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Temas Sociales

versión impresa ISSN 0040-2915versión On-line ISSN 2413-5720

Temas Sociales  no.25 La Paz  2004

 

ARTICULO

 

Apuntes sobre Actores, disputa ideológica y lenguaje de la imagen en el Campo de Poder1

 

 

Julio Mantilla Cuéllar

 

 


La identificación de las condiciones históricas en las que se produce las Jornadas del 12 y 13 de febrero del 2003 permite una aproximación macroscópica a la colocación u horizonte de emisión de los discursos en pugna. Se trata de indagar: ¿desde dónde emite sus discursos el MAS como protagonista de la oposición y el gobierno del MNR-MIR como portador de propuestas programáticas?

Asimismo, es posible identificar la red de coacciones cruzadas desde la perspectiva de una transmisión televisiva que, sin mediaciones, permitió expresar las extraordinarias potencialidades del lenguaje de la imagen como transmisor de significaciones en el campo de poder.

 

l. El horizonte de emisión del movimiento contra hegemónico

Antes de identificar el lugar desde donde el MAS emite su discurso como expresión contrahegemónica en las Jornadas de Febrero, es necesario aproximamos a su caracterización como forma de organización, a la luz de su proceso de autoconstitución y expansión dentro de las relaciones de fuerza que caracterizan el campo de poder

1.1. Hacia una caracterización del MAS

Planteamos como hipótesis que el MAS en su origen, composición, estructura, dirección y funcionamiento no es un partido político. Por el contrario, responde a nuevas e inéditas formas de organización de un movimiento social traducido en movimiento político.

El MAS tiene su raíz y fundamento en un movimiento social espontáneo de autodefensa ante la aplicación de un plan de guerra (Rosendo Mantilla 2000) diseñado extra-continentalmente e implementado nacionalmente a través de la combinación del uso de la violencia simbólica que penaliza como iter criminis a la coca como su producción principal y, en consecuencia, criminaliza a los productores, junto a la aplicación de la violencia física en la erradicación forzosa. De allí resulta que la conciencia en sí, como productores, es al mismo tiempo una conciencia para sí, como emisores de una contrahegemonía revolucionaria.

Este es un rasgo esencial. A diferencia del planteamiento que legitima el origen del partido revolucionario (V. Lenin 1902) como portador de una conciencia "desde afuera" que se fusiona con la clase en sí, el movimiento social cocalero endogeniza su conciencia revolucionaria sobre la base de la violencia simbólica ejercida por el Estado Neocolonial.

A ello se suma su composición social originada en dos corrientes que reconvergen en la historia: la organización mitimae de los Ayllus aymaras y quechuas y la migración proletaria expulsada por la crisis del modelo de acumulación minero estatal. La combinación de memorias y saberes como condición de aclimatación y la pervivencia de nexos permanentes con los lugares de origen en Altiplano y Valles, en aplicación del control de pisos ecológicos, les ha permitido desarrollar una conciencia territorial que no precisa aportes de "afuera".

Estas condiciones han permitido al movimiento social chapareño -como se vio en abril del 2000 en la denominada "guerra por el agua y la vida"- articular y multiplicar la conciencia de identidad en diferentes e inéditos movimientos sociales que constituyen su "hintertland" natural.

Ahora bien, el surgimiento del MAS como movimiento político es consecuencia casi natural de la experiencia adquirida por el movimiento social como actor dentro del campo de poder y ya vimos cómo el movimiento social prevalece en el control y fiscalización del movimiento polít_ico. Este fenómeno se explica por el ejercicio de la democracia directa y participativa en la base social, donde la Asamblea, como expresión del espacio comunal, permite el desarrollo del diá_Iogo directo, que no busca imponer o convencer, sino construir colectivamente un "sentido" respecto a la verdad y la toma de decisiones concordadas. Así, con asombro, hemos observado cómo, en momentos de máxima intensidad, la Asamblea.cocalera, como un ser vivo, superaba el planteamiento de los dirigentes y, en un análisis sorprendente de la coyuntura (a diferencia de las consignas maximalistas que caracterizaron al movimiento obrero), determinaba reasumir espacios de concertación.

Y aquí surgen nuevas diferencias con la forma partido. Mientras el partido se rige por el centralismo democrático donde las instancias superiores rigen sobre las inferiores y el Partido dirige a la base social, en el caso del movimiento social cocalero la democracia directa participativa construye "sentidos colectivos" y el MAS como movimiento político es dirigido por el movimiento social.

