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Temas Sociales

versión impresa ISSN 0040-2915versión On-line ISSN 2413-5720

Temas Sociales  n.48 La Paz mayo 2021

 

INVESTIGACIÓN

 

Motivaciones para la vida transfronteriza: mujeres bolivianas trabajadoras en Iquique, Chile1

 

Motivations for a life across frontiers: bolivian women working in Iquique, Chile

 

 

Miriam Roque Gutiérrez2 y Marcela Tapia Ladino3

Fecha de recepción: 10 de septiembre de 2020
Fecha de aceptación: 4 de diciembre de 2020

 

 


Resumen:

En diversas regiones se registran prácticas sociales que tienen a la frontera como recurso. Así, mujeres bolivianas cruzan para insertarse en nichos laborales domésticos y de cuidados en la ciudad de Iquique. Desde una metodología cualitativa con perspectiva de género se abordan las decisiones de migración de las mujeres, retomando para su análisis el curso de vida y la relación de pareja. Se concluye que, de acuerdo con las motivaciones, hay implicaciones emocionales en al menos dos sentidos.

Palabras claves: frontera, movilidad laboral, género, mujeres bolivianas


Abstract:

In various regions social practices are registered that use the frontier as a resource. This is the case of Bolivian women who cross over to insert themselves in niches of domestic and care work in the city of Iquique. From a qualitative methodology with a gender perspective, this article considers the women's migration decisions, recoverning for their analysis the life course and couple relationships. We conclude that, according to the motivations, there are emotional implications in at least two senses.

Keywords: border, labor mobility, gender, Bolivian women


 

 

INTRODUCCIÓN

Este estudio surgió del interés por indagar en los procesos de movilidad laboral fronteriza y la participación laboral de las mujeres bolivianas en la segunda década del siglo XXI en el norte de Chile. En este sentido, el fenómeno migratorio se instaló en Chile y lo convirtió en uno de los destinos regionales de la migración sudamericana y caribeña del último tiempo. Datos recientes señalan que los residentes extranjeros habituales se triplicaron en los últimos cinco años, alcanzando a un total de 1.251.225 personas (Instituto Nacional de Estadística, INE, Chile, y Departamento de Extranjería y Migración, DEM, 2019). Por tanto, no sólo hubo un aumento de la migración hacia Chile sino también una aceleración de los flujos, especialmente en la última década (2010 y 2017) con un crecimiento del 66,7% (INE, 2018: 24). Por otro lado, la presencia de extranjeros fronterizos bolivianos y peruanos en el norte de Chile siempre ha sido relevante y se asocia con ciclos económicos, al comercio y la atracción que ejerce el mercado laboral regional (Tapia, 2012).

En la región nortina se han venido desarrollando una serie de prácticas sociales fronterizas que dan lugar a distintas movilidades, entre ellas las laborales y comerciales (Garcés et al., 2016; Tapia, 2020; Tapia y Chacón, 2016). De ello da cuenta el aumento de los cruces por pasos fronterizos; se trata de una serie de prácticas sociales productivas y reproductivas (Morales, 2010) que tienen a la frontera como referente y que no siempre implican un proyecto migratorio, pero que pueden dar lugar al establecimiento. Respecto de los y las bolivianas que llegan a Tarapacá, es frecuente que se trate de mujeres que vienen a comerciar o a trabajar aprovechando la contigüidad fronteriza, la existencia de una Zona Franca (ZOFRI) y las opciones laborales en el ámbito de los servicios domésticos (Tapia y Ramos, 2013), de cuidado (Leiva et al., 2017) y del empleo informal (Icarte Ahumada et al., 2018).

Este trabajo tiene por objetivo identificar los motivos del cruce fronterizo de mujeres bolivianas, los contextos familiares y de pareja, su inserción en nichos laborales domésticos y de cuidados en Iquique y las emociones implicadas con dicho proceso4.

El artículo se organiza de la siguiente manera: la primera parte corresponde al estado del arte y el marco teórico en que se sustenta nuestra investigación, seguido de la descripción metodológica. Posteriormente, nuestros hallazgos y la discusión conforman el núcleo de este texto, y finalizamos con algunas conclusiones con las que sustentamos que el aporte fundamental de esta investigación es la visibilización de la movilidad femenina transfronteriza, las motivaciones y la emocionalidad que están relacionadas con tales procesos.

 

ESTADO DEL ARTE Y MARCO TEÓRICO: GÉNERO, TRAYECTORIAS Y MOVILIDAD FRONTERIZA

La incorporación de las mujeres a los estudios migratorios se registró en los años setenta y ochenta del siglo pasado. Para los años noventa, la perspectiva de género permitió explicar la invisibilización de las mujeres en la movilidad humana debido al sesgo androcéntrico de los cuerpos teóricos que habían definido al sujeto migrante como un varón (Tapia, 2011a). Así, los paradigmas y enfoques teóricos economicistas estaban basados en el estereotipo de la mujer económica "inactiva, pasiva, reducida al espacio privado del hogar, lo cual la relegaba a un plano secundario" (Sánchez y Serra, 2013: 13). Hoy los estudios migratorios son un "campo vibrante" (Hondagneu-Sotelo, 2011) que incluyen, desde la organización social del cuidado, las sexualidades, la migración infantil hasta la ciudadanía y la gobernanza de los movimientos migratorios.

