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Temas Sociales

versión impresa ISSN 0040-2915versión On-line ISSN 2413-5720

Temas Sociales  no.23 La Paz  2002

 

ANÁLISIS DE COYUNTURA

Movimiento Aymara, una Utopía Razonada Contra el Fatalismo de la Democracia Neoliberal

 

 

Félix Patzi Paco

 

 


 

 

1. El entronque histórico y el primer grito de nación comunitaria: levantamiento de abril de 2000

Es verdad que los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado. Como dice Marx, "La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos ".1 Y cuando uno está disconforme con el "orden social" del sistema y se dedica a transformar ese orden en momentos que éste ha perdido su legitimidad, es precisamente cuando toman cuerpo los espíritus del pasado, de ahí que la multitud se identifica con los nombres, las consignas de guerra, el ropaje del pasado, para, con esta historia concretizada en el presente, representar la nueva escena de la historia.

Así, Felipe Quispe, dirigente de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia hace revivir la autoridad del "Mallku" y con ello las luchas de Tupaj Katari en 1781 y Zárate Willka en 1899. Movimiento social indio de antaño que sin duda no quería integrarse a la naciente nación boliviana. Ello se observa en las postulaciones del partido de Willka, tal como sigue:

1)  La restitución de las tierras de origen o "convertir" las fincas en comunidades

2)  El sometimiento de las castas dominantes a las nacionalidades de origen

3)  La constitución de un gobierno de indígenas

4)  El desconocimiento del mando de Pando y los jefes revolucionarios

5)  "Acatamiento y vasallaje a Willka Zarate"

6)  La imposición Universal del traje de bayeta.2

El programa no era el capricho de Willka o de cualquier otro radical sino lo que estaba en el alma de esta gente, lo que pensaban muchos aún antes de que lo dijera Zárate.

Sin embargo, estas luchas por la autodeterminación de las naciones aymara y quechua, principalmente, se fueron diluyendo fundamentalmente después de la guerra del Chaco llevada a cabo en 1932 y se inicia el proceso de integración a la nación boliviana. Las luchas campesinas abandonaron casi todos los postulados de Zárate Willca, ya no estaba en las consignas campesinas la conversión de fincas en comunidades ni la constitución de un gobierno indígena. Empezaron a apostar a los postulados de la nueva clase dominante: la propiedad privada de tierras, la participación campesina en la designación del gobierno mediante el voto y la educación. Estos postulados encamaron en el movimiento campesino de la época para luchar en alianza con la clase obrera y lograr el triunfo que se conoce como la revolución del 52.

A partir de entonces, ingenuamente la clase dominante -de composición social mestizo blancoide- creyó que con los proyectos de estatización de los diferentes recursos naturales y acciones tendientes a la homogeneización podía construir un Estado-Nación boliviano. Ello lo confirmaba la actitud de los campesinos que, por un momento, creyeron en la constitución de una Bolivia, de ahí que encontraron un espacio de desarrollo de la identidad de lo boliviano en el cuartel, la escuela y el deporte, que además fueron espacios de concretización de un poder simbólico. De esta manera, se llevó a la población campesina a un aparente conformismo lógico, a lo que podemos denominar sumisión dóxica, es decir, a una naturalización de las ideas dominantes3•

Sin embargo, este conformismo no duró ni treinta años después de la Revolución de 1952, ya que el Estado no fue capaz de construir una ciudadanía con igualdad de oportunidades, indistintamente de la raza y el grupo social. Lo que construyó más bien fue una Bolivia estructurada en forma de anillos de jerarquía colonial, es decir, una estratificación social sobre la base étnica. Ahí nace la disconformidad de los indígenas al ver sus ilusiones de ciudadanía frustradas. Y precisamente en la década del 70, al interior del movimiento campesino emergen dos propuestas políticas. La primera, planteaba construir a Bolivia como un país plurimulticultural, lo que significaba en el fondo la aceptación del Estado que se había caracterizado por reproducir la jerarquía colonial basada en la discriminación racial, por ello, este sector de los indígenas sólo pedía la participación de los "indios" en el parlamento, de ser posible con todos sus símbolos. Esta posición fue representada por Genaro Flores y Víctor Hugo Cárdenas, fundamentalmente. La segunda propuesta, consistente en la autodeterminación de las naciones aymaras y quechuas fue gestada por los indianistas, encabezados en principio por Luciano Tapia y trabajada más coherentemente por la Ofensiva Roja de los Ayllus Tupajkataristas cuya cabeza era Felipe Quispe y que por primera vez sale a la luz pública con claridad en el 1 Congreso Extraordinario Campesino, realizado en la ciudad de Potosí en 1988. Enfatizaban claramente diciendo: "Los trabajadores Aymaras y Qhiswas como dueños y originarios de esta tierra, no podemos ni debemos renunciar al papel de ser el abanderado de nuestra lucha como Naciones Originarias y el derecho a la Autodetenninación Estatal del pueblo indio, esto es, el derecho a fonnar estados y naciones independientes de trabajadores Aymaras y Qhiswas, como en siglos pasados; pero ahora, en guerra a muerte y separados del estado burgués boliviano, de la nación burguesa boliviana... "4

Si bien ambas propuestas deslegitimaban el proyecto de ciudadanía boliviana, el Estado debía librarse de la propuesta indianista de autodeterminación, por ello, cuando esta propuesta tomó más cuerpo y se fue traduciendo en acciones armadas en 1992, decididamente combatió y usó todo el aparato de represión para terminar temporalmente con sus gestores. Desde entonces, pasaron 1O años antes de que el Estado ingeniara un proyecto de integración nacional o un nuevo proyecto de ciudadanía boliviana, expresado en la Reforma de la Constitución Política del Estado y otras leyes como las de Participación Popular, Reforma Educativa y Ley INRA, dictadas durante el Gobierno del MNR, encabezado por Gonzalo Sánchez de Lazada. Sin duda, esta fue una propuesta inspirada en los planteamientos de los Kataristas que pregonaban la construcción de una Bolivia "multicultural", de ahí que inclusive hábilmente la clase dominante usase al indígena Víctor Hugo Cárdenas como un instrumento de legitimación del "porvenir" del país "Pluri Multi".