1.2. El MAS en la coyuntura de febrero del 2003

Ya vimos cómo el retomo de los movimientos sociales a la acción directa, en el mes de enero del 2003, fue la respuesta a la incapacidad del sistema político tradicional para realizar la reforma intelectual y moral que exigía el país. Asimismo, en el corto plazo, expresó la estrechez del espacio parlalmentario para contener las pulsiones que se desarrollaban en el seno de la sociedad civil.

De esta manera, respondiendo a la convocatoria de su determinante esencial, el movimiento social, desde el 13 de enero el MAS retoma al plano de la acción directa mediante el bloqueo de caminos en la ruta Cochabamba-Santa Cruz.

Luego de un intenso intercambio de acciones de ataque y defensa en el campo de poder, donde la contundencia del paro de transportes mostró a un gobierno inerme y la heroica marcha protagonizada por ancianos rentistas logró doblegar al gobierno en su intención de superar "la cultura de la presión", el movimiento social cocalero consigue arrancar un nuevo espacio de concertación al margen del sistema parlamentario: las mesas de diálogo, definidas por temas y agenda específica.

Así, el movimiento social cocalero, trasmutado nuevamente en movimiento político, incluye como protagonistas del inédito espacio de concertación a diferentes actores sociales que deben encarar, además del tema de la coca, aspectos como el ingreso al ALCA, la definición de la política de exportación del gas, la revisión de los contratos de capitalización y el problema de la tierra y la ley INRA. Sin embargo, es necesario advertir que, pese a la aparente "formación intelectual" de elementos de clase media recientemente incorporados al movimiento político, no se logró incorporar en las mesas de dialogo el tema del Presupuesto 2003. Grave omisión si consideramos que el Presupuesto, como expresión cuantitativa de un plan, contenía las políticas de corto plazo que el gobierno intentaba aplicar para resolver el tema central de la crisis económica.

Pese a ello, la aceptación de las mesas de dialogo le permitió convertirse en Sujeto Central de irradiación democrática y convocatoria a sectores sociales, más allá de la problemática de la coca. Desde este horizonte de emisión, el MAS emitió un nuevo discurso signado por la vocación de poder: "De la protesta a la propuesta". De esta manera, en respuesta diferida a la duda dóxica respecto al poder que afloró en agosto del 2002, intentaba superar el habitus de clase que había caracterizado al movimiento obrero como "querellante, de obediente, de demandante en detrimento de la práctica de soberanía, propositiva, autodeterminativa" (Álvaro García 2000).

Es aquí cuando, en forma sorpresiva, el MAS constituye un "Estado Mayor del Pueblo" que pretendía dirigir y coordinar la lucha del pueblo contra el modelo neoliberal. Considerando el grado de centralidad y protagonismo que el MAS había alcanzado en la coyuntura, la propuesta pasó más bien inadvertida en el campo de la opinión pública. Es que, como emisión ideológica, el planteamiento no correspondía al conjunto de significados que hasta ese momento constituían las bases del discurso contrahegemónico.

Si el MAS como expresión política del movimiento social se diferenciaba de la forma partido, ¿Cuanto más alejada de una concepción de organización vanguardista que implicaba romper abruptamente con el espacio de relaciones de fuerza y pasar a un escenario monopolizado por el uso de la violencia militar? Esta concepción, basada en la guerra irregular, suponía la existencia de una organización basada en una jerarquía piramidal que negaba en su esencia el proceso de autoconstitución del movimiento.

 

2. El discurso gubernamental como debilidad concentrada

A su tumo, el gobierno, pese a su deteriorada posición y ante la perentoria necesidad de presentar al Parlamento la Ley presupuestaria del año 2003, se vio obligado a emitir un discurso ideológico que trataba de mimetizarse en los recovecos de un lenguaje técnico-económico.

2.1. Un horizonte de emisión desequilibrado

El resultado del conjunto de acciones que tuvo que enfrentar el gobierno desde el 13 de enero, impactó y transformó las condiciones de producción y el horizonte desde donde debía emitir su discurso.

Así, el importantísimo excedente social que había conseguido con la aprobación de la Ley del SJJMI y la realización efectiva del bono-sol, con toda la carga de denotaciones en torno a la sensibilidad y justicia social de las medidas, fue drásticamente neutralizado y disminuido ante el contenido simbólico de la heroica y penosa marcha realizada por los ancianos rentistas.

