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Temas Sociales

Print version ISSN 0040-2915On-line version ISSN 2413-5720

Temas Sociales  no.32 La Paz Nov. 2012

 

SOCIOLOGIA DE LA MOVILIDAD HUMANA Y URBANIZACION

 

Clase media y proceso de cambio

 

 

Danilo Paz Ballivián1

 

 


 

 

1. Premisas

La mirada objetiva de la realidad es aquella que permite ver el pasado desde el presente y no a la inversa; esto porque el horizonte de visibilidad de una sociedad determinada es más completo después que antes. En este hecho radica el carácter acumulativo de la ciencia, el aprendizaje de la sociedad, el ideal del progreso y la justicia social. Conocemos, dice Carlos Marx, la anatomía del mono porque conocemos la anatomía del hombre y no a la inversa.

Otra premisa indispensable es que entendemos el mundo a partir de entender nuestra realidad particular, no solo porque está más cerca y la vivimos cada día. Se tiene que entender como el capitalismo domina en cada país, para entender el sistema capitalista en su conjunto. Irónicamente, como dice Samir Amín, se puede ser economista en EE.UU. sin conocer que se vive en el capitalismo o tener idea del capitalismo en sentido abstracto, pero desconocer el funcionamiento en su realidad concreta.

René Zavaleta, precisamente señalaba que el que conoce una determinada realidad a profundidad puede figurarse el dominio universal del capitalismo. Este verdadero productor de conocimiento, en su ensayo de "Las masas en noviembre", descubre un hecho muy particular de la ideología boliviana. Como producto de la Guerra del Chaco y la Revolución Nacional de 1952, por un lado, y de la debilidad del Estado boliviano frente a la fortaleza de su sociedad, por otro; si la conciencia nacional existe en el pueblo boliviano, dice René Zavaleta, es el nacionalismo revolucionario. En efecto, la única evidencia histórica que tiene el boliviano en su memoria más reciente son los procesos de las nacionalizaciones de los hidrocarburos, las minas, el reparto de la tierra, el voto universal, la creación de la agroindustria en el Oriente, el Estado como el principal empleador, en fin, la reforma educativa, el seguro social y sobre todo el sindicalismo obrero-campesino.

Sin embargo, el descubrimiento más profundo desde el punto de vista sociológico es el de Sergio Almaraz, que en su libro "Réquiem para una república" explica que los procesos revolucionarios son producto de la correlación de fuerzas sociales en un momento determinado, que se dan de una manera particular, por ello, el análisis debe ver estos procesos como un hecho, como lo que son, no como lo que deberían ser, lo segundo es simplemente metafísica. A propósito de la Revolución Nacional de 1952, Sergio Almaraz dice que los bolivianos la hicieron suya y el instrumento para ello fue el MNR. La observación de que habría sido preferible otro tipo de revolución es pueril, porque la historia no es un escaparate. La revolución fue esa y no otra, sin márgenes de elección.

 

2. Desarrollo

La coyuntura actual es un resultado de la crisis del modelo neoliberal que a partir de la Guerra del Agua (Cochabamba 2000) concluye en Octubre Negro (La Paz 2003) que deja un mandato de defensa de los recursos naturales, particularmente de los hidrocarburos, la necesidad de industrialización de nuestras materias primas y en el trasfondo el fortalecimiento del Estado para su participación en la planificación y ejecución del desarrollo soberano del país.

Para preservar el sistema democrático, el pueblo boliviano puso a prueba con ese mandato a dos sucesiones presidenciales del propio neoliberalismo (Carlos Mesa y Eduardo Rodríguez) y tiene que esperar a las elecciones generales de 2005 para encumbrar al instrumento político del Movimiento Al Socialismo (MAS) y su líder Evo Morales que abren un nuevo Proceso de Cambio.

La Revolución Nacional de 1952 y su conductor el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), durante 12 años (1952-1964), ante la presión de los sectores subalternos organizados, particularmente los mineros, distribuye la tierra a los productores directos del área tradicional de Bolivia, estatiza las minas y establece el voto universal, pero al mismo tiempo, en contradicción, fortalece desde el Estado la "minería mediana" y el "empresariado agrícola".

