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Temas Sociales

versión impresa ISSN 0040-2915versión On-line ISSN 2413-5720

Temas Sociales  no.23 La Paz  2002

 

ESTUDIOS TEORICOS

 

EL Personaje Mediático de la prensa: Análisis de la Construcción del Subcomandante Marcos (Ejército Zapatista de Liberación Nacional)en los diarios La Razón y Presencia

 

 

Claudia Benavente

 

 


 

 

En las páginas que siguen, hemos hecho la síntesis de parte de los resultados de una tesis doctoral1 sobre el personaje mediático basada en el análisis de la construcción del personaje del subcomandante Marcos (E.Z.L.N.) en la prensa francesa (Le Monde, Libération y Le Figaro) y en la prensa boliviana (Presencia y La Razón). Desprenderemos de este estudio comparativo parte de la información encontrada en la prensa boliviana para dar cuenta del tipo de imagen que hemos consumido en los periódicos bolivianos mencionados.

Intentaremos plantear el perfil general del personaje que hemos identificado en dos medios de comunicación bolivianos Presencia y La Razón concluyendo el artículo en uña reflexión más global sobre los elementos que entran enjuego cuando un medio escrito pone en escena un "relato mediático"2 y hace nacer en el marco de éste distintos "personajes mediáticos".

Nos parece, en ese sentido, que una reflexión sobre el concepto de personaje mediático remitida permanentemente al concepto de relato mediático nos ayuda, por un lado, a hacer un paralelo entre el personaje del mundo de la llamada ficción y el personaje "real" que se con- figura en "personaje mediático" para llegar hasta nosotros. Una persona de carne y hueso que nos es "existente" porque el conjunto de los medios de comunicación lo hace "visible". Permite, por otro lado, insistir en el "proceso de elaboración" de las imágenes que consumimos a diario en la televisión, en la prensa o en la radio. Si bien el terreno de la información periodística está llamado a la "transmisión" de la información sobre la actualidad y por lo tanto estaría opuesto, en principio, al mundo de la llamada ficción, diremos que efectos de ficción y efectos de verosimilitud se entrecruzarán tanto en la construcción de un personaje de ficción como en la de un personaje mediático. Siguiendo esta posición, la persona de carne y hueso que ingresa al mundo mediático tiene, finalmente, muy pocas oportunidades de modificar por su discurso o por sus actos la impresión que el "poder de los archivos documentales" perpetúan. De esta manera, .una persona que pasa al mundo de los medios deviene, en el proceso de su construcción, un personaje de ficción. Tomando las precauciones necesarias para tal afirmación, diremos que la construcción de la realidad factual y la del mundo ficticio siguen globalmente caminos paralelos tanto en el nivel de la creación de los textos como en su comprensión:

El universo ficticio, siendo que es un universo semánticamente incompleto, nos proporciona un rasgo que nos permite distinguir el estatuto semántico del personaje de ficción del personaje de un relato real: mientras una persona real es ontológicamente irreductible a los relatos (/actuales) que podemos contar sobre él, un personaje ficticio se reduce a lo que el autor nos dice de él (o a lo que el actor presenta)3.

En este sentido, estaríamos asistiendo no a la transmisión de "la información objetiva" (como mucho tiempo quiso definirse en el periodismo) en torno a una determinada persona sino a la construcción (que sólo se puede hacer en base a múltiples selecciones de la información) del personaje mediático.

Tenemos claro que el "personaje periodístico" parte de una referencia real que es situada, reconstruida por los medios de comunicación. El investigador portugués Mário Mesquita4, tomando como base el trabajo de Marc Lits5 sobre el "personaje mediático", propone referirse a esta sub categoría de "personaje periodístico" para marcar una frontera más clara que distinga al personaje mediático que juega en el campo de la ficción (como Bart Simpson) del personaje mediático que se construye en el marco de la información periodística (como Bill Clinton). El personaje de ficción está íntegramente construido por su autor siguiendo la lógica de lo verosímil mientras que el personaje mediático es, en su base, alguien "real" cuya imagen es redibujada por los periodistas, respetando datos concretos y activando efectos ficcionales.

