INTRODUCCIÓN
La lectura, al igual que la comprensión, está presente en situaciones de todos los niveles educativos y es considerada la actividad más importante en las Instituciones educativas, ya que gran parte de la información que los estudiantes reciben, discuten y utilizan en clase, por eso la lectura es tan importante; de igual forma se considera como uno de los pilares básicos de la educación, pues a través de la lectura los estudiantes adquieren nuevos conocimientos, consolidan lo aprendido y descubren el universo. pilar del autoaprendizaje (Flórez et al., 2006). Es así que, la lectura es una herramienta primordial para el desarrollo personal, pero también una herramienta de socialización como elemento esencial para la convivencia en democracia y el funcionamiento en sociedad (Pérez et al., 2018). La lectura no sólo proporciona información (enseña), sino que moldea (enseña), forma hábitos de reflexión, análisis, esfuerzo y concentración por ende se considera fundamental poner en práctica dicha estrategias (Vallés, 2005). En la actualidad existen muchas definiciones diferentes del proceso y experiencia de la comprensión lectora y que todas sus habilidades funcionan simultáneamente, por lo que es fisiológico, un proceso emocional y social a través del cual los lectores se conectan con la lectura (Espinosa, 2020)
La lectura es un proceso de comunicación interactivo en el que establecemos una relación bidireccional entre el texto y el lector, donde el lector lo absorbe y le da su propio significado (Ramírez, 2009). La psicología de la lectura explica que leer y comprender un texto requiere un extenso procesamiento del contenido, la lectura es una actividad compleja realizada por el sistema cognitivo, que comienza con el reconocimiento de letras, la vinculación de fonemas con gráficos, la asignación correcta de significado a los paquetes fonéticos y visuales, la comprensión del contexto del texto (Fuguet, 2011). Dar un significado general al texto -inferencias y conclusiones- significa comprender completamente el texto que se lee. Vale la pena señalar que la lectura es una habilidad que involucra muchos procesos y recursos diferentes, como la cognición y el lenguaje, y permite crear un núcleo a partir del cual se puede alimentar información de otras áreas diferentes del conocimiento, procesos psicolingüísticos complejos (Herrada y Herrada, 2017). Es así que la comprensión es un proceso de creación de significado, mientras que la lectura es un proceso cognitivo complejo que requiere el uso de estrategias avanzadas: establecer metas, hacer y probar predicciones, rastrear lo que se lee, tomar decisiones para identificar y distinguir entre información primaria y secundaria (Guerra y Forero, 2015).
Para mejorar la comprensión lectora requiere de poner en práctica dicha estrategia, en caso de obviar esta afecta el rendimiento y el desarrollo académico de los estudiantes en una materia o programa y en todos los niveles educativos (Neira et al, 2015). En el caso de Perú, los puntajes de PISA han mejorado, aunque los puntajes en las dimensiones evaluadas por la prueba son subóptimos, y es importante que el Ministerio de Educación se encargue de desarrollar estas estrategias para mejorar la alfabetización (Sanz et al., 2020). En ese sentido, las estrategias instruccionales se definen como todas las acciones pedagógicas y organizativas que realizan los docentes para facilitar el aprendizaje y preparar a los estudiantes para el proceso de aprendizaje (Feo, 2010), los estudiantes con antecedentes de poca frecuencia de lectores cuyos padres no dedicados, ni tuvieron acceso a periódicos en un contexto familiar, tienen bajo rendimiento de comprensión que de aquellos hogares que tienen una cultura de lectura o la posibilidad de comprar periódicos para leer, las que comprenden lo que leen (Avendaño, 2013)
Es así que las estrategias instruccionales corresponden a los objetivos de aprendizaje planteados por los docentes según el nivel de educación y pueden ser continuamente modificadas, mejoradas, refinadas, definidas, tomando en cuenta la realidad o formación educativa y los cambios o cambios que manifiestan los estudiantes (Montes de Oca y Machado, 2011), estrategia es extrapolable a cualquier campo, puede entenderse como un arte o una forma de realizar actividades, tiene dos componentes, uno es cognitivo (reglas y principios) y el otro es de intervención (efectos) (Loayza y Arana, 2022). Dichas estrategias de aprendizaje son la orientación del proceso de aprendizaje que transforma la situación inicial o actual en el estado deseado por el estudiante, mientras que los objetivos de aprendizaje propuestos definen un conjunto de acciones a realizar desde el nivel individual hasta el institucional (Maldonado et al., 2019).
