INTRODUCCIÓN
La disminución de la actividad física entre los adolescentes ha generado efectos negativos en su salud y bienestar general. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2021), la práctica regular de actividad física aporta múltiples beneficios, como la mejora del rendimiento cardiovascular y muscular, la regulación de la presión arterial, la reducción del riesgo de enfermedades metabólicas, el fortalecimiento óseo y el incremento del bienestar psicológico. Además, se asocia con un mejor desempeño académico y una menor incidencia de trastornos emocionales como la depresión. Ante esta realidad, diversas investigaciones han impulsado el desarrollo de programas de intervención para promover la actividad física en esta población.
En el contexto peruano, el Ministerio de Educación (MINEDU, 2022) ha asumido el compromiso de fomentar la educación física y la recreación, reconociéndolas como herramientas clave para mejorar el bienestar físico y mental de los estudiantes. Dichas actividades no solo contribuyen a la prevención de enfermedades no transmisibles, sino que también favorecen la regulación emocional, la autoestima y el rendimiento académico. Sin embargo, persisten percepciones erróneas que limitan su implementación efectiva. Por ejemplo, algunos padres y docentes consideran que la educación física interfiere con el rendimiento académico, a pesar de que la evidencia científica contradice esta premisa (Mitchell, 2019).
Desde la perspectiva estudiantil, la actividad física suele ser vista como una obligación más que como una oportunidad de desarrollo integral. Sarahjane et al., (2014) señalan que, aunque los adolescentes son conscientes de sus beneficios, muchos optan por no participar en los programas ofrecidos por sus instituciones. A su vez, Heikkinen (2017) destaca que los jóvenes tienden a subestimar la importancia de la actividad física como medida preventiva, ya que en su mayoría no presentan patologías que comprometan su calidad de vida.
Diversos estudios han evidenciado una preocupante inactividad en la adolescencia. Roselló-Novella et al., (2023) hallaron que el 60,34 % de los adolescentes no cumplen con los niveles recomendados de actividad física, con una tendencia más pronunciada en mujeres, quienes perciben mayores barreras y presentan un índice de masa corporal más elevado. En contraste, los varones suelen involucrarse en actividades extracurriculares y reportan una mayor percepción de autoeficacia. En este sentido, Arango (2022) enfatiza que la actividad física no solo implica el fortalecimiento muscular, sino que también optimiza la función de los sistemas cardiovascular, respiratorio y nervioso, lo que contribuye a mejorar el rendimiento físico y mental de los adolescentes.
En la misma línea, la National Institutes of Health (2019) sostiene que los adolescentes físicamente activos tienen menor riesgo de sobrepeso y obesidad, así como de enfermedades cardiovasculares y problemas de salud mental, incluyendo depresión y ansiedad. Asimismo, Hills et al., (2007) destacan que la actividad física es fundamental para el crecimiento y desarrollo de los tejidos corporales, incluyendo la composición grasa, el tejido óseo y la musculatura esquelética.
Torres (2023) enfatiza que la actividad física regular no solo mejora la calidad de vida de los adolescentes al fortalecer sus capacidades físicas y cognitivas, sino que también fomenta valores como la disciplina, la responsabilidad y la planificación. Estos factores contribuyen a la formación integral del estudiante y a la adopción de hábitos saludables a largo plazo.
Ante este panorama, la presente investigación se justifica por la necesidad de comprender las percepciones de los adolescentes respecto a los programas de actividad física y su relación con las capacidades condicionales. A nivel global, la OMS (2021) advierte que gran parte de los jóvenes no realiza suficiente actividad física, lo que los predispone a problemas de salud física y mental. En el ámbito nacional, el MINEDU (2022) ha señalado que la educación física es un componente esencial para el desarrollo integral del estudiante, promoviendo hábitos saludables y valores ciudadanos.
Por lo tanto, el estudio plantea la siguiente pregunta: ¿Cuál es la percepción de los adolescentes sobre el impacto de un programa de actividad física y su relación con las capacidades condicionales en estudiantes de secundaria de una institución nacional? El objetivo principal es explorar la percepción de los adolescentes sobre los efectos de un programa de actividad física y su vinculación con el desarrollo de sus capacidades condicionales.
