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Temas Sociales

versión impresa ISSN 0040-2915versión On-line ISSN 2413-5720

Temas Sociales  no.26 La Paz  2005

 

Movimientos Sociales y Autonomías Regionales

 

Enfoques y Dilemas de las Autonomías

Los contextos del Nacionalismo y la Asamblea Constituyente

 

 

Eduardo Paz Rada1

 

 


 

 

Andrés lbañez organizó en Santa Cruz de la Sierra la Junta Superior del Estado Federativo Oriental con ideas federalistas, socialistas e igualitaristas (1877)

"El porvenir de Bolivia no está en la puna sino en el oriente, en los llanos. La eapital de Bolivia tiene que ser Santa Cruz". (1910. Nordenskiold}

El Presidente de la República vetó la Ley que incorporó el resultado del Referéndum que determinó que "la administración del departamento en cuanto a sus intereses y negocios, pertenecerá a la Asamblea Departamental, al Prefecto y a los funcionarios" (1931, Bolivia)

"Después de1a Nación Camba, en Santa Cruz ya no se habla simplemente de pasarelas o negocios" (2003, Carlos Dabdoub)

 

Introducción

La agudización de la cnsts político-estatal en Bolivia ha profundizado el debate en torno a alternativas entre el Referéndum Autonómico y la Asamblea Constituyente como respuestas que permitirían superar la situación. La mayoría de las reflexiones sobre las alternativas en las últimas décadas, y en ésta, han dejado de lado un aspecto central de la dinámica histórica del capitalismo, cual es la relación generada por el imperialismo entre las potencias mundiales y las transnacionales, por un lado, y los pueblos y naciones oprimidas, por el otro.

A su vez, la mundialización o globalización y la fragmentación, como procesos contemporáneos que han marcado muchas nuevas situaciones, están influyendo fuertemente en las transformaciones y las diversas relaciones de la sociedad, la política y la economía.

Las autonomías, la descentralización, el regionalismo y los federalismos son manifestaciones superficiales de otros procesos históricos más profundos que están enraizados en determinaciones históricas y estructurales, los mismos que nos remiten a las naciones, los Estados Nacionales, las culturas, las mentalidades y los movimientos ideológicos y políticos relacionados a las grandes tendencias de la humanidad.

A tiempo de analizar las tendencias relacionadas a las autonomías, la descentralización y 1os mecanismos constitutivos, se abordarán aspectos relativos a la formación del Estado moderno y su vinculación con el Nacionalismo como fenómeno histórico recurrente en sociedades humanas diversas y la actualidad de la Asamblea Constituyente boliviana en tanto concentración de las luchas sociales y políticas portadoras de proyectos de sociedad y Estado.

 

1. Estado y Autonomía

El punto de partida recurrente, de los analistas e ideólogos del sistema, es la advertencia en el sentido que el Estado nacional no solamente se encuentra en crisis, sino que está siendo reemplazado irreversiblemente por nuevas formas políticas e institucionales emergentes de la globalización y la fragmentación localista en el marco de las nuevas tendencias mundiales. Asimismo, estos procesos abren caminos amplios para la manifestación de formaciones supranacionales, en unos casos, o de formaciones subestatales, en otros, configurando nuevos mapas no solamente geográficos, sino también políticos, culturales, ideológicos y nuevos modos de vida y de relaciones sociales. En su Historia del Siglo Veinte, Eric Hobsbawn advertía que las transformaciones del siglo pasado avanzaron, como en muy pocas épocas de la vida humana, sobre los aspectos más profundos de la humanidad y sus relaciones con la naturaleza, y sus efectos podrán alcanzar límites insospechados.

Se han producido manifestaciones de integración geográfica y política en varias regiones del planeta, al mismo tiempo la fragmentación de países ha sido la contestación correlativa en un mundo de cambios, a veces inexplicables con los moldes teóricos clásicos. Los procesos tecnológicos, comerciales, financieros, comunicacionales y económicos han facilitado la relación inmediata de los seres humanos de todas las latitudes; sin embargo, la centralidad política de los Estados Nacionales como protagonistas de las relaciones internacionales sigue vigente puesto que a través de los mismos se determinan las correlaciones y las corrientes y tendencias históricas.

En este contexto, las autonomías regionales, étnicas, nacionales, culturales y políticas han adquirido la dimensión de problema de la política y del análisis correspondiente a la realidad actual, tratando de explicar y establecer una valoración positiva como manifestación del autogobierno y la libre decisión de determinadas comunidades en relación a los distintos niveles del poder, particularmente los establecidos bajo el marco del Estado "moderno". En sus formas clásicas y desarrolladas el mismo tiene soberanía, unidad política y económica y atribuciones legislativas, ejecutivas y de justicia separadas que garantizan equilibrios, pesos y contrapesos de poder, según los preceptos liberales.

En ese sentido, se advierte en principio el doble carácter, político y jurídico, del tema de las autonomías, el mismo que sólo puede comprenderse plenamente si está conectado con un contexto histórico determinado, con una formación económico-social y con un momento definido de la lucha de clases en sus manifestaciones sociales, regionales, nacionales, internacionales, culturales o de otro tipo.

