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Temas Sociales

versión impresa ISSN 0040-2915versión On-line ISSN 2413-5720

Temas Sociales  no.34 La Paz feb. 2014

 

SELECCIÓN DE TEXTOS DE SALVADOR ROMERO PITTARI SOBRE HISTORIA INTELECTUAL

 

La visión histórica de Cortés1

 

 


 

 

Visión de la Historia

El Ensayo sobre la Historia de Bolivia de Manuel José Cortés, nos pone en contacto con una de las primeras obras sobre historia escritas en el país, después de su independencia. La riqueza de contenido de esos ensayos, superan la estrecha atribución de "memorialista" con la que nuestros autores de historias de la literatura nacional, acostumbran referirse a Cortés.

La obra fue publicada en la imprenta Beeche de Sucre en 1861, respondiendo a un claro fin: justificar la independencia de Bolivia, nacida de una necesidad de superación, habiendo llegado las colonias a un cierto grado de desarrollo, "un deseo innato de progreso" debía llevarlas a buscar su autodeterminación.

Es en función de este principio que se debe comprender el ensayo sobre la historia de Manuel José Cortés, obra en la que nos presenta una breve aunque reveladora visión de su concepción histórica. No queremos decir con ello, que en el autor del ensayo, se encuentra una filosofía de la historia desarrollada sistemáticamente, no, apenas una rudimentaria intuición de que el suceder histórico tiene un sentido, una unidad. "Así, en medio de la variedad de los acontecimientos, se manifiesta la unidad de los designios de la Providencia"2. Es pues, claro el pensamiento de Cortés: toda la multiplicidad de acontecimientos que conforman la realidad histórica, están dotados de unidad. La historia de Bolivia, que aparentemente se nos presenta tan desordenada, no es una excepción, ella también obedece a una ley, que en la concepción de nuestro historiador es la ley del progreso dictada por la Providencia: "La ley del progreso está escrita por el dedo de Dios en la inteligencia y el corazón del hombre"3. Razonar en esta forma es entender la Historia como algo pleno de sentido, de significación y no como un mero producto de la casualidad, del azar.

La suposición de que existe una ley dictada por la divinidad, que la podemos conocer, es la que nos hace comprensible el transcurrir de la historia. El Ensayo sobre la historia de Bolivia desarrolla pues, aunque no en forma completamente científica, el pensamiento histórico de Cortés, cuyas influencias más próximas en su gestación las encontremos en los enciclopedistas, a quienes se les debe atribuir ese espíritu optimista que palpita en toda la obra.

El hombre sujeto de la historia, es el que imprime en las múltiples esferas de su quehacer el impulso hacia el progreso; esto es sólo posible porque el hombre goza de libertad. Es necesario armonizar estos dos supuestos que se encuentran en la visión histórica de Manuel José Cortés: la libertad humana y el Providencialismo Divino que da la ley de progreso. Únicamente aquel obrar que el hombre ejecuta libre y voluntariamente hace historia: "Sólo los pueblos que, sin experimentar comprensión alguna, se encaminan a la perfección política o social merecen lugar en los anales del género humano"4. De aquí se infiere, que por ser el hombre libre y estar dotado de razón, es capaz de escoger entre las diversas posibilidades la más conveniente para conducirlo a su perfectibilidad.

La marcha de aquellos acontecimientos políticos, sociales, militares, etc., que se conocen con el nombre de historia, no son sino el resultado de la conexión entre la voluntad libre que aspira a realizar fines y la razón que decide y elige entre la multiplicidad de circunstancias.

La historia es en cada una de sus fases un desenvolvimiento del progreso. El hombre, que innatamente desea la superación, merced a sus facultades superiores, conjunciona su aspiración con su obrar. Es en esta articulación que se explica el pensamiento de Cortés.