La lectura es una actividad compleja que involucra múltiples procesos cognitivos relacionados con las unidades lingüísticas y sus interacciones. Según Márquez (2017), las estrategias aplicadas en este contexto deben estar orientadas a alcanzar objetivos de aprendizaje claramente definidos y no limitarse únicamente a la realización de actividades. Por su parte, Guerra y Artiles (2019) señalan que existe una diversidad de estrategias pedagógicas que favorecen un aprendizaje activo, experiencial y colaborativo, cuyo éxito en el aula depende de los objetivos planteados por la institución en cooperación con los actores educativos. Asimismo, algunas instituciones integran estrategias pedagógicas basadas en el juego para estimular el interés y las pasiones de los estudiantes en el desarrollo de competencias y habilidades específicas (Fumero, 2019).
La comprensión lectora, entendida como el proceso de interpretación del significado de un texto escrito, es positiva y constructiva (Gallego y Rodríguez, 2019). En el ámbito educativo, es fundamental fomentar la práctica frecuente de la lectura para alcanzar un adecuado nivel de comprensión, ya que esta habilidad permite interpretar instrucciones y constituye la base para el desarrollo de procesos cognitivos superiores (Durán et al., 2018). En el nivel literal, se incorporan procesos de pensamiento como la síntesis, la descripción, la comparación y el análisis, necesarios para el desempeño académico (Cárdenas et al., 2021). Además, la evaluación de la comprensión lectora en el aula requiere la implementación de métodos, estrategias, técnicas y herramientas innovadoras y pertinentes, alineadas con los lineamientos establecidos por las autoridades competentes, para garantizar resultados precisos y relevantes en el desarrollo de esta capacidad (Fuentes, 2009).
En relación con los niveles de comprensión lectora, estos no resultan significativos para los estudiantes cuando son impuestos por los adultos (Herrera et al., 2017). Aunque los docentes suelen motivar a los alumnos a leer libros en el entorno escolar, el ambiente de aprendizaje desempeña un papel crucial en el fortalecimiento de las habilidades lectoras, independientemente del perfil lector del estudiante. El apoyo del docente es fundamental durante las lecciones, ya que proporciona orientación cuando el estudiante no comprende el texto y resuelve sus dudas, influenciado por el contexto educativo y las creencias que este inspira. Sin embargo, los libros recomendados por los profesores a menudo no despiertan el interés de los alumnos. Por ello, es necesario que los docentes seleccionen textos adecuados a la edad e intereses de los estudiantes, evitando limitarse únicamente a textos académicos o producidos por instituciones educativas (Akande y Oyedapo, 2018).
Alcanzar los mejores niveles de comprensión lectora requiere práctica constante. Según la escala inicial de valores, se identifican tres categorías: desempeño esperado (A), cuando los estudiantes alcanzan el nivel de expectativa; durante el proceso (B), cuando el estudiante está en o cerca del nivel esperado; y línea de base (C), cuando se observa un progreso mínimo en relación con el nivel esperado (MINEDU, 2016). En cuanto a los niveles de comprensión lectora, es fundamental que el lector identifique frases y palabras clave del texto, lo que le permite captar de manera directa el mensaje expresado (Trillos, 2013). En el nivel literal, la lectura se enfoca en las ideas expresadas claramente en el texto, considerando elementos como ideas principales, secuencias, comparaciones y razones. Este nivel permite al lector comprender tanto las ideas como los temas principales presentados en el texto (Silvestri, 2006).