Los primeros aportes comprendían las migraciones como un proceso de género, es decir, que éste organiza las migraciones y eventualmente las migraciones pueden reorganizar las relaciones de género (Boyd y Grieco, 2003), pasando por la compleja discusión sobre si la migración transforma las relaciones de género o si más bien acentúa las desigualdades que a nivel global enfrentamos las mujeres (Bastia, 2014). Recientemente se ha hecho énfasis en reconocer distintos sistemas de desigualdad social como la raza, la clase, la edad y la nacionalidad, entre otros, lo que se conoce como análisis interseccional (Goel, 2015; Herrera, 2013; Lutz et al., 2011; Viveros Vigoya, 2016). De este modo, se advierte de la necesidad de considerar el poder y la jerarquía social en la movilidad humana (Herrera, 2013). Todo ello ha enriquecido los estudios de las migraciones contemporáneas dejando en evidencia que se trata de un sitio estratégico para comprender las transformaciones sociales actuales en el marco de la globalización.

Para nuestros fines, entendemos el género como "la estructura de las relaciones sociales que se centra en la arena reproductiva y el conjunto de prácticas (gobernadas por esta estructura) que introduce las diferencias reproductivas de los cuerpos dentro de los procesos sociales" (Connell, 2002: 10). En la producción que vincula género y migración, interesa para este trabajo aquella que identifica motivaciones extraeconómicas en la movilidad, entre ellas, la violencia hacia las mujeres, entendida como:

Todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o sicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada (Organización de las Naciones Unidas, ONU, 1993).

En este sentido, tomar en cuenta las motivaciones y relaciones familiares y de pareja nos llevó a respaldarnos en la sociología de las emociones, debido a que "la experiencia migratoria suscita intensas vivencias emocionales" (Ariza, 2017: 66), las cuales consideramos importante retomar. Los estados emocionales que se reflejan a partir de la movilidad tienen que ver con el posicionamiento frente a los significados de la feminidad, con el modo en que se percibe la propia vida y cómo es percibida por los demás; en los procesos emocionales también hay diferenciales de género (Ariza, 2004; Rosas, 2010; Tapia, 2010).

Finalmente, el análisis se realizó desde la perspectiva de curso de vida5, lo cual permitió comprender cómo las situaciones y decisiones de los sujetos se encuentran influenciadas tanto por cuestiones personales como por el contexto histórico en el que se ubican. Es decir, la división social del trabajo, los cambios demográficos, las crisis políticas y económicas, entre otros, son elementos para tener en cuenta a la hora de entender cómo se organizan las migraciones y la movilidad fronteriza. A ello se suman otros sistemas de desigualdad, como la nacionalidad y la edad que propende a que mujeres extranjeras se inserten en el trabajo doméstico y de cuidados, por lo que muchas deciden partir porque saben que tendrán mayores oportunidades en ciertos nichos laborales (Gonzálvez et al., 2019).

 

METODOLOGÍA

Para esta pesquisa, empleamos herramientas de la perspectiva del curso de vida, las trayectorias, las transiciones y los puntos de inflexión o "eventos que provocan fuertes modificaciones que, a su vez, se traducen en virajes en la dirección del curso de vida" (Blanco, 2011: 13), como menciona Rivera, en los estudios de movilidad:

.. la trayectoria permite realizar un recorte analítico de la biografía, ordenar, sistematizar e interpretar la experiencia migratoria en un intervalo de tiempo, condensando las imbricaciones entre las condiciones históricas de un sujeto migrante y la experiencia migratoria de la persona (2012: 455-456).

La metodología utilizada es de tipo cualitativo, para lo cual se llevó a cabo observación participante en la Casa de Acogida del Buen Pastor de Iquique, por un periodo de tres meses. En ese tiempo participamos en las actividades del centro y se tuvieron distintas conversaciones con mujeres inmigrantes, personal de la asociación Civil que las apoya y servidores públicos en torno a la situación migratoria. Asimismo, se realizó un grupo focal y ocho entrevistas semi-estructuradas que forman parte de este texto, las cuales tienen una duración de entre 40 y 80 minutos. Los criterios de selección fueron: mujeres que se insertaron en el servicio doméstico y que tuvieran seis meses o más de haber llegado a Iquique. Las entrevistas se llevaron a cabo dentro del Proyecto Telecentro: "Construyendo redes entre Bolivia y Chile para la defensa de las mujeres migrantes bolivianas de la Ciudad de Iquique", en el año 2015.

 

HALLAZGOS

Las mujeres bolivianas que colaboraron para este estudio viajan frecuentemente a su lugar de procedencia, esto debido a la cercanía y a la disparidad de costes de vida entre ambos países. Algunas de ellas prefieren entrar y salir bajo el Acuerdo de Turismo del Mercado Común del Sur (Mercosur)6, con el cual únicamente requieren su cédula de identidad para permanecer 90 días en Chile, si bien el Acuerdo sobre Residencia para los Nacionales de los Estados Parte del Mercosur, Bolivia y Chile de 20097, permite acceder a una visa de residente temporaria. Sin embargo, y como veremos más adelante, esto significa costes demasiado altos para las entrevistadas, ya que son las principales proveedoras de alimentación y educación de sus hijos, por lo que prefieren no pagar ese costo y permanecer como trabajadoras que van y vienen.

