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Temas Sociales

versión impresa ISSN 0040-2915versión On-line ISSN 2413-5720

Temas Sociales  no.34 La Paz feb. 2014

 

SELECCIÓN DE TEXTOS DE SALVADOR ROMERO PITTARI SOBRE HISTORIA INTELECTUAL

 

Metodología de los Últimos días coloniales en el Alto Perú

 

 


 

 

Pero cómo, exclamará sin duda el lector: ¡Otro ensayo sobre una obra de Gabriel René-Moreno! ¿No está acaso todo dicho sobre él? ¿No existe ya una interpretación definitiva de los Últimos Días Coloniales en el Alto Perú, en cuanto al tema que pretendía tratar y al fin que perseguía? Señalar que esta investigación histórica constituye la descripción de los sucesos memorables de la llegada del Nuevo Arzobispo y del Rey Nuevo que alteraron la tranquila vida de la capital de la Audiencia de Charcas en la postrimería de la Colonia y condujeron al primer brote revolucionario en estas tierras, resultaría inadecuado para comprender la visión histórica de Moreno.

No porque al destacar estos hechos se empobrezca en exceso un trabajo, cuya variedad y riqueza excede con mucho aquellos temas, sino porque como anota Ortega y Gasset pretender explicar la pintura de Mo-net refiriéndola a las catedrales o paisajes del Sena que ella representa sería dejar de lado aquello que funda su naturaleza específica, a saber: una cierta manera de aproximarse a la realidad2. No es, pues, tanto en el tema cuanto en la manera de tratarlo donde radica la originalidad de una obra.

La crítica a favor o en contra de Moreno, con su parte ineludible de generosidad o mezquindad, no puede decirse que hubiera agotado el análisis de su obra particularmente de los Últimos Días Coloniales en el Alto Perú, una de las cumbres más ricas y estimulantes de la historiografía y, en general, de las ciencias sociales bolivianas.

Interesa, pues, conocer la perspectiva metodológica desde la cual se elaboró este libro. Los estudiosos han señalado y discutido sus deudas intelectuales. Tayne, Sybel, Ranke, Toqueville, Bello, son algunos de los nombres más frecuentemente, citados, pero sin llegar a asentar una filiación fuera de toda duda. Por su parte, sus biógrafos han vinculado la vida del hombre con sus preferencias y antipatías. Este corto ensayo difiere de los precedentes en que no busca explorar las raíces intelectuales de Moreno y menos explicar la obra con el recurso a la historia personal del autor. Sólo intenta llamar la atención sobre la plataforma metodológica que sustenta los Últimos Días Coloniales en el Alto Perú.El término metodología se refiere aquí menos a la discusión sobre los procedimientos de investigación y de prueba que a la particular manera de reconstituir el pasado, a la mirada cargada de intencionalidad que organiza los hechos confiriéndoles un sentido inteligible.

La tarea de presentar la metodología de Moreno no está exenta de riesgos y dificultades, tanto más que él no fue un metodólogo sistemático. Las reflexiones más articuladas sobre la historia, las formuló en sus Elementos de Literatura Preceptiva,pero la práctica real del historiador desbordó con mucho las reglas formales del maestro. En su vasta producción puede hallarse de todo un poco, lo que no impide encontrar en sus escritos históricos y en especial en Últimos Días Coloniales en el Alto Perú una perspectiva dominante, cuyo carácter sistemático no debe, sin embargo, sobrevalorarse.

Dada la extensión y variedad de la bibliografía de Moreno, algunos, con razón, consideran una simplificación excesiva interpretar toda una metodología sobre la base únicamente de un texto. Empero, Últimos Días Coloniales tiene, por ser la obra más madura, un valor paradigmático. Por otra parte, Moreno no fue uno de esos autores tornadizos, cuyas concepciones se modificaron constantemente de manera radical o entraron en contradicción de un trabajo a otro. La perseverancia en las preocupaciones, el enriquecimiento progresivo y la maduración, antes que la ruptura dramática o la revisión total, parecen ser las notas características de su evolución intelectual y en este desarrollo Últimos Días Coloniales en el Alto Perú ocupa un lugar señero.