 

2. Centralismo y Regionalismo

La manifestación de las autonomías como respuesta a la modalidad centralista del Estado, en unos casos. o como reacción a su carácter colonial interno y excluyente, en otros. presenta de inicio una variedad de posibilidades de enfoque. Las respuestas a ese centralismo se han agrupado en torno a la descentralización administrativa, como una primera variante, que redistribuye atribuciones, precisamente administrativas del centro político estatal hacia las regiones. sin alcanzar en ningún caso la posibilidad de producir leyes propias y órganos propios de poder. Una segunda variante, más avanzada, plantea el regionalismo político y administrativo como autonomía condicionada y subordinada a un orden superior, aunque con posibilidades de ejercer poderes ejecutivos y legislativos en materias específicas, en tanto que la autonomía política avanzada y radical, como tercera variante, establece como fundamento la voluntad soberana de una comunidad, a partir de la cual la misma se adhiere a una institucionalidad mayor. Finalmente, la cuarta variante es el federalismo como sistema político que parte del principio de la libre inclusión en una instancia superior, contando con poderes ejecutivo, legislativo, e inclusive justicia propia, de acuerdo a los niveles que alcance y a su grado de adhesión federal.

En el contexto nacional -sin dejar de advertir el carácter convencional formal de la formación boliviana basada en un híbrido entre el orden administrativo colonial, la federación de "republiquetas" y la voluntad emancipadora continental- se ha dado en casi d os siglos u n ordenamiento estatal central, en sus variantes oligárquica y nacionalista, que es asediado externamente por la opresión imperialista e internamente por regiones, culturas e identidades originarias, en una dialéctica traumática y desintegradora, puesto que nunca pudo constituirse plenamente un Estado Nacional fuerte.

Los momentos constitutivos dejaroQ marcas nítidas en la estructura social y política en los distintos periodos de la historia, pero no alcanzaron a establecer un equilibrio entre la sociedad y el Estado, siendo éste último condicionado y controlado, durante la mayor parte del tiempo, por sectores oligárquicos y señoriales.

El elemento clave, a tomar en cuenta en la actualidad, es la presencia de poderes superiores al propio Estado los cuales son grandes corporaciones transnacionales de los hidrocarburos, de las finanzas, de la minería, de las comunicaciones, de la energía, del transporte y de los servicios básicos, las mismas que pugnan por el mayor debilitamiento del ya débil Estado Nacional y que cuentan con una importante estructura política a su servicio.

 

3. Interpelaciones Nacionalistas

En este e ontexto se inscriben las fuertes acciones e electivas d e tinte regional, en unos casos, o de honda raíz cultural, en otros, que asedian la precaria fortaleza estatal, desmantelada durante los últimos 25 años por el neoliberalismo. En el primer easo un regionalismo, acentuado durante el periodo republicano, pretende encontrar fuentes ancestrales para justificar una Autonomía vinculada a intereses de élites y corporaciones locales que

usufructúan tierras y recursos naturales y que, al mismo tiempo, replican los intereses de las empresas petroleras transnacionales como grupos de presión a su favor. Esto no significa necesariamente que no existan reivindicaciones l~gítimas de las comunidades orientales. En el segundo caso está presente el colonialismo interno y externo que ha sometido a las mayorías quechua y aymara a una discriminación y exclusión de medio milenio y que es enfrentado con mayor radicalidad y potencia en las últimas décadas. En este caso se reivindican las prácticas' comunitarias de organización social, política y económica y el derecho de autodeterminación en tanto naciones plenamente integradas.

Al mismo tiempo, los resultados del proceso histórico de la formación social boliviana están marcados por un desarrollo desigual y combinado de la economía y fuertes rasgos de mestizaje y abigarramiento que recorre todas las facetas de la vida nacional. La movilidad social en la relación rural-urbana, las masivas migraciones, los intercambios mercantiles, los procesos de cambio generados por la Revolución Nacional y el mestizaje cultural y social no pueden ser desconocidos para realizar un acercamiento más amplio al tema de la Autonomía. La multiplicidad social y cultural de las principales ciudades del país, la identidad camba-colla mayoritaria en el oriente, la emergencia de los pueblos indígenas del oriente, la persistencia y resistencia aymara y la apertura quechua están ahí.

Estos procesos y aspectos de la diversidad nacional y otros de mayor o igual importancia, no tomados en cuenta aquí necesariamente, han generado reivindicaciones, derechos e interpelaciones bajo adscripciones al "Nacionalismo boliviano", al "Nacionalismo aymara" y al "Nacionalismo cruceño" que merecen una atención especial mas adelante.

Unas p reguntas i niciales a 11 tema d e las a utonomías, s ean é stas regionales como la cruceña o étnicas como la aymara, se refieren a cuáles son las trayectorias históricas de estas propuestas, cuáles son las fuerzas sociales y económicas que impulsan estas presiones y cuáles los proyectos e intereses que representan para o frente a 1 Estado. Y una segunda pregunta es quiénes son 1os interesados y portadores ideológicos de estas propuestas autonómicas. Está claro que las reivindicaciones regionales y socio-culturales son totalmente justas si tomamos en cuenta las injusticias e inequidades que existen en Bolivia, pero, ¿será efectivamente la propuesta de autonomía política e integral avanzada o el federalismo los que canalicen y resuelvan esta situación precaria o será, mas bien, el fortalecimiento democrático nacional popular del Estado en lo regional y étnico, lo que permita efectivamente generar un orden nuevo?

La ausencia de vertebración nacional, de potenciamiento nacional, de integración de las fuerzas y recursos endógenos y la opresión externa son, más bien, los problemas centrales, antes que la formulación de proyectos fragmentadores y debilitadores de las autonomías y federalismos.

El proceso de descentralización política y administrativa deberá ser, como indica la segunda variante de autonomía regional condicionada, en lo inmediato, la respuesta mas adecuada para asegurar la mayor participación de las regiones de Bolivia en la construcción armónica y unitaria de un proyecto de potenciamiento patriotico y nacional recogiendo las experiencias históricas, así como las tendencias económicas y políticas mundiales y latinoamericanas.

