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Temas Sociales

versión impresa ISSN 0040-2915versión On-line ISSN 2413-5720

Temas Sociales  no.33 La Paz set. 2013

 

SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA Y DEL CAMPO INTELECTUAL

 

Resistencias metodológicas y sus manifestaciones en la práctica científica y académica boliviana

 

 

Carlos Ernesto Ichuta Nina1

 

 


Resumen

Este artículo consiste en una crítica a la práctica científica y académica boliviana, considerando específicamente el ámbito de las ciencias sociales. Enfocamos nuestra crítica a partir de un defecto que consideramos fundamental para que dicha práctica se encuentre en un estado de atraso y pobreza: la resistencia metodológica. Dicho defecto se manifestaría en: a) una maniquea separación del método y la teoría; b) el endiosamiento, a discreción, de autores ensalzados mucho más por sus virtudes provocativas que por sus aportes científicos; c) la privatización del conocimiento a través de la conformación de oligarquías intelectuales, seducidos por posturas provocadoras que se dan a la tarea de defender; d) el afán de constitución de pensamientos únicos, por parte de esas oligarquías, y el consecuente choque entre bandos de intelectuales; e) la masiva publicación de libros sin rigor científico ni académico; y f) la constitución de un perfil del egresado universitario capacitado más para intervenir políticamente que académicamente.

Palabras clave: Bolivia, práctica científica y académica, resistencias metodológicas.


 

 

Introducción

Independientemente de los problemas estructurales que determinan el atraso y la pobreza del país, en todos los ámbitos imaginables, existe un hecho específicamente relacionado con la práctica científica y académica que determina su también estado de atraso y pobreza. Ese hecho consistiría en aquello que identificamos como resistencias metodológicas. Una resistencia metodológica se expresaría como un defecto porque supondría el rechazo, cuestionamiento o simplemente desconocimiento de las grandes tradiciones metodológicas que vendrían marcando el desarrollo científico en el mundo. En este sentido, la actividad y la práctica científica y académica se desarrollarían omitiendo la histórica discusión que se produjo entre esas dos grandes tradiciones metodológicas y el enorme desarrollo científico al que dieron lugar. Como consecuencia de ese hecho, el campo científico y académico boliviano quedaría constituido como un ámbito anárquico y notoriamente viciado.

Las resistencias metodológicas no estarían determinadas únicamente por la pobreza y el atraso estructurales del país, sino también por ciertos complejos que se habrían ido desarrollando en el propio ámbito científico y académico bolivianos, llegando a constituirse en una especie de rasgos históricos y tradicionales. Tal sería el caso, en primer lugar, del rechazo selectivo que científicos y académicos expresarían hacia todo lo que proviene de afuera. Este complejo, puesto de moda actualmente como anti-occidentalismo, no sería reciente, sino precisamente histórico y característico de una mentalidad provinciana que se habría adueñado de las formas de hacer ciencia en el país. Merced a ese complejo, en segundo lugar, las resistencias metodológicas estarían determinadas también por un exacerbado etnocentrismo basado en la suposición de que todo lo que pasa en Bolivia sólo ocurriría en Bolivia y que, por tanto, gran parte, sino toda explicación basada en marcos explicativos provenientes del extranjero sería inadecuada para analizar nuestra realidad, sobre todo si dicho marco provendría de occidente. En tercer lugar, y de acuerdo con todo lo anterior, las resistencias metodológicas estarían determinadas finalmente por un radical afán innovador, a partir de lo cual se manifestarían precisamente tales resistencias.

Las manifestaciones de ese defecto serían múltiples y muchos críticos de la práctica científica y académica boliviana las han señalado, informalmente, a lo largo de los años. Pero, otra vez, considerando estrictamente el ámbito científico y académico boliviano, aquellas resistencias metodológicas se manifestarían a través de los siguientes vicios, algunos de los cuáles serían bastante evidentes:

a)    La maniquea separación, por parte de quienes se dedican a la práctica científica y académica, del método y la teoría científica, prefiriéndose el contenido provocador de esto último debido a una inclinación de los estudiosos a tomar partido por conceptos rimbombantes, enunciados grandilocuentes, peroratas discursivas y provocaciones políticas.

b)    Por efecto de esa inclinación, lo que se produciría en la práctica científica y académica boliviana sería un endiosamiento, a discreción, de ciertos autores que serían ensalzados mucho más por sus virtudes provocativas, leídas siempre en clave política e ideológica, que por sus contribuciones y aportes científicos que deberían ser sometidos a discusión.

c)    Lo anterior se encontraría relacionado, además, con una especie de privatización del conocimiento que científicos y académicos ejercerían a través de la conformación de oligarquías intelectuales. Estas propiciarían precisamente la consagración de ciertos autores y teorías únicamente, y no la plural discusión académica y eminentemente científica.

d)    Por efecto de ello, sucedería la pretensión de estudiosos e intelectuales bolivianos de sentar un pensamiento único en el país, que sin embargo daría lugar a un permanente choque entre bandos de intelectuales, los cuáles no protagonizarían sin embargo una disputa por la verdad científica, sino solamente un enfrentamiento político-ideológico.

e)    Por tales hechos, lo que se produciría en el país sería una anarquía científica y académica que se expresaría a través de la arrebatada publicación de libros no ceñidos ni sujetos a rigurosos patrones científicos. De ahí que en el país todo el mundo publicaría lo que quiere.

f) Finalmente, ese círculo vicioso quedaría cerrado por el perfil del egresado universitario, quien al ser el principal afectado por aquellos vicios académicos, se encontraría mucho más capacitado para intervenir política e ideológicamente, que académica y científicamente.

Después de revisar, someramente, las principales tradiciones metodológicas que definirían el rumbo de la práctica científica y académica en el mundo, y después de referir el sentido de la discusión que se produciría entre esas dos grandes tradiciones, profundizaremos en adelante el tema de las resistencias metodológicas que referiría la forma en la cual se produciría la práctica científica y académica en Bolivia. Esta profundización será posible a partir de la puntualización de cada uno de los vicios académicos que darían cuenta de esas resistencias metodológicas. Cerramos el trabajo con las conclusiones sugiriendo algunas soluciones al problema que, sin embargo, requeriría de más profundos y sobrios análisis.

 

Las grandes tradiciones metodológicas

El método y la teoría son inherentes a la práctica científica y académica, porque ambas son los insumos fundamentales e inseparables del análisis de un determinado hecho o fenómeno social. Ello mismo hace posible la validez científica de las explicaciones, pues éstas derivan de una adecuada aplicación metodológica que permite al mismo tiempo la construcción de una determinada teoría; así la crítica de una teoría cualquiera sería posible a través del análisis del método aplicado en la explicación científica de los hechos o fenómenos sociales. Por esto, dominar el método y la teoría supone para el estudioso estar consciente de los supuestos y las implicaciones de lo que está investigando (Mills, 1961). Pero aunque en función de los requerimientos de la investigación de un determinado hecho, fenómeno u objeto de la realidad, la innovación metodológica ha sido considerada siempre un recurso "válido", el debate en torno al adecuado procedimiento para la investigación científica derivó de la vieja confrontación entre lógicos y matemáticos; esto porque tanto la lógica como la matemática fueron consideradas elementales en el pensamiento científico.

