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Temas Sociales

versión impresa ISSN 0040-2915versión On-line ISSN 2413-5720

Temas Sociales  no.31 La Paz  2011

 

OPINIÓN

 

SITUACIONES SOCIO-POLÍTICAS POSTGASOLINAZO

 

 

Félix Patzi Paco1

 

 


Cuando se aprobó la nueva Constitución Política del Estado, una de las novedades que cobró mayor notoriedad en el campo económico, fue la constitucionalización de la economía plural, es decir, la coexistencia entre la economía privada, estatal y comunitaria. Posteriormente, los cooperativistas mineros postularon la economía social-cooperativa aunque, a ciencia cierta, ésta última pertenece a un modelo comunal. La economía plural no se concibe como un modelo hegemónico, es decir, no hay supremacía de ninguna de las economías mencionadas, todas ellas son consideradas como parte de un aparato productivo a ser protegido e impulsado por el Estado y los diferentes niveles de gobierno.

Ello implicaba, en términos de política económica, crear empresas estatales en áreas estratégicas, brindar seguridad jurídica a largo plazo para las inversiones de empresas privadas de carácter capitalista y, finalmente, fundar empresas comunales a partir de la asociación libre de trabajadores directos que son propietarios de la empresa; en el caso de estas últimas, los trabajadores son dueños de los medios y materiales de trabajo y, al mismo tiempo, son dueños de la totalidad de la ganancia o excedente que generan con su trabajo, de ahí que en una empresa comunal, no hay asalariados ni se contratan trabajadores. Inclusive, se podía haber creado sociedades mixtas entre la empresa privada y empresa comunal, con la garantía del Estado, para que cada una de las partes recupere sus inversiones y sus ganancias. De esa manera, se hubiera impulsado un aparato productivo sin excluir a nadie.

Sin embargo, el gobierno nunca tuvo la capacidad de comprender la economía plural, paulatinamente giró hacia un discurso del socialismo de Estado, que denominó "socialismo comunitario"; para ello se alimentó de personas de la línea marxista más dogmática y ortodoxa que prácticamente, en términos políticos, no tenían vigencia en Bolivia después de la caída de Muro de Berlín. Para esa vieja izquierda todo pasa por el control absoluto del Estado, no sólo el aparato productivo debe estar las manos del Estado, sino también la circulación y la distribución de los productos deben ser controladas. Esta izquierda ve al mercado como un enemigo, supuestamente bajo la teoría de que los comerciantes son especuladores de precios y explotadores de los productores por no pagar el "precio justo". Aunque es muy difícil determinar el llamado "precio justo" en una economía de mercado, ya que ello prácticamente está definido por el trabajo social o trabajo promedio necesario y que esto, a su vez, está fijado por el costo de producción (los marxistas han llamado a ello el tiempo de trabajo incorporado). Por lo tanto, son éstos costos de producción individual que entran en competencia en el mercado y los que tienen mayores ventajas, evidentemente, serán los que produjeron a bajo costo. Estas son las razones por las cuales los marxistas pretender eliminar el mercado, constituyendo un eterno problema en el cálculo de costos a partir de la teoría del valor, o sea, mediante la cantidad de trabajo incorporado. Por eso, en las empresas estatales la productividad ha bajado y éstas no alcanzan estándares competitivos en el mercado internacional.

Consecuentes con dicha teoría, en este último tiempo los miembros del gobierno han priorizado fundar varias empresas estatales como Azucarbol, Lacteosbol, Cartonbol, Papelbol, etc. aunque ninguna de ellas funciona hasta el momento; tampoco son empresas estratégicas que tranquilamente hubieran asumido la forma de empresa privada, empresa comunal o, por último, se hubieran delegado a una asociación mixta de empresa privada y comunal. Evo Morales como presidente y su gabinete, han confiado en que esas empresas iban a funcionar y solucionar el problema de abastecimiento; la intención era la de desplazar a la empresa privada y empoderar al Estado en la economía.

La teoría de estatización de la economía propugnada por el gobierno, pretendió controlar la circulación o distribución de los productos relacionados a los artículos de consumo a través de creación de tiendas de EMAPA. Pero además empezaron a fijar precios desde el gobierno central para supuestamente anular la competencia: la libre oferta y demanda del mercado. Sin duda, ello distorsionó totalmente los precios de mercado, no sólo de los productos de artículos de consumo, sino de todas las mercancías en general. De esta manera, se sometió a un caos económico al país, expresado en la elevación generalizada de los precios de los productos, escasez y largas filas en las tiendas de EMAPA.

No se dieron cuenta que encargarse de la distribución de los productos es más costoso económicamente para el Estado, debido a que tienen que contratar personal para realización de la tarea de comercialización, destinar movilidades para acopiar los productos, alquilar espacios para la venta, etc. Implica, además, un alto grado de burocratización y alta probabilidad de corrupción de los funcionarios que trabajan en esta área. Así sucedió en el momento de crisis económica en donde se vieron implicados varios dirigentes del Movimiento al Socialismo (MAS) vendiendo u ocultando azúcar para obtener, con seguridad, ganancia económica extra.

