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Temas Sociales

versión impresa ISSN 0040-2915versión On-line ISSN 2413-5720

Temas Sociales  no.21 La Paz  2000

 

ARTÍCULO ORIGINAL

 

EL NEOLIBERALISMO: Principios Generales

«Es razonable sacrificar temporalmente la libertad para hacerla más segura en el futuro» (F. Hayek)

 

 

Oscar Vargas del Carpio Ribert*

 

 


 

 

Lo que sigue es una aproximación general a los postulados básicos del neoliberalismo. Se los analiza como producción teórica y no desde las características concretas que asumieron en su aplicación a través de las llamadas reformas estructurales en los distintos países del continente1. Iniciamos la exposición con una suscita descripción del liberalismo clásico, incidiendo en su concepto del hombre, la sociedad y el rol del Estado. Posteriormente, se intenta reflejar, a través de conceptos como libertad, poder, mercado, política, Estado, etc., los fundamentos del pensamiento neoliberal, basándonos principalmente en la producción de F. Hayek y K. Popper, reconocidos representantes de esta corriente.

EL LIBERALISMO ECONOMICO CLASICO

La primera versión sistemática del naciente liberalismo fue la obra de Adam Smith (1726­1790) y sus continuadores más importantes: David Ricardo (1772-1823), J. B. Say (1767­1832) y R.Malthus (1776-1834).

El liberalismo clasico concibe al ser humano como guiado fundamentalmente por intereses económicos egoístas el sentido de la vida se orienta a obtener el máximo beneficio con el mínimo esfuerzo. Para estos pensadores, la sociedad solo existe como la suma de intereses individuales, sin embargo, cada individuo, guiado por su egoísmo, puede satisfacer inconscientemente el interés global de la sociedad. Según el liberalismo clásico, el orden económico es un orden natural y está regido por leyes, al igual que el mundo físico. Como consecuencia de este postulado, cualquier intento de interferir el orden económico natural llevara al desastre económico, similar al que se provocan si tratáramos de violar las leyes de la naturaleza descubiertas por la física. El lugar donde estas leyes económicas naturales se expresan, según el liberalismo, es el mercado, de ahí que lo mejor para la sociedad y los hombres sea dejar funcionar por si sola la organización económica. Como el mercado es un orden natural, se corrige ante sus posibles desviaciones por si' mismo. En palabras de Adam Smith, existe una «mano invisible» que mantiene el funcionamiento correcto esperado.

Por otra parte, el liberalismo considera que la libertad individual es un requisito imprescindible para el funcionamiento de la economía. Si el mercado es un orden natural, ello significa que los actores que intervienen en el, a través de la competencia, deben actuar sin ninguna interferencia externa. Esta libertad, si bien tiene su centro en la esfera económica -nos estamos refiriendo a la libertad de empresa, de producción, circulación y consumo-, debe extenderse a la política y al ordenamiento jurídico institucional que rige para toda la sociedad. Aparece de este modo en la perspectiva liberal, la idea de la libertad de asociación, de reunión, de pensamiento de expresión, de contrato. etc.. que deben ser refrendadas, naturalmente, por el ordenamiento jurídico-institucional.

Otro aspecto muy importante para la perspectiva liberal lo constituye el rol y las funciones del Estado. Para los liberales, el Estado, por las razones antes anotadas, no debe intervenir en el mercado. Sin embargo, según Adam Smith, este debe proteger a la nación de las agresiones extranjeras. defender las propiedades y libertades ciudadanas mediante una adecuada administration de justicia, proporcionar a sus miembros servicios que indirectamente coadyuven al crecimiento de sus actividades productivas y que, desde una perspectiva centrada en los criterios de costo beneficio, no san atractivas para los privados. A partir de estos conceptos centra­les básicos del liberalismo económico clásico, pasemos ahora a considerar la pers­pectiva neoliberal.