De la misma manera, las bases del discurso gubernamental enfrentando "la cultura de la presión" y reponiendo "la autoridad del Estado", mediante el ejercicio del "diálogo sin presiones", se deterioraron ante las concesiones realizadas con transportistas y rentistas. Más aún, estaba en tela de duda la capacidad de "lectura de la coyuntura" que, como en el caso del movimiento dirigido por Evo Morales, había previsto erróneamente "el aislamiento de la movilización cocalera".

De esta manera, las condiciones desde donde se emitía el discurso gubernamental estaban caracterizadas por un horizonte de emisión desequilibrado y peligrosamente deslegitimado.

2.2. El discurso como déficit

En 1985, el discurso neoliberal, subyugado por la magia de la modernidad globalizadora, dejó de apostar a la energía nacional y entregó el control del excedente a la decisión del capital extranjero. Se sustituyó la necesidad del diseño estratégico, asumiendo que la preservación del equilibrio macroeconómico y la capitalización garantizaban el crecimiento económico.

A dieciocho años de aplicación de modelo, al contrario de lo esperado, no se logró un crecimiento económico sostenido y se acentuó la desigualdad en la distribución del ingreso, agudizándo el mapa de pobreza crítica. En los últimos años, una persistente recesión amenaza con destruir lo que aún queda del débil aparato productivo.

Ante esta situación, la oferta electoral del MNR se circunscribió a encarar la crisis recesiva con la reactivación de la demanda agregada:"Obras con Empleo" fue la consigna que resumió la propuesta. A fin de materializar la oferta electoral, el discurso gubernamental, a la hora de presentar a consideración del Congreso Nacional el proyecto de ley presupuestaria (mal llamada "ley financia!''), se concentró en las formas de resolver el déficit fiscal, es decir, el discurso giró en tomo al 8,6 % del PIB.

La propuesta, concentrada en la solución del déficit fiscal, debía sin embargo asumir decisiones en torno al uso del esmirriado excedente económico. Se trataba de identificar los sectores que debían soportar el peso del ajuste macroeconómico.

El denominado "impuestazo", tratando de mostrar cierto equilibrio, a la par que gravaba un nuevo impuesto a la empresa capitalizada vinculada a la transformación de hidrocarburos, propuso la aplicación de impuestos a los salarios, con tasas progresivas a partir de un mínimo imponible de 800 Bs. mes. Así pretendía imponer una norma de aparente carácter redistributivo a favor de los más pobres:"quien gana más, paga más". Adicionalmente, los sectores asalariados se veían afectados por la eliminación del Régimen complementario al IVA (RC-IVA),.que permitía la deducción del impuesto vía descargo de facturas.

La elección del salario como base imponible y de los asalariados como sujetos con posibilidades de absorber el peso del ajuste fiscal no fue casual. Respondía a la visión tecnocrática del neoliberalismo criollo que consideraba que, en ciclos económicos marcados por la recesión, la población que depende de un salario constituye un sector privilegiado respecto a la inestabilidad de otros sectores y el crecimiento del desempleo.

Por otro lado, la fijación de 800 Bs. como base mínima imponible fue resultado de un cálculo político. El monto corresponde exactamente al nivel de salarios que tiende a excluir el componente obrero con 730,37 Bs. de ingreso promedio mensual (Gregario Iriarte 2002) y de empleada(o)s del hogar con 329 Bs. de i.p.m. De esa manera, el mínimo imponible recaía a plenitud en la categoría "empleados", fundamentalmente del sector público, cuyo ingreso mensual promedio se situaba en 1.274,87 Bs. y que constituía más del sesenta por ciento de los asalariados.

El denominado "impuestazo" estaba dirigido a los asalariados que respondían a la categoría de empleados dependientes del sector público: funcionarios de ministerios, prefecturas y alcaldías, médicos y maestros de los sectores-de salud y educación y miembros de la policía y las FF.AA. Es decir, a quienes constituían la base de la "clase media".