El objetivo del trabajo ha sido observar la construcción del personaje mediático (en este caso podríamos hablar de un personaje más bien periodístico) en el campo de la prensa, en razón de la proximidad de su lenguaje escripto-visual con los modelos que nos inspiran, modelos que han sido contrastados con personajes hechos únicamente de escritura. El proceso de transposición teórica y metodológica es menos turbulento cuando comenzamos por el estudio de un personaje mediático construido en base a la escritura (en las múltiples combinaciones y juegos que hace un periódico en cuanto a la tipografía, la diagramación, el color...) pero también a imágenes (por lo general, fotos de prensa pero también dibujos o caricaturas).

Este objeto de estudio ha precisado, por lo tanto, distintas corrientes teóricas, cada una de las cuales ha permitido explicar parcialmente las entradas posibles al estudio del personaje mediático. El eje central de este proyecto se ha inscrito en un contexto más global, basado en una reflexión sobre la noción de relato y de relato mediático. Es en este terreno que el personaje adquiere un sentido: la evolución del personaje sólo será perceptible en el interior de una historia que le permita una existencia. En este marco, nos parece imprescindible clarificar la relación que une los conceptos de relato y personaje poniendo el acento en las funciones que desempeña el personaje en el interior del relato. Partiremos entonces de la idea de que la información periodística es construida como un relato y que éste toma como modelo los esquemas narrativos que construyen los universos ficcionales. El personaje se sitúa, también en el caso de los medios de comunicación, como la figura central de la organización de los relatos.6

Dado que es demasiado extenso aplicar el análisis a la totalidad de los artículos que aparecen después del nacimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en Chiapas en los periódicos que hemos seleccionado, ha sido necesario hacer cortes temporales al relato articulado por la prensa internacional sobre la rebelión indígena que estalla en el sur de México el 1o de enero de 1994. El criterio ha sido tomar los momentos más importantes en el desarrollo del personaje que, en este caso preciso, tienen tendencia a coincidir con los momentos importantes del relato mediático. Son períodos en los que los distintos medios de comunicación han consagrado una atención particular al conflicto E.Z.L.N-gobiemo mexicano y, paralelamente, a la imagen del subcomandante Marcos. Las tres etapas analizadas corresponden a cuatro meses seleccionados de la manera siguiente:

- Enero de 1994: aparición del movimiento zapatista y de su portavoz, el subcomandante Marcos.

-Febrero de 1995: el gobierno mexicano anuncia haber encontrado la "verdadera identidad" del "subcomandante Marcos". Se trata del mexicano Rafael Sebastián Guillén Vicente.

Julio-agosto de 1996: el E.Z.L.N. organiza el Encuentro intercontinental por la humanidad y contra el neoliberalismo en el estado de Chiapas.

 

El subcomandante Marcos desde el periódico boliviano La Razón

La Razón se distingue del resto de los diarios estudiados porque es el que publica el mayor número de informaciones sobre el conflicto que estalla en el sur de México el 1o de enero de 1994. La sorpresa es que una gran parte de los artículos publicados sobre este tema no hace ninguna referencia específica al subcomandante Marcos. Si tomamos los tres períodos seleccionados, tenemos un total de 189 artículos de los cuales sólo 47 hablan de Marcos, es decir, el 24%.

Desde el inicio de este relato mediático, el portavoz zapatista es presentado como un "líder campesino"; no lo será por mucho tiempo pues, a los pocos días, este periódico afirma que este líder está lejos de ser un campesino indígena.

Para La Razón, Marcos es el líder de los zapatistas, un líder intelectual cuya descripción física no responde a la imagen que se tendría de/un mexicano (indio o mestizo). Se hace referencia a un hombre rubio, de ojos verdes, descendiente de una familia alemana. Un retrato que estará ausente de los tres periódicos franceses estudiados. Estos últimos no encuentran muchos "peros" para referirse en sus notas a la denominada "historia común" del Che Guevara, Emiliano Zapata o hacer referencia a las imágenes de Mandela o Luther King y compararlas con el jefe militar del E.Z.L.N. Parecería que la distancia existente entre los eventos (y sus universos culturales) y el medio de comunicación que pone en escena un determinado relato mediático no es un elemento que tengamos que dejar de lado. En este sentido, podríamos suponer que la distancia entre el evento y el medio de comunicación juega un rol tanto en la cantidad de información transmitida en los artículos como en los dominios de referencia que el periodista juzga pertinentes para vestir su relato. Diremos que con la información proveniente de agencias (que podríamos llamar, en este caso, materia prima), cada periódico, según la distancia (geográfica y cultural), activa mecanismos de interpretación distintos.

