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Temas Sociales

versión impresa ISSN 0040-2915versión On-line ISSN 2413-5720

Temas Sociales  no.31 La Paz  2011

 

SOCIOLOGÍA DE LOS GÉNEROS

 

EL GÉNERO COMO ACTUACIÓN

 

 

Sergio Ramírez1

 

 


 

La vida social es una cosa ordenada, sin atiborramientos, porque la persona se mantiene voluntariamente alejada de los lugares, tópicos y momentos en que no es deseada y en los que podría ser menospreciada por concurrir a ellos. Colabora para salvar su cara, y descubre que hay mucho que ganar en el hecho de no aventurar nada

Erving Goffman

Introducción

Cuando una persona se encuentra en presencia física inmediata de otra, sin que necesariamente caiga en cuenta de que cataloga a quien tiene en frente, se lleva a cabo una categorización mutua con respecto a varios aspectos, que pueden ser de status, edad, estética corporal u otros; uno de esos aspectos es el género. Por poco prejuiciosa que pueda creer una persona que es, lo más probable es que clasifique a su interlocutor o interlocutora de acuerdo al género que cree que corresponde de acuerdo a la imagen personal que éste o ésta presenta. Esto ocurre dentro de un conjunto de posibilidades contempladas con anterioridad gracias a un previo aprendizaje social, la situación y la definición de la situación que en ese momento proyectan.

Más allá de la veracidad de la categorización que se haga, lo que importa en las relaciones y en las interacciones sociales es que ésta sea efectiva en tanto las personas actúen en consecuencia. Si se acepta esta idea, es válido preguntarse ¿cómo es posible estudiar las expresiones de género de las personas, en tanto que presentan determinada imagen personal? ¿Todas las situaciones sociales demandan una identificación de género de parte de sus participantes? Dejando un poco de lado el método más apropiado para emplear en este tipo de estudios, puedo decir que hasta ahora no he encontrado un cuerpo teórico lo suficientemente preciso para estudiar este tema, por lo que me ha parecido conveniente proponer un acercamiento teórico desde algunos conceptos propuestos por Erving Goffman, de tal manera puedan ser adaptables a para la realización de estudios de género.

Lo que se presenta en este ensayo es un delineamiento teórico, que fue parte de una elaboración conceptual para una investigación en particular (Ramírez 2009). El punto de partida fue la teoría de la performatividad del género de Judith Butler, pero ya que los conceptos que ella propone resultaban difícilmente aplicables para la interpretación -que era el caso para la investigación mencionada-, se cotejaron con los conceptos planteados por Goffman en La presentación de la persona en la vida cotidiana (2001) y en Estigma (2003), obras publicadas originalmente en 1959 y 1963 respectivamente; estos conceptos terminaban siendo más precisos para interpretar la información empírica que se había encontrado en esa ocasión, aprovechando una cercanía terminológica que brindaban ambas propuestas teóricas.

A pesar de la utilidad específica con que se buscó el relacionamiento conceptual que se propone, el propósito de este ensayo es mostrar de una manera básica y no definitiva, cómo los conceptos principales de la teoría de Goffman pueden ser utilizados para hacer estudios de género, con respecto a la dimensión expresiva de este ámbito de estudio2.

Estudios de género: dos maneras de conceptualizar lo que se expresa

Se puede decir, de una manera muy amplia, que la categoría analítica de género busca cuestionar el enunciado de que "la biología es destino" (Stolcke 2000: 29). Sin embargo, si bien hay un desarrollo extenso de las diferentes teorías de género, Stolcke afirma que no hay un modelo indiscutible para el análisis del género ni un consenso sobre el propio concepto quiere decir.

