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Temas Sociales

versión impresa ISSN 0040-2915versión On-line ISSN 2413-5720

Temas Sociales  no.44 La Paz mayo 2019

 

INVESTIGACIÓN

 

Representaciones sobre excelencia en docentes de escuelas Bolivarianas1

 

Representations of excellence among teachers in Bolivarian
(Venezuelan) schools

 

 

Douglas A. Izarra Vielma2
2 Doctor en educación, profesor de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, San Cristóbal (Venezuela).
Línea de investigación: formación e identidad docente. E-mail daiv@ciegc.org.ve
Fecha de recepción: 21 de enero de 2019       Fechas de acetación: 8 de marzo de 2019

 

 


Resumen

El estudio se ubica dentro de la ética profesional, particularmente en el contexto de las éticas aplicadas. Su objetivo fue identificar en docentes de aula de escuelas bolivarianas (Venezuela) las representaciones que tienen acerca de la excelencia docente. Se realizó una investigación cualitativa. El resultado evidencia que la excelencia se concibe desde (a) un plano ontológico que incluye vocación, perfil y afectividad; (b) visión normativa y (c) reconocimiento social. En cada una de estas representaciones subyacen valores que configuran la ética profesional de los profesores.

Palabras clave: excelencia, docentes, ética profesional


Abstract

this study is in the arca of professional ethics, particularly in the context of applied ethics. It aimed to identify the representations that classroom teachers in Bolivarian (Venezuelan) schools have concerning excellence in teaching. Thc rescarch was qualitative. Thc outcome was that excellence is conecived on (a) an ontological level which ineludes vocation, profile and affectivity; (b) normative vision and (c) social recognition. Each of these representations is underlaid by values which configure thc teachers' professional ethics.

Keywords: excellence, teachers, professional ethics


 

 

INTRODUCCIÓN

La ética aplicada al estudio de las profesiones permite la identificación y el análisis de los atributos o cualidades que deben poseer las personas que se dedican al ejercicio de una determinada profesión. Tal cuestión se puede hacer desde una perspectiva general a partir de un conjunto de virtudes o valores señalando sus implicaciones para el ejercicio profesional o bien desde un plano personal al describir las características que los propios individuos reconocen como necesarias y/o deseables para desarrollar su trabajo, prestar un buen servicio y ser socialmente reconocidos. En este trabajo, se intenta hacer una aproximación a la ética profesional de los profesores desde el pensamiento de los mismos docentes de las escuelas bolivarianas de un sector del estado Táchira (Venezuela) a través del concepto de excelencia.

Resulta obvio que la docencia como actividad cumple las condiciones que Cortina (2006) señala como indispensables para ser considerada profesión: es una actividad humana que se ejerce de forma estable, autónoma y responsable para favorecer a la sociedad (principio de beneficencia). Según Hortal (2002), para el ejercicio de una profesión, es indispensable tomar en cuenta los valores inherentes a la propia actividad, idea ratificada por Day (2006), quien señala que los docentes deben trascender lo meramente técnico y guiar su acción en función de fines morales. Lo expuesto evidencia la necesidad de acercarse a las ideas que tienen los docentes en relación con las cualidades que deben orientar su propio ejercicio profesional para ser considerados excelentes.

En función de lo anterior, se realiza esta investigación que forma parte del proyecto sobre la Excelencia del Profesorado liderado por la Dra. Ana Hirsch de la Universidad Nacional Autónoma de México. En Venezuela, el trabajo se registró en la línea de investigación sobre Formación Docente del Centro de Investigación Educativa Georgina Calderón de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador (San Cristóbal, Venezuela). El escenario para la recolección de los datos fue el Circuito Escolar N° 5 del Municipio Cárdenas del Estado Táchira (Venezuela) en el cual se aplicó la entrevista a nueve profesores que eran reconocidos como excelentes por sus propios compañeros de trabajo.