¿Cómo elabora Moreno su imagen del pasado? En los Elementos de Literatura Preceptiva, ofrece una respuesta explícita a la pregunta. La Historia aparece allí como una ciencia y un arte, dirigida a mostrar la verdad de los hechos reconstruyéndolos o resucitándolos con el auxilio de la imaginación y la sensibilidad3. Esta concepción, que recuerda la expresada años después por el gran filósofo inglés de la historia R. G. Collingwood4, merece algunos breves comentarios.

El recurso a los términos de reconstrucción y resurrección de los hechos define con claridad el deseo de Moreno de hacer de la historia una evocación verdadera del pasado y no una creación libre de la fantasía. De allí también su infatigable búsqueda de pruebas documentales u orales, extraordinariamente ilustrada en la obra comentada. Cuando señala la necesidad de reconstruir los hechos con el concurso de la imaginación y la sensibilidad, no cae en una contradicción, ni reintroduce la ficción donde exigía la objetividad, pues para él la imaginación y sensibilidad que obran en la historia no son las "inventivas" sino las reproductivas5, es decir, estas cualidades cuando están respaldadas por las pruebas de lo ocurrido. Mediante el empleo de ellas el historiador reconstruye el pasado, describe los sucesos, pero si la historia se redujera sólo a esto sería un trabajo de "tijeras y engrudo", como calificaba Collingwood despreciativamente a las estrechas y anticuadas concepciones del quehacer histórico. Moreno, a pesar de auto llamarse modestamente "papelista", jamás encuadró su obra en límites tan estrechos, muy al contrario, su originalidad radica en que junto a las descripciones ofreció explicaciones de una naturaleza muy particular. Tiene razón H. Sanabria cuando dice: "Escribir historia, para el maestro boliviano, no es exclusivamente resaltar un acontecimiento con la mayor veracidad y la exactitud más completa posible. El acontecimiento fluye del estado de conciencia individual o colectivo, o por mejor decir, es una resultante de éste manifestada en sus múltiples extraversiones"6. En efecto, él no se satisface con describir acontecimientos, paisajes coloniales o instituciones sociales, sino que procura entender los hechos como acciones comprensibles en términos de los pensamientos, motivaciones o ideas de los actores en una determinada situación, es decir, mediante el restablecimiento de las intenciones de los sujetos individuales o multifácicos estudiados, en la ocurrencia de personajes tales como García Pizarro, Moxó, los oidores. Colocándose en el lugar de éstos y viendo el mundo como ellos vieron, Moreno llega a dar cuenta del porqué de los hechos descritos.

El procedimiento explicativo empleado en Últimos Días Coloniales en el Alto Perú se aproxima al defendido por F.G. Collingwood en el campo de la historia y por M. Weber en el de la sociología. Para estos autores y para quienes piensan como ellos, conocer la causa de un suceso histórico supone en esencia descubrir el proyecto que lo origina. Esta perspectiva metodológica a la cual se adhirió Moreno, sin teorizar sobre sus alcances, ha dado lugar a amplias controversias en el mundo académico que aún hoy en día no han perdido fuerza. Sin embargo, dar cuenta de ellas excedería los objetivos del presente ensayo.

Moreno podría ser tomado como un "individualista metodológico", para emplear un término de moda en las ciencias sociales contemporáneas. Con dicha expresión se alude a una regla de metodología según la cual: "Ninguna tendencia social viene impuesta a los hombres "desde arriba" o "desde abajo", éstas son el producto de características, actitudes y situaciones humanas, de la ignorancia y la pereza de la gente así como de su conocimiento y de su ambición"7. En otras palabras, el individualismo metodológico considera la realidad social como modificable por la acción de los hombres. Esta línea de razonamiento, aunque no de manera exclusiva, prevaleció en la Historia de Moreno. Roberto Prudencio destacó, en un ensayo la diferencia de método y aun de concepto que separaría las Matanzas de Yáñez de Últimos Días Coloniales en el Alto Perú.El primer trabajo de orientación positivista intentaría dilucidar la verdad de los sucesos de 1861, mientras que el segundo, sin descuidar la veracidad de los hechos, se propondría ante todo reconstruir una época, la que precedió al 25 de mayo de 18098. Sin embargo, de la variedad de propósitos no se desprende necesariamente la diferencia de metodología y, por el contrario, conviene reconocer que la misma visión de la historia animó estas obras y otros ensayos de naturaleza similar.