Sin embargo, fue en el campo de la sociología en el que esa confrontación adquirió una mayor intensidad y su necesidad de mayor discusión, cuando Emil Durkheim defendió las posibilidades de una sociología explicativa y Max Weber de una sociología comprensiva. Pero esta discusión no consistió en una simple disputa por el adjetivo más adecuado a la sociología, sino que se trató de una disputa en términos de la validez científica de las explicaciones y del adecuado procedimiento para la investigación científica, que fue avivada y seguida por discípulos y exégetas. La discusión llegó a tal punto, que tanto el planteamiento de Durkheim como la postura de Weber dieron lugar a la formalización de los métodos cualitativo y cuantitativo, los cuáles fueron "erigidos" de igual manera como procedimientos válidos para la investigación científica. Es decir, ambos métodos fueron formulados en términos contrastantes, no solamente debido a la naturaleza de aquella discusión, sino también debido a que ambos procedimientos contaban con una larga historia que las fue constituyendo como grandes tradiciones de la práctica científica y académica.

Merced a ello, en el ámbito de la sociología clásica los métodos cualitativo y cuantitativo llegaron a ser vistos como profundamente irreconciliables, dado que no se creía posible, adecuado, ni legítimo la explicación de lo social a través de leyes naturales o a través de simples mediciones matemáticas (Adcock y Collier, 2001; Bericat, 1998: 15-17; Brannen, 1992; FieldingyFielding, 1986; Sartori, 2004; Smith, 1983; Weber, 1993).

 

El debate entre cualitativistas y cuantitativistas

Sin embargo, desde la sociología durkheimiana el método cuantitativo fue formalizado sobre bases fundamentalmente positivistas. Esto porque dicha sociología defendía la idea de que la realidad social debía ser explicada a partir de la consideración de los hechos sociales como cosas, en la medida en que éstas eran vistas como partes constituyentes de un todo dotado de un poder coercitivo sobre el individuo; sin embargo, esta forma de explicar la realidad social llegó a ser criticada por los cualitativistas, ya que éstos asumían que proceder de esa manera suponía convertir al sujeto de análisis en un mero objeto de estudio, del cual sólo se podía servir el sujeto investigador. Esta crítica provenía precisamente de la sociología weberiana, en torno a la cual fue formalizado el método cualitativo. A diferencia de la anterior, la sociología weberiana se orientaba más bien por la necesidad de comprender la realidad social como un todo y no como la suma de partes, y en virtud de ello asumía que sólo podían interpretarse el sentido de las formas de acción de los individuos, las cuales daban cuenta de una determinada racionalidad; así, lo social podía ser comprendido a través de las acciones de los individuos, los cuales en comunicación con el investigador se constituían en sujetos de la misma realidad; sin embargo, esta forma de comprender la realidad social fue criticada por los cuantitativistas, para quienes proceder de esa manera suponía tender hacia interpretaciones meramente subjetivas y no hacia explicaciones científicas (Bericat, 1998; Sartori, 2004; Weber, 1993: 7-13).

A partir de esas marcadas diferencias, los estudios basados en el método cualitativo pasaron a ser identificados como descripciones particularistas, inductivas, descriptivas y holísticas; refiriendo esto último a la explicación de lo estudiado como un todo y la inaplicabilidad inmediata de las conclusiones, en la explicación de otros casos; por el contrario, los estudios basados en el método cuantitativo pasaron a ser identificados como medibles y objetivos, dada su capacidad explicativa de los hechos sociales como palpables y contables y, por tanto, útiles para la inducción probabilista y la inferencia deductiva; por este motivo, los estudios cuantitativos pasaron a ser vistos también como capaces de ofrecer explicaciones generalizables y aplicables a otros casos (Bericat, 1998; Bran-nen, 1992; Creswell, 2009, 1998; Fieldingy Fielding, 1986; Ragin, 1987; Smith, 1983). Sin embargo, en la práctica científica las diferencias anotadas eran menos reconocibles, ya que el investigador podía encontrar en ambos métodos facilidades igualmente operativas. Es decir, en el trabajo estrictamente científico las distinciones metodológicas anotadas parecían algo forzadas, pues cada método parecía útil en alguna medida en un mismo estudio. Pero esta tendencia a sacar igual provecho de los métodos fue rechazada por los defensores de la llamada "lógica segregacionista de métodos", los cuales abogaron más bien por la operatividad del método cualitativo y el método cuantitativo en problemas que les eran estrictamente propios (Bericat, 1998: 30).

En función de ello, a las distinciones que hacían irreconciliables ambos métodos, la lógica segregacionista fue sumando otras. Por ejemplo, los estudios cuantitativos fueron definidos como estudios orientados por el nivel macrosocial, mientras que los estudios cualitativos fueron definidos como estudios orientados por el nivel del sistema (Creswell, 2009; Ragin, 1987: 3). Sin embargo, en contra de los defensores de la lógica segregacionista de métodos, los estudios de un individuo, de un fenómeno, de un grupo social, de un caso y de una unidad macrosocial ya constituían los grandes aportes de los estudios cualitativos (Adcock y Collier, 2001; Creswell, 2009, 1998; Fox-Steffensmeier et al., 2008; Goertz, 2008). Precisamente, de acuerdo a la lógica segregacionista de métodos, los estudios cualitativos fueron caracterizados también como estudios orientados por casos, mientras que los estudios cuantitativos fueron caracterizados como estudios orientados por variables. Esta distinción justificaba, además, la gran atención que los estudios cualitativos suelen prestarle a las condiciones histórico-contextuales y la atención que los estudios cuantitativos suelen prestarle a los procedimientos matemáticos (Creswell, 2009; Ragin, 1987). Mas en contra de la lógica segregacionista, esta distinción omitía la importancia que la explicación histórico-contextual llegaba a tener en los estudios basados en la pura relación matemática de variables; de la misma manera, esta relación de variables, aunque en un sentido menos matemático, también tendía a ser fundamental en los estudios cualitativos.