 

3. La clase media como espacio en disputa

Ciertamente, la elección de los empleados públicos como los sujetos que debían absorber el mayor peso del ajuste fiscal era el resultado de la devaluación del Capital Estatal en el campo de poder. Debilitada su capacidad de construcción y ejercicio de acción hegemónica frente a otros tipos de capital, se concentraba en el último reducto de dominio directo y sumisión dóxica: la burocracia civil y militar

3.1. Los supuestos de la sumisión burocrática

En la rusticidad del análisis gubernamental, se partía del supuesto de que los empleados públicos, ante su dependencia frente al favor estatal y la eventual pérdida de empleo, tendrían mayores márgenes de tolerancia en la aceptación de las nuevas cargas tributarias

Desde el punto de vista teórico, la pretensión de una automática respuesta de la burocracia civil y militar a los dictados de su determinante estatal es resultado del descuido en el estudio de "zonas fronterizas" (Bourdieu.op.cit.), que tienen que ver con la Teoría del Gobierno, sus instituciones y la burocracia estatal.

En el caso concreto, se ignoró que los empleados públicos que componen la burocracia estatal son, al mismo tiempo, integrantes fundamentales de la "clase media".

3.2. De una "clase a medias" a la articulación concentrada

Más allá de las apreciaciones marxistas que, colocadas en el horizonte de visibilidad de las "clases totales", esto es, la burguesía y el proletariado, identificaban a este sector como "una clase a medias" o "una media clase" sin proyección histórica propia, la construcción de la clase media boliviana recoge importantísimas determinaciones históricas, sociales y étnico-culturales.

En apretada síntesis, podemos decir que, desde la guerra del Chaco, constituye el nexo articulador entre los sobrinos pobres de la vieja casta encomendera, el mestizaje urbano y rural y las burguesías indias emergentes. Su principio generador se establece sustituyendo los privilegios hereditarios de la vieja casta por formas de competencia social basadas en el esfuerzo individual y el estatus de logro en el sistema educativo y profesional.

En su estructura, contiene elementos que penetran tanto el Capital Económico como el Social y el Étnico-Cultural. Por su capacidad de irradiación en la opinión pública, la clase media se ha convertido en un espacio de disputa fundamental para medir la eficacia de los discursos en pugna.

Estas son las razones por las que, en la red de coacciones cruzadas que se produjo ante el ataque que supuso el planteamiento del "impuestazo", las respuestas de defensa de la clase media partieron de sectores tan disímiles como la Confederación de Empresarios Privados arguyendo los efectos en la contracción de la demanda agregada o del Mallku aymara en defensa de la economía popular.

El impuestazo no solamente afectaba el nivel adquisitivo de la clase media, también ponía en tela de juicio su valor relativo y peso específico en el campo de poder al suponer una escasa capacidad de respuesta ante la determinación estatal.

 

4. La red de coacciones cruzadas

Respecto a las violentas jornadas del 11 y 12 de febrero del 2003, es necesario decir que sólo pueden ser conocidas desde "dentro" de la lógica de un escenario extraordinario, donde el espacio de las relaciones de fuerza es momentáneamente sustituido por la moratoria de la cotidianidad.

4.1. El escenario de la confrontación como espacio de relaciones de fuerza

Si partimos de la descripción del escenario donde se desarrolló la confrontación principal, destaca el recorte y distanciamiento temporal y espacial de las jornadas del 12 Y 13 de febrero respecto a sus antecedentes inmediatos.

En efecto, observadas desde el tiempo del resurgimiento de las movilizaciones sociales, esto es, desde el 15 enero hasta el establecimiento de las mesas de diálogo el 7 y 8 de febrero, las jornadas del 12 y 13 de febrero aparecen desligadas del proceso de acumulación del movimiento social en su conjunto. Es decir, como movilizaciones sociales, no aparecen ligadas al cronograma o agenda trazada por el núcleo directivo de las movilizaciones sociales conocidas. De la misma manera, desde el horizonte espacial, mientras Cochabamba concentra el desarrollo del diálogo entre los representantes del capital social y el gobierno, la confrontación del 12 y 13 de febrero se concentra y aísla en el entorno inmediato a la plaza Murillo.

En este punto es necesario reconocer que el gobierno, pese a su débil colocación en el campo de poder, al emitir el impuestazo como propuesta estatal, en un hábil juego táctico, logra descolocar al movimiento social liderado por Evo Morales tanto en el tema puntual del presupuesto, no incluido en las mesas de diálogo, como en su aislamiento en Cochabamba.