La nueva correlación de fuerzas en la lucha social, política, regional y sectorial que atraviesa a Bolivia, desde hace cinco años, ha reflotado una serie de posiciones extremas de separatismo, nación, autonomía y federalismo, sin que al mismo tiempo se reconozca la necesidad imperiosa de la unidad nacional y fortalecimiento del Estado frente a desafíos muy poderosos que pueden llegar a la fragmentación o balcanización nacional definitiva o a la anexión a otra potencia.

Más que nunca corresponde repensar el país en términos de sus prioridades integradoras y complementarias entre las distintas regiones y sus potencialidades propias y su correlación con las demás. La necesidad de encontrar respuestas alternativas ha acentuado las posiciones que plantean la refundación de la república sin tomar en cuenta la historia del país, los antecedentes y las experiencias anteriores. Corresponde, asimismo, considerar el proceso histórico del regionalismo, rescatando su aporte a la integración n acional q ue h a fortalecido e1 m estizaje como fuerza poderosa para desarrollar internamente el país, y el ineludible imperativo histórico de avanzar en el empoderamiento quechua-aymara, vital en un proyecto de autodeterminación nacional.

La síntesis indomestiza garantiza la unidad y fortalecimiento nacional y al mismo tiempo abre la perspectiva de que las regiones adquieran la Autonomía demandada en términos de aporte mayor al conjunto en la medida que se potencian a sí mismas.

De ahí que la Autonomía avanzará sólo en la medida en que sea una transferencia medida y voluntaria del Estado y en tanto prevalezca la unidad nacional en su proyección integracionista latinoamericana

3.1. Crisis y búsqueda de respuestas

En este conjunto de aspectos, los argumentos se han desarrollado alrededor de las perspectivas que podrían asumir las reformas políticas, institucionales y sociales en el contexto de una profunda crisis que alcanza los bordes mayores de la realidad nacional. Los levantamientos populares ocurridos desde el año 2000 han sido interpretados de distintos modos por las tendencias ideológicas y teóricas, i ncorporando una variedad de temáticas relacionadas a las características del país y a sus proyecciones.

En una variedad de medios sociales se habla y se debate sobre nacionalizaciones, patriotismo, indigenismo, identidades, colonialismo, regionalismo, etnicidad, racismo, regionalismo, subnacionalismo, comunalismo, naciones, autonomías, culturas, nacionalidades, etc. temas que están generando investigaciones diversas y ante los cuales se adscriben de diverso modo las fuerzas sociales y políticas.

Al respecto corresponde realizar algunos apuntes que permitan una reflexión más profunda sobre las líneas de orientación teórica destinadas a encontrar una mejor comprensión de los fenómenos y los procesos actuales, buscando no solamente respuestas al momento histórico sino desentrañando las trayectorias y perspectivas tanta en e1 marco nacional, eamo en 1a región y e1 mundo y compartiendo visiones y experiencias de conocimiento.

3.2.  Problema de todo el Planeta

No se trata solamente de acontecimientos locales o regionales, sino de procesos que abarcan prácticamente a todas las latitudes del planeta, sobretodo después de los acelerados cambios en las distintas esferas de la vida humana, en la naturaleza y el medio ambiente y en las mentalidades. Consideramos que el Nacionalismo está omnipresente mas allá de los gustos o disgustos que provoca.

En el corazón de Europa, la región autoreferida de moderna y civilizada, se han producido hace menos de una década matanzas y guerras no imaginadas por motivos religiosos, raciales y culturales, así como económicos y geopolíticos. La poderosa Unión Europea o sus principales miembros han adoptado recientemente decisiones fuertemente xenófobas frente a africanos, árabes, asiáticos y latinoamericanos siguiendo políticas ya tradicionales y el aún más poderoso Estados Unidos acaba de aprobar restricciones contra la migración o, mejor, invasión pacífica de los latinoamericanos e incluso construye murallas a lo largo de toda la frontera con México. Visto en conjunto, se trataría del resurgir de un Nacionalismo racista en Europa Occidental y Estados Unidos y de un Nacionalismo étnico en la Europa Oriental, en la versión del libro recopilado por Pérez-Agote .

Cuando se habla de Nacionalismo surgen muchos temores y críticas s obretodo porque emerge 1 a historia negra del nacional socialismo, del fascismo e incluso, para algunos, del Nacionalismo soviético, los que pusieron en aprietos a la democracia occidental y cristiana, según el discurso dominante. Otros temores se despiertan cuando se cruzan, ahora mismo, fuegos ideológicos y de guerra entre el fundamentalismo árabe, de raigambre religiosa y nacionalista, con el "demonio" estadounidense, también de origen nacionalista.

A su vez, Manuel Castells avizora que el Nacionalismo chino se va a convertir en el más importante impulsor de la potencia del siglo XXI, tesis con la cual concuerda el Boletín oficial del Fondo Monetario Internacional de Febrero de 2004 cuando reconoce que es imposible actuar contra el Nacionalismo chino y de otros países del Asia que reaccionan con inusual firmeza frente a la política de la Organización Mundial de Comercio.

Al final la Segunda Guerra Mundial se 1n1c1an los procesos de liberación nacional marcados por un fuerte sello nacionalista en países de África y Asia, en tanto que a1 caer el Muro de Berlín, resurgen fuertes movimientos nacionalistas en la ex URSS y en el centro y oeste europeos.

