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Temas Sociales

versión impresa ISSN 0040-2915versión On-line ISSN 2413-5720

Temas Sociales  no.24 La Paz  2003

 

ARTÍCULO ORIGINAL

 

Cambios Sociales en Bolivia desde 1952

 

 

Herbert S. Klein

 

 


 

 

El propósito de este ensayo es el de definir los cambios sociales más grandes que han ocurrido en Bolivia desde 1952 y compararlos con los mismos cambios sociales que han ocurrido dentro de otros países de América Latina. Haciendo esto, espero delinear qué fue único en la experiencia boliviana y qué fue común en los otros Estados. Existen pocas dudas en cuanto al hecho de que los cambios en Bolivia, en los últimos cincuenta años, han sido profundos, pero es difícil determinar qué cambios se debieron a los amplios desarrollos del continente y qué se debió a los factores políticos y económicos desencadena­dos por la Revolución Nacional de 1952.

En 1952, Bolivia era una sociedad predominantemente rural, la mayoría de su población estaba sólo marginalmente integrada en la economía nacional. De todas las personas económicamente activas lista­das en el censo de 1950, el 72 por ciento estaba involucrado en la agricultura o en las industrias afines1. Aún así, esta fuerza de trabajo solamente producía alrededor de 33 por ciento del producto interno bruto, una discrepancia que claramente indica el serio retraso económico de este sector. Aunque Bolivia tenía un sector minero moderno, pero envejeciendo, poseía por el contrario pocas industrias nacionales. Sólo una minoría de los trabajadores participaba del sector moderno de trabajo. La mayoría de los trabajado­res eran agricultores que producían cosechas tradicionales del Altiplano Andino. Aunque mayormente rural y agrícola, Bolivia ni siquiera podía alimentar a su población nacional a mediados del siglo XX. A través de la constante expansión del sistema de hacienda, la distribución de la tierra se convirtió en una de las más injustas de América Latina. El 6 por ciento de los dueños de las tierras que tenían 1.000 hectáreas o más de tierra controlaba el 92 por ciento de la tierra cultivable de la república. Aún más, esas grandes extensiones de tierra eran subutilizadas, pues, de la propiedad de 1000 hectáreas, se cultivaba sólo el 1.5 por ciento de estas tierras. En el extremo opuesto, estaba el 60 por ciento de los propietarios que poseía 5 hectáreas o menos, verdaderos minifundios, que contaba sólo con el 0.2 por ciento de toda la tierra y que fue forzado, en promedio, a poner el 54 por ciento de sus tierras para el cultivo (ver tabla 1 )2. La extrema desigualdad en la división de la tierra era esencial en el control del trabajo rural. Poseyen­do las mejores tierras en todas las zonas de la república, los hacendados obtenían su fuerza de trabajo ofreciendo el usufructo de las tierras a cambio de trabajo. A los Indios se les exigía proveer de semillas, herramientas y, en algunos casos, incluso animales para el trabajo, lo que dejaba al dueño con pocos elementos de capital que proveer. Incluso se exigía a los Indios transportar el producto final al mercado. El hacendado también exigía servicio para él, su familia y sus capataces. El Pongueaje (la obligación de servicio personal) era parte de los requisitos de trabajo de los Indios desde los tiempos coloniales. Pero no hacía de esta obligación nada menos onerosa. Este sistema no involucraba la deuda del peonaje u otras formas de fuerza, y los Indios tendían a trasladarse de latifundio y retornar sin restricciones, pero el incremento de la presión sobre la tierra de las áreas comunales libres, especialmente después de la última era de expansión de las haciendas desde la década de 1880 a la década de 1920, obligó a los campesinos a adaptarse al sistema.

Tabla 1

Distribución de la tierra en Bolivia en 1950

Hectáreas*

Granjas

Ocupadas

Cultivadas

< 1

24,747

10,880

5,715

1

18,130

31,962 1

8,031

3

8,321

31,036

16,282

5

8,790

59,086

25,953

10

5,881

76,959

26,015

20

3,441

85,764

21,247

35

1,391

56,651

13,164

50

1,881

107,711

19,352

75

895

75,466

15,373

100

2,238

295,114

41,366

200

2,494

756,073

70,462

500

1,539

1,049,332

64,329

1000

2,139

3,290,879

95,364

2500

1,861

5,433,897

71,642

5000

797

5,146,335

55,364

10000

615

16,233,954

85,851

 

85,160

32,741,099

645,510

No considerados

1,217

8,750

8,748

 

86,377

32,749,849

654,258

Fuente: INE, I Censo Agropecuario 1950, La Paz, 1985, pp. 25-26

Notas * En estas tablas, las hectáreas están redondeadas al número entero próximo.

Pese a estar gobernadas por sí mismas y a ser propietarias, las comunidades todavía existían hasta la época de la Reforma Agraria en 1953, ellas eran propietarias de sólo el 22 por ciento de las tierras y sus cosechas reunían el 26 por ciento de la tierra cultivada3. Aún más, el incremento de las subdivisiones de las ya pequeñas parcelas de las comunidades estaba rápidamente alcanzando proporciones de crisis, asique más hijos fueron forzados a trabajar, ya sea en las haciendas, para obtener tierra para alimentarse aellos mismos y sus familias, o en las minas y pueblos, como mano de obra barata.

Tabla 2

Propiedad de la tierra por tipo de unidad, Bolivia 1950

Número de Hectáreas

Tipo

Granjas

Ocupadas

Cultivadas

COMUNIDADES

3,779

717,844,857

17,010,644

HACIENDAS

8,137

1,270,107,657

29,016,469

GRANJAS PEQUEÑAS*

56,259

952,642,180

12,332,755

OTROS

18,202

334,390,256

7,065,941

TOTALES

86,377

3,274,984,950

65,425,809

Fuente: INE, I Censo Agropecuario 1950 (La Paz, 1985), pp. 25-26 Notas 'Propietarios trabajadores de granjas, sin colonos o jornaleros

Con la mano de obra barata, con semillas e incluso herramientas a veces gratuitas o a costo mínimo,y con la protección de los mercados de agricultura, los incentivos para que los hacendados inviertan ensus tenencias eran mínimos. De hecho, la ausencia de propietarios era la forma dominante en todas laáreas ruralesy la mayoría de los hacendados tenía profesiones urbanas. El resultado de este sistema era eluso de tecnología rudimentaria y semillas de pobre calidad con extremadamente bajo rendimiento yproducción. El sector agrícola era tan atrasado que no podía satisfacer las necesidades de la crecientepoblación de los centros urbanos y de la nación como un todo. Mientras el 10 por ciento de las importa­ciones en la década de 1920 era comida, la cifra subió a 19 por ciento en el período de 1950-52, y unabuena proporción de la comida importada eran tubérculos andinos que eran producidos sólo en Bolivia yPerú4. Ineficaz, improductivo e injusto, el sistema agrícola boliviano también mantenía un alto porcenta­je de la fuerza de trabajo nacional fuera del mercado, manteniendo bajo su ingreso en las obligaciones deservicio y explotación a través del trabajo. Esto en retorno restringía el mercado para las manufacturas ala pequeña minoría rural y los relativamente pocos centros de agricultura activos como el del Valle deCochabamba.

En 1952, solamente una minoría de la población de Bolivia vivía en pueblos o ciudades de más de5.000 habitantes. Hubo algunos cambios desde el primer censo boliviano de 1900. La población urbana,definida como aquella que vive en pueblos de más de 2.000 personas, había subido del 14 al 23 por cientode la población nacional y, en cada departamento del país, los centros urbanos más grandes habían creci­do más rápido que el departamento como un todo (ver tabla 3). Había sólo 6 ciudades con una población de más de 20.000 y éstas representaban el 20 por ciento del total de la población. La ciudad más grande, La Paz, contenía solamente al 10 por ciento de la población5.