La Razón propone a sus lectores un personaje que se define sin duda a partir de su misterio. Ligada a esta característica, encontramos la descripción de un "líder carismático", un lado sin duda positivo que no anula las referencias a "un mexicano proveniente de la clase alta" (observable por su acento). Se afirma que Marcos pertenece a la burguesía mexicana. Este punto parece empujar a que La Razón no legitime el hecho de que este "burgués" represente a indígenas mexicanos; se sostiene en uno de los artículos que este líder representa "a esta parte del país del que no forma parte".

Este zapatista mestizo es también representado en La Razón y solamente en este diario como "un hombre de izquierda" que se llamaría Marcos Rojas, una hipótesis que será también evocada en el periódico Presencia. Acompaña a esta hipótesis la afirmación de que Marcos "utiliza la retórica revolucionaria de la izquierda latinoamericana". No es de sorprenderse entonces que se atribuya a este personaje la principal función de ser el autor de los comunicados enviados por el E.Z.L.N. Sobre su edad, las versiones van y vienen: Marcos tiene 25 años en enero de 1995 y en febrero del mismo año se señala que Rafael Guillén Vicente (la supuesta identidad del subcomandante Marcos) tiene 37 años. Paralelamente a la emergencia de la identidad de Rafael Guillén, el periódico dibuja para su lector un Marcos que, además de ser la cabeza del movimiento zapatista, es un "arquetipo sexual" y un personaje "mítico".

Retomamos las ediciones de La Razón en febrero de 1996, una etapa en la que la imagen del personaje se dibuja más completa. El hecho de poder acceder a la información sobre el mexicano Rafael Guillén Vicente, supuesta identidad del subcomandante Marcos, ha brindado a los periodistas, y por lo tanto a los lectores, una serie de informaciones sobre el pasado del personaje. La Razón, en la mayoría de los casos, ha asumido estos datos proporcionados por el gobierno mexicano como verdaderos. Se hace una descripción que aborda los estudios realizados por Rafael Guillén Vicente, su trabajo como profesor universitario en México, sus orígenes sociales (se dice que pertenece a la "clase media alta"), además de hablar sobre su edad. Este diario no olvida, posteriormente, mencionar el "entrenamiento militar" seguido por este académico en distintos países (Rusia, Nicaragua...).

Luego de yuxtaponer y sobreponer las informaciones concernientes al subcomandante Marcos y a Rafael Guillén, La Razón publica un editorial que pone en evidencia la posición del periódico frente a este movimiento zapatista. El diario boliviano etiqueta la posición ideológica de Marcos calificándola de "marxista-leninista". Para este periódico, el subcomandante Marcos es un "intelectual desocupado". No deja de ser interesante subrayar en la línea editorial que este medio de comunicación pone el acento sobre ciertas "historias comunes".7 En la investigación realizada, La Razón es el único de los periódicos (de los seleccionados para el corpus de análisis) que hace un paralelo entre la acción zapatista de Marcos y la "violencia de E.T.A." en España. Se hace también referencia, en estos editoriales, a la organización Sende-ro Luminoso en Perú afirmando el peligro de que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional "ataque a la población civil rural", como sucedió en el Perú. Estos editoriales evocan sin duda junto al tema zapatista imágenes cargadas de violencia (imágenes de los enfrentamientos, de las víctimas en San Cristóbal, de uniformados de uno y otro bando) y compara este movimiento indígena mexicano a organizaciones definidas, sobre todo por el conjunto de los medios de comunicación, como "terroristas". La posición de La Razón se establece así de manera clara. Manteniendo la línea que separa la información factual proveniente esencialmente de las agencias de noticias de la posición del diario a través de su línea editorial, vemos cómo se construyen dos imágenes paralelas: un perfil más bien frío en cuanto a los juicios de valor en las informaciones ubicadas bajo el rubro "internacional" y una suerte de "antihéroe" a la mexicana en los editoriales consagrados al tema.

Durante el tercer período analizado Uulio y agosto de 1996), La Razón propone a sus lectores un personaje en cierto sentido más cercano. Nos encontramos con una descripción física más detallada: el lector tiene información esta vez sobre su gorra, sobre su pañuelo en el cuello, sobre su barba y hace varios comentarios sobre el hecho de que Marcos fume una pipa. Sin embargo, La Razón esperará dos años (desde la aparición del subcomandante Marcos en los diferentes medios de comunicación) antes de hacer una primera alusión, por una parte, a las cualidades de escritor de Marcos y, por otra, a su sentido del humor (un tema largamente comentado por los diarios franceses incluidos en nuestra investigación).

