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Temas Sociales

versión impresa ISSN 0040-2915versión On-line ISSN 2413-5720

Temas Sociales  no.17 La Paz dic. 1993

 

ARTICULO

 

BOLIVIA: ESTRUCTURA Y SENTIDO DE UNA NACIÓN

 

 

Marcos Domich

 

 


 

Para definir a Bolivia, tanto por su estructura social como por su composición nacional étnica, se requieren algunos ajustes terminológicos. No hay ni precisión ni nomenclatura única que contribuya a un manejo, de por sí difícil, de categorías sociales y etnográficas complejas que incluyen elementos históricos, sociopsicológicos, filológicos, políticos y económicos. Tal en particular el concepto de NACION BOLIVIANA hasta hace poco tiempo uno de los más utilizados y hoy con alguna frecuencia, reemplazado por uno que aparentemente es sinónimo: EL ESTADO-NACIÓN BOLIVIA.

En la historiografía del país ha tenido un largo despliegue la noción de que en 1825 había nacido una nación, aunque el término mismo como tal era escasamente utilizado. En aquel período, de la emergencia de nuevos países, en el Continente Americano, se hablaba con mayor frecuencia de "patria", "patriotismo" y la patria era "americana", al igual que sus patriotas. De alguna manera de esa época data, en Bolivia, una fusión conceptual de "patria-nación" y "patriotismo-nacionalismo". En esas condiciones más que conceptos o categorías ideopolíticas los mencionados vocablos eran un "lenguaje lírico" (Ü) impulsado por la emoción, penetrado de connotaciones afectivas, de componentes de adhesión e identidad psicológica.

En este nivel, esencialmente afectivo, Patria era lo mismo que Nación y no requería mayores precisiones; el que se consideraba patriota era, simultáneamente, amante de su nacionalidad. Sin embargo, aún no se extendió el uso del vocablo "nacionalismo"; ello sucede con mayor frecuencia en las primeras décadas de este siglo y siempre de la manera ambigua, sinonímica que hemos apuntado, hasta que el marxismo, en particular, señalara la esencia burguesa de clase que se había desnudado paulatinamente, respecto de este vocablo, en Europa. El carácter clasista del término es también otro rasgo históricamente adquirido pues al recordarlo en su etimología NACIÓN, la NATIO latina, no tiene otro valor semántico que el de tribu o pueblo. Es, por supuesto, uno de los vocablos que más derivaciones ha tenido tratándose de esta temática; pero ello es explicable por la fuerza ideológica que ha adquirido; lo que no es de ninguna manera extraño si se ha de recordar que forma parte de la ideología de la clase ascendiente, y luego dominante, que la impone a toda la sociedad. Napoleón, en su nacionalismo paneuropeo, lo había visto con entera claridad: "Pensamiento y sentimiento (es el) aglutinante infalible de la concentración humana." (1)

Otras categorías próximas al concepto de nación son los de raza y étnia cuyos fundamentos biológicos (hereditario-genéticos), aunque saltan a la vista no siempre provocan un esfuerzo de comprensión de su presencia y sí, más bien, disposiciones (inconscientes y catatímicas) tanto favorables como desfavorables, de distancia o aproximación y de rechazo o adhesión. Sobre este aspecto, tampoco había ni hay alguna precisión; se hablaba y se habla de la "raza mancillada u oprimida", en alusión a la población aborigen. Y aquí hay hasta una situación paradojal: Quienes lo hacían, en los albores republicanos, no eran precisamente las víctimas de lo que ya se insinuaba como actitudes y predisposiciones etnocentristas. Con mayor frecuencia la proclama reivindicatoria, de los hombres y pueblos originarios procedía, en esos momentos, de criollos o mestizos (de cierto status social), o de ambos a la vez, aliados en la brega contra sus ascendientes de ultramar.

Otras categorías utilizadas con alguna frecuencia son las de nacionalidad, etnos, etnia, tribu, clan y, simplemente, pueblo (2). Esta última no es, sino el equivalente castellano del etnós griego. Las infinitas complejidades del origen de los vocablos, de su desarrollo y sus cambios semánticos y fonológicos en el curso de los tiempos tiene, acaso por ello mismo, mucho que ver con los problemas de la autoidentidad y los sentimientos de diferencias, de igualdad y proximidad entre distintos conglomerados humanos. Es la experiencia peculiar y las condiciones de vida de los individuos concretos y, de una manera menos empírica, el análisis unilateralizado de un aspecto o faceta de las complejas categorías antes mencionadas el que ha conducido con mucha facilidad a entender los fenómenos y los procesos nacional-étnicos de una manera también unilateral (unidimensional), o más frecuentemente llamada reduccionista en la teoría política y diagnosticada de prejuiciada por la psicología social.