En América Latina, durante el siglo XX, los nacionalismos han tenido distintos matices, colores y sentidos, muchos de ellos señalados como populistas, desde la experiencia mexicana, pasando por la argentina, la brasileña, la cubana, hasta la actual venezolana.

En el caso boliviano, los fuertes impactos del proceso "nacionalista revolucionario" en la segunda mitad del siglo XX, a pesar de las reformas económicas y políticas neoliberales implementadas en los años 80 y 90, han marcado la agenda de los procesos ideológicos y políticos. En los últimos cinco años, desde distintas perspectivas, han aparecido, en el debate 'y el análisis, discursos nacionalistas en medios políticos, periodísticos e intelectuales para explicar f enómenos s ociales m asivos e mergentes y m ovimientos políticos.

3.3. Las olas del Nacionalismo

El Nacionalismo, sin duda, es controvertido en todas sus facetas. La polisemia y ambivalencia del término "Nacionalismo" ha provocado, asimismo, una variedad de interpretaciones y percepciones de acuerdo a puntos de vista, experiencias, intereses, proyectos políticos y teorías diferentes; situación que hace dificultoso el abordaje del mismo. Mucho más, cuando se han producido procesos políticos e ideológicos que han intentado desplazar la centralidad del discurso nacionalista con otras perspectivas como el liberalismo, el indigenismo, el comunalismo, el a utonomismo, e 1 r egionalismo y el socialismo en sus distintas versiones.

Las controversias teóricas, políticas e ideológicas en torno al Nacionalismo, por un lado, requieren de una dilucidación tanto en términos de su precisión, hasta donde sea posible, en los ámbitos histórico y teórico para, de esta manera, contar con una base conceptual y, por otro lado, acercarse con mayor cautela a los distintos procesos y situaciones que se dan tanto en el contexto nacional como internacional.

El reciente proceso histórico mundial de cambios no previstos, que está marcando hondamente la vida humana, es considerado en su faceta de mundialización o globalización como inexorable homogenización de la humanidad, y en la de su localización o particularización como la manifestación de la diferenciación a niveles muy específicos, en un contexto del debilitamiento del Estado Nacional como unidad política que ha guiado y determinado fuertemente el orden mundial al menos en los dos últimos siglos y que ha marcado las características del fenómeno nacional y las interpretaciones sobre el mismo. Estas reflexiones provienen de las teorías sobre el Nacionalismo y las teorías sobre la cuestión nacional.

Los procesos nacionalistas, coinciden varios autores, se han manifestado en oleadas durante los últimos dos siglos y medio con características parecidas, aunque cada uno de ellos portando su propia historia. Su estrecha y controvertida relación con la formación y consolidación de las naciones y los Estados, en unos casos, y su vínculo con los procesos de liberación nacional o independencia republicana, en otros, apunta a describir e incrementar su complejidad, antes que a encontrar vías explicativas generalizadoras y compartidas por quienes estudian el tema. Más aún, las mismas interpretaciones están marcadas por el debate sobre los orígenes del Nacionalismo en tanto fenómeno esencial a las colectividades o comunidades humanas elementales o como resultado de un determinado momento histórico vinculado a la modernidad de la sociedad, en la síntesis de Smith.

Durante los siglos XVIII y XIX, la primera ola del Nacionalismo se ha manifestado en la unidad política y económica en determinados espacios territoriales, en las consideradas naciones clásicas como Inglaterra, Estados Unidos y Francia, las que alcanzaron importantes grados de cohesión interna y de diferenciación con los demás territorios y regiones. Este modelo "nacional" va a ser asimilado, con mayores dificultades y particularidades, en otras regiones de Europa especialmente, generando explosiones de Nacionalismo o pertenencia con diferentes niveles de unidad y alrededor de distintos elementos integradores.

El caso latinoamericano tiene un carácter especial puesto que es resultado del proceso de crisis del imperio español y de las pugnas locales de grupos de poder económico, político y regional, sobre una estructura social marcada por el colonialismo y la dominación racial y cultural. Tiryakian (Pérez-Agote) identifica este proceso como la "balcanización" del otrora imperio hispano, con un resultado expreso de incorporar en el ordenamiento gubernamental un conjunto de instituciones legales y superestructurales ajenas casi totalmente a la realidad social y cultural.

Desde finales del siglo XIX hasta la Segunda Guerra Mundial, en una segunda ola nacionalista, se producen procesos de conformación de países y Estados a partir de la disolución de los imperios europeos y asiáticos y la pugna entre potencias emergentes y las ya existentes, con el advenimiento de la Liga de las Naciones y la tesis del derecho a la autodeterminación de las naciones manifestada por Lenin y Wilson. Vladimir Lenin dirigió la revolución socialista soviética que luego sometió a otros países Woodrow Wison, siendo Presidente de Estados Unidos, ordenó bombardear México en 1914 y envió marines para ocupar Haití y República Dominicana en 1916. Los casos de los Nacionalismos alemán e italiano son los más destacados sobre todo por el impacto territorial y geopolítico que provocaron.

En el periodo que transcurre entre la terminación de la Segunda Guerra Mundial y el fin de la denominada Guerra Fría, se produce la tercera onda, la más expansiva con el surgimiento de unidades políticas nacionales reconocidas internacionalmente, en el contexto de la Organización de las Naciones Unidas, a partir de los procesos de liberación nacional y descolonización en vastas regiones de África y Asia, marcando no solamente las nuevas tendencias de la dominación y dependencia económica y política internacionales sino también las manifestaciones diversas del Nacionalismo, el regionalismo y las diferencias étnicas y culturales. Asimismo, se presentaron intentos de coordinación y acercamiento integracionista en los distintos continentes.