Así también hay una variedad de perspectivas a partir de las cuales se puede realizar estudios de género, y dentro de éstas una tendencia que ya tal vez puede considerarse tradicional, es aquella que Marta Lamas comparte con respecto a la relación -ampliamente debatida- entre sexo y género. Lo que menciona esta antropóloga es que si bien existen más de dos "sexos biológicos" de acuerdo a las diferentes combinaciones entre las áreas fisiológicas que los definen, la dicotomía hombre/mujer más que ser una realidad biológica es una realidad simbólica o cultural (Lamas 1996: 340). Ella considera que si bien "cada sexo contiene la posibilidad de una estructuración psíquica homosexual o heterosexual... sólo están simbolizados dos: mujer y hombre heterosexuales" (Ibíd.: 348)3. Lo que concluye Lamas es que si bien la identidad de género que las personas asumen varía de acuerdo a épocas históricas y de cultura en cultura, y cambia la manera de interpretar y expresar la diferencia sexual, ésta permanece como referencia universal a partir de la cual se da la simbolización género.

Si bien esto no quiere decir que no hayan discontinuidades o rupturas en la imagen de género que alguien de determinado sexo pueda presentar -que por ejemplo alguien de sexo masculino lleve una espesa barba pero se pinte los labios de rojo, lleve pantalones apretos y camine meneando la cadera- hay que señalar que los géneros masculino y femenino son modelos básicos y, en todo caso, son los extremos de un continuum de posibilidades en cuanto a lo que concierne a la expresión del género, y, a partir de los cuales, se tiene una referencia binaria inicial4. Lo que hay que remarcar con Lamas es que lo masculino y lo femenino, en tanto modelos, son solamente ideas abstractas, tipologías, tradiciones, que combinadas de diferentes formas e intensidades pueden dar lugar a distintas expresiones de género.

La filósofa Judith Butler propone el concepto de performatividad del género. Para ella, el género es un forma contemporánea de organizar las normas culturales, una forma de situarse con respecto a esas normas, en y a través de ellas, "un estilo activo de vivir el propio cuerpo en el mundo" (Butler 1996: 308), "una serie de actos repetidos -dentro de un marco regular muy rígido- que se congela con el tiempo para producir la apariencia de sustancia, de una especie natural del ser" (Butler 2001: 67). Butler rompe con la noción que plantea Lamas, ya que según lo que argumenta no tiene sentido definir al género como interpretación cultural del sexo, ya que "sexo", tal cual, sería ya una categoría dotada de género. Por tanto para Butler con el género se designa el aparato mismo de producción mediante el cual se establecen los sexos en sí.

Butler está en contra de lo que llama "conocimiento naturalizado del género", ya que considera que esta manera de entender el concepto, circunscribe a través de las normas de género que de alguna manera son violentas (Ibíd.: 23). Es de acuerdo a ello que hace referencia a la noción de matriz heterosexual, que ella entiende como una "rejilla" de inteligibilidad cultural a través de la cual se naturalizan cuerpos, géneros y deseos. Esto implica que para que haya coherencia y sentido de los cuerpos, debe haber un sexo estable expresado mediante un género estable.

Para Butler la distinción entre expresión y performatividad es crucial, ya que de haber una expresión como tal, supondría que hay una identidad preexistente con la que podría medirse actos o atributos. En cambio, la posición de Lamas es más tradicional, ya que las personas interpretarían y expresarían las diferencias sexuales, teniendo a éstas como fundamento universal para simbolizar el género. Butler concibe el cuerpo "como situación", lo cual quiere decir que, por una parte, es una realidad material definida dentro de un contexto social, a partir de la cual se hace interpretaciones culturales, y, por otra parte, que a partir del cuerpo puede entenderse la situación de asumir y reinterpretar las normas de género recibidas (Butler 1996: 312).