De acuerdo con datos recabados en las entrevistas realizadas, siete de nuestras informantes cruzaron por el paso fronterizo de Colchane8 que une la ciudad de Oruro con la de Iquique a través de la ruta A-16 del lado chileno y carretera 12 del lado boliviano. En dicho tramo, el trayecto es cubierto por empresas chilenas y bolivianas, y el tiempo del viaje puede tardar ocho horas, incluido el paso por la frontera. De entre las participantes de nuestras entrevistas y grupo focal, sólo una mujer llegó a Iquique por el paso fronterizo Tambo Quemado, ubicado a más de 300 km de Iquique y 400 km más para llegar a La Paz.

Del cruce fronterizo a las decisiones a futuro

Las mujeres entrevistadas provenían de los departamentos bolivianos de La Paz, Potosí, Cochabamba, Santa Cruz y Chuquisaca. Como se puede observar a continuación, en el cuadro 1, tres de las entrevistadas no contaban con experiencia migratoria alguna, mientras que otras tres ya habían ido a laborar a Argentina o Brasil después de su migración interna. Tales destinos migratorios coinciden con lo que nos ha presentado la literatura sobre movilidad transfronteriza (Guaygua Choqueguaita et al., 2010; Hinojosa, 2009; Ranincheski y Georg Uebel, 2014). Dichas trayectorias suponen que se cuenta con alta actividad migratoria, es decir, que poseen un saber migrar o una experiencia acumulada en el tiempo (Baby-Collin etal., 2008). Asimismo, podemos notar que cuatro de estas mujeres contaban con educación técnica o superior, mientras que las otras cuatro sólo cursaron la educación básica. Antes de llegar a Iquique, sólo dos de ellas habían laborado en el servicio doméstico; sin embargo, todas se insertaron en este sector laboral una vez que llegaron a la ciudad, y siete lo hicieron en la modalidad puertas adentro, es decir, viviendo en la casa de los empleadores.

Para lograr nuestro objetivo, organizamos los motivos que originaron la partida hacia Chile tomando como eje las relaciones familiares y de pareja que se mantenían antes de salir de Bolivia. Como primer punto encontramos la necesidad de ampliar el concepto de familia y no únicamente verla desde su perspectiva nuclear eurocéntrica (Bastia, 2014: 2), pues las relaciones familiares de las entrevistadas eran variadas. Una de ellas vivía con su pareja e hijos, otra estaba divorciada compartiendo la misma casa, dos llevaban tiempo distantes de sus parejas; pero mantenían vínculos, incluso violentos. También había mujeres viudas y otras que aún eran solteras; sin embargo, no todas se encontraban viviendo bajo el mismo techo que sus consanguíneos. Ciertas trayectorias migratorias muestran que la decisión de viajar a Chile para trabajar tiene relación directa con recientes transiciones en las trayectorias de pareja, mientras que otras no. Sin embargo, al considerarla expectativa del viaje notamos que ésta se relaciona con los cambios en las trayectorias familiares y de pareja, así como con la etapa del curso de vida en el que se encuentran las mujeres y sus familiares al tomar su decisión.

Es relevante señalar que hay factores espaciales y culturales a considerar al articular las trayectorias de movilidad. En este sentido, los mandatos de género juegan un papel imprescindible, como también los principios comunitarios e incluso la situación económica. Ante esto, pudimos rescatar que fueron las mujeres con hijos dependientes quienes tuvieron mayores dificultades, lo cual tiene implicaciones al considerar la decisión de partir (Tapia, 2011b). De esta manera, el que hayan tenido hijos o no al momento de proyectar la movilidad, el tipo de relación que se mantenía con la pareja y el soporte económico familiar fueron situaciones que incidieron en el inicio de una vida transfronteriza. A su vez, identificamos que los sentimientos y emociones sobre la decisión se vinculan con el momento del curso de vida en el que se encuentran; es decir, el timing o tiempo de exposición al riesgo es fundamental. Ello porque las mujeres toman distintas posturas sobre su responsabilidad maternal de acuerdo con las edades de sus hijos; es decir, la distribución de poder también depende del ciclo vital por el que está transitando la familia, por lo que no todos sus miembros actúan en igualdad de condiciones (Hinojosa, 2009).

Así, se identificaron tres tipologías de los motivos de la movilidad vinculados a las relaciones familiares y de pareja, que ayudaron a encontrar similitudes y diferencias en los factores que intervinieron para que las entrevistadas tomaran la decisión de salir de su país. La tipología es considerada como "explícitos conjuntos comparativos, cuyo material empírico está dividido en dos, tres o más tipos ideales" (Heyman, 2012: 421), a la vez que facilita el análisis y la presentación de los datos.

Viajar para ser independiente. Motivos de partida de mujeres mayores y mujeres solteras

Esta clasificación corresponde a las mujeres que no mantienen relación de pareja alguna, sin hijos o con hijos adultos, es decir, el no haber iniciado una trayectoria de maternidad o haber transitado de ser madres cuidadoras a ser abuelas influyó en la decisión de partir, así como las expectativas de la movilidad. Como determinantes de la decisión de ir a Chile se han identificado la necesidad de alcanzar metas personales, el surgimiento de sentimientos negativos por su envejecimiento, y la búsqueda de independencia.