Se estableció como objetivo identificar en docentes de aula las representaciones que tienen acerca de la excelencia docente. Los hallazgos demuestran que los docentes entrevistados elaboran representaciones sobre la excelencia a través de tres conceptos fundamentales: (a) el plano del ser que se revela en cuestiones como vocación, perfil y afectividad; (b) lo normativo, asociado con una visión del cumplimiento de lo legalmente establecido y (c) el reconocimiento social relacionado con una visión externa del propio trabajo que realizan los docentes. En cada una de estas representaciones subyacen a su vez un conjunto de valores que configuran la ética de los profesores.

 

ESTADO DEL ARTE Y MARCO TEÓRICO

De acuerdo con Barrios (2011), la palabra excelencia se emplea constantemente en la actualidad, pero mientras no se fijen criterios claros al respecto nadie sabrá a ciencia cierta lo que significa. Vidal (2004) señala que la excelencia en cualquier producto o servicio tiene muchas escalas, de manera que puede tener una alta valoración en una escala, en opinión del consumidor, y una baja valoración en otra. El concepto de excelencia se presta a múltiples interpretaciones, de tal manera que actualmente existen definiciones disímiles por lo cual se precisa, de cierto modo, algunos aspectos comunes que coadyuven a determinar socialmente a los sujetos considerados excelentes de acuerdo con el conjunto de valores que orientan su práctica.

En el caso específico de la docencia, Méndez (2015) expresa que para entender la excelencia del docente se debe hacer referencia a todas las actuaciones que tienen como objetivo la mejora de los conocimientos, las competencias y las distintas habilidades del docente que influyen directamente en el rendimiento académico de los estudiantes. El autor centra el concepto de excelencia alrededor de la forma como se desarrolla la enseñanza. Desde otra perspectiva, Bruns y Luque (2014) expresan que el grado superior de excelencia docente debe ser coherente con los diversos criterios valorativos que determinen los centros educacionales y estar en afinidad con sus proyectos institucionales. En este entendido, la excelencia trasciende la actividad de enseñanza y alcanza el trabajo que el docente realiza en diferentes instancias dentro de la propia institución educativa en atención a los principios que la misma establece para el desarrollo de su acción.

Se entiende que la excelencia docente no es de exclusiva responsabilidad del profesor, sino que también es un compromiso de la organización escolar en su conjunto. En relación con esta premisa, Vidal (2004) asevera que se presentan dos dimensiones de la excelencia en el desempeño de los docentes: (a) una dimensión interna con un grado de responsabilidad, centrada principalmente en el docente y (b) una dimensión externa a los docentes, relacionada con los aspectos que en la práctica facilitan o dificultan el desarrollo y la manifestación de niveles de excelencia docente.

Para la construcción de la excelencia docente, es necesario el desarrollo de procesos de formación adecuados, entendidos de forma integral y que vayan más allá de cuestiones técnicas. Para Pérez Esclarín (1994) la formación docente debe entenderse como un proceso que implica la transformación personal y colectiva; es decir, formación y transformación están imbricadas en tanto la formación siempre debe suponer un profundo cambio personal y particularmente de la práctica de los profesores; de lo contrario, no tendría mucho sentido. La formación es entonces un proceso de construirse, planificarse, inventarse para llegar a ser la persona que uno está llamado a convertirse.

Skelton (2009) propone que para la excelencia docente son necesarias las siguientes cuestiones: (a) una filosofía personal del aprendizaje; (b) movilizar los valores educacionales a la práctica; (c) formularse como una categoría moral; (d) desarrollarse el nivel institucional; (e) condiciones materiales que definen a la enseñanza con eficiencia, y finalmente (f) la excelencia docente necesita ser vista como un todo. De esta manera se espera generar en las instituciones educativas culturas pluralistas y deliberativas en las cuales, además de los métodos de enseñanza, se comparten teorías pedagógicas, valores y políticas educativas.