No aprendieron la lección de los países conocidos como socialismos reales, donde quisieron hacer desaparecer el mercado mediante la implementación de pulperías manejadas desde el Estado; fue esa la práctica económica que sumió en la mayor pobreza económica a la gente de esos países y, al mismo tiempo, fue la causa de su caída. En este sentido, es necesario admitir que el mercado es el espacio eficiente de la distribución de los productos y, los agentes encargados de ello, sin duda, son los comerciantes que conocen el oficio y obtienen ganancia que es su ingreso económico por hacer llegar los productos hasta el consumidor. Habría que aclarar que el mercado existió antes del capitalismo como espacio de distribución, sólo que el capitalismo lo convirtió en un espacio de competencia; por eso, pretender hacer desaparecer el mercado y sus agentes que son los comerciantes, sólo es una ilusión.

Sin embargo, paradójicamente el gobierno ha tenido que admitir que el mercado es más fuerte que la posibilidad de control estatal. Por ello, en el rubro de líquidos de petróleo, se ha visto obligado a igualar los precios locales a los de internacionales, fue una muestra de que en una sociedad contemporánea, es difícil que se prescinda del mercado mucho más en momentos históricos de globalización. Ahora es cierto que la subvención de los petróleos auxiliaba el costo de vida de todos los habitantes bolivianos de diferentes estratos sociales por mantener los precios bajos de los productos. En ese sentido, todos los gobiernos incluidos los neoliberales, siempre han estado en el dilema de levantar la subvención de los líquidos del petróleo o mantener el nivel de vida bajo para no tener el costo político. Todos los gobiernos neoliberales optaron por mantener la subvención a pesar del convencimiento de que todos los productos debían ser regulados por el mercado y a pesar de las presiones que ejercían el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.

Sin embargo, el gobierno de Evo Morales se animó a levantar la subvención mediante un decreto supremo, creyendo que gozaba de la legitimidad de toda la población y sobre todo de las organizaciones sociales que, hasta ese momento, eran el sostén de su poder. Pero la población en su conjunto, incluidos los bastiones más duros del MAS, salieron a las calles pidiendo la abrogación de la medida. Después de 5 años, perdieron el miedo y nuevamente levantaron la cabeza para tildar al presidente Evo Morales de traidor y pedir su renuncia si no abrogaba la medida. En esa semana de lucha, se mostró nuevamente que cualquier medida que afecta a la economía de la población, es más fuerte que la conciencia étnica, o bien, la conciencia étnica se subordina a la reivindicación económica. Mientras los precios de las mercancías en general habían trepado por los cielos, la abrogación de la medida fue vana ya que todos los productos se quedaron con nuevos precios elevados y mucho peor empezaron a desaparecer del mercado. Sin duda, los afectados como siempre son los más pobres que habían depositado alguna esperanza de mejorar su bienestar económico y social en Evo Morales.

Ese hecho develó la otra cara del gobierno, la cara neoliberal, el polo opuesto al control del mercado frente, a aquellos que veían al mercado como enemigo. De ahí que al presidente en esos días de conflicto, se veía más neoliberal que los propios neoliberales, explicando sobre la necesidad de igualar los precios al mercado internacional. Lo peor no era la regulación del precio conforme al mercado, sino pretendió convencer a la población que era una medida anti-neoliberal por el simple hecho de que la subvención de los líquidos fue creada mediante una norma por los gobiernos neoliberales. Quiso tomar al pueblo por tonto e ignorante, ya que todos conocen que uno de los principios neoliberales es, precisamente, que los precios de los productos sean fijados por el mercado sin interferencia del Estado o cualquier factor político.

Esta ala neoliberal, por una parte, y el ala izquierda que proviene de un marxismo ortodoxo que pretende controlar la distribución o circulación de productos desde el Estado, por otra, es la que va desgastando políticamente al gobierno hasta llegar a su nivel más bajo de la popularidad. Ciertamente las dos alas (de izquierda y de derecha) son totalmente incompatibles y ello hace que las políticas económicas sigan siendo totalmente incoherentes. La falta de claridad ideológica fundamentalmente en cuanto al campo económico, produjo una crisis traducida en la inflación de los bienes de consumo y la escasez, mucho mayores que en los 20 años de la época neoliberal. Sin embargo, el gobierno ha culpado de dicha crisis a tres factores: la elevación de precios internacionales, calentamiento global y, como siempre, al saboteo de los empresarios privados. Sin duda, este discurso de echar culpa al contexto internacional y situación climática, no convenció a la población ni siquiera al conjunto de los militantes del MAS, sino sólo los diputados y ex-autoridades de gobierno que, en algunos casos, ejercen en calidad de dirigentes de alguna organización, repitiendo el mismo discurso del presidente por deber moral, más que por su propio convencimiento.