Desde un enfoque conceptual, la actividad física se define como cualquier movimiento corporal generado por los músculos esqueléticos que implique un gasto energético superior al estado de reposo (Caspersen et al., 1985; Pautas de Actividad Física Comité Asesor, 2008). La Organización Mundial de la Salud (2021) clasifica la actividad física en distintos dominios, como el ámbito doméstico, escolar, laboral, recreativo y de transporte. Además, su efectividad se mide a través de cuatro dimensiones fundamentales: frecuencia, intensidad, duración y tipo de actividad (Hall et al., 2023).
En este contexto, la presente revisión sistemática busca analizar las percepciones y factores que influyen en la participación de los adolescentes en programas de actividad física, identificando las barreras y oportunidades para su promoción en el ámbito educativo.
METODOLOGÍA
El estudio se llevó a cabo bajo el modelo de revisión sistemática, con el propósito de analizar la percepción de la educación física en adolescentes a partir de fuentes documentales. Se recopiló información de libros, reportes, artículos científicos y otras publicaciones relevantes. Siguiendo a Molero Jurado et al., (2021) una revisión sistemática implica la recopilación y análisis de estudios previos, cuyos resultados son procesados, estructurados y organizados por temas. Este tipo de estudio exige la aplicación de métodos sistemáticos y explícitos para minimizar el sesgo en la selección de información (Higgins y Green, 2011).
Se aplicaron estrategias de búsqueda con operadores booleanos en las bases de datos seleccionadas (MedLine/PubMed, Web of Science, Dialnet, Scopus, ProQuest y SciELO). La ecuación de búsqueda utilizada fue la siguiente:
En español
("actividad física" OR "ejercicio físico") AND ("salud física" OR "bienestar") AND ("capacidades condicionales" OR "capacidades coordinativas") AND ("adolescentes" OR "jóvenes") AND ("institución educativa" OR "escuela" OR "colegio")
En inglés
("physical activity" OR "physical exercise") AND ("physical health" OR "well-being") AND ("conditional abilities" OR "coordinative abilities") AND ("adolescents" OR "youth") AND ("educational institution" OR "school" OR "high school")
Filtros aplicados
Rango temporal: 2019-2023
Idioma: Español e inglés
Tipo de estudio: Cuantitativos, cualitativos, mixtos y revisiones sistemáticas
Acceso: Solo estudios con texto completo disponible
Los criterios de inclusión fueron:
Estudios que abordaran la actividad física en adolescentes.
Investigaciones sobre capacidades condicionales y coordinativas.
Estudios cuantitativos, cualitativos y mixtos.
Publicaciones relevantes que cumplieran con los objetivos del estudio.
Se excluyeron:
Artículos publicados antes de 2019.
Estudios provenientes de fuentes no revisadas por pares.
Documentos sin acceso al texto completo.
Sitios web de origen cuestionable o sin respaldo académico.
El proceso de selección y análisis de los estudios siguió los principios de la metodología PRISMA, utilizando diagramas de flujo para documentar el número de artículos identificados, seleccionados, excluidos e incluidos en la revisión.
Los resultados de la revisión sistemática se hallan en un rango de 2019-2023. Los artículos seleccionados fueron ESBCO (n = 35), Scopus (n =18), Scielo (n = 24), Redalyc (n =33), Dialnet (n =28), Sciencedirect (n = 3), Google Académico (n =3), Repositorios (n = 9), haciendo un total de 153 fuentes de investigación. Que después del cribado quedaron seleccionado 18 fuentes para el análisis como se evidencia en la Figura 1.
DESARROLLO Y DISCUSIÓN
La Figura 2 muestra las bases de datos consultadas en el proceso de revisión sistemática, incluyendo fuentes indexadas y repositorios científicos. Estas bases de datos fueron seleccionadas por su relevancia y rigor académico, permitiendo acceder a estudios cuantitativos, cualitativos y mixtos sobre actividad física en adolescentes. La inclusión de múltiples fuentes garantiza una cobertura amplia y diversa de la literatura, contribuyendo a la validez y profundidad del análisis.
La Tabla 1 presenta una síntesis de las publicaciones seleccionadas en la revisión sistemática, organizadas según el año de publicación, título, autores, palabras clave, enfoque metodológico y principal aporte. Los estudios incluidos abarcan diversas perspectivas sobre la actividad física en adolescentes, explorando su relación con la salud, el rendimiento académico, la motivación y la equidad en el acceso. La sistematización de estos artículos permite identificar tendencias, enfoques metodológicos y hallazgos clave que contribuyen a la comprensión del impacto de la actividad física en el desarrollo de los jóvenes.