Mientras en todo ese período, los sectores de Evo Morales y Alejo Véliz se pasaron disputando el patronazgo del cuoteo político para participar tanto en las elecciones generales como municipales, el Estado encontró sus propios portavoces en personas como Víctor Hugo Cardenas, lván Arias, Carlos Mesa, Cayetano Llobet, Mancilla que pasan su tiempo escribiendo en la prensa vanagloriando las Reformas del Estado y a instituciones como CADA, THOA, CIDIMA y otras que se empeñan en llevar a cabo acciones en función de la Ley de Participación Popular y la Titulación de Tierras Comunitarias de Origen, tal como específica la Ley INRA. Estas personas e instituciones lograron finalmente formar la organización indígena CONAMAQ, a nivel nacional, CONSAQ en La Paz y FAO-NP en el Norte de Potosí, organizaciones que más que constituir un movimiento social se han convertido en una especie de jesuitas del Estado, que pregonan la sumisión y la obediencia al orden social establecido.

Todos estos portavoces son izquierdistas y algunos indigenistas de los 70 que se convirtieron en una especie de agentes del Estado que desde su palestra "intelectual" defendían la vulgata planetaria5 de la globalización, invocando la voluntaria sumisión a los mercados financieros, la informática y el consumo cultural masivo. Para el Estado y sus agentes, el multiculturalismo eliminaba las diferencias y discriminaciones étnicas. Para ellos, francamente habían desaparecido términos como capitalismo, lucha de clases, explotación, dominación y desigualdades sociales. Las Universidades Públicas y Privadas también se convirtieron en un espacio de legitimación del consumo de la modernidad. Ahí tenemos el ejemplo de que las universidades apuestan al estudio de la informática y Administración de Empresas en un país sin empresas.

Para los dominantes y para los dominados pero dominantes (clase media), el único camino que les quedaba era el de embarcarse en el tren de la globalización. Con ello, creían que tenían asegurada la reproducción y la perpetuación de la dominación. Todo este discurso, sin embargo, ocultó intencionadamente el crecimiento vertiginoso de las desigualdades étnicas y de clase. Al parecer, era un momento de la naturalización de la dominación, al estilo del neodarwinismo social,6 cuando todos los políticos, intelectuales mediáticos y periodistas se ponían de acuerdo para hablar del neoliberalismo, democracia, globalización, economía de mercado y de la multiculturalidad como la única salida hacia el progreso, o sea, "como los mejores y los más brillantes".

Es en este contexto de avasallamiento y/o universalización de la visión y división dominante que se desata el primer conflicto en abril del 2000. Dos frentes atacan al Estado: los guerreros del agua de Cochabamba, aglutinados en la Coordinadora de Defensa del Agua y la Vida y el Levantamiento Indígena de Achacachi, convocado por Felipe Quispe, más conocido como el "Mallku", elegido el 27 de noviembre de 1998 como Secretario Ejecutivo de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia. Achacachi fue el primer "chispazo" de la rebelión indígena después de Zárate Willka, que desencadenó dos semanas de bloqueo de caminos que paralizaron el país. Fue cuando la casta7 social dominante salió con toda furia para defender el "orden social" expresado, según ellos, en el "estado de derecho" y la "democracia". Para combatir a las movilizaciones, utilizaron dos formas patológicas de la violencia como son el estado de sitio y el confinamiento de los dirigentes. En respuesta, los indígenas de Achacachi hicieron añicos instituciones burguesas como la policía, la prefectura y hasta aniquilaron a un capitán del Ejército. Era una franca desobediencia a las leyes del Estado. En dos días se vio cómo se fue cayendo la fuerza de aquel Estado que se había sustentado con el voto indígena y estaba seguro de que mediante las Reformas duraría más su poderío pues se apoyaría en esta gente para enfrentar cualquier crisis. Decía que salvaba a los indígenas de la marginación y discriminación y se la pasaba vanagloriándose de la lucha contra la pobreza, mientras su industria cada vez se iba pulverizando sin visos de levantarse.

El País que construyeron en 20 años ,de democracia era en realidad el mayor escándalo y el auténtico vivero de todas la corrupción. Sus partidos, en vez de constituir agrupaciones de tipo ideológico, se convirtieron en agrupaciones tipo patronazgo, es decir, agrupaciones para el logro del poder del jefe, la ocupación de puestos administrativos y el control de recursos a favor de sus miembros. Cayeron en la seducción irresistible de sus cargos y empleos, lo que acabó siendo la manzana de la discordia entre las fracciones rivales y los aventureros de las clases dominantes. Su podredumbre y la podredumbre a la que había sido sometida la sociedad, en el conflicto de abril fueron puestas al desnudo por los tanques del Cuartel de Achacachi, que mataron a 3 indígenas. La revuelta le costó al gobierno varias cabezas del equipo ministerial.