La historia es una marcha que, aunque a veces aparenta estar extraviada, no deja de ser ascendente. Estrictamente hablando, jamás puede haber regresión que no sea simultáneamente preparación de nuevas realizaciones y por tanto superación: "Parece que los hechos históricos por lo mismo que son el resultado de la voluntad y las pasiones humanas, no pueden dirigirse a un punto fijo, ni tener objeto determinado. Es cierto no obstante, que muchos de los acontecimientos históricos, a pesar de tener su origen en el libre albedrío, están sujetos a una ley constante y ceden en beneficio de la humanidad. Ni puede ser de otra manera, puesto que si hay hechos que provienen de las pasiones, los hay también que nacen de la razón y de los intereses bien entendidos del género humano"5. He aquí, una condensación de la visión histórica de Cortés: la actividad humana no es sólo el resultado de pasiones inferiores, ni tampoco es el impulso ancestral el que gobierna los países y hace la historia, sino más bien ésta transcurre gobernada por una ley de progreso y guiada por la razón.

De acuerdo con Cortés, para que un hecho dado merezca ser considerado por la historia es necesario que provenga del obrar libre y racional: "Sólo con la libertad hacen los pueblos suyo el elogio o el vituperio, y cargan con la responsabilidad de sus acciones"6. Y de allí también su conocida frase "la esclavitud no tiene historia". Es fundándose en este punto de vista, que elimina de sus ensayos la parte referente a la dominación española. Finot supone que este es un procedimiento para disimular la omisión en que incurría, "con lo que demostraba no ser un investigador y confirmaba que en su tiempo aún no se había iniciado en Bolivia la verdadera disciplina científica con mira a la creación de la historia nacional"7. Creo más bien, que esta omisión responde a su concepción histórica: sólo aquellos hechos humanos que se fundan en la libertad trascienden en la historia. El criterio es tal vez limitado, pero muy de acuerdo a su manera de concebir la historia que, como apunté, en no pocos aspectos se halla influenciada por la filosofía de la Ilustración y el Racionalismo.

Pero queda todavía un aspecto que considerar en el pensamiento de Cortés, una objeción que él mismo plantea: "Si Dios ha querido que el hombre aspire a la perfección ¿por qué no dar a la voluntad humana toda la eficacia necesaria para que llegue de una vez al término anhelado? Esta observación que parece muy grave, queda destruida con el más ligero examen. El bien no sería meritorio si no fuera el resultado de la actividad laboriosa del hombre: conseguirlo desdeñando los halagos de las pasiones, y venciendo los obstáculos que se oponen a su realización, ensalza a la humanidad, y aumenta el precio de sus obras"8.

El ensayo, es pues, una síntesis de los principales sucesos históricos, desarrollado no en forma desorganizada, sino más bien, como la lucha de una nación, dirigida necesariamente a su perfección y libertad. Cada hecho histórico es como un eslabón en la cadena del progreso, muchas veces desorientado en su rumbo, pues "está en los designios de la Providencia que la libertad no se adquiere sino al precio de rudos combates", pero que a la postre terminará siempre engarzando en el plan divino de progreso.

El trabajo concluye con capítulos dedicados a la instrucción, literatura, legislación, costumbres. Es Cortés uno de los primeros autores que en Bolivia cultiva la crítica literaria y es así mismo, por su Ensayo titulado Bosquejo sobre los Progresos de Hispano-América uno de los iniciadores de los trabajos socio-filosóficos en el país.

 

El ensayo sobre la historia de Bolivia

Nos referimos, ahora, al Ensayo sobre la Historia de Bolivia en sí. Trabajo que ha recibido de nuestros críticos diversos juicios. Para Fernando Díez de Medina, Cortés es un simple memorialista, muy discutido por su parcialidad.

Mons. De los Santos Taborga dice de nuestro autor, que escribió un ensayo, que ni ese título merece9. Finot en su Estudio de la Literatura Boliviana comenta la obra expresando que: "Ha sido juzgada como trabajo meritorio y bien documentado aunque desgraciadamente comienza por el período de la lucha por la independencia, sin consignar los necesarios antecedentes sobre los orígenes de la nacionalidad". En general se le ha hecho poca justicia a Cortés; su estudio superando muchos problemas del ambiente social y cultural, sobre todo de su época, es documentado, aunque incompleto y ello se debe, a su peculiar modo de juzgar la historia. El Ensayo constituye una especie de mensaje de optimismo para aquellos que desesperaban de la independencia.