Julio y agosto de 1996 son dos meses que han sido incluidos en el corpus porque, lo habíamos mencionado al principio de este artículo, es el momento del Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo organizado en Chiapas por el E.Z.L.N. Se trata de un evento que convoca un número importante de mexicanos y extranjeros, un evento que sin duda hace del sur de México uno de los centros de información internacional. Sin embargo, la prensa boliviana parece no recibir información suficiente o no considerar pertinente dar mayor cobertura a este hecho: La Razón sólo informa que Marcos "participa en un Foro para la reforma del Estado". Simultáneamente, difunde la noticia de que Marcos afirma que el E.Z.L.N. decidió dejar lar armas, sin entrar en los detalles de estas declaraciones. El medio no hace ninguna referencia al evento que es tan comentado en la prensa francesa. En cuanto a las imágenes, tampoco contamos con fotografías que den cuenta del ambiente que se vive en Chiapas a fines de julio y principios de agosto: Chiapas es el escenario de un encuentro que reúne a universitarios, intelectuales, escritores, cineastas; Eduardo Galeano y D. Mitterrand son dos de las imágenes más mediatizadas en ese momento.

Globalmente, La Razón establece, por lo tanto, una posición frente a este tema que responde sin duda a la línea "conservadora" que lo ha definido desde sus inicios. Vemos bien que estamos bajo una dirección de periódico "que quiere romper con los editoriales ambiguos" y establecer posiciones muy concretas frente a temas definidos.8

No deja de ser interesante, en la información sobre el personaje difundida por este diario, que en ningún momento se activa ningún rasgo común con el legendario Che Guevara, una imagen que podría estar más directamente vinculada a este personaje de fines de siglo. Observamos paralelamente que, en la prensa francesa, el Che, junto a la de Emiliano Zapata, es una de las historias que se suma con frecuencia al tema del movimiento zapatista. La Razón propone más bien, en su descripción, referencias físicas que no responden al prototipo del mexicano (ojos verdes, descendiente de alemanes). No faltan, sin embargo, los estereotipos vinculados a la izquierda latinoamericana en los editoriales que tocan el tema de la rebelión zapatista.

Después de haber comentado reiteradas veces (en artículos factuales y en artículos de opinión publicados en el entonces suplemento dominical Ventana) el hecho de que el subcomandante Marcos sea considerado como un "arquetipo sexual mexicano", La Razón muestra una oposición muy marcada entre la imagen de un líder zapatista seductor y la imagen que se da en ese momento de Rafael Guillén Vicente. Más de un artículo subraya la decepción "ruda" que provoca descubrir "el verdadero rostro" del portavoz zapatista. Se completa este retrato comparando al subcomandante Marcos con un militante del E.T.A. en España y con el "comandante Gonzalo" de Sendero Luminoso (Perú), un prototipo, por lo menos en América Latina, del "terrorista", información que le da sin duda una connotación negativa al retrato del zapatista.

Por otro lado, encontramos en este medio un número importante de imágenes sobre México, sus gobernantes, soldados zapatistas, pero muy pocas imágenes del líder zapatista. En enero de 1994, son muchos los nombres que llenan los artículos de La Razón: se presenta una red relativamente compleja de actores que no oculta la bipolaridad "E.Z.L.N.-gobiemo mexicano". En febrero de 1995, el diario publica un número inferior de artículos pero contamos con un número mayor de artículos sobre nuestro personaje. Casi ninguna representación icónica. Los artículos de este período no dejarán de manejar dos fuentes de información: la del subcomandante Marcos y la de Rafael Guillén. El personaje recibirá durante este mes más adjetivos negativos que positivos. Su identidad se mecerá entre los apelativos "Marcos", "subcomandante Marcos" y "Rafael Guillén". Finalmente, julio y agosto de 1996 se caracterizarán por un número importante de declaraciones de Marcos, como si el enfrentamiento militar hubiese sido remplazado por el diálogo.

 

El subcomandante Marcos desde el lente católico de Presencia

Para el cotidiano boliviano Presencia, "Marcos" aparece bajo tres rasgos que articularán las ramas fundamentales del perfil de nuestro personaje. Nos referimos a su rol de ''jefe del E.Z.L.N.", al hecho de que Marcos sea descrito como un intelectual mexicano y, finalmente, que sea calificado como un "hombre de izquierda".