LA DESIGUALDAD HUMANA

Para Joseph Schumpeter. es absurdo establecer una relación entre desigualdad e injusticia pues, según el, la desigualdad es un componente inherente a la condición humana. Esta perspectiva es retomada por el pensamiento neoliberal. Para F. Hayek, las desigualdades sociales son simplemente la expresión de las diferentes capacidades de adaptación al mercado y, por lo tanto, inevitables. K. Popper va todavía más lejos cuando afirma que la existencia de las grandes fortunas es beneficiosa para la sociedad pues permite su desarrollo evolutivo creativo2.

Si bien los autores neoliberales asumen las desigualdades sociales y económicas como in­evitables, consideran, por otra parte, imprescindible la existencia de una igualdad jurídica ante la ley. Esta igualdad surge de una percepción inspirada en consideraciones iusnaturalistas del derecho de todo hombre a la propiedad y al disfrute de sus bienes3. De la misma manera, existe una igualdad de los hombres ante el mercado. Esta se funda en que todos pueden actuar en él ya sea como vendedores o compradores, así como salir o entrar en el de manera voluntaria.

CONCEPTO DE SOCIEDAD

Según Hayek, la sociedad no existe como totalidad, simplemente es una interacción entre individuos que orientan su acción por intereses particulares. Los grupos no son nada más que la reunión de individuos, no pueden expresar o contener atributos que vayan más allá de los miembros que los componen. Esta perspectiva básica ha sido corroborada por el propio Popper: para él, la sociedad abierta es un conjunto de individuos guiados por relaciones surgidas de la división del trabajo, el intercambio y la competencia. La sociedad cerrada es aquella donde predominan vínculos emanados de relaciones comunitarias como la solidaridad, la convivencia, el parentesco, etc.4. El opina, por otra parte, desde la perspectiva del individualismo metodológico, que cualquier explicación de los fenómenos sociales que no tenga en las acciones individuales su argumento final, es incompleta. Es decir, lo social no puede ser comprendido y menos explicado. recurriendo a categorías denominadas por el cómo totalidades sociales.

Otro aspecto central e importante en el concepto de Hayek de la sociedad, es que en la realidad social existe una serie de conductas individuales. Estas, a través de un proceso de selección, es decir, de su adecuación en la resolución o no de problemas prácticos, se van poco a poco convirtiendo en conductas compartidas por todos lo cual da lugar a la aparición de normas y valores que constituyen la expresión de un orden social autogenerado. Este orden autogenerado surge espontáneamente de las propias prácticas individuales. Expresa, por así decirlo, el bagaje de experiencias de la especie, es un producto inconsciente de todos los individuos en su quehacer práctico. La evolución de las normas se produce a partir de la posibilidad que tienen de encauzar conductas, de ahí que las que no lo logran son dejadas de lado por la sociedad. No existen, en este sentido, normas que sean absolutas, aplicables a cualquier tiempo y espacio3.

Consiguientemente, para Hayek, la sociedad termina siendo un sistema de tradiciones y normas consuetudinarias, las mismas que, como veremos posteriormente, no pue­den ser comprendidas y menos modificadas dado el limitado conocimiento humano. Estamos ante un a típico individualismo, que desprecia las cualidades mentales propias de la razón individual y asigna un saber superior, vedado a los simples mortales, a estas normas y tradiciones. Consideramos, siguiendo en este punto a M. Horkheimer, que la diferente conceptualización del individuo existente en el liberalismo clásico y el neoliberalismo, no es más que la expresión teórica de los diferentes papeles que le toco desempeñar en la vida social durante la época de la libre empresa y en la actual, de mundialización de la economía, la cultura, etc. Según M. Horkheimer, el hombre, en la época de la libre empresa, tenía una individualidad vigorosa, optimista, era un hombre orgulloso de sí mismo, con la idea de que el destino de la colectividad descansaba en su propio éxito. En cambio. en la era actual, como consecuencia del incremento del poder de fuerzas externas al hombre, sobre las que no puede ejercer control, su individualidad aparece con un yo encogido sobre sí mismo, achatado, vulnerable e inseguro5.