Cortés se propone ser imparcial, más no indiferente: "Exigir del historiador la indiferencia, sería querer no solo que se hiciese cómplice de las iniquidades sino que deje de ser hombre". Expone los diversos sucesos que relata con bastante serenidad. Ni los españoles, ni los gobiernos republicanos, aún el de Belzu, son objeto de juicios apasionados, aunque en muchos aspectos la obra no es sino el reflejo de la opinión dominante en la época de la cual le resultó muy difícil apartarse. Pero esto no nos lleva a creer como a Diez de Medina, que el autor del Ensayo se "halle más cerca de la crónica personal que del estudio orgánicamente planteado", puesto que como vimos, en el Ensayo existe una verdadera concepción de la historia, aunque tal vez simplista y elemental.

El trabajo empieza, como más tarde lo harán muchos de nuestros escritores influenciados por Taine, con un estudio del medio geográfico. El capítulo segundo, ya es estrictamente histórico, se refiere a la gesta libertaria. Realiza su autor un análisis de los motivos que impulsaron a la .revolución emancipadora y señala como una de las causas fundamentales: "Las ideas difundidas en América", en especial el Contrato Social, el Acta de la Independencia de los Estados Unidos, la Declaración de los Derechos del Hombre dada en Francia, sin descuidar por esto otros motivos como la injusticia de la Conquista, la impolítica desigualdad que se estableció entre españoles y americanos, las trabas al comercio, etc. Mas en opinión de Cortés, no tiene importancia alguna la situación política de la metrópoli. La independencia no tiene con la invasión napoleónica a España relación alguna de causa-efecto, sino solamente una mera sucesión temporal.

Es apretada la síntesis en que narra los principales hechos de la epopeya libertaria. Va desde el "Grito de la Independencia que murió sin eco" de Alonso de Ibáñez hasta la Asamblea Nacional de 1825. Al tratar los acontecimientos de Chuquisaca y La Paz no les da la importancia que merecen, tal vez por falta de documentación adecuada o, quizá, por un deseo de simplificar la narración.

Un aspecto importante que no ha sido debidamente estudiado en el país, es el que se refiere a la ideología política imperante en el Alto Perú durante la Independencia. Manuel José Cortés en este sentido tampoco es una excepción, sin embargo, el lector perspicaz podrá darse cuenta, que si bien nuestro historiador no lo dice explícitamente, es porque no existió en el Alto Perú una ideología uniforme. Cortés cree que los iniciadores intelectuales de los movimientos de Chuquisaca y La Paz, conocían plenamente su objetivo, el de separar América de España, algunos en forma más decidida que otros: "Más audaz que sus compañeros el joven Monteagudo, prefería los métodos directos; escribió el diálogo de Ata-huallpa y Fernando VII, que avivó el ansia de independencia" ;pero que este pensamiento no era el único, se puede apreciar en otros acápites de la misma obra: "Aunque en el Alto Perú más que en las otras posesiones españolas era pronunciado el deseo de sacudir la dominación de la Metrópoli, una parte de la población era adicta al sistema establecido; así es que los directores de la revolución, precisados por las circunstancias obraron con cierta especie de hipocresía tanto para adormecer a las autoridades como para tener tiempo de propagar sus ideas y mover a la generalidad de la población"10. En otra parte expresa: "La prensa de Buenos Aires y Lima hacía viva impresión en los ánimos. Ya no era sola la independencia el pensamiento dominante, sino se quería también el establecimiento de gobiernos regulares. Crecía la revolución en las ideas: los espíritus se convencían más y más de la necesidad de la independencia, como condición de mejora. Por medio de las publicaciones periódicas llegó a ser convencimiento lo que antes no era más que instinto en la generalidad de las poblaciones"11. En conclusión, podemos apreciar que en la revolución emancipadora, sobre todo en los primeros años, no hubo un pensamiento político único.

