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Temas Sociales

versión impresa ISSN 0040-2915versión On-line ISSN 2413-5720

Temas Sociales  no.15 La Paz  1991

 

ANALISIS DE COYUNTURA

 

CRISIS, UNIVERSIDAD Y REALIDAD NACIONAL

 

 

Por: José Luis Escalante

 

 


 

 

INTRODUCCION

Es un hecho que las universidades latinoamericanas están en cns1s. Prueba de ello es por un lado, la producción de estudios tan abundantes y de primera calidad sobre el particular, y son, por otro, los Programas de Reforma así como las reestructuraciones en que están comprometidas varias universidades de la región.

Las crisis universitarias son inicio de cambio y transformación. La crisis es ya parte del quehacer de la Universidad; la crisis, para ser intelegible no puede ser desvinculada del Proyecto de Universidad.

Los años inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial fueron el momento de euforia por la educación. Se la reconoce como instrumento de auto-realización personal de los individuos particulares; se la ve como factor de progreso social; se la proclama como punto de apoyo para la prosperidad económica no sólo del individuo sino también de las naciones. En América Latina, esas ideas también soplaron con fuerza: la educación y, en especial la universidad quedaron definitivamente vinculadas al desarrollo nacional; la nueva visión de la universidad consistió en apoyar el desarrollo acelerado de la economía así como sustentar y consolidar los cambios y transformaciones sociales consiguientes.

Apenas llegada a la cima de su vertiginoso éxito, la Escuela como institución, es dc.cir como sistema fonnal escolarizado comenzó a ser cuestionada. Ya a los principios de los sesenta aparece el término de crisis. La Universidad no es la excepción. Los liberales la acusan de bajo nivel académico, de falta de disciplina, de abatimiento en la eficiencia que viene acompafiada de altos índices de deserción, de reprobación, de retención, de bajos porcentajes de titulación, de su poca vinculación con el aparato productivo de bienes y servicios, de que no prepara ni capacita para el ejercicio profesional, etc. Los Neo-marxistas, por el contrario, consideran a la universidad como instrumento de la sociedad capitalista, reproductora de la fuerza de trabajo, legitimadora de las relaciones injustas en las relaciones sociales de producción. La Universidad se ve tironeada así para uno y otro extremo. Para unos, la crisis de la universidad anuncia la necesidad urgente de hacer ajustes, de poner orden, de arreglar puntos desgastados, de reintroducir desequilibrios; para otros, la crisis de la universidad es síntoma del carácter intolerable del sistema social en su conjunto; el problema no está propiamente en la universidad sino en las estructuras económicas injustas y explotadoras de la sociedad.

 

LA CRISIS UNIVERSITARIA

Conviene ante todo dilucidar el ténnino crisis:

La definición del diccionario, no ayuda mucho, primero, porque se sitúa en un ámbito restringido, como es el fenómeno Salud-enfermedad; segundo, porque la definición no vá más allá del ámbito individual. El ejemplo que se dá es revelador: crisis cardíaca y señala "período de manifestación aguda de una afección. (sinónimo: ataque)"(l).

Aquí nos interesa más bien un concepto de crisis diferente. Pensamos que lo adecuado es abandonar el orden pre-científico o intentar una teoría de las crisis sociales que como se verá no es ajena a las teorías o concepciones de la sociedad.

Las sociedades tienen cada una su propia identidad.

La sociedad concreta no sólo es un aparato productivo sinó también la integra el tenor peculiar de las relaciones entre capital y trabajo que se manifiesta en las discusiones sobre la productividad, en la presión de las huelgas, en el estilo de las negociaciones frágiles y perecederas entre los actores del aparato productivo. La sociedad concreta no sólo es el gobierno, los partidos políticos sinó también las decisiones específicas sobre política fiscal, monetaria, financiera o bancaria, así como las negociaciones sobre el empleo, los convenios sobre aumento de salarios, los lineamientos sobre la distribución de la riqueza, las estrategias de desarrollo, etc. La sociedad no sólo son instituciones e individuos sinó sobre todo iniciativas de interacción entre los mismos, mensajes que circula, tradiciones y costumbres que se reactua-lizan, etc. Es posible representarse a la sociedad como un sistema altamente complejo, este está integrado, por un lado, por estructuras diferenciadas, cada una de las cuales consta de un patrimonio definido de elementos; el equilibrio y buen funcionamiento del sistema se traduce en índices elevados de eficiencia y rendimiento lo cual significa progreso social y bienestar general de la colectividad. Está conformado, por otro lado, por factores de índole propiamente social a saber, valores, creencias, símbolos, así como por la acción y el discurso de individuos concretos que interactúan directamente o a través de organizaciones diversas; en este sentido debemos formular primero, una serie de afrrmaciones de carácter general sobre la teoóa de sistemas aplicada a la sociedad.