El lector de Presencia está en un "proceso" de descubrimiento del subcomandante Marcos cuando "Marcos Rojas" hace su entrada en el relato mediático; se trata de una hipótesis sobre la identidad del líder zapatista. Este mexicano habría participado, según las informaciones proporcionadas en enero de 1994, en la guerrilla nicaragüense y habría seguido entrenamiento militar en otros países latinoamericanos.

Presencia entra en un retrato del personaje afirmando que se trata de un líder misterioso que divide su función en dos ramas: su rol de subcomandante (un rol esencialmente militar) y la escritura de los comunicados enviados por el E.Z.L.N.

Las diferencias no se dejan esperar: identificamos en este medio de comunicación ciertas expresiones que están definitivamente ausentes del periódico vecino La Razón: desde el mes de enero de 1994 se presenta este movimiento zapatista como "la más grande revuelta indígena del país", una calificación que subraya la importancia, tanto en el contexto mexicano como en el latinoamericano, de la acción zapatista. Presencia dedica una parte importante de sus artículos a las informaciones sobre condiciones de presión bajo las cuales deben vivir las comunidades indígenas en las regiones más pobres de México. No es sorprendente, además, que Presencia haga más de una alusión al rol de la Iglesia católica en estas regiones.

Se presentan en más de un artículo dos componentes fundamentales de la etiqueta del personaje: su sentido del humor y su "calidad literaria". Este diario completa la imagen del subcomandante Marcos con los adjetivos "tranquilo", "reflexivo", "héroe", que difícilmente encontraríamos en el diario La Razón. Presencia no queda aquí y continúa con su descripción jugando con la imagen de un líder zapatista seductor: "Tiene dotes físicas", afirma el medio católico.

Concluyamos diciendo que, en concordancia con las grandes orientaciones del periódico, el E.Z.L.N. en México es presentado como el resultado de condiciones de vida muy duras para los campesinos del sur de este país. Se remarca, por otro lado, el peso histórico del conflicto que opone el E.Z.L.N. al poder. Sin llegar hasta la justificación del movimiento, Presencia pone el acento en las problemáticas económicas y sociales que enmarcan el nacimiento de este movimiento indígena. Este diario católico insiste, más que los otros medios que hemos estudiado, enel rol de mediación de la Iglesia. Sin sorpresa observamos, en el caso de ese medio, un retrato más completo de Monseñor Samuel Ruiz, mediador de este conflicto.

Presencia publica un número importante de artículos pero no son muchos (30 artículos, el 27% del total) en los que hay una presencia icónica o escrita del personaje. Las imágenes llegan apenas a cuatro fotografías durante los tres períodos analizados (cuatro meses entre 1994 y 1996).

La red de personajes que se puede identificar en Presencia confirma, igual que en el periódico vecino, la polaridad entre el gobierno mexicano y el Ejército Zapatista; sin embargo, son numerosos los personajes o conjunto de personajes que toman su ubicación en esta relación de oposición. Durante el último período, aparece un actante nuevo: el neoliberalismo. Marcos afirma reiteradas veces que es necesario organizar un movimiento de resistencia al neoliberalismo mundial. La imagen de Emiliano Zapata se diluye en la información a medida que pasa el tiempo y los medios de comunicación tienen mayor acceso al mundo zapatista.

El tratamiento de los eventos y la construcción del personaje muestra más de una diferencia respecto de La Razón. Para este diario católico, Marcos es considerado, desde los primeros días de enero de 1994, como el principal líder de los zapatistas; los primeros artículos hablan ya de su rol de portavoz del movimiento. Al mismo tiempo, este medio de comunicación pone el acento, más de una vez, en las condiciones inhumanas de la vida de la población indígena del sur de México y subraya la importancia de este movimiento indígena en la historia de México. Ninguna referencia a organizaciones como E.T.A. o Sendero Luminoso; la palabra "terrorista" está desvinculada del E.Z.L.N. Esta posición en los artículos de información no está en desacuerdo con la orientación de este medio que es así descrita por su último jefe de redacción, Pedro Glasinovic: marcar la importancia de los movimientos sociales, de los movimientos indígenas.9

El punto precedente es uno de los elementos que explica en parte el hecho de hacer más referencia a un «movimiento indígena» que a un personaje específico (en concreto, al líder del E.Z.L.N.). Es, en ciertos momentos, como si el E.Z.L.N. se hubiese convertido en un actante que asume el protagonismo que Marcos tiene en otros medios. ¿Cuáles son, entonces, los parámetros más importantes en la construcción del subcomandante Marcos en Presencia? Sin duda, su doble rol de jefe militar y portavoz, pero encontramos también en la etiqueta de este personaje su estatus de intelectual, su misterio, su sentido del humor y sus cualidades literarias, muy poco comentadas en La Razón.