Investigaciones previas dan cuenta de la necesidad de estudiar la ética profesional a través de las ideas que sobre la buena profesionalidad poseen los mismos profesionales. En tal sentido, es conveniente mencionar el trabajo de Hirsch y Navia, quienes desarrollaron una investigación que "consta de la pregunta abierta acerca de cuáles son los cinco principales rasgos de 'ser un buen profesional' y una escala de actitudes con 55 proposiciones" (2015: 106). El resultado evidenció que los rasgos asociados a las competencias éticas son valorados de forma positiva en diversos grupos de profesionales (dentro de los que se incluyen los docentes). En relación con las habilidades técnicas, los resultados son dispares, pues revelan valoraciones diferentes según se analice con el instrumento cuantitativo (escala) o por la vía cualitativa (pregunta abierta).

Se hace evidente la necesidad de seguir desarrollando esta caracterización y concreción de la ética profesional a través del concepto de excelencia docente, no solo de manera teórica, sino, más bien, explorando la realidad de los profesores en su ejercicio diario dentro del aula de clases, en su contexto profesional. De esta manera, se espera que la comprensión sea mucho más cercana a las representaciones que realizan los docentes, fundamentada en la propia práctica pedagógica y focalizada particularmente en este estudio, en el contexto de la escuela bolivariana venezolana.

La aproximación a las ideas que tienen los docentes sobre lo que es la excelencia se realiza a través del concepto representación social. De acuerdo con Araya (2002), la teoría de las representaciones sociales de Moscovici es una valiosa herramienta dentro y fuera del ámbito de la psicología social al ofrecer un excelente marco explicativo acerca de los comportamientos de las personas más allá de sus circunstancias particulares al incorporar el marco cultural y las estructuras sociales más amplias como, por ejemplo, las estructuras de poder y de subordinación.

Para Mora (2002), en el contexto de la psicología social, la teoría de las representaciones sociales ha dado origen a numerosas líneas de investigación dando paso a nuevas discusiones acerca de cómo la realidad es construida por los sujetos, cómo se vulgariza el conocimiento científico y cuál es el papel de la sociedad en la construcción del conocimiento de los individuos. Las representaciones sociales representan un concepto que resulta valioso para desarrollar investigación en disciplinas como la educación y la ética aplicada.

 

METODOLOGÍA

Para lograr el propósito enunciado, se desarrolló un proceso de investigación de carácter cualitativo que tomó como referente el trabajo presentado por Fernández-Cruz y Romero (2010) con la diferencia de que estos autores centraron su atención en profesores universitarios. La recolección de la información se realizó con el apoyo del especialista Carlos Medina, profesor de la Escuela Bolivariana El Junco, perteneciente al Circuito Escolar N° 5 del Municipio Cárdenas del Estado Táchira (Venezuela), entidad que agrupa a cinco escuelas bolivarianas que conformaron el escenario del estudio.

La investigación comenzó en marzo de 2017 y culminó en febrero de 2018. Como técnica, se utilizó la entrevista en profundidad con un guión de preguntas previamente diseñado. La selección de los nueve informantes se realizó de forma intencional a partir de la opinión de sus propios compañeros de trabajo quienes los reconocieron como excelentes docentes. Una vez obtenido el consentimiento, se realizaron las entrevistas durante el mes de mayo de 2017. Después se procedió a su transcripción y devolución para su verificación y aprobación. El análisis de la información se realizó a través de un proceso de microanálisis que permitió la codificación. Los códigos establecidos fueron organizados y agrupados, procedimiento a través del cual se definieron subcategorías, que a su vez sirvieron de base para hacer emerger otras categorías, las cuales revelan las representaciones de los docentes participantes en el estudio en relación con la excelencia.

 

EL PLANO ONTOLÓGICO

Los hallazgos se exponen en función de las tres categorías que se obtuvieron a partir del proceso de análisis realizado. Se trata en cada caso de presentar los elementos centrales de lo que significa la excelencia para los docentes. La primera categoría es el plano ontológico.

El ser docente se erige como la categoría fundamental para entender la representación que en relación con la excelencia manifestaron los participantes del estudio. Esta a su vez se divide en tres subcategorías que se establecieron a partir del análisis: (a) vocación; (b) perfil y (c) afectividad, las cuales confirman la importancia de la dimensión interna de la excelencia expuesta en el trabajo de Vidal (2004).