En efecto, unos ven, en la estructura de un "Estado nacional" contemporáneo, exclusivamente a las clases sociales e ignoran por completo las diferencias étnicas, lingüísticas y culturales que pudieran existir. En el caso de Boli via, cuando se parte de esta posición, se habla de la "nación boliviana", de la "bolivianidad", etc. sin reconocer ningún tipo de diferencias entre sus componentes humanos como si, en efecto, el conglomerado de hombres bolivianos fuera homogéneo. Esta posición es muy frecuente en la "burguesía boliviana", criollo-mestiza e hispanoparlante; precisamente la que cree que con el Acta de la Independencia se dio súbitamente el nacimiento de una nación en la cual teóricamente todos son iguales y deben someterse a lo que establecen, en su "Estado nacional". las leyes por ellos mismos dictadas. Parte del supuesto de que sus paisanos, "distintos" étnicamente hablando, los "otros" bolivianos, se han asimilado plenamente a la "nación" que han creado y no tienen ninguna reivindicación extra como tales, como bolivianos. Lo objetivo es que hay una "idea nacional", aunque no hay realismo ni objetividad nacional-étnica. La nación es una idea "autista", referida a sí mismos con exclusividad.

La otra posición, radicalmente antagónica a la anterior, generalmente tiende a ignorar las diferencias sociales y económicas y ve exclusivamente los matices de la piel, las diferencias somáticas o morfológicas, lingüísticas y culturales. Desde la creación de la república han sido sus pueblos los que han continuado sufriendo discriminación, despojo y explotación; sus teóricos se sienten los albaceas "únicos" de la postergación y la opresión colonial hispana; los "otros", sus coterráneos blancos y sus medio hermanos mestizos, habrían alcanzado la libertad nacional y la soberanía. En esta percepción sí tiene una validez relativa la conclusión de que "las clases, en Bolivia, tienen color". Obviamente se ha dado una selección social, históricamente arreglada, que ha coincidido con diferencias naturales, dándose una suerte de "afinidad clasista" por tal o cual matiz. Aunque durante el último período ha tenido lugar un intenso proceso de transculturación que ha hecho, sobre todo de los mestizos, un terreno extraordinariamente fértil al surgimiento de una cultura sincrética boliviana, las diferencias persisten en diversos planos y sobre todo en el social y económico. Este último es una suerte de "ello motivacional" de sus posturas y objetivos reivindicativos no siempre reconocido a nivel conciencial por sus propios portadores. Son los que proyectando o reprimiendo, a la manera freudiana, sus propias pulsiones sociales y económicas acusan a los anteriores-ignorando la caracterización de clase y utilizando ex-profeso unas sui generis categorías "mestizas" - de "grupos etnoeconómicos recién llegados" (3). Son los "nacionalistas sin Estado", con "idea nacional" pero, por su estado de frustración nacional, obsedidos en la búsqueda de un "Estado genuino y homogéneo", pero en verdad desfasado de la realidad plasmada por los componentes de la multiplicidad estatal existente.

Aludiendo al mestizaje boliviano decía alguna vez Zavaleta, con una de sus rotundas frases, que: "nadie sabe, en Bolivia, dónde comienza y dónde termina el color de una piel". Algo semejante sucede, en el fondo, con las posiciones analizadas: forman una inextricable trama que hace de ellas un "continuum nacionalista". Sus cabos, opuestos formalmente, poseen una sola esencia de clase en la que no hay diferencias ni en su evolución histórica ni en su forma: Los teóricos del nacionalismo blanco o blancoide negaban tercamente la existencia de una burguesía boliviana. Ante la obvia interrogante acerca de quién explotaba al proletariado y a otros trabajadores hablaban de una suerte de fantasmagoría oligárquica que había perdido su condición nacional por su escapismo y su conexión con el imperialismo, convirtiéndose por ello en una "anti-nación" o "anti-Patria", como prefería preteritamente la burguesía movimientista.

Medio siglo después, los renovados cuadros del doctrinarismo nacionalburgués indianista, hablan también de una oligarquía que no saben definir ni por su estructura económica y social ni por su posición política; en realidad etiquetan de "oligarquía" a cualquiera de los "recién llegados" o de los "otros". También coinciden, con los anteriores, en negar que dentro de sus filas existan burgueses; no caben "burgueses morenos" entre las categorías de su "pensamiento originario"; por fuerza deben ser "q'aras" (4) o recién venidos. El "continuum nacionalista burgués" les une también en un cierto tercerismo, tanto anticomunista y velado al comienzo y más explícito después, como en un anticapitalismo y antimperialismo cuya consecuencia es siempre una incógnita a despejar con el decurso de la historia. Es por aquel"tercerismo" que las dos posiciones, no es extraño, estén unidas en el no reconocimiento de la existencia de posiciones de izquierda o derecha, de posiciones revolucionarias y reaccionarias. Por el contrario les gusta decir, a ambas, que estas tendencias "dividen" a lo que consideran su base social.