 

LA TEORIA DE SISTEMAS Y LA SOCIEDAD

Las sociedades tienen cada una su propia identidad, poseen una personalidad inconfundible e irreductible a las demás. Y esto, por la conjugación particular y específica que hacen entre elementos sistémicos y factores sociales.

La sociedad, puede ser representada como un sistema altamente complejo. En ese caso, se distinguen, por un lado, estructuras diferenciadas, cada una de las cuales está integrada por un patrimonio definido de elementos; el equilibrio entre los elementos es decisivo para el buen funcionamiento de la totalidad, el cual se traduce en índices de eficiencia y de rendimiento. Formando un todo con los elementos sistémicos, es necesario aludir a los factores sociales que son no menos decisivos e importantes, a saber, la generación y circulación de valores sociales, las tradiciones y costumbres queconstituyen el núcleo ético-místico de cada sociedad singular. La sociedad histórica, desde esta perspectiva, es un sistema de símbolos, de creencias, de pautas de comportamiento más o menos estables, de una mentalidad peculiar por las que es reconocida y distinguida entre otras.

En esta visión, las crisis designan por lo general, el mal funcionamiento del sistema social. No interviene aquí la idea de una amenaza a la identidad del sistema. Tanto la dinámica normal interna de la sociedad como lo que podría llamarse sus contactos ecológico sociales, llevan en sí desgastes y desequilibrios en alguno de sus elementos sistémicos o de sus factores sociales. Estas perturbaciones, sin embargo, no ponen en peligro la integridad de las estructuras sociales, aunque se manifiestan como desarreglo de los mismos o entre ellos; tampoco cuestionan los patrones de normalidad aunque se presenten como alteraciones de la misma; y menos aún, impugnan en lo profundo el pacto social ni los consensos básicos que otorgan existencia y personalidad a la sociedad. Debe quedar claro que el objetivo de cualquier medida correctiva consiste en restablecer el funcionamiento del sistema social. Lo cual significa restaurar de nuevo el equilibrio y armonía de la sociedad.

La crisis pues, no es un cuestionamiento radical de la sociedad, no es un atentado contra su existencia. La crisis es una perturbación, un desorden interno del sistema social que se manifiesta como un mal funcionamiento que debe ser atendido.

Encontramos en segundo lugar, otro concepto científico de cns1s, opuesto al anteriormente descrito. Desde esta nueva per~pectiva, es inseparable de las contradicciones objetivas e internas de las sociedades históricas.

La sociedad, en este caso, se concibe también como un sistema, pero de relaciones. La sociedad real y empúica no es un todo integrado por estructuras diversas y elementos distintos, como podría sugerirlo el esquema conceptual del todo igual al conjunto de las partes; sinó que la sociedad es una totalidad con estructura relacional, es decir, la sociedad es una red compleja y altamente diversificada de relaciones.

Lo cual significa que los órdenes estructural, organizativo, de funcionamiento, así como el de vida cotidiana de los actores sociales son relaciones. Estos no son homogéneos ni del mismo orden objetivo; existe entre ellos una jerarquía de carácter constitutivo y, por lo mismo, de nivel explicativo, es decir, hay relaciones que son objetivamente más esenciales y, por ello, tiene mayor poder de inteligibilidad que otros.

Las crisis sociales aparecen por lo general en lugares estratégicos de la sociedad: las universidades públicas son un ejemplo. Las crisis universitarias, sin embargo, son una manifestación de la situación cada vez más insoportable en la estructura económica y, en concreto, de la tensión entre las relaciones sociales de producción y las fuerzas productivas.

La crisis social se sitúa por lo mismo en las contradicciones objetivas de carácter económico de las diferentes formaciones sociales; las crisis universitarias son simples síntomas de una situación general explosiva y prere-volucionaria.

