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Temas Sociales

versión impresa ISSN 0040-2915versión On-line ISSN 2413-5720

Temas Sociales  no.31 La Paz  2011

 

SOCIOLOGÍA URBANA

 

VIOLENCIA E INSEGURIDAD EN LA CIUDAD DE EL ALTO

 

 

Antonio Edgar Moreno Valdivia1

 

 


Introducción

Hasta hace algunos años atrás se percibía a Bolivia como un país con bajos índices de violencia, delincuencia, criminalidad e inseguridad ciudadana. Sin embargo, esta realidad fue transformándose pues, paulatinamente, los "niveles de riesgo moderado" se convirtieron en "niveles de riesgo intermedio". Este incremento de la violencia y la inseguridad ciudadana es resultado de una diversidad de factores tanto estructurales como coyunturales, vinculados sobre todo al crecimiento urbano, la crisis económica, la crisis urbana, la reestructuración del sistema económico, el masivo éxodo rural, el crecimiento de la pobreza, la falta de empleos, el incremento del desempleo, la crisis en los principales agentes de socialización y la emergencia de nuevas formas de violencia, delincuencia e inseguridad ciudadana.

A nivel nacional, las estadísticas policiales revelan que la conducta violenta y criminal se ha incrementado de manera casi "irracional", sobre todo a partir del año 2000, pues entre los años 2003 y 2004 se han producido alrededor de 2.000 atracos; en el año 2004 fueron perpetrados 3.700 homicidios; entre el 2001 y el 2004 se cometieron 8.000 violaciones, estupros y abusos deshonestos y en este mismo periodo ya se había identificado la presencia de 990 pandillas.2 Para el año 2010, según un informe de la Dirección General de Seguridad Ciudadana y Prevención del Delito, el panorama delictivo da cuenta de la comisión de acciones delictivas con mayor incidencia en aspectos bastante violentos sobre todo vinculados a la acción de los atracadores, los secuestros "express", los cogoteros, los asaltantes de domicilios, sucursales bancarias y otro tipo de entidades públicas.

Datos estadísticos de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC) señalan que, durante el primer trimestre de este año, se atendió en todo el país casi 1.000 casos más que en similar periodo el año 2010. Estos datos reflejan un 8.89% de aumento de hechos delictivos atendidos, esto implica que en los tres primeros meses de este año, esta repartición policial atendió 11.986 casos, es decir, 979 denuncias más que el primer trimestre del 2010.3

En este contexto de violencia e inseguridad ciudadana, las ciudades capitales de La Paz, Cochabamba, Santa Cruz y, en particular las ciudades de El Alto, Quillacollo y Montero, presentan los más elevados índices de violencia, inseguridad y de comisión de delitos que atentan la seguridad. Al respecto, un Informe sobre Desarrollo Humano en Bolivia comunica que más de la mitad de los pobladores de las ciudades mencionadas, se siente inseguro o muy inseguro al caminar por los espacios públicos de sus lugares de residencia. Según este mismo informe la situación más critica se encuentra entre los habitantes urbanos de las ciudades de Santa Cruz de la Sierra y El Alto, donde ocho de cada diez habitantes se sienten muy inseguros al caminar por sus respectivos barrios.

La ciudad de El Alto

El Alto es una urbe "sui generis" debido a ciertas características históricas, demográficas, culturales, económicas, sociales y políticas. En efecto, es la ciudad más joven, la más pobre, la más abigarrada, la más postergada, la más peligrosa y la más violenta. En el terreno de las estadísticas, la ciudad de El Alto es considerada como una de las urbes más violentas y peligrosas del país. A nivel nacional, en términos de violencia social urbana ocupa el segundo lugar después de la ciudad de Santa Cruz y, en relación a la violencia intrafamiliar, ocupa el primer puesto. Para el 2006, el Informe sobre Desarrollo Humano en Bolivia vinculado al tema de la "Policía Nacional y Seguridad Ciudadana" señala que ocho de cada diez habitantes alteños se sienten inseguros o muy inseguros al recorrer los espacios públicos de su ciudad. En este mismo año, un diagnóstico realizado por la Alcaldía alteña establece que cuatro de cada diez alteños o, en su defecto, algunos de sus familiares fueron victimas de algún tipo de delito.4

Para el año 2011, la FELCC informa que en esta ciudad se producen, en promedio por día, entre 3 y 5 asaltos, 2 y 3 atracos, 2 y 3 casos de victimas "acogotadas"; asimismo, cada día en promedio, se reporta entre una y cuatro personas muertas por causas violentas. Estos datos estadísticos revelan un panorama preocupante en relación a la inseguridad ciudadana en dos dimensiones, por un lado, mayores niveles de inseguridad fáctica que se traducen en un incremento de la violencia, los homicidios y la delincuencia y, por otro lado, mayores niveles de inseguridad simbólica que van acompañadas de un aumento en las sensaciones de miedo, temor e inseguridad. En función de esta bi-dimensionalidad, no resulta casual que casi la mayoría de los "alteños", tengan una historia que contar vinculada a la violencia e inseguridad fáctica y simbólica en términos de miedo, temor, recelo, amenazas, golpizas, peleas, robos, atracos, asaltos, heridas, desapariciones e inclusive muertes.

Esta apretada revisión de los datos estadísticos provenientes de organismos policiales e instituciones municipales, pone en evidencia el hecho de que una buena parte de la población alteña no se siente segura y que la inseguridad ciudadana se ha constituido en un mal social muy difundido, latente, sordo y frecuente que se está convirtiendo en pan amargo de todos los días.