En vista de esas objeciones que apuntaban a invalidar la lógica segregacionista de métodos, algunos autores plantearon que las diferencias entre los métodos deberían ser establecidas, más bien, en función de los datos con los cuales trabajaban y por el tipo de metas que los estudios pretendían alcanzar (Ragin, 1987: 16). Sin embargo, en función de las metas muchas distinciones anotadas fueron corroboradas e incluso profundizadas; no fue el caso de los datos, sólo que gracias a la diferente naturaleza de éstos, el método cualitativo apareció relacionado con la fenomenología y el método cuantitativo con la estadística. Es decir, a partir de la sugerencia de que los métodos deberían ser diferenciados más bien por los datos y por el tipo de metas que los estudios pretendían alcanzar, la lógica segregacionista de métodos se impuso con más fuerza, ya que la estadística le exigía al investigador la desagregación de casos como variables y el examen de sus relaciones, mientras que la fenomenología le exigía atención en el análisis histórico-contextual (Ragin, 1987:16-17; Sartori, 2004). De este modo, la brecha entre cualitativistas y cuantitativistas se ensanchó mucho más, sobre todo cuando del lado del método cuantitativo apareció la poderosa técnica estadística de selección de muestras representativas; es más, en función de ésta, según los cuantitativistas, a lo más que se podía aspirar con el método cualitativo era a ofrecer descripciones simplemente significativas de la realidad social, mientras que la estadística permitía la explicación científica de ella, en términos de su representatividad.

Precisamente por ello, los estudios cualitativos llegaron a ser vistos como eminentemente descriptivos y los estudios cuantitativos como eminentemente explicativos. Pero esta determinante distinción hizo posible la revelación de las más grandes debilidades de ambos métodos, ya que lo que cuantitativamente se lograba en extensión, cualitativamente se lograba en profundidad, pero nunca las dos cosas ala vez. En términos de un gran e inacabado debate científico, esto dio paso incluso al difícil problema de la vinculación micro-macro, que muchos estudiosos intentaron e intentan resolver en la actualidad. La llamada "ciencia social comparativa" surgió precisamente como una solución a ese problema, pues en el ámbito de la investigación comparada, con N casos, el "investigador cuantitativista" se vería siempre obligado a familiarizarse con sus casos de análisis para hacer comparaciones mínimamente significativas. Incluso hubo quienes asumieron que en el ámbito comparativo la tradición cualitativa recobraba su lugar perdido; es más, se hacía más fuerte, porque la comparación exigía el diseño de estudios con un pequeño número de casos "n" y con base en cuestiones históricas y empíricas bien definidas (Mahoney, 2005: 3-5; Munck, 2007: 56-57; Munck y Snyder, 2006; Ragin, 1987: 11-17).

La idea de recobrar el lugar perdido para el método cualitativo, reflejó de esa manera el estado en el cual había caído dicho método, en su disputa por el problema de la validez científica. Y como tal disputa tuvo que ver con la ocupación del lugar de los paradigmas, el método cualitativo había sido desplazado por el robusto método cuantitativo, gracias a lo cual se produjo, desde muy temprano, la hegemonía neo-positivista; esto, específicamente desde el boom de la técnica de encuesta (acaecido en los años treinta del siglo pasado) y el consecuente y progresivo desarrollo, hasta nuestros días, de cada vez más complejos modelos estadísticos. Por esto mismo, el desarrollo de programas computacionales de análisis de datos cuantitativos, como el SPSS, STATA, STRATA, por citar los más conocidos, e incluso de análisis cualitativo, como el N6, NVivo, el Atlas, ti, Ethnograph, también entre los más conocidos, reflejan la mencionada hegemonía neo-positivista y el estado simplemente descriptivo en el cual se encontrarían los estudios cualitativos.

 

La integración de métodos

Sin embargo, como dijimos, hubo varios intentos por recuperar el lugar perdido del método cualitativo y la ciencia social comparativa no supuso el único intento. Quizá el principal esfuerzo en este sentido le correspondió a quienes intentaron la integración de métodos. Precisamente, frente a la disputa por la validez científica de las explicaciones y en contra de la lógica segregacionista, fue surgiendo una lógica integracionista de métodos que identificó en aquélla confrontación una limitación a las posibilidades de la ciencia para alcanzar comprensiones y explicaciones, descripciones y cuantificaciones, críticas y legitimaciones, validas, precisas y fiables de la realidad social (Bericat, 1998: 17-30). En función de ello, los críticos de la lógica segregacionista plantearon la integración metodológica cualitativa-cuantitativa, abogando por una mezcla de procedimientos sobre la base del aprovechamiento de sus fortalezas, en tanto medio de disminución de sus debilidades (Bericat, 1998; Creswell, 2009: 203;FearonyLaitin, 2008).

Tal integración fue considerada posible, porque: a) la lógica de inferencia que fundamentaría la búsqueda de explicaciones, a través de los métodos cualitativo y cuantitativo, en el fondo sería la misma2; b) en el plano del análisis de datos, no sería posible postular una cantidad sino de una predeterminada cualidad y, a la inversa, no sería posible postular una cualidad sino de una predeterminada cantidad; c) gran parte de la información con la cual trabajarían los investigadores sería de naturaleza cualitativa y esta información sería siempre analizable cuantitativamente; d) los métodos serían instrumentos de análisis no sujetos a tradiciones epistemológicas ni filosóficas, sino a inferencias dependientes únicamente de la comprobación ad infinitum (Bericat, 1998: 34; Creswell, 2009; Fox-Steffensmeier et al., 2008: 3-5; King et al., 1994: 4; Udo, 2001: 2).

Mas a pesar de esos argumentos, los procedimientos de integración, o también llamados "diseños multi-método", no coinciden en un solo esquema integrador (Collier y Colin, 2008;Creswell, 2009). Los más conocidos son la integración por complementación (basado en el uso independiente de métodos y en la contrastación de resultados), la integración por combinación (basado en el uso subsidiario que compensaría la debilidad del método enfocado) y la integración por triangulación (basado en el uso independiente de métodos sobre la misma parcela de la realidad) (Bericat, 1998: 38-40; Creswell, 2009). Incluso dentro de cada procedimiento se han venido desarrollando varios ejercicios (Bericat, 1998; Colliery Colin, 2008; Creswell, 2009; Erzberger y Prein, 1997; Fielding y Fielding, 1986). Debido a esa pluralidad de procedimientos, en la integración metodológica no siempre se procede a una integración de métodos en el sentido estricto del término, sobre todo cuando la integración es utilizada para validar resultados a través del uso paralelo de métodos, pues este procedimiento tiende a validar la lógica segregacionista cuando los resultados de la investigación llegan a ser distintos, según cada aplicación metodológica (Creswell, 2009: 208-218). En cambio, la integración metodológica propiamente dicha procedería como "modelo mixto", según el cual, el análisis ocurriría dentro de ambos métodos; en el método cuantitativo a través de la descripción textual y en el método cualitativo a través del análisis numérico inferencial; la inferencia numérica sería sustentada de ese modo por el análisis descriptivo y la descripción temática por la cuantificación (Brannen, 1992; Creswell, 2009: 218; Fearon y Laitin, 2008). Es decir, la integración metodológica procedería por sincronización de datos cualitativos y datos cuantitativos.