La etapa del curso de vida de los hijos es sustancial, pues el que su trayectoria reproductiva aún no comience o haya finalizado les otorga mayor libertad de movilidad o menores sujeciones. En el caso de mujeres mayores resulta más factible proyectar la movilidad desde el ámbito personal con autonomía, es decir, con mayor control de su propia vida, libertad de movimiento, mayor poder de decisión para establecer relaciones de poder más equitativas (Fernández de la Reguera, 2014). De manera similar ocurre con las mujeres solteras que migran (Pérez et al., 2008). Así tenemos que la soltería, la viudez y la menopausia incidieron en la toma de decisión de salir de su país (Sánchez y Serra, 2013), percibiendo la movilidad como una decisión individual y como un objetivo personal:

Decidí nomás, hace tiempo quería venirme, no aquí, quería irme lejos pero no sabía a dónde. Quería irme a Brasil porque tengo mis primos, en Argentina tengo mis sobrinos están allá. O sea que mi maleta tenía hace tres meses antes de que yo viniera, y nadie me creía que me iba a ir, decía, "algún día me voy a ir, no sé dónde, pero me voy a ir" (mujer, 56 años, La Paz).

En el relato anterior, la entrevistada había concluido la crianza de sus hijos, de modo que esta etapa de su vida y la imposibilidad de seguir comercializando hoja de coca intervinieron en su decisión de partir de Bolivia. Se identifica una relación directa con el inicio de la trayectoria de maternidad de su hija, lo que ella define: "decepción... de mis hijos, porque me han hecho renegar. Mi hija estudiaba, le faltaba, por eso reniego que, si ella estaba estudiando, haber dejado el estudio, yo quería que salga bien" (mujer, 56 años, La Paz).

Así, en estos casos, la decisión no está relacionada con transiciones inmediatas en la trayectoria de pareja, ya que incluso la viudez comenzó diez años antes, como sucedió con una de las entrevistadas cuando asumió la responsabilidad económica del hogar. Al igual, para las mujeres más jóvenes, su partida no implicó cambios de roles en su vida familiar o de pareja:

Sí, me casé, pero tengo soltera, o casada también. Me casé, pero (el esposo) ha fallecido... diez años, ya once años va a ser (mujer, 56 años, La Paz).

Yo allá estaba con mis padres, estudié en el colegio y luego me alejé de mi familia. Allá, Oruro se llama un pueblito, y ahí vine a estudiar, y así poco a poco me alejé de mi familia, y ahora ya estoy aquí más lejos [sic] (mujer, 24 años, Oruro, extracto de grupo focal).

Como podemos ver, no es la separación o pérdida de las parejas lo que motiva directamente la movilidad, pues ésta se había producido varios años atrás. Por el contrario, identificamos cierta libertad de movilidad relacionada con las trayectorias familiares; la autosuficiencia de los hijos conlleva a un proyecto más personal. Así, también percibimos cierta búsqueda o mantenimiento de independencia económica:

Yo terminé hasta cinco años, y tenía que entregar tesis este año, y lo que quería hacer era internarme, eso quería hacer, pero me salió el alquiler cada mes 300, y de dónde voy a sacar. Si hubiera entrado a un instituto era de ocho y la salida seis de la tarde, y no tenía tiempo, y no tenía dinero, eso por eso he venido y con eso al año regresar (mujer, 24 años, Oruro, extracto de grupo focal).

Juntar plata para hacer un negocio... mi sueño es tener un negocio, hacer mi negocio (mujer, 23 años, Potosí).

He venido a hacer negocio, pero me he encontrado con unos señores que, muy buenos y me han convencido, me han dicho que así y me he quedado, y como me ha ido bien (mujer, 56 años, La Paz).

En el primer caso, la entrevistada llegó a Iquique con el objetivo de ahorrar para obtener su título profesional, por lo que la movilidad fronteriza se entrecruza con su trayectoria estudiantil. Mientras la segunda entrevistada aportaba recursos económicos al hogar, mantenía una cuenta bancaria personal con el objetivo de iniciar un negocio propio, pues sus padres ya cuentan con uno; por tanto, es parte de su trayectoria de emprendimiento.

"Si me voy es por mis hijos". Motivaciones económicas y familiares para la movilidad

En esta segunda clasificación las determinantes fueron asumir la principal responsabilidad económica del hogar por ausencia de la pareja y tener hijos menores de edad dependientes; es decir, la trayectoria de movilidad se relaciona directamente con la trayectoria de pareja y con las trayectorias educativas y de cuidado de los hijos. Estas mujeres enfrentaron una transición al convertirse en las principales y únicas proveedoras económicas del hogar, ya sea por fallecimiento o separación de la pareja, por lo que la decisión de buscar empleo al otro lado de la frontera tiene por objetivo obtener mejores ingresos para la familia:

Porque mi situación económica ya estaba mala, porque yo tenía que, digamos, solventar los gastos de mis hijos yo sola, y el sueldo de una mujer siempre es bajo, no me alcanzaba, ésos fueron los motivos que me hicieron venir (mujer, 42 años, Cochabamba).

Por la recomendación y más que todo por mi hija. Yo tenía esa meta de que fuera profesional y no quería que estuviera como yo, recibiendo humillaciones en un país que no conoce (mujer, 45 años, La Paz).

La mujer del primer relato se reincorporó al mercado laboral cuando enviudó, pues interrumpió su trayectoria laboral mientras estuvo casada; es decir, su pareja mantuvo el rol de proveedor económico mientras vivieron juntos. Por otro lado, para la segunda entrevistada la separación de pareja fue un punto de inflexión que se cruzó con una crisis laboral, debido a la situación económica de Bolivia. En ambos casos, la movilidad fronteriza por motivos laborales indica la dificultad que viven las mujeres bolivianas antes de partir, tanto en la familia como en el mercado laboral. En este sentido, la baja responsabilidad paterna es una expresión de la violencia económica y un incentivo para buscar opciones transfronterizas (Ariza, 2000; Bodoque y Soronellas, 2010; Torres, 2014). De esta manera, encontramos un vínculo entre la macroestructura y la microestructura, pues mientras las oportunidades en el país se reducen, en el ámbito familiar las mujeres deben asumir el bienestar económico y los cuidados del hogar en soledad.