Rostros de la inseguridad

Si bien intervienen una serie de factores objetivos y subjetivos en la conformación de un clima de inseguridad fáctica y simbólica, se considera que las principales amenazas que la población alteña percibe, siente y vive están vinculadas básicamente a los asaltos y los atracos, las pandillas juveniles, el consumo de bebidas alcohólicas, los asesinatos, las desapariciones, las violaciones y la violencia intra-familiar.

Asaltos y atracos

Se define legalmente al robo como la apropiación de bienes y objetos a través del uso de la violencia, la intimidación de personas o la imposición de la fuerza sobre las cosas. En relación a este tipo de delito, se debe señalar que existe una bi-dimensionalidad y una diferencia conceptual entre los términos "asalto" y "atraco". Por una parte, los asaltos hacen referencia a los robos perpetrados en los domicilios particulares y, por otra, los atracos incluyen a los robos que se efectúan con violencia fáctica y simbólica en diferentes espacios públicos y/o en los vehículos. Los alteños encuentran en los asaltos y los atracos, amenazas peligrosas, severas y persistentes para su seguridad y tranquilidad, a diario se reportan robos a domicilios, departamentos, viviendas, negocios, tiendas, comercios, oficinas públicas y a personas particulares. Según funcionarios policiales de la FELCC-E1 Alto, en la gestión 2009 se han registrado 1.117 delitos contra la propiedad privada y 461 contra las personas, para la gestión 2001 estas cifras se han incrementando en 1.416 y 714 casos respectivamente, tratándose en la mayoría de los casos de robo patrimonial y de robo a particulares.

En este marco de atentado al patrimonio y la seguridad de particulares, un delito que ha crecido persistentemente en la mayoría de las zonas alteñas, está vinculado al robo o al asalto en domicilios particulares. Es más, según reportes policiales, en algunas zonas como es el caso de Ciudad Satélite, Villa Dolores, Villa Adela, Primero de Mayo, Santiago II, Río Seco y la 16 de Julio, esta modalidad de agresión a la propiedad privada se ha hipertrofiado. A diario la prensa informa de que "ladrones se han entrado a alguna casa, vivienda o departamento". En algunos casos, los delincuentes se roban vehículos, joyas, grandes sumas de dinero, electrodomésticos, computadoras y bienes suntuarios, en otros casos, se apoderan de máquinas de trabajo, televisores, radios, garrafas, cocinas y, en otras ocasiones, solamente sustraen frazadas, polleras, garrafas, ropa y víveres. Sin embargo, en El Alto no sólo se asaltan domicilios particulares sino también se atracan locales públicos como ser bancos, tiendas de comercio, puestos de venta, negocios, gasolineras, sucursales bancarias, cafés internet y cabinas telefónicas. Según autoridades policiales, en esta urbe se producen en promedio por día, entre dos a tres atracos, tratándose en la mayoría de los casos de robos agravados debido a que los delincuentes actuaron con armas punzo-cortantes y/o armas de fuego, dejando en algunas ocasiones heridos y victimas fatales.

Los robos en materia de criminalidad no se consideran como delitos "nuevos", pero sí se reconoce que últimamente han adoptado "modernos" mecanismos y "nuevas" modalidades de acción. Hoy por hoy, estos hechos son perpetrados por "bandas de criminalidad organizada" que utilizan "armas de fuego largas y cortas" y que realizan el "seguimiento" de viviendas, tiendas, oficinas públicas y personas a través de "filmadoras", "cámaras fotográficas", "celulares", "teléfonos", "motocicletas" y "vehículos" que posibilitan seleccionar a sus victimas para luego huir sin mayores contratiempos. Son ya un lugar común, los testimonios de que dan cuenta sobre los días previos a efectuarse el delito: "se vio a personas sospechosas rondando la zona, a pie o en vehículos y que al momento del robo portaban armas de fuego, para luego huir en automóviles o motocicletas que los estaban esperando". Asimismo, es frecuente escuchar que "los delincuentes se comunican con celulares para avisar que los ocupantes de algún inmueble han salido o que el propietario de algún vehículo lo ha dejado estacionado momentáneamente". Por otro lado, no es casual que muchas victimas hayan percibido ciertas "marcas" o "grafittis" en las fachadas de sus domicilios como cierta "información clave" entre los delincuentes, pues al cabo de ciertos días la casa fue robada.

Un segundo delito, también muy extendido y que ocasiona bastante temor en la población alteña, está vinculado al robo de dinero y pertenencias a particulares en diferentes espacios públicos. Los atracos que se producen bajo distintas modalidades o "modus operandi", son un tipo de delito que comprende el robo al paso, el robo en vehículos, incluso, hasta llegar al robo premeditado que muchas veces concluye con la muerte de la víctima. La mayoría de los alteños, indistintamente del sexo y la edad, son víctimas habituales de estos delincuentes "profesionales" u "ocasionales" que logran apoderarse ilícitamente con o sin violencia de útiles escolares, celulares, mochilas, billeteras, sombreros, carteras, relojes, joyas y otras pertenencias. Estos tipos de atracos son muy habitúales en las zonas de mayor concentración poblacional y vehicular, siendo efectuados por los llamados "descuidistas", "lanceros", "cumbreras" o "pildoritas". A estos diferentes actos delincuenciales, también se tiene que agregar el robo de vehículos o de alguna de sus partes. Según declaraciones de los oficiales de la Dirección de Prevención Contra Robo de Vehículos, en esta ciudad se roban en promedio tres vehículos por día y, en los casos donde los delincuentes no se llevan el vehículo, se roban los accesorios más "caros" como son radios, intercomunicadores, faroles, guiñadores, llantas, o bien, "sensores", "flujometros" o "cerebros", en el caso de los vehículos más modernos.