Encontramos todavía un tercer concepto de crisis. Se apunta en este caso a una construcción teórica de crisis desde planteamientos gramscianos. En este punto de vista, la crisis es un momento decisivo de cualquier proyecto: las crisis son inseparables del agotamiento, de la ruptura o de la regeneración de los proyectos. Hablar, pues, de crisis implica hablar de proyectos: el de los pueblos, es un proyecto histórico, de carácter ético-político; el de la universidad es un proyecto académico-político. Proyecto significa ante todo realizar algo. Este devenir o hacerse progresivo y gradual de un proyecto conjuga numerosas decisiones y operaciones que se extienden en el tiempo historia-lizándose. Así, la conducción firme y responsable, el avance sistemático y ordenado, la conducción flexible que abarca cambios de dirección o de énfasis, acciones tácticas, cálculos estratégicos, participación y delegación de autoridad, canales de información, controles y retroalimentación de los avances, etc. La vinculación del concepto de crisis con el proyecto es importante, pués, las situaciones críticas recogen un sinnúmero de categorías nuevas, como el suspenso, la coyuntura, la inseguridad y los niveles de angustia, la ambigüedad, la democracia y participación, el incremento de la conciencia crítica, la mayor facilidad para movilizar a los sectores organizadores, etc.

A partir de esta teoría analizaremos los diferentes proyectos de universidad.

La sucesión de proyectos universitarios son, la respuesta a las crisis por las que atravesaron las universidades frente a los modelos de desarrollo nacional, impuestos desde el exterior a todos los países.

 

LA UNIVERSIDAD TRADICIONAL

Esta se ubica desde fines del siglo pasado hasta mediados del presente. Se puede caracterizar la universidad tradicional como una institución social de carácter educativo que abre sus puertas a un número reducido de estudiantes cuyo origen social la conforma la clase dirigente del país: la universidad es, pues, una institución de carácter elitista que excluía a las grandes mayorías de la población que en algunos países alcanzaba altos índices de analfabetismo. El proceso enseñanza-aprendizaje se basa en la transmisión de conocimientos en una lógica apoyada en el desarrollo disciplinario en expansiones catedráticas, en la casi ausencia de la mujer y en planteamientos de alto contenido humanístico y ético.

El proyecto de la Universidad tradicional se inscribe en una concepción idealista de acuerdo con la cual la idea sigue la materialización efectiva de cualquier institución concreta.

 

El modelo universidad/desarrollo

Los años inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial, dan muestras inéquivocas de desigualdades significativas: en los países signatarios de la carta constitutiva de la ONU, no hay homogeneidad no solo de raza y color, sino ni siquiera en el acceso a las necesidades sociales básicas como alimento, salud, vivienda y educación. Las descripciones, los diagnósticos, los ensayos prospectivos constatan que empiezan afincar la distinción entre países ricos y pobres, entre Norte-Sud. Los desniveles en la producción de riqueza y los consiguientes en la repartición y el consumo de la misma, se empieza a incrementar de una manera alarmante.

En ésta crisis aguda de los países Latino americanos, se vuelve los ojos hacia la universidad y se considera que el proyecto tradicional está agotado, más aún perdió totalmente sentido. Se impone repensar la universidad. Discutir una nueva función, determinar una nueva misión. Surge así un proyecto nuevo de universidades en América Latina, a saber, la universidad vinculada con el desarrollo nacional.

 

Proyectos modernizantes de universidad.

Las tesis del modelo económico desarrollista ofrecen un buen campo intelegible a la nueva misión de la universidad en nuestros pueblos. El modelo desarrollista se perfila en la segunda mitad de los años cincuenta y alcanza plena vigencia en la década de los sesenta. la doctrina CEP AL desempeña un papel protagónico en economía y política y de esos sectores desborda a lo social y lo educativo. La necesaria y urgente modernización de las economías Latinoamericanas se entiende como un proceso acelerado de tránsito por etapas: Estas, se dice, corresponden a la ruta crítica del desarrollo seguido por los países avanzados. En éste nuevo contexto social, la función de la educación y, especialmente de la uriiversidad se empiezan a delinear como mayor claridad.