A las dos corrientes ya examinadas hay que agregar aquella - la sustentada en lo fundamental por los marxistas primero, y, luego, a los cristianos socialistas (5) - que fue la que inició el tratamiento científico e integral del problema nacional-étnico en Bolivia. Para éstos, el estudio y la solución del asunto, debe partir de un primer postulado universal irrecusable: la unidad biológica de la especie humana y, ergo: la igualdad "natural" de todos los hombres que se encuentran en el territorio de lo que hoy es Bolivia. Lo que ha marcado diferencias y establecido desigualdades, en el seno de este conglomerado humano, refleja la acción de un inevitable movimiento histórico y social que ha delimitado a los hombres en nacionalidades o étnias y, por tanto, asumen todas las distancias y proximidades resultantes de aquellos distingos culturales, lingüísticos y hasta naturales. En segundo lugar, pero simultáneamente, ven - y no lo ignoran ni por un instante como el eje de la coyuntura histórica actual - el producto moderno más neto de la evolución del hombre boliviano como ente social: las diferencias sociales determinadas por la pertenencia o la adscripción de las personas a una u otra clase social.

Es hora de intentar, aunque sea muy esquemáticamente, transmitir una comprensión nuestra de lo que significan por lo menos dos de las categorías antes mencionadas:

Está en primer término la categoría de NACIONALIDAD. Nos abocamos directamente a definirla dando por sentado que es una forma de agrupación humana que ha sido precedida de otras más elementales como la tribu. Nacionalidad se refiere sin duda a una comunidad de hombres asentada sobre un territorio y poseedora de una lengua; el conglomerado muestra el predominio de ciertos "rasgos raciales" característicos (biotipo genéticamente dado: matiz de la piel, color y forma del cabello, facies [forma de la cara, ojos, nariz y labios], constitución, etc.). Esta comunidad producía, lo necesario para subsistir, habitualmente de una manera y bajo una forma de relaciones de producción que determinan un tipo de economía; esta puede cambiar completamente en el curso de la historia, pero sus formas "tradicionales" mantienen cierto peso en la "percepción o conducta económica" de sus integrantes hasta en los tiempos más recientes. Finalmente están los "rasgos" del ámbito espiritual que incluyen todos los elementos de la cultura (religión, arte, danza, música, vivienda, vestido, culinaria) y los psicosociales (rasgos del carácter y el temperamento y, por supuesto, la personalidad).

La formación de la NACION, en pocas palabras, suma a los elementos mencionados, componentes de la nacionalidad, dos aspectos: la asunción o, si se prefiere, la conformación superestructura} que esel Estado y laconquista del mercado dentro de definidos límites territoriales fijados, precisamente, por el Estado. Esto no implica que no hubieron Estados, con definidos rasgos "nacionales", anteriores al capitalismo que es el progenitor de las naciones en el sentido moderno de esta categoría. El marxismo no establece ninguna división tajante entre el surgimiento de las nacionalidades, su desarrollo histórico, la adquisición de una conciencia nacional y finalmente la consolidación de la nación en los términos contemporáneos. Hay que subrayar que la nación no es un "fenómeno natural" (aunque sus integrantes no son espíritus etéreos, sino hombres con corporeidad) es, ante todo una categoría histórica que corresponde a un determinado grado del progreso social (6). Es tal vez uno de los casos más típicos de la necesaria correspondencia entre base y superestructura.

Los componentes más intrínsecos del SER SOCIAL, que dan la base para el establecimiento de las naciones, han sido objeto de exhaustivos análisis y desarrollos en particular en la literatura marxista (sobre todo europea [7]) y no queremos repetirla, para no incurrir en meros traspaleos de ejemplos y evoluciones que aunque, presumimos, se confirmarían en nuestro país - al tratarse de procesos gobernados por leyes de la evolución social universal - no contribuirán de inmediato a explicar las especificidades nuestras que es lo que, en última instancia, interesa. Y nos interesan desde un ángulo peculiar, poco examinado como es el de la "idea nacional", la "ideología nacional", los "sentimientos nacionales", etcétera. Estas categorías de orden subjetivo, psicológico, conciencial, una vez plasmadas se independizan de los factores materiales-objetivos que las originaron. Adquieren, pues, valor, mecanismos y desarrollo propios y, en el período histórico actual, tienen que ver con la perspectiva "nacional boliviana" adquiriendo un enorme peso específico en la conducta de la gente y las masas.

En concordancia con lo dicho anteriormente nos preocupa remarcar, en este parágrafo, que, como un elemento objetivo, el territorio, LA TIERRA, EL PAIS juegan un papel de primerísima importancia, como determinante en la formación de la identidad y la autoidentidad de los conglomerados nacionales. Tal vez la percepción de aquello que ya Tamayo señalara, muy intuitivamente por cierto, como el HUMUS-HOMO hace que algunos autores, incluyendo a marxistas, no acepten, sobre todo para América Latina, el concepto de "simple" nacionalidad y hablen directamente de nación o nación preexistente (al capitalismo) precisamente para subrayar un aspecto, si no intemporal, anacrónico, principal y que denota cierto matiz de exclusividad y fuerza inmanente mayor que la de los condicionamientos socioeconómicos.