Por su parte. Popper comparte la relevancia asignada por Hayek a las tradiciones cuando afirma que estas constituyen una «necesidad de la vida social». Retorna a los postulados del liberalismo clásico, cuando da a estas tradiciones sociales el mismo lugar que, en su momento, Adam Smith determinara para las leyes del mercado estableciendo un paralelismo con las leyes de la naturaleza. Pero quizá el aporte más destacable de Popper a este respecto surja de la aplicación de su propuesta epistemológica a esta temática.

Popper plantea que el conocimiento del hombre siempre es limitado, nunca puede llegar a la verdad. El desarrollo de la ciencia se caracteriza por la formulación de teorías que, en su opinión, tienen un fuerte contenido hipotético. No afirmamos, dice Popper, que estas teorías sean verdaderas, sino simplemente que son las que mejor se adecuan a la explicación de ciertos fenómenos en determinado momento del desarrollo histórico-científico. Las teorías deben poder ser «fálsales», es decir, poder ser convertidas en falsas a través de su confrontación con la realidad empírica; a la vez, deben poder decir algo de algo, pero de manera concreta, para que sea factible su comprobación. Esta perspectiva lo lleva a calificar como no científicas a algunas teorías que versan sobre generalidades, dada la imposibilidad de su comprobación. Cuando una teoría es «falsada» es sustituida por otra que explica mejor que la anterior ciertos fen6menos de los cuales esta no podía dar cuenta; sin embargo, esto tampoco quiere decir que la nueva teoría sea verdadera, simplemente es menos falsa que la anterior y correrá igual suerte ante una tercera y así sucesivamente. De este modo, para Popper, el hombre nunca podrá llegar al conocimiento verdadero. Sus posibilidades de conocer exactamente las nor­mas y tradiciones que mencionábamos antes son sumamente limitadas, no le queda pues más que agachar la cabeza y aceptarlas. Esto, en el caso del pensamiento neoliberal, se expresa en el ciego sometimiento a las leyes del mercado.

En lo que hace a la sociedad capitalista actual, tanto K. Popper como F. Hayek consideran que ella constituye el nivel más alto alcanzado por el desarrollo de la humanidad. La idea evolucionista contenida en sus apreciaciones sobre las tradiciones y las normas, de pronto, al llegar a la sociedad capitalista actual, se detiene. Aparece entonces todo un discurso legitimador del capitalismo que se orienta, paralelamente, a deslegitimar las sociedades socialistas, contrariamente, a lo que ocurría con el liberalismo clásico que se enfrentaba a sistemas pre capitalista. En «E1 desarrollo del conocimiento científico», Popper afirma que la humani­dad inevitablemente evolucionará en dirección de la sociedad capitalista actual, sean cuales fueren los intentos de redefinir su curso, propuesta sostenida desde perspectivas revolucionarias cuando se plantea un nuevo orden social6.

F. Hayek afirma, por su parte, que la sociedad capitalista de libre mercado es la que permite expresar adecuadamente la naturaleza del hombre y constituye el me­jor medio para la expresión de las normas y tradiciones obtenidas por la sociedad en su desarrollo.

Como se puede apreciar, tanto F. Hayek como K. Popper y, en general, todo el pensamiento neoliberal, a partir de su concepción del hombre, de la sociedad, del lugar de las normas y tradiciones, van a construir todo un aparato conceptual que les permita abordar la temática económica, del Estado, de la política y de la democracia como veremos en seguida.