Reconocer que Moreno siguió implícitamente los preceptos del individualismo metodológico, no significa atribuirle toma de posición alguna en el problema metafísico de la esencia de la realidad, ni en el debate en torno a la superioridad moral del liberalismo o del socialismo, tomados como ilustraciones del individualismo y del colectivismo respectivamente; sino simplemente poner de manifiesto que él recurrió a una regla de método que hace al individuo y su obrar en una situación con sus restricciones y posibilidades, y establecer el marco para la acción sin llegar a producir ningún determinismo. Cada individuo actúa en ella según su ideología, su status, sus intereses o su conocimiento del medio, variables inseparables de una sociedad particular y de la biografía del personaje. Por lo tanto, las presiones de la situación se ejercen en una psique determinada que Moreno reconstituye con el auxilio de una psicología universitaria del obrar humano, compuesta de elementos racionales e irracionales. El análisis se encamina, a menudo, a señalar los ingredientes pasionales que las autoridades de la ciudad cabecera de la Audiencia de Charcas, principales figuras de la obra, pusieron en sus reacciones frente a los sucesos de la metrópoli ¿No explicó acaso la real provisión lanzada por los oidores contra el arzobispo Moxó como un gesto emocional de éstos tanto como una manifestación de su deseo de cuidar del orden colonial, de sus privilegios, o la actuación de Goyeneche como una mezcla inseparable de razones y pasiones? Son estas breves ilustraciones de los análisis de Moreno que procuran dar cuenta de las acciones concretas de los personajes por las complejas intenciones que las guían, no menos que por la falible naturaleza humana que interviene en ellas.

De esta comprensión del actuar de los hombres no se excluye una fuerte dosis de juicios de valor y en algunos casos de ironía. No son exclusivamente conductas individuales las que examina con esta metodología, sino también las colectivas como las de los doctores alto peruanos, pintados como proclives a aceptar las ideas revolucionarias por la falta de oportunidades en el sistema colonial.

Claramente la acción del conjunto deriva, en este ejemplo, de una combinación de estrategias individuales. Tal análisis recuerda La Democracia en América donde A. de Tocqueville explica que los juristas tienen tendencia a mostrarse como revolucionarios o conformistas según sus posibilidades de acceso al poder9.

Dentro de esta perspectiva de pensamiento, el desarrollo y afianzamiento de la ideología libertaría no será resultado de la dinámica propia de la historia guiada por fuerzas internas irreversibles o por el progresivo advenimiento de la justicia, y en gran medida un producto no querido de acciones de hombres -casi todos ellos celosos monarquistas aunque divididos en facciones por susceptibilidades personales e instituciones- que buscando preservar con tácticas diferentes el orden colonial, terminaron por "depositar en la tierra un elemento o principio de conmoción colectiva".

Moreno descubre también algunas instituciones sociales de naturaleza formal e informal relacionadas con los fenómenos singulares, que muestra en su dinámica, afectando a los hombres y siendo influidas por ellos, en lugar de acantonarse en la presentación abstracta de las mismas. Así, por ejemplo, se refiere a una de esas instituciones cuando destaca el papel de los vocabularios y caramillos en la sociabilidad colonial que, en algunos pasajes con acierto considera fruto del pueblo pequeño y de la mediterraneidad, pero que en otros atribuye a cualidades innatas de las razas componentes de la familia alto peruana, haciendo eco a teorías sociales y geográficas vigentes en la época que, dicho sea de paso, constituyen la parte más envejecida de la obra. O cuando presenta el rígido sistema de estratificación, caracterizado como de castas, y cuya vigencia en el orden colonial ayuda a comprender la desmedida importancia en la interacción de los personajes de algunas conductas simbólicas como "las frívolas competencias de etiqueta", a través de las cuales las castas expresan sus distancias. Otra de esas instituciones es la Audiencia de Charcas, descrita en sus funciones formales, pero con la finalidad de circunscribir un campo de donde surgen conductas significativas, conflictos originados en la voluntad de preservar viejos privilegios.