En referencia a los delitos cometidos en vehículos, es necesario señalar que existe la posibilidad de que los conductores puedan ser tanto victimarios como victimas. En efecto, es bastante común el robo a personas en taxis y minibuses de transporte público; una larga lista de casos evidencia estos hechos delictivos que consisten en el "recojo de pasajeros/victimas" por parte de algunos "taxistas" y "minibuseros" que, aprovechando la oscuridad, el estado de ebriedad de la victima, la soledad del lugar o las altas horas de la noche, "reducen" o "cogotean" a sus victimas para despojarles de sus pertenencias y luego abandonarlos golpeados, malheridos e inclusive muertos en lugares alejados o solitarios. En contraste, se presenta el caso donde los delincuentes o "cogoteras", se hacen pasar por "eventuales pasajeros" y logran apoderarse de los vehículos o de la renta diaria de taxistas o minibuseros. Según el Director de la FELCC-E1 Alto, estos antisociales "utilizan cualquier elemento para estrangular a sus victimas, ya sea pañuelos, pitas, cuerdas y pedazos de tela con los que sofocan a los chóferes con el propósito de robarles"5

Pandillas juveniles

Es evidente que no todos los jóvenes alteños son "disocíales" o "potenciales delincuentes", pero también es innegable la presencia de cientos de ellos involucrados en la drogadicción, el alcohol, la prostitución y la delincuencia, a través de la conformación y el accionar de las denominadas pandillas juveniles. En la mayoría de estos jóvenes pandilleros se advierte un deterioro en la calidad de las relaciones familiares y una profunda perdida de valores morales, que provoca una deshumanización y una degradación social que afecta negativamente su convivencia individual, familiar y social. Su frustración es tal que se han visto obligados a conformar o refugiarse en "tribus o bandas urbanas", a través de las cuales desarrollan sobre todo actividades disóciales o conductas delictivas.

En oficinas de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen de El Alto, se tiene el registro de 24 pandillas delincuenciales bajo un "código rojo" que las consigna como las más peligrosas. La focalización de estas pandillas compuestas por jóvenes y adolescentes cuyas edades fluctúan entre los 14 y 25 años es por zona o por "territorio" siendo las zonas con mayor cantidad de pandillas, la 12 de Octubre, 16 de Julio, Alto Lima, Río Seco, Santa Rosa y Villa Ballivián. Cuatro pandillas "dominan" la Ceja y sus alrededores, sobresalen los "Chicos de Lux" y los "Batos Locos"; se trata de jóvenes y adolescentes atracadores, volteadores, cogoteros y descuidistas. La Plaza Cívica es "territorializada" por los "Chicos de Lux" conformada por treinta integrantes, siendo una de las pandillas juveniles más numerosas, además de los "Batos Locos" que cuentan con aproximadamente veinticinco integrantes "operan" en el Puente Distribuidor y el Barrio Chino. Según reportes policiales, estas dos pandillas son consideradas como las más delincuenciales y peligrosas de este sector, existiendo indicios de su vinculación con el narcotráfico y el uso de armas de fuego. Otras cuatro pandillas territorializan las zonas de la Ex Tranca de Río Seco, Franz Tamayo y el Complejo Fabril. En Rosas Pampa, San Luís Pampa, Nueva Sajama y Pacajes, operan entre cinco y seis pandillas; igualmente, entre dos a tres pandillas juveniles deambulan por las zonas de Villa Adela y Villa La Merced. En Villa Ballivián existen siete pandillas siendo las más peligrosas "Los Guerrilleros" y "Sol Factory".

Pero estas no son las únicas pandillas juveniles, pues un recorrido sobre todo nocturno por cualquier zona alteña permite visualizar diversos espacios públicos ocupados por grupos de jóvenes pandilleros cargados de alcohol, drogas, violencia y agresividad. Se está hablando de Ciudad Satélite, Villa Adela, Villa Dolores, Rosas Pampa y Mercedario. Asimismo, la enorme cantidad de grafittis que dejan en muros y fachadas, son huellas identificatorias de la territorialización que hacen estas pandillas de diferentes espacios públicos, siendo los lugares que más frecuentan las plazas, parques, bosquecillos, mercados, calles solitarias, laderas de los cerros, campos deportivos, tilines, discotecas, unidades educativas y lugares poco transitables.

Tanto en zonas "residenciales" como en barrios "periféricos", estas pandillas juveniles vienen produciendo y reproduciendo formas de organización antisocial o muy cercana al delito. Por ello, no es casual que sea bastante extendida la presencia de "marcas", "tatuajes", "grafittis", "uso de armas", "pactos de fidelidad", "actos disóciales", "territorialización" y "modalidades de ingreso y permanencia en la pandilla." En este contexto conflictivo y peligroso, vinculado al universo simbólico de la calle, lo común y cotidiano en estas pandillas juveniles es el desarrollo de actos disóciales en términos de consumo de alcohol, drogas, inhalantes, clefa, posesión de armas blancas, contundentes e inclusive armas de fuego.6

Frente a esta realidad, la población alteña constantemente se siente amenazada por el accionar de estos grupos de jóvenes pandilleros, que configuran una cotidianidad bastante preocupante con altos niveles de violencia, peligrosidad, agresividad y criminalidad. Debido a ello no es casual que una buena parte de los delitos contra las personas y contra la propiedad privada tenga como principales actores a miembros de estas pandillas juveniles.