Tabla 3

Ciudades capitales de acuerdo con el Censo, 1846-2001

Departamento

Capital

1900

1950

1976

1992

2001

Millas2

LA PAZ

 

426,930

948,446

1,484,151

1,900,786

2,350,466

51,731

 

La Paz*

52,697

321,073

654,713

1,118,870

1,487,248

 

COCHABAMBA

 

326,163

490,475

730,358

1,110,205

1,455,711

21,479

 

Cochabamba

21,881

80,795

205,002

397,171

778,422

 

ORURO

 

86,081

210,260

311,245

340,114

391,870

20,690

 

Oruro

13,575

62,975

124,121

183,422

202,010

 

POTOSI

 

325,615

534,399

658,713

645,889

709,013

45,643

 

Potosí

20,910

45,758

77,334

112,078

133,268

 

CHUQUISACA

 

196,434

282,980

357,244

453,756

531,522

19,893

 

Sucre

20,907

40,128

62,207

131,769

194,888

 

SANTA CRUZ

 

171,592

286,145

715,072

1,364,389

2,033,739

143,096

 

Santa Cruz

15,874

42,746

256,946

697,278

1,114,095

 

TARIJA

 

67,887

126,752

188,655

291,407

391,226

14,526

 

Tanja

6,980

16,869

39,087

66,900

135,651

 

BENI

 

25,680

119,770

167,969

276,174

362,521

82,457

 

Trinidad

2,556

10,759

27,583

57,328

75,285

 

 

Pando**

7,228

19,804

34,409

38,072

52,525

24,647

  Cobija      

10,001

20,987

 

POBLACION TOTAL 

 

1,633,610

3,019,031

4,647,816

6,420,792

8,274,325

424,162


* NOTAS: " Los datos para la ciudad de La Paz incluyen la Municipalidad de El Alto, la cual recientemente fue separada de La Paz.

En el Censo de 1992 la ciudad de La paz contaba 713.378 personas y El Alto con aproximadamente 405.492. El Censo de 2001 contabilizó la población de El Alto en 694.749 y la de La Paz en 792.499.

** El departamento de Pando no tuvo ningún centro urbano importante hasta antes de 1992. En 1976, Cobija sólo contaba con 1 726 personas.

No sólo que la población estaba involucrada mayormente en la agricultura, predominantemente ru­ral, sino que también era hablantes del español y más de dos tercios de los bolivianos eran analfabetos en 1952. Aunque el nivel de alfabetos y el número de niños que asistía a la escuela se incrementó invariable­mente en la primera mitad del siglo XX, en el período 1900-1950 los alfabetos se elevaron del 13 por ciento hasta sólo el 31 por ciento de la población6. El Quechua y el Aymara. al momento de la Revolución

Nacional, todavía eran los idiomas más hablados en el país y los español hablantes llegaban sólo al 36 por ciento de la población7.

Con una mayoría de la población analfabeta y no hablante de español, con la mayoría de la tierra en manos de una elite latifundista «blanca», Bolivia aparecía, junto a Haití, como una de las naciones más pobres del hemisferio. Esa pobreza la ubicó entre las tasas más altas de mortalidad en las Américas. La mortalidad infantil estaba estimada en 176 muertes por cada mil nacidos vivos en 19538 y la expectativa de vida promedio, a principios de la década de 1950, era de 38 años para los hombres y 42 para las mujeres1", una tasa probablemente muy poco diferente a la de los niveles de esperanza de vida de la colonia y del siglo XIX. Al mismo tiempo, los bolivianos tenían la más alta tasa de fertilidad en el hemisferio, con una Tasa de Fertilidad Total de 6.7 niños registrados en 1953, lo que hacía por lo alto una tasa de nacimiento bruta de 48 por mil habitantes". El impacto de estas altas tasas de fertilidad en el crecimiento potencial de la población fue, por supuesto, reducida por los muy altos niveles de mortalidad que provocaron un crecimiento de la población a paso lento. Se ha estimado que entre 1831 y 1900 la población creció a sólo 0.51 por ciento por año. Aunque el Centro declive de la tasa de mortalidad permitió un crecimiento más rápido desde 1900 hasta 1950. Aún así la población sólo creció a 1.1 por ciento por año en la mayor parte de este período, una tasa baja dada su muy alta fertilidad9. Estas altas tasas de nacimiento y mortalidad, caracterizaban a Boli­via. al momento de la Revolución Nacional, como una clásica población pre-moderna. Al mismo tiempo. Bolivia tenía una población joven con 40 por ciento de hombres y mujeres por debajo de los 15 años de edad10' y una media de 19 años de edad (ver gráfico 1 ).11

Gráfico 1 Pirámide de edad por sexo, 1950

Varones Mujeres CEPAL / CELADE - División de Población. Boletín demográfico No. 66 de julio de 2000


Existe poca duda acerca de que la Revolución Nacional de 1952 tuvo un profundo impacto en su población, tanto en sus intencionales como no intencionales consecuencias. Claramente, la más impor­tante consecuencia intencional fue la Reforma Agraria que tuvo un importante efecto en la creación no sólo de una nueva clase agraria, sino también de una nueva clase política y, finalmente, un nuevo grupo de consumidores. El 3 de agosto de 1953 se decreta la Reforma Agraria, efectivamente confiscando todas las haciendas del Altiplano y proporcionando una compensación para los terratenientes en la firma de bonos de indemnización de 25 años y otorgando estas tierras a los trabajadores Indios a través de sindi­catos y comunidades, con la previsión de que esas tierras no podían ser vendidas individualmente. El gobierno intentó salvar al sector moderno de capital intensivo que quedó en el área rural, excluyendo a las granjas de capital intensivo de ser divididas. En las áreas Indias del Altiplano, casi todas las tierras fueron tomadas y los Indios rápidamente dejaron de pagar la compensación, con las tierras, en efecto, siendo confiscadas. Las únicas excepciones fueron la relativamente despoblada región de Santa Cruz y las haciendas de mediano tamaño del sud oeste, en las regiones vallunas como Monteagudo, que tenían una modesta agricultura de capital intensivo y no contaban con residentes Indios, y las pequeñas propie­dades de viñedos de la región del Valle de Cinti. En todo el resto del país, la hacienda fue abolida, la clase hacendataria destruida y la tierra transferida a manos de los campesinos Indios. Para 1993, alrededor de 831.000 títulos de tierra habían sido expedidos por 44 millones de hectáreas -alrededor de 40 por ciento del total del área agrícola de Bolivia- a unas 626.998 personas.12

Casi tan importante como la distribución de tierras, que por sí misma efectuó cambios rurales, fueron los severos periodos de hiperinflación en la década de 1950 que debilitaron, y en muchos casos destruye­ron, las jerarquías tradicionales blancas que habían mandado sobre las villas pequeñas de las áreas rura­les. Estas viejas elites fueron reemplazadas en todo lado por una nueva clase chola-Indios que adoptaron normas culturales occidentales- y el bilingüismo se trasladó a los pueblos pequeños y a las ciudades a lo largo de la nación. Los Cholos se convirtieron en los hombres intermediarios entre los mundos rural y metropolitano desarrollándose en Bolivia."1

A largo plazo, también fue crucial la emancipación de la población India. Uno de los primeros actos del nuevo régimen del MNR de 1952 fue establecer el sufragio universal, eliminando el requisito de alfabetismo. De golpe, las masas de campesinos Indios fueron incorporadas y la población votante saltó de 200.000 a cerca de 1 millón de personas. Aunque a las masas Indias les tomaría vanas generaciones encontrar su voz política independiente, cada sucesivo gobierno, ya sea militar o civil, requería hacer algún gesto para satisfacer sus demandas de escuelas, vivienda, electricidad, servicios básicos y apoyo económico general. Aunque el gobierno era menos que eficiente en dar su apoyo y las demandas del grupo frecuentemente cambiaban con el tiempo, aún así el cambio en la vida nacional fue profundo.

