible continuar con su proyecto de vida en Chile a largo plazo. En torno a esta posibilidad, uno de los entrevistados reflexionó: “Aquí lo que uno hace es trabajar de día y de noche para medio subsistir. No estoy en lo mío, no me veo aquí” (Fiorela, comunicación personal, 2020).

En el 2019, el salario mínimo en Chile se ubicaba en 301 mil pesos (416 dólares) y la relación que establece la entrevistada entre salario mínimo y el costo de la ida al cine para una familia de cuatro personas sirve para ilustrar el escaso poder adquisitivo que tiene el salario mínimo en un país donde el costo de la canasta básica de alimentos se situaba en $44.518 por persona al cierre de diciembre de 2019 (Ministerio de Desarrollo Social, 2019). Si a este monto se le suman gastos de arriendo, gastos comunes y pago de servicios, se deduce que un salario mínimo, tanto para una familia chilena como para una familia migrante, resulta insuficiente para cubrir necesidades básicas como techo y comida. Sobre el alto costo de la vida en Chile, uno de los entrevistados hace la siguiente cuenta:

Hasta para ir al cine, por lo menos yo, que nosotros somos cuatro, para ir al cine yo creo que gastamos como 60 mil pesos. Esos son como 7 días de trabajo, creo que 10 mil es el sueldo diario, alguien con sueldo mínimo (Jesica, comunicación personal, 2020).

En consecuencia, la percepción inicial de que Chile era el mejor destino para emigrar dentro de América Latina queda cuestionada no solo por el estallido social del 2019 y los efectos de la pandemia, sino también a partir de las vivencias de los sujetos migrantes en el mercado laboral, las cuales se entrelazan y adquieren significado en el código “vivir para trabajar”.

5. Duelo migratorio

La crisis del modelo extractivista petrolero en Venezuela generó rupturas familiares y dispersó a sus miembros por diferentes países. De este modo, la emigración en el ámbito de la familia es representada en los relatos de los entrevistados como un evento traumático porque implicó no poder concretar un proyecto de vida, desprenderse de bienes materiales, perderse de acontecimientos familiares (muertes, nacimientos, matrimonios, bautizos) y, sobre todo, alejarse físicamente de familiares y amigos. Ello tuvo un costo emocional, tal como se evidencia en el siguiente testimonio:

Después que uno tiene su casa con esfuerzo con mis propios recursos, uno añora, porque con la desesperación uno se viene con la pura maleta y con la pura ropa, entonces uno deja todo allí (…) Allá dejamos un hijo mayor, realmente no es de mi matrimonio, pero yo también lo quiero. Uno también extraña su vida cotidiana, uno tiene amistades, gente que visita, mi sobrino que también tengo allá, de hecho, cuando me vine la esposa estaba embarazada, yo no conocí al niño y ahora va a tener otro bebé, tampoco lo voy a conocer porque nace este año, entonces son cosas que a uno le tocan el alma, pero qué vamos a hacer, es la condición que tenemos y tenemos que vivir así. Y vernos por el teléfono y por videollamadas, de hecho ayer se me murió un ahijado que vivía frente a mi casa, y esa gente la está pasando mal, su familia; es fuerte porque uno lo vio nacer, era una persona joven, cuarenta y siete años, era mi ahijado, y ya lo enterraron, anoche murió, porque no querían reunión de gente en la casa y los entierran rápido. Es triste, porque estamos con la familia pero allá atrás tenemos a más gente, los sobrinos, los nietos, nosotros tenemos dos nietos del hijo mayor, a quien le dejamos la casa (Fiorela, comunicación personal, 2020).

En el caso de los adultos mayores, emociones como la tristeza y la melancolía asociadas con el duelo migratorio1 se viven con mayor intensidad porque existe un camino de vida recorrido donde se forjaron lazos afectivos y referentes culturales duraderos.

Para la mayoría de los entrevistados, incluso para los sujetos más jóvenes, haberse separado físicamente de sus familias tuvo un alto costo emocional donde afloraron sentimientos de nostalgia vinculados al fenómeno del duelo migratorio: “extraño a mi papá, a mis amigos mi ambiente, familiares, extraño a mi compadre, que nos sentábamos fuera de mi casa a echar cuentos, tomar, escupir chimó, todo eso lo extraño” (Pedro, comunicación personal, 2020).

