INTRODUCCIÓN
La salud se define como un estado de bienestar total abarcando los aspectos físico, mental y social (1). A pesar de los avances científicos y mejoras en el acceso a la información de salud, los cambios en los estilos de vida han introducido nuevas amenazas para la salud pública, destacando las enfermedades no transmisibles, como responsables del 80% de las muertes prematuras (2). Este escenario subraya la importancia del objetivo de desarrollo sostenible centrado en promover un bienestar integral (3) poniendo énfasis en la adopción de estilos de vida saludables y la armonía personal. Resulta imperativo fomentar prácticas de vida sana (4) para mitigar los factores de riesgo asociados a enfermedades cardiovasculares (5). Y esto se puede lograr a través de estrategias sanitarias que integran la adopción de hábitos saludables, la prevención de enfermedades y la interacción dinámica entre las condiciones de vida, el comportamiento individual, los factores socioculturales y las características personales (2).
Los estilos de vida, influenciados por la cultura, el entorno social y la economía, juegan un papel crucial en la salud. Por lo que, adoptar prácticas saludables dentro de estos contextos mejora significativamente la calidad de vida.
Investigaciones en estudiantes universitarios revelan que los estilos de vida poco saludables, incluyendo dietas inadecuadas, falta de ejercicio, sedentarismo y estrés académico, aumentan el riesgo de obesidad y problemas cardio metabólicos que se agravan con el tiempo (6) estos hábitos poco saludables, ponen en riesgo su bienestar actual y futuro. Es vital fomentar prácticas saludables, incluido el apoyo emocional y psicológico, para mejorar su calidad de vida y rendimiento académico. Las universidades deben asumir un papel activo en promover el bienestar, enfocándose en los hábitos de vida que afectan la salud de los estudiantes universitarios.
Este estudio busca determinar cómo los hábitos de vida de los estudiantes universitarios peruanos afectan su salud y bienestar.
MATERIALES Y MÉTODOS
Se realizó un estudio cuantitativo, descriptivo, transversal aplicado en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima, en enero de 2020. La muestra estuvo compuesta por 199 estudiantes, el 70.85% mujeres y el (29.15%) varones; cuyas edades fluctúan entre 24 a 26 años (66.83%), 21 a 23 años (22.11%), mayor de 27 años (9.05%), 18 a 20 años 2.01% seleccionados de manera proporcional en las siguientes especialidades: 69 de Medicina (de un total de 135 estudiantes), 52 de Enfermería (de 100), 21 de Nutrición (de 41), 42 de Obstetricia (de 83) y 15 de Tecnología Médica (de 30). Para ser incluidos en el estudio, los participantes debían estar matriculados en el décimo ciclo de su carrera profesional y en periodo de práctica preprofesional.
Se aplicó como instrumento un cuestionario sobre estilos de vida (7), que abarca dimensiones incluyendo manejo del estrés, relaciones interpersonales, responsabilidad en salud, actividad física y nutrición. Este instrumento demostró una alta confiabilidad con un Alfa de Cronbach de 0.9. Compuesto por treinta y siete ítems con una escala Likert, que va de “nunca” a “siempre”, el cuestionario clasifica los estilos de vida en rangos donde una puntuación total de 37 a 92 se considera "no saludable" y de 93 a 148 se considera "saludable".
El procesamiento de datos se realizó usando Excel y SPSS versión 22. Se aplicó estadística descriptiva, enfocándose en promedios y desviaciones estándar, debido a coeficientes de variación cercanos a 0.20. Además, se llevó a cabo un análisis lineal general para examinar la variabilidad de la escala y se compararon los puntajes de los estilos de vida entre las diferentes escuelas profesionales.
El estudio se realizó siguiendo los principios éticos de la Declaración de Helsinki y contó con la aprobación del Comité de Ética de la UNMSM, asegurando el consentimiento informado de los participantes.
RESULTADOS
A continuación, se presenta los resultados encontrados en la presente investigación.
De los 199 participantes estudiados, 93 (46,73%) tienen un estilo de vida no saludable, mientras que 106 (53,26%) presentan un estilo de vida saludable. La suma de ambos grupos conforma el 100% de la muestra.