La emergencia de la antítesis directa del imperio democrático es la revuelta indígena de Achacachi en abril de 2000. Es el primer grito de "Nación comunitaria" después de Willka, no sólo el vago anuncio de acabar con los políticos tradicionales de la clase dominante sino acabar con la propia dominación colonial. Es el inicio del reavivamiento de los postulados de Tupaj Katari y Willka, aunque para muchos analistas sociales y políticos hasta ese momento sólo se trataba de un movimiento reivindicativo en contra de la nueva Legislación de Aguas que estaba en el tapete de discusión en el parlamento; creían que una vez lograda su anulación, los campesinos aymaras se retirarían a trabajar la tierra sin nuevamente levantarse coñ~ tra la dominación. Sin embargo, después de cinco meses, el mismo movimiento sorprendió a la clase dominante con otro bloqueo de caminos que, a diferencia de abril, fue de mayor envergadura y adquirió una franca y abierta lucha política contra la dominación.

 

2. Pugna de legitimidades entre la Nación Comunitaria Aymara y el Sistema democrático neoliberal: el movimiento aymara de septiembre

Una vez pasado el conflicto de abril, la clase dominante continuó llevando adelante los proyectos de reformas implementadas desde 1994, sin modificar en nada su antigua estructura. Para la comunidad internacional, el mayor logro hasta ese momento del gobierno a la cabeza de Hugo Bánzer había sido la lucha contra el narcotráfico. Todo ello, sin embargo, no solucionó el problema de ingresos de los productores de coca, al contrario, la crisis económica de este sector empeoró y muchos de ellos volvieron a sus comunidades de origen, pues en su mayoría son del altiplano aymara y quechua hablantes, y engrosaron las filas del movimiento campesino.

Por otro lado, si bien en abril los campesinos habían cuestionado algunas disposiciones de la Ley INRA, promulgada durante el gobierno del MNR, la clase dominante continuó con el proceso de titulación de las denominadas tierras de las comunidades de origen (TCO). Para los campesinos del altiplano, esta ley no significaba más que un reconocimiento y consolidación de su minifundio y pobreza. Paralelamente, en las tierras bajas, la burguesía rural iba consolidando su propiedad sobre grandes extensiones de tierras. Este proceso de expansión capitalista significaba para el campesino resignarse a sus pequeñas parcelas del altiplano, sin posibilidades de obtener otras tierras en la parte baja, como solía hacer mediante la colonización.

Lo peor fue que, en su afán de privatizar todos los recursos, el gobierno elaboró otro proyecto de Ley de Aguas, centrado en la administración privada, pero esta vez incluyó la privatización de las vertientes y los ríos que por milenios han sido administrados por los propios campesinos en forma comunitaria y familiar.

Estos fueron los factores de inicio que nuevamente aglutinaron a los trabajadores del campo para organizar el bloqueo de caminos que comenzó el 11 de septiembre y duró hasta el 7 de octubre de 2000. A diferencia de 1979, este movimiento no fue para defender la democracia ni para conseguir sólo ciertas reivindicaciones. Por elcontrario, significó. en primer lugar, el inicio del fin de la democracia representativa y el desmoronamiento del modelo económico neoliberal que se implementó a partir de 1985 y, en segundo, el inicio de la legitimación del proyecto político de la autodeterminación de naciones originarias confederadas.

Día que pasaba, se fueron sumando más comunarios al bloqueo, que se convirtió en un levantamiento masivo particularmente de los aymaras. La carretera La Paz-Oruro se veía llena de campesinos de los valles de Inquisivi y Loayza, muchos llevaban puestos su poncho y chicote. También se concentraron alrededor de 50.000 campesinos en Achacachi, provenientes de las provincias Muñecas, Bautista Saavedra, Camacho, Larecaja y Manco Kapac, que murmuraban entre ellos avanzar hacia Batallas y llegar hasta La Paz. De la misma manera, los que bloqueaban el sector de Río Abajo, Los Yungas, por el lado de Viacha, todos pedían avanzar hacia la ciudad, para así cercar al centro de la burocracia y la aristocracia dominante. Todo esto revivió en la memoria de los aymaras el Cerco de La Paz ejecutado porTupaj Katari en 1781. Hasta ese momento, nadie había creído que los indígenas eran capaces de hacer revivir una lucha que había pasado hacía más de tres siglos y mucho peor como forma de lucha contemporánea, capaz de derrocar a un sistema dominante.

En las carreteras se veía que ya no sólo eran simples bloqueadores sino guerreros que se alistaban para avanzar a la ciudad de La Paz y tomar el poder. Sin titubeos y con pasamonta-ñas en la cabeza, respondían a la prensa: "no queremos pagar del agua, no queremos pagar de nuestra tierra, la coca vamos a sembrar por vida, la coca es como nuestra madre, no tenemos por qué subastarla; somos dueños de este territorio y que se vayan los forasteros ", así el movimiento cada vez se iba tomando en movimiento político, afianzaba tomar el poder político. A diferencia de las luchas guerrilleras llevadas a cabo por los izquierdistas en diversas circunstancias en la historia de Bolivia, esto no nació del cerebro de los dirigentes formados en las universidades sino de los propios comunarios, que decían a Felipe Quispe "por qué no hablas con el ejército, pero no con los q 'aras, sino con los sargentos, con los oficiales que sean progresistas". Otros decían: "en abril has organizado a los policías, ahora por qué no vuelves a organizar", "cercaremos a la ciudad, pero saldremos toda la comunidad, padre, abuelo madre, hijos llevaremos hasta nuestros animales, como en tiempos de Katari a tomar el poder político ".