Bares y cantinas

Es ya un lugar común decir que en El Alto el consumo "continuo" y "exagerado" del "alcohol", que se ha convertido en un elemento indispensable para celebrar acontecimientos sociales tanto privados como públicos, sean estos bautizos, matrimonios, entierros, fines de luto, festividades religiosas, eventos deportivos, celebraciones sociales e incluso actividades educativas. Sólo con fines ilustrativos, cabe señalar que no existe un fin de semana donde algún vecino o familiar no se halle compartiendo bebidas alcohólicas y donde alguna plaza, parque, calle o avenida se convierta en un espacio público de consumo indiscriminado de bebidas alcohólicas debido a la celebración de un "preste", una "festividad religiosa" o un "aniversario de la zona" o de algún sindicato o gremio.

Se considera que al margen de ciertas prácticas culturales, este consumo "exagerado e indiscriminado de bebidas alcohólicas" está vinculado a la excesiva proliferación de bares y cantinas además de la falta de control municipal sobre su ubicación y funcionamiento. El Gobierno Municipal de El Alto aún no cuenta con un registro actualizado y exacto sobre la cantidad de locales de expendio de bebidas alcohólicas que funcionan en esta ciudad. Según datos de la intendencia municipal, existirían más de 5.000 locales de los cuales solo 1.000 tendrían sus papeles en orden, el resto estaría operando de manera ilegal y clandestina. En versión de los funcionarios municipales, solamente 443 locales de expendio de bebidas pagan patentes y, sólo en la zona 12 de octubre, estarían registradas en el Padrón Municipal del Contribuyente un total de 86 locales públicos donde se expendería legalmente bebidas alcohólicas. Sin embargo, se deduce que estos datos "oficiales" no reflejan la verdadera cantidad de bares y cantinas, pues un recorrido por el espacio conformado por la Av. Tihuanaco, la Av. Franco Valle, entre las calles uno y dos, la Av. Jorge Carrasco, entre la calle dos y la tres, y la calle dos de Villa Dolores, a ambos lados de la Av. Antofagasta, ha permitido constatar la existencia de alrededor de 350 locales de expendio de bebidas alcohólicas entre legales e ilegales bajo la forma de bar, pensión, discoteca, pubs, wiskeria, peña folklórica, salón de baile, karaoke o salas de video.

Según autoridades policiales y municipales, al margen de la zona central de La Ceja, las zonas donde existe un mayor número de bares y cantinas son Villa Dolores, 12 de Octubre, 16 de Julio, Cruce Villa Adela, Río Seco y Nuevos Horizontes. En estas zonas consideradas como "rojas", la proliferación de bares y cantinas, así como la falta de control policial y municipal hacen que se produzcan y reproduzcan situaciones donde la violencia, la delincuencia y la inseguridad ciudadana, tanto para los transeúntes como para los vecinos, se constituyen en un denominador común.

Este consumo exagerado de bebidas alcohólicas tanto en espacios públicos como privados, además de la proliferación de bares y cantinas, tiene un elevado grado amenazador y provoca un elevado sentimiento de temor, miedo y malestar en la población que demanda acciones de mayor control en el expendio de bebidas alcohólicas, pues la presencia de personas en estado de ebriedad o de personas alcohólicas generalmente desencadena manifestaciones de violencia e inseguridad fáctica y simbólica.

Sin embargo, el peligro fáctico y simbólico no solamente esta en función de considerar a los "bebedores consuetudinarios u ocasionales" como principales actores de manifestaciones de violencia e inseguridad, también se tiene que tomar en cuenta que el consumo exagerado de bebidas los convierte también en "victimas y posibles victimas", pues son muy frecuentes los testimonios que dan cuenta de que "personas en estado de ebriedad han sido víctimas de peleas, robos, atracos, violaciones y asesinatos". Asimismo, las personas ebrias debido a su imprudencia provocan accidentes de transito o son atropelladas por vehículos, sufriendo serias heridas o la perdida de sus vidas.

Desapariciones, violaciones y asesinatos

Otro de los factores centrales que determina un clima de inseguridad ciudadana está relacionado a la desaparición de personas. Según funcionarios policiales, entre los meses de enero y marzo de 2010, en las ciudades de La Paz y El Alto se registraron alrededor de 300 personas desaparecidas; se trata en particular de mujeres, adolescentes, niños y niñas que proceden de sectores sociales económicamente bastante deprimidos. Las causas de estas desapariciones son diversas pero vinculadas principalmente a problemas familiares, disputas conyugales y situaciones violentas.

En el caso de las violaciones casi la mayoría de las mujeres alteñas, independientemente de su edad y su condición social, se siente amenazada por este tipo de agresión sexual. Por falta de denuncias registradas, no es posible establecer estadísticamente la verdadera dimensión de este delito sexual; se deduce que este tipo de violencia se halla invisiblizada y subregistrada. Pese a ello, casi a diario sale a luz pública y se sabe de las características de este tipo de crueldad y de abuso sexual principalmente en contra de niños, niñas, adolescentes y mujeres jóvenes. Es común enterarse por la prensa que "una niña de apenas cinco años fue atacada sexualmente por una persona que se encontraba bajo los efectos del alcohol" o que "una mujer joven fue abusada sexualmente por varios desconocidos para luego ser estrangulada y abandonada sin vida en plena vía publica".