En la Figura 1, las dimensiones de relaciones personales y nutrición saludable sobresalen como las más favorables en las escalas de estilo de vida, mientras que actividad física y salud con responsabilidad se identifican como las áreas con perfiles menos saludables.
La Figura 2, compara los promedios de puntuaciones Likert de estilo de vida por especialidades con Tecnología Médica obteniendo el promedio más alto y Medicina el más bajo. Las especialidades restantes se sitúan entre estos dos extremos, mostrando todas puntuaciones relativamente altas en el estilo de vida. Aunque los estudiantes de Nutrición, con un promedio Likert de 3,35, tienen conocimientos relevantes sobre estilos de vida saludables, no lideran la clasificación, ubicándose detrás de Enfermería y Tecnología Médica. Esto puede indicar la necesidad de reforzar la aplicación práctica de sus conocimientos en su vida cotidiana.
La Tabla 2, compara las puntuaciones promedio de los estilos de vida saludables en los estudiantes de distintas especialidades de la Facultad de Medicina, donde Tecnología Médica generalmente lidera con las puntuaciones más altas (valor p =0.049), indicando un mayor estilo de vida saludable. Obstetricia sobresale en nutrición, mientras que Enfermería lo hace en relaciones interpersonales y manejo de estrés. Los resultados de ANOVA señalan diferencias estadísticamente significativas en nutrición y manejo de estrés entre las especialidades, sugiriendo variabilidad en cómo los estudiantes de cada campo viven y manejan estos aspectos de su vida.
DISCUSIÓN
En la presente investigación enfocada en estudiantes de una universidad en Perú, se halló que más de la mitad tienen un estilo de vida no saludable, la investigación realizada por Mogollón (8) identifica que la mayoría de los estudiantes presentan un nivel medio de cuidado en sus hábitos de nutrición, y solo un pequeño porcentaje alcanza un nivel alto de cuidado. Ambas investigaciones destacan la urgencia de optimizar los estilos de vida de los estudiantes universitarios, evidenciando una notable variabilidad en sus hábitos nutricionales y marcadas diferencias entre facultades. Subrayan, por tanto, la relevancia de adoptar estrategias personalizadas que atiendan a estas variaciones, poniendo especial énfasis en cómo el área de estudio incide directamente sobre la salud.
Los resultados del estudio destacan perfiles menos saludables en actividad física y salud con responsabilidad, reporte similar en la investigación de Serap (9) quien encontró que los alumnos presentan comportamientos menos responsables con relación a la actividad física y responsabilidad en salud. Un estudio comparable realizado por Zambrano (10) indica que la actividad física se catalogó como no saludable con un 53,17%. Esta coincidencia subraya la necesidad crítica de implementar educación nutricional, ampliar el acceso a actividades físicas y promover una cultura de bienestar. La mejora de estilos de vida estudiantiles requiere una colaboración efectiva entre las instituciones educativas y estudiantes.
Los estudiantes de Nutrición, con un promedio Likert de 3,35, tienen conocimientos relevantes sobre estilos de vida saludables, sin embargo, se ubican detrás de Enfermería y Tecnología Médica. El estudio de Tzintzun (11) enfocado en estudiantes de Psicología y Enfermería agrega que el soporte interpersonal y el manejo del estrés son cruciales para adoptar hábitos saludables. Esto sugiere que más allá del conocimiento, factores como el estrés y el apoyo social juegan roles significativos en cómo los estudiantes aplican lo aprendido hacia un estilo de vida saludable. La implicación es clara: las estrategias de salud deben enfocarse tanto en la enseñanza como en el desarrollo de habilidades para enfrentar el estrés y fomentar el apoyo social.
El hallazgo en esta investigación es que los estudiantes de Nutrición, a pesar de su conocimiento, no aplican prácticas saludables efectivas como sus pares en Enfermería y Tecnología Médica. Esto sugiere variaciones en la implementación práctica de conocimientos de salud que podrían estar influenciadas por el currículo, aprendizaje práctico, y factores culturales y sociales. Cedillo (12) encontró que la mayoría de los estudiantes en ciencias de la salud no practican lo que aprenden sobre estilos de vida (como alimentación y ejercicio) en su vida diaria, subrayando la necesidad crítica de desarrollar programas universitarios que fomenten y mejoren hábitos saludables.