Así fue naciendo en los indígenas aymaras la conciencia de tomar el poder y la máquina del Estado no tal como está para servirse de ella para sus propios fines sino para acabarla y crear su propia estructura política en función de los ayllus.

Pero también el bloqueo evidenció la potencialidad aún existente de esa tecnología social colectiva, consistente en la combinación de la obligatoriedad y la rotación. De ahí, pues, que durante el bloqueo se implementasen tumos por comunidad, de modo que cada una de ellas sólo permaneció dos días para luego retomar a su comunidad pero, además, los miembros de cada comunidad (por lo menos los afiliados) salieron de manera obligatoria, ya que este acto es considerado como una acción más al servicio de la comunidad. Esa lógica de obligatoriedad es el eje articulador de la cohesión comunal, más conocido por ellos en términos simples como disciplina comunal. De esta manera se hizo sostenible el bloqueo que duró 21 días. Pensada de esta manera, la lucha podría prolongarse años sin ningún problema de desgaste y el sitio a las ciudades podría ser evidente sin mucho esfuerzo.

Sin embargo, el bloqueo también develó el rol que las ONGs habían jugado en el disciplinamiento sumiso de los indígenas constituidos en CONAMAQ y CONSAQ al orden establecido. Ellos trataron en varias ocasiones de desarticular la emancipación indígena, iban recorriendo las comunidades como jesuitas, diciendo "nosotros no estamos haciendo bloqueo porque esa no es nuestra lucha, eso es la lucha de los sindicalistas". Se vistieron de poncho, ch'ullo, chicote, pantalón de bayeta para reivindicarse como verdaderos indígenas. Fueron al parlamento y a palacio de Gobierno a saludar al Gral. Hugo Bánzer Suárez en una franca actitud de yanaconazgo y a señalar que podía dialogar con ellos para el levantamiento inmediato del bloqueo. Sin duda, fueron vanas las intenciones de traición, debido a que los bloqueadores ideológicamente se habían formado mucho más que ellos al son de la acción.

Mientras los aymaras trabajadores del campo cada vez iban afianzando el poder central y haciendo revivir en momentos de lucha la forma comunal de la política y de la organización, en la ciudad de La Paz escaseaban totalmente los productos de consumo alimenticio: Fue vana la actitud "salvadora y misericordiosa" del Alcalde Juan del Granado al enviar JpOVilidades para ir a comprar a las comunidades de Río Abajo, acompañado del ejército para desbloquear el camino. Viendo la actitud represiva del Alcalde, los campesinos de esas comunidades tan solo optaron por abandonar la carretera que bloqueaban y retirarse a sus sedes para decidir en sus asambleas deliberativas no vender ni un solo producto. Así, las movilidades que fueron para obligar a los campesinos a vender sus productos se volvieron vacías.

Pero no sólo escaseaban los productos en los mercados populares sino también en los supermercados y Hoteles donde se aprovisiona la clase dominante. Esa gente rezaba todas las noches a su padre santo y pedía al gobierno solucionar de una vez el conflicto. Por primera vez, qespués de Katari, la clase dominante fue afectada por los campesinos de manera directa, estaba en juego su propia reproducción como clase. Por ello, el gobierno y la prefectura optaron por traer productos por vía aérea, lo que sin duda fue un alivio para esta gente.

De esta manera, el bloqueo desnudó ante la sociedad nacional y la comunidad internacional el papel de la pequeña producción rural en la economía nacional y la dependencia de las ciudades de la economía del campo. Hasta ese momento, la clase gobernante siempre había despreciado a la economía campesina por no ser significativa en el aporte de la economía nacional y destacado jactanciosamente el rol del empresariado y las importaciones. Es por eso que el sector de la burguesía financiera sólo tiene relación con la burguesía agrícola ganadera.

El bloqueo también mostró que la nación oprimida se había constituido en una ciudad entera como es el Alto y las laderas de la ciudad de La Paz. Esa población marginada por las políticas de urbanización y que desde que inmigró se encontró en una confusión de alineación, es decir, de querer convertirse en un ciudadano que imita en gran parte los hábitus blancoides, pero que al mismo tiempo practica las costumbres de su origen. Para ellos, el bloqueo y, sobre todo, el discurso del "Mallku" significó el despertar de su verdadera identidad. Todo ello se evidenció cuando las amas de casa de la ciudad de El Alto se organizaron para bloquear el ingreso de alimentos por vía aérea a los supermercados y hoteles de la ciudad de La Paz. Asimismo, todos los espacios de los medios de comunicación nativos fueron ocupados por llamadas telefónicas en que la gente opinaba sobre la necesidad de construir una nación propia de los oprimidos y mostrar su solidaridad e identificación con el "proyecto del Mallku".

Esta gente de la ciudad también salió a las carreteras en los barrios periurbanos de la ciudad de La Paz, derramaron piedras que las hacían intransitables y cuando Felipe Quispe estaba yendo a Achacachi para consultar a sus bases para firmar el diálogo con el Gobierno, todos gritaban "¡Mallku!,... ¡Mallku!" y le daban su voz de aliento: "Felipe, no estás solo, estás con nosotros, sigue adelante, hay que sacar al gobierno para recuperar lo que nos corresponde por naturaleza, estamos dispuestos a morir, vamos a tomar el poder, ahorita marchamos a La Paz y vamos a quemar la ciudad, yamos a sacar a los parlamentarios ". Eran voces de los aymaras de la ciudad que se escuchaban j~ntamente con las voces de los comunarios que viven en el campo.