El empoderamiento de las masas Indias y rurales, aunque frágil e incompleto, llevó a un cambio social mayor. La migración hacia los centros urbanos en expansión cada vez más rápida, proporcionó nuevas oportunidades de educación, empleo y bienestar. Al mismo tiempo, el establecimiento de una red caminera viable y la apertura de áreas rurales a mercados nacionales trajo nueva riqueza al área rural. La organización sindical y comunal garantizó el apoyo por proyectos comunes y una habilidad de hacer efectivas sus demandas por mejores condiciones de salud y educación. Finalmente, la gran inversión de agencias de financiamiento también dirigidas a la nueva ola de inversiones en las áreas rurales.

El área más obvia donde todos estos cambios se reflejaron fue salud y mortalidad. Para el tiempo del primer censo pos-Revolución, el de 1976, el promedio de la esperanza de vida había subido desde 1950 por más de 10 años para hombres y mujeres (alcanzando 48 y 52 años respectivamente) y la mortalidad infantil caído a 130 -una tasa aún extraordinariamente alta. La tasa de nacimiento bruta se mantenía en 41 por mil habitantes, pero la tasa de muerte bruta había caído a 16 por mil.13 Como lo reveló el censo de 1976. Bolivia había finalmente empezado a experimentar los efectos de la llegada de la medicina moder­na y la educación. La introducción de un cuidado médico mínimo y el incremento en la alfabetización de la población más móvil, significó que las tasas de mortalidad en Bolivia finalmente habían caído y se habían estabilizado en niveles bajos.

En contraste con la significativa caída de las tasas de mortalidad después de 1952, los tradicionales niveles altos de fertilidad declinaron más lentamente. Estos dos factores garantizaron un crecimiento explosivo de la población. De 1950 a 1960, la población creció a más de 2.1 por ciento por año y subió otra vez a 2.3 por ciento por año en la década siguiente. Para fines de la década de 1970 había subido a 2.4 por ciento, una tasa que hubiera significado que la población se hubiera duplicado en 29 años.1" Desde el censo de 1950 al de 1976, el total de la población se incrementó en 1.6 millones de personas y luego añadió 1.7 millones en 1992 y otro 1.8 millones en 2001 -en síntesis, se sumaron 5.2 millones de perso­nas al total de 3 millones de 1952- incrementando en 2.7 veces más la población pre - revolucionaria. Esta alta fertilidad y el descenso en la mortalidad significó que el promedio de edad de la población, decreció en casi un año, de 19 a 18 años de edad, en el censo de 1976.

Así, el censo de 1976 capturó los efectos más dramáticos de la transición demográfica en Bolivia antes de la mayor declinación en fertilidad. El tamaño completo de la familia había bajado a menos de los seis niños, pero todavía era 5.8 el promedio para mujeres que habían completado su fertilidad.14 La crisis económica y el relativo estancamiento de los 80 y principios de los 90 no estaban marcados por ningún estancamiento en los índices demográficos. En los años 80 y 90, la esperanza de vida creció aún más dramáticamente y la mortalidad infantil cayó en un margen igual, mientras las tasas totales de fertilidad continuaron decayendo (ver gráficos 2, 3 & 4). Para 1992, cuando el cuarto censo nacional se llevó adelante, la esperanza de vida se había incrementado en otros diez años más, a 56.8 años, y la mortalidad infantil finalmente había bajado a la mitad y estaba ahora en 75 muertes por mil nacidos vivos. Las tasas de nacimiento brutas cayeron junto a las tasas brutas de muerte (37 y 12 respectivamente). La población era mayor a 6.4 millones o el doble de la población del censo de 1950.2"

Gráfico 2

Cambio en la esperanza de vida en Bolivia por sexo y por década 1949 - 2000

----- Varones — Mujeres

Fuente: Naciones Unidas, Anuario Demográfico, suplemento histórico

 

Gráfico 3

Gráfico 4

Tasas brutas de nacimiento, muerte, emigración y crecimiento en la población boliviana, 1950-2005

Aunque la fertilidad continuó decayendo en la siguiente década, la mortalidad decayó aún más rápida­mente, así que las tasas de crecimiento permanecieron en más de 2 por ciento por año hasta el final del censo de 2001. Para principios del siglo XXI, se estimaba que la tasa de mortalidad infantil caería a 56 por mil y la tasa bruta había bajado a 8 por mil. La natalidad también bajó -con un total en la fertilidad ahora de 3.9 niños- a un poco menos de la mitad de la tasa de la década de 1950. También para la primera década del nuevo siglo se estimaba que la tasa de nacimiento bruta caería más allá de 30 por mil, aunque la tasa de crecimiento natural todavía permanecía sorpresivamente alta en 2.7 por ciento.15

El crecimiento de la esperanza de vida y la caída de la mortalidad de la población, como un todo, se debió primordialmente a los grandes cambios en la mortalidad infantil. La caída en la mortalidad infantil estaba relacionada con la asistencia médica en el parto (un 60 por ciento de los nacimientos tenía una asistencia médica personal para el 2000),16 lo que efectivamente ayudó a bajar la mortalidad infantil a 61 por mil nacidos vivos el año 2000 y la mortalidad materna a 390 por 100.000 partos para finales de la década de 1990.17 Aunque estas eran tasas todavía altas para los estándares mundiales, eran de lejos mejores que las que existían en décadas anteriores. La acción directa del gobierno era también funda­mental para reducir la mortalidad infantil. Mientras menos de la mitad de infantes menores a un año de edad recibían la tercera vacuna DPT en 1990, para el año de 1997,78 por ciento había sido vacunado, y para el 2000 alrededor del 90 por ciento de los niños menores de tres años tenía la vacuna contra la polio y 98 por ciento había sido vacunado contra el sarampión.18 Por otra parte, las diferencias entre las tasas urbanas y rurales de vacunación declinaron. Así, el año 2000,92 por ciento de niños menores de tres años de edad tenía la vacuna del polio en las áreas urbanas y 86 por ciento de los niños del área rural habían sido tratados asi.19 Finalmente, el incremento de la disponibilidad de agua potable y alcantarillado en los hogares bolivianos, claramente bajó las tasas de enfermedades intestinales que eran las más grandes asesinas de niños. Aunque esto será examinado en mayor detalle adelante, los cambios que abarcan todo son impresionantes. Mientras dos tercios de todos los hogares bolivianos en 1976 no tenían agua potable, esto rebajó a sólo un poco más de un cuarto de los hogares en estas condiciones para el año 2000.20

Las tasas de enfermedades intestinales y malnutrición entre los niños también declinaron significativamente. Para la última década del siglo 20, los casos de malnutrición habían bajado a sólo 10 por ciento de los niños menores de 5 años de edad, tratados en centros de salud, aunque la diarrea y enfermedades respiratorias -índices clásicos de pobreza- aún permanecían como los más grandes asesi­nos de niños.21 Esa mayoría de la mortalidad declinó durante el período entero en las edades más jóvenes, como puede verse claramente en los índices de sobrevivencia por edad de la población boliviana en 1950 y en 2000 (ver gráfico 5).

