INTRODUCCIÓN
La vida universitaria representa un desafío complejo para muchos jóvenes, ya que implica enfrentar diversas estrategias y factores estresantes para alcanzar sus metas profesionales, estos desafíos incluyen responder a las demandas académicas, adaptarse a los cambios en su red social, buscar autonomía, enfrentar posibles fracasos vocacionales y académicos, así también aprender a vivir de forma independiente (Moreno et al., 2014). Aunado a esto, estudiantes de medicina a nivel mundial presentan altas tasas de pensamientos suicidas vinculados a la ansiedad y la depresión, así como comportamientos suicidas (Sampogna et al., 2020). Es importante señalar que, los trastornos de ansiedad con frecuencia coexisten con la depresión en estudiantes de medicina de diversas regiones del mundo (Quek et al., 2019).
Con respecto a esto, estudios realizados en Pakistán, India, Turquía, Egipto y Nepal reportaron niveles significativos de ansiedad, con cifras que varían entre el 41,1 % y el 73 %. Asimismo, los veterinarios también enfrentan una alta exposición a situaciones estresantes y desafíos laborales, lo que los coloca en un riesgo significativo de desarrollar trastornos de salud mental (Silva et al., 2023) En un efectuado en estudiantes de fisioterapia, se hallaron niveles bajos de resiliencia (25%), resiliencia académica (19%) y determinación (13%). Además, se encontró una relación positiva significativa entre la determinación y la resiliencia (p < 0,001). Factores como tener una condición de salud mental o una discapacidad, así como la cantidad de horas dedicadas a un empleo remunerado, estuvieron asociados con características personales (Calo et al., 2019). Estos estudios revelan una preocupante prevalencia de problemas de salud mental entre estudiantes de ciencias de la salud, además, los bajos niveles de resiliencia destacan en su bienestar psicológico y académico.
Ante este escenario de variables de índole psicológico, resulta importante abordar la resiliencia, término que se origina en la física y, en sus primeras conceptualizaciones, se refiere a la capacidad de ciertos materiales para resistir y volver a su forma original. Posteriormente, este se adapta a las ciencias sociales, donde su definición se amplía para describir aquella capacidad de enfrentar el sufrimiento y la adversidad, superándose y adaptándose con éxito a pesar de estar expuesto a situaciones extremas de estrés. Este proceso conlleva al desarrollo de competencias sociales, académicas y vocacionales (Saldarriaga et al., 2022).
Las personas que denotan resiliencia emplean sus habilidades y recursos neuropsicológicos de manera positiva para enfrentar las crisis, demostrando una elevada motivación para superar las adversidades (Casimiro et al., 2020). Asimismo, se describe a la resiliencia como el conjunto de características personales que permiten un crecimiento vigoroso y un funcionamiento óptimo después de superar el trauma (Morán et al., 2019). Para lograr esto, es esencial que las personas identifiquen sus cualidades favorables y herramientas competitivas para fortalecer su desarrollo personal y profesional (Soto et al., 2023).
La resiliencia se presenta como un atributo de la personalidad que mitiga el impacto negativo del estrés y, al mismo tiempo, fomenta la capacidad de adaptación. Destacan la valentía y la capacidad de adaptarse que las personas muestran frente a eventos adversos, subrayando la importancia de desarrollar una variedad de recursos que faciliten la resolución de los desafíos que surgen en la vida (Wagnild y Young, 1993). Respecto a ello, diversos autores lo reconocen como la capacidad de adaptación positiva, permitiendo que el individuo mantenga un funcionamiento físico y psicológico óptimo ante situaciones negativas y traumáticas (Fínez-Silva et al., 2019). Del mismo modo, varios estudios han resaltado la relevancia de tener una resiliencia adecuada frente a las adversidades (Valero-Moreno et al., 2022, Chen y Bonanno, 2020) Asimismo, diversos estudios Chen y Bonano (2020), Karataş y Tagay (2021), Valero-Moreno et al., (2021) y Liang et al., (2022), han observado que a medida que la resiliencia de una persona aumenta, disminuye la probabilidad de que experimente psicopatología y de que exista preocupación ante situaciones adversas. Esto sugiere que la resiliencia funciona como un factor protector frente a estos desafíos beneficiando la salud mental; sin embargo, al ser un constructo dinámico y complejo, que interactúa con mecanismos indistinguibles, como procesos genéticos, ambientales y procesos individuales, se hace difícil su análisis (Hähnchen, 2022).