En el desarrollo de la personalidad, está claro, el reflejo psicogenéticamente más primitivo (8) y por tanto básico para reflejos más complejos, es el reflejo sensoperceptivo, que elaboran el individuo y la colectividad, a partir de su contacto con la naturaleza (el ecosistema y el micromedio inmediatos); es de aquí de dónde nace el llamado "amor al terruño". Los condicionamientos de orden social (políticos, socioeconómicos), en la formación de los elementos psicológicos como son la identidad y la autoidentidad nacional-étnica, se dan en el proceso del reflejo social. Este la forma más elevada de la conciencia social, ubicado en su nivel teórico - es, indudablemente, de mayor determinismo en las sociedades contemporáneas que en las primitivas donde apenas se puede hablar de una conciencia colectiva sincrética. Si los "condicionamientos sociales" no son observados ni percibidos de inmediato es por el conjunto de "mediaciones", por la propia complejidad de los procesos sociales y porque la conciencia rutinaria, a la vez que instancia ineludible en el reflejo de la realidad, es un obstáculo para llegar a los niveles más altos y penetrar en la esencia de los fenómenos. De todos modos, para nosotros, el peso del ser social mismo - en la acepción de Marx y Engels de la "Ideología Alemana" (9) - con sus elementos troncales: economía y sociedad, es mayor que la apercepción de un elemento aislado que, de otra parte, integra inobjetablemente aquel ser del que hablamos; sólo que no como una fuerza que se expresa con denotaciones míticas, sino como una objetividad que engendra subjetividades.

En la formación denominada nación subsisten los elementos antes registrados en la categoría nacionalidad - de la lengua y la cultura, aunque aquí ésta última rebasa ya los límites del folklore y se puede hablar de la existencia de una literatura. También en el ámbito de su psicología es pertinente hablar de una acentuación de determinados rasgos diferenciadores que contribuyen a la configuración de ciertos perfiles propios o genuinos. Son estos últimos los que permiten la formación de ESTEREOTIPOS NACIONALES (10) que refuerzan aquellos perfiles haciendo "identificables" a los individuos de unas naciones. Ultimamente se ha aportado con los conceptos de "nación en si" asimilándolo al de étnia o nacionalidad (grupo humano asentado sobre un territorio, con una lengua, cierta uniformidad somática y cultura) y el de la "nación para sí" que se la entiende como a la nación que "existe" sostenida por quienes se identifican con ella inspirados por la idea nacional ("voluntad grupal de autoidentificarse y ser reconocidos como tales y voluntad política e ideológica") y en busca de afirmación propia y estatalidad (11).

Es necesaria una advertencia al observar a una nación, cualesquiera que sean el grado de cohesión o madurez alcanzado: No hay que pensar en un cuadro prosaico y monocolor. A veces - inclusive dentro de una nación "homogénea" - hay que prepararse para aprehender un cuadro de matices muy variopinto. Los estereotipos y otras representaciones colectivas refuerzan, asimismo, la capacidad de distinguirlos de otros y, proceso de intemalización mediante, "sentirse distintos". En la dialéctica de este complejo desarrollo nos hemos acercado a una sólida formación que en la psicología social ya hace algunos años se ha descrito como la formación del NOSOTROS y su "opuesto penetrante", el ELLOS, sin el cual es imposible la existencia del primero. (12)

Un papel relevante, de primer orden, juega en esto la lengua y particularmente el habla. Los modismos, los giros regionales y hasta simplemente el llamado acento son los elementos fundamentales de la identidad y de la autoidentidad. La lengua, el nombre de la lengua y el nombre del pueblo (o nación) son formaciones sociopsicológicas que adquieren un valor profundo y determinante en el proceso de consolidación y diferenciación. Así como en la biología es imbatible el aforismo de que los animales son, en suma, lo que comen, los individuos, los pueblos son, psicológicamente, lo que hablan. Naturalmente que esto tiene límites y excepciones. Hay pueblos que hablan una sola lengua como Luxemburgo y Austria y sin embargo se reputan "naciones" distintas. Los irlandeses casi han olvidado el gaélico y hablan inglés pero no se sientes británicos; por último los judíos hablan diversos idiomas, empero se sienten un solo pueblo; igual que los chinos del norte y del sur que no se entienden entre ellos por las diferencias de lenguaje y tono regionales y, sin embargo, se sienten "chinos jan" y se identifican, norteños y sureños, como un solo etnos gracias a su alfabeto ideográfico.

Como se sabe la lengua es tan antigua como la conciencia y como decía Marx "es la conciencia práctica existente para los otros hombres y por ello mismo existente también para mí " (13), nacida de la imperiosa necesidad de comunicarse. En efecto, en la antropogénesis, es la relación interhumana, interindividual, la esencia última del proceso y la relación (comunicación), es impensable sin el lenguaje, a su turno, portador material de la conciencia. Esto se extiende sin duda a la autoconciencia, al yo individual y colectivamente al nosotros. Nosotros implica sentirse hombres y personas colectivamente y en ello el rol de los vocablos como hombre y su conexión con la lengua propia y su designación es indiscutible.