Una cuarta oleada de reavivamiento nacionalista y de naciones se está produciendo en las últimas décadas, tanto en el marco de la disolución de Estados en el centro de Europa, con tremenda violencia e intolerancia humanas, y en el continuo desmembramiento y fraccionamiento de la ex Unión Soviética, como en el marco de la emergencia étnica y de identidades en distintas partes del globo. Incluso aparecen países o Estados "postizos" creados exclusivamente con fines de control geopolítico por las potencias mundiales.

El actual enfrentamiento de la primera potencia de "occidente", Estados Unidos, apoyada por países diversos, contra el mundo árabe-musulmán está marcado por señales de confrontación no sólo militar, sino cultural, religiosa y de mentalidades, como muestra de los alcances de las exacerbaciones nacionales que también se producen en otras regiones. Como referencia vale señalar que si en 1800 existían 16 países reconocidos, en 1900 aumentaron a 60 y el 2000 son 200 los países que participan en la vida política internacional.

Huntington considera que se está viviendo la época de las nuevas políticas expresadas en las diferencias y luchas étnicas en lo local y en las diferencias y choques de civilizaciones en lo global, con la caída del protagonismo de los Estados Nacionales. A modo de referencia indica que en la década de los años 90 se produjeron alrededor de 100 guerras étnicas en distintos lugares del planeta y una confrontación de múltiples dimensiones entre el mundo occidental y el mundo árabe.

3.4. Interpretaciones del Fenómeno Nacionalista

Las interpretaciones y respuestas sobre un fenómeno histórico tan especial como Nacionalismo han estado marcadas por la pasión y la pertenencia, en unos casos, y por un intento de distanciamiento y objetividad en su análisis, en otros. Además, muchas veces han estado cargadas por fuertes prejuicios, algunos de ellos muy subterráneos, de los analistas, investigadores, intelectuales y académicos. Sin embargo, los resultados no han sido los mejores para explicar el mismo. Eric Hobsbawn reconocía que, a su propio pesar, nadie puede escapar a la filiación nacionalista, ni siq~iera los teóricos del Nacionalismo que pretenden un conocimiento aséptico de este objeto tan controvertido. Y ahí estamos.

Las iniciales líneas de lectura teórica de las naciones y el Nacionalismo estaban vinculadas por una parte a la perspectiva orgánica que consideraba que existen raíces muy fuertes y profundas en la comunidad humana que la llevan a actuar con una alta identificación, casi natural, y un altísimo compromiso con sus iguales cercanos. Por otra parte está la perspectiva voluntarista que pone el acento en la adhesión de los hombres a un determinado colectivo a partir de su propia decisión y afectados e influidos por condiciones históricamente determinadas. A su vez, se asumen como criterios de estudio la base territorial que definiría la identidad de una nacionalidad, en un caso, o la base étnica que cumpliría tal cometido, en otro caso, aunque también se coincide en que la combinación de ambas bases de referencia pueden articularse, aunque no en todos los casos.

Smith va a considerar tres grandes orientaciones en la lectura, estudio e interpretación de los fenómenos nacionalistas en los distintos periodos históricos. Está, primero, el enfoque de la modernidad del Nacionalismo, entendiendo que la ubicación histórica del mismo está en correspondencia con una serie de transformaciones que contribuyeron a la constitución y desarrollo de la sociedad moderna, tanto en los ámbitos económico, político, social y cultural. Desde este punto de vista existe una identificación del Nacionalismo con la modernidad. En esta vertiente se encuentran variantes de acuerdo a los énfasis en alguno de los aspectos indicados y a su difusión geográfica.

Los énfasis están asentados en la importancia política del fenómeno nacionalista, con componentes lingüístico, cívico y territorial; en la existencia novedosa de la nación como construcción o creación históricamente determinada, con el protagonismo de élites o grupos de influencia así como burocracias especializadas, inclusive considerando la solidaridad calculada y la emergencia del capitalismo industrial.

Un segundo enfoque nos remite a la existencia de señales y prácticas nacionales y nacionalistas anteriores a la modernidad sobre bases culturales fuertemente arraigadas en aspectos simbólicos, étnicos, territoriales e inclusive socio-biológicos, en su perspectiva también se encuentran vertientes distintas. La referencia al ancestro etno-cultural, junto a la persistencia de sus manifestaciones que se arraigan en tiempos inmemoriales, con raíces en lo popular y con el pueblo como protagonista de esta comunidad, sin fisuras y con vínculos profundos, marcan este enfoque de investigación. Las variantes dentro de esta línea de interpretación son la perennialista, la primordialista y la etno-simbólica.

Un tercer enfoque está vinculado a los procesos contemporáneos de la mundialización caracterizada por la tendencia a la superación de los Estados Nacionales y la emergencia de las unidades fragmentadas de lo local que se convierten en el contrapeso o complemento, posiblemente nacionalista, de los avances de la globalización homogenizadora.

En los distintos enfoques teóricos no ha sido suficiente optar por la suma de elementos particulares para agregar y establecer un hecho nacionalista, como tampoco se puede conseguir un resultado completamente coherente si se considera como una totalidad propia e inconmensurable. Ambas perspectivas tienen que ser articuladas en formaciones sociales históricamente determinadas.

Las preocupaciones teóricas en torno al Nacionalismo se han profundizados y extendido mucho en Europa y Estados Unidos, incluso en Asia y África con los estudios acerca de la post-colonialidad y la subalternidad como visión diferente, en tanto que en América Latina nos encontramos, en los ámbitos académicos, con una especie de temor o prejuicio para ingresar en una faceta más profunda de los procesos nacionalistas.