Gráfico 5

índice de población sobreviviente por edad, Bolivia 1950 -55 & 2000 - 05

A cambio, la reducción de la fertilidad fue grandemente influenciada por el cambio de conoci­miento y actitud de la población femenina. De hecho, en varias encuestas, las mujeres bolivianas han expresando en uno de los índices más altos -usualmente más de dos tercios- su deseo de usar métodos anticonceptivos.22Aún así, existe todavía una gran diferencia entre la sociedad rural y urbana y entre monolingües hablantes de lenguas Indias y español hablantes. En 1994, se estimó que el 44 por ciento de la reducción de fertilidad en centros urbanos se debió al uso de métodos anticonceptivos, mientras sólo representó el 22 por ciento de la reducción en las zonas rurales.23 Además, las mujeres monolingües indias tienen tasas de fertilidad más altas que las bilingües y español hablantes.24

Aunque las diferencias regionales, de clase y culturales han sido importantes en todos estos cambios demográficos, existen pocas dudas de que la dirección de las tendencias seculares en todas las regiones y entre todos los grupos es la misma. Entonces la pregunta surge de cuánto de estos cambios son responsa­bilidad del impacto político de la Revolución Nacional y cuánto de los cambios hemisféricos. De alguna forma, ambas influencias pueden ser vistas en estadísticas demográficas disponibles. Lo que es impre­sionante en esa Bolivia es que no ha cambiado su ubicación -segundo peor en las Américas- en términos de mortalidad o esperanza de vida, comparada con otras naciones del hemisferio, aunque la brecha entreel más sano y el más alto en mortalidad de su población ha disminuido consistentemente con el tiempo, al menos para los hombres. De ese modo, en 1950 los hombres argentinos vivían un promedio de 20 años más que los hombres bolivianos, mientras que en el año 2000 la brecha era de sólo 10 años. La brecha entre las mujeres, sin embargo, ha permanecido la misma apenas 12 a 13 años. No sólo que Bolivia no ha cambiado su ubicación en este medio siglo de cambios hemisféricos cuando todos ven incrementarse la esperanza de vida, sino que aún comparada a Haití, la nación más pobre de las Américas, ha cambiado muy poco para la mayor parte del período bajo estudio. Desde la década de 1950 hasta 1980, las tenden­cias en la esperanza de vida para hombres siguieron detrás de la experiencia haitiana, aunque fue mucho mejor para las mujeres bolivianas (ver gráfico 6). Aún en términos de mortalidad infantil, como puede verse en el gráfico 7, la reducción de este índice de mortalidad en Haití fue incluso más precipitada que en Bolivia, y para el periodo 2000-2005 ambos han alcanzado el mismo bajo nivel. Otras tasas de mor­talidad y salud para Haití, sin embargo, descendieron atrás de Bolivia después de 1980, lo que después de esa fecha vio a ambos, hombres y mujeres bolivianos, pasar las tendencias haitianas en esperanza de vida. Todo esto puede sugerir que los cambios políticos y socio - económicos que la Revolución Nacio­nal introdujo después de 1952 hicieron una diferencia relativamente pequeña en el cambio demográfico, al menos en términos de mortalidad, hasta la década de 1980. Esto sugiere que las tendencias anotadas hasta 1980 fueron continentales y comunes hasta los más pobres y conservadores Estados pero que, después de 30 años de reforma gubernamental, la actividad traída por la Revolución Nacional estaba finalmente empezando a tener un impacto directo en la nación y entre los ciudadanos más pobres. Como se verá luego con otros índices, después de 1980, Bolivia de hecho empieza a experimentar cambios sustanciales en el área de salud que la adelantaron a las tendencias continentales y mundiales generales. En la tabla 4, sobre Índices de esperanza de vida y todos los de mortalidad, excepto el de mortalidad infantil, se observa que Bolivia en el periodo de diecinueve años, desde 1980 hasta 1990, finalmente se levantó por encima de los niveles de las naciones más pobres del mundo.

Gráfico 6

Cambios en la esperanza de vida por sexo y por quinquenio en Bolivia y Haití

Tabla 4

Bolivia en comparación prespectiva - esperanza de vida y mortalidad

Fuente: Banco Mundial, Indicadores de Desarrollo Mundial, tabla 2.19 (2001) Notes Definiciones:

  • La expectativa de vida al nacer consiste en el número de artos que un recien nacido vivirá si se mantienen los patrones de mortalidad al momento de su nacimiento y en los que mantendrá durante su vida.
  • La tasa de mortalidad infantil es el número de nirtos muertos antes de cumplir 1 año por 1,000 nacidos vivos en un año determinado.
  • La tasa de mortalidad por debajo de los 5 años es la probabilidad de que un reden nacido vivo muera antes de cumplir 5 años, si está sujeto a las tasas por edad de las tablas de mortalidad actual.
  • La tasa de mortalidad post infantil es la probalidad de morir entre 1 y 5 años, si está sujeto a las tasas por edad de las tablas de mortalidad actual.
  • La tasa de mortalidad adulta es la probabilidad de monr entre los 15 y 60 años, que es la probabilidad de monr desde los 15 años antes de alcanzar los 60, si está suieto a las tasas por edad de las tablas de mortalidad actual.
  • Vivos por encima de los 65 años, se refiere al porcentaje del grupo de infantes nacidos que podrán vivir arriba de los 65 años

Aunque se ha sugerido que el incremento en la inversión en educación y la elevación de la inscrip­ción de estudiantes precedieron a la Revolución Nacional,25 existe poca duda de que los cambios más rápidos que han ocurrido en el área social en los últimos 50 años son en educación y alfabetización. Desde los índices más bajos en el hemisferio de una población educada en 1950, Bolivia para el año 2000 había finalmente alcanzado un nivel cercano a aquellos de sus vecinos y mejor que la mayoría de las repúblicas de América Central. De hecho, la evolución de los índices de alfabetización y educación se comparan favorablemente con aquellos alcanzados por el vecino Brasil durante este periodo.

Para el final del siglo, el gobierno había gastado más del 8 por ciento de su GDP en educación que la mayoría de los países de la región.26 En 1950, el país estaba todavía solamente educando a un cuarto de sus niños en escuelas primarias, pero para 1985 este índice creció a 84 por ciento27. Para 1999, la cober­tura había alcanzado 87 por ciento para niños de edad de primaria y 38 por ciento para edades de escuela secundaria.28 Aunque esos índices extraordinariamente altos han sido muy debatidos, todos los recientes estudios sugieren que son correctos.29 Sin embargo, entre los altos índices de abandono y niños retenidos en algunos grados, el índice completo es un relativamente pobre 60 por ciento, con muchos abandonando la escuela después de sólo cuatro años. Bolivia lo hace menos bien en el nivel de secundaria, educando sólo 40 por ciento de los muchachos y 34 por ciento de las muchachas de este grupo de edad -índices que la ubican al final de la mayoría de los países de América Latina. El año 2000, había 1.7 millones de estudiantes en primaria y Jardín de Infantes y otros 341.000 en grados de secundaria.30 Pero cualquiera que fueran los problemas actuales del sistema, la tendencia de una cobertura casi universal se está llegan­do a completar, cuando menos para los grados de primaria. Al mismo tiempo, el número promedio de años de escolaridad también ha ido ascendiendo firmemente en este periodo de 4 a 6 años. Como podría esperarse, las generaciones más recientes tienen más años completos de escolaridad que el promedio nacional con aquellos nacidos en 1980, completando 9 años, de acuerdo con las más recientes encuestas del hogar (ver gráfico 8). Todo esto coloca a Bolivia en los niveles medios de América latina en términos de escolaridad para el año 2000 -pese al hecho de que su ingreso per cápita todavía la coloca entre las naciones más pobres (ver gráfico 9).