Por ello, en los últimos tiempos, ha existido un creciente interés en la resiliencia, particularmente en grupos de jóvenes y adolescentes, con especial atención en el contexto universitario (Fínez-Silva et al., 2019). Este interés se debe, en parte, al hecho de que cualquier estudiante puede enfrentarse a situaciones de bajo rendimiento, adversidad o presión relacionada con los estudios (Gonzales et al., 2020). Por lo tanto, en una sociedad contemporánea, caracterizada por cambios rápidos y complejos, se reconoce cada vez más la necesidad de fortalecer la capacidad de adaptación y resistencia de los individuos frente a la adversidad, especialmente en ambientes universitarios, donde la presión y el estrés son frecuentes. Este interés no solo implica un avance en el conocimiento científico sobre la resiliencia, sino también la posibilidad de desarrollar intervenciones y programas que promuevan el bienestar y la capacidad de recuperación de las personas en todas las etapas de la vida.
Con respecto a esto, existen investigaciones que resaltan la importancia de la resiliencia en distintos contextos de educación superior. Por ejemplo, un estudio realizado con estudiantes universitarios en Bolivia revela que el nivel de resiliencia es mayoritariamente medio-alto, alcanzando un 57% (Ocampo-Eyzaguirre et al., 2022). Además, en una investigación llevada a cabo con estudiantes en México, se encontró que aquellos que desarrollaron rasgos y herramientas resiliente mostraron una mayor capacidad de afrontamiento, lo que les permitió madurar durante y después de la pandemia (Soto et al., 2023). Asimismo, un estudio realizado con estudiantes universitarios en Ecuador durante la pandemia del COVID-19 mostró una predominancia de niveles altos de resiliencia, con porcentajes que oscilan entre el 57% y el 68% en distintas dimensiones, siendo especialmente destacables los niveles altos en sentir-se bien solo (68%), satisfacción personal (67%), confianza en sí mismo (66%), perseverancia (64%), y ecuanimidad (52%) entre el total de estudiantes investigados (Buenaño et al., 2023).
Ahora bien, en este marco, se destaca la personalidad y sus factores, los cuales son influyentes en la resiliencia (Osimo et al., 2021). Se debe tener en cuenta que la configuración de la personalidad comienza desde el nacimiento, influenciada por el temperamento y el carácter de cada individuo (Ceballos et al., 2020). Esta se define según la presencia o ausencia de atributos distintivos que caracterizan el comportamiento (Cepeda y Mahecha, 2022), los que reflejarán las predisposiciones y modos en que cada individuo se distingue de los demás (Bergner, 2020), en diferentes situaciones a lo largo del tiempo, lo que confiere independencia y singularidad, marcando una identidad única (Torres et al., 2018).
Vinculado a esto, McCrae y Costa (1991) desarrollaron un modelo que identifica cinco dimensiones fundamentales de la personalidad: neuroticismo, extraversión, apertura, amabilidad y conciencia. Estas dimensiones son útiles para comprender el patrón de rasgos distintivos de las personas, así como estos influyen en la adquisición de hábitos que pueden contribuir al desarrollo, mantenimiento o eliminación de comportamientos y estilos de vida saludables o no saludables.