Así, en los hogares monoparentales la ausencia de las madres requiere de una estrategia dentro del mismo; por ejemplo, ceder gran parte de la responsabilidad hacia los hijos e hijas mayores es una de ellas (Leiva, 2017). Es decir, es una decisión poco sencilla que implica a toda la familia:

O sea, muy difícil para mí para salir a trabajar así, estuve ahí hasta cuando tuvo un año siete meses mi hija, la cuidé a ella trabajando, buscando la manera cómo salir adelante. Y luego, ya cuando tenía esa edad, yo tomé la decisión de venirme acá (mujer, 42 años, Cochabamba).

Yo un año que lo había pensado, que cómo voy a abandonar a mis guaguas, no, mejor no... Lo pienso mejor y ya, pero al momento cuando he tomado la decisión de emprender ese viaje, ha sido lo peor que puede pasar para una mamá, desligarse, desprenderse del seno materno hacia los hijos, ha sido lo peor (mujer, 45 años, La Paz).

Encontramos así que la movilidad femenina se sostiene por la participación de otras mujeres (Arriagada y Moreno, 2011; Hochschild, 2001; Leiva, 2017), ya que "los vínculos de gestión del afecto y del cuidado necesariamente se ven alterados por la experiencia migratoria" (Parella, 2012). Hay disparidad en los acuerdos que se han generado con otros integrantes de la familia y de la familia extensa para poder emprender el viaje, ya que las responsabilidades del cuidado personal9 y las labores domésticas se transfirieron a las mujeres y otros familiares que se encuentran fuera de la etapa productiva y reproductiva, como es el caso de hijos y adultos mayores:

Tengo un hijo que vive con mi papá, también estoy separada, digamos que vine aquí para ahorrar un poco más (...) mi mamá falleció, y mi hijo se queda con mi papá. Mi papá me lo cuida y mis hermanos también que están ahí con él, pero más se queda con mi papá (mujer, 48 años, La Paz).

Así, estas mujeres que salieron de su país en búsqueda de mejores salarios para asegurar la subsistencia de sus hogares provienen de familias humildes; es decir, estas movilidades se relacionan con la falta de recursos económicos o con la necesidad de complementarlos. De hecho, en un estudio realizado por el Gobierno Autónomo Municipal de La Paz (Arroyo, 2009) se afirma que los recursos obtenidos por las remesas internacionales pueden suponer la salida de la pobreza para muchas familias.

“También aquí he venido a olvidar". Alejarse para sobrevivir

Este tipo se caracteriza por la violencia de género y de pareja, donde la movilidad se interpreta como una oportunidad para modificar las condiciones de subordinación (Arias, 2013) o para poner fin a una relación basada en la violencia de una manera legitimada (Tapia, 2011b). La decisión de migrar se relaciona con un punto de inflexión en la trayectoria familiar y de pareja. En este sentido, se identificó que la trayectoria de movilidad se cruza con la trayectoria de violencia y la necesidad de tomar distancia. De acuerdo con la trayectoria familiar estas mujeres eran las principales proveedoras del hogar por omisión de la pareja, expresión de la violencia económica que comprende la disposición y manejo de los recursos materiales, así como la privación de los medios para satisfacer las necesidades básicas de las personas (Asakura, 2016: 204), en este caso los hijos. Al igual, sucede por problemas físicos que limitan la empleabilidad de las parejas:

Sí, y toda la vida me ha dicho que él [el padre de sus hijos] no puede trabajar porque está enfermo, porque le duele todo (mujer, 55 años, Sucre).

Es que él [esposo] se ha accidentado, trabajaba en mecánico, le chocaron con el auto, ya son cuatro años que no trabaja él porque estaba con muletas, fuerte que se había lastimado (mujer, 45 años, La Paz).

Asimismo, dichas omisiones forman parte de la violencia familiar:

Es que ya era el colmo que todas las veces llegaba a querer pegarme o a mis hijas; sí, a mi hija mayor le quiso tirar una tabla, a lograrla al cuerpo, pero ella, no por malcriada eso sí, fue por defenderme a mí, me defendió, y le dijo "¡fuera de aquí entonces!, váyase con su chola si está mejor allá, no venga a joder aquí a mi madre" (mujer, 39 años, Santa Cruz, extracto de grupo focal).

Porque a mí me pasó eso igual en mi casa, que nosotros estábamos durmiendo, con mis hijos, yo con mi hija y mi hijo aparte, ¿no?, y él ha venido borracho y me tiró un vidrio así, en nuestras cabezas... y yo me he enojado y mi hija había llamado al 110 [número telefónico de emergencias] y ha venido el 110 y nos ha llevado a los dos, y a él le han tomado datos y le han puesto como antecedente feminicidio (mujer, 46 años, La Paz, extracto de grupo focal).