Gráfico 7

Mortalidad Infantil en Bolivia, Haití y América Latina, 1950 - 2000

Tasa por cada 1.000 nacidos vivos

CEPAL, BOLETIN DEMOGRAFICO. NO. 68 (Julio 2001), table 16

Gráfico 8

Porcentaje de quienes atendieron a la escuela primaria para la edad del nacido en esos años De las encuestas del hogar 1999 – 2000

Todo esto tuvo un impacto directo en la alfabetización. Dados los extraordinarios problemas idiomáticos de Bolivia y el hecho de que en 1950 la mayoría de la población ni siquiera hablaba español, sin tomar en cuenta la alfabetización en el idioma, la rápida reducción del analfabetismo en la nación es impresionante. Sólo 31 por ciento de la población mayor de 15 años de edad era considerada alfabeta en 1950 pero, para 1976, la cifra había subido a 67 por ciento y para el año 2000 la figura era de 86 por ciento. De hecho, Bolivia se había trasladado en este periodo, de estar ubicada como la sexta peor nación en las Américas a la octava más alta tasa de analfabetismo y tener de hecho una mejor tasa que Brasil (ver gráfico 10)31. Por otra parte, para los niveles mundiales, éstas ubican a Bolivia al nivel de aquellos países en listados como ingresos medios más bajos por los niveles mundiales (ver tabla 5).

Gráfico 9

Promedio de edad de escolaridad completado el 2000

 

Gráfico 10

Nivel de analfabetismo adulto en Bolivia y América Latina el 2000

Tabla 5

Bolivia en perspectiva comparativa - analfabetismo adulto

 

Pero el lado negativo de las tendencias de alfabetización y aquellas en educación, es el relativo a la desatención de las mujeres en relación con los hombres. La diferencia en la esperanza de vida a favor de las mujeres sé revierte cuando examinamos las tasas de alfabetización por sexo. Las mujeres de todas las edades y en todos los periodos son de lejos más analfabetas que los hombres y su tasa de analfabetismo declinó menos velozmente que la de los hombres, como puede verse en la información recolectada en el censo de 1976 (ver gráfico 11). Esta es una reflexión de las tasas más bajas de la participación femenina en educación y el índice más alto de la red de Índices de educación de hombres versus mujeres. Pero de hecho, Bolivia estaba cerca al medio de los Estados de América Latina en este aspecto. En un estudio comparativo para 1995, esto puede verse (gráfico 12), la red de tasas de asistencia (número de personas que van a la escuela de la edad del grupo de riesgo) fue 97 por ciento para muchachos y 93 por ciento para muchachas -solamente 4 puntos porcentuales de diferencia y nada como algunas de las muy pronuncia­das variaciones aún en Argentina, Venezuela y Colombia, todas ellas mucho más avanzadas que Bolivia.

 Gráfico 11

% analfabetismo por edad y sexo, Bolivia, Censo de 1976

 

Gráfico 12

Diferencia en la Red de tasas de participación en educación primaria en América Latina el 2000

 

Ahora Bolivia educa casi a todos sus niños en el nivel primario y ésto ha tenido un impacto profundo en todos los aspectos de la sociedad, pero especialmente en el idioma nacional hablado. El español se convirtió finalmente en el idioma dominante en el censo de 1992. En esta fecha, casi el 62 por ciento del total de la población estaba aún listado como amerindio, más del 88 por ciento de la población mayor a los 6 años ahora hablaba español, aunque sólo el 42 por ciento de la población era monolingüe en ese idioma.32 Esto significa que la población India, a través de la educación, ahora se ha convertido primeramente en bilingüe y alfabeta en el idioma nacional. Solamente el 8 por ciento de los 1.7 millones de quechua hablantes mayores de 6 años eran monolingües y sólo el 15 por ciento del 1.1 millón de aymaras no era bilingüe en español -de hecho, solamente el 19 por ciento del total de la población nacional permaneció monolingüe en algún idioma Indio y sólo un cuarto de los casi 4 millones de Indios eran monolingües en un idioma Indio.33 Este dramático y continuo crecimiento del bilingüismo no ha significado la pérdida de los idiomas indios más importantes, que han permanecido casi constantes en los últimos tres censos (1950,1976 y 1992) - con quechua hablantes con sólo un poco más de un tercio de la
población y Aymara con otro cuarto de la población. Se ha estimado que el 1.8 millones de hablantes de un idioma indígena en 1950 creció a 4 millones en el censo de 1992. De aquellos hablantes cuya lengua madre es un idioma indígena, 2.5 millones todavía viven en las comunidades indias rurales tradicionales, un medio millón en las colonias orientales de las tierras bajas, y un millón en las ciudades.34 Para el año 2000, de hecho, 49 por ciento del total de la población era todavía descrito como de extracción india, sin importar el idioma que hablaba.35 Los indios monolingües, pese al crecimiento de la población rural a tasas sin precedentes, aun así continúan decreciendo. Los quechuas monolingües han caído de 988.000 a 438.000 y los hablantes monolingües aymaras de 664.000 a 168.000 entre 1950 y 1992.36 Fue el creci­miento de los hablantes bilingües lo que explica la posición mayoritaria alcanzada por el español en 1976, que era una prueba del impacto de las escuelas en las áreas rurales. No sólo la población chola se había expandido enormemente, como estas figuras insinúan sino que, aún más importante, los campesi­nos Indios del área rural estaban ahora usando el español en gran escala junto con sus idiomas indios tradicionales.

Muchos de los cambios profundos en la fertilidad y mortalidad que la población experimentó, así como los cambios idiomáticos y de alfabetismo que ocurrieron, fueron influenciados por la migración urbana. De ser una sociedad primariamente rural, la nación se trasladó hacia una predominantemente urbana en el periodo de cincuenta años, desde la Revolución Nacional. En 1950, solamente el 20 por ciento de la población vivía en pueblos de más de 20.000 y para el censo de 2001, la cifra se había elevado a más de la mitad. Las dos ciudades de La Paz - El Alto y Santa Cruz, por sí solas, que en 1950 tenían sólo 364.000 personas y contaban con únicamente el 12 por ciento de la población nacional, para el censo de 2001 tenían 2.6 millones de personas y reunían un poco menos de un tercio de la población nacional. El incremento en la urbanización de la población nacional trajo consigo el incremento de los niveles de vida. Cada índice de salud, seguridad social y educación muestra una situación constantemen­te mejor para las poblaciones urbanas que para las rurales. De ese modo, en el año 2000 la incidencia de la pobreza extrema entre los hogares nacionales fue de 24 por ciento en el área urbana y 59 por ciento en el área rural. En el Altiplano, el 70 por ciento de la población rural estaba listado como viviendo en extrema pobreza y sólo el 31 por ciento de los que vivían en las ciudades de las tierras altas experimentó este subsistente ingreso bajo.37