Las disposiciones comportamentales individuales, establecidas en la personalidad, pueden influir en los entornos y en las reacciones a ellos, creando oportunidades para promover manifestaciones de resiliencia (Ferguson et al., 2024). Ello se ve reflejado en investigaciones centradas en los cincos rasgos de la personalidad propuestas por MacCrae y Costa, en relación con los procesos de estrés y resiliencia, en un estudio al efectuar una correlación entre ambas variables, encontró que los estudiantes con rasgos extrovertidos, afables, con apertura y responsables presentan mayores niveles de resiliencia frente a situaciones de estrés o exigencias académicas y aquellos estudiantes con rasgos de personalidad neurótica presentan niveles bajos de resiliencia ante acontecimientos estresantes (Cisneros, 2020). De igual forma, en otro estudio se evidenció una relación negativa entre neuroticismo y resiliencia, mientras que las otras dimensiones influyen positivamente a la hora de construir el perfil resiliente (Osimo et al., 2021). Investigaciones recientes corroboran esta relación entre un menor nivel de estrés y, por tanto, un comportamiento resiliente, y la extraversión, la apertura a la experiencia, la escrupulosidad y la amabilidad (Luo et al., 2023).
En este sentido, la personalidad y la resiliencia representan dos constructos psicológicos de notable significación en el ámbito de la educación superior, especialmente entre los estudiantes de ciencias de la salud. En este estudio, se investiga la relación entre estas variables en estudiantes universitarios pertenecientes a una institución del sur de Perú. En virtud de la trascendencia de estos aspectos para el desarrollo académico y profesional, nuestro análisis se orienta a discernir posibles vínculos y pautas que puedan incidir en el rendimiento y bienestar de esta población estudiantil. A través de un abordaje metodológico riguroso, el propósito radica en aportar al conocimiento sobre cómo elementos individuales como la personalidad y la resiliencia pueden influenciar en la formación y éxito profesional de los futuros profesionales de la salud en esta región.
MÉTODO
El estudio adoptó un enfoque cuantitativo, lo cual facilitó la identificación de vínculos y asociaciones entre variables, permitiendo una interpretación rigurosa y fundamentada de los hallazgos (Vizcaíno et al., 2023). La investigación se enmarcó dentro de un diseño no experimental, de tipo descriptivo-correlacional, caracterizado por observar los fenómenos tal como ocurren en su contexto natural, sin intervenir ni modificar intencionalmente las variables, lo que permitió su análisis en condiciones reales (Hernández y Mendoza, 2018).
Los participantes fueron estudiantes universitarios matriculados en seis escuelas de ciencias de la salud, distribuidos en diferentes ciclos académicos correspondientes a estudios de pregrado. La población total estuvo conformada por 1748 estudiantes, a partir de la cual se conformó una muestra no probabilística de 353 estudiantes. De estos, se excluyeron cinco casos por no haber completado adecuadamente los instrumentos, quedando un tamaño final de 347 participantes.
Para recolectar la información de la variable personalidad, se utilizó el inventario reducido de los cinco factores NEO-FFI (Five Factor Inventory), elaborado por Costa y McCrae (1992) y basado en la teoría de los cinco grandes. Este instrumento consta de 60 ítems con opciones de respuesta en una escala tipo Likert de cinco puntos, desde "totalmente de acuerdo" hasta "totalmente en desacuerdo". En el contexto peruano, este inventario fue validado por Martínez y Cassaretto (2011), quienes reportaron un índice de confiabilidad superior a 0.70.
En cuanto a la variable resiliencia, se empleó la Escala de Resiliencia de Wagnild y Young (1993), compuesta por 25 ítems, también con una escala de respuesta tipo Likert de cinco puntos.
Para el análisis de datos, se utilizó el programa Statistical Package for the Social Sciences (SPSS), versión 28. Previamente a la aplicación definitiva de los instrumentos, se realizó una prueba piloto con una muestra similar a la población objetivo, obteniéndose coeficientes Alfa de Cronbach de 0.778 para el NEO-FFI y 0.916 para la Escala de Resiliencia, lo que permitió concluir que ambos instrumentos presentaban una fiabilidad alta y muy alta, respectivamente (Tabla 1 y 2).
Tras la aplicación de los instrumentos a la población objetivo, los datos fueron procesados y analizados mediante el programa estadístico mencionado. Para determinar la relación entre las variables de estudio, se utilizó la prueba de correlación Rho de Spearman.