El vocablo HOMO tiene que ver con HUMANIDAD, GENTE, GENS, etc. y refleja una autopercepción general, casi universal de los pueblos y de los hombres concretos para referirse a sí mismos y que sirve para marcar la diferencia con otros hombres. Muchos pueblos se llaman: EL HOMBRE; en sus respectivas lenguas se consideran a sí mismos los únicos hombres, por lo menos los que están convencidos que llevan tal apelativo legítimamente; acaso dado por Dios y que sobre todo subraya su diferencia con el mundo animal. En varias lenguas nativas nuestras tenemos pruebas de ello: vgr. en AVA este término es al mismo tiempo lengua y hombre. Si esta identificación alude al género humano el asignar a su propia lengua el carácter de exclusividad de lengua humana, en Los Andes esta es una realidad palpable. Ser la suya propia la lengua del hombre, con ese matiz de exclusividad, se percibe en que, tanto el qheshwa (o quíchua) como el aymara, son El RUNA SIMI Y EL JAQI ARU respectivamente.

Dentro de las funciones de la lengua hemos tomado sólo una, la comunicativa, y ni siquiera la hemos desarrollado en todos sus alcances. Pero nuestro propósito era remarcar su papel en los mecanismos de la autoidentidad y la identidad nacional-étnica. A lo que hace en la formación y el desarrollo del Estado nacional, sobre todo concebi~o en términos contemporáneos, tiene que pensarse en otras funciones más integradoras y más amplias y profundas a la vez. El lenguaje es también una forma de existencia de la experiencia histórico-social del hombre, de la humanidad. La categoría experiencia, tal como la hemos definido implica actividad, en sus diversas formas, entre ellas la actividad laboral y por ello mismo también implica conocimiento. No nos ocuparemos de la función cognoscitiva, terriblemente complicada, pero no podemos eludir en el marco de este ensayo la función de comunicación, de trato entre los hombres y que se da en el mercado, espacio de la economía que no funciona sin lo que se llama LINGUA FRANCA, es decir el lenguaje o el habla que sirve para la actividad más importante que se da en la sociedad civil: el trato, el contrato, el intercambio, la compra y la venta de lo que produce el trabajo social y sin lo cual es inimagible vivir.

"Bolivia es un país capitalista, atrasado y dependiente", reza la definición menos cuestionada como determinación socioeconómica y política. Pero todavía hay muchos cuestionamientos y muy mala comprensión respecto de la segunda parte de la determinación de lo que es Bolivia. Menos mal una buena parte, que muy rápidamente se ha convertido en gran mayoría, reconoce en la propia Bolivia, que ésta es un país multinacional-étnico, plurilingüe y pluricultural. Es por tanto la de hora de volcar nuestra mirada a lo que sucede en las sociedades diglósicas o poliglósicas, dejando para otra oportunidad el tercer elemento de la definición. En nuestro país, en el que se hablan castellano, kheswa, aymara, guaraní, mojeño, chiquitano, chacobo, puquina y muchas otras lenguas más, enriquecidas por decenas de dialectos y variedades locales, (14) ¿cómo se da la lingua franca que posibilite la conquista del mercado interno y por tanto la formación de la nación?

El rol de la lengua es, en esencia, contribuir a la comunicación dentro del grupo humano que la domina y con ello proporcionar el sistema de identificación y cohesión grupal. Se presenta, aquí por lo tanto, como el medio fundamental para delimitar e identificar a los grupos nacional-étnicos existentes. ¿Qué cuadro nos dibuja la presencia de diversas lenguas en nuestros país? Probablemente el censo realizado en junio de 1992 nos dé precisiones mayores aunque persistirán grandes zonas oscuras. "A ojo de buen cubero" (15) se podría afirmar que en Bolivia el grupo nacional étnico denominado mestizo-criollo, hispanoparlante es de aproximadamente un 52% (+-5%) del total de la población boliviana; el grupo keshua aproximadamente un 20% (+- 3%); el grupo aymara un 13 +- 3%) del total. Un restante 15% incluiría a otros emigrantes europeos y asiáticos, a etnos y tribus de menor cuantía (sobre todo el grupo guaranítico y moxeño del oriente y la cuenca del Amazonas), y hasta es probable que en parte estuviera integrado por gente de los grupos originarios que por alguna razón "escapan" a los porcentajes antes señalados (16). Un cálculo más preciso debiera incluir hasta el estudio de los perfiles inmunológicos y los grupos sanguíneos, si de alguna manera se quiere satisfacer las exigencias, de otra parte insostenibles, de los que demandan purezas hoy imposibles (17).