Los hallazgos en esta área indican que los adolescentes tienen una conciencia limitada sobre los programas de actividad física y sus impactos. A pesar de la abundante evidencia científica que resalta sus beneficios sociales, emocionales y cognitivos, la mayoría no cumple con las recomendaciones establecidas para una práctica regular (Bores-García et al., 2023). Los programas diseñados para fomentar la actividad física suelen enfrentar múltiples barreras que limitan su implementación, entre ellas, la falta de tiempo y el escaso o nulo apoyo financiero. Por ello, al desarrollar estrategias dirigidas a esta población, es crucial considerar dichas limitaciones.
Para que un programa de actividad física sea efectivo, es fundamental el respaldo de la familia, los docentes y los directivos de las instituciones educativas, ya que su participación contribuye a la construcción de hábitos saludables y a la promoción de la salud. La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte sobre el incremento de la morbimortalidad temprana debido a enfermedades crónicas como patologías cardiovasculares, diabetes y obesidad, asociadas al consumo excesivo de calorías y a la inactividad física. En este contexto, los programas deben enfocarse en generar hábitos sostenibles con impacto a corto y largo plazo, promoviendo la reducción de la masa corporal, el fortalecimiento de la capacidad aeróbica y el desarrollo de la fuerza muscular, con el objetivo de prevenir enfermedades crónicas (París-Pineda et al., 2020).
Las estrategias de intervención en actividad física buscan no solo mejorar la salud de los adolescentes, sino también fomentar valores como la disciplina, la responsabilidad y la planificación en sus actividades diarias. Los efectos positivos de la actividad física incluyen mejoras en la función cardiovascular, pulmonar, metabólica y cognitiva, lo que contribuye al bienestar integral de los estudiantes (Torres Ibargüen, 2023).
Desde el ámbito educativo, la percepción de los programas de actividad física se estructura en tres dimensiones. Primero, la influencia interpersonal, que depende del apoyo del entorno familiar y social. Segundo, la influencia situacional, que se relaciona con la disponibilidad de espacios adecuados para la práctica de ejercicio. En este aspecto, se ha identificado que mientras los varones suelen encontrar menos dificultades para realizar actividad física, las mujeres requieren entornos más cómodos y seguros. Tercero, la influencia socioeconómica, que constituye una barrera significativa, ya que muchos adolescentes no cuentan con ingresos propios y sus familias priorizan otros gastos sobre la inversión en actividades deportivas (Roselló-Novella et al., 2023).
En cuanto a la percepción de la actividad física y su impacto en el bienestar de los adolescentes, diversos estudios destacan que la práctica regular contribuye a la construcción de una imagen corporal positiva. Programas específicos han demostrado mejoras en el índice de masa corporal, la autoestima y la satisfacción con la apariencia física, promoviendo la competitividad y el bienestar psicosocial (Soria y Tapia, 2022). Además, la actividad física no solo previene enfermedades como la obesidad, la diabetes y la hipertensión, sino que también favorece el desarrollo cognitivo y emocional en los jóvenes (Prada, 2022).
Finalmente, el acceso a la actividad física varía según la ubicación geográfica, lo que influye directamente en el índice de masa corporal de los adolescentes. En zonas con menos oportunidades deportivas, se observa un mayor riesgo de sedentarismo y sus consecuencias asociadas (Santos-Labrador, 2023). Desde una perspectiva educativa, la actividad física no solo promueve la salud, sino que también contribuye al desarrollo de la identidad física, atlética y social de los adolescentes, favoreciendo su autonomía y adaptación. En este sentido, su enseñanza debe ser concebida como un proceso continuo y sistemático que garantice la participación activa de los estudiantes (Nava, 2022).
Respecto a la percepción que se tiene de la actividad física sobre la calidad de vida en los adolescentes
Respecto a la percepción de la actividad física en la calidad de vida de los adolescentes, existe consenso en que su práctica favorece no solo el bienestar físico, sino también el desarrollo académico y la inclusión social, contribuyendo significativamente a una mejor calidad de vida (Torres-García et al., 2022). Sin embargo, aunque la actividad física no garantiza por sí sola una mayor motivación, satisfacción general o longevidad, factores externos como el estrés y la falta de dirección pueden influir en el disfrute de la misma. Investigaciones han demostrado que la pertenencia colectiva, la identidad social y la percepción del éxito individual y grupal desempeñan un papel clave en el disfrute de la actividad física, lo que subraya su relevancia en el ámbito deportivo (Aznar-Ballesta y Vernetta, 2023).