En relación al deceso de personas, se afirma que en esta ciudad mueren en promedio entre una y cuatro personas por día, por causas violentas sobre todo vinculadas a suicidios, homicidios y asesinatos. En el caso de suicidios, El Alto registra la mayor cantidad de personas que han tomado le decisión de quitarse la vida por diferentes motivos sobre todo vinculados a cuestiones económicas y/o sentimentales. En el caso de homicidios y asesinatos, estos hechos se expresan de maneras diversas, pues las víctimas llegan a perder la vida en sus hogares o espacios públicos, a través acciones bastante violentas provocadas por riñas, peleas, armas de fuego, instrumentos punzo-cortantes, armas blancas, ahorcamiento, asfixia, envenenamiento, embarrancamiento o descuartizamiento. Son muy frecuentes los macabros hallazgos de cadáveres en plena vía publica; solamente con fines ilustrativos, cabe mencionar que hace poco tiempo los vecinos de la zona de Santa Rosa hallaron un cadáver de sexo masculino de aproximadamente unos 25 años de edad con el rostro cercenado, el pulmón y el corazón hechos pedazos. Se presume que esta persona fue victima de los atracadores quienes le desfiguraron el rostro para evitar que sea reconocido por sus familiares. Bajo esta lógica delincuencial de "no dejar huellas", funcionarios policiales sostienen que algunas zonas alejadas y solitarias están siendo utilizadas por "asesinos" para enterrar a sus victimas clandestinamente en fosas comunes.

Violencia intrafamiliar

Si bien la mayoría de los alteños no se siente seguro en los distintos espacios públicos, las manifestaciones de violencia e inseguridad se hallan también presentes al interior de los hogares a través de la denominada violencia intrafamiliar. Según estadísticas nacionales, El Alto presenta los mayores índices de violencia intrafamiliar, recientes investigaciones han constatado que en 8 de cada 10 hogares alteños prevalece esta forma de maltrato en términos de agresiones físicas, psicológicas y sexuales, en particular en contra de niños, niñas, adolescentes y esposas o concubinas. Asimismo, se sabe que en Defensorías de la Niñez y Adolescencia se atienden diariamente entre 15 y 25 casos de maltrato infantil y en Servicios Legales Integrales Municipales entre 20 y 30 casos diarios de violencia en contra de las mujeres.

Los factores precipitantes de esta forma de violencia intrafamiliar están directamente vinculados a la precariedad económica familiar y la persistencia de una cultura machista/patriarcal. Por ello, no es casual que se informe que la mayoría de estas situaciones de violencia al interior de los hogares tienen como principales victimarios a padres, esposos, concubinos y hermanos. Para el año 2011, el Centro de Información y Desarrollo de la Mujer (CIDEM), informa que hasta el mes de abril se registraron 52 asesinatos perpetrados contra mujeres y niñas a nivel nacional, principalmente por conocidos o cónyuges de las mujeres, de esta cifra, 34 casos corresponden a feminicidios. Según la Patricia Brañez, Directora de esta institución, "la mayor cantidad de estos casos de feminicidios se encuentra en el departamento de La Paz y se concentra más en el municipio de la ciudad de El Alto", siendo las causas principales de los feminicidios las discusiones de pareja, los celos, la venganza, la ruptura de la relación, la infidelidad económica o los motivos económicos.

Mecanismo de autoprotección

La marcada diferenciación social, económica y cultural que prevalece en la ciudad de El Alto determina e influye en la conformación de diversas redes sociales, distintas formas de organización social, diferentes panoramas delictivos y determinados mecanismos de protección y generación de mecanismos de autodefensa. En este contexto social diverso, frente a la "magnitud" de la violencia, delincuencia, inseguridad ciudadana y contra la "inoperancia" de los organismos de seguridad pública, carentes de "credibilidad" en las instancias judiciales, la mayoría de los pobladores "alteños" se han visto obligados a desarrollar algunos mecanismos de "autodefensa o autogestión de seguridad ciudadana" que, principalmente, transitan desde el "cerco de los barrios" pasando por la "vigilancia vecinal" hasta recurrir a los servicios rentados de las "empresas de seguridad privada".

Cerco y vigilancia vecinal

Se dice que en ciudades o comunidades donde la violencia, la criminalidad y la inseguridad tienen un elevado impacto, una de las primeras respuestas es alejarse de los sitios de riesgo. En el caso de El Alto, la situación es radicalmente diferente, pues la mayoría de la gente que apenas logra conseguir un "techo para vivir" difícilmente tiende a abandonar su lugar de residencia por mas peligrosa y violenta que resulte.

Frente a esta realidad signada por la desconfianza y el miedo que crece conjuntamente a los actos de violencia, delincuencia e inseguridad ciudadana y ante la imposibilidad de abandonar sus viviendas, muchos vecinos se han visto obligados a organizarse individual y comunitariamente para prevenir y controlar manifestaciones de inseguridad ciudadana. Una de las estrategias que han asumido los vecinos esta vinculada al control estricto del ingreso de personas y vehículos "desconocidos" y "sospechosos". Así lo que antes eran áreas, zonas y vecindarios abiertos ahora se han convertido en comunidades cerradas y privadas. Este mecanismo de autoprotección ha sustituido las normas de mutua confianza y reciprocidad por actitudes de desconfianza, sospecha y miedo. Bajo estas condiciones, la gente esta menos dispuesta a asociarse y a escuchar las iniciativas de sus pares; las personas tienden a depender más de sus propios recursos aunque estos sean bastante limitados.

Como bien lo señala Goldstein (2006), la desarticulación del espíritu comunitario entre los residentes de los barrios y la desconfianza, disminuyen las posibilidades de crear e implementar instrumentos colectivos con los cuales puedan enfrentar problemas de inseguridad; de modo que estos cambios son a la vez producto de la inseguridad y los causantes de mayor inseguridad. Sin embargo, no solamente se advierte el cerco de barrios o zonas particulares por parte de los vecinos, sino que también las propias autoridades municipales han procedido a mutilar espacios públicos urbanos, es decir, han decidido cercar lugares como ser avenidas, plazas y parques para evitar la territorialización de estos sitios por parte de pandillas juveniles, alcohólicos, drogadictos, delincuentes y otros agentes antisociales. Así, por ejemplo, como casos más ilustrativos se tiene el "enrejado o cerco" de la Plaza Juana Azurduy de Padilla, el Mirador de Tejada Alpacota, el Corazón de Jesús y la Plaza 16 de Julio.