Los resultados globales del análisis comparativo nos dejan la impresión del nacimiento de un personaje mediático, el subcomandante Marcos, que está lejos de ser "definitivamente definido"; los medios de comunicación parecen no tener otra salida que dejar siempre una puerta abierta a la interpretación. Las condiciones del trabajo periodístico hacen que, pese a la consigna de "ofrecer la mayor cantidad de informaciones posible", queden vacíos que se llenarán con las informaciones de los días posteriores o simplemente con la interpretación del lector. Al lado de este elemento, está el hecho de que la información sobre un determinado personaje se distinga radicalmente frente a la que presente otro medio, manteniendo siempre la posibilidad de reconocer, a partir de un núcleo de informaciones, el personaje en cuestión. Este elemento insiste en la idea de que la materia de un personaje mediático es más bien flexible:

El personaje que se impone, se impone precisamente por su carácter abierto, proteiforme, que permita el libre juego de la interpretación. No es, en este sentido, un estereotipo, fijo y cerrado, pero un lugar de condensación de tensiones contradictorias. El prototipo se construye por lo tamo en el acto de lectura, partiendo de un zócalo idelllitario, que autorice sin embargo unas variantes. Es esto, pero también aquello.10

 

La entrada al relato mediático por la puerta del personaje

Seguir las huellas de un personaje mediático en cualquiera de los medios de comunicación implica situarse forzosamente en el marco de la evolución de un relato mediático. Es por esta razón que hemos optado por un punto de partida teórico que permita el movimiento "ida y vuelta" entre la noción de relato y la de relato mediático.

Resultaría difícil hablar de relato sin tomar en cuenta la categoría de personaje en la medida en que es en los roles desempeñados por los personajes que reposa la estructura narrativa del relato. En sentido inverso, el personaje no puede ser analizado de manera totalmente aislada pues es en el terreno del relato que su existencia adquiere un sentido.

El relato mediático se teje de manera diseminada. En el caso de la prensa, la doble dispersión del relato (temporal y espacial) constituye una de sus características. Pensemos en un tema periodístico concreto como la enfermedad del ex-presidente Hugo Bánzer Suárez; la información sobre este tema no ocupa todo el espacio o el tiempo en un medio de comunicación. Cohabita con otros relatos y las informaciones se completan en un marco temporal que no es forzosamente regular. Se permitirá, por lo tanto, la libertad de imponer su ritmo y la libertad de no tener límites para la clausura de la historia. El Ejército Zapatista de Liberación Nacional nace el 1° de enero de 1994, pero la historia que comienza con esa rebelión indígena no deja de ofrecernos nuevos capítulos. El relato periodístico recorre el hilo del tiempo de manera irregular en el sentido que escapa a toda regla de predicción; parece obedecer a la vez a las normas que le impone su propia estructura narrativa y a la emergencia de eventos referenciales.

No es por lo tanto evidente, al momento de hacer una observación sistemática, recoger todas las piezas dispersas en el tiempo y recomponer el todo; lo es tal vez menos tener una visión de conjunto tratando de identificar los momentos clave del relato. ¿Qué criterios entrarían por lo tanto en juego para reconstruir este relato tomando pedazos representativos? La actualización permanente, propia de las informaciones periodísticas, no es siempre suficiente para llenar los "huecos" que hemos dejado al establecer un corpus de estudio. Es entonces en este recorte artificial que tratamos de reconstruir el conjunto y desprender las observaciones que puedan ser válidas para el conjunto del relato y que respeten la coherencia del personaje.