La lucha no era solamente de los trabajadores del campo sino de los migrantes. Estos últimos saben muy bien que su economía no depende exclusivamente de la ciudad, pues también siembran y tienen ganado en las comunidades de origen, por ello, cualquier política que afecte al campo, los afecta en su estrategia de vida.

La clase dominante, distribuida en diferentes partidos, veía por su parte la unificación de la lucha aymara y que el sector empresarial se estaba haciendo añicos sin poder hacer nada. En Santa Cruz, algunos "valientes", aglutinados en el falangismo, convocaban a los hijos de los burgueses con una cabeza preburguesa a que se inscriban para que se les dote de armas para salir a las carreteras a defender la patria boliviana y la economía empresarial. En Cochabamba, otros tiraban camionadas de pollos muertos a la puerta de la Coordinadora del Agua, como señal del quiebre económico empresarial por el bloqueo de caminos.

La clase media, ocupada en la burocracia estatal y privada, no se queda atrás: organiza marchas de pañuelos blancos pidiendo la pacificación durante el conflicto. Se vio cómo todos, horrorizados por la prolongación del bloqueo, terminaron rezando en las iglesias el "Padre Nuestro" y el "Dios te Salve María", como en la época del cerco de la ciudad de La Paz protagonizado por Tupaj Katari en 1780. Iconográficamente, se podía observar que, sin excepción, las mujeres que fueron protagonistas de estas marchas eran chotas de tez blanca, con faldas y tacos altos, que se notaba a leguas que practican ciertas reglas de endogamia en sus relaciones matrimoniales, ya que cuando pasaban y los jóvenes de tez morena las pirorearon, ellas los miraban con toda rabia, en sus caras se notaba el rechazo y desprecio hacia los indios. La clase dominante propiamente dicha hizo aparecer a las manifestaciones realizadas por esta clase social como a los "verdaderos bolivianos" que estarían disconformes con los bloqueos y que no habría dos Bolivias. Y cuando en la Plaza San Francisco coincidieron la marcha de los pañuelos blancos y la del magisterio, que apoyaba el bloqueo de c_aminos y reclamaba sus propias reivindicaciones, el aparato represivo del gobierno lanzó gases lacrimógenos a la marcha de los profesores y no así a la de los pañuelos blancos.

Presionados por diferentes sectores de la clase dominante, el gobierno improvisó una convocatoria al poder legislativo, para analizar la situación del país. Como en tiempos de Willka, la coalición gobernante compuesta por ADN, MIR y UCS y los opositores aglutinados principalmente en el MNR, olvidaron sus viejos rencores y, en masa, apostaron a defender la nación boliviana expresada contemporáneamente en la democracia y el sistema económico neoliberal que se iba cayendo en las comunidades. Como nunca, se habían unido contra el proyecto del Mallku y, por todos los medios, se dieron a la tarea de desprestigiarlo haciéndolo aparecer como el Nuevo Hitler racista. El Gobierno había hecho varios intentos de desbaratar el movimiento queriendo negociar con diferentes sectores por separado y con dirigentes que aparecieron para tales fines, pero fue en vano. Finalmente, comprendió que el hombre clave era Felipe Quispe que, además, día que pasaba se iba legitimando como el presidente de la nación oprimida.

En este contexto, el 1 de octubre se realiza el primer encuentro entre el gobierno y los dirigentes de la CSUTCB, encuentro que marcará otro hito en la historia de Bolivia, ya que será un encuentro de dos proyectos políticos irreconciliables. Por un lado, el de los ayllus, centrado en la soberanía colectiva comunitaria, formado por una corporación de trabajadores del campo y de la ciudad, ejecutiva y legislativa al mismo tiempo. Por el otro, el de la burguesía criolla blancoide, centrado en el parlamento que flota por encima de la sociedad, cuyo poder radica en un grupo de representantes autonomizados que deciden el destino de la colectividad y se legitiman mediante la enajenación de la soberanía en el voto secreto. Tal encuentro sólo sirvió para expresar los dos proyectos en discursos: sollozos del Mallku y alarde de Walter Guiteras. El primero decía tal como sigue:

Nosotros les hemos llamado a ustedes, les hemos dado nuestro territorio, les hemos alojado a ustedes extranjeros ¿y ahora?, nos mata, ¡carniceros! Y ahora, ¿por qué no me matan a mi?, ¿por qué matan a mis hermanos quechuas?, ¿por qué matan a mis hermanos aymaras?, ¡¿por qué?! Quiero saber la respuesta. El único delito que hemos cometido es reclamar justicia y la libertad, el único delito que hemos cometido es reclamar el poder polftico que nos devuelven a nosotros. ¡Asesinos!, ¿por qué nos matan? El pueblo entero tiene que saber esto, el faz del mundo tiene que saber. Me da pena ver a estos sanguinarios (que) se han manchado con la sangre indígena... si no había indios ustedes no serían gente, nosotros somos sus fusiles de ustedes. Nos han manejado, hemos sido sus instrumentos, hemos sido sus masas votantes y escalera polftico de estos q'aras. Ustedes tienen que recoger su aparato represivo que está sembrado a lo largo y ancho de nuestro territorio. Yo no voy a venir a arrodillarme y bajarme el pantalón para ustedes. Mátenme si son hombres, ahorita fusílenme. O si no pueden descuartizarme como a Tupaj Katari. Si a Tupaj Katari ustedes han descuartizado con cuatro caballos, a mi me descuartizarán con cuatro tanques, o sino con cuatro aviones y esa sangre va a derramar a esta población boliviana. Quisiera que sepa el pueblo, basta de votar por estos señores ADN, MIR, UCS. Como agradecimiento han matado en Huarina, en Jesús de Machaca.... en Vlnto; han matado y masacrado en Chapare. Yo no voy a mirarles sus ojos de ustedes, porque sus ojos están manchados de la sangre indígena. Yo no les voy a mirar sus caras, porque sus caras están bañado de la sangre indígena. Me duele esto como a un Mallku Mayor. Yo no soy pongo político. Me duele esto porque ustedes, inquilinos, se han adueñado de nuestras tierras".9