En la trayectoria de pareja se observa que la dificultad para enfrentar estos acontecimientos, así como el sentido de responsabilidad sobre el cuidado de los hijos, de alguna manera se relacionan con los mandatos de género:

Mis hijos dicen que sí [se hace], lo que él dice. O sea, seguimos viviendo en la casa, pero ya estoy separada, pero él no, es que, no sé, la sociedad es muy machista, el mismo sistema (mujer, 45 años, La Paz).

Yo de una parte también aquí he venido a olvidar, a trabajar, más que nada trabajar para mis hijitos... Eso nomás, esito me ha hecho llorar mi esposo que no me ha contado la verdad. Un año estaba enojada con él, pero ya se me pasó dije por los niños ya, lo estoy olvidando por los niños (mujer, 45 años, La Paz).

De repente he tenido problemas, yo como te digo, no he vivido con mi marido mucho tiempo, y me he separado. Allá en Santa Cruz yo he tenido un tipo que me he enamorado yo de él, y han salido las cosas mal, pero como a manera de escaparme (mujer, 55 años, Sucre).

En cuanto a la división sexual del trabajo dentro del hogar, si bien ha surgido un cambio en el abastecimiento de recursos económicos hacia los hijos, la responsabilidad de las mujeres sobre las actividades domésticas y de cuidado no se ven alteradas: "Para venirme yo he dejado la casa limpia, brillando, entonces les aguantará dos meses yo creo... lo pesado ya está hecho, ellos sólo tienen que llegar, cocinarse y ya" (mujer, 45 años, La Paz).

En este contexto, las mujeres aprovechan los recursos que les ofrecen ambos lados de la frontera y la movilidad por motivos laborales para dejar atrás relaciones que no son satisfactorias o para escapar de la violencia de sus parejas; son, pues, motivos extraeconómicos de la migración.

Implicaciones emocionales de la movilidad

Comprendemos las emociones como constructos de la subjetividad contextualizadas, con significados simbólicos (Hochschild, 2011). En este sentido, las mujeres que llegaron por motivos económicos sienten culpa y observan que los niños perdían la confianza y crean sentimientos de abandono (Parella, 2012), es decir, el distanciamiento se vive de manera negativa, generando culpabilidad y frustración (Arriagada y Moreno, 2011). Esto forma parte de una estructura más amplia del género en la que generalmente los hombres no asumen los cuidados dentro del hogar y se le designa a las mujeres (Pérez et al., 2008). No obstante, la distancia también origina sentimientos positivos, como la tranquilidad por separarse del ámbito doméstico, el sentimiento de utilidad por aportar económicamente a la familia y ser más valorada por ésta. Tal es el caso de mujeres con hijos adultos, quienes ven en la lejanía una oportunidad para reafirmar también su propia independencia y continuar con su proyecto de vida personal, con lo que reafirmamos que las etapas del curso de vida forman parte de la emocionalidad. De alguna manera, como menciona Gonzálvez (2016), la vida a la distancia y las decisiones de mantenerse lejos cuestionan también "el núcleo biologicista de lo que se entiende por familia" (Gonzálvez, 2016: 8).

Con el objetivo de ahondar más al respecto, presentamos un cuadro comparativo de los sentimientos generados por el distanciamiento con la familia, para posteriormente analizar cómo estas emociones impactan la vida de las entrevistadas y la movilidad fronteriza (cuadro 2).

Como se muestra en el cuadro, el distanciamiento tiene implicaciones emocionales diversas de acuerdo con las trayectorias familiares de cada una de las participantes del estudio, pues mientras las mujeres con hijos mayores perciben que éstos las valoran y admiran más con la lejanía, las mujeres con hijos pequeños advierten carencia de cuidado y afectos. Como mencionamos, los sentimientos de las mujeres se relacionan con otras trayectorias de vida, en estos casos, las de sus hijos. Ante este panorama, es importante recalcar que estas percepciones familiares se originan cuando estas mujeres viajan solas, y es probable que sean distintas a cuando lo hacen acompañadas de sus parejas (Ataide, 2019).

Por otro lado, el tiempo también es un elemento que interviene en los procesos emocionales, ya que la cercanía de ambos lugares y la circularidad son dos variables por las que el distanciamiento familiar no es radical, sino que se genera una forma de vivir y sentir el mismo espacio fronterizo. La cercanía entre Iquique y las ciudades bolivianas, así como el costo y la alta disponibilidad para realizar el viaje en autobús favorecen las visitas frecuentes. De hecho, acuden cuando se presenta alguna situación extraordinaria en el hogar, y sus familiares saben que máximo cada noventa días se encontrarán con ellas. Para el caso, el hecho de realizar los cuidados del hogar de una manera intermitente sugiere también una negociación consigo mismas sobre lo que consideran que es su deber y lo que los demás esperan de ellas.

Es fundamental retomar dichos sentimientos creados dentro de esta movilidad circular, ya que, si bien hemos señalado el vínculo sentimental que se mantiene hacia los hijos —de acuerdo con las etapas del curso de vida y de la trayectoria reproductiva de las mujeres— es diferente con las parejas. La permanencia dentro del mercado laboral chileno es vivida como una alternativa tanto para olvidar los problemas como para alejarse de la relación de subordinación que se tenía con la pareja o expareja:

También mi marido ya me habla bien y todo, quiere que me vaya. La verdad que no quiero volver con mi marido, pero, no sé qué puedo hacer (...) claro, se ve enfermo, se ve ya viejo, ¿dónde va a ir?, piensa que yo me voy a quedar con él también, y yo la verdad yo ya no quisiera quedarme con él tampoco (mujer, 55 años, Sucre).