En la medida en que el estudio no puede perder de vista el proceso de encuentro entre el producto mediático y las recepciones, no habría que dejar de lado que las condiciones reales de consumo hacen que los receptores no sigan sistemáticamente la evolución de un relato. Las características de la información periodística permiten por definición completar o actualizar los episodios saltados por el consumidor de la información y así, una dinámica particular se establece entre el ritmo de un relato periodístico y el que establece el receptor. Frente a una difusión no sistemática de un determinado relato mediático, nosotros, como receptores, sobreponemos de alguna manera la especificidad de nuestro consumo: no estamos obligados a comprar todos los días un periódico para no perder la continuidad de un determinado tema, no vemos todos los canales de televisión; hacemos más bien un cóctel con las distintas dosis de información que recolectamos de distintos medios (sin importar los soportes).

En cuanto a la temporalidad del relato, diremos que la historia contada en un determinado medio sigue la dinámica de su propio ritmo, una dinámica que obedece a factores específicos según el tipo de información (por ejemplo, los acontecimientos provenientes de Chiapas se traducen en informaciones que llegan separadas por lapsos más largos que la información que tiene como fuente nuestro municipio). En este sentido, el análisis tendría, cada vez, que poderse adaptar al movimiento de la información y reinventar estrategias de observación y tratamiento de la información.

Tampoco podemos olvidar, por otro lado, el efecto de "estabilización" en el proceso de acumulación de la información. Es solamente en un despliegue temporal que el relato mediático puede desarrollarse; en este espacio de evolución, el relato no sólo completa paulatinamente las informaciones sino que retiene ciertos elementos que van a jugar el rol de pilares. Se trata de todos esos datos, de esas lecturas, de esas imágenes que van de alguna manera a reforzarse y constituirse en una suerte de emblema del relato que permitirá a los receptores ubicar al sujeto (el personaje). Diremos que el relato se presenta de manera muy diseminada (espacial y temporalmente) pero no deja de estabilizar un conjunto de informaciones, un cierto número de episodios que permiten reconstruir con facilidad y coherencia la historia. Esto es lo que hace legible el relato periodístico. Para ilustrar este aspecto, basta con hacer el ejercicio de recapitulación de lo que sucedió, por ejemplo, el 11 de septiembre en Estados Unidos; tendremos en nuestro discurso un número de informaciones que habrán "fotografiado" lo esencial, los hechos principales, los personajes que articulan el relato, las imágenes grabadas en la retina.

Nos encontramos frente al mismo fenómeno en el caso del personaje: observar sistemáticamente un personaje es siempre hacer referencia a un proceso, a un tiempo de evolución en el que se completa lo que comienza por lo general con un nombre (o un apelativo). Esta "bolsa vacía" se completa con una serie de "signos discontinuos" que serán recogidos, articulados y estabilizados por el medio de comunicación y también por el lector, en una fase posterior para que el personaje cuente con sus propios cimientos (físicos, psicológicos, discursivos, funcionales...).

Si ponemos uno al iado del otro todos los artículos que hablan del personaje seleccionado, descubriremos que no estamos frente a una actualización "organizada" de los datos; las informaciones sobre el personaje no tienen ni un ritmo regular ni una jerarquía establecida con anticipación. El lector se verá empujado, por lo tanto, a construir sobre el hilo del tiempo un perfil que dejará permanentemente espacios para ser enriquecido y completado con la propia experiencia subjetiva del lector (a la manera de Umberto Eco). Nos encontramos frente a una representación que está sujeta a este efecto de "complétude" al que se integran elementos que se suman de manera más o menos permanente.

En el caso de la investigación que realizamos, el estatus de la información (el conflicto de Chiapas en tanto que "información internacional") podría explicar, en parte, el hecho de que pese a la vestimenta cultural del relato (un movimiento indígena en el sur de México y el contexto necesario para situarlo y darle un sentido además de las decisiones de un medio boliviano para presentar este hecho), no existen radicales diferencias entre la construcción que haría un diario y otro. El personaje resulta de todas maneras lejano (sobre todo geográficamente) tanto para La Razón como para Presencia y las variaciones en cuanto a su representación son menos importantes que las que podríamos encontrar en el caso de la construcción de un personaje doméstico como Gonzalo Sánchez de Lozada o Felipe Quispe.