En la metáfora de René Zavaleta, la Revolución de 1952 crea dos hermanos irreconciliables: un Caín y un Abel. Mientras se apoya al desarrollo y modernización de la empresa agraria en el Oriente y la minería privada en el Occidente, simultáneamente se crea la Corporación Minera de Bolivia (COMIBOL) y se distribuye la tierra a los campesinos en el área del altiplano y valles y a los pequeños colonizadores del trópico y sub trópico boliviano. A partir de ese momento, la lucha será la de la prevalencia de una de las dos vías del desarrollo capitalista: la reaccionaria (vía Junker) o la revolucionaria (vía Farmer), manifiesta no solo en el sector agrario, sino también en la minería y los hidrocarburos, en efecto, el desarrollo minero puede darse por la vía de la "minería mediana" ligada al capital extranjero o por la vía estatal de la Corporación Minera de Bolivia (COMIBOL).

De la misma forma, se explora los hidrocarburos, particularmente el gas, por la vía transnacional o por la vía del fortalecimiento de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB). Una nueva oportunidad de cambio, el pueblo boliviano tuvo que esperar más de medio siglo (de 1952 a 2005). Independientemente de los gobiernos de izquierda o derecha, democráticos o dictatoriales, el capitalismo de estado tuvo vigencia desde abril de 1952 hasta agosto de 1985, con la aprobación del Decreto Supremo 21060, paradójicamente ejecutado por el mismo hombre que 33 años antes instauró el Nacionalismo Revolucionario. Víctor Paz Estenssoro "que veía bajo el pavimento", según Walter Guevara Arze, dio inicio al modelo neoliberal al que le auguró por lo menos 20 años (1985-2005). Y en efecto duró dos décadas.

Ahora bien si la mirada al pasado es más completa desde el presente, está claro que el horizonte de visibilidad de la intelectualidad comprometida con las clases subalternas de la Revolución Nacional de 1952, no alcanzó a comprender la existencia de varias culturas, pueblos originarios y sistemas económicos diversos, unos grandes y otros pequeños, sobrepuestos y no plenamente articulados al mercado interno, el ejemplo más evidente es que la Ley de Reforma Agraria de 1953, no establece concretamente el tratamiento de tenencia y uso de la tierra y organización social en las denominadas comunidades originarias (que no conocieron patrón) o la Ley de Colonización de 1960, que consideraba zonas despobladas a algunos territorios del trópico y sub trópico boliviano donde vivían la mayoría de los grupos étnicos del país.

Por otra parte, la Ley de Reforma Agraria no norma la distribución de la tierra y recursos del bosque de la amplia región amazónica que abarca todo el departamento de Pando, la provincia Vaca Diez del departamento del Beni y las provincias Franz Tamayo e Iturralde del departamento de La Paz, caracterizadas predominantemente por el "esclavismo por deudas", en la explotación de la goma, la castaña y la madera.

Más dramática que esta mirada parcial del país, es la miopía del Nacionalismo Revolucionario sobre el fenómeno social particular boliviano, en el que los indígenas eran explotados como clase y discriminados como raza, que a diferencia de otros países no son minorías étnicas que deben ser protegidas, sino una mayoría que podía tomar el poder. Se pensó que era suficiente liquidar la servidumbre en la hacienda republicana, redistribuir la tierra, permitir el voto universal y castellanizar a la masa indígena, sin embargo, "la cabeza de los hombres es lo último que cambia", la Revolución Nacional cambio la estructura económica, pero rasgos de la mentalidad colonial se mantuvieron metamorfoseados y con otros actores. Ya no era una oligarquía minero-feudal, que despreciaba y discriminaba al indio y al mestizo, que paradójicamente era la base de su acumulación económica, ahora es la "nueva rosca", hijo perverso de la propia Revolución Nacional, constituido por los "mineros medianos", los agroindustriales del Oriente y los capitalistas financieros, que desprecian el mercado interno y con ello vuelven a discriminar al indio y al mestizo, que siguen siendo la base explotada de los campesinos, mineros cooperativistas, trabajadores a destajo del precario desarrollo industrial y pequeños comerciantes y transportistas por cuenta propia.