El análisis ANOVA revela diferencias significativas en nutrición y manejo de estrés entre especialidades, indicando variaciones en la práctica de estilos de vida saludables. La investigación de Chao (13) resalta la necesidad de personalizar las intervenciones para la promoción de la salud en el campus de acuerdo con la especialización de los estudiantes. Esto sugiere que los comportamientos de salud varían, posiblemente debido a diferencias en el contenido curricular y en los roles profesionales anticipados de los alumnos.
Otro estudio de Yu (14) analizó las conductas de salud y las actitudes hacia el asesoramiento preventivo entre estudiantes de medicina, observó diferencias significativas en comportamientos saludables y actitudes hacia el asesoramiento preventivo, excepto en áreas específicas como el consumo de alcohol y el control del peso. Este estudio refuerza la idea de que los comportamientos y actitudes de salud pueden variar significativamente entre los estudiantes de medicina de diferentes países, lo que podría reflejar diferencias culturales y educativas en la formación médica.
Ambos estudios aportan evidencia adicional de que los estilos de vida saludables y las actitudes hacia la salud y la prevención varían entre estudiantes de diferentes disciplinas y contextos geográficos. Estos resultados respaldan la necesidad de enfoques personalizados en la educación y promoción de la salud dentro de las universidades, teniendo en cuenta las diferencias entre especialidades y el contexto cultural y educativo de los estudiantes. La variabilidad observada en prácticas de nutrición y manejo del estrés entre especialidades médicas subraya la importancia de incorporar la educación sobre estilos de vida saludables de manera integral en todos los programas de formación en salud, ajustándose a las necesidades y características específicas de cada grupo de estudiantes.
CONCLUSIONES
Los estilos de vida de los estudiantes universitarios, especialmente en las áreas de actividad física y responsabilidad en salud, tienden a ser no saludables, lo que podría afectar negativamente su bienestar físico, emocional y social a largo plazo. Sin embargo, se observan aspectos positivos en la gestión de tensiones de salud y en las relaciones interpersonales, lo que sugiere un mayor equilibrio mental y social en estos estudiantes. A pesar de los desafíos observados en Medicina y Obstetricia, las escuelas de Tecnología Médica y Enfermería muestran mejores prácticas en estilos de vida saludables, lo que podría contribuir a la prevención de enfermedades y mejorar la salud general de los estudiantes.
La variabilidad en los estilos de vida saludables entre las diferentes especialidades académicas destaca la importancia de adaptar las intervenciones y programas de salud a las necesidades específicas de cada grupo estudiantil. Es crucial que las instituciones educativas implementen estrategias que promuevan una vida activa y responsable en términos de salud, a la vez que se fomente la gestión efectiva del estrés y se fortalezcan las relaciones interpersonales. Estas estrategias no solo deben centrarse en aumentar la conciencia sobre la importancia de un estilo de vida saludable, sino también en proporcionar las herramientas y recursos necesarios para que los estudiantes puedan adoptar y mantener prácticas saludables en su vida diaria.
Además, es necesario realizar investigaciones adicionales para comprender mejor los factores que contribuyen a las diferencias observadas entre las especialidades, incluyendo aspectos culturales, estructurales y curriculares. Profundizar en estas diferencias permitirá el desarrollo de intervenciones más precisas y efectivas que aborden los desafíos específicos enfrentados por los estudiantes en cada campo de estudio, contribuyendo así a mejorar su salud y bienestar en el ámbito universitario y posteriormente en su vida profesional.
CONFLICTO DE INTERESES: Las autoras afirman que no existen conflictos de interés que puedan haber influenciado en la publicación de este manuscrito.
FINANCIAMIENTO: Las autoras indican que esta investigación se llevó a cabo sin recibir financiación externa de ninguna entidad.


