La vocación se evidencia en los docentes excelentes cuando mantienen una actitud positiva frente a su tarea. Se revela en su trabajo cotidiano a través del uso de estrategias y recursos didácticos adecuados fundamentados en procesos de formación permanente que atienden tanto lo didáctico como el dominio de los contenidos que se enseñan. La vocación como elemento definitorio de la excelencia incluye una motivación constante por la tarea de educar; se manifiesta a través de la entrega profesional, el amor por el oficio y una visión trascendente de su labor profesional que está conectada con unos fines mayores al simple aprendizaje de contenidos y se relaciona con el concepto de formación. Se evidencia de esta manera la gran importancia que se otorga al plano emocional. Es necesario recalcar que en la visión de los entrevistados la vocación no es entendida como un "llamado", sino como una manifestación de lo que Day (2006) denomina pasión por enseñar.

Desde esta visión, el perfil del docente excelente está claramente asociado con el concepto de ética profesional fundamentado en un conjunto de valores para orientar el trabajo de los profesores. Se pone en evidencia lo propuesto por Skelton (2009), quien señala la necesidad de formular la excelencia como una categoría moral. Para que un docente sea excelente, es necesario que oriente su acción desde una perspectiva ética, la cual a su vez se revela cuando, en su trabajo, el profesor pone en práctica valores como: respeto, responsabilidad, compromiso, armonía, humildad, afectividad, coherencia y criticidad. Se considera que al ejercer la docencia de esta manera el profesor se constituye en un modelo tanto para sus estudiantes como para sus colegas. Lo expuesto deja en evidencia la vinculación del concepto excelencia con la ética profesional y esta a su vez como un elemento que configura la identidad de los docentes.

La afectividad como elemento esencial para reconocer un docente excelente subyace claramente en las dos cuestiones anteriores; sin embargo, su preponderancia en el discurso de los entrevistados hace necesario referirla particularmente. Un docente afectivo logra establecer vínculos adecuados con sus estudiantes mediante una genuina preocupación por el bienestar de sus alumnos, y de dispensarles buen trato con respeto, amabilidad y adecuadas expresiones de afecto. De la misma manera, se espera de un docente excelente relaciones armónicas con sus compañeros de trabajo en términos de cordialidad para lograr un ambiente escolar propicio tendente a la formación humana.

Tal como se aprecia en el ser docente (plano ontológico), que emerge como primera representación de la excelencia, subyace la necesidad de considerar valores que deben orientar el trabajo de los profesores en las instituciones educativas. Se requiere para ser excelente el ejercicio de valores asociados con la persona, por ejemplo: responsabilidad, respeto, humildad, coherencia y compromiso, entre otros. Estos valores a su vez están en relación directa con actividades propias del ejercicio profesional: desarrollar procesos de formación permanente, innovar en la práctica, utilizar variedad de estrategias didácticas, ser afectivo con estudiantes y colegas, por solo nombrar algunas de las más relevantes.

Los resultados descritos coinciden con lo obtenido en la investigación de Hirsch y Navia (2015). Las autoras realizaron un estudio con profesionales, estudiantes de posgrado de dos universidades mexicanas (Universidad Nacional Autónoma de México y Universidad Autónoma del Estado de Morelos) y encontraron que las competencias éticas son valoradas como de primera importancia para la definición de lo que es un buen profesional. Lo anterior se manifiesta en rasgos como responsabilidad y compromiso, ética personal y profesional y honestidad.

 

LA VISIÓN NORMATIVA

La segunda representación de la excelencia que se identificó a partir del análisis realizado se refiere a la valoración positiva que se hace del docente cuando cumple con lo establecido para el desarrollo de su actividad profesional. Este cumplimiento puede responder a la voluntad del propio docente y ser fruto de su determinación personal (en ese caso, se asocia con la dimensión interna de la excelencia) o, por el contrario, ser producto de una imposición a partir de la autoridad ejercida por sus superiores jerárquicos (en ese escenario, se vincula con la dimensión externa de la excelencia mencionada por Vidal, 2004). Esta visión de la excelencia se revela a través de las subcategorías normas y evaluación.