En el prefacio de 1999 de su libro titulado El género en disputa, Butler dice que es "difícil decir con precisión qué es la performatividad" (Butler 2001: 15), ya que sus posturas habían cambiado con el tiempo y además muchos otros habían adoptado el concepto formulándolo a su manera. Para definir lo que entiende por performatividad del género se pregunta es si el género funciona como una esencia interior que pueda ponerse al descubierto, "una expectativa que termina produciendo el fenómeno mismo que anticipa" (Ibíd.). Planteada la cuestión, hay dos casos en los que según esta filósofa puede entenderse el concepto: en el primero la performatividad del género gira en torno a "la forma en que la anticipación de una esencia dotada de género provoca lo que plantea como exterior a sí misma", y en el segundo caso dice Butler que la performatividad es una repetición y un ritual que logra su efecto al naturalizarse en el contexto de un cuerpo.

Menciona también Butler que a veces su teoría fluctúa entre entender la performatividad como algo lingüístico, o concebirlo como algo teatral. Sin embargo, dado que en sus formulaciones no presenta información empírica, no hay por qué sospechar que los actos performativos a los que se refiere indiquen actos gestuales o del habla por separado, sino ambos simultáneamente.

La teoría de Goffman y el género

La performatividad del género que plantea Butler no deja de hacer recuerdo a la teoría de Goffman y su analogía entre las interacciones cara a cara y aquello en lo que básicamente consiste una representación teatral. En inglés, la cercanía que se sugiere es bastante notoria: el concepto de Butler es gender performativity, que es llevado al español en una adaptación un tanto forzada como performatividad del género, mientras que Goffman hace uso de la palabra performance, que es traducida al español como actuación5.

Si bien los ámbitos de conocimiento y las disciplinas en los que Butler y Goffman se enmarcan son distintos, al igual que los propósitos de sus investigaciones y sus construcciones conceptuales, es posible establecer una articulación entre ambas propuestas. Lo que se busca es que el conjunto de conceptos de la teoría de Goffman, tomando en cuenta las restricciones y las facilidades que conllevan, puedan servir para estudiar interacciones sociales en las que la expresión del género sea susceptible de ser estudiada, teniendo como fundamento los planteamientos teóricos de Butler que sí están enfocados plenamente a una conceptualización del género como tal.

Los trabajos de Goffman no estuvieron orientados a los estudios de género -con una excepción a la que se hará referencia más adelante-sino hacia la elaboración de un cuerpo teórico con el que sea posible estudiar situaciones sociales concretas en las que los actores sociales interaccionen. Los planteamientos de Butler -por lo menos en los textos encontrados- no parecían haberse formulado con la intención hacer investigaciones en ciencias sociales, sino para fundamentar una postura teórico-filosófica que más bien tiene considerables matices ideológicos, y con los que un estudio que pretenda tomar en cuenta información empírica puede tener dificultades al momento de la interpretación. De todas maneras, no pocas nociones de la filósofa estadounidense son cercanas y cotejables con los conceptos propuestos por Goffman.

Tal vez el primer argumento en contra de la propuesta que hago, pueda ser que en el orden de la interacción, que fue el ámbito de estudio que Goffman privilegió a lo largo de sus investigaciones, a partir de la definición de la situación consensuada entre los actores, es que se define los papeles, e incluso las identidades, de tal manera que el género puede ser susceptible de ser estudiado o no. Esta idea se comparte. Sin embargo, también hay que tomar en cuenta que si hay algo de lo que una persona no se puede desembarazar, más allá del tipo de relación cara a cara de la que se trate, es del género: algo mucho más inequívoco que el status o la etnicidad, por lo menos con respecto a lo que se puede categorizar a primera vista.

Como se seguirá explicando a continuación, la expresión del género es algo que se puede elaborar y manipular, y si bien el género siempre acompaña al actor, éste fácilmente puede manejar su fachada personal a manera de disfraz y encarnar, en diferentes ocasiones sociales, géneros de distinto tipo6. Sin embargo, si bien es cierto que una persona puede intentar, y puede hacer todos los esfuerzos de producción para que su imagen personal parezca que corresponda a la de determinado género, que la forma cómo se expresa en este aspecto pueda pasar por incuestionable, muy difícilmente podrá dejar de aparentar un género. A no ser que se lleve el disfraz de un animal, de una planta, de un objeto, o se realice sobre sí un artificio fantástico, el género es algo que siempre es evidente -aunque solo en ocasiones puesto en evidencia.