En la segunda mitad del siglo XX, la urbanización también trajo profundos cambios en la distribu­ción de la población nacional. A principios del siglo XX, el eje primario de la nación era La Paz - Oruro - Potosí, una línea de norte a sur, que era el centro dinámico de la nación. Ahí estaba el centro de la minería, el comercio y la agricultura, mientras que Santa Cruz era una región aislada y deprimida y Cochabamba una economía relativamente adjunta y atrasada. Con la progresiva declinación de la mine­ría, especialmente después de la mitad del siglo XX, el centro comercial fue trasladándose lentamente en dirección Este, desde La Paz, y ahora circunda los departamentos de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz mientras que el eje Oruro - Potosí - Sucre fue en una declinación severa. Esencialmente, el nuevo corredor NE-SO, que conecta las tres ciudades de La Paz-El Alto, Cochabamba y Santa Cruz y sus provincias respectivas, reúne la mayor parte de la actividad económica de la nación. Los tres departa­mentos proporcionaron el 92 por ciento de las rentas del Estado en 199938 y produjeron el 71 por ciento del PIB de Bolivia en el año 2000.39 Los tres departamentos tenían las ciudades más avanzadas y más rápidas en crecimiento. Los viejos centros mineros de Potosí y Oruro se estancaron en su población urbana y rural y son ahora los más pobres del país. El gobierno recientemente calculó que más del 80 por ciento de la población residente en estos anteriormente ricos departamentos mineros, es pobre. Y más del 60 por ciento estaba viviendo en una pobreza extrema. Así, incluso una parte de las poblaciones urbanas es considerablemente más pobre que lo regular. Mientras Potosí, Chuquisaca y Cochabamba reunían el 34 por ciento de la población en 1950 -una cifra muy similar a la de 1900-, para el censo 2001 estos tres departamentos se habían convertido en marginales y sólo reunían el 20 por ciento de la población (ver arriba tabla xx). Santa Cruz que en 1950 tenía sólo ellO por ciento de la población -otra vez, idéntica en su importancia en 1950-, para el 2001 tenía un cuarto de los residentes del país. Entre ellas, La Paz, Cochabamba y Santa Cruz, han ido de sólo un poco más de la mitad de la población en 1950 a más del 70 por ciento en el último censo de 2001.

Si la calidad de la salud, los niveles de alfabetización y el hecho de que la población esté asistiendo a la escuela han alcanzado niveles respetables para finales del siglo XX, la condición de los hogares se ha mantenido insondable para la mayoría de la nación. En la última encuesta de hogares llevada adelante en 1999, sólo el 71 por ciento de las casas tenía electricidad (20 por ciento más desde el último censo de 1992) y menos de un quinto de los hogares sin acceso a agua potable o alcantarillado. Más de un tercio no tiene alcantarillado interno. Aunque la situación general había claramente mejorado en la última década del siglo pasado, el área rural continuaba profundamente empobrecido. En 1999, menos del 1 por ciento de los hogares del área rural tenía un teléfono, 74 por ciento cocinaba con leña, dos tercios no tenían alcantarillado interno y sólo el 38 por ciento tenía acceso a agua corriente.40 De acuerdo con los propios cálculos del gobierno, el 52 por ciento de la población nacional, a fines de la década de 1990, podía ser llamada pobre y 24 por ciento indigente. En el área rural, 82 por ciento era pobre y más de la mitad indigente. Aún usando una generosa definición de lo urbano (aquellos que viven en comunidades de 2.000 personas o más), en el censo de 1992 Bolivia todavía tenía al 42 por ciento de su población nacio­nal viviendo en áreas rurales. En estas áreas, la gente todavía trabajaba en las condiciones más primiti­vas. Aunque la agricultura cayó a 39 por ciento de la población económicamente activa el año 2000,41 los agricultores no eran más eficientes y la agricultura por sí sola reunía sólo el 14 por ciento del PIB.42 La mayoría de esa agricultura permanecía tradicional, poco productiva y de consumo. En 1950, algo así como el 75 por ciento de los productos vendidos en el mercado eran producidos por campesinos y sólo 5 por ciento por agro industrias (el resto era importado). En 1981, los campesinos todavia producían el 63 por ciento de la comida vendida en el mercado, comparada con sólo el 15 por ciento de la agro industria. Incluso en 1999, las más grandes cosechas, en términos de acres plantados, fueron de soya, maíz y papas. Aunque la soya -producida en la tierras bajas de Santa Cruz- era una cosecha comercial que rendía de acuerdo con los niveles mundiales, la productividad del maíz por hectárea es todavía un cuarto del rendi­miento por hectárea alcanzado en los Estados Unidos y las papas producidas sólo el 16 por ciento por hectárea del nivel de rendimiento de Norte América. De hecho, el rendimiento de la papa en Bolivia era menor a la mitad del promedio de América Latina y apenas un tercio de la productividad del vecino Perú.43 Mucho de esta baja productividad tiene que ver con el hecho de que Bolivia gasta menos que cualquier país de América Latina en programas de investigación y expansión agrícola.44 Pese a los gran­des intentos de las agencias externas de financiamiento para mejorar las semillas y entregar información, la agricultura tradicional permanece afectada. En el área de Santa Cruz ha ocurrido un claro cambio primero con azúcar, algodón, luego soya y semillas de girasol, convirtiéndose en cosechas altamente productivas comercial e industrialmente y mundialmente competitivas. Pero la agricultura tradicional, que absorbió la capacidad de la población rural, permaneció como un área muy atrasada y poco capita­lizada. Pese a las recientes transformaciones agrícolas en Santa Cruz y en algunas regiones del Valle, el área rural de Bolivia permanece como una de las regiones más pobres de las Américas. En la mayoría de las áreas rurales de Bolivia, la gente todavía trabaja en las condiciones más primitivas y los trabajadores agrícolas ganaban mensualmente un salario de sólo un cuarto del bajo promedio nacional, el año 2000. Aunque el porcentaje de trabajo en la agricultura está en declinación constante con la elevación de las poblaciones urbanas, los antiguos campesinos que migraron con frecuencia a las ciudades han incrementado sólo marginalmente su nivel de vida. La mayoría trabaja en el sector del servicio informal más que en la manufactura. De hecho, el índice de los trabajadores en la manufactura estaba en constante disminución en el último cuarto del siglo XX y reunía sólo el 10 por ciento de la población económicamente activa el año 2000, y su ingreso no era tan extraordinario -sólo el 14 por ciento por sobre el promedio nacional y sólo un quinto de lo que el salario promedio era en la minería.45 Todo eso significa que Bolivia tiene todavía uno de los ingresos per cápita más bajos del hemisferio.

Aunque la migración urbana claramente mejora las posibilidades de vida de los migrantes rurales, las ciudades por sí mismas están cargadas de pocas facilidades e inadecuadas condiciones de habitabilidad. Aún más, la mayoría de las ciudades tiene moderadamente mejores condiciones que las de las áreas

rurales desde donde salen sus migrantes. Por otra parte, el año 2000, aunque el gobierno estima que el 91 por ciento de la población del área rural en el Altiplano estaba viviendo en pobreza en términos de consumo per cápita, las ciudades del Altiplano tenían el 52 por ciento de sus habitantes como pobres con el 23 por ciento de su población urbana viviendo en pobreza extrema (versus el 60 por ciento en las áreas rurales). Lo impresionante es que, mientras la pobreza cambia en las áreas rurales por el tipo de zona ecológica, ésta varia poco por tales zonas en los centros urbanos. Casi la mitad de toda la población urbana, ya sea localizada en el Altiplano, el valle o las tierras bajas, está definida como pobre. En contras­te, existe una significante diferencia en los índices de pobreza rural por zonas ecológicas, yendo de un índice de 91 por ciento en las áreas rurales de las tierras altas, a 80 por ciento en los valles y 68 por ciento en las tierras bajas.46