Fuera de los actores individuales y algunos multifácicos como el caso citado arriba de los doctores alto-peruanos cuya acción, aunque colectiva, resulta de una combinación de acciones individuales. Moreno consideró otros colectivos cuya naturaleza no se ocupó de definir y a los que atribuye algunas cualidades que parecen sustraerse a la dinámica social para manifestarse como realidades inmutables. Los ejemplos son numerosos y se hallan sobre todo en la caracterización de las diferentes castas definidas en términos raciales. Así la duplicidad alto peruana, hecha de disimulo, de fingimiento, situada fuera de la sociedad, reivindica una autonomía propia originada en la herencia biológica. La poquedad de espíritu del indio o la altivez española pertenecen al mismo género de afirmaciones; fetiches explicativos, firmemente anclados en la panoplia de prejuicios bolivianos de ayer y de hoy, que la moderna crítica y la evidencia empírica en contrario no han conseguido desterrar todavía.

Ciertamente, no se podría sostener que Moreno logra escapar a todos los peligros de su metodología. Aunque le da el carácter de un imperativo a la recolección de pruebas, donde se expresaran la intención de los actores, que procura poner de manifiesto, en ocasiones, sin duda las menos frecuentes, su reconstrucción refleja más su propia subjetividad que la de los personajes. Felizmente, en él predomina el rigor científico a la pasión. De esta manera, Últimos Días Coloniales en el Alto Perú muestra una combinación juiciosa de imaginación y sensibilidad en la reconstrucción del pasado histórico, además de un interesante y efectivo recurso, aunque no formulado, al individualismo metodológico que contribuye a hacer de este libro un modelo siempre actual para el investigador de la historia.

 

Notas

1      Publicado en Signo. Cuadernos Bolivianos de Cultura, N° 18-19 (Sesquicentenario del nacimiento de Gabriel René-Moreno: 1836 - 1908), La Paz, Ed. "Don Bosco", 1986, Págs. 189-193. Reimpreso por el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia (ABNB) en Antología de ensayos sobre los "Últimos días Coloniales en el Alto Perú" de Gabriel René Moreno, Edición conmemorativa del ABNB en el centenario de la publicación de la obra, 1996 (N. del E.).

2      Citado por A. Maurois en Études Litteraires, Inc. N.Y., Ed. De la Maison Française, 1941, Pág. 114.

3      G. René-Moreno, Elementos de Literatura Preceptiva, Santiago de Chile, Librería Central H. Serval, Pág. 400.

4      Cfr. R. G. Collingwood, Idea de la Historia, México, F.C.E., 1968, Pág. 22 5 y ss.

5      G. René-Moreno, Óp. Cit., Pág. 395.

6      H. Sanabria Fernández, Prólogo a Últimos Días Coloniales en el Alto Perú, La Paz, Ed. Juventud, 1970.

7     J. W. N. Watkins, "Methodological Individualism and Social Tendencies", en M. Brodbeck, Readings in Phylosophy of Social Sciences, N. Y, Mc Millan, 1968. Citado por G. A. Mendola en Método Sociológico e Ideología, Ed. Barcelona, 1973, Pág. 107.

8      R. Prudencio, "Moreno Crítico Literario e Historiador" en Ensayos Literarios, La Paz, Fundación Manuel Vicente Ballivián, 1977, Pág. 148 y ss.

9     A. de Tocqueville, De la Démocratie enAmérique, París, Ed. Gallimard, Pág. 164. V. Abecia llamó la atención sobre la influencia de A. de Tocqueville sobre el autor de Últimos Días Coloniales. Cfr. Historiografía Boliviana, La Paz, Ed. Juventud, 1973. Pág. 312.

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