Sin embargo, para una lógica mínimamente racional desde el punto de vista económico Bolivia vivió las mejores oportunidades para potenciarse en términos productivos y económicos. Frente a una elevación de precios internacional, en el rubro de alimentos, le correspondía generar más agentes productivos estos sean privados o empresas comunales y producir mayores cantidades; era el momento oportuno para que Bolivia pueda salir de su atraso económico. Sin embargo, lo único que hizo el gobierno fue controlar la salida de estos productos al mercado internacional y crear más medidas punitivas contra los comerciantes y los productores que se dedican a la exportación. Como nunca, se había modificado el código penal orientado a encarcelar a la gente que se dedica al comercio y la producción; estigmatizaron al sector de comercio como especulador y contrabandista, por lo tanto, como antagónico al desarrollo nacional. Existió la pretensión de desplazarlo mediante las tiendas de EMAPA, haciendo la competencia comercial a través de cero costos de importación.

Es cierto que el cambio climático influye en la producción normal de alimentos, pero no es el culpable de todos los males y de toda la escasez de estos productos. La región ha conocido históricamente sequías e inundaciones mucho peores que en estos años. Solamente para refrescar la memoria, Bolivia en estos últimos 20 años, no ha sufrido sequías comparables con las de los años 1926 y 1983, ni las inundaciones de 1986. Por eso culpar al calentamiento global, no es racional ni mucho menos científico. La escasez se debe al crecimiento de la demanda, tanto a nivel interno como internacional a causa del crecimiento de la población; no es lo mismo alimentar a ocho y a diez millones de seres humanos. Si observamos la producción de alimentos en las regiones del altiplano y los valles, en su generalidad, se mantiene constante, no sólo a lo largo de décadas sino por siglos y, en algunos casos, inclusive disminuyó la población por efecto de la emigración masiva del campo a las ciudades. Por eso, hoy, la población que se dedica a las actividades agropecuarias en el campo, es mayor a 60 años. De ahí que no se modificó la estructura productiva, ni en la tecnología orientada hacia la intensificación de la producción, ni el aumento de las fronteras agrícolas.

Por eso, en vez de echar la culpa al calentamiento global, adorar las ritualidades de la pachamama o "madre tierra", enfrentar al capitalismo diciendo "muere el capitalismo o muere nuestra madre tierra" (como si esto fuese el debate central de modelo de sociedad, o bien, un cambio en el modo de producción o modelo societal), lo correcto era poner en el tapete de la discusión el cómo incrementar la producción, con qué modelo de producción, qué niveles de tecnología y cómo hacer que la gente, tanto joven como profesional, trabaje en el campo.

Los empresarios privados tampoco se salvaron de estas normas punitivas que implementó el gobierno. Prohibió las exportaciones y obligó a vender productos a precios y cantidades "casi fijados por el gobierno", evidentemente eso fue el mayor desmotivador para cualquier empresario, de ahí que observamos no sólo el estancamiento de la inversión, sino su disminución. Es por ello que observamos únicamente mayores depósitos en los bancos, pero no se observan préstamos o créditos puestos en el sector productivo.

La crisis económica a partir del gasolinazo, no sólo develó que la economía manejada por la sociedad civil ha sufrido su estancamiento y disminución, sino también la del Estado ya que el pueblo de Bolivia se entera que los líquidos de petróleo habían disminuido en un 37% de producción en la época neoliberal a un 17% en la era de nacionalización; situación que, evidentemente, condujo a una frustración de la población que en las luchas de octubre de 2003 había soñado con una nacionalización que mejoraría la situación económica del país.

Frente a este panorama de crisis económica peor que en la época neoliberal después del fallido "gasolinazo" el gobierno se escudó en algunos logros de tipo filantrópico como: bono Juancito pinto para los escolares de primaria, el bono Dignidad de los ancianos y el bono Juana Azuduy para las mujeres gestantes. Por otro lado, quiso mostrar como gran logro, el alcance de reservas internacionales en 10 mil millones de dólares. Desesperadamente, pusieron cartelones en todas las ciudades de los nueve departamentos y publicidades en los medios de comunicación exponiendo estos "logros" con un lema altisonante de "gobernar obedeciendo al pueblo, ayer, hoy y siempre". Se desplegó esta propaganda porque Evo Morales no podía creer, mucho menos aceptar, como de un día a otro su liderazgo se fue al suelo; un hombre que se había acostumbrado a ser recibido en multitudes y que rindan pleitesías. Esos días se notaba en su rostro llanto e impotencia. De ahí que no abrogó la subida de los precios de los líquidos de petróleo porque escuchó a la población, mucho menos obedeció al pueblo, sino seriamente se asustó de su propia población que le respaldó en diferentes momentos electorales y conflictos de gobernabilidad, pero en esta ocasión salió a las marchas y a bloquear las calles, quemaron el retrato e Evo y tildaban de traidor, algunos empezaron a pedir su renuncia. Era un momento donde frente a la cooptación de los dirigentes, las bases empezaron a auto-convocarse y si se prolongaba el conflicto, hubiera empezado el desconocimiento a sus dirigentes y poner en serio cuestionamiento la presencia de Evo Morales como presidente. Pero no solamente eso, sino inclusive varios sectores de El Alto particularmente la juventud, quiso derribar o hacer caer el monumento del Che Guevara ubicado en la Ceja El Alto, como símbolo y muestra de que nadie en esta ciudad comparte la ideología del socialismo.