Un docente puede ser considerado excelente si en su práctica evidencia que cumple satisfactoriamente con lo que se espera de su trabajo. Toda la actividad que desarrollan los profesores está normada, bien en un plano general, por ejemplo, a través de leyes o decretos, bien en un plano específico, a través de las disposiciones de órganos locales (en el caso de Venezuela, se denominan zonas educativas o direcciones de educación estatales y municipales). También las instituciones educativas elaboran sus disposiciones a nivel interno a través de los proyectos educativos institucionales u otros documentos.

En su desempeño, los profesores desarrollan actividades relacionadas con lo didáctico (en su trabajo directo con los estudiantes en función de la enseñanza) y con lo administrativo, que incluye las actividades de preparación de la enseñanza, valoración de los resultados obtenidos por sus alumnos, elaboración de informes o reportes, comunicación con padres y representantes. Adicional a lo anterior deben atender otras actividades como asistir a reuniones y desarrollar acciones que contribuyen al funcionamiento de la institución educativa. Desde esta perspectiva, un docente es considerado excelente si en el desarrollo de esas tareas es puntual, cumple su horario de trabajo, elabora la planificación, reporta los resultados de la evaluación y todo ello lo hace con la necesaria pulcritud.

La evaluación que del trabajo del profesor en el aula hacen otras personas resulta esencial para su valoración como excelente. En tal sentido cobran especial importancia dos indicadores: (a) la opinión que los alumnos expresan de su profesor y (b) los resultados académicos de los estudiantes. Existe la convicción de que si los estudiantes obtienen altas calificaciones y aprecian a su profesor es porque cuentan con un docente excelente, lo cual a su vez se relaciona con el uso de estrategias didácticas variadas y de calidad y el interés por los alumnos con bajo rendimiento a los fines de potenciar su aprendizaje.

Dentro de la subcategoría evaluación, un aspecto que merece ser destacado es la autoevaluación entendida como un proceso de reflexión constante que permite al docente tomar decisiones para mejorar su práctica, gestionar su proceso de formación permanente y asegurar su desarrollo profesional. Visto desde esta perspectiva, el cumplimiento de la norma es una manifestación del comportamiento ético del docente y corrobora una visión de la excelencia asociada con el Ser Docente.

En el trabajo mencionado de Hirsch y Navia (2015), rasgos como asistencia y puntualidad se agrupan en lo que las autoras identifican como "competencias técnicas". En las dos instituciones estudiadas, encontraron una valoración dispar. Particularmente en los participantes de ese estudio que ejercían la docencia (de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos), las competencias técnicas estaban mejor valoradas. Se aprecia coincidencia con la visión de la docencia excelente asociada al cumplimiento de las normas, fundamentada en valores, en función del comportamiento ético.

 

EL RECONOCIMIENTO SOCIAL

A través del proceso de análisis desarrollado, se estableció como tercera representación de la excelencia el "reconocimiento social". Esta categoría se conforma a partir de las subcategorías formación profesional y prestigio. Esta forma de entender la excelencia también se relaciona con la dimensión externa propuesta por Vidal (2004), en tanto que se refiere a aspectos que en la práctica pueden favorecer o dificultar el desarrollo y reconocimiento de la excelencia en el trabajo de los docentes.

En los entrevistados, se manifiesta la idea de que el proceso de formación que desarrolla una persona debe conducirlo a mejorar su desempeño profesional. En el caso del trabajo docente, significa que la formación (especialmente la permanente) está en relación con la obtención de conocimientos tanto en función de los contenidos que enseña como de la forma de enseñarlos (didáctica). También se valora la investigación como un procedimiento adecuado para la adquisición de conocimientos que estén orientados a la mejora de la práctica. En todos los casos, la formación responde a una iniciativa del docente y es manifestación de su vocación y el deseo de prestar un buen servicio. Se encuentra así una relación directa entre esta idea de la formación y la definición de este proceso de Pérez Esclarín (1994); ambas valoran la formación en tanto representa una mejora de la práctica que realiza el docente y una forma de fortalecer su identidad profesional.