El impacto de la actividad física en la calidad de vida también se vincula estrechamente con el comportamiento emocional de los adolescentes. Según Chacaltana (2021), las emociones influyen en la práctica deportiva, ya que esta involucra diferentes niveles de análisis psicológico. En este sentido, Rodríguez Castellanos et al., (2022) identificaron tres dimensiones fundamentales: la percepción personal, la respuesta fisiológica y la expresión conductual. No obstante, se han señalado inconsistencias en los hallazgos, pues algunos estudios muestran baja sintomatología emocional en los adolescentes físicamente activos, mientras que otros sugieren una mayor estabilidad emocional y una reducción de la carga emocional negativa.
Diversos estudios han demostrado que la actividad física tiene un impacto positivo en el rendimiento académico. A medida que aumenta el tiempo dedicado a la práctica deportiva, se generan beneficios cognitivos que favorecen el desempeño escolar. En comparación con sus pares inactivos, los estudiantes que realizan actividad física presentan mejores resultados académicos, atribuibles a mejoras en la concentración, la memoria y la función ejecutiva (Arboix et al., 2022).
Por el contrario, la falta de actividad física ha mostrado efectos negativos alarmantes. La inactividad compromete la condición física, el descanso y los beneficios fisiológicos, psicológicos y sociales asociados, lo que impacta directamente en el desarrollo humano integral. En particular, se ha observado que la ausencia de ejercicio repercute en el rendimiento académico, aunque este fenómeno sigue siendo objeto de investigación (Ávila Vargas y Rangel Campo, 2022).
En este contexto, las políticas deportivas deben enfocarse en la cooperación entre instituciones públicas y organizaciones privadas, promoviendo la armonización de estrategias que garanticen el acceso equitativo a los beneficios de la actividad física. En el ámbito educativo, la educación física debe consolidarse como un medio para fortalecer la identidad nacional, fomentar el sentido de pertenencia y desarrollar en los estudiantes un compromiso con el bienestar propio y colectivo (Marceillac, 2020).
La actividad física y las capacidades condicionales
Las capacidades físicas condicionales están estrechamente relacionadas con las tareas laborales y el movimiento. Estas se agrupan en cuatro categorías principales: fuerza, velocidad, resistencia y flexibilidad. Además, el desarrollo de habilidades coordinativas desempeña un papel esencial en la mejora de la orientación, el equilibrio, la agilidad, la coordinación sentido-movimiento y la reacción (Ramírez, 2021).
El mantenimiento de un estado físico estable fomenta el desarrollo de habilidades que se dividen en dos grupos: habilidades coordinativas y condicionales (Nava, 2022). Dentro de estas últimas se incluyen aquellas directamente vinculadas con la actividad física, como la velocidad, la fuerza y la resistencia. Su desarrollo depende de la eficiencia metabólica del sistema muscular y de otros sistemas fisiológicos, incluidos el cardiovascular, el respiratorio y el nervioso (Prada, 2022).
Si bien estas capacidades pueden presentar limitaciones, factores como la cantidad de energía disponible en los músculos, el funcionamiento de las enzimas responsables del flujo energético y la eficiencia de las unidades motoras influyen en su desempeño. En el contexto de la educación física, las estrategias de enseñanza se orientan principalmente a la optimización de la condición física de los estudiantes, asegurando un enfoque progresivo y adaptado a sus necesidades (Roselló-Novella et al., 2023).
La resistencia, entendida como la capacidad motriz de mantener un esfuerzo prolongado, es una cualidad susceptible de mejora a través de entrenamientos específicos y sistemáticos. Con una práctica adecuada, es posible sostener su nivel máximo durante periodos prolongados, lo que contribuye al rendimiento físico general (Ávila Vargas y Rangel Campo, 2022). Para su desarrollo, es fundamental garantizar la continuidad del entrenamiento, estableciendo planes semestrales o anuales que permitan un progreso gradual. Entre las estrategias recomendadas para mejorar la resistencia destacan el incremento progresivo en la duración y distancia de los ejercicios y la evaluación constante del desempeño. En este sentido, la carrera sobre terrenos variados ha demostrado ser un método eficaz, mientras que el entrenamiento por intervalos no es aconsejable en clases regulares, debido a la necesidad de un conocimiento preciso de las capacidades individuales de cada estudiante (Chacaltana, 2021).