Es importante reconocer la autonomía que obtienen estas mujeres a partir de su alejamiento. Así, podemos afirmar que la movilidad ha originado cambios en las relaciones de poder dentro de la pareja, por lo que ahora las propias mujeres significan su experiencia y a ellas mismas de manera positiva:

Yo antes como mujer era muy sumisa, o sea qué iba a alzar la voz, no podía alzar la voz, porque el hombre era muy machista, en cambio desde que yo me he venido acá a trabajar y llevo dinero a mi casa para mis hijos, ya puedo alzar la voz, yo ordeno algunas cosas, que antes no ordenaba. El hombre ordenaba, hasta ahora ¿no?, pero yo siempre ya con lo que vengo a trabajar acá, me siento, ¿cómo te puedo decir?, llevo dinero a la casa, más profesional, aquí valoran mi trabajo, en mi país no valoran (mujer, 45 años, La Paz).

A pesar de que esta relación fue oficialmente disuelta, se mantiene el vínculo de pareja mediante los hijos; el relato anterior nos muestra que a partir de su venida a Chile esta entrevistada ha logrado afrontar mejor su situación. Sin embargo, ella menciona que no emigra de manera definitiva porque su responsabilidad como madre se lo impide, por lo tanto, la movilidad fronteriza laboral le permite alcanzar sus objetivos y no alejarse mucho tiempo de sus hijos. Así, la circularidad migratoria propicia que, por un lado, no se dé un distanciamiento definitivo con los hijos, pero por otro lado se convierte en una estrategia ante la violencia de género.

 

DISCUSIÓN

Para los casos estudiados, la movilidad laboral transfronteriza supone el distanciamiento de contextos violentos para algunas de estas mujeres, pues en las trayectorias se identificó violencia económica y patrimonial. Entre ellos, el intento de despojo de las propiedades familiares e irresponsabilidad económica de los padres respecto a los hijos. También se identificó violencia psicológica como amenazas, y física, como golpes. No pretendemos decir que el cruce de la frontera significó el fin de la dominación patriarcal (Osborne, 2009); pero sí identificamos la salida del país como un punto de inflexión que generó mayor autonomía y cambios de autopercepción, lo que fue modificando el posicionamiento de las entrevistadas en sus relaciones de pareja. De manera similar sucedió con las mujeres que tomaron su decisión desde una postura más individual. En este sentido es posible afirmar que la movilidad y las emociones que la implican son distintas de acuerdo con la historia familiar, aunque se mantienen dentro de un orden de género (Connell, 1987, 2002).

Otro elemento que distinguimos en el análisis es de nivel estructural, referido a los mercados de trabajo transfronterizos, los cuales se organizan a partir de desigualdades múltiples. Entre ellas identificamos el género, la etnia, la raza, la clase y la edad. De acuerdo con los relatos, las desigualdades se expresan en el acceso al nicho laboral doméstico y de cuidados. Aunque se distinguen diferencias entre las informantes de acuerdo con el nivel de educación, edad y trayectorias, una vez llegadas a Chile todas ellas se insertaron en el trabajo doméstico y de cuidados (Leiva, Mansilla y Comelin, 2017).

A pesar de las dificultades a las que se enfrentan las entrevistadas, especialmente respecto de la violencia física y psicológica, así como las desventajas laborales, la movilidad transfronteriza se constituye en una oportunidad. La posibilidad de salir de un contexto de violencia y de acceder a recursos económicos que no consiguen en su país da cuenta de la agencia de las mujeres al decidir cruzar la frontera. La migración y la movilidad transfronteriza son opciones a las que acuden las mujeres bolivianas para mejorar la calidad de vida de sus familias e hijos, aunque implica un desgaste y una carga emocional difícil.

 

CONCLUSIONES

Como hemos observado, consideramos un panorama diverso entre mujeres bolivianas que realizan movilidad laboral a Iquique, en los que factores como la edad y el ciclo de vida familiar inciden de maneras distintas; pero que nos permitieron establecer una tipología de los motivos de movilidad. En este estudio se consideraron los factores que llevaron a las mujeres a iniciar una vida binacional, cómo viven las entrevistadas sus relaciones familiares y de pareja, y cuáles son las emociones que se generan en torno a su situación. En este hecho, encontramos mujeres adultas que decidieron iniciar una movilidad laboral fronteriza con la finalidad de alejarse del lugar de origen porque se quedaron solas, por las pocas oportunidades laborales y por alcanzar su proyecto a futuro. La posibilidad de aportar más recursos a sus familias aumenta la valoración hacia ellas, principalmente por un sentimiento de "utilidad" que habían perdido al finalizar su vida reproductiva. Al mismo tiempo, al distanciarse experimentan revaloración por parte de sus familiares.

Los factores que motivan la movilidad laboral fronteriza son la cercanía y la posibilidad de retornar con frecuencia. Al igual que para las mujeres mayores, para las jóvenes que aún no se han casado ni son madres el proyecto de vida personal es lo que las lleva a iniciar la movilidad fronteriza, ya sea para cumplir sus objetivos con respecto a sus estudios o de inversión. En otro sentido, observamos que las transiciones en las trayectorias familiares, como el divorcio y la viudez, identifican al segundo tipo de movilidad, característica de las mujeres que son principales proveedoras del hogar. Aunque ellas siempre aportaron recursos a sus familias, usualmente eran escasos y esporádicos, debido a que estaban insertas en el mercado laboral informal. En este contexto, la movilidad laboral fronteriza se proyecta como la mejor alternativa económica, condición no muy distinta de otras mujeres migrantes latinoamericanas. Para estas mujeres, el comenzar una vida transfronteriza, es decir, el ir y venir, es paradójico, debido al sentimiento de culpa por dejar a los hijos —cuando los hay—; pero al mismo tiempo una satisfacción de logro por aportar recursos valiosos que difícilmente lograrían en su país. En este sentido, el diferencial ganancial que producen las fronteras se traduce en un salario mayor, por lo que ellas mismas aprecian que su situación será mejor en Chile una vez que logren estar cerca de sus hijos.