No obstante, las emociones que implicaron separarse de sus familias, de sus costumbres y sus referentes culturales fueron mitigadas por algunos sujetos al transformar la emigración en una experiencia positiva. Al respecto, una de las entrevistadas señaló: “El precio más alto que se paga es estar lejos de tu familia. Pero también es un aprendizaje, te causa muchos beneficios, todo lo que he aprendido desde que llegué aquí ha sido tremendo. Era necesario hacer esto” (Fiorela, comunicación personal, 2020).

Otra entrevistada tuvo que dejar a sus hijos al cuidado de su padre, pues, como ella nos relató, era la única que tenía pasaporte vigente, y ante la posibilidad de que sus hijos pasaran hambre tomó la decisión de emigrar. Su relato nos recuerda la relevancia que tienen las remesas para la satisfacción de las necesidades básicas en Venezuela, así como el trabajo que tienen que hacer los sujetos para superar el duelo migratorio:

…tuve que dejar a mis hijos, uno se separa, ellos siguen estando cómodos, con lo que tu envías están bien, hay que ser guerrero, siempre ver el lado bueno de la vida, hay cosas mejores. Mis hijos siempre los crié como preparándolos para lo que iba a suceder. Decidí salir, y a veces les digo que voy a regresar y me dicen que no me vaya porque entonces qué van a comer. Ellos ya saben diferenciar que uno no está por aquí porque me vine a pasear, ellos ya entienden la situación (Génesis, comunicación personal, 2020).

Aquí se aprecia claramente la estrategia de toda una familia para contrarrestar los efectos del duelo migratorio, ya que, por un lado, la progenitora racionaliza los beneficios y la estabilidad económica que le ha traído su familia producto de las remesas que envía desde Chile y, por otro lado, sus hijos han entendido las razones que impulsaron a su madre a migrar y los beneficios que ello conlleva. De este modo, la madre preserva a la distancia su rol de cuidadora y proveedora del sustento económico.

DISCUSIÓN

La administración de Nicolás Maduro insiste ante la comunidad internacional que la diáspora venezolana en el último lustro se corresponde con una migración económica que tuvo su origen en las sanciones internacionales contra su gobierno (La Vanguardia, 2023), omitiendo su responsabilidad política tanto en la configuración de la crisis sociopolítica que padece el país caribeño como en la vulneración de derechos sociales y económicos de su población. De este modo, el enfoque de migración forzada adoptado en esta investigación Alcalá et al., 2007;Castles, 2003;Gzesh, 2008;Penz, 2006;Richmond, 1993, tiene como finalidad consolidar una narrativa científica que permita demostrar por la vía de los hechos que la movilidad de venezolanos hacia el exterior durante el gobierno de Nicolás Maduro fue forzada, involuntaria y motivada por razones humanitarias. Otro aporte de esta investigación fue tratar de superar el enfoque dicotómico de lugar de salida y lugar de llegada como si fuesen dos realidades independientes bajo la premisa de que la experiencia de deterioro institucional y de las condiciones materiales de existencia vividas en Venezuela continúa influyendo en los proyectos migratorios de los sujetos en Chile, tal como se evidencia en los 12 testimonios de esta investigación. Con ello, además se pretende colocar en tela de juicio algunas narrativas científicas que, al igual que el discurso de Nicolás Maduro, le atribuyen a la migración venezolana un carácter exclusivamente económico García y Restrepo, 2019;Torres y Naranjo, 2019.

La migración venezolana es un acontecimiento en pleno desarrollo y este desafío conlleva la tarea de revisar, actualizar y geolocalizar constantemente el uso de las categorías conceptuales que permitan explicar cómo van cambiado las políticas migratorias, los proyectos migratorios, las trayectorias y las rutas migratorias utilizadas por los migrantes venezolanos. De esta última reflexión, se busca visibilizar que el concepto de migración forzada resulta de utilidad para explicar el flujo migratorio que ha salido de Venezuela en el último lustro, pero su rendimiento explicativo podría ser limitado para entender la movilidad venezolana que emigra de Chile a España o de Perú a Estados Unidos. Tampoco serviría para comprender la migración de retorno. De allí, que un reto para futuras investigaciones sería emplear categorías emergentes como movilidad, sinhogarismo, aporofobia o ciudadanía precaria, las cuales permitirían ampliar los límites del conocimiento científico en torno a la migración venezolana en las sociedades de acogida.