Para el procesamiento de los datos, se elaboró inicialmente una base en el programa SPSS versión 28, en la cual se codificaron y organizaron las respuestas obtenidas a través de los instrumentos aplicados. Se llevó a cabo una limpieza de datos con el fin de verificar la completitud y coherencia de las respuestas, excluyendo aquellos registros que presentaron omisiones significativas o inconsistencias. Posteriormente, se realizaron análisis estadísticos descriptivos para caracterizar la muestra en función de variables sociodemográficas y de las dimensiones evaluadas en los instrumentos. Para determinar la relación entre la personalidad y la resiliencia, se aplicó la prueba de correlación Rho de Spearman, al no cumplirse los supuestos de normalidad requeridos para pruebas paramétricas. Los resultados obtenidos fueron organizados en tablas, lo cual permitió una interpretación clara y sistemática de los vínculos entre las variables en estudio.
El estudio contó con la autorización de las autoridades institucionales, quienes delegaron las coordinaciones a los responsables del área de tutoría. La aplicación del consentimiento informado y de los instrumentos se realizó de manera voluntaria y confidencial, entre los meses de abril y julio del año 2023. Los resultados fueron empleados exclusivamente con fines científicos, asegurando la confidencialidad y el anonimato de los participantes.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
La Tabla 3 presenta los resultados descriptivos de la variable resiliencia en estudiantes de ciencias de la salud de una universidad del sur de Perú revelan que un porcentaje considerable de estudiantes se encuentra en niveles bajos (50.4%), mientras que una proporción igualmente significativa presenta niveles altos (28.5%). Esta distribución sugiere que, aunque algunos estudiantes tienen una alta capacidad para adaptarse y superar adversidades, muchos otros podrían enfrentar dificultades importantes que afectan su desempeño académico y bienestar. La identificación de estudiantes con niveles de resiliencia muy bajos y bajos subraya la necesidad de desarrollar intervenciones de apoyo y estrategias de manejo del estrés para mejorar su capacidad de recuperación frente a las adversidades.
La Tabla 4 denota los resultados descriptivos de la dimensión neuroticismo de la variable personalidad, en donde se observa que una gran mayoría de los estudiantes (88.7%) presenta niveles altos o muy altos. Este alto grado de neuroticismo podría estar asociado con un aumento en la ansiedad y el estrés, factores que pueden afectar negativamente el rendimiento académico y la salud mental. La prevalencia de altos niveles de neuroticismo sugiere que las instituciones de educación superior podrían beneficiarse de ofrecer programas de apoyo psicológico y técnicas de manejo del estrés que ayuden a estos estudiantes a desarrollar una mayor estabilidad emocional.
En la Tabla 5, los resultados sobre la extraversión muestran una tendencia notable hacia niveles bajos, con un 61.7% de estudiantes en niveles bajos y un 10.1% en niveles muy bajos. Este predominio de introversión puede influir en la forma en que los estudiantes se relacionan con sus compañeros y participan en actividades grupales. La baja extraversión podría ser un factor en la dinámica social dentro del entorno académico, lo que puede tener implicaciones para el trabajo en equipo y la interacción en escenarios profesionales futuros. Las estrategias que fomenten la interacción social y el desarrollo de habilidades interpersonales podrían ser beneficiosas para estos estudiantes.
En la Tabla 6, en cuanto a la dimensión de apertura, la mayoría de los estudiantes se encuentra en niveles medio (55.6%) y bajo (36.9%). Esto indica una disposición limitada hacia nuevas experiencias y perspectivas, lo que podría afectar la capacidad de los estudiantes para adaptarse a nuevas ideas y métodos en su formación profesional. La baja apertura puede limitar la capacidad de los estudiantes para innovar y abordar problemas desde múltiples ángulos. Las instituciones educativas podrían considerar incorporar elementos que estimulen la creatividad y la apertura mental en su currículo para contrarrestar esta tendencia.
En la Tabla 7, se aprecian los resultados referentes a la dimensión agradabilidad de la variable personalidad, los cuales indican una predominancia de niveles bajos de agradabilidad. El 55.0% (191 estudiantes) presenta un nivel bajo de agradabilidad y el 25.1% (87 estudiantes) muestra un nivel muy bajo. El 16.7% (58 estudiantes) se encuentra en un nivel medio, mientras que solo el 3.2% (11 estudiantes) alcanza un nivel alto.