Por un lado, los cambios de las estructuras económicas sociales y, en particular, el aparato de bienes y servicios recienten la necesidad de personal preparado e incluso capacitado, por el otro, la división técnica del trabajo, la competitividad industrial, la necesidad de aumentar la producción y los índices de productividad requieren mano de obra mejor calificada, en general una mentalidad de eficiencia y eficacia en la Empresa a ello se añade la teoría del capital humano que es aceptada universalmente en el mundo occidental. La conjunción de todos estos factores van a constituirse así en los ejes directrices del nuevo proyecto de universidad. El lema de la universidad moderna es: la vinculación con las necesidades del desarrollo nacional, tal como lo entiende la doctrina CEP AL.

 

Proyectos de Universidad como Superación de la Dependencia.

Pronto los modelos modernizadores de los países latinoameri~os empezarán a dar síntomas de desajustes, de desfases, de asincronías, así, el programa no crecía ni se diversificaba, caía más b; 1 de una manera gradual e irremediable en manos de consorcios transnaciOiúlles; en lugar de crear se importaba masivamente tecnología El programa social no lograba los cambios esperados en la estratificación social; había má~ pobres y menos ricos, la riqueza se concentrada cada vez má~ en menos personas, incapáz de generar desarrollo autosostenido, la dependencia del exterior aumenta en todos nuestros países. El modelo de desarrollo fracaza, pues en ningún país redujo la distancia no solo al exterior, sino que ni siquiera al interior entre los ricos y los pobres.

Como se transitó por la vía del desarrollo acelerado y se terminó en una dependencia más dolorosa e hiriente, se empezó a diseñar un proyecto eman-cipatorio que lo que tenía más claro era la liberación del capitalismo encauzado por EEUU a saber programas revolucionarios con una gran dósis de inspiración marxista.

El nuevo proyecto de universidad crítica-popular-democrática-revolucio-naria no ha llegado todavía a plasmar un modelo universitario en sentido estricto. Para unas, porque no han formulado un auténtico programa de transformación social, al permanecer en el plano de las declaraciones de principio y en discurso social; para otros, porque el capitalismo transnacional con la complicidad de burguesías nacionales han anogado los proyectos de liberación nacionales y universitarios sirviendose de golpes militares y sus consiguientes dictaduras.

 

La crisis universitaria y la crisis nacional.

La Universidad y, especialmente la crisis universitaria tienen, su especialidad propia, una cosa es reconocer la necesaria vinculación de la universidad con la sociedad. La relación entre Universidad y sociedad no es mecánica ni lineal: en la actual discusión ya no va de si que lo educativo sea un simple reflejo de las relaciones económicas.

Para concluir con esta primera parte, se construyeron tres conceptos de crisis. La primera evoca la idea de un desorden, de un mal funcionamiento del sistema Universitario; la crisis queda resuelta al hacer el ajuste debido, y de esa manera restaurar el equilibrio; la segunda, en la que la crisis universitaria se interpreta como instancia de una contradicción interna del sistema; la crisis se resuelve al dejarse guiar por el síntoma hasta llegar a las estructuras económicas de la sociedad: lo que es insoportable en el sistema no es la universidad sino las relaciones contradictoria de la estructura económica: la tercera consiste en señalar que la crisis de la universidad solo tiene un pleno alcance en el proyecto universitario. La crisis es parte del proyecto, es invitación a un que hacer, es parte de la tarea: la realización de la nueva universidad.

 

UNIVERSIDAD Y CRISIS ECONOMICA

Cuando se pasa revista a las instancias históricas que abrieron camino a las grandes transformaciones que sufrió la universidad, no puede menos que subrayarse la influencia que los factores de carácter social, y en particular económico ejercieron en tales procesos. Dichos fenómenos estuvieron íntimamente asociados a las nuevas condiciones que en el plano económico-social trajeron la conformación y desarrollo del Estado y de la economía nacional, por una parte y correlativamente, por otra, su tipo de inserción en el sistema capitalista internacional.

Es preciso destacar que en la actualidad, la crisis a la que nos referimos tiene carácter global y abarca distintos planos (social, político, tecnológico, etc). Cabe subrayar este aspecto de la situación, puesto que los conflictos críticos de tipo ideológico político y aún económico que en anteriores instancias sufrió nuestra universidad, siempre se procesó como hecho separado de la problemática general de nuestra sociedad, o a lo sumo relativamente independientes de ella. En la circunstancia presente, la relación entre estos fenómenos por el contrario es muy estrecha.