Una perspectiva latinoamericanista tiene pertinencia no solamente por la riqueza de experiencias históricas en nuestra región, que puede ser considerada como un verdadero laboratorio al respecto, sino por las expresiones literarias, ensayísticas, artísticas y emocionales, en las cuales es posible descubrir, conocer y comprender no solamente nuestra realidad actual, sino nuestro pasado y nuestro futuro.

No se desconoce, sin embargo, que ha habido intentos de explicar tanto los Movimiento Nacionalistas, como las Ideologías Nacionalistas, a través estudios sobre el populismo y lo nacional popular, pero parece que no han sido suficientes para sistematizar una propuesta teórica al respecto.

A su turno, las nuevas lecturas acerca del Nacionalismo en distintas realidades han llevado a plantear no solamente la existencia de Nacionalismo sino de subnacionalismos, los que en muchos casos responden a determinaciones étnicas, lingüísticas o territoriales, en el marco de oposiciones y confrontaciones más o menos violentas dentro de países en distintas regiones. El anticolonialismo es, sin duda, otra vertiente fundamental tomando en cuenta las trayectorias históricas de vastas regiones que saliendo de una situación colonial han caído en nuevas formas de neocolonialismo y semicolonialismo, las mismos que han sido estudiadas sobretodo en la tradición dependentista y marxista.

Se retorna a la pregunta de sí será posible la formulación de una teoría general del Nacionalismo o, más bien, de teorías regionales del Nacionalismo que profundicen en las particularidades de su manifestación. Las variables étnicas, lingüísticas, territoriales, ciudadanas o C1v1cas, políticas y culturalistas tendrán articulaciones diferenciadas de acuerdo a los procesos históricos, evitando caer en los reduccionismos instrumentalistas o primordialistas. Los primeros fundados en lo moderno únicamente y los segundos, en su base ancestral.

Otra vertiente de atención especial dentro del tema del Nacionalismo es la relación entre Estado y Nación. Al respeto se han intentado formular tipologías como aquellas de los Estados Uninacionales, los Estados sin Nación, los Estados Plurinacionales, los Estados que comparten Naciones, las Naciones sin Estado y las Naciones divididas en Estados. De alguna manera, alrededor de estas variantes se están discutiendo algunos problemas de la realidad en Bolivia.

Las autonomías, los subnacionalismo, las identidades territoriales y étnicas, las coincidencias y diferencias culturales y regionales también se presentan en la agenda de los asuntos delicados en un país en crisis. Asimismo, aspectos como la nacionalización del gas, la reivindicación marítima, la relación Nación oprimida-imperialismo, la canción bolivianista no son ajenos en la situación actual y al enfoque sobre el Nacionalismo. No son ajenos a esto los mecanismos de tratamiento tanto de las Autonomías, como de las orientaciones del Nacionalismo, en procesos constitutivos violentos y radicales o en Asambleas Constituyentes

La realidad, por tanto, parece reclamar respuestas, reflexiones, debates, modos de leer e interpretar este controvertido asunto y no solamente prácticas y activismos que están, al parecer, por delante. Álvaro Fernández, afirma que "el Nacionalismo latinoamericano es culturalmente colonial y políticamente anticolonial". Una más de las paradojas persistentes en la que nos pone el Nacionalismo.

 

4. Obstáculo al Proyecto Neoliberal

La polémica en torno a- la Asamblea Constituyente se ha convertido, sobretodo en los últimos años, en un tema central de la vida política e institucional en nuestro país en tanto abre expectativas, esperanzas e intereses de distinto matiz y dimensión. La agudización de la crisis económica ha estado acompañada del debilitamiento de los mecanismos institucionales de un sistema democrático electoralista que no alcanza a canalizar, en lo mínimo, las demandas de una sociedad en turbulentos movimientos por conseguir o establecer nuevos fundamentos a la vida nacional.

Si bien una Asamblea Constituyente tiene como finalidad formal cambiar la Constitución Política de un Estado supuestamente soberano, por decisión de los ciudadanos y ante la ineficacia de su orden jurídico, al mismo tiempo es, y de manera fundamental, una expresión de las luchas, pugnas y enfrentamientos entre fuerzas sociales y económicas internas y externas por el control de los espacios de decisión estratégica de un país. Estas luchas, en el caso boliviano, tienen como protagonistas a los instrumentos de la intervención externa, a las clases y grupos sociales, a las regiones y comunidades y a los partidos políticos, medios de comunicación e intelectuales adscritos a los distintos intereses en pugna en e 1 ámbito interno: enajenar o recuperar la patria.

Durante el periodo de auge neoliberal, representado en las esferas del poder político por los partidos tradicionales de la oligarquía y las transnacionales, se realizaron importantes esfuerzos por eambiar la Constitución Política del Estado eon 1a mirada puesta en asegurar la continuidad y "legalidad" de las reformas económicas, denominadas estructurales, implementadas en las dos pasadas décadas.

Las dos reformas políticas e institucionales parciales establecidas en la Constitución, la primera en 1995 y la segunda en 2004, alcanzaron a las instancias superestructurales del país con la finalidad de garantizar el control oligárquico sobre el Tribunal Constitucional, el Consejo de la Judicatura y el Defensor del Pueblo, admitiendo, asimismo, el carácter pluricultural y multiétnico en Bolivia en la primera, e incorporando la Asamblea Constituyente, el Referéndum y las Agrupaciones Ciudadanas como nuevas instituciones del ordenamiento jurídico-político, en la segunda.