El siguiente nivel de comprensión lectora es el lógico, en el cual los lectores son capaces de identificar detalles, decodificar imágenes y relacionar eventos, incluso en contextos de lectura incompleta, interpretando posibles motivos del autor (Alape, 2021). Este es seguido por el nivel de conocimiento crítico, donde el lector puede aceptar o rechazar juicios válidos sobre lo leído, sustentándolos con argumentos sólidos (Oliveras y Sanmartí, 2009). La lectura se concibe como un proceso interactivo de comunicación, en el cual se establece una relación bidireccional entre el texto y el lector, permitiendo que este último absorba la información y le asigne un significado propio (Márquez y Valenzuela, 2018). Este significado se construye mediante un proceso dinámico, donde el lector interpreta el texto con base en su conocimiento y experiencia contextual (Moreno et al., 2010). Por tanto, es fundamental que la práctica de la lectura sea prioritaria y constante en las aulas, ya que una mayor frecuencia en la práctica contribuye significativamente a niveles más altos de comprensión lectora (Caldera et al., 2010).
Esta investigación tiene como objetivo establecer la lectura como estrategia y analizar su frecuencia de uso en estudiantes de una institución educativa primaria del distrito de Lima, Perú. El uso de esta estrategia es considerado fundamental, ya que contribuye al desarrollo de los niveles de comprensión lectora de los estudiantes, alineándose con los planteamientos del MINEDU (2016) en los niveles literal, criterial e inferencial. En el nivel literal, se enfoca en la identificación de información explícita; en el nivel criterial, se busca establecer relaciones entre ideas; y en el nivel inferencial, se trabaja en la verificación y generación de nueva información, promoviendo una comprensión más profunda y el afianzamiento de habilidades lectoras (Llorens et al., 2011).
La investigación empleó un enfoque cuantitativo, utilizando un conjunto de estrategias para la recolección y procesamiento de la información. El estudio se realizó con una población de 100 estudiantes de una Institución Educativa Primaria ubicada en el distrito del Callao, Lima, Perú. Se seleccionó una muestra representativa de estudiantes de diferentes grados con el propósito de garantizar la diversidad en el análisis de los niveles de comprensión lectora.
Para la recolección de datos, se diseñó un cuestionario como instrumento principal. Este instrumento incluyó preguntas claras y específicas orientadas a identificar si los participantes utilizaban estrategias de lectura para comprender los textos asignados. El cuestionario fue sometido a un proceso de validación a través de un juicio de expertos para garantizar su pertinencia, claridad y confiabilidad. Además, se utilizó una encuesta específica para medir los niveles de comprensión lectora, evaluando el nivel literal, criterial e inferencial, según los lineamientos establecidos por el MINEDU (2016).
Las técnicas empleadas incluyeron la aplicación directa de los cuestionarios a los estudiantes en un entorno controlado, previa coordinación con las autoridades de la institución. Esto permitió asegurar que las respuestas fueran espontáneas y reflejaran las estrategias y prácticas reales de lectura de los participantes.
El procesamiento de los datos se realizó en varias etapas. Primero, se organizó y tabuló la información recopilada para facilitar su análisis. Posteriormente, se emplearon herramientas estadísticas descriptivas, como frecuencias y porcentajes, para analizar la magnitud y la ocurrencia de los fenómenos relacionados con la comprensión lectora. Estos datos se interpretaron en relación con las variables del estudio, lo que permitió identificar patrones, niveles y frecuencia de uso de estrategias de lectura. Finalmente, los resultados fueron presentados de manera clara y sistemática para establecer conclusiones relevantes sobre el uso y los niveles de comprensión lectora de los estudiantes.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
La investigación destacó que la comprensión lectora es fundamental para el desarrollo académico, y su mejora depende de la práctica sistemática de estrategias de lectura. Ignorar estas estrategias puede afectar negativamente el rendimiento de los estudiantes en diversas materias y niveles educativos. En este contexto, la comprensión lectora fue medida a través de tres niveles: literal, que se centra en identificar información explícita; criterial, que establece relaciones entre ideas; e inferencial, que implica la verificación y propuesta de nueva información.