EL MERCADO

El mercado, para los pensadores neoliberales, es un orden natural y espontdneo que existe independientemente de la voluntad de los hombres. Como orden natural posee una moralidad que está por encima de cualquier criterio humano, es decir, la distribución de bienes y servicios que realiza esta más allá de cualquier consideración ética humana. En otras palabras, no puede ni debe juzgarse la acción del mer­cado. Para Hayek, la distribución que produce el mercado es de por si natural: los adjetivos de justa o injusta solo sirven para caracterizar distribuciones deliberadas. En el mercado, cada individuo actúa a partir de sus preocupaciones e intereses personales, nadie prevé el resultado final de la suma de las acciones ni actúa en ese propósito. Este razonamiento por extensión considera que cualquier intervención en el mercado es, de principio, injusta pues las nociones de justicia e injusticia son solo aplicables a individuos, no a grupos o instituciones. Si el mercado produce desigualdad, solo por ser producida por este, ella es necesaria para el conjunto de la sociedad. En palabras de Hayek: «El rápido progreso económico con que contamos parece ser en una gran medida el resultado de la... desigualdad y resultara imposible sin ella ». Dentro la lógica neoliberal, para los pobres es beneficiosa el incremento de los ricos y su riqueza pues mientras más exista de ellos, habrá más inversiones y, si es así, disminuirá el desempleo y toda la sociedad se beneficiara.

LA «LIBERTAD» NEOLIBERAL

La libertad, como la entiende Hayek, es decir, como ausencia de coerción, encuentra su posibilidad de realización máxima en el mercado. El mercado, según este autor, a través de sus mecanismos autónomos e impersonales, hace que este sea un lugar que no puede ser utilizado para provecho privado o ejercer poder, es decir, someter a otros individuos y quitarles su libertad. El mercado, entonces, permite el pleno ejercicio de la libertad, porque en él cada cual puede actuar sin interferencia de nadie, tan solo sometido a sus reglas impersonales, que no tienen otro fin que el libre ejercicio de la libertad individual.

Según Hayek, no es posible ampliar las esferas de libertad mediante medidas de acción social, debido a la ignorancia que tiene el hombre respecto a las consecuencias de sus propias acciones. Solo las tradiciones y normas contienen la sabiduría de la evolución de la sociedad humana. Para nuestro autor, no existe la posibi­lidad de que los hombres lleguen a consensos sobre lo que debería ser una «vida buena», en el sentido que le daban Socrates y Platon, es decir, como un determinado orden social que permita la realización plena de las personas. Precisamente, a partir de esta situación, se hace necesario el sometimiento de los hombres a las reglas abstractas dictadas por la propia evolución humana. Estas reglas son el presupuesto básico de la libertad.

Como vemos, para los pensadores neoliberales existe unidad y mutua correspondencia entre mercado y libertad. Los grados y niveles de libertad que una sociedad alcanza solo pueden ser medidos por el desarrollo de su mercado: cuantas menos interferencias y perturbaciones se produzcan en él, existirá mayor libertad. Obviamente, el concepto de libertad utilizado por los neoliberales se reduce a la mera libertad mercantil y entra dentro de lo que I. Berlín denomino «libertad negativa»7. Por este concepto I. Berlín entendía simplemente la ausencia de coerción, distanciándose de grandes teóricos liberales como J.S. Mill para quien la libertad solo puede ser entendida considerando las posibilidades materiales de su realización y ejercicio.

El concepto de libertad construido por Hayek suspende una serie de aspectos muy importantes para una consideración global del mismo. En primer lugar, la libertad intelectual. Para Hayek esta es un posible obstáculo para una adecuada interiorización y ejercicio de las reglas y las normas que, como habíamos visto anteriormente, es un aspecto muy importante para la existencia de una sociedad. En segundo lugar, Hayek no considera la libertad política como un contenido imprescindible de la libertad. Naturalmente, esto se debe a su restringido concepto de libertad como libertad contractual: si esta existe, el hombre es libre independientemente de que su actividad se desarrolle bajo un sistema democrático o una dictadura como la de Pinochet en Chile. En sus propias palabras: «un pueblo de hombres libres no es necesariamente un pueblo libre». En tercer lugar, la libertad, para nuestro autor, no es un proceso de construcción social, más bien es una cualidad individual. Para Hayek, la libertad tampoco tiene que ver con el poder, su ejercicio no nos faculta ni abre una gama mayor de posibilidades de optar por diferentes acciones, de realizar diferentes cosas. En su texto «Camino a la Servidumbre», Hayek intenta justificar el autoritarismo político: «Es razonable sacrificar temporalmente la libertad para hacerla más segura en el futuro»“.