A pesar de ser reconocida la importancia de contar con docentes formados para asegurar la calidad de su desempeño, las investigaciones revelan que esta cuestión no es suficientemente bien atendida. De acuerdo con Bruns y Luque (2014), son pocos los estudios directos dedicados a establecer cuánto saben los profesores latinoamericanos sobre los temas que enseñan. Además, de acuerdo con los mismos autores, los trabajos existentes muestran una inquietante desconexión entre los títulos formales de los profesores y sus habilidades cognitivas.

La baja calidad de la formación que desarrollan los profesores está en relación con la subcategoría prestigio. Los profesores que participaron en la investigación tienen dos visiones en relación con este tema. Desde un plano social, se aprecia la docencia como una profesión con poco prestigio, lo cual a su vez origina que muchos jóvenes talentosos no la elijan como su primera opción para formarse profesionalmente a nivel universitario, y esto a su vez tiene un impacto negativo en los programas de formación docente. Se configura así un problema complejo, pues la baja calidad de la formación docente dificulta alcanzar la excelencia en el ejercicio de la profesión.

Lo anterior a su vez entra en contradicción con sociedades que reconocen la necesidad de contar con profesores excelentes (por tanto, con una adecuada formación profesional) para lograr a su vez los mejores resultados en sus sistemas educativos. Es decir, existe una demanda social por profesores excelentes; pero, al mismo tiempo, no se valora la docencia como profesión ni se atiende la necesidad de contar con profesores adecuadamente formados tanto en la universidad como durante su ejercicio profesional en las escuelas.

Se configura así una representación de la excelencia en la que los docentes se sienten parte de una profesión que no recibe el necesario reconocimiento social, su remuneración no es adecuada y las condiciones para el ejercicio no son las óptimas. Al mismo tiempo, reconocen que socialmente se espera de ellos un ejercicio de la profesión comprometido con la tarea de educar y en el que se debe estar consciente de la importancia social de la labor que desarrollan. La excelencia en el trabajo de los docentes se convierte entonces en un compromiso.

El prestigio también es visto desde un plano individual. De acuerdo con los entrevistados, cuando un docente es excelente, es reconocido por sus colegas y supervisores inmediatos (directores) y en el contexto de la escuela donde desarrolla su trabajo. Es decir, la excelencia está representada por la opinión que los otros tienen de la labor que el profesor desarrolla individualmente en la atención de su grupo de alumnos. Ese reconocimiento a su vez sirve de estímulo para que el docente pueda continuar haciendo un trabajo considerado excelente.

El comportamiento ético del profesor, desde esta perspectiva, aparece configurado por la influencia externa tanto de lo que se piensa en general del gremio de docentes (en sus aspectos positivos y negativos) como de la consideración individual que recibe en función de su propio desempeño.

 

DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES

El proceso de investigación realizado permitió la identificación, en docentes de aula de escuelas bolivarianas, de las representaciones que tienen acerca de la excelencia docente. Producto del trabajo, se establecieron tres representaciones fundamentales: (a) plano ontológico (ser docente), (b) visión normativa y (c) reconocimiento social. Cada una de ellas tiene su propia entidad y características; sin embargo, presentan límites difusos y los elementos que las configuran pueden manifestarse de múltiples maneras.

La visión que parece predominar para identificar la excelencia tiene que ver con una sólida identificación con la profesión. De esta manera, ser un docente excelente incluye variedad de aspectos que se relacionan directamente con la actividad de enseñanza. Estas cuestiones van desde lo propiamente didáctico (uso de variedad de estrategias de enseñanza, selección de recursos para promover el aprendizaje) hasta la implicación emocional en la labor que realiza a través del establecimiento de vínculos afectivos con los estudiantes y relaciones armónicas con compañeros de trabajo.

Adicional a lo anterior, para ser un docente excelente, es indispensable contar con una visión de su trabajo fundamentada en valores que vaya más allá de lo meramente instrumental, es decir, se requiere una visión trascendente de la tarea que se desarrolla, conectada con el ideal de formación y la idea de prestar un servicio de calidad, puesto que la sociedad actual lo amerita.