A todo ello, el Ministro de Gobierno, Wálter Guiteras, respondió con otro discurso defendiendo a la bolivianidad, indicando que "no existen dos Bolivias y hay un solo Presidente que es el Gral. Hugo Bánzer Suárez; compuesta por trabajadores que luchan para sacar a Bolivia adelante". Son dos discursos que representan dos proyectos políticos. En otras palabras, la Bolivia Oprimida, de cara morena y la Bolivia Señorial blancoide.

Los discursos no sólo expresaron la guerra de razas sino permitieron develar y visibilizar cómo ésta, después de 175 años de la fundación de la república de Bolivia, continúa siendo el ordenador de las clases sociales en Bolivia, o sea, como diría Zavaleta, los capitalistas no tienen valores propiamente burgueses sino los símbolos señoriales, aún lo que se obtiene de un modo capitalista, se desperdicia de un modo señorial10 y tanto indios como trabajadores no tienen arraigada la visón estatal. El proyecto de multiculturalidad planteado por las reformas del Estado pretendía velar estas diferencias. Y cuando el discurso del "Mallku" cada vez fue ganando más espacios de legitimidad, al Gral. Hugo Bánzer no le quedó otra alternativa que salir públicamente a reclamar su legitimidad de Presidente indicando que él era Presidente no sólo de los indios sino de todos Q'aras e indios, opresores y oprimidos; no le quedó otra alternativa que manejar los propios términos de Felipe Quispe.

Así, a pesar de las intimidaciones constantes de proseguir con el caso EGTK (el gobierno de Jaime Paz encarceló a Felipe Quipe desde 1992 hasta 1996 y el caso continúa en los estrados judiciales) se abrió el diálogo entre el gobierno y la CSUTCB mediado por la iglesia, derechos humanos y la defensoría del pueblo. Para la firma de los acuerdos, el Mallku tenía que consultar a los campesinos que estaban en todas las carreteras y a la multitud de indígenas concentrada en Achacachi, para lo cual éstos prepararon el palco oficial para escuchar el discurso del Mallku y recibir explicaciones sobre el acuerdo. Mientras como nunca miles de campesinos indígenas juraban continuar la lucha, el gobierno desplazó aviones en vuelo rasante para vigilar tal multitud y con los ruidos de los aviones esa multitud serenamente redactó el documento de constitución del gran Omasuyos, como bastión de la rebelión del poder

 

indio. Así termina esta segunda etapa del levantamiento indígena, con la firma de los siguientes puntos centrales con el Estado:

•    Sustitución de la Ley INRA.

•    3.8 millones de hectáreas serán destinadas para el programa de asentamiento.

•    Archivo definitivo de la Ley de Aguas y el proyecto de exportación de aguas.

•    Modificación de la ley forestal, medio ambiente y los códigos minero y civil.

•    Administración compartida de las áreas protegidas.

•    Intervención del gobierno en el cumplimiento del convenio suscrito entre Transredes y las comunidades afectadas por el derrame del petróleo.

•    Fomento a la aplicación del plan integral de Desarrollo Rural.

•    No erradicación de la hoja de coca en las zonas tradicionales de los Yungas.

3. La constitución del gran cuartel general de Achacachi: bloqueo de campesinos, junio de 2001

Una vez terminado el conflicto el 6 de octubre de 2000, se entró en 8 meses de aparente tranquilidad, sin embargo, para todos había quedado claro que el futuro de Bolivia debía ser pensado de otra manera. También quedó claro que la clase dominante no es capaz de proponer otro proyecto alternativo económico y político al sistema liberal, pues es una incondicional defensora de la democracia representativa y el neoliberalismo, esa democracia que últimamente se había convertido en un espacio de legitimación de todo tipo de corrupciones y acumulaciones ilícitas de capital pero, fundamentalmente, de reproducción de un poder basado en el sistema de compadrazgo de la casta colonial. Ese poder que se caracteriza por usurpar la soberanía del pueblo y que se legitima cada cinco años a través de un acto plebiscitario por el cual se atribuye la facultad de tomar decisiones y dictar leyes en nombre del pueblo. La clase dominante, por lo tanto, defendió esta forma de política y la hizo ver como la única y mejor opción política para el país y el mundo, práctica de poder más conocida como el fetichismo de la política.

Sin embargo, el sabor de la democracia representativa también empezó a gustar a los propios indígenas, por ello, muchos de sus dirigentes organizaron diversos partidos para participar en las elecciones. Tal es el caso de Alejo Véliz, dirigente de Cochabamba y Evo Morales, en el Chapare. Al parecer, el propio "Mallku" no pudo salvarse de esta tentación, por ello organizó un partido el 15 de noviembre de 2000, denominado Movimiento Indio Pachacuti (MIP). Sin duda, se estructuró un partido bajo la lógica liberal pero velado por un discurso comunitario. Este partido se formó, evidentemente, en medio de una multitud de esperanzados de construir un Estado propio pero, en esencia, estaba condenado al fracaso ya que, al adoptar la forma de organización liberal para participar en los escenarios políticos, actuaría igual que los partidos tradicionales y/o coloniales de izquierda o de derecha, donde la característica principal es el hecho de que la gestión de la vida pública la hace el representante, que se convierte en mandante y el representado queda circunscrito al papel de obediente.