Incluso los bonos perdieron el valor adquisitivo con la subida de precios o la inflación, por eso que la gran parte de la población cuando hacía filas y protestaba para comprar azúcar y otros alimentos decía "Evo tu chancaca, estevia y tu bono metete al c...". Lo peor que ni sus reservas internacionales fueron sostenibles ni creíbles porque la población se enteró que el Estado había tenido dichas reservas internacionales a costa del crecimiento de la deuda interna y externa, por lo tanto, si hubiera pagado dichas deudas no hubiera habido tal crecimiento de las reservas internaciones.

Así, el gasolinazo marcó el primer momento serio de distanciamiento entre el movimiento social y el Estado ya que antes, si bien se habían generado fricciones entre el Estado, las regiones (como fue el caso de Caranavi, Potosí) y otros sectores (como choferes, comerciantes) eran disconformidades y sólo el inicio de gestación de las nuevas oposiciones, aún marginales. A partir de enero de 2011, estos sectores ya no son el conjunto de movimientos sociales identificados con el denominado "proceso de cambio"; sectores que unificaron los niveles subalternos y sus conductas colectivas, logrando eliminar a su adversario político estigmatizado como neoliberal, de derecha y oligarca. Esto a pesar de que, en forma dialéctica, estos sectores venían convirtiéndose en lo opuesto a un movimiento social, todos los sectores no sólo empezaban a identificarse con el gobierno sino se convertían en un especie de Estado, esto debido a triunfos en diferentes momentos fundamentalmente electorales.

Fueron cinco años donde el movimiento social confunde la organización social y el poder, en otras palabras, pareció que las organizaciones sociales estaban articuladas en el poder perdiendo su esencia como movimiento social, cuando a éste le caracteriza la conflictividad o el enfrentamiento con su oposición que, por definición, es el Estado. En ese sentido, ya no es movimiento sino orden, en nuestro caso un "nuevo orden social". En este caso, no importa que en ese nuevo orden se haya generado nuevas estructuras societales o la reproducción de la antigua con ciertas modificaciones, lo importante es fijarse en los cambios de agentes del orden.

Esa fusión entre movimiento social y partido que se había dado en la historia de Bolivia, evidentemente, no marcó la simetría de poder de ambos, sino es el partido (MAS) que se impuso como el agente del movimiento. Por ese hecho, los movimientos sociales antes del gasolinazo estaban a punto de desaparecer por la vía de institucionalización de conflictos, pero fundamentalmente mediante la instauración de dictadura del partido hacia las organizaciones sociales. De ahí que vino la asociación del "proceso de cambio" con el MAS, donde en repetidas veces lo decía Evo Morales "estar con el cambio es estar con el MAS" y salirse del MAS no sólo significa ser considerado como opositor sino, sobre todo, ser tildado de derecha y oligarca, por más que alguna persona tenga convicción de apostar por la transformación revolucionaria. Por eso que en ese camino de instauración de dictadura hacia las organizaciones sociales, no quiso dejar "residuos de oposiciones" y para ello se implementaron procesos jurídicos para eliminarlos.

En este proceso, la cooptación de los dirigentes fue decisiva para la instauración de la dictadura en las organizaciones sociales, de ahí que la relación de los dirigentes y el presidente no sólo era asimétrica, sino también sometida a la dominación de las órdenes del presidente. En este sentido, ciertamente se tejió a lo largo de los cinco años una relación alienada, es decir, los dirigentes han sido sometidos a una participación dependiente; por eso que los miembros de las organizaciones en nuestro, medio más conocidos como las bases, son impulsados a actuar conforme a los intereses y a la lógica de la línea del presidente, en otras palabras, se inculcó una conciencia alienada para reproducir las miras del partido.

Consecuentes con esa línea de pensamiento en los momentos de movilización de diciembre los dirigentes optaron no sólo por defender el decreto de gasolinazo, sino repetir las palabras del presidente indicando "que no era gasolinazo, sino nivelación de precios", quizá en esa defensa la más visible en esa posición fue Julia Ramos dirigente de la Confederación de Mujeres Campesinas de Bolivia, mientras que otros dirigentes se acogieron al silencio pretendiendo por todos los medios evitar la movilización. De ahí que la mayoría de los dirigentes, frente a la escasez e inflación de precios, planteaban solamente organizar Comités Populares Barriales y ollas comunes como apaleamiento a la crisis económica, pero no su transformación. Evidentemente fueron planteamientos similares a la época de la Unidad Democrática Popular (UDP) que se había vivido Bolivia en 1983 a 1985. Por eso también aparecieron muchos graffitis pintados en las paredes "MAS = UDP".

Precisamente en este momento es cuando se genera la doble ruptura: la de dirigentes con sus bases y la del gobierno con los movimientos sociales. En referencia al primero, una línea general que marcó a las organizaciones sociales fue la no obediencia de las bases a los dirigentes, fundamentalmente en los temas políticos; el hecho se puede atribuir a que, en un momento de crisis inflacionario, los dirigentes no convocaron a sus bases para reivindicar su protesta. Las frases mencionados por miembros de las bases son muy elocuentes:

"... en el momento de crisis y en el momento de defensa de nuestros intereses, los dirigentes nos dejaron huérfanos, no había nadie que nos convoque, nuestros dirigentes se vendieron al gobierno por eso nos auto-convocamos para movilizarnos".