La puesta en escena

Los escritos y la teoría de Erving Goffman están plenamente dedicados a lo que él mismo llama orden de la interacción -aquel plano que algunos estudiosos de la vida social llaman "microsocial"- un orden en el que las personas se encuentran en situaciones específicas e interactúan cara a cara. Él define este tipo de interacción como la "influencia recíproca de un individuo sobre las acciones del otro cuando se encuentran ambos en presencia física inmediata." (Goffman 2001: 27).

En estos estudios, el tipo de personas que forman parte de lo que se investiga no se definen por el lugar que ocupan en la sociedad, en la estructura de clases o en algún tipo de ordenamiento "macrosocial", a pesar que Goffman no niega que las personas sí tienen un status, sus respectivos roles y las consiguientes propiedades que estas adscripciones implican. Los actores que estudia Goffman se precisan por la situación que los participantes mismos contribuyen a definir en ocasiones puntuales, de acuerdo a la definición de la situación que proyectan en un determinado lugar y en un determinado período de tiempo. La definición de la situación no implica un consenso real sobre lo que existe en ese momento, sino sobre cuáles serán las demandas (concernientes a quiénes y a qué problemas en particular) que durante el tiempo que dure la interacción serán aceptadas, y que asimismo permitan un acuerdo sobre la conveniencia de librarse de un conflicto manifiesto de definiciones de la situación encontradas; a esto es a lo que Goffman llama "consenso de trabajo".

En La presentación de la persona en la vida cotidiana Goffman construye un cuerpo teórico haciendo una analogía con lo que es una obra teatral: las interacciones cara a cara son puestas en escena en la que "las personas corrientes sustentan en la vida cotidiana sus situaciones sociales reales." (Ibíd.: 271). En un texto que titula El olvido de la situación, Goffman define lo que para él es una situación social:

Yo definiría una situación social como un medio constituido por mutuas posibilidades de dominio, en el cual un individuo se encontrará por doquier asequible a las percepciones directas de todos los que están 'presentes', y que le son similarmente asequibles. Según esta definición, hay situación social tan pronto como dos o varios individuos se encuentran en mutua presencia directa y sigue habiéndola hasta que se vaya la penúltima persona. (Goffman 1991:132).

Lo que plantea el sociólogo canadiense es que las personas actúan, con lo cual no quiere decir que las personas fingen (eso más bien sería una sobreactuación)7, sino que en sus actividades cotidianas, que son presenciadas y recíprocamente influidas por otras personas, las personas se expresan de acuerdo a la situación en la que se encuentran, tanto gestual como verbalmente, de tal manera que intentan sostener coherentemente aquello que comunican, lo cual no deja de estar sujeto a turbaciones que puedan surgir en el momento. La actuación debe entenderse como la actividad total de determinado participante en una ocasión específica, de tal modo que pueda influir de alguna forma en los demás participantes que contribuyen con sus respectivas actuaciones, y que pueden ser considerados como la audiencia, los observadores o los coparticipantes, dependiendo de cuál sea el punto básico de referencia. En cada situación el participante realiza una "rutina" o un "papel", que tiene que ser entendido como la pauta de acción prefijada que se lleva a cabo durante una actuación, y que puede ser presentado o actuado en otro tipo de interacciones cara a cara.