En ese sentido, la integración metodológica constituye una vía de fortalecimiento de los métodos cualitativo y cuantitativo, merced a lo cual existe de parte de los estudiosos una cierta inclinación a teorizar lo que se pretende medir o medir lo que se ha llegado a teorizar (Adcock y Collier, 2001; Fox-Steffensmeier et al., 2008; Goertz, 2008). Sin embargo, en la investigación científica actual los estudios eminentemente cualitativos y los estudios eminentemente cuantitativos siguen validando indirectamente la lógica segregacionista de métodos, debido sobre todo a que no existe en el mundo una producción desproporcionada de un solo tipo de estudios (Muncky Snyder, 2006; Schedler y Mudde, 2010). Por tanto, el método cuantitativo y el método cualitativo siguen siendo los procedimientos fundamentales de la investigación científica que determinaron y seguirían determinando el desarrollo de la ciencia y el surgimiento de las más importantes contribuciones teóricas y disciplinarias. Incluso por efecto de la hegemonía neo-positivista se ha venido produciendo el surgimiento de una ciencia social derivada de la matemática aplicada a las ciencias sociales, cuyos avances están permitiendo el repunte de la economía, la cual viene constituyéndose en la principal rival de la sociología y la ciencia política (Portes, 2006).

 

La recepción de los métodos cualitativo y cuantitativo en Bolivia

Más allá de los alcances de la integración metodológica en torno a las grandes tradiciones cualitativa y cuantitativa, se han desarrollado importantes estudios en el mundo; varios de los libros y artículos hasta aquí citados contienen diferentes ejemplos de ello. Sin embargo, en el caso boliviano3 no es posible identificar claramente la adopción de las grandes tradiciones metodológicas, debido a que pocos estudiosos se han dado a la tarea de acercarse a la vieja discusión metodológica. Más bien, la mayoría de los estudios se desarrollan en función de cierta facilidad que encuentran en describir fenómenos sociales, sin que esto tenga que ver necesariamente con una defensa o una consideración del método cualitativo. Prueba de este hecho es la generación de una infinidad de estudios fenoménicos en libros, tesis, memorias, trabajos dirigidos, etc., incapaces de ser agrupados en una disciplina distintiva a partir precisamente de su diseño, construcción, definición y delimitación de su estrategia metodológica que les permita diferenciar los unos de los otros. Por ejemplo, no existe un criterio metodológico que permita agrupar los estudios de los movimientos sociales en Bolivia, pese a que estos son abundantes. Porque la mayoría de estos estudios están basados únicamente en experiencias, descripciones de lo visto o apologías que carecen de una definición metodológica clara, que impide incluso identificarlos como una disciplina en el ámbito de los estudios sociológicos bolivianos.

Por otro lado, existe también entre los estudiosos bolivianos una adopción mecánica e inconsciente de ciertos procedimientos en el análisis de determinados hechos sociales, tanto que ello parece proceder de manera acrítica y simplemente por intuición. Es el caso, por ejemplo, de los estudios dedicados al análisis de la cultura política y todo tema que tiene que ver con la medición de percepciones, valoraciones y opiniones políticas, éstas son referidas numéricamente pero en una forma muy simple y artesanal.

Así, lo que tradicionalmente se ha venido dando en la práctica científica y académica boliviana ha sido una marcada resistencia hacia los métodos cualitativo y cuantitativo, y a la gran discusión histórica que ha estado detrás de esa distinción. Es decir, los estudiosos bolivianos han omitido la vieja y nunca acabada discusión en torno al apropiado procedimiento de la investigación científica y a los productos que se han originado a partir de esa confrontación. Alo que tendieron los estudiosos bolivianos fue más bien a la persistente innovación metodológica, con deficientes resultados en la mayoría de casos.

Dicho de manera consustancial, la práctica científica y académica, en Bolivia, se ha desarrollado, consciente o inconscientemente, a la manera de Paul Feyerabend (1986), quien a través de su Tratado contra el método, abogaba precisamente por desprenderse del debate entre cuantitativistas y cualitativistas, por considerarlo una disputa con base en pretensiones de validez y con una fuerte carga normativista y determinista de la práctica científica que no daba lugar a la innovación metodológica. Feyerabend era en ese sentido un defensor de la anarquía en la práctica científica, lo que suponía defender la adecuación metodológica de acuerdo a los propios requerimientos de la investigación, pero sin sujetarse a patrones, leyes, ninormas teóricas histórica y epistemológicamente definidas.

Sea por desconocimiento de aquélla histórica discusión epistemológica, sea por falta de acceso a este debate o sea simplemente porque la práctica científica y académica giró en torno a otras discusiones y otras preocupaciones, en el ámbito de la práctica científica y académica boliviana, existen pues resistencias metodológicas. Pero esa indiferencia hacia el debate producido en la ciencia occidental no ha sido privativa del caso boliviano, ha sido más bien común en América Latina, al menos por un determinado tiempo. Ello ha sido así, por la tradición humanista imperante en las universidades latinoamericanas y por la lógica reticencia hacia la tradición positivista occidental; por el rechazo hacia todo lo que proviene precisamente de occidente y por el marcado anti-norteamericanismo cultivado incluso académicamente; finalmente, por la búsqueda de respuestas a los problemas políticos de la región que hizo posible la omisión de las grandes discusiones científicas (Seligson, 2002).

En el caso específicamente boliviano, las resistencias metodológicas han sido determinadas efectivamente por un rechazo hacia todo lo que viene de afuera; pero este rechazo ha sido siempre selectivo o matizado, pues se ha expresado en una animadversión hacia todo lo que proviene de occidente y en una cierta reverencia hacia lo que intelectualmente proviene de algunos países de Europa. Esta irónica y contradictoria actitud ha tenido su asidero en un exacerbado etnocentrismo y en un provincianismo radicado en la extrema particularización de los problemas del país, desde cuyo punto de vista se asume que para la explicación y análisis de estos problemas sociales sería inadecuada cualquier teoría proveniente de afuera, pero especialmente de occidente. Por esto, el anti-occidentalismo, puesto de moda actualmente, no sería reciente, sino más bien supondría un vicio histórico y característico de los académicos y científicos del país. Por este motivo, las resistencias metodológicas han derivado de una especie de xenofobia académica selectiva y de una profunda falta de modestia ante la producción científica mundial, pues a razón de la aseveración de que los problemas locales del país son peculiares y particulares, se pretende innovarlo todo.