Aquí nace el estigma de "dirigente vendido" por cierto nada agradable para cualquier dirigente, junto con ello, empieza la desvalorización o devaluación de la labor del dirigente, no diríamos una vergüenza sino algo próximo a ello. En otros casos eso había llevado inclusive a una apatía total de las bases para todos los aspectos, una separación total a lo que podemos llamar entre la masa y la vanguardia. En estos casos los dirigentes han perdido toda legitimidad para hablar del "proceso de cambio" y peor dar el mando único como lo hacía antes. En varios sectores se ha llegado al extremo de prohibir hablar del MAS y del "proceso de cambio". Eso nos lleva a formular la hipótesis siguiente: que los movimientos sociales han dejado de existir como tales y los que surjan o se reivindiquen como movimiento social, han de ocurrir fuera y contra del MAS en tanto el partido esté en el gobierno y, en ese momento, se re-encauzará la unidad entre base y dirigente o la masa y vanguardia, dependiendo del estado de su capacidad organizativa.

Como muestras evidentes del tal proceso, hoy las bases de todas las organizaciones ya son receptivas a diferentes acciones políticas que vienen fuera del MAS; surgen discusiones críticas muy fuertes al MAS y al "proceso de cambio" al interior de ellas. En otros casos obligan a los dirigentes asumir actitud crítica y representar el interés de las bases. Como podemos observar lo más destacable de este giro de conducta de las bases, es el no haber abandonado el interés y debate político, no son conductas quejumbrosos y sólo de reivindicaciones. Ello nos permite afirmar que en Bolivia se vive un momento histórico de fuerte politización en todos los ámbitos de la sociedad civil.

Ahora la separación entre el gobierno y los movimientos sociales tiene diferentes matices que merecen ser analizados. Podemos observar tres etapas o momentos de esta escisión. El primero inicia en las elecciones de las gobernaciones y municipios llevadas a cabo en abril de 2010, aquí se genera la primera tensión entre la decisión soberana de las organizaciones sociales en nombrar y elegir sus candidatos, y la imposición del partido monopolizado desde el presidente; sin duda, triunfa la dictadura del partido hacia las organizaciones sociales, de ahí que muchas autoridades en las gobernaciones y municipios no son de conformidad de las bases, ellos por ejemplo esperan el año 2012 para imponer el referéndum revocatorio y otros, más "valientes", optaron elegir a otros candidatos que no pertenecen al partido del MAS, de ahí tenemos muchos departamentos y municipios con autoridades que provienen de otras siglas y agrupaciones políticas. A esto puede llamarse el primer quiebre de la unidad monolítica entre organización sociales y partido.

El segundo momento de esta separación, ocurre con los paros cívicos de Caranavi de la región yungueña del departamento de La Paz y la ciudad de Potosí. En el caso del primero, cuando las organizaciones pedían la instalación de una planta industrializadora de cítricos, fueron aplacadas por las fuerzas del orden con un resultado de dos muertos; desde entonces no sólo hubo un descontento con el MAS, sino que hasta es prohibido hablar de dicho partido, surgiendo un odio hacia el partido y hacia el presidente. En el caso del segundo, que en términos numéricos es más grande que el primero, toda una ciudad fue bloqueada por casi un mes sin solución a las demandas regionales ni al conflicto territorial entre Potosí y Oruro por parte del gobierno; ya que éste acostumbrado a imponer decisiones, intentó repetir la historia creyendo que gozaba de la legitimidad y respaldo de las organizaciones sociales, sin embargo, por esta vez la unidad monolítica ya no fue por el lado del partido, sino por el frente cívico. Los potosinos no sólo protestaban contra la soberbia del gobierno, sino decidieron hacer una ruptura política y electoral cuando antes fueron el respaldo más decidido hacia Evo Morales. Por eso en este caso, es una división más territorial que sólo organizacional, en otras palabras, el gobierno se ganó a una región como polo antagónico.

Ahora en ambos casos (Caranavi y Potosí) no quiere decir que la ruptura es total, sino siempre quedan residuos de apoyo que, en las dos regiones, son ciertos sectores de las organizaciones campesinas e interculturales antes más conocidos como colonizadores, porque en ellos aún prima más la conciencia étnica que la defensa de sus intereses sectoriales. Por eso prefieren aceptar los errores del gobierno, cuando indican: "los gobiernos y los neoliberales gobernaron equivocación tras equivocación y como a nuestro hermano presidente no vamos a aceptar sus equivocaciones".