En cuanto a las relaciones de poder en el mercado, los economistas neoliberales sostienen que en él se disuelve el poder: la propiedad y los recursos, que podrían ser considerados instrumentos que favorezcan una position privilegiada en el mer­cado, no son tales, pues el hecho de en el mercado las relaciones sean absolutamente voluntarias, elimina tal posibilidad. Ni siquiera las grandes empresas ejercen verdadero poder en el mercado, ya que, por muy grandes que sean, las relaciones mercantiles con ellas también son voluntarias. Los únicos que ejercen poder coercitivo en el mercado son los sindicatos, toda vez que, unilateralmente, pueden afectar la libre determinación del salario por la oferta y la demanda1. Estas ideas tienen su fundamento en la concepción neoliberal del poder: a partir de su individualismo metodológico, ven el poder como un ejercicio exclusivamente orientado de manera directa sobre el individuo. El poder es la coerción sobre la libertad individual, es una relación subordinada personal. Los neoliberales no consideran el poder como una relación social, es decir, como una relación producida en una determinada competencia, bajo una escala de valores construida socialmente.

INTERVENCIONISMO ESTATAL

En cuanto a la temática del intervencionismo estatal, las posturas de K. Popper y de F. Hayek son aparentemente divergentes, pero en cuanto al Liberalismo clásico son definitivamente distintas. Como vimos, el Liberalismo clásico considera al mercado regido por leyes y autónomo. Consiguientemente, el Estado no debe intervenir en el pero sí puede y debe hacerlo en la esfera pública. Su intervención debe abocarse a la administración de justicia, realizar obras y servicios dc bienestar colectivo, proteger a la sociedad contra agresiones extraterritoriales, etc. Hayek establece. por el contrario, una identidad entre intervención estatal y planificación. El rechaza la planificación económica y social guiado por el supuesto de que la planificación requiere un conocimiento ilimitado y que tal conocimiento es imposible de alcanzar para el hombre. Pero no solo esto. También considera que cualquier intento orientado en este sentido arrastra a la sociedad al caos y a la tiranía. un caos que es conceptualizado como la muerte social. Se trataría de una sociedad -como dice Hinkelammert donde no vale la pena vivir, es decir. de una sociedad carente del valor más preciado para los pensadores neoliberales: las relaciones mercantiles. Según Hayek, y de aquí proviene el título de una de sus obras más importantes, cualquier intento de planificación es el «Camino a la Servidumbre».

En la perspectiva de Hayek, la planificación conduce a la tiranía porque cualquier esfuerzo en este sentido requiere la concentración de una gran cantidad de conocimientos en una institución o algunas personas. lo que representa paralelamente su incremento de poder. El poder concentrado y en permanente crecimiento es, según nuestro autor, una invitación a la tiranía. Aquí surge una paradoja en el pensamiento neoliberal: por una parte, la concentración del conocimien­to. como en el caso de las economías planificadas, conduce a la tiranía; por otra, en el caso del mercado, el sometimiento del hombre a este saber superior y supremo conduce a la libertad.

Popper, a su vez, distingue dos tipos de intervencionismo: el que denomina «totalitario» y aquel orientado a salvaguardar la libertad individual. El llamado «totalitario» se caracteriza porque tiende a eliminar la libertad individual y progresivamente desarrolla los poderes estatales; en cambio, el intervencionismo «no totalitario» (Popper no se refiere a él con una denominación específica) está abocado a constituir un contrapeso al poder económico preservando las libertades individuales. No desarrolla el poder del Estado ni el del estrato de funcionarios que lo acompaña. Se trata, en definitiva, de un intervencionismo esporádico y coyuntural. El Estado nunca es un actor importante en el mercado, simplemente interviene cuando hay que realizar algunos ajustes en su funcionamiento8..

Tanto Hayek como Popper reducen los ámbitos de la intervención estatal en relación a las orientaciones del liberalismo clásico. Por otra parte, si bien Hayek parecería mucho más radi­cal negando cualquier intervención estatal, en tanto que Popper postula un intervencionismo «mínimo» flexibilizando su position, nos parece que las coincidencias entre ambos autores sobre esta temática son mucho más fuertes que sus discrepancias.