Las manifestaciones de dichas resistencias podrían ser consideradas graves, sobre todo porque aquellos factores que las determinan no han desaparecido y han hecho posible, más bien, el mayor estado de pobreza y atraso de la práctica científica y académica boliviana. Pero concluir con esta idea no es suficiente, pues amerita puntualizar las formas en las cuales las resistencias metodológicas se manifestarían, siendo sus vicios los siguientes:

a) La maniquea separación del método y la teoría

A diferencia de lo que ocurre con la bien encaminada práctica científica, en la que el método y la teoría constituyen los factores indisolubles e inseparables de la investigación científica, entre científicos y académicos bolivianos, existiría más bien una notoria tendencia a separar dichos factores. Es decir, los intelectuales omiten las grandes discusiones científicas que se producen en el mundo y cierran los ojos a los avances que hicieron posible que la actividad científica se convierta en un ámbito abrumador, sobre todo debido a la multiplicación de teorías y la particularización de los campos de especialización que hacen que todo tema cuente con sus propios debates y sus propias discusiones. Pero aunque actualmente en el ámbito científico existen discusiones teóricas y metodológicas para cada tema, las producciones derivadas de ellas son determinados por una inercia hacia los métodos cualitativo y cuantitativo frente a lo cual se considera vital e importante la modestia de un investigador, dada la probabilidad de que su tema haya sido estudiado antes por otros y siguiendo ciertos procedimientos ya validados (Sarsfield, 2012: 3). Pero lamentablemente en Bolivia son desconocidas muchas de esas teorías y cada tema particular que se pretende estudiar suele ser enfocado, como antaño, a través de meta-teorías o a razón de cierta pretensión de innovación, lo cual refleja precisamente el estado de atraso en el que se encuentra la práctica científica y académica en el país.

Uno de los ejemplos recurrentes, en ese sentido, lo constituye el análisis del comportamiento electoral, disciplina que tiene una larga historia y un profundo debate teórico y metodológico que ha hecho de ésta una de las disciplinas con más alto grado de sofisticación, en el ámbito de la ciencia política. En cambio, a partir de que en Bolivia se ha producido una especie de monopolio explicativo por parte de los estudios de geografía electoral, de orientación básicamente descriptiva y de origen precisamente europeo, los estudios del comportamiento electoral no han progresado más allá de ello; lo que más bien ocurre es una pretensión de los estudiosos de innovar la explicación del comportamiento electoral a partir de procedimientos y teorías que no tienen nada que ver con el tema y que parecen usadas de manera ad hoc, simplemente porque la investigación necesita de una base teórica que sustente las explicaciones, no importando cuál sea ésta. De hecho, la manifestación de este problema se hace mucho más evidente cuando en épocas electorales aparecen autorizados para hablar del tema desde dirigentes sindicales hasta diputados o pensadores indigenistas, los cuales se encuentran lejos de estar especializados en el asunto.

A la par de ese ejemplo, los estudios que adecuados al método cuantitativo pretenden sentar novedades explicativas en el tratamiento de ciertos problemas del país, casi siempre resultan relegados o minimizados. Es más, en producciones conjuntas, este tipo de trabajos muy a menudo ocupan un lugar marginal a diferencia de los trabajos de contenido político e ideológico que incluso a guisa de cuantitativos proceden a simples y elementales procedimientos estadístico-descriptivos, que no por ello son estrictamente científicos. Por el sentido de esos ejemplos podríamos aseverar que la separación entre teoría y método operaría por desconocimiento de las discusiones científicas producidas en el mundo. Por tanto, la omisión sería voluntaria y la separación del método y la teoría maniquea. Un caso ejemplar de ese hecho, por ser reciente sobre todo, lo constituiría el tratamiento que se hizo de la producción científica de Pierre Bourdieu, entre nuestros intelectuales.

En sus diferentes estudios, Bourdieu utilizó militantemente el análisis de correspondencias, una técnica perteneciente a la gama de técnicas adecuadas al método cuantitativo pero diseñado para el análisis de datos cualitativos abundantes. Mediante el análisis de correspondencias, Bourdieu pudo explicar la distinción social, pues dicha herramienta le permitió identificar la constitución de campos diferenciados de consumo y de reproducción cultural. En función de estos campos, los individuos podían ser distinguidos por el tipo de capital al cual tenían acceso y el cual podían acumular, no siendo ese capital necesariamente económico, sino también cultural, simbólico y/o social. Además, los campos de consumo y de reproducción cultural eran vistos como dotados de cierta autonomía, por lo que el acceso a los capitales podía ser definido en términos de una competencia jerárquica, en virtud del cual la distinción social aparecía reproducida por los tipos de vida, las prácticas y las pautas de comportamiento que los individuos no solamente poseían sino que también llegaban a incorporar; de este modo, Bourdieu pudo dar también forma al concepto de hábitus, para dar cuenta de la incorporación de la estructura social en los individuos, los cuales se encargarían de reproducir la misma estructura a través de sus prácticas y su comportamiento cotidiano (Bourdieu, 2005,2003, 1997).

Bourdieu llegó a considerar de esa manera que los sistemas de clasificación que utilizaba la estadística oficial habían sido superadas, al no poner de manifiesto o evadir las diferencias que resultaban de análisis más precisos (Bourdieu, 2003: 9). Sin embargo, Bourdieu fue criticado por utilizar el análisis de correspondencias de cierto modo convenenciero, por su tendencia a elaborar explicaciones forzadas y de este modo superar dificultades teóricas; esto fue considerado así, porque la técnica utilizada por el autor provocaba la invisibilización de otros campos y otros capitales lógicamente deducibles (Criado, 2008; Pinto, 2002). Pero incluso por sobre esas falencias, en el estricto sentido metodológico, los críticos de Bourdieu reconocieron la capacidad del autor para haber dado cuenta de explicaciones sociológicas que se habían dado por "muertas", tras el declive de la sociología marxista y los temas enfocados a través de la teoría de la lucha de clases.

Sin embargo, entre los académicos bolivianos, antes que por sus aportes metodológicos, Bourdieu encontró muchos seguidores precisamente por sus provocaciones políticas y por su orientación post-estructuralista y post-marxista. Así, La Distinción, La Reproducción y Homo Academicus, libros todos ellos de Bourdieu, entre otros, sufrieron graves despedazamientos porque fueron desmenuzados a conveniencia y a discreción; no con un interés científico, sino en clave puramente política, especialmente por la tendencia del autor a criticar la lógica de reproducción de las clases dominantes en la sociedad post-industrial. Ejemplos como el mencionado existen en abundancia. Pero solamente se señala el caso de Bourdieu porque quizá representa adecuadamente otro de los vicios a través de los cuales se manifestarían las resistencias metodológicas: el endiosamiento de autores.

b) El endiosamiento de autores

A partir de la maniquea separación de la teoría y el método, los académicos y científicos bolivianos tienen por vicio endiosar a autores provenientes fundamentalmente de Europa; el anti-occidentalismo es así muy matizado y puede ser revertido si un autor norteamericano adopta una posición antiimperialista o manifiesta una actitud antinorteamericana. Por ello, el endiosamiento de autores opera por la lectura en clave esencialmente política e ideológica de la producción intelectual de un autor proveniente del exterior. Es decir, el endiosamiento encuentra su fundamento en sus posturas políticas, en su capacidad para provocar a aquellos que son identificados como los culpables de los males sociales y en su ideología contraria a los mismos señalados, todo lo cual hace suponer que no solamente la sociedad boliviana sino que también, irónico defecto, sus propios intelectuales serían muy impresionables. Si es así, entonces este país constituiría un terreno apto para hacer exitosa cualquier ilusión teórica o para manufacturar ídolos de barro por su capacidad provocadora.