Si el género va a ser entendido como una actuación, las ocasiones sociales que sean factibles estudiar tienen que ir más allá de posibles encuentros entre personas de diferentes géneros que puedan dar lugar a coqueteos o posibles juegos de seducción, o de reuniones entre varios miembros de un solo género para algún tipo de celebración que excluye a los otros (como las "noches de chicas" o las despedidas de solteros) donde se exaltan características comunes que podrían resultar groseras ante quienes no son del mismo género, o coronaciones "bufa", donde quienes actúan cotidianamente de un género se disfrazan del género considerado tradicionalmente opuesto e intentan manejar su cuerpo en correspondencia, en un tono burlesco y preferentemente encima de una tarima. Si bien estas celebraciones sociales son válidas para estudiar actuaciones de género, tal vez se tendría que pensar además en situaciones cotidianas, u ocasiones de las más corrientes, donde personas que actúan cierto género puedan caer en turbaciones, es decir cuando el desenvolvimiento del papel de un participante se encuentra en notorias incomodidades. Pueda que sea poco común, pero los deslices en las maneras pueden poner en entredicho la coherencia de la fachada que un participante sostiene en cuanto a su género, siendo tal vez el ejemplo más evidente cuando se dan prácticas homoeróticas ante un público no preparado para ello. Los amaneramientos también entrarían en esta serie de turbaciones, especialmente cuando no han habido previamente manifestaciones explícitas den cuenta de la identidad de género.

Otros conceptos importantes que también pueden ser adaptados para los estudios de género provienen de Estigma, texto que básicamente trata de las interacciones entre los estigmatizados, considerados como tales a aquellos que tienen abominaciones del cuerpo o defectos de carácter, aunque también existen estigmas de tipo tribal como la religión o la raza, y los normales, quienes en vez de apartarse negativamente de una situación en que se encuentran frente a estigmatizados, permanecen con ellos durante una interacción. Lo que Goffman describe son las diferentes formas en que los estigmatizados manejan la información social acerca de sí, de acuerdo a las situaciones sociales en las que les toca participar y a los atributos que se quieran ocultar.

Lo que aquí importa -aunque de una manera muy distinta de los propósitos de Goffman en ese trabajo- es que cuando una persona se encuentra en presencia de otra la categoriza de alguna manera, ya que el ámbito social así lo permite: establece los medios para clasificar y las categorías para asignar. Por consiguiente, "es probable que al encontrarnos con un extraño las primeras apariencias nos permitan preveer en qué categoría se halla y cuáles son sus atributos, es decir, su "identidad social" -para utilizar un término más apropiado que el de "status social", ya que en él se incluyen atributos personales, como la "honestidad", y atributos estructurales, como la "ocupación" (Goffman 2003:11-2).

Esto da lugar a la diferenciación que Goffman hace entre identidad social virtual e identidad social real. La primera es una caracterización "en esencia" de acuerdo a las demandas de la audiencia en una interacción, una identidad que se atribuye a un participante cuando una actuación no deja dudas respecto a lo que busca representar y al mantenimiento de la situación sin disrupciones. Los atributos del participante que se pueden demostrar de hecho, que permiten una categorización tal vez más cabal, pueden llevar a imputarle lo que se llama identidad social real, por lo que además de una turbación durante la actuación seguramente se habrá obtenido cierta información adicional, tal vez en relación a la biografía de quien realiza el papel que se está observando. Pasar de una identidad virtual a una identidad real podría ser entendido como un desenmascaramiento, lo que Goffman distingue entre encontrarse en una posición de desacreditable, que pasa a ponerse en entredicho y situarse como desacreditado, lo cual se debería sobre todo a deslices sociales incompatibles respecto a determinado papel.

Así como Goffman propone el concepto de actuación, elemental en la analogía entre las interacciones sociales y una obra teatral, Butler por su parte menciona lo que es la "acción de género", que es una acción pública, y requiere una "actuación repetida", que consiste en volver a realizar y experimentar un conjunto de significados ya establecidos socialmente, de tal manera que se legitimen (Butler 2001:171). Para ella el objetivo de esta actuación sería estratégico, ya que buscaría mantener el género dentro de su marco binario. En cambio, la concepción de Goffman sugiere que, si bien un determinado actor puede llevar a cabo un mismo papel ante diferentes públicos en diferentes ocasiones sociales -lo cual se podría considerar como "actuación repetida"- y que con el papel que más tienda realizar se llegue a confundir al personaje con la persona, pueden haber ocasiones sociales en que un actor se desenvuelva con actuaciones que no sean compatibles con el que la mayoría de los distintos tipos de público están acostumbrados a verlo.