 

Características de esta crisis

Visto el conjunto de la economía, no cabe duda alguna acerca de que los fenómenos de endeudamiento interno y externo del Estado han provocado la reducción del financiamiento destinado al sector educativo. Al cabo de pocos años, menos de una década, el pago de los intereses de la deuda ha llegado a absorver aproximadamente una quinta parte del presupuesto nacional, circunstancia que determinó necesariamente un descenso de recursos destinados a la producción y al gasto social.

La crisis económica ha sido impuesta a la universidad como un proceso exógeno como un dato que corresponde a una situación general en la queagentes financieros internacionales, en ejercicio de su hegemonía, sobre la política nacional, se han empeñado en atribuir carácter residual a determinados objetivos que al Estado corresponden en el terreno de la producción y en el de la atención de demandas sociales básicas.

 

UNIVERSIDAD, ESTADO Y SOCIEDAD EN LA CRISIS

De lo visto anteriormente, queda en evidencia las numerosas restricciones que se oponen al desarrollo universitario dentro del marco de la crisis económica, pero también los desafíos y oportunidades de transformación que en la misma instancia surgen.

El eje en tomo del cual gira actualmente el papel de la universidad requiere concebirla, en cuanto institución académica, como una entidad autónoma, pero, en tanto, organismos político inscrito en el aparato del Estado, como un canal capáz de recibir las inquietudes sociales, económicas y tecnológicas de la sociedad, y como un organismo proveedor de servicios educativos, generador de cuadros técnicos-políticos, como un empleador y además como miembro importante de una comunidad científica nacional e internacional.

En tanto se desarrolla esta multiplicidad de funciones, las articulaciones de la universidad con todos los espacios sociales y políticos, se han convertido en una función necesaria que recae sobre la institución pero que al mismo tiempo muchas veces, reviste carácter contradictorio. Esto es, genera conflictos y tensiones. Cuanto mayor sea la demanda social admitida por la universidad como consecuencia de su apertura al medio, mayor será la presión que genera sobre las fuentes de financiamiento estatal, simultáneamente, si el Estado reduce por su cuenta los recursos asignados a la universidad, ésta se vé forzada a autolimitarse en su actividad de satisfacción en el medio y aumentando las tensiones sociales internas.

Estas articulaciones Universidad-Estado, Universidad-sociedad y las de naturaleza intra-universitarias, están todas interrelacionadas pues con las aludidas definiciones políticas quedan involucrados la política económica y los presupuestos de la universidad, así como el grado de organización y el potencial de movilización de los núcleos sociales ligados a la problemática universitaria. Sin embargo, para que estos relacionamientos prosperen no sólo es indispensable contar con proyectos o ser receptivos a las demandas extrauniversitarias. Es fundamental operar con una gran apertura social, institucional, regional e internacional. Apertura cuyos objetivos no son exclusivamente fmancieros o de obtención de mayores recursos, sinó que constituye una de las formas de interacción que debe ejecutar la universidad.

 

UNIVERSIDAD Y PROYECTO NACIONAL

La dimensión profunda de la pobre~ que la Nueva Política Económica exacerba hasta límites dolorosamente espectaculares, hay que buscarla en las raíces de las que brotó nuestro subdesarrollo. La explotación en los países de la periferia mundial capitalista aconteció habitualmente en condiciones de gran atraso. Este atraso significa también condiciones primitivas en el equipamiento humano y material de las universidades y de todo el sistema de educación superior. Incluye tasas insuficientes de profesionales por número de habitantes. Significa la casi total ausencia de la investigación como profesión de tiempo completo. Implica bachilleres que acceden a la universidad con niveles de educación secundaria muy poco cualificados y con metas, que por círculo vicioso, es decir, por no encontrar modelos de identificación en el campo del profesorado universitario a tiempo completo y mucho menos en el de la dedicación a la investigación, se autolimitan a la búsqueda de una profesión para alcanzar prestigio social y para usar esa profesión lucrativamente.