Para la mayoría de los combatientes en septiembre, la fundación del MIP más que aclarar la estrategia del movimiento, la dejó totalmente perpleja. Nadie sabía si se trataba de un partido para participar en las elecciones de 2002 o si era un movimiento político que sólo se encargaría de organizar el movimiento venidero, pero sí dejó más dividido al movimiento aymara y quechua. Por ello, no pudieron consensuar el IX congreso de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia, de hecho, los sectores de Alejo Véliz y Evo Morales intentaron llevar adelante el congreso el mes de febrero, en la ciudad de Oruro, sin presencia de Felipe.

Así, las pugnas crecieron. Se veía que el movimiento estaba diezmado. Por una parte, el sector de Evo Morales que había elegido en Oruro como su representante a Humberto Choque y, por otra, el sector del "Mallku" que reclamaba la legitimidad de su dirigencia y tenía sus bases sólidas en Achacachi. En medio de críticas de haberse aliado con el gobierno, en el IX congreso campesino llevado a cabo en abril de 200l en La Paz, ~elipe Quispe fue nuevamente elegido como secretario Ejecutivo de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia. Su elección se produjo en un contexto en que el sector de Evo Morales, en alianza con los dirigentes de la Coordinadora del Agua, marchaba hacia La Paz para ganar protagonismo en el liderazgo y deslegitimizar el movimiento de Felipe Quispe. Además, se había creado un ambiente de psicosis social por la posibilidad de un nuevo bloqueo de caminos. Se hablaba de que éste duraría un mínimo de tres meses y se convertiría en un movimiento eminentemente político que buscaría la toma del poder.

Los propios campesinos encabezados por Alejo Véliz, de un lado y Evo Morales, del otro, iniciaron un plan de desprestigio en contra de Felipe Quispe. Evo Morales creyó que había que sacarlo de la competencia electoral de 2002 y Alejo Véliz parecía un portavoz del MNR, pues para él no sólo se debía desprestigiar al "Mallku" sino también al MIR, por eso asociaba todos los actos del movimiento encabezado por Felipe con el accionar del MIR.

Sin duda, el estar en la cúspide de los acontecimientos de la rebelión aymara hizo que Felipe Quispe se convirtiera en un caudillo con un comportamiento prepotente y tirano, inclusive para con sus propios humildes hermanos. Sin embargo, su capacidad fue la de socializar el proyecto de la reconstitución de las naciones originarias o su autodeterminación. Por eso, el último bloqueo ya no será en torno a la creencia en el Liderazgo de Felipe, muchos apostarán al proyecto mismo.

Eso demostró el bloqueo convocado el 1 de junio y que duró casi un mes. Fue un bloqueo, a diferencia de los dos anteriores, protagonizado sólo por los campesinos de las provincias Los Andes, Omasuyos, Manco Kapac, Camacho y Franz Tamayo del Departamento de La Paz. Para muchos analistas sociales, hasta antes de los bloqueos éstos eran campesinos parcelarios libres que, por su situación económica, no podían engendrar ninguna comunidad de ideas, ninguna unión nacional y ninguna organización política. Por lo tanto, eran concebidos como una inmensa masa de población incapaz de hacer valer su interés de clase en su propio nombre ni de representarse a sí misma, sino tenía que ser representada. Por ello, todos los partidos políticos se disputaban su voto en las elecciones municipales y generales.

Sin embargo, a la hora de la verdad, no habían sido campesinos fragmentados en pequeñas parcelas. Dentro de esa apariencia, pervivió la lógica comunitaria, traducida en el uso y gestión colectivos de los recursos naturales, tal como es el uso del lago Titicaca con la siembra de la totora, el manejo del sistema de riego y otros. En forma similar, el sistema de autoridades, más que adecuarse al sindicalismo puro, fue más bien capaz de apropiarse del sindicato y subordinarlo a la lógica de rotación y obligatoriedad, cosa que inclusive se ha ido perdiendo en las comunidades originarias. Por lo tanto, en estos campesinos se había construido no un ethos sindical propiamente dicho sino que se logró consolidar a lo largo de la historia un ethos comunal.

Así, a pesar de no existir una propuesta de reivindicaciones por parte de la CSUTCB, los de Achacachi fueron los primeros en salir a bloquear los caminos. Pero, ¿por qué salieron los campesinos si ni siquiera había un pliego de peticiones? La respuesta es sencilla. Ellos tenían claro que ya no se trataba de pedir migajas ni proyectos de desarrollo sino de dar un paso más en la estrategia de la toma de poder y construir su propia autonomía como nación aymara. Por eso, aún sin tener apoyo de los campesinos del resto de las regiones de Bolivia, subjetivamente se sentían capaces de perforar el modelo económico y el régimen de propiedad privada. Los planteamientos en el primer documento casi son equiparables a las propuestas de Willka Zárate cuando señalan:

•    Los bosques, tierras forestales y minerales son del dominio originario de las naciones originarias conforme a su territorio y del pueblo trabajador, no del Estado boliviano neoliberal

•    Reconocimiento del derecho a la libre autodeterminación de las naciones, comunidades y pueblos originarios.