En contraste, en zonas donde prevalece cierto "corporativismo" los vecinos se han organizado formando "patrullas vecinales de vigilancia" con el propósito de identificar sospechosos y evitar hechos delictivos. Bajo esta forma de "autovigilancia", cuando algún vecino ve a algún "sospechoso" se tocan "pitos", "latas" o "campanas" para que los vecinos salgan de manera obligatoria para buscar y atrapar al "sospechoso". Lamentablemente, estas formas de autogestión de seguridad y de atención de hechos violentos, delincuenciales y de inseguridad ciudadana, no se encuentran coordinadas con la labor policial, es más, aún se hallan impulsadas por la ausencia de instituciones del Estado en particular de la Policía Nacional.

Justicia comunitaria

Las características identitarias de los pobladores alteños revelan que la gran mayoría de la población tiene una procedencia "aymará migrante", el 74% de la población alteña se reconoce como "originaria aymará", conformando una identidad cultural donde convergen elementos étnicos andinos y, a la vez, ciertos rasgos urbanos condicionados por la modernidad y la globalización. El "encuentro" entre esta identidad aymará y otras identidades urbanas contribuyen a fusionar normas, valores, costumbres y características culturales particulares, determinando un espacio urbano bastante abigarrado y arraigado a ciertos valores ancestrales y comunitarios, pues el migrante al trasladarse a la ciudad también ha trasplantado cierto horizonte simbólico cultural que llega a readecuarse en el nuevo contexto urbano. A partir de esta constatación, los emigrantes de procedencia rural incorporan a los centros urbanos saberes, valores, conductas, costumbres, actitudes, prácticas y creencias, incluyendo su sistema ancestral de justicia. Por ello, no es casual que algunos alteños afirmen que la justicia comunitaria es una figura jurídica que esta activa o "viva" en las comunidades aymarás y que es factible de ser aplicada en las ciudades ante la desconfianza de las leyes de los "k'aras".

Considerando que uno de los problemas más frecuentes en El Alto está vinculado a las debilidades y limitaciones que presenta la resolución institucional de conflictos vinculados a la violencia, la delincuencia y la inseguridad, se percibe que los alteños recurren en algunos casos a los sistemas ordinarios de justicia y, en otros casos, intentan resolverlos a través de acciones o mecanismos alternativos o informales de administración de justicia. En esta bidimensionalidad, se nota que lo aplicable en comunidades campesinas e indígenas se tiende también a reproducir en comunidades urbanas como es el caso de la llamada justicia comunitaria que implica el desarrollo de un conjunto de pautas de comportamiento, normas sociales y valores orales reconocidos y practicados ancestralmente por pueblos indígenas, originarios y comunidades campesinas.

Sin embargo, es preciso reconocer que no en todos los casos se aplica la justicia comunitaria tal como debería ser o como está estipulada, pues a nombre de esta modalidad de justicia muchas veces se han cometido y se vienen cometiendo excesos vinculados al linchamiento, la confiscación de tierras y la concentración del poder, situaciones que no estarían contempladas en la justicia comunal. Es más aún la justicia comunitaria ha sido mal interpretada en ámbitos urbanos y se ha llegado a linchar a personas acusadas o sospechosas de la comisión de delitos, por algunos vecinos no conocen y no saben administrar los castigos que contemplan el sistema de justicia ancestral y los han reemplazado por los golpes, la tortura, la quema y el colgamiento.

Linchamientos

La gente esta "cansada" de la violencia, la delincuencia, la inseguridad, la ineficiencia de los organismos de seguridad pública y este "cansancio", en muchas ocasiones, se expresa a través del desarrollo de hechos bastante violentos como son los linchamientos y los ajusticiamientos consumados. Lamentablemente, ambos procedimientos bastante violentos han sido adoptados como mecanismos de autoprotección y de sanción vecinal frente a conductas delictivas y se vienen dando en casi todos los barrios de El Alto ya sean estos marginales, suburbanos, populares o los considerados residenciales.

En la mayoría de los casos de linchamiento cuando un sospechoso es atrapado "in inflagranti" es atado a algún poste de luz y luego golpeado sin "medida ni clemencia", por una turba enardecida, exaltada y furibunda; al solo grito de "maten a este maleante" no dudan en utilizar palos, cuerdas o algún tipo de combustible para cumplir con este cometido. Por lo general, a pesar de las suplicas que no llegan a "conmover" a los vecinos enfurecidos, se llega al extremo de mandarlos al "hospital" y en casos extremos al "cementerio".

En estos casos de linchamientos, la Policía no puede efectuar investigaciones puesto que en vecinos y dirigentes existe la tendencia a un "silencio cómplice y encubridor", por esta razón no hay un solo detenido, ni existen sospechosos, ni procesos penales. Asimismo, los vecinos o dirigentes involucrados en estos hechos violentos justifican este accionar debido a la desconfianza que se tiene de la labor policial y sobre todo de las autoridades judiciales, pues afirman que se tiene, por un lado, una policía ineficiente, corrupta, signada por la falta de profesionalidad y la precariedad de aspectos técnicos y científicos y, por otro lado, un sistema de justicia lento, selectivo, corrupto e ineficiente que genera altos niveles de corrupción e impunidad.