Como el endiosamiento sería producto del qué tanto causaría ruido un determinado autor y por el sentido en el que lo haría, ese endiosamiento operaría a través de la creación de una efímera moda intelectual sujeto al pronto desencantamiento; mas en un sentido totalmente contrario a la lógica nietzscheana de La caída de los dioses, el endiosamiento operaría por sucesión y la caída de sólo los dioses desencantadores a los que otros endiosados vendrían a suplantar, dependiendo de su postura ideológica y sus provocaciones discursivas.

Jürgen Habermas fue víctima de endiosamiento cuando en su análisis de la acción comunicativa planteó que ésta discurría por permanentes pretensiones de verdad; su endiosamiento fue menor cuando el autor criticó a la izquierda y pidió su transformación, abanderando posturas post-marxistas. Endiosado fue también Michael Foucault, cuando develó el carácter opresivo de la sociedad y su lógica de reproducción a partir de la lógica del bio-poder que condena a nuestras sociedades a permanentes relaciones de dominación. El propio Karl Marx fue víctima de endiosamiento y sus más importantes detractores encabezados por Max Weber y Tal-cott Parsons fueron puestos también en oposición a él, como endiosados. Toni Negri y Michael Hardt fueron endiosados por su crítica al imperio y la sobrevaloración de su tan extraviada noción de multitud. Otros trataron de ser endiosados, como Manuel Castells, al que un intelectual boliviano comparó incluso con Weber; pero este intento de endiosamiento no prosperó porque Castells resultó menos políticamente provocador que otros autores. Y los ejemplos continuarían. Así, desde la sociología fun-cionalista y marxista, pasando por la sociología post-marxista y normati-vista hasta llegar a la actual "sociología indigenista" y el engendro denominado "sociología q'ara", los intelectuales bolivianos serían permanentes creadores de "ismos".

c) La conformación de oligarquías intelectuales

El endiosamiento de autores no se realizaría si éstos pasarían por el "lúgubre callejón" de las observaciones y las disquisiciones científicas; esto haría mucho más difícil que cada autor encuentre fáciles y ocasionales adeptos apareciendo como iluminado. Pero sucede que como un pastor ante las ovejas, entre la intelectualidad boliviana los autores extranjeros con capacidad de impresionar encuentran un campo abierto de potenciales adeptos capaces de asumir, incluso, actitudes de fanáticos. De esta manera, cuando de sudar sabiduría se trata, un intelectual con dicho vicio habla desde las espaldas de sus autores predilectos; en actitud enajenada dice: "tal como diría Habermas"; "según Foucault"; "como dijo Negri". Cuando los intelectuales aspirantes a ser endiosados coinciden no solamente en actitud, sino también en el modo de pensar y en el estar montado sobre las espaldas de su autor endiosado, develan otro vicio característico de la intelectualidad boliviana: la tendencia a formar tribus o logias, hasta devenir en la conformación de oligarquías intelectuales.

Determinado por las condiciones estructurales del país, dicho defecto funciona a la manera de la relación entre patrones y clientes políticos, considerando que el primero dispone privilegiadamente de cierto poder. En el caso de las oligarquías intelectuales, éstas tienen un acceso privilegiado al conocimiento científico, sea por el dominio de idiomas extranjeros, sea por una ocasional relación con autores extranjeros, sea por un acceso a material bibliográfico novedoso o sea por una pertenencia a una red con amplio capital cultural. En este sentido, así como para obtener un puesto político se recurre a prácticas clientelares, al amiguismo, al compadrazgo y a las actitudes serviles, el acceso a las oligarquías intelectuales matiza los mismos procedimientos a partir de ser seguidor de un connotado, a través de aquello que folklóricamente se ha denominado "llunk'eaje" o pongueaje intelectual. El premio a tal actitud consiste en ocupar un sitial entre los oligarcas intelectuales o acceder a un puesto académico, vía padrinazgo de un connotado. Por ello no debe extrañar que todos los que conforman una oligarquía intelectual piensen igual; sin embargo, aun cuando esto es así, la emancipación siempre es posible, especialmente cuando el seguidor no consigue lo que la promisoria imagen del intelectual endiosado supone. El desencanto también es posible a partir de otro encantamiento político.

d) La pretensión del pensamiento único y la disputa entre bandos de intelectuales

De la formación de oligarquías intelectuales deriva la pretensión de sentar un pensamiento único en el país, al cual elegantemente se denomina: "lucha por la hegemonía". La manera de establecer dicho pensamiento consiste en hacerse de seguidores y la vía más efectiva para lograrlos esa través de la dedicación a la actividad académica. Universitarios hambrientos de conocimiento, pero sin madurez, constituyen en este sentido el "ejército intelectual de reserva", cuyo prototipo llega a ser el seguidor fanático que no sólo opera el endiosamiento del intelectual ubicándolo en un pedestal, sino también adoptando sus modos: hablando como él, razonando como él, comportándose como él, vistiendo como él e incluso caminando como él. Mofándose, Balzac refería este defecto en su Teoría del andar.

La intelectualidad boliviana ha reproducido ese vicio permanentemente. Pero la pretensión de sentar un pensamiento único siempre quedó en pretensión y atrapó a la sociedad en un ch’enko político y discursivo, pues a la manera de la lucha por la hegemonía el pensamiento único es inmediatamente respondido por contra-oligarquías agazapadas en ONG's, partidos políticos, fundaciones, los escasos institutos de investigación que fungen más bien como empresas o consultoras, etc. En función de ello se produce siempre un choque entre los que se erigen como los ocasionalmente autorizados para hablar por los problemas del país, un habla que no tiene un carácter científico sino eminentemente político e ideológico, producto de lo cual emerge la simple confrontación entre bandos o puñados de intelectuales.