La reforma de 1995 tenía el contexto del predominio de los partidos políticos adheridos al neoliberalismo conservador y el retroceso y parcial recuperación del movimiento popular enajenado de su conquista democrática; y la reforma del 2004 estaba marcada por la revuelta popular-nacional de octubre del anterior año, las múltiples movilizaciones previas y, por otro lado, el fracaso de la democracia de contenido excluyente y entreguista.

Los intentos de realizar reformas en los Regímenes Especiales de la Constitución- Económico-Financiero, Social, Cultural y Educativo, Agrario y Campesino y <:ie las Fuerzas Armadas-quedaron pendientes en los años 90 por el sigilo inicial en la aplicación de las políticas económicas que tenían un claro contenido neoliberal que atentaban contra el orden constitucional. La aplicación de Decretos Supremos fue 1a earacterística de 1os cambios económicos, financieros, sociales y culturales en este periodo. Los Decretos Supremos de Paz Estenssoro, Paz Zamora, Sánchez de Lazada, Banzer Suárez y Quiroga Ramírez y Mesa Gisbert tuvieron una notable continuidad y coherencia en el desconocimiento de la Constitución Política del Estado.

 

5. La Dictadura de los Decretos

No es que los gobiernos citados no consideraron la posibilidad de cambiar el ordenamiento constitucional en los ámbitos económico, social y educativo, sino que simplemente vulneraron la Carta Magna de manera deliberada con la finalidad de aplicar los mandatos procedentes de las transnacionales y los organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, esperando un "mejor momento" para avanzar en este objetivo. Los sectores neoliberales internos y externos tenían previsto, a finales de la década de los 90, avanzar en la perspectiva de "simplificar" el texto Constitucional suprimiendo el conjunto de los Regímenes Especiales y de esta manera tener las manos libres para implementar legalmente su estrategia. No les alcanzó el tiempo.

Aquí corresponde solamente apuntar que toda la política financiera y bancaria, todo el proceso de capitalización y enajenación de las empresas estatales y los recursos naturales, toda la política social, sindical y educativa fueron manipulados desde la Presidencia de la República y los Ministerios, con el 21060, los Decretos de entrega de YPFB, COMIBOL, ENTEL, ENFE, LAB, ENDE, la flexibilización laboral, la aplicación de la Reforma Educativa, el potenciamiento del latifundio, la salvación de los bancos quebrados, las funciones de la Superintendencias y la concesión a privados de los servicios básicos como agua potable y electricidad.

Este recurso inconstitucional fue más práctico para 1os objetivos neoliberales puesto que la Constitución Política del Estado de 1967, formulada en los marcos del constitucionalismo social, contiene aún los avances políticos, sociales y económicos procedentes de los gobierno del llamado Socialismo Militar de los años 1930 y 1940, así como de las transformaciones producto de la Revolución Nacional de 1952 y del Nacionalismo Militar que imperó de 1969 a 1971. Intentar, en el marco inclusive de la supremacía conservadora, la aplicación de un constitucionalismo neoliberal implicaba provocar la reacción de diversos sectores populares identificados con ese proceso histórico y con las reformas que los favorecían.

El periodo de auge y manipulación neoliberal llegó a su crisis más profunda primero por la resistencia de las corrientes populares, nacionalistas y populistas y después por la emergencia nacional y popular en las calles de las ciudades y poblaciones del país hasta alcanzar su cúspide en octubre de 2003 y en mayo y junio de 2005.

6. Avatares de una Asamblea Constituyente

Pasa nuevamente, en una deliberación más amplia y participativa y en una nueva coyuntura más polarizada, a ubicarse en el primer plano el debate acerca de la Asamblea Constituyente y el Referéndum Autonómico hacia la formulación de una nueva Constitución Política del Estado que establezca transformaciones radicales obedeciendo a una nueva correlación de fuerzas en e1 escenario político y social de Bolivia.

Sin embargo, el hecho constitutivo de Octubre de 2003, por su carácter nacional y popular alrededor de una posición nacionalista y verazmente revolucionaria de defensa de los recursos naturales y específicamente de los hidrocarburos, no tuvo la culminación de empoderamiento efectivo por su espontaneidad y ausencia de conducción estratégica. Se estableció que la revuelta de Octubre estaba concentrada en la defensa del gas y la recuperación de la soberanía sobre éste recurso estratégico a nivel mundial y en reivindicaciones sectoriales, culminando en la expulsión del Presidente Gonzalo Sánchez de Lozada.

Esta situación evolucionó hacia un reacomodo de los sectores conservadores neoliberales que han intentado establecer las líneas maestras de una Asamblea Constituyente que, en lugar de cambiar el orden estatal, se oriente a mantener el encuadre institucional establecido o a provocar la desintegración nacional, sin embargo la revuelta popular y nacional de 2005 desmorona parcialmente este proyecto y abre otras alternativas en la vida política boliviana como las nuevas elecciones generales o, tal vez, enfrentamientos regionales o sociales relacionados al control de los recursos naturales, especialmente hidrocarburos, y de la tierra.

Algunos sectores populares e intelectuales consideran posible el reavivamiento del movimiento nacional y popular en el marco del ordenamiento jurídico-político establecido para avanzar en una transformación profunda del orden cultural, político, social y económico del país. Esta postura tiene un exceso de confianza en que en el actual escenario y con las reglas e instituciones vigentes es posible avanzar en la construcción de un nuevo pacto social.