Un docente excelente también es aquel que cumple la norma y se ajusta a lo que oficialmente se requiere de él. Es puntual, cumple cabalmente su horario de trabajo, planifica su trabajo de enseñanza, utiliza variedad de estrategias, evalúa constantemente para verificar el aprendizaje de sus estudiantes, elabora informes, mantiene la comunicación con los padres de familia y participa activamente en todas las actividades que se planifican dentro de la institución educativa.

Esta segunda representación de la excelencia que se asocia con el cumplimiento de la norma se presta a una doble interpretación. Por una parte, se puede entender como una manifestación del carácter de funcionario que poseen los docentes frente al Estado, que suele ser su principal empleador, y que pueda evaluar constantemente su trabajo sobre la base de parámetros como los mencionados. Por otra parte, también se puede interpretar como una manifestación de la propia convicción del docente de la necesidad de hacer un buen trabajo y de los valores que fundamentan su labor; de allí que cobre relevancia el que los entrevistados señalaran la importancia de realizar una autoevaluación de forma constante, pues esto les permite saber hasta qué punto su acción responde a lo que se espera de ellos y revela la posibilidad de actuar por convicción y no por imposición. Se encuentra así una relación directa con la representación del ser docente que se mencionó en primer lugar.

En tercer lugar, se evidenció que un docente es excelente si recibe el reconocimiento como tal de parte de sus estudiantes, compañeros de trabajo, autoridades de la escuela, entre otros. Es una visión externa de la excelencia que tiene como punto de partida el desarrollo de procesos de formación adecuados con una orientación dirigida a la transformación del individuo para que se asuma como un profesional (nuevamente se evidencia una relación directa con la identidad docente).

La formación debe permitir al docente desarrollar las necesarias competencias para asumir con éxito las tareas que se le encomiendan, particularmente la enseñanza y, por ende, el aprendizaje, pues alrededor de los resultados de los estudiantes se centran las exigencias que los profesores reciben del contexto en el que se desenvuelven. Entienden que de la educación se espera una mejora de la sociedad; pero manifiestan la contradicción que existe entre las aspiraciones de una educación de calidad para la cual es necesario contar con docentes excelentes y al mismo tiempo una profesión docente que no recibe el reconocimiento que requiere.

El reconocimiento de la profesión se entiende también como el reconocimiento individual que obtiene el docente cuando cumple efectivamente con su labor, fundamentado en valores, particularmente en su trabajo directo con sus alumnos (se identifica claramente el vínculo entre el reconocimiento social y la visión normativa). La valoración positiva que se hace del docente en su trabajo es concebida como un estímulo permanente que lo motiva para trabajar en pos del logro de la excelencia.

El trabajo del profesor en su aula de clase, la forma como desarrolla el proceso de enseñanza y una visión trascendente de su tarea se identifican claramente como elementos comunes que subyacen a las tres representaciones de la excelencia que se establecieron en la investigación. Es notable la ausencia de menciones específicas a las características de las escuelas bolivarianas, lo cual revela el poco significado que representa para los entrevistados este proyecto educativo implementado por el Gobierno de Venezuela. Tampoco se hacen menciones al trabajo en equipo o a una visión de la excelencia que esté en función de la institución: siempre la visión es individual, del profesor y de su trabajo.

Finalmente se tiene que, desde el pensamiento de los propios docentes, la excelencia se construye en el trabajo cotidiano que se realiza con los estudiantes en el aula de clase. Es una labor que al estar orientada por valores no se puede limitar a tratar contenidos sino que busca la formación integral del otro. El comportamiento ético de los docentes responde a esta premisa.

 

NOTAS

1 Conflicto de intereses: el autor declara no tener ningún tipo de conflicto de intereses que haya influido en su artículo.

2 Doctor en educación, profesor de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, San Cristóbal (Venezuela). Línea de investigación: formación e identidad docente. E-mail daiv@ciegc.org.ve

 

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