Quema de guaridas y locales públicos

Otra modalidad de autodefensa que están adoptando los vecinos y que también implica bastante violencia, está relacionada con la quema y la destrucción de espacios privados y públicos que se constituyen en factores precipitantes de la violencia, la delincuencia y la inseguridad ciudadana. En efecto, son varias las oportunidades donde vecinos armados de piedras, palos, herramientas de construcción o combustibles han procedido a destruir e incendiar viviendas particulares, bares y cantinas, espacios privados o públicos que han sido considerados como refugio de delincuentes y antros de perdición. En el primer caso, los vecinos justifican su accionar aduciendo que en ciertas viviendas que son propias o alquiladas viven personas dedicadas a planificar y cometer actos delincuenciales y criminales. En el segundo caso, ante la "ineficiencia" del control policial, municipal y frente a la "impavidez" de los propietarios de bares y cantinas, los vecinos han decidido destruir estos espacios considerados como "antros de perdición" para niños, adolescentes y jóvenes, y "puntos de encuentro" de antisociales, delincuentes y criminales, en los cuales se registran toda clase de delitos como ser robos, atracos, violaciones y asesinatos.

El 29 de mayo de 2007, en la zona 16 de julio de El Alto, aproximadamente unos mil padres de familia, encabezados por dirigentes de su Federación, destruyeron e incendiaron alrededor de 30 bares que rodeaban la Plaza Libertad. Posteriormente, se produjeron situaciones similares que se extendieron a otras zonas y que culminaron en hechos bastante violentos y la quema y el saqueo de lenocinios, bares, cantinas, "tilines" y otros espacios públicos considerados como espacios públicos donde germinan hechos de violencia e inseguridad ciudadana.7

Según declaraciones de los propios vecinos, esta forma de "autogestión de seguridad" sería consecuencia directa de la impotencia ciudadana ante la ineficiencia de las autoridades policiales, municipales y judiciales para garantizar seguridad ciudadana y evitar enfrentamientos y excesos de unos contra otros, en este caso entre vecinos y propietarios de inmuebles, viviendas, bares y cantinas.

Iluminación de calles

La falta de alumbrado público en muchas zonas alteñas, se constituye en uno de los factores que propician robos, asaltos, atracos e inclusive asesinatos, pues la oscuridad y la penumbra se convierten en principales cómplices de actos violentos y delincuenciales. Por ello, no es casual que ciertos delincuentes, pandillas juveniles y bandas organizadas se dediquen, casi exclusivamente, a cometer sus actos delincuenciales en zonas con poca o nula iluminación y/o a dañar o robar cables, medidores y luminarias. A través de la constatación de que la oscuridad es bien aprovechada por los delincuentes, se nota que la mayoría de los delitos se producen por la noche o durante la madrugada y en zonas poco iluminadas. Debido a ello, en algunas zonas alteñas la forma de organización vecinal para prevenir y combatir problemas de violencia e inseguridad ciudadana, precisamente, se traduce en la iluminación de sus calles, avenidas y plazas. Esta iniciativa ciudadana implica la organización y la movilización de los ciudadanos en torno a los presidentes de las Juntas Vecinales para recaudar fondos y adquirir dichas luminarias.

Según algunos presidentes de Juntas Vecinales son tantas las zonas alteñas donde hacen falta luminarias que se ha visto por conveniente gestionar, a través del gobierno municipal, recursos provenientes del Impuesto Directo a Hidrocarburos (IDH) con la finalidad de poder iluminar calles y dar mayor seguridad ciudadana en los pobladores.8

Muñecos de trapo, graffitis y creencias populares

Otro de los mecanismos de autoprotección que desarrollan los alteños, está vinculado a la presencia de los "muñecos de trapo", los "grafittis" y las "creencias populares". Uno de los rasgos más notorios en ciertas zonas alteñas está vinculado a la presencia de "muñecos de trapo" colgados en postes de luz con inscripciones tales como "esto les sucederá si los atrapamos", "ladrones tenga cuidado", "los ladrones sorprendidos serán linchados", "ratero esta será tu suerte". Asimismo, en ciertos espacios públicos se observa la inscripción de "grafittis" de advertencia tales como "esta zona esta protegida por sus habitantes", "zona roja", "no se aceptan ladrones" y "cuidado los vecinos están vigilando". Se trata de severas advertencias en torno a la predisposición que tienen los vecinos para hacer justicia por su propias manos, esto en el caso de capturar a un delincuente u otra persona que cometa actos delincuenciales o criminales en la zona.

En correspondencia con ciertas creencias populares, también existe la costumbre o creencia en muchos habitantes alteños a "enterrar perros en las puertas de entrada", a "colocar astas de toro en los techos y paredes de las viviendas" y a conservar e idolatrar "calaveras o ñatitas" con el propósito de evitar robos o asaltos en sus domicilios. Estos mecanismos de "autoprotección" están más vinculados a creencias y costumbres populares.

Hombres de Negro

En espacios donde la presencia cultural "indígena/campesina" pesa más frente a "lo moderno y no-originario", se hallan arraigadas con bastante énfasis las formas consuetudinarias de autoprotección comunitaria. En cambio, en los pobladores en los cuales existe una fuerte "influencia occidental", con poco arraigo a las tradiciones por su imaginario "progresista y moderno", prevalece la idea de comprar servicios de seguridad para la protección de sus bienes y de su comunidad.