La Tabla 8, los resultados de la dimensión de conciencia muestran una prevalencia significativa de niveles bajos (58.5%) y muy bajos (23.1%). La baja conciencia se asocia con una menor organización, responsabilidad y menos rigurosos en el cumplimiento de sus obligaciones, estas características son cruciales para un exitoso desarrollo académico y profesional en el campo de la salud. Esta tendencia sugiere una necesidad urgente de estrategias que promuevan el desarrollo de habilidades organizativas y de gestión del tiempo entre los estudiantes, para mejorar su eficacia y desempeño en sus futuras carreras profesionales.
La Tabla 9 presenta el resumen de la estadística obtenida de la correlación entre la resiliencia y cada uno de los factores de la personalidad propuestos por Costa y McCrae (1992), de los cuales se aprecia una relación negativa entre resiliencia y el factor neuroticismo (p<0.05; rho -0.382), así como una relación positiva entre resiliencia y el factor conciencia (p<0.05; rho 0.230). No se encontró relación entre resiliencia y los factores extraversión, apertura y agradabilidad (P<0.05).
Discusión
El análisis de este estudio concluyó que existe relación entre el rasgo de la personalidad con-ciencia y la resiliencia, esto coincide con diferentes investigaciones (Gong et al., 2020, Eroglu et al., 2023), donde se realizó una revisión acerca de la relación entre los rasgos de personalidad y la resiliencia, encontrado que la conciencia se correlacionaba directamente. Dado que la resiliencia, es un proceso dinámico en el que los individuos hacen uso de sus recursos disponibles para recuperarse de sucesos adversos (Oshio et al., 2018) y que, para McCrae y Costa (1991) la conciencia se evidencia a través de la capacidad de la persona para organizase y ser perseverante para el logro de objetivos, se puede considerar que las personas con rasgos de personalidad adaptativos, como un factor intrínseco, son tendientes a optar por métodos proactivos frente a los problemas, lo que les daría seguridad en sus acciones y a desarrollar resiliencia.
Por otra parte, diversos investigadores Gong et al., (2020), Polatci y Tinaz (2021), Burtaverde et al., (2021), encontraron una relación negativa entre resiliencia y el rasgo neuroticismo. El rasgo neuroticismo dentro de la personalidad, está vinculado al desequilibrio emocional e impulsividad generando el mal afrontamiento al problema (Eroglu et al., 2023). Además, suele estar relacionada con bajos niveles de apertura, conciencia y extraversión (González, 2016), lo que derivaría en percibir las dificultades como insuperables. Este rasgo por tanto parece ser un factor predictivo que afecta en la resiliencia, especialmente en estudiantes universitarios (De la Fuente et al., 2021).
Respecto a los rasgos de extraversión, apertura y agradabilidad, este estudio no encontró relación directa con la variable resiliencia, tal como lo proponen otros investigadores (Gong, et al., 2020; Oshio et al., 2018; Burtaverde et al., 2021). Sin embargo, algunos autores consideran que pueden existir algunas variables como factores moderadores, que reduzcan la relación entre extraversión y resiliencia (Hähnchen, 2022) Complementando esta idea, existen investigaciones como las de Das y Arora, (2020), Gonzales y Valdez (2011), citados por González (2016), donde no se encontró relación entre agradabilidad y resiliencia y una escaza relación con el rasgo de apertura, lo cual coincide con los resultados obtenidos. De igual forma, en un estudio realizado con estudiantes universitarios no se obtuvo relación estadística entre los factores, escrupulosidad, amabilidad y apertura (Wang et al., 2021).