Continuando con su estudio, Cortés destaca el hecho de que si bien el elemento indígena nutrió los ejércitos patriotas fueron, sobretodo, criollos y mestizos las fuerzas vivificantes de la independencia. "Una gran porción de la población indígena del Alto Perú tomó parte en la contienda; pero eran los hijos de los españoles los que la dirigían"12.

Para Cortés la independencia es un hecho necesario que respondía a una exigencia de progreso. La sacrificada lucha llevada a cabo para obtenerla justifica la existencia de Bolivia "como nación soberana, libre e independiente de todas las naciones del antiguo y nuevo mundo". Pero este hecho, no era suficiente, también es necesario gobernarse y el sistema representativo en la forma que se lo adoptó: incompleto y con una escasa preparación de las ex-colonias para recibirlo, condujo al país a la anarquía. "El gran remedio de males que nos aquejan, lo mismo que la gran esperanza para el porvenir, consiste en aceptar francamente y en toda su plenitud los principios del sistema representativo, que hasta hoy no se han puesto en práctica más que a medias"13.

Bolivia, cree Cortés, se hallaba atravesando un período de crisis. La quiebra de las instituciones coloniales y la adopción de nuevas formas, que no habían llegado a excluir el viejo orden, creaba en la sociedad un ambiente de desorganización. El Ensayo sobre la Historia de Bolivia no es la única obra escrita para tratar de comprender y superar una época de crisis. Nuestro historiador analiza el conjunto de causas que desembocó en esa época, tan extrañamente paradójica, tiempo de desesperanza y esperanza. Trabajo nacido de una necesidad, responde plenamente a ella, mostrando que tanto la independencia como la república, a pesar de su inestabilidad, de sus etapas despotismo y arbitrariedad, fueron hechos indispensables en la marcha del progreso.

Complementa el cuadro histórico un ligero análisis de los gobiernos republicanos hasta la caída de Córdoba. Merece destacarse el juicio sobre el gobierno del Mariscal Don Andrés de Santa Cruz. En general, él no es desfavorable a la persona del Mariscal, más no puede decirse otro tanto de la Confederación. Sobre este punto, Cortés no parece sino reflejar la opinión de su época, la que por falta de una perspectiva histórica fue contraria a la Confederación. "La gloria de nuestras armas no podía compensar la pérdida de nuestra nacionalidad. Bolivia, que conoció que no sólo se prodigaba inútilmente la sangre de sus hijos, sino que se quería someterla a la condición de una provincia peruana, se levantó en masa con el nuevo gobierno que se trataba de imponerle"14. Estos juicios, no son sino la exteriorización de la falta de comprensión de una época, que dominada por estrechos criterios, perdió la verdadera proyección de los acontecimientos.

Mas en otras páginas Cortés, se muestra como un historiador que también es capaz de valorar los hechos y darles el significado que realmente tienen. La batalla de Ingavi, no fue otro hecho de armas más, fue la consolidación de la independencia, de Bolivia que en esta forma quedó definitivamente sellada: "Con la victoria de Ingavi dejó de ser un problema la independencia de la República"15.

El gobierno de Belzu, es sin duda juzgado con mucha severidad. Fernando Diez de Medina en su Literatura Boliviana, al hablar del ensayo nos dice: "Hay un crítico que opina que su libro (El Ensayo) contribuyó a derribar el gobierno demagógico de Belzu". Hecho del todo imposible, porque la primera edición del trabajo que examinamos se publicó en 1861 y la transmisión legal del mando en beneficio de Córdoba la realizó Belzu el 15 de agosto de 1855. Cortés al juzgar la administración de Belzu, mantiene difícilmente la serenidad de sus juicios. Es indudable que para un historiador resulta problemático guardar la objetividad de sus juicios al describir acontecimientos en los que él mismo ha tomado parte. Generalmente en estos casos se tiende a proyectar sentimientos ajenos al hecho mismo que se examina, deformándose la verdad histórica. Pero ni por este motivo se puede tildar al ensayo de Cortés de obra parcial, más bien en general, nuestro historiador, se mantiene dentro de su intención de juzgar la historia con imparcialidad, más no con indiferencia.