Sin duda, tanto el primero como el segundo momentos de separación del gobierno y los movimientos sociales no es una escisión total o general, por eso el gobierno a pesar de dichos antagonismos gozaba de legitimidad y respaldo de la gran mayoría de las organizaciones sociales, de ahí que también su popularidad conforme a las encuestas estaba por encima de 60 por ciento. Por lo tanto, en términos políticos eso implicaba tener suficiente fuerza para seguir imponiendo políticas publicas sin que éstas tengan cuestionamientos que puede derivar en el resquebrajamiento de la popularidad del presidente. En este sentido, a estas dos etapas de ruptura hemos de denominarlo división entre los movimientos sociales y el gobierno de tipo marginal. Porque no afectó al conjunto de la sociedad, ahora es cierto que generó quiebres y pérdidas de apoyo que, sin embargo, para el gobierno no implicaban perdida de su fuerza política en el conjunto de la población boliviana.

El tercer momento, que es la cúspide de la separación entre movimientos sociales y el gobierno, podemos atribuirlo precisamente al "gasolinazo" decretado en diciembre de 2010. Aquí se genera la ruptura total de esa unidad monolítica entre movimiento y gobierno del MAS, ya que no sólo se alejan algunos sectores sociales, sino el conjunto de la población sufre más que un desencanto una decepción, un arrepentimiento de haber votado en las elecciones generales de 2009 a Evo Morales. El conjunto de la población diagnostica su situación económica peor que la etapa del neoliberalismo y juran nunca votar más en las próximas elecciones a Evo Morales, por eso también la popularidad del gobierno cayó vertiginosamente conforme a las encuestas en un promedio de 30 por ciento.

Ahora la alianza entre movimiento social y gobierno "post-gasolinazo" se reduce a dirigentes y gobierno, pero ya son dirigentes totalmente disociados y autonomizados de sus bases (que hemos analizado más arriba). La palabra del dirigente ya no es la voz del movimiento social, sino la voz personal; ya no representa el sentir colectivo de las bases, en términos conceptuales dejó de ser movimiento social, porque las bases ya están en otro camino aunque el dirigente continúe con el gobierno. Ciertamente muchos dirigentes se mantienen fieles al gobierno en esa relación de dependencia, de dominación o alienación por ciertas dádivas para su sobrevivencia. Por lo tanto, retornamos a la misma historia que en las épocas neoliberales antes del año 2000, donde se institucionalizó la forma de actuar del dirigente en una relación de compadrazgo o intercambio de favores entre el gobernante y el dirigente, la separación entre bases y dirigentes. En esos casos, los cambios ya no vienen desde el dirigente sino de afuera, las bases se convierten en más permeables para la recepción de cualquier proyecto societal, nuevamente surge la unidad base y dirigente que se convierte en movimiento social pero con otro proyecto; mientras que no haga eso podemos calificar de acciones colectivas pero no de movimiento. Esta es la etapa que viven las organizaciones sociales que dejaron de ser movimiento social por ahora.

Pero también los tres momentos de ruptura entre movimientos sociales y gobierno, fueron acompañados de otros elementos que vamos llamar transversales a los tres momentos como ser la corrupción, la penalización y el entorno blancoide. El discurso de transparencia, pulcritud económica y moral que había posicionado Evo Morales en sus diferentes intervenciones como presidente, paso a paso tenía su revés en la mayoría de sus integrantes en el gobierno, entre los más destacables tenemos: camiones de contrabando protagonizado por Juan Ramón de la Quintana que era Ministro de la Presidencia, situación que no se aclaró hasta hoy; el escándalo de corrupción económica protagonizado por Santos Ramírez cuando ejercía como presidente de Yacimientos Fiscales Petrolíferos de Bolivia (YPFB), situación que se mezcla entre la preparación intencionada para defenestrar políticamente a Santos y la corrupción en sí misma; el "narco-amauta" que fue hallado portando droga en su domicilio y que era supuestamente la cabecera en cuestiones espirituales del presidente; el video soborno en donde se observa que pagaron a los testigos para que declaren contra los denominados "separatistas" de Santa Cruz que hoy son procesados por complicidad con terrorismo de Rosza; el vínculo del General Sanabria con el narcotráfico estando jefe principal de Servicio de Inteligencia y Control de Narcóticos en el Ministerio de Gobierno. Son, sin duda, elementos que frustraron a la población; inclusive algunas mujeres, particularmente de descendencia aymara, lo atribuyeron a los elementos simbólicos predominantes en sus creencias, indicando que esa desgracia llega a Evo Morales por ser "qhencha" que significa en aymara "mala suerte" por no andar bien o en forma correcta con las mujeres, por eso que en la cultura aymara para hacer cargo imprescindiblemente deber ser un casado o debe casarse al asumir la autoridad.

Otro aspecto que marcó el desencanto de la población hacia el gobierno es el control absoluto de todos los campos o instituciones denominados "independientes". De ellos particularmente la institución judicial porque es a través de la misma donde modeló la eliminación todo tipo de resistencias y diferencias ideológicas supuestamente al "proceso de cambio". Implemento la penalización no sólo para los de la oposición histórica denominados representantes del neoliberalismo, sino también para aquellos que surgieron como voces críticas del propio movimiento social. El "desacato" y la "corrupción" son instrumentos jurídicos usados para encarcelar a cualquier persona que significa estorbo o peligro para la legitimidad del gobierno y monopolio hacia las organizaciones sociales. Pero no sólo son víctimas de la penalización los políticos y los dirigentes, sino inclusive sectores sociales dedicados al comercio, transporte y a la producción de alimentos. Por eso en este gobierno se modificó varias veces el código penal orientado a ejercer mayor coerción y control del Estado hacia la sociedad. Esto es otro elemento que no agrada a la propia población indígena del campo, ellos dicen: "que está haciendo llorar mucho a las familias de los encarcelados y a toda la gente y estos han de hacer caer al gobierno con su llanto" Ellos dicen en aymara "jachxatawa" por eso que según la creencia de ellos esto sería otras de las causas de las desgracias y desaciertos del gobierno.