CONCLUSIONES

El concepto de migración forzada, además de ser el hilo conductor para explicar los efectos del colapso del extractivismo petrolero en la trayectoria de las personas, tanto en el contexto de salida como en el contexto de llegada, permitió evidenciar el rol que tuvo el Estado en la vulneración de derechos económicos, sociales y políticos. Los venezolanos, antes de migrar, estaban en una situación de supervivencia ante la dificultad de gestionar la vida cotidiana en un contexto social caracterizado por múltiples carencias, el colapso de los servicios públicos y el proceso de hiperinflación sin precedentes en la historia contemporánea de Venezuela. En consecuencia, la condición de vulnerabilidad social en la que se encontraban los sujetos en su país de origen posibilitó dimensionar, desde la relación agencia y estructura, cómo las decisiones políticas, la crisis económica, tuvieron y tienen un impacto significativo en los modos y trayectorias de vida de los venezolanos migrantes. De este modo, la condición de migrantes forzados, sin duda, tiene su impronta en los relatos de los entrevistados y en la configuración de los imaginarios sociales en torno a la sociedad receptora, puesto que los objetivos del proyecto migratorio en el caso de los entrevistados pasan por la satisfacción de necesidades básicas como acceso a la salud, el techo y la comida.

El colapso de sistema de salud pública en Venezuela tiene su correlato en Chile, donde el migrante tiene acceso a la atención médica y a medicamentos que no tenían en su país de origen. De acuerdo a los relatos, se produce una restitución del derecho a la salud que les había sido despojado por el Estado venezolano. Por lo tanto, en los imaginarios en torno a la sociedad de acogida, se evidencia cómo, desde su experiencia en Venezuela, los sujetos continuamente están interpelando a la sociedad chilena para configurar una narrativa que antes del estallido social del 2019 y la pandemia del covid-19 describía a Chile como el país más estable de América Latina.

Sin embargo, luego de estos acontecimientos, el discurso de Chile como un destino atractivo para la migración se fue transformando a medida que los sujetos se iban incorporando al mundo del trabajo o quedaban desempleados en plena pandemia. De esa precariedad laboral emergió otro discurso asociado al fenómeno de la desmesura laboral donde Chile es descrito como territorio hostil, donde únicamente se vive para trabajar y el salario alcanza apenas para cubrir necesidades básicas.

Esta narrativa de Chile como país hostil a la migración también se configuró a partir de la experiencia de los migrantes venezolanos durante el estallido social del 2019, la cual afloró los temores de experimentar, por un lado, las protestas sociales que tuvieron lugar en Venezuela entre 2014 y 2017 y, por otro, el miedo a que dichas protestas fueran la antesala a la instauración de un gobierno de izquierda similar al régimen de Maduro.

En este tipo de relato, una vez más, quedó en evidencia cómo los entrevistados interpelan las sociedades de acogida desde su propia experiencia en Venezuela y desde su condición de migrantes forzados. A pesar de estos temores, como se revela en las narrativas sobre duelo migratorio, ninguno de los entrevistados tenía previsto regresar a Venezuela a corto plazo, a pesar de las diferencias culturales entre ambos países. Y esto se puede explicar por el hecho de que los proyectos migratorios llevan implícito algún tipo de sacrificio.

En consecuencia, el sentimiento de duelo migratorio y la desmesura laboral son tolerados por el hecho de que en ese país de destino pueden trabajar y, con lo ganado, enviar remesas desde Chile. Por lo tanto, en las narrativas de los entrevistados, la familia juega un rol fundamental, primero, porque representa redes de apoyo en las sociedades de acogida; segundo, porque evoca emociones y sentimientos similares a la experiencia de duelo; tercero, porque en nombre de la familia se soportan largas jornadas laborales y la supuesta falta de empatía de la sociedad chilena. Dejar atrás parientes y amigos implicó que los sujetos realizaran ajustes en dos direcciones. La primera fue racionalizar su proceso migratorio como una estrategia necesaria para garantizar la supervivencia de sus familiares en Venezuela y la segunda fue asumir el proceso migratorio como una experiencia que facilita el aprendizaje y la adaptación.

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Notas

1 De acuerdo con Calvo (2005), el duelo migratorio o síndrome de Ulises hace referencia a la manera que tiene cada sujeto migrante de experimentar las pérdidas asociadas al abandono del país de origen. Este tipo de duelo abarcaría tanto a personas que emigran por motivos económicos como a personas que salen de su país de origen por motivos de subsistencia, violencia, guerra y persecución. Entre los síntomas vinculados a esta condición se encuentran: depresión, irritabilidad, migraña, insomnio y ansiedad Achotegui, 2012.

Recibido: 19 de Julio de 2023; Aprobado: 29 de Agosto de 2023

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Declaro no tener ningún conflicto de interés que haya influido en mi artículo.

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