Uno de los temas, relacionado con el intervencionismo estatal y que preocupa a los pensadores neoliberales, es el de la justicia distributiva. De principio, Hayek está en contra de la justicia distributiva. Según el, la realidad social es espontanea, es decir, no ha sido creada u organizada por nadie. No tiene sentido entonces afirmar que alguien (Estado. grupo social, etc.) es responsable de la distribución de los recursos. Consiguientemente, el mercado, surgido de la espontaneidad social, no es responsable de nada. El mercado, para Hayek, es un sistema «autorregulado», no es estrictamente natural, tampoco una creación humana. El merca­do es impersonal, anónimo, esto hace que posea la ventaja de que las desigualdades producidas aparezcan como legítimas ante los individuos, es decir, los grupos sociales menos favorecidos no tienen la posibilidad de identificar situaciones, grupos, etc., como causantes de su situación. Ello produce una desorientación cuando en los conflictos sociales se intenta identi­ficar al «enemigo». Nada de esto ocurre cuando el Estado asume un rol protagónico (intervencionista) dentro de la sociedad. En ese caso, las demandas de los ciudadanos se orientan legítimamente al Estado pues este es en realidad el responsable de la orientación de la economía. Pero no solo esto, comienza a generalizarse el paso de grupos a «grupos de presión». El Estado se convierte así en el espacio de disputa de los intereses de los grupos corporativos. Consiguientemente, allí donde el Estado tiene un papel destacado, la sociedad es más proclive a la inestabilidad política.

Otro argumento que esgrime Hayek para oponerse a la justicia distributiva es que, en su opini6n, las leyes deben tener un carácter general. Su orientación debe estar inspirada en la búsqueda de una cada vez mayor libertad individual. Una ley que promueva la libertad de unos cuantos entra en contradicción con los propios principios liberales. Textualmente, menciona: «crea un privilegio en el sentido que asegurara beneficios para algunos a costa de otros de una manera que no puede ser justificada por principios capaces de aplicación general»9.

MERCADO Y POLITICA

Para los pensadores neoliberales, debe darse necesariamente una separación entre economía y política. Partiendo de una crítica a la intervención del gobierno en la economía, consideran que desde la generalización e implantación de los paradigmas keynesianos en las poéticas económicas, comienza a desvirtuarse el sentido de libertad del mercado. La intervención estatal, según estos pensadores, altera la dinámica espontanea que debe primar en el mercado; de esta manera, el mercado deja de ser una fuente de orientación tanto para productores como para consumidores. En consecuencia, la desproporción entre oferta y demanda y, en general, las crisis son moneda corriente en el ámbito económico.

Los neoliberales critican también las características que han asumido las democracias occidentales. Para ellos, el Estado actual es un espacio fuertemente influenciado por intereses corporativos que intentan arrancar del Estado políticas que les favorezcan, quitando de esa manera la orientación universal que debe primar en toda política. Pero no solo esto. La propia lógica electoral, es decir, la necesidad en la que se ven envueltos los políticos de ganar votos hace que incrementen irracionalmente sus ofertas electorales. De ese modo, cuando ejercen la administración del gobierno, se producen enormes déficits fiscales que ocasionan inflación y debilitan la inversión, afectando seriamente la economía productiva. Para los pensadores neoliberales, este es el gran problema de las democracias actuales, por lo cual ellos sugieren una tajante separación entre economía y política. La forma concreta que asume esta separación consiste en limitar constitucionalmente los déficits fiscales y reducir los recursos en manos del gobierno para evitar su incidencia negativa en la economía.