Antes como después, la clase media profesional, científica, académica, comunicacional, técnica, burocrática, militar y política, tiene en realidad el capital del conocimiento y un particular sentido de adelantarse a los acontecimientos, pero sobre todo, dar sustento a los proyectos económicos y sociales que el última instancia son de decisión política. Esta clase media que en apariencia "hace el traje a la medida del cliente", no está exenta de la memoria histórica boliviana de proteccionismo económico, capitalismo de estado, planificación de la economía, defensa de los recursos naturales, desarrollo productivo y la justicia social, es al contrario el expositor y sustento de esa mentalidad nacional. Esto no excluye que una fracción de esta clase media, dependiendo de la correlación de fuerzas entre "Nacionalismo y coloniaje" (paradigma explicativo del drama histórico boliviano del siglo XX, creado por Carlos Montenegro), también cumpla el rol de intérprete y sustento de la ideología liberal, colonial y antinacional. De cualquier forma, en defensa de su espacio de reproducción como clase, esta capa media de un país de capitalismo atrasado como el nuestro, se transforma en el principal defensor de las autonomías relativas de las instituciones, los derechos laborales, seguros sociales, empleo, la libertad de pensamiento, el sistema democrático y la ciudadanía plena.

Quedaba pendiente una medida de la Revolución Nacional, tal vez la más difícil, la de eliminar la discriminación racial, constituida en el mismo momento de la conquista hispánica, oculta en el subconsciente colectivo, porque en última instancia la discriminación existe porque el discriminador la impone y el discriminado la asume. La primera reacción del dominante es el paternalismo, que considera al dominado un infante al que debe educarse rescatando sus cualidades positivas y corrigiendo sus defectos, en cambio la estrategia natural del dominado es la resistencia, asume algunos comportamientos del dominante para no desaparecer del todo. Lo mismo ocurre con la discriminación, el discriminado acepta en alguna medida su posición inferior para preservar sus condiciones de existencia, como esperando momentos en los que demuestra su poder en la sociedad, es el caso de las Rebeliones Indígenas de la etapa colonial, la de Zarate Willca (1899), la Guerra del Chaco (1932-1935) cuyos principales protagonistas fueron los indígenas aymaras y quechuas, el Primer Congreso Indigenal (1945), la distribución de la tierra realizada por los campesinos antes de dictarse la Ley de Reforma Agraria (1953) y, a partir del establecimiento del voto universal (1956), en cada elección "todos los bolivianos valen lo mismo por lo menos ese día", en fin, el propio Octubre Negro (2003), por su organización comunal, su composición étnica y la forma de rebelión para resolver la crisis política, son características de una estrategia típicamente andina y aymara en particular.

De esta manera, no es casual que el gobierno del MAS comience (2006) con un planteamiento de reivindicación étnico-cultural. Evo Morales es el primer presidente que devuelve la esperanza de poder cambiar recuperando la autoestima de la mayoría indígena y mestiza del país, el mismo se declara indígena y pone a prueba a dirigentes de los movimientos sociales en la administración de la cosa pública. La clase media profesional, científica, académica, técnica y burocrática es desplazada en parte o es requerida ya no como actor protagónico sino como apoyo eventual al Proceso de Cambio, a la inversa que antes, esta clase empieza a verse prescindible, empieza a dudar de su capital: el conocimiento, la técnica, la destreza y sobre todo el ser depositario de la memoria nacional, institucional y el desarrollo soberano. Paradójicamente, como es la propia clase media, son también del mismo grupo social los que dan contenido y sustento al nuevo discurso plurinacional, descolonizador y de vivir bien.

A partir de la aprobación de la aprobación de la Nueva Constitución Política y la elección general (2009), el gobierno del MAS y el Proceso de Cambio se ven fortalecidos con los dos tercios en la Asamblea, pero el mandato de Octubre Negro (2003), no solo vuelve a la memoria sino que es ampliado y ubicado en los aspectos estructurales de nuestro atraso, a la demanda de industrialización de nuestras materias primas y la abolición del Decreto 21060 (1985), surge en primer orden la exigencia de crear mayores fuentes de trabajo productivo y digno. Para la mayoría de los bolivianos los bonos son necesarios pero no suficientes, el futuro incierto se transforma en su mayor preocupación, quieren trabajo para ellos pero sobre todo para sus hijos y esto en la memoria nacional, es otra vez responsabilidad del Estado.

Ahora, aunque no se puede hacer cualquier cosa en cualquier momento y la política es el arte de lo posible, el Proceso de Cambio y en consecuencia el propio gobierno se encuentra en un momento crucial, está claro que se empezó por lo que dejo pendiente la Revolución Nacional, el de reconocer que la esencia nacional es el indio y el mestizo, que sino rompemos con nuestra mentalidad colonial cargada de complejos, estereotipos y despreciarnos a nosotros mismos, en realidad no podemos cambiar del todo, sin embargo, paralela a esta tarea de largo aliento, esta la emergencia del momento, sintetizada en la demanda popular de empleo y trabajo permanente y digno.