Todo esto deriva en la conclusión de que no todos los rasgos de personalidad tendrían una relación clara con la resiliencia, siendo importante analizar la mediación de otros factores, teniendo en cuenta que la resiliencia resulta siendo una variable compleja dependiente de tiempo u contexto. Aunado a esto, hay que tener en cuenta que los datos de esta investigación se analizaron transversalmente y que los hallazgos se basan en datos adquiridos a partir de medidas de autoinforme y, por tanto, existe riesgo de sesgo. Con respecto a ello, es importante considerar que, al centrarse en las dimensiones de la personalidad y su relación con la resiliencia, este estudio solo consideró factores internos del individuo. En futuros estudios de resiliencia se podrían abordar las características del entorno y los factores situacionales.
Con base en los resultados, la variabilidad observada en la variable resiliencia y en las dimensiones neuroticismo, extraversión, apertura, agradabilidad y conciencia de la personalidad, sugiere una compleja interacción de factores personales que pueden influir significativamente en el desarrollo académico y profesional de estos estudiantes. Estos hallazgos destacan la importancia de abordar las dimensiones de la personalidad en la formación de estudiantes de ciencias de la salud, además de intervenciones y programas dirigidos a mejorar la resiliencia, reducir el neuroticismo, fomentar la extraversión, aumentar la apertura y desarrollar la conciencia podrían ser cruciales para optimizar el bienestar y el rendimiento académico de estos estudiantes, lo cual puede contribuir significativamente a su éxito en el ámbito académico y profesional. Esto coincide con Calo et al., (2019) al señalar que las universidades deben adoptar enfoques basados en mejores prácticas para gestionar y brindar apoyo a los estudiantes, con el objetivo de promover su bienestar y optimizar su proceso de aprendizaje. En particular, es importante que en las facultades de medicina se preste mayor atención a la salud mental de los estudiantes, fomentando hábitos saludables y diseñando intervenciones, que contribuyan a mejorar su bienestar, asimismo, es crucial priorizar la interacción social y ofrecer servicios de apoyo. Por lo tanto, un monitoreo continuo de la salud mental, acompañado de intervenciones adecuadas, puede ser clave para promover el bienestar de los estudiantes, especialmente durante los años clínicos. A su vez, resulta esencial investigar el impacto de las reformas curriculares y evaluar programas destinados a mejorar la salud mental de los estudiantes en esta etapa formativa (Szemik et al., 2020; Dhanoa et al., 2022).
Finalmente, es relevante mencionar que este estudio presenta algunas limitaciones. La presente investigación se basó en un diseño transversal, lo que restringe la capacidad para determinar relaciones causales entre los rasgos de personalidad y la resiliencia, por lo tanto, para futuras investigaciones, sería relevante adoptar un diseño longitudinal que permita examinar la dinámica de estas relaciones a lo largo del tiempo y en diferentes contextos. Asimismo, aunque este trabajo se centró en los factores internos del individuo, como las dimensiones de la personalidad, no se incluyeron elementos externos como el entorno socioeconómico o las condiciones académicas. La incorporación de estas variables en estudios futuros podría incorporar variables situacionales y contextuales para una comprensión más completa de los determinantes de la resiliencia.
CONCLUSIONES
Los resultados evidenciaron una relación negativa significativa entre resiliencia y neuroticismo, así como una relación positiva significativa entre resiliencia y conciencia. Estas asociaciones sugieren que los estudiantes con mayor estabilidad emocional y altos niveles de organización y perseverancia tienden a enfrentar de manera más eficaz situaciones adversas. En cambio, aquellos con niveles elevados de neuroticismo presentan menor capacidad de afrontamiento, probablemente debido a su vulnerabilidad emocional.
El hecho de que no se observaran correlaciones significativas entre resiliencia y los rasgos de extraversión, apertura y agradabilidad indica que la influencia de la personalidad sobre la resiliencia no es homogénea. Esto pone de relieve la importancia de considerar otros factores individuales y contextuales en el estudio del afrontamiento, especialmente en poblaciones sometidas a alta exigencia académica como los estudiantes de ciencias de la salud. Explorar estas dimensiones permitiría un abordaje más integral en futuras investigaciones y estrategias de apoyo emocional.
CONFLICTO DE INTERESES. Los autores declaran que no existe conflicto de intereses para la publicación del presente artículo científico.