El cuadro de Bolivia, que surge de este análisis de más de medio siglo de desarrollo social, es uno de un gran cambio social y económico combinado con la persistente pobreza y el atraso económico. La educación y la salud han visto el progreso más dramático. También han existido muchas mejores condi­ciones de salud para niños y madres embarazadas, así que algunas de las actuales estadísticas sugieren que Bolivia no está más entre los peores países en América en términos de estadísticas sobre mortalidad y morbilidad de sus niños menores de 5 años de edad. Pero en la mayoría de los otros índices todavía se encuentra con Haití y las repúblicas Centro Americanas más pobres. Su ingreso per cápita estaba estima­do por el Banco Mundial en $900 en 1999, lo que la ubica justo por encima de Haití, Honduras y Nicara­gua, es decir, entre las más pobres del continente.47 Su tasa de crecimiento económico ha sido también relativamente baja en la última década y continúa siendo muy dependiente de la ayuda externa. Bolivia está ubicada en el 12avo puesto en el mundo en términos de asistencia extranjera per cápita y tercero en el Hemisferio Occidental. Esta ayuda internacional ha sido muy importante para el gobierno, porque representa un extraordinario 41 por ciento de los gastos del gobierno central en 1994 y todavía un alto 30 por ciento de tales gastos en 1999, cuando todavía sumaba hasta el 7 por ciento del PIB.48 De ese modo, mucho del cambio ha estado influenciado por los fondos extranjeros, con el gobierno boliviano incapaci­tado para llevar adelante una gran parte del servicio social sin esa ayuda.

Pero esta continuidad en la pobreza y un parcial mejoramiento de los niveles de vida comunes a todas .las Américas ocurrió en un contexto de un cambio radical del sistema social. Si la lenta economía no ha promovido mucho movimiento social,49 la migración urbana y el aumento del poder político del campe­sino rural y del cholo urbano ha significado una profunda diferencia en la respuesta de todos los gobier­nos bolivianos a las demandas de mejoramiento de las condiciones sociales. Lo que se puede llamar sólo como el encholamiento de la sociedad boliviana se ha convertido en un importante fenómeno después de medio siglo de revolución social y dos periodos de hiperinflación, que ha destruido mucho del tradicio­nal poder económico blanco. Aunque los hablantes monolingües aymaras y quechuas están desapare­ciendo, no están siendo reemplazados por hablantes monolingües de español. En cambio, los idiomas

indios tradicionales están sobreviviendo con un sorprendente vigor, pese a la falta de un sistema bilingüe de educación hasta la Reforma Educativa de 1994. En la última década, el poder político de la población chola también encontró expresión no sólo en partidos tradicionales y radicales y en las nuevas arenas políticas municipales, sino incluso en la transformación de una quintesinal ciudad chola, en la tercera ciudad más grande de la nación. En 1988, la clase trabajadora del suburbio de El Alto, en las afueras de La Paz, consiguió que este fuera finalmente reconocido como una ciudad independiente, y su administración fue asumida por la nueva elite chola. Esta ciudad de gran altura contaba con alrededor de 307.000 personas, tenía la mitad del tamaño de La Paz, era abrumadoramente bilingüe y estaba muy cercanamente asociada con las comunidades rurales aymaras que la circundan. Para el censo de 2.001, la cuarta ciudad más grande tenía 695.000 personas y se había convertido en la tercera más grande, con la diferencia poblacional acortándose entre ella y La Paz, que tenía 792.000 personas. Al mismo tiempo, el deterioro de las economías regionales y la eliminación de la vieja elite, local, hacendada, española en pequeños pueblos, como el resultado de los eventos de 1952 y después, creó una elite regional chola más poderosa. Es de esta elite y la ascendente y ambulante población chola urbana que ha emergido una completamente nueva generación chola de comerciantes, camioneros y profesionales con formación universitaria. Algu­nos cholos habían asistido obviamente a la universidad desde los primeros tiempos, donde eran una clara minoría y fueron forzados a abandonar su idioma, cultura y orígenes y adaptarse a las normas de la cultura «blanca». La nueva generación de cholos educados -mucho más numerosos que antes- ahora parece haber optado por mantener sus lazos étnicos, su identidad tradicional y su idioma indio original junto al español.

Revisando los cambios sociales ocurridos en Bolivia en la última mitad de siglo, es evidente que esos cambios de nivel macro sociales han seguido tendencias muy similares a las de naciones del hemisferio en términos de mortalidad y fertilidad, como la comparación con Haití ha mostrado. La disminución de la mortalidad infantil y materna, la vacunación masiva de infantes y niños y la activa intervención para prevenir la deshidratación en la infancia, han ocurrido en todas partes en América Latina y el Caribe y pueden ser exclusivamente relacionadas con el impacto de la Revolución Nacional. El paso de estos cambios en Bolivia en las últimas dos décadas ha sido un poco más rápido que en las naciones más pobres del hemisferio y ha trasladado a Bolivia a la parte más alta de los países más pobres del globo y más adelante que varias repúblicas centro americanas. Este paso más rápido de cambio en el periodo más reciente puede deberse a un número de factores bolivianos únicos, desde políticas gubernamentales y ayuda extema, hasta una participación mucho más activa de la clase más baja en la vida nacional, lo que es un directo resultado de la Revolución Nacional. El hecho de que mucho más no sea conseguido en este largo periodo puede tener más que ver con el relativamente lento desarrollo de la economía nacional que con las acciones tomadas o no por el gobierno nacional.

En términos de alfabetización y educación, existen pocas dudas de que Bolivia ha llegado más lejos y más rápido que otros paises, que ha alcanzado un nivel más alto de alfabetización y ha llegado a un nivel comparable de inscripciones netas de estudiantes a un paso más rápido que incluso el vecino Brasil, que tenía un ingreso per cápita cuatro veces más grande que Bolivia en 1999.50 Pese a la entrega caótica y a la frecuente iniciativa mal ubicada del gobierno en el área de la educación desde la década de 1950 y principios de la de 1990, existen pocas dudas sobre el hecho de que los cambios profundos han ocurrido más allá de lo que ha sido incluso alcanzado en las áreas de salud y servicios sociales. Claramente, en la habilidad de la abrumadora mayoría de la población de convertirse en alfabeta en español y en participar activamente en la educación están los resultados de la intervención de ambos: la intervención de gobier­nos pos revolucionarios y aún más la participación popular en el conjunto de los emprendimientos de alfabetización y educación, que se han convertido en una gran demanda de las anteriormente masas analfabetas. El desencadenamiento de esta demanda y la recepción de la población a los cambios que estos desarrollos implican se deben a la movilización masiva de la población; es en esta inusual movili­zación para los niveles de América Latina y en la elevación de la conciencia étnica y de clase, traída por los regímenes pos 1952, que nosotros podemos ver más dramáticamente los efectos de la Revolución Nacional.51

 

Notas

1. Dirección General de Estadística y Censos, Censo demográfico 1950, La Paz, 155, pp. ¡42 - 43. cuadro 54

2. INE, I Censo Agropecuario 1950, La Paz, 1985. pp. 23 -24

3. I Censo Agropecuario 1959, p. ii, cuadro A

4. Wernnergren & Whitaker. The status <>f Boliviun Af¡riculture, pp. 67 ff

5. DGE. Censo Demográfico 1950. cuadro 5. pp. 12 - 45

6. DGE. Censo Demográfico 1950. cuadro 37. p. 112; Oficina Nacional de Inmigración y Propaganda Geográfica. Censo general de la Población de la República de Bolivia 1900. 2 vois., 2a. ed. Cochabamba. 1973. II. 43

7. DGE. Censo demográfico ¡950. cuadro 34 p. 103. En 1900. solamente 13 por ciento de la población era primariamente españolhablante; en total, el 51 por ciento estaba inscrito como hablante de un idioma Indio. Censo general... 1900. II. 41.