 

3. Acciones

La primera lección del pasado es que ahora vivimos un Proceso de Cambio y que es pueril observar que habría sido preferible otro, "porque la historia no es un escaparate", el Proceso de Cambio es este y no otro, sin margen de elección. Por otra parte, está claro que el instrumento de ese proceso es el Movimiento Al Socialismo (MAS), que como estrategia comenzó por emprender la difícil tarea de la descolonización mental y el efectivo dominio de los poderes del Estado, pero al mismo tiempo, en forma progresiva, va consolidando un mandato económico-social nacional sin el cual el propio avance superestructural y político puede desmoronarse, es decir, es el tiempo de las cosas grandes, estructurales e impostergables, que requieren el concurso de todos los sectores populares organizados, pero sobre todo de la clase media y de su capital de conocimiento científico, técnico, destreza y la memoria nacional de los emprendimientos de desarrollo soberano y sus instituciones.

Las tareas nacionales y estructurales que requieren de una justificación científica, técnica, administrativa y financiera, podrían agruparse en tres áreas de intervención:

a.    La de los recursos naturales no renovables: la explotación de minerales e hidrocarburos, que son estratégicos de la sociedad boliviana. El Estado debe promocionar, dirigir y producir, a través del fortalecimiento de las empresas estatales y transformando las cooperativas en verdaderas empresas; todas ellas capaces de asumir la cadena de exploración, explotación e industrialización de los recursos no renovables , minimizando el impacto ambiental y garantizando su sustentabilidad en el tiempo.

b.   Los recursos naturales renovables: la producción agrícola, ganadera y forestal junto a los recursos de suelo, agua y biodiversidad, por un lado, y las formas de organización económica establecidas en la Constitución Política Estado (comunitaria, estatal, privada y social cooperativa), por otro, conforman la base sobre la cual se establecen las competencias privativas del nivel central del Estado, como la creación y administración de empresas públicas, políticas sobre tierras, agua, biodiversidad y la planificación económica nacional.

Por otra parte, la misma Constitución finaliza con el planteamiento de desarrollo rural integral sustentable, que tiene por objetivos garantizar la soberanía y seguridad alimentaria, proteger la producción boliviana, promover sistemas de riego, garantizar la asistencia técnica y promover la infraestructura productiva del sector agropecuario. Por estos factores surge la gran posibilidad de diseñar planes, programas y proyectos de desarrollo productivo rural (grandes, medianos y pequeños), estatales, privados, comunitarios y cooperativos, con el propósito de lograr la soberanía alimentaria y agregar valor con la transformación industrial, preservando el medio ambiente y mitigando el cambio climático.

c. Los recursos humanos: los campesinos y comunidades indígenas explotados por el mercado, los trabajadores del campo y la ciudad subordinados formal y realmente al capital, además de los trabajadores por cuenta propia del comercio y transporte, que conforman la inmensa mayoría del país tienen, como en pocas oportunidades de la historia boliviana, la posibilidad de cambiar su situación de pobreza y marginación. La "Nueva Rosca" está derrotada, la autoestima del pueblo boliviano indígena y mestizo está alta, como nunca antes en democracia se tiene mayoría en los diferentes poderes del Estado y, lo más importante, hemos recuperado nuestra memoria de liberación nacional, de desarrollo propio y justicia social con identidad.

La clase media profesional, científica, técnica, académica, comunicacional, militar y política comprometida con la liberación nacional, está obligada a organizarse políticamente para cumplir con la difícil tarea de ser intérprete, expositor y sustento del Proceso de Cambio.

 

Notas

1 Sociólogo. Universidad Mayor de San Andrés.

 

Bibliografía

Amin, Samir, 1979, Clases y Naciones en el Materialismo Histórico, El Viejo Topo, Barcelona, España.        [ Links ]

Almaraz, Sergio P., 1969, Réquiem para una República, UMSA. La Paz, Bolivia.        [ Links ]

Marx, Carlos, 1977, Introducción General a la Critica de la Economía Política -1857. Cuadernos Pasado y Presente I, Siglo XXI. México D.F.        [ Links ]

Zavaleta M., René, 1983, Las Masas en Noviembre, Editorial Juventud, La Paz, Bolivia.        [ Links ]

Zavaleta M., René, 1986, Lo nacional popular en Bolivia, Siglo XXI, México D.F.        [ Links ]

 

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