De esta manera, las jornadas del 12 y 13 de febrero delimitan un espacio específico de relaciones de fuerza y confrontación al margen de las relaciones de fuerza y el campo de poder donde se desarrollaba la red de coacciones cruzadas entre el capital social dirigido por Evo Morales y el Capital estatal dirigido por el gobierno de Sánchez de Lozada.

Sin embargo, la delimitación independiente de un espacio específico de relaciones de fuerza para la confrontación en tomo al impuestazo parece confirmar que los movimientos sociales, independientemente de quiénes los dirijan, desarrollan instintos de ataque y defensa para cada situación concreta.

4.2. Lenguaje de la imagen y red de coacciones cruzadas

Ciertamente, la transmisión de significaciones no es un privilegio de la palabra hablada o escrita. La experiencia del 12 y 13 de febrero, cuando el desarrollo de los hechos fue transmitido en vivo por canales de televisión, donde la mediación entre realidad y espectador o receptor apenas se remitió a las "explicaciones" de eventuales comentaristas, demostró que el lenguaje de la imagen, sin intermediarios, es más potente para comprender la realidad.

¿Qué mostró el lenguaje de la imagen en relación a las relaciones de fuerza y el campo de poder?

a)     La debilidad del capital simbólico

La delimitación del espacio de confrontación en el centro mismo del capital simbólico estatal, la plaza Murillo, que contiene la expresión de los dos poderes más importantes del estado, el ejecutivo y el legislativo, muestra el grado en que la pulsión autodeterminativa de las masas ha roto con la sumisión dóxica respecto a la autoridad del Estado.

Esta ruptura parece expresarse tanto en los vínculos con la violencia física como en los que resultan de la violencia simbólica incorporada como "costumbre" en la cotidianidad de la praxis societal.

Desde esta dimensión, los movimientos sociales muestran que, más allá de la propia determinación de sus eventuales direcciones o liderazgos, tienen una voluntad de ejercicio de poder en forma directa.

En este sentido, las significaciones trasmitidas por el capital social al haber elegido la Plaza Murillo como teatro para la realización de la red de coacciones cruzadas con el capital estatal, denota voluntad de poder.

b)     La colocación de los actores en el espacio de confrontación

Las imágenes trasmitidas el 12 y 13 de febrero, en relación a los actores que contiene el escenario simbólico en la disputa por el poder, se expresa en el siguiente gráfico:

En primer lugar, destaca la ausencia de los actores del capital político expresado en los parlamentarios. La eventual y valiente presencia del diputado socialista Jerjes Justiniano, o de Manuel Morales Dávila con una arenga sin ningún poder de convocatoria o de dirección en el seno del movimiento espontáneo, confirma dicha ausencia.

Otra ausencia notable es la de los dirigentes del MAS y el MIP, situación que demuestra su obsesiva localización en áreas rurales o provinciales, en desmedro de una estructura orgánica en el ámbito urbano.

La presencia pasiva del poder ejecutivo (a excepción del Ministro de Defensa) y su posterior y precipitada "huída" por la puerta trasera del edificio, denota pusilanimidad en el ejercicio del poder y confirma lo endebles que son los titulares del capital estatal.

La presencia activa y definitoria de los actores de la zona de emergencia del Estado, representada por las FFAA y la Policía Nacional, denota el centro de la definición del problema del poder: la eficacia y el alcance de la violencia física encarnada en el monopolio del uso de las armas.

El pueblo aparece como un actor móvil. No se detiene en ningún punto del espacio de confrontación: lo mismo está en la juventud que ataca al Palacio de Gobierno, que en el héroe que, envuelto en la bandera nacional, asume el centro de la plaza convocando a la pacificación. Está en los grupos de apoyo a la policía y en los grupos de asalto a los centros simbólicos del poder. Está en los grupos de solidaridad y, al mismo tiempo, en quienes denuncian el abuso de poder ante la prensa.

La capacidad de movilidad dentro del espacio de confrontación caracteriza a los actores del capital social. Esta capacidad se asocia a su capacidad de mimetización dentro de un "espacio neutro" que se guarda como refugio eventual.2

4.3.) Sobre tiempos y movimientos

El lenguaje de la imagen también trasmite significaciones a través de los tiempos y movimientos.