Lo que en definitiva esta detrás de la propuesta neoliberal es el criterio de asignar a la política en general un papel subordinado respecto a la economía. La política deja de ser el lugar de las grandes confrontaciones ideológicas y programáticas donde se decide el destino y la orientación posterior de la comunidad humana. Para los neoliberales, ella simplemente debe ser el garante de las relaciones de mercado. Se establecen también los marcos de legitimidad de la propia acción política: esta es a prior físicamente considerada como deseable si no interviene en el mercado. Como vemos, el neoliberalismo no solo es una política económica sino también una reconfiguración de la propia esencia de la política.

Ahora bien, cuales son las características concretas que asume este postulado teórico sobre la relación mercado-política en el caso de América Latina, a través de las llamadas políticas de ajuste estructural? En primer lugar, asistimos a una reducción del espacio decisional propio de los diferentes gobiernos. Los procesos de internacionalización e integración de la economía, la cada vez más profunda interdependencia económica entre las diferentes regiones del planeta, el crecimiento de la influencia de los llamados agentes internacionales, principalmente económicos y políticos, expresados en una diversidad de organizaciones e instituciones, han hecho que para los gobiernos nacionales en general se presente la disyuntiva entre la integración al sistema económico mundial bajo condiciones dictadas por factores externos o, simplemente, la marginación. La integración por la que ha optado la mayoría de los estados nacionales conlleva, necesariamente en las condiciones actuales, la sumisión de los gobier­nos, en áreas particularmente importantes como la política económica, a organismos interna­cionales10 . Ello, obviamente, va a implicar un déficit de democracia, es decir, una reducción de cuestiones de interés nacional sobre las cuales la población puede decidir. En el caso de América Latina, asistimos a procesos democratizadores donde se puede decidir sobre todo o casi todo, excepto cuestionar la política económica neoliberal. De ese modo, se ha dado lugar a lo que algunos autores han calificado dc "democracia castrada".

Cuando una política económica plantea la reducción de las funciones estatales, la eliminación de las políticas industriales, de subsidios, la reorganización de las políticas sociales, la apertura al mercado internacional, etc. y esta política no entra en la agenda del debate como tema cuya orientación la población debe decidir, obviamente se está dando lugar a una reconfiguración del lugar y el sentido de la política: esta queda arrinconada simplemente a aquellos aspectos o temáticas que no afecten el sentido central del modelo económico. Esta forma que tiene el neoliberalismo de abordar la relación política economía posee grandes ventajas para el modelo. Permite, en primer lugar, que las necesidades de inversión y acumulación no enfrenten en su concreción dificultades surgidas de protestas populares o simple­mente de alternativas construidas democráticamente. Es decir, proporciona al modelo un sis­tema de protección respecto a posibles interferencias. La política queda entonces reducida a un sistema administrativo del modelo económico: el asunto en debate, en las recurrentes elecciones, bajo estas nuevas circunstancias en que grupo político administrara el modelo?11

Hablamos visto que para el neoliberalismo el mercado produce libertad12. Esto es comprensible considerando que el neoliberalismo posee una concepción de libertad restringida exclusivamente a la libertad mercantil. El papel de la democracia consiste simplemente en administrar esa libertad producida por el mercado, es decir, otorga a la democracia un lugar subordinado respecto al mercado. Pero también esta aparece en su sentido instrumental, como un mecanismo de cambio gubernamental; en sí misma, no posee ninguna característica que la haga valiosa para la sociedad. Popper afirma: «La democracia no suministra más que un armazón dentro del cual los ciudadanos pueden actuar de manera más o menos organizada y coherente»13.

Esta perspectiva separa, una vez más, al neoliberalismo del Liberalismo clásico. Para el Liberalismo clásico, el sistema político que permita la plena expresión de los ideales liberales era la democracia y, paralelamente, la democracia requería, como su fundamento económico, del Liberalismo. Esta unidad entre democracia y Liberalismo, producto de un largo proceso histórico, queda disuelta en la doctrina neoliberal. En oposición a esta idea de democracia, el neoliberalismo construye el concepto de «democracia protegida» y la tesis de su gobernabilidad. Según el, la democracia debe ser protegida de aquellos que, valiéndose de la libertad produci­da por el mercado y que la democracia administra, la utilizan para cuestionar el libre funcionamiento del mercado: en este sentido, la democracia aparece como un sistema fuertemente excluyente y autoritario. Se concibe su «gobernabilidad» como el control de los opositores a la libertad de mercado.