Por último, la formación sólida de un "entorno blancoide" a la cabeza del vicepresidente, a lo largo de los cinco años, va ser otro de los elementos para que se genere la disconformidad con el gobierno y con el "proceso de cambio". Particularmente los movimientos indígenas, desde un inicio, habían apostado que ellos o sus representantes profesionales iban a administrar el aparato estatal, de ahí que hicieron varias protestas en diferentes momentos para imponer Ministros y Viceministros nombrados desde las organizaciones sociales. La respuesta del gobierno a este tipo de demandas fue de la descalificarlos y estigmatizarlos como "busca pegas". Para naturalizar o normalizar esta división entre las organizaciones sociales y la administración estatal por el entorno blancoide, Alvaro García había elaborado una teoría de separación entre Masistas que son identificados con los movimientos sociales y Evistas que provienen de las clases sociales que no se identifican con los movimientos sociales. Los primeros han de ser tildados como ineficientes y peligrosos para la implementación eficiente del proceso de cambio y, los segundos, son considerados como la cualificación para la administración del Estado y por lo tanto el curso del proceso de cambio. Esta línea divisoria es la más fuerte para que se genere el descontento y alejamiento fundamentalmente de los movimientos indígenas.

Hasta aquí hemos visto los factores que marcaron la separación entre los movimientos sociales y el gobierno, pero no hemos visto los escenarios "post-gasolinazo" posibles que han de generarse. Ciertamente en este nivel podemos sólo plantear como hipótesis probables, pero nunca como un hecho. Un primer elemento será que entre el conjunto de los movimientos sociales todavía habrá residuos de lealtad y apoyo hacia Evo Morales; ellos precisamente serán los campesinos más centrados en la región del altiplano (aymaras y quechuas) y la Federación de Cocaleros del Chapare, porque en estos sectores aún prima una fuerte conciencia étnica. Aunque ya no será una unidad monolítica al interior de ella como antes, donde la palabra del dirigente era la palabra de las bases o de su organización, sino que se generara residuos de oposición hacia el Presidente que han de ser difícil de controlar por los dirigentes.

Mientras que las otras organizaciones marcaran una indiferencia y, es muy probable, que todavía en estos tiempos no se constituyan en un movimiento de conflictividad y resistencia debido a que sus dirigentes, si bien ya no son leales incondicionales al presidente, no tienen vínculos de relación para gestionar ciertos beneficios para su sector o su reproducción como dirigente ni tienen capacidad de convocatoria y ejercer influencia hacia sus bases para lograr el apoyo a Evo Morales. Es en estos sectores o organizaciones sociales donde se va dando un rechazo total a las políticas del gobierno, con pocos residuos de apoyo al interior de sus miembros de dichas organizaciones.

Esto nos conduce a afirmar que, en términos generales, se va consolidando la disconformidad, descontento y rechazo total hacia el gobierno en general y también hacia Evo Morales con residuos de apoyo cada vez minoritario.

En función de ello, el gobierno actuará para recuperar su imagen frente a la población boliviana y tratará por otro lado recuperar a los movimientos sociales. Al parecer, la tendencia para el logro de dicho fin será, primero ejercer mayor coerción a los dirigentes, inclusive con instructivas para que no permitan la entrada de otras fuerzas políticas o la descalificación estigmatizando como "de derecha" a quienes muestren desobediencia. En segundo lugar, para reivindicar su popularidad usará temas de mayor sensibilidad para toda la población boliviana, como ser el acceso soberano al océano Pacífico. De ahí el giro del discurso del presidente en el aniversario de la perdida del mar en la guerra del pacífico el 23 de marzo de 2011, donde plantea demandar a la Corte Internacional para recuperar la soberanía. A partir de ello pretenderá mantener a los dirigentes y otros sectores ocupados en dicha discusión.

En tercer lugar, continuará con el ataque a las ex autoridades para instaurar enjuiciamientos y abrir procesos judiciales como señal de lucha contra el neoliberalismo; esto asociado a su lucha contra el imperialismo de Estados Unidos y, a partir de ello, echar la culpa a USAID sobre las movilizaciones de la población. Es una estrategia, sin duda, para seguir imponiendo imaginarios a los movimientos que si está luchando para enterrar al neoliberalismo y avanzar en el proceso de cambio.

Sin embargo, las estrategias mencionadas no serán suficientes para el gobierno salir de la pesadilla del gasolinazo, ya que la población y los movimientos sociales no sólo ven la incapacidad de generar políticas públicas que realmente induzcan a la transformación de la economía, sino inclusive empezaron a desconfiar de los indicadores económicos y en la palabra del Presidente. Los jóvenes particularmente dicen que en el discurso del presidente no hay nada nuevo que escuchar, sino repite sus propias quejas cuando era dirigente y se convierte en demasiado aburrido.