 

 

La información desde el día domingo 9 de febrero, cuando el Presidente de la República anuncia dentro del proyecto de Presupuesto 2003 el denominado "impuestazo", la débil reacción de las clases medias y la defensa que de ellas realiza la CEPB el lunes 1O, hasta el amotinamiento del GES y su multiplicación en "Distritos Policiales 1 y 2, y Unidades y organismos Policiales", ha sido caracterizada dentro las Jornadas de Febrero como un preludio de disponibilidad que, en relación a la tensión ulterior, denota más bien un tiempo marcado por un movimiento de "reposo".

La caracterización de Jos ciclos de acuerdo a su intensidad (cuya construcción del dato puede observarse en el Anexo1) se inicia el día 12, con la marcha pacifica de policías de civil acompañados de sus familiares (Horas 10:30) hasta el día Jueves 13, a horas 18:30, cuando la policía recién logra la pacificación de Jos movimientos sociales de tipo violento.

La sistematización sobre "tiempos y movimientos" en las Jornadas de Febrero muestra importantes hallazgos:

a) En torno a responsables y responsabilidades

Contrariamente al afán gubernamental de encontrar responsabilidades en un supuesto "golpe de estado" y responsables en la más bien ausente oposición política, la sistematización nos muestra que el desarrollo de los acontecimientos de Febrero se dio sobre la base del descuido gubernamental tanto en el manejo de la inteligencia del estado, cuanto en el manejo elemental de las FFAA en el control ex ante de la Plaza Murillo y el Palacio de Gobierno.

Así se demuestra el Miércoles 12 (Horas 10:30 - Horas 11:45), en un ciclo caracterizado de BAJA INTENSIDAD.

 

b) Confirmación del carácter espontáneo del movimiento social

A excepción de la reacción de la policía, que ya había sido anunciada ante el incumplimiento del pago salarial "hasta cada 11 de mes", la articulación del movimiento social con la insurrección policial demuestra que no respondió a una planificación previa o a la dirección consciente de alguna organización sindical, social o política. Es más, el desarrollo de los movimientos demuestra nuevamente la ausencia de los partidos de oposición en la configuración de los hechos.

c) Los movimientos sociales espontáneos tienen su propio proceso de maduración

Evidentemente, pese a la brevedad del tiempo, la existencia de ciclos que combinan "intensidad media" con "baja intensidad" y retorno a "intensidad media" muestra que el movimiento espontáneo es susceptible de reflexiones tácticas e incluso de "alianzas microscópicas". Tal es el caso de la mediación de la Comisión de Derechos Humanos, a través de Sacha Llorenti, que logra frenar por 35 minutos la batalla de gases que caracteriza a la "intensidad media".

Asimismo, esto demuestra que Jos movimientos espontáneos, una vez asumida la efervescencia, tienden a independizarse de sus determinantes inmediatos, tal como sucedió cuando pese a que la policía respondió el segundo mensaje presidencial (Miércoles 12.Horas 17:40), deteniendo el combate armado con las FFAA, el movimiento social continuó un proceso de ALTA INTENSIDAD, caracterizado por la acción directa en contra de edificios públicos y privados.

d) La existencia de códigos comunes y "convenios microscópicos"

El lenguaje de la imagen y la sistematización de los tiempos y movimientos realizados en las Jornadas de Febrero muestran que en la confrontación de agentes como las FFAA y la Policía Nacional, que siendo tributarios de un mismo tipo de capital (el capital estatal) y conociendo el alcance del uso de la violencia física, se tiende a minimizar el riesgo del enfrentamiento directo configurando códigos comunes e incluso "convenios microscópicos".

Tal situación parece expresarse en los dos primeros ciclos de INTENSIDAD MEDIA, caracterizada por el combate entre policías y militares con uso de gases y balines de goma. Ambos periodos están marcados por un fuerte contingente de heridos en ambos bandos, empero, su característica esencial es la ausencia de muertos. Pareciera que el código de batalla está marcado por un "convenio no explícito": evitar el uso de armas de guerra.

En este marco, es posible entender la facilidad con la que el mediador de Derechos Humanos logró la primera concertación entre el "Myr. David Vargas por la Policía y el Teniente Félix Rojas por las FFAA" (Miércoles 12.Horas 12:50).

Esta situación se rompe debido a dos factores concurrentes:

- El accionar "desde afuera" del campo de relaciones de fuerza de un grupo de francotiradores de elite.