Creo necesario evocar estas realidades como transfondo, como circunstancias condicionantes. Una cosa es que la universidad tenga un papel en la que luche a fondo (estructural y, por lo tanto, a corto, mediano o largo plazo, revolucionariamente) contra el sistema de poder que mantiene a nuestras mayorías en la miseria, y otra cosa muy diferente es la participación de la universidad en la lucha contra la miseria, precisamente para independizar al Estado y así poder usar todos sus medios y los de todo el pueblo, los de la sociedad civil, para ir poniendo fin a esa miseria.

Dicho de otra manera: una cosa es la indignación moral contra la miseria injusta de las mayorías y, como consecuencia, . participación universitaria es una lucha permanente para dar paso a un ~vder que permita empezar a transformar las condiciones estructurales originantes de tal miseria, y otracosa, mucho más dura es tratar de contribuir universitariamente a llevar a cabo desde un poder revolucionario, un nuevo proyecto histórico de bienestar para las mayorías. En el primero, se trata de la obra de "otros", del resultado inaceptable de un sistema que hay que contribuir a subvertir. En el segundo, la miseria es el obstáculo más grande para contribuir a la realización de un proyecto histórico, de mayorías en justicia y libertad.

Para hablar con alguna coberencia de educación superior y política hay que hablar de universidad y proyecto nacional. La mayoría de los estados son, estados que, contrariamente al lenguaje comúnmente aceptado, no son aún plenamente "Estados nacionales". Más bien son Estados en proceso nacio-nalizador, en camino hacia el Estado nacional. Es este sentido, en el país, educación superior y política tiene, entonces, mucho que ver con educación nacional y proceso nacionalizador. A su vez, educación superior, sin ser sinónimo de universidad, es prevalentemente algo que acontece en las universidades. Mientras que la política acontece, en una parte notable alrededor de los procesos nacionalizadores (por ejemplo, constitución o nó de burguesías nacionales, desarrollo o subdesarrollo, de organizaciones nacionales de las clases populares, relaciones internacionales interestatales, propiamente hablando, "alineados" o no "alineados", procesos de liberación nacional, etc.).

 

La universidad es siempre un aparato ideológico.

A partir del movimiento de Córdoba en la década de los años veinte, la tradición es que la universidad aspire a mantenerse como un aparato ideológico autónomo de los aparatos del Estado y, a la vez, exigente de que el presupuesto estatal le asigne un porcentaje relativamente alto. En esta incapacidad de mantenerse por sus propios medios hay que ubicar la palanca por medio de la cual el Estado y sus aparatos intentan condicionar la autonomía ideológica de la universidad.

La identidad común, a escala de un territorio orientado económicamente y administrado políticamente por el Estado, se vuelve verdaderamente "identidad nacional" sólo cuando el Estado logra sobre su territorio un auténtico control consensual en su mayor preparación y coercitivo en menor dósis; es decir, cuando el Estado es capáz de ejercer realmente la función de árbitro de las diferentes clases sociales, ahora ya identificables también a escala "nacional", y de administrador e incluso, en algunos casos, de organizador de las alianzas entre estas clases. Dicho de otro modo, cuando el Estado tiene la capacidad de crear o, al menos, de administrar una alianza de clases que sustente una hegemonía cultural en su territorio, entonces puede el Estado hablar de si mismo y de sus ciudadanos como de una "nación". Entonces existen las condiciones reales para un discurso social "nacional". La "Nación" conseguida o en proceso, se vuelve así la identidad común que permite suavizar el roce y aún el Estado, identidades, por ejemplo, de clase, de etnia, de lengua, de religión o de región, sin excluir otros que persisten aún desde anteriores etapas culturales.

La universidad constituye uno de los aparatos ideológicos que, sin interna unanimidad, más participa en el debate sobre el proyecto nacional. Puede ser una participación que apoye en bloque al proyecto nacional que el Estadu preconiza, que lo critique en bloque y plantee una alternativa níl.idamcmc diversa o que presente facetas de apoyo, de crítica o de alternativa al proyecLo nacional del Estado. La universidad "Torre de Marfil" dedicada al cultivo estrictamente neutral de la ciencia y de la investigación, del arte y de las ideas, no es más que una mascara encubridora del partido que toda universidad toma en el debate sobre el proyecto nacional. Ni la ciencia ni la técnica ni la investigación ni, más en general, la cultura que los engloba y de la cual la universidad y los otros núcleos del sistema son reproductores, productores o revolucionadores, son ajenos ni pueden serlo a la dirección que tome el proyecto nacional.