Por otro lado, el rol de "marcador tipológico" " sí tiene una importancia considerable en el caso de este relato mediático: el subcomandante Marcos definido por una serie de características muy fuertes (en el sentido de distinguirse respecto de lo que presentan los otros personajes del mismo relato) y evocadoras al mismo tiempo de otros personajes latinoamericanos (Emiliano Zapata), sitúan el relato mediático en un "tipo de historia" que conlleva una manera de ser consumido e interpretado. En el caso del subcomandante Marcos, el perfil que ha circulado por la mayor parte de los medios de comunicación evocan sin duda a la guerrilla y a los guerrilleros latinoamericanos del siglo XX.

Si observamos el conjunto de actantes, en el resultado de la aplicación de esquemas actanciales12 al corpus, vemos que los diferentes personajes se sitúan como puntos de anclaje en el relato: el periódico hace sus elecciones y retoma ciertas figuras para que éstas se conviertan en "puntos de referencia del relato". Todo vuelve, de esta manera, a una tensión entre polos. Cada polo está representado por personajes (el E.Z.L.N. es el subcomandante Marcos, el gobierno mexicano es Salinas y más tarde Zedillo, la Iglesia católica está, las más de las veces, representada por monseñor Samuel Ruiz...); la manera en la que estos personajes están construidos definirá en gran parte el carácter global del relato mediático.

Se desprende de la observación de los artículos sobre el movimiento zapatista el esquema de base de un personaje específico que corta la construcción en tres fases identificables: en una primera categoría, podemos situar la referencia de la "persona real" que se encuentra en el principio del proceso de la información y que constituye, en un inicio, la base de datos sobre la que se va a construir el personaje mediático. Tenemos, en una segunda categoría, el conjunto de informaciones que forma parte del "núcleo duro"13 que juega el rol de "denominador común" en tanto concentra las informaciones sobre el personaje presentes en todos los medios que componen el corpus de análisis y permiten reconocer al personaje en cuestión. En la tercera categoría, encontramos las informaciones que no pertenecen a la categoría precedente y que, por lo tanto, evidencian más claramente las elecciones ideológicas, las características que impone el soporte del medio de comunicación en cuestión, la distancia entre el evento y el medio de comunicación que le da una representación, entre otros elementos.

 

NOTAS

  Claudia Benavente, El personaje mediático. Análisis de la representación del subcomandante Marcos (E.ZLN.) en la prensa francesa y boliviana. Tesis doctoral, Université catholique de Louvain, Facultad de Ciencias Económicas, Sociales y Políticas, Departamento de Comunicación, Lovaina-la-Nueva, mayo 2001, 398 páginas.

2    Nos remitimos a la propuesta teórica del Observatorio del Relato Mediático, Université catholique de Louvain.

3 Salman Rushdie, "Pas de nouvelles sans fiction", tomado de Courrier lntemational, n° 41, junio 1996, p. 41-42.

4   Mario MESQUITA, «Le personnage journalistique. De la narratologie a la déontologie», in Recherches en communicationN° 11,Louvain-la-Neuve, 1999.

5  Marc LITS, «Mon nom est personne. Effets de réel et effets de fiction dans la construction du personnage», in J.-L. Dufays, L. Gemenne et D. Ledur, Pour une lecture littéraire 2: Bilan et confrontations, Louvain-la-Neuve, De Boeck Duculot, 1996

6 Marc LITS, « Personne privée, personnage public. Médiatisation et éthique », in Communication , Volume 20 N° 2, Université de Laval, février 2001.

7 Philippe HAMON, «Pour un statut sémiologique du personnage», in Poétique du récit, Paris, Seuil, 1997.

8 Entrevista a Raúl Peñaranda, febrero de 2001.

9 Entrevista a Pedro Glasinovic, febrero de 2001.

10 Marc LITS, « Arsene Lupin ou la diffraction transmédiatique », in De l'écrit al'écran. Littératurespopulaires: mutations génériques, mutations médiatiques (sous la direction de Jacques MIGOZZI), Limoges, Presses universitaires de Limoges, 2000, p.18.

11   Yves REUTER, «Le personnage», in La question du personnage, Cahiers des recherche en didactique du fran~ais, n°1, Clermont Ferrand, 1987.

12  Algirdas-Julien GREIMAS, Sémantique structurale, Paris, Presses universitaires de France, 1995.

13  Encontraremos en esta categoría los rasgos más evidentes del personaje, el conjunto de informaciones que permiten referirse a un mismo nombre. Con la expresión "núcleo duro" no nos referimos a la categoría definida en la teoría de los prototipos sino al conjunto de informaciones compartidas en todas las construcciones mediáticas.

 

Bibliografía

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