Los resultados obtenidos reflejan una preocupante situación en cuanto a la práctica de la lectura en la institución analizada. Según los datos presentados en la Tabla 1, el 60% de los estudiantes raras veces practican la lectura, lo que constituye la mayoría de la población estudiada. Este hallazgo revela un hábito limitado en la incorporación de estrategias de lectura en el contexto escolar. Por otro lado, un 24% de los estudiantes indicaron que practican la lectura frecuentemente, evidenciando que solo una minoría ha incorporado esta práctica de manera constante. En tanto, un 10% mencionó que algunas veces llevan a cabo actividades relacionadas con la lectura, mientras que un 6% manifestó practicar la lectura poco o casi nada.
Estos resultados son preocupantes, particularmente en el contexto actual, marcado por el regreso a la presencialidad tras las restricciones educativas causadas por la pandemia. La falta de práctica regular de la lectura puede estar limitando el desarrollo de habilidades cognitivas esenciales, afectando tanto el aprendizaje como la capacidad de los estudiantes para abordar textos académicos y no académicos.
DISCUSIÓN
En la investigación se observa que las estrategias de lectura no se practican con la frecuencia esperada, es decir, no son utilizadas adecuadamente por los docentes con sus estudiantes. Según los resultados obtenidos, en la institución educativa del Distrito de Lima, Perú, el 60% de la población declara que raras veces se practica la lectura. Un 24% indica que algunas veces los docentes practican la lectura, mientras que solo el 10% señala que en ocasiones se pone en práctica alguna estrategia de lectura. Finalmente, el 6% de la población afirma que casi nunca se practica la lectura, lo cual es preocupante, especialmente después del regreso a la presencialidad en las instituciones educativas. Esto resalta la necesidad urgente de fortalecer las prácticas lectoras en el aula.
Las habilidades lectoras y la comprensión lectora funcionan de manera simultánea. Es un proceso fisiológico, emocional y social a través del cual los lectores se conectan con los textos (Espinosa, 2020). Este proceso de conexión entre los estudiantes y la lectura puede ser mejorado a través de estrategias didácticas que fomenten el compromiso con los textos y la reflexión crítica.
En cuanto a los niveles de comprensión lectora, de los 100 estudiantes encuestados y entrevistados, el 46% se encuentran en el nivel literal, lo que significa que solo comprenden lo esencial del texto. Un 39% se encuentra en el nivel criterial (B), ya que algunos responden a las preguntas formuladas proporcionando sus propios criterios para interpretar el contenido. Finalmente, solo un 15% de los estudiantes alcanza el nivel inferencial, lo que indica que estos logran hacer inferencias y comprender en profundidad lo que leen.
Desde el campo de la psicología, la lectura y la comprensión lectora requieren un procesamiento extenso del contenido, ya que es una actividad compleja realizada por el sistema cognitivo. Este proceso comienza con el reconocimiento de letras, la vinculación de fonemas con gráficos, la asignación de significados y la comprensión del contexto del texto (Fuguet, 2011). En este sentido, leer implica comprender completamente el texto, lo cual es un proceso que involucra muchos recursos y procesos cognitivos y psicolingüísticos complejos, como lo explican Herrada y Herrada (2017) acerca de la cognición y el lenguaje, que permiten crear un núcleo desde el cual se puede acceder a información de diferentes áreas del conocimiento.