La percepción de la actividad física y las capacidades condicionales
Diversos estudios han señalado la importancia de la actividad física en el desarrollo de las capacidades físicas condicionales de los jóvenes, lo que a su vez impacta en su personalidad y salud general (Torchiani, 2022). La participación en actividades físicas no solo proporciona beneficios funcionales, sino también sociales, ya que fomenta el desarrollo de habilidades como la flexibilidad, la resistencia, la velocidad y la fuerza. En este contexto, el papel del docente es fundamental, ya que debe orientar a los estudiantes en la ejecución adecuada de los movimientos para optimizar su desempeño y prevenir lesiones (Ramírez, 2021).
La actividad física se considera una herramienta clave para la aplicación y mejora de las habilidades condicionales. Su propósito principal es fortalecer la función física y muscular, al mismo tiempo que contribuye a la promoción de la salud, el aprendizaje y la adaptación al entorno físico (Pérez y Vera, 2022). Dentro de este marco, las capacidades físicas o valencias físicas se dividen en dos categorías: habilidades coordinativas y condicionales (Nava, 2022).
Desde un enfoque fisiológico, la fuerza muscular se manifiesta en la capacidad de los músculos para responder eficazmente ante una resistencia, mientras que la velocidad se asocia con la rapidez en la ejecución de movimientos. Por otro lado, la resistencia permite soportar esfuerzos físicos intensos durante períodos cortos o prolongados, y la flexibilidad facilita el movimiento articular (Gómez, 2020; Belton et al., 2014).
El desarrollo de estas habilidades depende en gran medida de la participación en actividades de entrenamiento físico, tales como correr, nadar, levantar pesas y realizar ejercicios de estiramiento y elongación (Roselló-Novella et al., 2023). En este sentido, Rodríguez y Gracia (2016) destacan que las capacidades físicas condicionales incluyen:
Fuerza: Se refiere a la capacidad de los músculos para generar tensión y realizar esfuerzos contra una resistencia. Esta habilidad es fundamental para levantar objetos pesados y soportar el peso corporal.
Velocidad: Es la capacidad del cuerpo para reaccionar con rapidez ante un estímulo externo y ejecutar movimientos en el menor tiempo posible. La velocidad se ve influenciada por la fuerza muscular y la respuesta de los músculos a los estímulos nerviosos.
Resistencia: Implica la capacidad de mantener un esfuerzo físico prolongado sin experimentar una fatiga extrema. Este componente es clave en la mejora del rendimiento deportivo y en la optimización del metabolismo energético (Aznar-Ballesta y Vernetta, 2023).
Flexibilidad: Se define como la capacidad del cuerpo para extender y movilizar las articulaciones en un rango amplio de movimiento. Esta cualidad tiende a ser mayor en la infancia y disminuye con la edad, por lo que es recomendable realizar ejercicios de elongación para mantener su funcionalidad (Jiménez-Parra et al., 2022).
Por lo tanto, la percepción de la actividad física en relación con las capacidades condicionales resalta la importancia de su práctica regular. A través del entrenamiento adecuado y la orientación docente, es posible potenciar estas habilidades, beneficiando tanto el desarrollo físico como el bienestar general de los jóvenes.
Discusión
El propósito del estudio fue analizar la percepción de los estudiantes sobre el impacto de los programas de actividad física en la educación secundaria y su relación con el desarrollo de las habilidades condicionales. Según Roselló-Novella et al., (2023), existen tres factores determinantes en la implementación de estos programas dentro de las instituciones educativas: la influencia interpersonal, la influencia situacional y la influencia socioeconómica. Estos aspectos inciden directamente en la participación de los estudiantes y en la eficacia de las estrategias dirigidas a mejorar su condición física.
A pesar de la relevancia de estos programas, los estudios disponibles muestran que muchos no incluyen todos los parámetros recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para abordar problemáticas de salud como enfermedades cardiovasculares, diabetes, obesidad e incluso trastornos mentales asociados con la inactividad física y el consumo excesivo de calorías. En este sentido, Beltom (2014) señala que la actividad física tiene múltiples beneficios en la salud mental y cognitiva, ya que contribuye a la reducción del estrés, disminuye los síntomas de depresión e incluso puede prevenir enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. Además, el ejercicio regular ha sido asociado con mejoras en la calidad del sueño, el estado de ánimo y la vitalidad general, lo que repercute de manera positiva en el desempeño académico y la asistencia escolar. En este sentido, Arboix-Alió (2022) encontró que el aumento en los niveles de actividad física se correlaciona con una mejora en el rendimiento cognitivo de los estudiantes.