En ese sentido, la confrontación entre bandos ha procedido siempre por una inicial crítica al estado de cosas y la legitimidad de este discurso ha dependido de una posterior crítica al gobierno de turno, tomando partido naturalmente por el pueblo "sojuzgado", "vilipendiado", "explotado" y cuantos adjetivos existan para manipular tan complejo término. Sin embargo, irónicamente después los oligarcas intelectuales fungen como asesores de gobiernos, a la usanza de los viejos comunistas que solían declararse enemigos principales de la burguesía y amigos militantes del movimiento obrero, a pesar de fungir como revolucionarios de escritorio; mas en plena etapa de "paz democrática", los entonces comunistas aparecían como asesores de gobiernos identificados como enemigos del pueblo. Quizá el vicio de la conformación de las oligarquías intelectuales y su pretensión de sentar un pensamiento único sería menos notable en un medio en el cual existiría el diálogo académico plural. Pero en un ámbito académico y científico raquítico, la conformación y choque entre tribus de intelectuales se hace bastante notoria, mucho más notoria aun si se consideran las siempre recurrentes escasas oportunidades, merced a lo cual los intelectuales bolivianos se perfilan como críticos sin convicción, así como científicos sin vocación, por ser capaces de hacer política desvirtuando la esencia del ser intelectual y académico.

Por eso, como dijimos, la confrontación entre bandos de intelectuales ha sido permanente. En cierto momento surgieron los pensadores del Centro Boliviano de Estudios Multidisciplinarios (Cebem), por partir de un ejemplo, los cuáles no sólo se dieron a la tarea de criticar las prácticas políticas en los tiempos de la democracia pactada, sino que también constituyeron una escuela de pensamiento en el ámbito de las necesarias reformas administrativas, pasando lógicamente por su crítica al Estado centralista. Pero más tarde, esos críticos aparecieron asesorando a los gobiernos que mantuvieron inalterada la condición centralista del Estado, muy a pesar de emprender políticas descentralizadoras.

En su momento también apareció lo que fue identificado como el "pensamiento ILDIS" (Instituto Latinoamericano de Investigaciones Sociales), por poner otro ejemplo, cuyos intelectuales partían de la misma crítica a los gobiernos y más tarde aparecieron asesorándolos y clamando por la eficientización del Estado, poniendo de moda sofisticadas teorías de la gobernanzayla gobernabilidad democrática, en plena era de auge neoliberal.

La identificación del pensamiento ILDIS, como un pensamiento plenamente funcional a las clases dominantes, surgió precisamente del Grupo Comuna y fue éste el que más efectividad tuvo en generar comparsas entre la población universitaria, pues sus integrantes se dedicaban por entero a la actividad académica. Desde esta trinchera, los integrantes del Grupo Comuna se dedicaron a endiosar a cuanto autor los encandilara y en función de esto constituyeron seguidores, apadrinaron a noveles intelectuales y "teorizaron" a rabiar, pero copiando, a costa de la ignorancia de sus seguidores, modelos teóricos en un tiempo adecuado a la crítica contra el neoliberalismo, los partidos tradicionales y el intervencionismo norteamericano. Mas a pesar de ello, los intelectuales del Grupo Comuna fueron acumulando capitales más allá del cultural, sacando provecho de consultorías indiscriminadamente realizadas por igual para los gobiernos de turno, los organismos internacionales, el gobierno norteamericano, las organizaciones populares, etcétera.

Como los intelectuales del ILDIS y los pensadores del Cebem, que encontraron un terreno apto para ser protagonistas en el periodo de reformas constitucionales, los intelectuales del Grupo Comuna encontraron también su momento de protagonismo en la crisis política 2000-2003. La Bolivia plebeya, la multitud, la radicalización democrática, etc., constituyeron precisamente sus teorizaciones ad hoc que auspiciaron el ascenso al gobierno del Movimiento al Socialismo, el declive de los partidos de la democracia pactada y el protagonismo de uno de sus integrantes que busca intelectualizar la gestión política. En efecto, los vicios anotados han sido llevados a la propia gestión del Estado. En función del exacerbado etnocentrismo, se ha formulado así el "pensar el mundo desde Bolivia", a partir del endiosamiento de autores. En estos foros se invitan así a pensadores que directa o indirectamente contribuyen a las pretensiones de sentar un pensamiento único en el país y en esa línea aparecen los endiosados locales a la par de los endiosados extranjeros. Así, en función de la confrontación entre bandos de intelectuales, si en la época neoliberal les tocó a los economistas endiosadores de los Chicago Boys, apropiarse del Estado, ahora les tocó a los sociólogos, alumnos y maestros, que arrastran todos los vicios anotados. Ello supone un hecho lapidario: que la condición de intelectual garantiza el poder político, pero esto que es una mera posibilidad en el mundo, es mucho fácil en Bolivia.

e) La anarquía académica

Dicho todo lo anterior, publicar en Bolivia o darse a conocer intelec-tualmente, no es necesariamente una cuestión de mérito o de plantear un diálogo plural, equitativo y abierto a la retroalimentación multidisciplina-ria, publicar supone más bien encontrar en este aspecto una catapulta para el protagonismo político o burocrático, o para el endiosamiento. Publicar es cuestión de ser apadrinado y gozar de los privilegios que este logro supone; por tanto, publicar no es cuestión de planteamiento de problemas sino de contar con redes o de un capital social en su sentido degenerativo, ya que depende de hacerse de amigos influyentes, de practicar el pongueaje académico y de tejer redes de compadrazgo.

La anarquía académica en la que se encuentra sumida la práctica científica y académica boliviana es la manifestación de esos males, principalmente porque lo que se publica en el país no siempre sigue estrictos patrones científicos, sino más bien la simple lógica de que en este país cada quien escribe lo que quiere. Y para corroborar este hecho basta con echar una mirada a los libros producidos por instituciones que aparentemente fomentan la actividad intelectual y el diálogo académico, pues sus producciones carecen de mínimos requisitos científicos. Publicar una investigación supone incluso decir mucho, pues en realidad lo que tiende a publicarse mayormente no son investigaciones, sino ensayos, reflexiones de actualidad, trabajos parecidos a informes de ONG's, estudios con variadas pretensiones pero que no pasan de ser reportes periodísticos, transcripciones de mesas redondas, memorias o conferencias de endiosados, pobres informes de investigación que omiten la discusión científica. Publicar en Bolivia es pues un acto de simple provocación que, sin embargo, tiene cabida en una sociedad aparentemente politizada.

Pero ese problema no puede ser atribuido únicamente a los afanes de los intelectuales en búsqueda de reconocimiento o aspirantes al protagonismo político. El problema de la anarquía académica es un problema de la falta de regulación de dicha actividad. La inexistencia de entes encargados de esa regulación deja abierta precisamente todas las posibilidades para el desorden académico y científico; para la publicación de lo que se guste e incluso para la proliferación de universidades con programas académicos sin control y plagados de "ismos"; para la publicación de revistas de investigación sin rigor académico que aparecen tan fácilmente como desaparecen. En países como México y Argentina, en donde cuentan con el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), respectivamente, los problemas mencionados se ven de alguna manera aminorados. Desde la regulación de publicaciones, hasta el financiamiento de becas, ambos consejos limitan la anarquía4.