La frecuencia de uso de la comprensión lectora debería convertirse en un hábito, ya que es un proceso de creación de significado. Este proceso requiere el uso de estrategias avanzadas, tales como establecer metas, hacer y probar predicciones, rastrear lo que se lee y tomar decisiones como identificar y distinguir entre información primaria y secundaria (Guerra y Forero, 2015). Estos enfoques son esenciales para que los estudiantes no solo comprendan lo que leen, sino que también desarrollen un pensamiento crítico y reflexivo sobre los textos.
El uso frecuente de la estrategia de lectura permite que los estudiantes desarrollen un deseo de superación, lo que les ayuda a entender mejor lo que leen (Avendaño y Martínez, 2013). Los resultados obtenidos en esta investigación están en línea con las observaciones de Herrera et al., (2017), quienes indican que los docentes motivan a los alumnos a leer libros en la escuela. Además, se señala que el ambiente de aprendizaje es un factor crucial para el fortalecimiento de las habilidades lectoras, independientemente del perfil lector del estudiante. La orientación del docente es fundamental, ya que es quien ayuda a los estudiantes a superar las dificultades de comprensión, disipando sus dudas y guiándolos durante el proceso de lectura.
Sin embargo, se observa que los libros recomendados por los docentes no son del interés de los alumnos, lo que pone en evidencia la necesidad de seleccionar textos apropiados para la edad y los intereses de los estudiantes. Esto es crucial para lograr que los alumnos se conecten con la lectura y no se limiten a textos académicos tradicionales (Akande y Oyedapo, 2018).
En relación con los niveles de comprensión lectora, los datos muestran que el 46% de los estudiantes se encuentran en el nivel literal, el 39% en el nivel criterial y solo el 15% en el nivel inferencial. Estos resultados indican que alcanzar los niveles más altos de comprensión lectora requiere de práctica constante. Como lo afirma el MINEDU (2016), los estudiantes deben ser incentivados a mejorar su capacidad para identificar ideas principales, establecer secuencias y realizar comparaciones, aspectos que les permitirán alcanzar una comprensión más profunda del texto. Trillos (2013) y Silvestri (2006) coinciden en que es esencial que los estudiantes aprendan a identificar las frases principales y comprender claramente las ideas del texto, lo que se logra mediante una práctica constante y el uso de estrategias efectivas de lectura.
CONCLUSIONES
Los resultados obtenidos en esta investigación sobre la frecuencia de uso de la estrategia de la lectura no son alentadores. El mayor porcentaje de los docentes señala que raramente hacen uso de la lectura en sus clases. Esta situación refleja una baja tasa de lectura entre los estudiantes, lo que podría atribuirse a que los textos propuestos no responden al tipo de lecturas que estos esperan o desean realizar. A pesar de que los estudiantes muestran cierto interés por leer, este deseo no se traduce en un compromiso activo ni en el placer por la lectura, lo que pone de manifiesto una desconexión entre la oferta educativa y los intereses reales de los alumnos.
La práctica de la lectura y sus niveles de comprensión subrayan la importancia de que los estudiantes no solo lean, sino que también comprendan lo que leen. En la actualidad, la poca frecuencia con que los docentes emplean estrategias para promover la lectura refleja una falta de énfasis en estas habilidades esenciales dentro del proceso educativo.
Es crucial sensibilizar a los docentes sobre la necesidad de regular la conexión entre la comprensión lectora y las estrategias pedagógicas, promoviendo actividades que estimulen la lectura y el análisis de textos que realmente sean del interés de los estudiantes. Esto no solo fortalecería las competencias lectoras, sino que también fomentaría un mayor interés por la lectura.
Finalmente, es imperativo implementar de manera efectiva estrategias de lectura que favorezcan la comprensión. Es fundamental que la lectura se entienda como una herramienta para comprender, cultivando el interés por leer y desarrollando habilidades lectoras fundamentales. Este enfoque contribuiría significativamente a mejorar la comprensión lectora, elemento clave para el éxito académico de los estudiantes.
CONFLICTO DE INTERESES. Los autores declaran que no existe conflicto de intereses para la publicación del presente artículo científico.