 

UNIVERSIDAD Y REALIDAD NACIONAL

Al hablar de la educación superior en su relación con la política hemos destacado la contribución de ésta al proyecto Nacional. Un proyecto atañe fundamentalmente al futuro. Hemos hablado, pues, sobre todo de la educación superior como una de las fuerzas que desde el Estado o desde la sociedad civil, contribuyen a forjar el futuro.

En este sentido, para afectar el presente con una función política universitaria, la educación superior tiene que contrastarse con la realidad nacional. La universidad, no es siempre un mero reflejo de la realidad nacional. Condicionada por ella, puede limitarse a reflejarla Pero puede también funcionar en rezago con respecto a la realidad nacional o intentar imaginativamente responder a ella con adelanto creativo.

En nuestra realidad nacional aprisionada, la universidad tiene que ser una fuerza de resistencia, tiene que ponerse en estado de resistencia y, tras calcular el tipo de decisión represiva del Estado, diseftar una estrategia de resistencia activa o de resistencia pasiva.

Si hay agitación y tormenta que se abate sobre nuestro pueblo, también hay agitación y tormenta de las que nuestro pueblo, importante masas, son protagonistas, llegando incluso a conformar nuevos sujetos históricos.

En nuestra realidad nacional, aparentemente democrática, pero neutralizada en el fondo a favor de los intereses del gran capital transnacional, la educación superior debe romper los velos ideológicos del supuesto consenso nacional y desenmascarar la verdadera realidad nacional, la que se pretende mantener encubierta por que está traspasada de conflictos y contradicciones.

La investigación, sobre todo, adquiere en estas circunstancias el carácter de un cuchillo que diseca el tejido social y pone al descubierto su verdad. Conocer la realidad y darla a conocer son entonces funciones verdaderas y sanamente subversivas de la educación superior.

Los mártires universitarios, los innumerables exiliados universitarios de nuestro país, en las dictaduras, son un testimonio de que la educación superior y política no son un juego entre nosotros.

Sin investigación, y sin la recreación que esta supone en los mejores paradigmas teóricos, no habrá transformación atinada de la sociedad. Es desde la universidad desde donde la investigación debe desafiar al estudiante enfrentándolo con las preguntas que provienen de la realidad nacional. De otro modo, el estudiante empezará muy tarde a hacer la experiencia de proble-maticidad auténtica que está implicada en el objetivo de transformar una sociedad de miseria en una sociedad que crezca hacia la sobriedad compartida.

La educación superior, si quiere responder al desafío de ser políticamente relevante, tiene que intentar preparar dos tipos fundamentales de profesionales: los que ánte todo, son conocedores de la realidad nacional y los que ante todo, son transformadores de ella. Sin embargo, hay una especialización que corresponde a una división en dos especialidades, denominables como "ideólogo" y "técnicos". Ningún país puede aspirar a un proyecto nacional revolucionario sin lograr una "representación" cultural lo más objetiva y exacta

posible de su propia realidad. Aquí se ubica en verdad la función de los "ideólogos", es decir de aquellos que están preparados para dar razón de la sociedad que tenemos entre manos y de las personas que conforman los grupos sociales que entrelazados en conflictos y alianzas, constituyen la sociedad. Ningún país puede tampoco aspirar a un proyecto nacional revolucionario sin tener u obtener una "técnica", es decir los medios adecuados para ir haciendo que la realidad nacional se encamine hacia lo que el proyecto formula y establece como metas nacionales. Es esta la función de los técnicos.

Finalmente, la universidad no puede prescindir del arte. En ella dos artistas deben poder encontrarse como en su hogar, uno de sus hogares preferidos. Si la universidad no logra ser una especie de "galería" donde expongan su creación los artistas, la utopía acabará por dejar de tener lugar propio intramuros de la universidad.

La universidad, la educación superior, habrán exiliado a la utopía. Exilada la utopía, desterrados los sueños, ni la ideología ni la técnica, ni el derecho ni la administración servirán para la formación de hombres y mujeres nuevos en una nueva sociedad.

 

NOTAS

(1) Diccionario Larousse Ilustrado. México. L.arousse, 1986

 

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