Algunos autores proponen hablar de la "nación andina", la misma que tendría dos lenguas y alcanzaría a algo más de 40% de la población boliviana. Por los estereotipos de la historia, serían los genuinamente "indios" de Bolivia. La idea no es del todo extraña a procesos étnicos que se dan en otros países. Estos tienen dos variantes: de consolidación interétnica y de consolidación intraétnica. Particularmente en el Africa se mencionan el surgimiento de nuevas comunidades étnicas: En Nigeria la étnia ibo con más de 13 millones de personas; en Kenia el pueblo nilótico luhya (2,2 millones); y en Tanzania los nyamwezis (3,7 millones). No tenemos aún datos del papel jugado por las lenguas en este proceso, pero se sabe que el suaheli (swahili) se ha difundido notablemente en varios países de Africa Occidental (que incluyen a Tanzania y Kenia [18]). En la etapa actual se puede concluir diciendo que los procesos étnicos continúan transcurriendo bajo la característica del movimiento contradictorio. De una parte la afirmación de los pueblos (el motores la idea nacional) pero de otro buscando en determinados marcos, dados por las Estados nacionales, de homogeneización y aproximamien tos que tienden a establecer nuevas naciones. En el primer caso existe el peligro de que la afirmación de la identidad lleve a procesos aislacionistas (incluido el secesionismo) o por lo menos de manifestación de discordias y roces interétnicos. Es la tendencia inspirada en los propósitos de la ideología burguesa de los albores del auge nacional pero hoy francamente conservadora y retardataria. Los procesos de disgregación estatal de europa (Yugoslavia, Checoslovaquia, la URSS) confirman con el retroceso hacia el capitalismo este aserto. La práctica histórica demuestra que las tendencias pacíficas futuristas bajo una inspiración huma-nista democrática y socialista resultan más congruentes con los objetivos de una humanidad liberada de concepciones de exclusividad nacional y cargada de prejuicios etnocentristas y racistas.

La lengua se convierte, pues, en el dato "externo" relativamente más importante. A todo lo anterior hay que agregar un dato de primera importancia, cerca del 70% de la población total boliviana habla el castellano y más de 50% es bilingüe. Los estudios sociolingüísticos más recientes tienden a confirmar lo que hace tiempo se sabía de las sociedades diglósicas y sobre todo donde la diglosia es producto de la llegada de un idioma (de un código) nuevo y generalmente impuesto como ha sucedido en nuestro país con el castellano respecto del aymara y el kheshwa, para hablar sólo de Jos dos idiomas originarios más extendidos. En el mercado y en la relación oficial se establece, indefectiblemente, un código E (E de élite, propone Robcrt Serpcll, de Zambia [19]) que, finalmente es aceptado; hay la "asimilación espontánea o pasiva" por la nacionalidad originaria para aquel trato ineluctable, pues la sociedad colonial o independiente tiene q ue seg uir produciendo, tratando y contratando. ¿Qué ocurre con la lengua original? No desaparece, se convierte en un Código B, coloquial, no "invade" la esfera oficial pero se mantiene firme, aunque nunca "puro", para la relación familiar, la literatura "folklórica", la actividad lúdicra, amativa y centenares de otros momentos de la cotidianeidad. Estudios realizados en Nairobi, donde se hablan el inglés, el kikuyu, el luo y el swahili (o suaheli; Nairobi tiene más de un millón cien mil h.) la gente puede empezar una relación de compra por ejm. en inglés y concluirla sobre otros temas en swahili. En otra ocasión puede suceder a la inversa, lo que demuestra que cuando una persona maneja más de un código pasa de uno a otro con extraordinaria versatilidad. Lo que parece determinar el uso concreto de uno u otro código es la circunstancia, el momento concreto y la esfera específica de la relación.

Otros estudios, en países como el nuestro multinacionales y plurilingües, señalan la presencia de otros fenómenos. Por ej. en Lusaka en el empleo urbano del nyanja hay un continuo que va desde "el paso de un código a otro, hasta la interferencia sintáctica o fonológica" Por ejm. GALIMOTO (automóvil) viene de MOTOCAR (inglés) y FOSHOLO proviene de SHOVEL (pala en inglés). Lo más útil de todo esto es que los estudios realizados en Asia y Africa, donde hace tiempo comprendieron la realidad de las sociedades heterogéneas - o como se dice: con muchos elementos nacionales alógenos - es que la educación debe tender a prolongar el valor del lenguaje materno (en lo que significa una ineludible aculturación y toma de valores afectivos) a la escuela y a la toma de los nuevos códigos a partir de los antiguos, evitando las distorsiones y tropiezos de la enseñanza sobre todo básica, en un código distinto del "vernáculo".

En el contacto entre hombres distintos lo primero que sucede es una rápida alteración, en el sentido de enriquecimiento, del léxico. Ello sucede en ambas otra lenguas. Colón, a los 14 días de su desembarco en Santo Domingo, utilizó la palabra canoa, a falta de otra española mejor, para describir operaciones de navegación (20). No todo transcurre con la violencia turca, antigua y contemporánea, de penar con la muerte el uso del idioma nativo, como les sucedió "legalmente" a los curdos de Turquía hasta hace un año. Es inconsistente la tendencia a imaginarse que los procesos de asimilación lingüística son necesariamente traumáticos o crean dificultades insalvables en los procesos de aprendizaje.