•    Retiro de efectivos policiales de las provincias, secciones, cantones y comunidades, debiendo organizarse en su lugar policías urbanas y guardias municipales y comunarias para la vigilancia y cuidado de las personas y los bienes en las zonas rurales.

•    Se disponga mediante ley que, en lugar de Bolívar y Sucre, en forma obligatoria deben

estar nuestros héroes como Tupaj Katari, Bartolina Sisa, Zárate Willka, Apiaguayki Tumpa y otros, según las regiones del país.

•    Derogatoria del decreto supremo 21060.

No significa por tanto otra cosa que todo poder al indio. Se consolida una conciencia indígena del modelo comunitario, estaban dispuestos a luchar sin importar el tiempo. Habían surgido ideas de declararse en violencia permanente, llegar inclusive a la situación de palestinos e israelitas. Sin embargo, esta vez el gobierno había ganado adherentes en deslegitimar al Mallku. Supieron aprovechar muy bien la enfermedad de Hugo Bánzer para convocar a la solidaridad con el presidente. Y cuando se sumaron más comunidades, el gobierno sacó tanques para amenazar con intervenir el bloqueo a través de la fuerza, aunque ya lo había hecho hasta ese momento victimando a 2 campesinos. En respuesta, los indígenas organizaron la resistencia, construyeron barricadas, no había indígena que no hable de la estrategia y táctica militar, en fin, en Achacachi se había constituido el Gran Cuartel General del Ejército Aymara.

Aunque reducidos a unas cinco provincias de La Paz, los aymaras habían demostrado la solidez del proyecto político de autodeterminación, aunque habría que aclarar diciendo que al interior de los aymaras, en términos de clase, se había diversificado tanto. Desde la burguesía manufacturera, pasando por la burguesía comercial, clase media hasta los trabajadores asalariados. En este sentido, no todos los aymaras participaron en el bloqueo ni mucho menos están de acuerdo con el proyecto de reconstitución de las naciones originarias. La burguesía comercial asentada en los pueblos, se vio más bien afectada por el bloqueo y fue la que, en alguna medida, saboteó la lucha indígena. Podemos decir entonces que el gran desafío para el movimiento será también entender y dar solución al problema de clase entre los aymaras.

Si bien con el bloqueo no se logró conseguir el poder, quedó en la conciencia de los campesinos que la lucha es por el poder y que por ahora tienen que jugarse entre apostar por los programas de desarrollo y la lucha política. El convenio de 24 de agosto de 2001 entre los campesinos y el gobierno, centrado en los programas de desarrollo, pone una tregua en la lucha. En él se establece:

•    47 millones de dólares americanos para el programa de Desarrollo Integral.

•    Plan de mecanización del agro con la otorgación de 1000 tractores.

•    11 millones de dólares para el microcrédito en beneficio de los agricultores.

•    Implementación del seguro social indígena originario.

•    Suspensión del proceso de saneamiento de tierras en el departamento de La Paz.

•    La CSUTCB presentará una propuesta alternativa a la Ley INRA.

•    Creación de una Universidad Indígena.

•    La CSUTCB elaborará un Proyecto de Ley alternativo a la Ley 1008.

 

NOTAS

1 Marx Carlos, El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte. Progreso, Moscú, 1859, p. 95

2   Zavaleta Mercado René, Lo nacional popular en Bolivia, Siglo XXI, Mexico, 1986, p. 155

3    Sobre la sumisión dóxica, para mayor detalle ver Félix Patzi, Insurgencia y Sumisión, movimientos indígeno campesinos (1983-1998). Comuna, La Paz, 1999.

4 Ofensiva Roja de Ayllus Tupakataristas, Tesis Política presentada al 1 Congreso Extraordinario, julio de 1988.

  El término de la vulgata planetaria fue analizado por Pierre Bourdieu, en franca crítica a los intelectuales que defienden la teoría de la multiculturalidad y la globalización.

6   Pierre Bourdieu, Contrafuegos: Reflexiones para servira la resistencia contra la invasión neoliberal. Anagrama, Barcelona, 1999.

7    Según Max Weber, el concepto casta es de origen portugués. La casta no tiene territorio, vive separada del pueblo y tiene todos los derechos sin participar de las actividades del pueblo. Una casta tiene siempre como fundamento esencial reglas de endogamia, reglas alimenticias y de comensalidad.

8 Entrevista a Felipe Quispe, realizada por Patricia Costas y otros, publicada en: Garcfa Alvaro, et al, Tiempos de Rebelión. Comuna, La Paz, 2001.

9   Trascripción de la declaración de Felipe Quispe en la sala de reuniones de CARITAS LA PAZ frente a los ministros de estado, 1 de octubre de 2000.

10  René Zavaleta Mercado, Lo nacional popular en Bolivia. Siglo XXI, México, 1986.

 

Bibliografía

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MARX, Carlos 1859 El Dieciocho de Luis Bonaparte. Editorial Progreso, Moscú.        [ Links ]

OFENSIVA ROJA 1988 Tesis Política, I Congreso Extraordinario de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia, Potosí, fotocopia.        [ Links ]

PATZI PACO, Félix 1999 Insurgencia y Sumisión, movimiento indígena campesino (1983-1998). Editorial Muela del Diablo, La Paz.        [ Links ]

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ZABALETA, René 1986 Lo nacional y popular en Bolivia. Editorial Siglo XXI, México.        [ Links ]

WEBER, Max 1985 Economía y Sociedad. Editorial Fondo de Cultura Económica, México.        [ Links ]

 

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