El impacto de la actividad física en la salud juvenil es ampliamente reconocido en la literatura. Diversos estudios han evidenciado tendencias relacionadas con la implementación y evaluación de programas de actividad física en adolescentes. Por ejemplo, Soria y Tapia (2022) analizaron la relación entre estos programas y la percepción de la imagen corporal, encontrando que los jóvenes tienen una valoración positiva de su impacto en la autopercepción. De manera similar, Paris-Pineda et al., (2020) diseñaron un programa estructurado de ejercicio físico basado en parámetros como la duración de la intervención, la frecuencia semanal, la intensidad del ejercicio y la medición de la imagen corporal en adolescentes, concluyendo que estos programas no solo favorecen la salud física, sino que también influyen en el bienestar emocional y en el rendimiento académico.
Desde un punto de vista fisiológico, la actividad física involucra la eficiencia metabólica del sistema muscular y de otros sistemas como el cardiovascular, respiratorio y nervioso, lo que repercute en un mejor desempeño general del organismo (Arango, 2022). En este sentido, Torres Ibargüen (2023) enfatiza que los hábitos de actividad física generan mejoras en la función cardiovascular, pulmonar, metabólica y cognitiva, lo que refuerza la necesidad de fomentar estos programas en la educación secundaria.
En cuanto a las limitaciones del estudio, no se establecieron restricciones en la búsqueda de información por año de publicación o idioma. No obstante, se encontraron dificultades de acceso a ciertos artículos debido a la necesidad de pago o suscripción para su consulta.
Desde un enfoque epistemológico, el estudio ha contribuido a la comprensión de la relación entre la actividad física y las capacidades condicionales en adolescentes. Sin embargo, uno de los principales desafíos en la implementación de programas de acondicionamiento físico en esta población radica en los niveles de estrés propios de la adolescencia, lo que puede afectar su adherencia a estas iniciativas. Por ello, se recomienda desarrollar estudios que permitan evidenciar a los adolescentes los beneficios inmediatos y a corto plazo de estos programas. Un aspecto clave en este sentido es la liberación de endorfinas durante la actividad física, lo que genera una sensación de bienestar y ayuda a reducir los niveles de estrés.
Asimismo, se sugiere la implementación de programas de formación para docentes, con el fin de que puedan transmitir información relevante sobre los efectos positivos de la actividad física en la salud física y neuroemocional de los estudiantes. Además, sería conveniente desarrollar sesiones informativas y charlas documentadas sobre los hallazgos científicos que respaldan los beneficios de la actividad física en el bienestar general.
Finalmente, se propone la implementación de un sistema de evaluación diferencial que permita a los docentes y orientadores de actividad física analizar el impacto de estos programas en los estudiantes, comparando su estado físico y académico antes y después de su participación. De esta manera, se podría generar evidencia más precisa sobre la relación entre la práctica deportiva, el bienestar y el rendimiento académico en la educación secundaria.
CONCLUSIÓN
Los estudios revisados confirman que existe una fuerte percepción sobre la importancia de la actividad física regular en la promoción de la salud y el bienestar emocional, especialmente en los adolescentes. Iniciar esta práctica desde edades tempranas favorece la adquisición de hábitos saludables que pueden mantenerse a lo largo de la vida.
Sin embargo, los hallazgos también evidencian que los adolescentes no están priorizando la actividad física en su tiempo libre, lo que indica que la práctica dentro del ámbito escolar resulta insuficiente. El incremento del sedentarismo en este grupo poblacional está generando consecuencias preocupantes, como el aumento de enfermedades cardiovasculares, obesidad y diabetes, lo que resalta la necesidad de implementar estrategias efectivas para fomentar una mayor participación en programas de ejercicio físico.
Asimismo, el estudio permite concluir que la actividad física incide positivamente en el rendimiento académico, ya que mejora la concentración, estimula la actividad cognitiva y favorece la oxigenación sanguínea, lo que se traduce en un mejor estado de ánimo, una conducta más equilibrada y una mayor disposición para cumplir normas y responsabilidades dentro del entorno escolar.
Finalmente, antes de diseñar programas de actividad física orientados al desarrollo de las capacidades condicionales en estudiantes de educación secundaria, es fundamental considerar la participación activa de los padres, así como la evaluación del entorno en el que se llevarán a cabo estas prácticas, garantizando condiciones adecuadas para la inclusión y el bienestar tanto de hombres como de mujeres.
CONFLICTO DE INTERESES. Los autores declaran que no existe conflicto de intereses para la publicación del presente artículo científico.

