De esta forma, un hombre que presenta una fachada personal masculina ante su familia y sus compañeros de trabajo, que muy probablemente son dos tipos de audiencia con los que pasa una gran parte de su tiempo, puede buscar otros lugares y personas con los que pueda revelar que es gay -lo que popularmente se llama una "doble vida"- y tener así un lugar para llevar a cabo una actuación tal vez más de acuerdo con lo que su fuero interno le pide, y que en otros lugares podría fácilmente ser tildada de vergonzosa8.

El género, por tanto, es algo que si bien lo acompaña a uno a todas partes, no necesariamente es el mismo en todas las situaciones sociales, y es algo que más bien puede ser entendido en la tensión entre el sí mismo demasiado humano y el sí mismo social al que hace referencia Goffman, uno de los principios fundamentales con los que estructura su teoría.

La ritualización de la femineidad

En un artículo publicado en 19769, Goffman sí hace una investigación que, de una forma no explícita, trata el tema del género: si bien no hace referencia en ningún momento a esta categoría, sí puede ser considerado un trabajo donde se toma en cuenta la expresión y las diferencias de género, aunque él alude al tema utilizando el término sexo -lo cual seguramente puede llamar la atención y ser discutido por quienes hacen estudios de género-.

En ese artículo Goffman presenta un análisis de un conjunto de fotografías comerciales presentadas en diarios y revistas, que muestran escenificaciones que las mujeres deben cumplir en sociedad, reunidas en series que "gracias a un orden no exento de malicia, permiten exponer, delimitar y bosquejar un tema preciso, relativo al sexo, el femenino en particular." (Goffman 1991:136). Su análisis trata acerca de escenificaciones para la fotografía publicitaria que tienen su análogo en las escenificaciones que las mujeres realizan en la vida social ordinaria.

Las fotografías que escoge para su artículo, dice Goffman, refrescan las ideas sobre "los estilos de comportamiento relacionados con el sexo" (Ibid.: 139). En esas imágenes, dice también el autor, las mujeres toman actitudes femeninas no solo ante hombres, sino también ante otra mujer. de esta forma los estereotipos que maneja permiten diferenciar a los sujetos en su papel, que no necesariamente son opuestos respecto a su "identidad sexual".

Para esto utiliza la noción de hiperritualización, que tiene como sustrato los conceptos desarrollados en La presentación de la persona en la vida cotidiana: al tratarse este trabajo del idioma ritual de la sociedad, la escenificación deliberada de las maneras de manejar el cuerpo preparadas con el fin específico de mostrar algo en fotografías, es entendida como una representación de lo que ya en la vida cotidiana es ritualizado10. Dicho de otra manera, las actuaciones en la vida ordinaria son puestas en escena fuera del contexto cotidiano para ser fotografiadas; a esto Goffman llama hiperritualización.

Así con Goffman, particularmente retomando este artículo, se puede afirmar que el género se actúa. Lo masculino y lo femenino son representaciones, y para que sean llevados a una escena "artificial" solamente se requiere ritualizar aquello que se suele escenificar cotidianamente. Si se quiere representar a otros géneros solo se necesita de combinaciones y aditamentos a los modos de expresión tradicionales, que cuando no se encuentran en situaciones cotidianas pueden ser hallados en ciertos grupos y ocasiones sociales específicos, dependiendo de las oportunidades que el colectivo social ofrezca.