Los últimos capítulos se refieren a la instrucción, literatura, legislación y costumbres, que dan un panorama completo, aunque sintético, de la cultura boliviana a mediados del siglo pasado. Cortés es uno de los que primero se aventura en el campo de la crítica literaria, posiblemente Gabriel René Moreno es el único que le precede con algunos estudios.

Al examinar la situación de nuestra literatura da a esta palabra un significado tan amplio, que prácticamente comprende todas las ciencias a excepción de las exactas. Señala como rasgo característico de las letras bolivianas el sentimiento de libertad que inspira a nuestros literatos. Destaca también la influencia del romanticismo: "Conociendo poco los más de nuestros poetas a los clásicos, y teniendo a la vista sólo las producciones de la escuela romántica francesa, no tienen esa templanza que refrena los arranques exagerados: por eso su entusiasmo raya a veces en delirio"16. Cortés al igual que Vaca Guzmán, lamenta el abandono de lo nacional como tema inspirador de nuestras letras. Sin embargo, tal afirmación no es del todo exacta, ya que nuestras primeras novelas tienen como fondo ambientes nacionales.

El estado embrionario de nuestras letras es explicado por Cortés, no como generalmente se hace, afirmando que son las convulsiones sociales las que impiden el desarrollo de la literatura. Cortés nos dice que la historia atestigua que las producciones de más valía han nacido del seno de las agitaciones civiles y encuentra más bien que el verdadero motivo es la falta de dedicación en nuestros literatos.

Muchos de los nombres citados por el autor del ensayo, han desaparecido del panorama de la literatura nacional, tal vez por falta de méritos para perdurar, o quizás, injustamente olvidados, así por ejemplo: S. Lora autor del drama histórico La Paz Libertada; los poetas Ricardo Condarco y Gerardo Alvarez; el primer economista boliviano autor de los Principios de Economía Política Aplicados al Estado Actual y Circunstancias de Bolivia que apareció en 1945, Julián Prudencio; Trifón Medinacelli autor de trabajos diversos sobre economía, finanzas, política, etc.

Don José Matías Carrasco a quién se debe la descripción sinóptica de Moxos, Venegas autor de un ensayo sobre las revoluciones y muchos otros dedicados a trabajos de jurisprudencia, filosofía, que, en esa época despertaban alguna curiosidad, porque en Bolivia jamás ha habido un interés real por la literatura. La mayoría de las realizaciones de nuestros intelectuales caen en el vacío hasta que la indiferencia unida al tiempo, termina por borrar toda huella de ellos y de sus inquietudes.

Con referencia a la literatura jurídica se encuentran en el ensayo interesantes datos sobre aquel período heroico de nuestras leyes, y de los hombres que con su esfuerzo lucharon por encaminar el país hacia el orden y la justicia. El capítulo final dedicado a las costumbres, es un verdadero trabajo sociológico que contiene un compendio informativo sobre la sociedad boliviana de la primera mitad del siglo pasado. Cortés es uno de los iniciadores de los estudios sociales en Bolivia, escasamente algunos años más tarde a la aparición de la Sociología en Europa, como disciplina sistemática gracias al pensamiento positivista de Comte.

 

NOTAS

1 Publicado en Logos, No. 4, La Paz, Universidad Mayor de San Andrés - Facultad de Filosofía y Letras, 1968 (N. del E.).

2 Manuel José Cortés, Ensayo sobre la Historia de Bolivia, Sucre, Beeche, 1861, Pág. 1.

3 Cortés, Óp. Cit. Pág. 94.

4 Ibíd., Pág. 1.

5 Ibíd.

6 Ibíd.

7 Enrique Finot, Historia de la Literatura Boliviana, 2o Ed., 1955, Pág. 210.

8 Cortés, Óp. Cit., Pág. 2.

9 Citado por L. Paz en el prólogo de los Estudios Históricos de Mons. Taborga.

10 Cortés, Óp. Cit., Pág. 28.

11 Ibíd., Pág. 83.

12 Ibíd., Pág. 94.

13 Ibíd., Pág. 231.

14 Ibíd., Pág. 158.

15 Ibíd., Pág. 178.

16 Ibíd.,Pág.238.

 

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