En cambio en Bolivia, la otorgación de becas es hecha a discreción, la anarquía académica una constante, la publicación de libros como panfletos políticos permanente. La inexistencia de regulaciones y de instancias encargadas de otorgarles niveles de calidad a la actividad científica y académica profundiza esos defectos. Lo que es más, esa ausencia condena al atraso y la pobreza permanente de dicha actividad, muestra de lo cual es la falta de institutos de investigación y de dedicación a tiempo completo a la actividad académica. El efecto de tal problema se refleja, además, en la falta de proyección de autores bolivianos en el mundo, sitial que es ocupado por latinoamericanistas o "bolivianistas" extranjeros. El rezago de la práctica científica y académica boliviana puede ser ejemplificada simplemente a partir del tema de la indexación de las revistas académicas que en otras universidades del continente constituye una urgencia; en cambio, la única revista boliviana indexada en los portales académicos es "Tink'azos", muy a pesar de que revistas como "Temas Sociales", tengan la misma antigüedad5. Del mismo modo, portales académicos tales como Jstor, EBSCO, entre otros, son prácticamente desconocidos en el país, cuando las bases de datos de dichos portales son una necesidad ineludible en otras universidades de la región.

f) El perfil del egresado universitario

En la medida en que quienes reproducen las resistencias metodológicas se dedican a la enseñanza universitaria, el perfil resultante del estudiante universitario es un sujeto con diestras habilidades en la provocación política pero limitado científica y académicamente. Es decir, el estudiante universitario se encuentra más capacitado para actuar políticamente que para dedicarse a la actividad científica y en este sentido es más seguidor que líder. Por tanto, la Universidad Boliviana es el principal productor de agentes políticos y en este sentido el diálogo intelectual que se produce en las universidades actualmente, como otrora pasaba con el marxismo y el funcionalismo, se reduce a la oposición al cambio y a las posturas a favor de ello. Esto supone una politización de la actividad académica que es corroborada por la politización al nivel de toda la Universidad, donde las contiendas electorales por los puestos de autoridad son mucho más frecuentes que la contribución al desarrollo o la creación de institutos de investigación especializada.

La Universidad Boliviana se convierte así en una escuela de pensamiento y activismo político y no necesariamente de pensamiento científico y académico. De ahí que no resulte raro que las peroratas intelectuales emerjan desde los universitarios que van a ocupar el Estado, lo mismo que las aberraciones teóricas, como el capitalismo andino-amazónico, o las intervenciones fuertemente ideologizadas y teorizadas. Las resistencias metodológicas se manifiestan, por tanto, en gestores políticos que al momento de erigirse como jueces, se erigen como parte, desempeñando el doble rol del intelectual y del político. Ahora mismo, la gestión gubernamental consiste en un diálogo teórico e intelectual, basado en extravíos conceptuales acerca de lo pluri y lo multicultural, la descolonización y el vivir bien, faltando el cómo (método) de la implantación de eso que discursivamente encandila.

 

Conclusiones

En este trabajo consideramos que, al margen de los problemas estructurales del país que determinarían una condición de atraso y pobreza a todo nivel, la práctica académica y científica se encontraría en igual condición pero sería agravada por las resistencias metodológicas. Este problema se manifestaría a través de muchos vicios que no tenderían a cambiar, lamentablemente, porque si bien existirían esfuerzos por conducir la formación universitaria en función de las dos grandes tradiciones metodológicas que han venido marcando el desarrollo científico en el mundo, estos serían desvirtuados porque lo que se enseñaría como método correspondería a las llamadas técnicas de investigación, las cuales si bien constituyen la parte medular de las tradiciones, constituyen su parte más práctica.

En consecuencia, lo que se requeriría en el país sería la enseñanza metodológica relacionada con la producción teórica en un ámbito no enceguecido por modas intelectuales, sino iluminado por el diálogo científico plural. Esto contrarrestaría de algún modo la formación de oligarquías intelectuales y las pretensiones de sentar pensamientos únicos. Además, convendría la creación de instancias regulatorias autónomas encargadas de promover y precautelar la práctica científica y académica para evitar su anarquía. La creación de dichas instancias obligaría incluso al Estado a crear un presupuesto exclusivo para la actividad científica y académica, y no para cubrir esencialmente salarios de un personal universitario cada vez más grande. La creación de institutos de investigación con personal académico de tiempo completo, permitiría también terminar con el privilegio de puñados de intelectuales que hacen de la actividad científica un privilegio.

Por todo ello, las resistencias metodológicas deben ser consideradas como un problema fundamental en la práctica científica y académica boliviana, pues ellas hacen posible la falta de impacto en el mundo de todo lo que se hace científicamente en el país y en la sola resonancia de todo lo que sucede en éste, precisamente en términos políticos e ideológicos.

 

Notas

1 Doctor en Sociología por la Universidad Nacional Autónoma de México. Maestro en Ciencias Sociales por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales - Sede Académica México. Licenciado en Sociología por la Universidad Mayor de San Andrés. Temas de interés: movimientos sociales, comportamiento electoral, cultura política y propaganda política. Correo electrónico: carlosernesto75@hotmail.com.

2 La inferencia es el procedimiento lógico y abstracto mediante el cual se obtienen conclusiones a partir de una serie de datos u observaciones conocidas como premisas. La deducción (que parte de la idea de que si las premisas son verdaderas, la conclusión también lo es, y cuyo procedimiento lógico consiste en ir de lo general a lo particular) y la inducción (que parte de la idea de que la conclusión general puede ser verdadera, en base a la observación de muchos casos, y cuyo procedimiento lógico consiste en ir de lo particular a lo general), son los procedimientos de inferencia más elementales, a partir de los cuales se desarrollaron otros procedimientos basados en la contrastación repetitiva y la falsación de resultados.

3 En este artículo tampoco se procederá a una revisión exhaustiva de la producción de autores bolivianos. Esto porque es posible que caigamos en importantes omisiones y al hacerlo pequemos de injustos con quienes expresan un mayor esfuerzo en su actividad científica y académica. Además, una revisión exhaustiva de la producción intelectual de autores bolivianos necesitaría no solamente de mayor espacio, sino también de un tipo de abordaje metodológico cuantitativo y cualitativo distinto.

4 En el gobierno de Jaime Paz Zamora, el entonces vicepresidente Luis Ossio Sanjinéz, creó el Consejo Nacional de Ciencias y Tecnología; sin embargo, esta instancia derivó en una simple institución canalizadora de privilegios académicos para familiares de las élites.

5 En el momento de la revisión de este artículo, se pudo comprobar, con beneplácito, que la revista Temas Sociales está siendo indexada en el portal scielo.org.bo.

 

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