- La precipitada salida del Gabinete presidencial por la puerta trasera del Palacio de Gobierno. Este hecho constituye el hito que define el arribo del ciclo de ALTA INTENSIDAD, caracterizado por el combate abierto con armas de guerra .

4.4. El síndrome del Farol y el vacío de poder

Dijimos que "la historia de Bolivia es la historia de la prodigalidad de energía popular en torno a su voluntad de autodeterminación democrática". Debemos añadir que el derroche de energía social también se tradujo en movimientos sociales marcados por excesos en el uso de la violencia física de masas. Así, el holocausto de un presidente abiertamente progresista y revolucionario como Gualberto Vi11arroel (21 de Julio de 1946), victimado y "colgado" en un farol de la Plaza Murillo por masas enardecidas, constituye parte de la historia de los movimientos populares. Resulta pueril tratar de justificar el hecho en razón de que el pueblo fue engañado y dirigido "por el PIR y Jos representantes de la rosca minero- feudal". En la historia de Jos pueblos se anota tanto Jos activos como también los pasivos.

a) Como portador de significaciones

Como parte de la memoria histórica, la densidad e intensidad de eventos donde se materializa la violencia física de los movimientos sociales tienden a configurar materia simbólica. Así acontece con el símbolo del "farol" que se mantiene en la Plaza Murillo, queriendo significar un homenaje a la memoria "del presidente mártir".

Empero, paradójicamente, para el imaginario colectivo, el símbolo del "farol", colocado justo frente al Palacio de Gobierno, es portador de significaciones tanto para la sociedad civil como para la sociedad política, tanto para el capital social como para el capital estatal:

 

El "símbolo del farol", como portador de significaciones, se escinde en sus connotaciones de acuerdo al tipo de "receptor" del mensaje. Así, para los actores gubernamentales, el significado es de "Precariedad en el uso del poder", de "Finitud del Poder" y se retraduce como "símbolo de peligro". Entretanto, para los actores sociales, si bien la base conceptual del soporte simbólico parte de la significación de "Exceso", la derivación connotativa lo vincula a "Ruptura de cotidianidad" y, en el ámbito de la praxis, al de "Posibilidad".

De allí resulta que en el retorno de las significaciones al plano de lo simbólico, la escisión de connotaciones se unifica. Mientras para la "clase política" el símbolo del farol significa "peligro", para los actores sociales significa "posibilidad de poder alterno".

Es a partir de esta perspectiva que, recién, se puede "leer" la importancia que asume la precipitada salida del presidente y su gabinete del Palacio de Gobierno en la red de coacciones cruzadas configurada en febrero del 2003:

b) El poder del lenguaje simbólico

La salida del presidente y su gabinete del Palacio de Gobierno corta en dos el espacio de confrontaciones de las Jornadas de Febrero.

Por un lado, inaugura la etapa de Alta Intensidad, caracterizada por el combate abierto con uso de armas de fuego que durará hasta las 17:40 con la participación de policías y se prolongará, por lo menos, hasta las 12:00 con la participación de grupos populares en acciones directas insurreccionales. Por otro lado, abre un espacio de significaciones en tomo a la "disponibilidad del poder".

En lo primero, resulta evidente que el abandono del núcleo simbólico central del poder da paso y legitima el ingreso de las FFAA y sus grupos de elite (francotiradores) al uso abierto de la violencia física en resguardo de su determinante estatal.

Es cuando se abre un vacío de poder, expresado en el abandono del núcleo simbólico central del poder, que da pie a un enfrentamiento abierto. Rompe la Ritualidad y compromiso de "límite" y configura un nuevo espacio de relaciones de fuerza signado por el uso de la violencia abierta tanto desde el vértice del capital estatal cuanto del capital social.

 

Notas

1 El presente ensayo es parte de un trabajo de mayor alcance en tomo a los Movimiento Sociales realizados en Bolivia desde el año 2000.

 

Bibliografía

GARCIA LINERA, Álvaro
2000       "La muerte de la condición obrera del siglo XX: La marcha minera por la vida" En: El retomo de la Bolivia plebeya.

Muela del diablo, La Paz, Colección Comuna

LENIN, V.I.
1975 "¿Qué hacer?" En: Obras Escogidas. Progreso, Moscú, Tomo 11

MANTILLA, J. Rosendo
2001       La guerra comunicacional coca-cocaína. Tesis de licenciatura en Comunicación Social UCB, La Paz.

 

 

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