En este contexto, surgen con un rol importante y con un crecimiento silencioso las empresas de seguridad privada para poder proteger bienes y personas. Esto bajo el argumento de que son los propios gobiernos quienes estimulan la privatización de la seguridad ciudadana, por su falta de atención adecuada al problema, por la situación de ingobernabilidad en las ciudades y por la marcada desconfianza social (Del Olmo, 2000). Lo evidente es que la violencia urbana, la delincuencia, las limitaciones de los organismos de seguridad pública y los elevados sentimientos de miedo e inseguridad, han obligado a muchas personas a optar por la compra de servicios de seguridad para proteger viviendas, comercios, negocios, puestos de trabajo y su propia vida.

En la ciudad de El Alto, funcionan alrededor de un centenar de empresas de seguridad privada de las cuales más de la mitad no se hallan legalmente registradas y, en consecuencia, funcionan de manera ilegal. La mayoría de estas empresas operan en zonas denominadas "residenciales", "oficinas", "tiendas de comercio", "hoteles", "hosterías", "colegios privados", "mercados" y "locales de diversión". La presencia de estas empresas revela la desconfianza de la población, pero tampoco se constituye en una solución estructural al problema, pues no cumplen eficaz y eficientemente su labor de vigilancia ya que son constantes las denuncias de complicidad de los guardias privados con los delincuentes. Es más, se advierte que los vigilantes privados solo se encargan de la "seguridad pasiva", ya que solamente custodian empresas, negocios, residencias y otros espacios privados, dejando intacto el problema de la seguridad en las vías públicas (Benítez, 2004)

Conclusiones y sugerencias

La población alteña vive a diario hechos de violencia e inseguridad ciudadana que se desarrollan en casi todas las zonas de esta urbe. Estos hechos van desde los asaltos y atracos, pasando por los robos al paso, los acogotamientos y las violaciones, hasta llegar a homicidios y asesinatos. Esta diversidad de actos violentos y antijurídicos que se presentan con diferentes niveles de intensidad y dramatismo, forman parte del itinerario delictivo y criminal que se produce y reproduce

en distintos espacios públicos, siendo los espacios más peligrosos la diferentes zonas que conforman La Ceja y sus alrededores. Sin embargo, el peligro no solo está presente en espacios públicos, sino que también se halla vigente en espacios privados como es el caso del ámbito familiar a través de la denominada violencia intrafamiliar siendo las amenazas, intimidaciones y las lesiones parte de la cotidianidad de los hogares. Esta realidad implica que la mayoría de los alteños, independientemente de la edad, sexo y status social, no se siente seguro tanto fuera como dentro de su hogar.

Por otro lado, es necesario manifestar que la extrema desconfianza de la población alteña en los cuerpos del orden público, ha conducido a la "privatización o terciarización" de la seguridad, poniendo en peligro la capacidad del Estado para otorgar paz y tranquilidad a la población. Por ello, se esta volviendo una práctica muy recurrente la compra de servicios de seguridad y que sean los propios vecinos quienes tomen la "justicia por sus manos" a través de hechos bastante violentos en términos de intentos de linchamientos, ajusticiamientos y quema de espacios públicos y privados. Asimismo, expresar que la Policía Nacional, concebida como una de las instituciones fundamentales del Estado boliviano, desarrolla en esta ciudad una labor institucional signada por una serie de debilidades y limitaciones principalmente vinculadas a una inadecuada dotación de recursos humanos, económicos e infraestructura. Esta realidad a la cual se añade el comportamiento negativo de algunos funcionarios policiales, provoca un deterioro de imagen de la labor policial que se expresa en altos niveles de desconfianza ciudadana y la carencia de procesos de empoderamiento social, en torno a las estrategias de seguridad que se diseñan y se implementan en esta ciudad.

En este contexto, resulta imprescindible que la institución del orden modifique y mejore su labor policial y su relacionamiento con la sociedad civil, con el propósito de incrementar las posibilidades de desarrollar acciones efectivas de prevenir y enfrentar manifestaciones de violencia e inseguridad ciudadana. Sin embargo, se considera que esta situación debe estar necesariamente acompañada de una modificación del actual Código de Procedimiento Penal, a fin de que sean menores las posibilidades de que el delincuente salga a través de las denominadas medidas cautelares y sean mayores las posibilidades de que un sea declarado culpable y detenido. La solución a problemas de violencia e inseguridad ciudadana deben transversalizar las acciones estatales, sociales y familiares. Se deben desarrollar acciones que vayan más allá de la acción policial y que tengan que ver tanto con la participación y el control ciudadano como con el desarrollo de una cultura del buen trato y del respeto a los valores y pautas de comportamiento culturalmente aceptados.

 

Notas

1 Licenciado en Sociología. Universidad Mayor de San Andrés

2 VARNOUX, Marcelo: La seguridad ciudadana en Bolivia: entre la delincuencia y los motines policiales, La Paz, Dialogo Político, 2003.

3 La Razón, 17.07.11.

4 La Razón 20.05.07.

5 El Alteño, 11.08.11.

6 Según algunos reportajes periodísticos existiría una conexión entre pandillas y el narcotráfico y algunos grupos pandilleros están bajo la sospecha de asesinato (El Alteño, 09.08.07)

7 En estos casos de violencia extrema fue muy visible la impotencia de la Policía, pues si bien los efectivos policiales acudieron al lugar de los hechos nada pudieron hacer frente a multitudes furibundas y enardecidas, limitándose solo a resguardar propiedades privadas aledañas

8 El Distrito Municipal I es el primer Distrito en tomar decisiones para iluminar sus calles y avenidas. Resultado de estas iniciativas se tienen que Villa Bolívar "A" tiene el 100% de sus vías iluminadas, Tejada Triangular el 70% y Santa Rosa el 40%.

 

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