En Bolivia tenemos que comenzar a estudiar este complejísimo asunto. Por ejm. si hay diez personas en Bolivia que saben como se dice espermatozoide en kheswa (quñu, wawsa). Y es completamente dudoso que tuvieramos que enseñarles ese término a los niños de las escuelas rurales de Cochabamba o Potosí. Ahondaríamos su problema del uso fluido de códigos cuando todos los idiomas del mundo (entre ellos las llamadas "lenguas modernas o cultas" como el inglés o el ruso para dar una referencia) han tomado el término de las viejas raíces griegas y no tienen dificultad en derivar de ese término cerca de sesenta palabras de uso corriente en la literatura médica.

Este es el intríngulis de la cuestion educacional y que hasta ahora está solo en planteamientos y en planes cuyo valor habrá que probar en la práctica. Lo que parece inevitable es que la enseñanza deberá ser voluntariamente bilingüe y hay que hacer esfuerzos muy grandes por hacer popular esta idea que tiene resistencias obvias procedentes de un pasado muy duro y cruel respecto de lo que sufrieron nuestras culturas, idiomas y gentes originarias. En todo caso hay que evitar cualquier exacerbación de exclusivismos o particularismos que fácilmente llevan a los roces etnocentristas y a veces hasta racistas.

La clave de todo esto parece radicar en una sola comprensión: que en 167 años de vida republicana ha surgido una comunidad humana, históricamente formada y aún muy lejos de la homogeneidad nacional-étnica, cuyo patrimonio va desde lo genético, pasando por la memoria y la historia hasta lantanos ideales o mitos, como ahora algunos prefieren, y que es el pueblo boliviano multinacional-étnico, plurilingüe y pluricultural, pero único en su destino.

 

BIBLIOGRAFIA CITADA

0) Cfr.: Vigotski, A. Pensamiento y lenguaje. Ed. "Lautaro", Buenos Aires. 1965.        [ Links ]

1) Cfr.: Kohn, Hans. El nacionalismo. Ed. Paidós", Buenos Aires. 1966, p. 174.        [ Links ]

2 ) Se debe a Julián Bromlei, etno-antropólogo soviético, uno de los más elaborados intentos de la construcción de un aparato categorial y conceptual de la etnología (Etnología teórica, Ed. Política, La Habana, 1976.) En su trabajo "Los procesos étnicos en el mundo actual" (Rev. Ciencias Sociales, AC-URSS, N9 2, Moscú, 1983) demuestra que las llamadas formaciones étnicas (históricamente constituidas): (tribu, étnia, nación, nacionalidad, grupo étnico, etc.) "según los cálculos más modestos, la humanidad contemporánea, heredó del pasado no menos de 2.000o 3.000 de talescomunidades." Al mismo tiempo que con su intento de sistematización revela la complejidad de tales procesos, ensefia que no puede haber un apego dogmático a una u otra terminología ni que las vías de solución del problema nacional-étnico no serán en base a recetas "universalmente eficaces". En materia de terminología, por algo hay que empezar en Bolivia, proponemos que nación, nación subestatal, nacionalidad, o grupo nacionalétnico, o indígena o pueblo y pueblo originario, sean tratados como sinónimos. Pero para hablar de la gente que habita Bolivia y tiene esta ciudadanía no hay término más adecuado que simplemente "pueblo boliviano", cualquiera que sea su color, su idioma o clase social a la que pertenezca.        [ Links ]

3) Movimiento Katarista de Liberación; Manifiesto del Pachakuti. Agosto de 1992.        [ Links ]

4 ) Voz aymara que alude a los blancos.        [ Links ]

5) Jorge Ovando Sanz (El problema nacional y colonial en Bolivia, con una primera edición en 1956); Arturo Urquidi, (Las comunidades indígenas en Bolivia (1977); Introducción a la sociología, 1984); René Zavaleta (Lo nacional-popular en Bolivia, 1986) son los autores marxistas que se han ocupado del tema. Sin embargo, en la misma corriente de análisis hay que mencionar los aportes de la década del 20 al 40 de J.A. Arze y otros primeros marxistas. El Partido Comunista fue la primera organización política que en su I" Congreso Nacional (1959), planteó la caracterización de Bolivia como "país multinacional y plurilingüe" aunque hay que admitir, para entonces, cierta limitación "culturalista". Su Tesis Política (111 Congreso Extraordinario, 1986) avanzó el planteamiento del reconocimiento de "regiones nacionalmente homogéneas" con autonomía autogestionaria que superan aquella inicial limitación. Posteriormente (1988) el "Proyecto Nacional y Popular" de la Izquierda Unida, adoptó lo medular de aquellos avances. Entre los cristianos socialistas se destacan los planteamientos sintetizados y agrupados por Javier Albó (Por una Bolivia diferente, 1992).        [ Links ]