8. INE & CELADE. Bolivia. Estimaciones y proyecciones de la población 1950 - 2050. La Paz. 1995. cuadro 2 p. 5

9. Calculado de la estimada tendencia en poblaciones medias dadas en AstenioAverangaMollinedo, Aspectos generales de lapoblación Boliviana. 3a. ed.. La Paz. 1998. pp. 30 -33 en Cuadro 3

10. UN.DemographicYearbook, Historicalsupplement. tabla 3

11. INE. Bolivia. Estimaciones y proyecciones, cuadro 10, p. 24

12. Ministerio de Desarrollo Económico. Secretaria Nacional de Agricultura y Ganadería, El Agro Boliviano: estadísticas agropecuarias 1990 -1995. La Paz, 19%. pp. 262-63. En la última revisión de la ley de reforma agraria y el intento de

13. Víctor MezzaRosso. INE & CELADE. Bolivia. Estimaciones y proyecciones de la población 1950 - 2050. La Paz. 1995. cuadrólo, pp. 24 - 25

14. Rosso. Bolivia. Estimaciones y proyecciones 1950-2050, p. 25 cuadro 10

15. El nuevo hallazgo recién anunciado en abril de 2002 de una tasa de crecimiento de 2.7% entre el censo de 1992 y el de 2001 sugiere que muchas de las anteriores proyecciones de crecimiento de la población fueron muy bajas.

16. INE, Anuario estadístico 2000, La Paz, 2001, p. 129, cuadro 3.01.21 (por el total de nacimientos); p. 157, cuadro 3.03.21 (por el total de nacimientos asistidos).

17. Ministerio de Salud y Previsión Social, «Salud de la Mujer ...1995», citando ENDSA, 1994. Esta fue la tasa para el periodo 1989 -1994. Estas estadísticas cubren muerte en el embarazo, parto y periodo pos natal, justo después del nacimiento.

18. Ministerio de Salud y Previsión Social. «Salud del Niño... 1995»

19. INE, Anuario estadístico, 2000, p. 149, tabla 3.03.14

20. INE, Censo Nacional de Población y Vivienda 1992, Resultados Finales, La Paz, 1993, p. 69, e INE, Anuario estadístico. 2000 U, p. 133 cuadro 3.02.04

21. Ministerio de Salud y Previsión Social. «Salud del Niño ... 1995»

22. Charles Wcstoff y Akinrinola Bankolc, Trends in the Demand for Family Limitation y Developing Countries, International Family Planning Pcrspcctivcs, Vol. 26, N° 2, junio 2000, p. 59, tabla 3.

23. INE, La transición de la fecundidad en Bolivia y sus determinantes (1965 - 1995), La Paz, 1997, p. 29, cuadro 3.16

24. INE, La transición de la fecundidad, p. 70, cuadro 3 .17

25. Ver Manuel Contreras, «Reformas y desafíos de la Educación», en: Fernando Campero Prudencio cd., Bolivia en el siglo XX. La formación de la Bolivia Contemporánea, La Paz, 1999; y su ensayo para esta conferencia, «Comparativcpcrspcctivc of cducationreforms in Bolivia: 1950 - 2000.»

26. CEPAL,StadisticYearbook. 2001, Santiago de Chile, 2002, tabla 41, p. 49. Contreras reclama que la cifra del gobierno bolivia­no es realmente sólo 5% del PIB

27. Manuel Contreras, art. cit., p. 484.

28. UDAPE, Indicadores de Educación. 1996 - 1999, cuadro N° 7.1.14

29. Miguel Urquiola, «Educación primaria universal» En: Remontando la pobreza. Ocho cimas a la vez. La Paz, EDOBOL, 2000.

30. INE, Anuario estadístico. 2000, p. 171 tabla 3.04.01

31. CEPAL, Anuario Estadístico, 2001. Santiago de Chile, 2002, tabla 33, p. 42

32. INE, Censo Nacional 1992, p. 131 tabla PP-12. Habían 2.2. millones de hablantes monolingües de español y 2.4 millones de bilingües. Los monolingües quechuas eran cerca de 428.000 y los aymaras sólo 169.000.

33. Raúl Prada Alcoreza, Análisis sociodemográfico: Poblaciones Nativas. INE, 1994, La Paz, Cuadros 38,40,44& 46; pp. 69, 72,79,81.

34. Xavier Albó, «Etnias y Pueblos Originarios: Diversidad étnica, cultural y lingüística» en: Fernando Campero Prudencio, op. cit, p. 453.

35. INE, Anuario estadístico 2000, p. 128 tabla 3.01.20

36. Censo demográfico 1950, cuadro 33, p. 102 para la información de 1950.

37. INE, Anuario estadístico 2000, p. 212 tabla 3.06.01

38. Miguel Urquiolact. alt.,Geography and Development in Bolivia: Migration, Urban and Industrial Concentraron, Welfare, and Convergence: 1950-1992, Universidad Católica Bolivia, La Paz, 1999, p. 18, tabla 11

39. INE, Anuario Estadístico 2000, pp. 291 - 292, cuadro 4.01.03,02

40. La información de los hogares proviene de la Encuesta de Hogares de 1999, llevada adelante por MECOVI y está disponible en-línca por el INE.

41. INE, Anuario Estadístico 2000, p. 203, cuadro 3.05.03

42. INE, Ibid., p. 270, cuadro 4.01.01.03

43. Información sobre productos sembrados se encuentra en INE, Anuario Estadístico 2000, p. 362, cuadro 4.01.04.01. La infor­mación sobre la comparación en el rendimiento de America Latina, Estados Unidos y Bolivia por hectárea ha sido tomada de FAOSTAT, estadísticas actuales 2002. Aún para niveles bolivianos, la producción de papa en La Paz era medio kilo por hectá­rea más bajo que el promedio nacional en el periodo 1987 -1995. Grupo DRU, Bolivia: Anuario Estadisitco del Sector Rural 1995 - 1996. La Paz, 1996, p. 48, cuadro 10.

44. Ricardo Godoy, Mario de Franco y Rubén G. Echeverría, A Brief History of Agricultural Research in Bolivia: Potatoes, Maize, Soybeans. and Wheat Compared. Cambridge, MA: HIID, series «Development Discussion Paper» N° 460 julio 1993, pp. 6-7.

45. Toda la información sobre salarios se encontrará en INE, Anuario Estadístico 2000, p. 203, cuadro 3.05.03

46. INE, Anuario Estadístico 2000, p. 212, cuadro 3.06.010

47. Banco Mundial, World Development Indicator.Washington, DC, 2001, pp. 12 - 14 tabla 1.1

48. Ibid .pp. 348 ss, tabla 6.10

49. Sobre el tema de la movilidad social en el periodo pos revolucionario ver Jonathan Kelly y Hcrbcrt S. Klein,Revolution and theRebirth of Inequality. A theory Applied to the National Revolution of Bolivia. Berkelcy, CA, 1981.

50. Banco Mundial, World Development Indicator.Washington, DC, 2001, pp 12 -14, tabla 1.1

51. Para el muy alto nivel de movilización y participación urbana y rural en lo que se llama «organizaciones territoriales» que son «Sindicatos campesinos» y «Juntas de Vecinos» y su demanda por servicios, ver el importante estudio de GodofrcdoSandóval, et. al., Organizaciones de Base y Desarrollo Local en Bolivia: Estudio de los municipios de Tiahunaco, Mizque, Villa Serrano y Charagua.Banco Mundial, Washington, D.C., Local Levcl Institutions, Working Paper N° 4,1998.

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