No solamente es sintomático, sino tremendamente dramático, advertir que los mismos impulsores internacionales de las reformas políticas y judiciales de la etapa del auge neoliberal, se encuentren sumamente interesadas en la realización de la Asamblea Constituyente potenciando los instrumentos institucionales para impulsarla.

El Banco Mundial fue el principal financiador, más propiamente prestamista, para la aplicación de la Capitalización de las empresas estratégicas del Estado Boliviano, de la Reforma Educativa o de las Reformas Judiciales, y dio las principales orientaciones de dichos cambios. En coordinación con la oficina de ayuda de los Estados Unidos (USAID) aportó con recursos financieros y proyectos para la realización de las anteriores reformas constitucionales. USAID financia, junto a la Corporación Andina de Fomento CAF y otras fuentes, la Unidad de Coordinación para la Asamblea Constituyente dependiente directamente de la Presidencia de la República. Asimismo, la Corte Nacional Electoral y algunas ONGs se benefician de estos recursos para realizar millonarias campañas en los medios de comunicación con un mensaje domesticador acerca del proyecto oficial de Asamblea Constituyente. Por otra parte, no es desconocido que los medios de comunicación escritos, televisivos y radiales se han convertido en los amplificadores del discurso oficial en torno a la dinámica política y social.

 

7. Dilemas de la Política

En las circunstancias descritas, la situación política se torna más delicada puesto que estos mismos financiadores fomentan organizaciones sociales y ONGs impulsoras de las autonomías regionales más radicales, poniendo en riesgo la unidad de Bolivia. La i mportancia d e e ste h echo r adica e n q ue las t ransnacionales petroleras, vinculadas directa o indirectamente a los gobiernos de Estados Unidos, Inglaterra, España, Brasil y Argentina, se encuentran en una clara pos1c1on de defender sus intereses inclusive a costa de la integridad del país.

Las experiencias de Asamblea Constituyente en Colombia y Venezuela en los últimos años muestran dos modalidades marcadamente diferentes de reforma del sistema político: En el caso colombiano, la Asamblea Constituyente ha servido principalmente para mantener el predominio de los dos partidos tradicionales, sin generar transformaciones de fondo puesto que las condiciones económicas y sociales, incluido un movimiento guerrillero de larga data, se mantienen intactas, porque éste proceso de reforma se desarrolló sobre la misma hegemonía conservadora y tradicional dominante en las últimas décadas. Fue un cambio para que nada cambie.

En el caso venezolano la Asamblea Constituyente fue posterior de un proceso transformador y revolucionario que generó las condiciones de una nueva hegemonía nacionalista y bolivariana en la medida en que la correlación de fuerzas permitió la emergencia de un movimiento popular venezolano que impuso reformas más profundas no solamente en los ámbitos políticos y jurídicos, sino también en los económicos y sociales, incluyendo una perspectiva regional de unidad latinoamericana y freno a las políticas expansionistas de Estados Unidos.

De esta manera, una Asamblea Constituyente con perspectivas de reales y efectivas transformaciones tiene como condición la consolidación y potenciamiento de una correlación nacional favorable y no de una dispersión regional, social o étnica que, por el contrario, favorece el proyecto impulsado desde los organismos de "ayuda'' internacional, las petroleras, el gobierno de transición, los partidos políticos tradicionales, los medios de comunicación del esquema vigente y sus intelectuales y analistas políticos.

Se hace imprescindible la deliberación y la formulación de acuerdos previos acerca de un proyecto o propuesta de carácter nacional e integracionista, incluido el tema de las Autonomías, que tome en cuenta 1 a recuperación y u so soberano de los recursos naturales. en particular los hidrocarburos, una estrategia de revolución agrícola que contemple la eliminación del latifundio y la democratización del uso de la tierra, la industrialización de los recursos propios defendiendo e1 mercado interno. Asimismo, se requiere una educación para la producción y el potenciamiento nacional, subrayando el papel de las universidades públicas en el desarrollo del potencial científico y tecnológico.

La e onstrucción d e u na s ociedad democrática sobre la base del reconocimiento de las culturas indígenas y mestizas como fundamento de la nacionalidad, quebrando la discriminación secular de los pueblos oprimidos por la oligarquía y estableciendo un sistema político participativo y liberador, son objetivos ampliamente demandados.

Una nueva Constitución Nacional como expresión de la democracia de autodeterminación surgirá de la crisis profunda que vive Bolivia y, precisamente por eso, recogerá lo mejor de las luchas populares del pasado y del presente para proyectarse soberanamente en un mundo más complejo y conflictivo. Alternativamente surge la pregunta de si no será más conveniente poner en plena vigencia la actual Constitución Política del Estado para desmantelar el esquema neoliberal basado en la inconstitucionalidad y los Decretos Supremos.

Los regionalismos y las autonomías, por tanto, están fuertemente enlazados a las peripecias de la historia, de la política y de las fuerzas en pugna, superando los análisis únicamente legales y formales y las genierías políticas y sociales de distribución de escaños y territorios.

Retomando la historia y las tendencias externas e internas corresponde valorar los procesos de descentralización regional en Bolivia en términos de: 1) crear poderes limitados, no archipiélago de soberanías, 2) mantener el principio de unidad, derivando de ésta las Autonomías condicionadas, 3) crear de poderes administrativos regionales en asuntos específicos, 4) lograr igualdad y complementariedad de regiones con la redistribución y reciprocidad como lógica de organización, 5) mantener la no autoconstitución que impulsa el federalismo, sino la ampliación democrática de la unidad nacional y 6) defender el derecho regional supeditado al derecho estatal.

 

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