6 ) El esloveno Kardelj, uno de los teóricos más importantes de la Yugoslavia socialista definía de este modo ese desarrollo histórico: "Mientras esos factores (económicos y políticos) no habían aparecido, la vida social y la conciencia social no pudieron desarrollarse en marcos nacionales, sino que se desarrollaron primeramente en marcos tribales, locales y feudo-provinciales (...) La nación es, pues, una comunidad popular específica, surgida sobre la base de una división social del trabajo en la época del capitalismo, en un territorio compacto, en los marcos de una lengua común y de un parentesco étnico y cultural cercano." Kardelj. Eduard. La nación y el socialismo. Ed. "CAS", Belgrado, 1981, pp 44 y 46-7.        [ Links ]

7) La literatura marxista sobre el tema es vastísima. Además de los escritos de Marx, Engels y Lenin (en muchísimas ediciones) recomendamos una actualización de las ideas centrales "marxengelsianas" por Ignacio Mendoza: "Los clásicos del marxismo y la cuestión nacional" (en la revista teórica del PCB: "Marxismo Militan te" No 11,1992). Un enfoque peculiar se loencuentra en en el ya citado Kardelj. Yugoslavia fue el único país que promovió el principio religioso como diferenciador de una nacionalidad. Tal el caso de los musulmanes, mayoritarios en Bosnia y Hertsegovina, aunque racial y lingüisticamrente son yugoslavos ("sureslavos").

8 ) Marx y Engels definían con precisión este proceso de desarrollo conciencial y por tanto de la personalidad: "La conciencia es, en principio, naturalmente, conciencia del mundo inmediato y sensorio". Marx, K. y Engels, F. Obras Escogidas (en 3 tomos). Ed. "Progreso", Moscú, s/f t. I p. 29. Un trabajo específico sobre el temaes el de Dushkov. B. A. Geografía y Psicología, Moscú, 1987.

9 ) Cfr.: Marx y Engels. Obras Escogidas (en 3 tomos). Ed. "Progreso", Moscú, s/f t. 1 p. 20.        [ Links ]

10 ) Cfr.: Domich, Marcos. Prejuicios y Estereotipos y Estrategia de la tensión. Ed. "Unidad", 3~ ed. 1989.        [ Links ]

11 ) Cfr.: Por una Bolivia diferente. op. cit. p. 32-33 De otra parte es idea no sólo remarcada por los actuales tratadistas o activistas de los movimientos nacional-étnicos. Ya Renán la subrayó como el factor de mayor determinación en su discurso: "¿Qué es una Nación?" (en: Kohn, H. op cit. p. 186.) y también Kardelj (op. cit. p. 24 y ss.) que señala la secuencias de: idea nacional, despertar de la idea nacional y movimiento nacional por el derechoa laautodeterminación.        [ Links ]

12  ) Cfr. Maissoneuve, Psicología Social. Ed. Paidos. Baires. 1975(?); Pariguin, La Psicología Social como Ciencia. Ed. "Pueblos Unidos", Montevideo, 1967.        [ Links ]

13 ) Marx y Engels, loe. cit. p. 29.        [ Links ]

14 ) La obra cit.: Por una Bolivia diferente, resume en su Mapa N22 la difusión de las lenguas originarias.        [ Links ]

15  ) Anecdóticamente se podría señalar que el 12 Congreso del PCB calculaba de esta manera nuestra "particularidad nacional": "las nacionalidades keswa y aymara constituyen el 70% (...) la fusión de los europeos, particularmente españoles con los indios representa un 20%". ("Documentos, PCB, 1959, p. 24). Nuestras apreciaciones se basan en materiales del INE y sobre todo en el "Análisis crítico de la realidad nacional" de Gregario lriarte O.M.I. Ed. SENPAS-CEB, 1989. En nuestra clasificación utilizamos las categorías nacional-étnicas adoptadas por la Tesis Política del I9 Congreso Extraordinario del PCB (Documentos PCB, 1986 p.35 y ss.) El censo de junio de 1992 aún no ha sido publicado, pero los datos parciales conocidos parecen confirmar nuestras apreciaciones. El censo no aportará todos los datos que precisamos; se necesitan procedimientos especiales para pesquisar la identidad y autoidentidad.        [ Links ]

16) La literatura sobre estas clasificaciones es extensa, pero grandemente cuestionable. Posnaski realizó estudios que incluían intentos de clasificaciones con innegables sesgos racistas, a pesar de sus buenas intenciones (en "La Hora Futura") en otras materias. Son mucho más consistentes los aportes de Alejandro Lipschutz en un período tan temprano como 1937 (El indoamericanismoy el problema racial en la América. 2@ Ed. Ed. Nascimiento, Santiago de Chile, 1944.)        [ Links ]

17) En el citado Bromley (1983) se afirma que los mulatos en los EE UU de América constituyen, desde 1930, el 75% de la población conceptuada ("exteriormente") négrida.        [ Links ]

18 )Cfr.: Bromley, Y, 1983 y Whittacker, 1987.        [ Links ]

19 ) Whittaker, James O. y col. La psicología social en el mundo de hoy. Ed. Trillas, México, 1987. p. 143 y s.        [ Links ]

20) Cfr.: Márquez R., Alexis. Idioma y Mestizaje en América. Suplemento "Linterna Diurna", Presencia, La Paz 27-XII-92.        [ Links ]

 

 

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