PALABRAS FINALES

Se ha intentado reflejar, a partir de estas notas preliminares, algunas características que parecen centrales para una comprensión general del neoliberalismo. La incidencia en temáticas no-económicas ha tenido la intención de desvirtuar algunas perspectivas que lo consideran simplemente como un modelo económico. A partir del análisis de su idea de hombre, sociedad, mercado, Estado, política y democracia, podemos concluir que el neoliberalismo es un gigantesco discurso de defensa de la propiedad privada y del sistema capitalista, que contiene profundas raíces autoritarias. Es la forma moderna en que se intenta legitimar las desigualdades sociales. Un llamado a la pasividad y a la sumisión, paradójicamente, a nombre de la libertad.

 

Notas

* Docente e investigador de la Carrera de Sociología UMSA.

1. Una sugestiva aproximación a la perdida de sentido entre los principios neoliberales y su aplicación práctica, en el caso de los países andinos, es el texto de Catherine Conaghan. "Business an the Boys: The Politics of Neoliberalism in the Central Andes», Latin American Research Review, vol. 15, N* 2 (1990): 3-30.

2. K. Popper y otros. A la búsqueda dc sentido (entrevistas). Edit. Sígueme. Salamanca. 1976. pag. 50.

3.  Según J. Locke, por ejemplo. todo hombre posee dentro de sí la propiedad y que gracias al trabajo, como desgaste de energía, se objetiviza en cosas materiales. Segundo Tratado sobre el Gobiemo Civil. Ediciones Orbis. España. 1983. cap. V

4.  K. Popper. La sociedad abierta y sus enemigos Ed. Pidos. Madrid, 1981. pag 171.

5.  M. Horkheimer. «Ascenso y ocaso del individuo*. en: Critica a la razón instrumental. Edit. Sur, Buenos Aires, 1969.

6. Obviamente. esta perspectiva en Popper esta en contradicción con su idea de la inexistencia de las leyes históricas esbozada en su texto Miseria del Historicismo. Para una crítica de la idea popperiana de la historia. véase Felix Schuster, «El significado de la historia en: Felix Schuster (comp). Poppery las Ciencias Sociales Centre editor de América Latina, Buenos Aires, 1992.

7. Berlín. Cuatro ensayos sobre la libertad Alianza Editorial. 1988.

8. F. Hayek. Los fundamentos desde la libertad. Unión Editorial. Madrid. 1965. pág. 19.

9. F. Heyek. Legislación v Libertad. Unión Editorial. Madrid. 1978. pag. 129.

10. Esta «sumisión» no afecta de manera homogénea a toda la sociedad Existen sectores fuertemente beneficiados por esta situación, particularmente la gran empresa privada. De otra manera. resultaría imposible explicar la gran receptividad que ha encontrado el modelo neoliberal en algunos sectores muy influyentes de nuestra sociedad.

11.Algunos «analistas» políticos han pretendido ver en las reformas legales-institucionales. Ilame.se Ley de Partidos, reformas constitucionales. etc., mecanismos que permiten hacer a esta democracia más democrática. olvidando o pretendiendo ignorar el proceso más general y global de la redefinición del lugar de la misma política dentro del actual proceso re democratizador. En este sentido. es iluminadora la perspectiva de M. Weber en sus artículos escritos en el Frankfurter Zeitung en 1917, donde afirma que mejoras institucionales en el sistema democrático. aunque incrementen los niveles de participación. no producen necesariamente una democracia más social si la esfera decisional queda sometida a un cuerpo de funcionarios especializados (burocracia).

12. Seguimos los aportes críticos de F. Hinkelanimerten Teología del Mercado Total. Hisbol, 1992.

13. K.Popper, El desarrollo del conocimiento científico. Conjeturas y Refutaciones. Edit. Paidos, Buenos Aires, 1967, pag. 114.

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