Comentarios finales

Lo que se ha tratado de mostrar en este ensayo, de una manera bastante general, ha sido cómo los conceptos de Goffman pueden ser empleados para estudiar expresiones de género teniendo como referencia, necesaria o no al momento de investigar, las conceptualizaciones que Butler hace alrededor de esa categoría. Lo cierto es que más allá de lo que alguien pueda plantear discursivamente acerca su identidad de género, éste es algo que se actúa ante un público que tiene sus propias apreciaciones, y ante un posible crítico que el investigador social encarnaría.

Los estudios que intenten dar cuenta de las formas en que el género se expresa, si se adopta una posición que se pretenda cercana a la de Goffman, tal vez tendrían que tomar menos en cuenta a las técnicas de investigación convencionales y recurrir más a la experiencia que uno ya tiene por haber vivido en sociedad y en situaciones que se le han presentado porque uno está ahí, que poco tienen que ver con los artificios situacionales que se crean en nombre de las metodologías científicas. Es posible estudiar la vida social sin dejar de lado el sentido práctico.

 

Notas

1 Licenciado en Sociología de la Universidad Mayor de San Andrés.

2 Lamentablemente no se toman en cuenta dos trabajos importantes del sociólogo canadiense: Frame analysis: An essay on the organization of experience (1974) y Forms of Talk (1981). Estos textos, si bien ya fueron traducidos al español, no son incluidos porque no fueron encontrados en La Paz - Bolivia ni en internet en ningún idioma, lo cual fue una limitación para elaborar el presente ensayo.

3 El resaltado es mío.

4 Este continuum de posibilidades a las que hago referencia con respecto a la expresión del género, es análogamente parecido a lo que precisamente Lamas dice con respecto a los procesos biológicos de los sexos: esta autora dice que lo masculino y lo femenino son los extremos de un continuum de procesos biológicos posibles en el que se puede encontrar una "sorprendente variedad de posibilidades combinatorias de caracteres, cuyo punto medio es el hermafroditismo,..." (Lamas 1996: 339).

5 La palabra performance existe en inglés pero no en español, mientras que performativity es un neologismo en inglés derivado de performance.

6 Lo cual, debo decir, es poco común en el medio social en que vivo en 1 ciudad de La Paz.

7 Para ser precisos con respecto a esto, hay que decir que Goffman distingue al personaje del actuante, ya que tienen atributos de distinto orden. El individuo como personaje y el 'sí mismo' se hallan en cierto sentido en pie de igualdad, "y este 'sí mismo'-como-personaje es considerado en general como algo que está alojado dentro del cuerpo de su poseedor,..." (Goffman 2001: 268), es el 'sí mismo' que se atribuye a un personaje cuando éste es solamente el producto de la escena. En cambio el individuo como actuante ejercita su capacidad para aprender y prepararse para desempeñar un papel, y los atributos que presenta en la interacción parecen surgir en ésta misma, o sea en la puesta en escena de las actuaciones y sus contingencias, aunque se trate de una pauta de acción preparada anteladamente para la ocasión. A esto último es a lo que me refería con el término de sobreactuación.

8 La investigación acerca del ambiente gay de La Paz de Jesús Flores (2004) es bastante ilustrativa al respecto. Él en parte utiliza la teoría de Goffman, y su tesis es, hasta cierto punto, un ejemplo de lo que planteo en este ensayo.

9 De este artículo solamente se tiene un resumen, que es lo que fue publicado en español en una colección de textos titulada Los momentos y sus hombres (1991).

10 "Así, pues, en general, los publicitarios no crean las expresiones ritualizadas que emplean: explotan el mismo cuerpo de exhibiciones, el mismo idioma ritual, que todos nosotros los que participamos en situaciones sociales, y con la misma finalidad, la de hacer interpretable un acto previsto. A lo sumo, no hacen sino convencionalizar nuestras convenciones, estilizar lo que ya está estilizado, dar un empleo frivolo a imágenes fuera de contexto. En resumen, su chapuza, si se nos permite, es la hiperritualización." (Goffman 1991:168).

 

Bibliografía

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