Finalmente, consideramos que a lo largo de este estudio logramos identificar cómo la movilidad fronteriza tiene implicaciones en las emociones de las mujeres, los recursos que ofrece la vida binacional que han adoptado no sólo se traducen en economía y trabajo, sino también en cuidados y afectos. Resaltamos la importancia que tienen las negociaciones familiares y personales que surgen a partir de la cercanía y la frecuencia con que se realizan las visitas al hogar, circunstancias que son posibles por la cercanía de ambos países. En este sentido, consideramos que este estudio evidencia la necesidad de crear categorías desde las fronteras para el estudio de la movilidad, pues aquí las dinámicas personales y familiares se encuentran atravesadas por las fronteras en su cotidianidad.

 

Notas

1 Este artículo es resultado de la estancia de investigación de la alumna de la Maestría en Estudios Latinoamericanos, Miriam Roque Gutiérrez, con el apoyo de la beca PNPC CONACYT, en el Instituto de Estudios Internacionales INTE de la Universidad Arturo Prat en el periodo septiembre-diciembre de 2015. La tesis llevó por título "Transitando la frontera: aspectos de género en la migración de mujeres bolivianas hacia la ciudad de Iquique, Chile" y fue realizada en co-tutela por la Dra. Marcela Tapia Ladino, directora del INTE. Declaramos no tener algún conflicto de intereses que haya influido en nuestro artículo.

2 © Doctora en Estudios Críticos de Género por la Universidad Iberoamericana, Ciudad de México. E-mail: miriam.roque@correo.uia.mx. orcid: https://orcid.org/0000-0002-4752-072X

3  Instituto de Estudios Internacionales INTE, Universidad Arturo Prat, Iquique, Chile. E-mail: marcelatapial@gmail.com, orcid: https://orcid.org/0000-0002-2846-710X

4 El planteamiento original de este trabajo formó parte de los objetivos que guiaron la tesis de maestría titulada "Transitando la frontera: aspectos del género en la migración de mujeres bolivianas hacia la ciudad de Iquique, Chile"; la cual se realizó dentro del Posgrado en Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de México en el periodo 2014-2017. Al igual, se realizó una estancia de investigación en el Instituto de Estudios Internacionales (INTE) de la Universidad Arturo Prat de Iquique, durante el periodo septiembre-diciembre de 2015.

5 La propuesta teórico-metodológica del curso de vida es una propuesta interdisciplinaria para la investigación longitudinal, que surge con el deseo de comprender los caminos sociales, sus efectos en el desarrollo y su relación entre condiciones personales y las histórico-sociales (Elder et al., 2003).

6 En el año 2008 se aprobó el "Acuerdo sobre documentos de Viaje de los Estados Parte del Mercosur, y Estados Asociados", por el que se reconoce la validez de algunos documentos de identidad como hábiles para el tránsito de nacionales y/o residentes regulares. Según el segundo acuerdo aprobado en 2014, los ciudadanos bolivianos sólo requieren presentar su cédula de identidad o pasaporte para ingresar a cualquiera de los países miembros, al igual que los ciudadanos chilenos que así lo deseen (Mercosur, 2014).

7  Según cifras de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), el 65% de las visas emitidas por el Estado chileno bajo el acuerdo de residencia del Mercosur en 2016 se otorgó a ciudadanos bolivianos. De igual manera, esta base de datos indica que durante los años 2013 y 2014 se emitieron más visas temporarias de esta modalidad, y en el año 2015 mayores visas permanentes. Sin embargo, a partir del año 2016 hubo un declive en las emisiones (OIM, 2018).

8 Este paso fronterizo se localiza en la comuna de Colchane, que pertenece a la provincia El Tamarugal y se encuentra a 262 kilómetros de la ciudad de Iquique. Su nombre es de origen aymara y significa "existencia de qullcha", que es un tipo de pastura de la región altiplánica.

9 Herrera (2012) retoma el concepto de reproducción social avanzada, la cual entiende como "la transformación de los procesos sociales y los mecanismos, instituciones y prácticas necesarias para el sustento de las comunidades", lo que implica el cuidado (Herrera, 2012: 142). Por su parte, Acosta identifica el concepto de cuidado como polisémico y multidimensional, ya que tiene diversas definiciones en cada contexto social; sin embargo, "el cuidado implica siempre una interacción entre sujetos y, aunque también incluye aspectos del cuidado material (lavar, trasladar, alimentar, vestir, etc.), se caracteriza por incorporar tareas de formación y socialización (especialmente en el caso del cuidado infantil)" (Acosta, 2012). De esta manera, se distingue que, al retomar la vertiente social y comunitaria, el cuidado no sólo se refiere al cuidado personal que se realiza principalmente dentro del hogar, sino también al cuidado como parte importante del desarrollo social de los individuos.

 

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