Viendo este panorama los dirigentes de muchos sectores sociales por su parte van optando por cierto distanciamiento con el gobierno, incluso algunos tratan de reivindicarse frente a sus bases mostrando una actitud crítica hacia las políticas del gobierno, porque su preocupación es no ser tratados en el futuro como traidores. Sin embargo, la fuerza crítica hacia el gobierno aún todavía no está en los dirigentes, sino en las bases o miembros de las organizaciones, de ahí que cada vez nacen voces para reclamar nuevamente la independencia organizacional o sindical. Lo más evidente de todo ello, es que el MAS ya no ejerce el monopolio en las organizaciones como antes, por eso de aquí en adelante primará inclusive elegir dirigentes que tengan cierta independencia política.

Hasta aquí hemos visto la paulatina decadencia del gobierno del MAS, pero no sus causas y sus posibilidades de reversión. En ese sentido, para nosotros la perdida de legitimidad no hay que buscarla sólo en el gasolinazo, sino éste es efecto de un problema mayor, que consiste en la carencia de ideología, el horizonte o concepción social del mundo, o sea, el tipo de transformación societal. Ya que todos sabemos el pueblo boliviano en su conjunto apoyó a Evo Morales durante las elecciones de 2005 para ser Presidente, no porque él presentó una ideología, sino fue resultado de la rabia generalizada contra los líderes de derecha que habían dominado durante 22 años del neoliberalismo y habían sometido al país en un escándalo de corrupciones permanentes, permitiendo el saqueo de los recursos naturales del país. Estas son las razones para que convergieran diferentes fuerzas políticas y movimientos sociales para respaldar a Evo Morales, esa diversidad de fuerzas políticas y sociales también eran portadores de diferentes ideologías que lograron llegar a un momento cúspide de redactar la Nueva Constitución Política del Estado, que ahora sería la ideología del MAS.

En este escenario se estructura el MAS como partido, donde se privilegia a los movimientos sociales como componente del partido y no en la formación de militantes y cuadros que respondieran o construyeran una ideología, o lo que dice Gramsci por una élite de hombres de cultura que tienen la función de dirigir desde el punto de vista de la cultura, de la ideología en general. El MAS al privilegiar a los movimientos sociales, que por su característica es generalmente difusa se constituyó en partido no de élite, sino de masas, donde su característica principal es la estructuración en función de la fidelidad a un líder, en este caso Evo Morales con cierta carisma que también tiene una cierta "interpósita ideología". En este tipo de organizaciones políticas la masa que son los movimientos sociales es usada simplemente de "maniobra" y de instrumento de legitimación en el ejerció de poder, manteniéndola "ocupada" con la entrega de "canchitas" o "aulitas", con prédicas morales, con estímulos sentimentales, con recuerdos del pasado y, fundamentalmente, con mesiánicos mitos de espera de épocas fabulosas que llegarán con el proceso de cambio, en las cuales todas las contradicciones y miserias presentes serán automáticamente resueltas y curadas.

Como no hay ideología, programa ni metas claras, aparece ante la sociedad con propuestas poco o nada elaboradas y mantiene al partido y los movimientos sociales en permanente incertidumbre y anarquía. Mucho peor, la estructura del partido para Evo Morales no existe, sino éste -como él mismo dice- es una formalidad ante el Tribunal Supremo Electoral, por eso que en el MAS no hay estructura ni mucho menos cuadros e intelectuales que pueden permitirle renovarse y seguir manteniéndose como partido hegemónico.

Por lo tanto, el MAS como no es partido y paulatinamente va perdiendo a los movimientos sociales, ve cada vez más difícil su continuidad hegemónica como los anteriores cinco años. A partir de este hecho podemos concluir que el apoyo al MAS en el futuro solo estará marcado por ciertos lazos de solidaridad sentimental guiados en personas que aún tienen fuerte conciencia étnica.

En este sentido, nuevamente se gesta una especie de vaciamiento ideológico aunque en un contexto totalmente distinto a los años antes de la Nueva Constitución. Son épocas marcadas por relaciones de fuerzas sociales totalmente distintas donde los actores indígenas son importantes y seguirán marcando su primacía, pero al mismo tiempo la apelación a la clase media urbana, tan diversa en su composición, jugará un rol muy importante para que se imponga y tenga carácter hegemónico una nueva emisión ideológica.

En términos políticos, es muy prematuro concluir cuál será el partido que tendrá mayor respaldo legítimo, porque hay muchas fuerzas políticas que van emergiendo recientemente. De lo único que podemos estar seguros, es de la imposibilidad del retorno de la derecha y de los partidarios del neoliberalismo acérrimo. En este sentido, el futuro de las disputas políticas estará marcado por corrientes ideológicas contestatarias a estas visiones y formas de conducir el país.

 

Notas

1 Licenciado en Sociología. Universidad Mayor de San Andrés.

 

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