Ubicación de la zona de estudio

Las actividades para el fortalecimiento de los sistemas locales de producción de semilla se desarrollaron con organizaciones de pequeños productores de los municipios de Ipiales, Córdoba, Contadero y Córdoba del departamento de Nariño, Colombia; que contó con la vinculación de 59 productores semilleristas. La zona de estudio tiene las siguientes características (Tabla 1):

Tabla 1 Ubicación y parámetros climáticos de las organizaciones de productores con quienes se desarrollaron las actividades de intercambio de conocimientos, en Nariño, Colombia. 

Metodología

Estructura y dinámica de funcionamiento de los modelos de producción de semilla de cultivos comerciales andinos

Factores como la creciente demanda mundial de alimentos, el alto costo de estos, la presión urbana sobre las tierras agrícolas y el cambio y variabilidad climática, propician una mayor demanda de semillas de calidad, de variedades capaces de adaptarse y producir bajo condiciones ambientales cambiantes y desfavorables (^{Borras y Franco, 2018}).

La semilla es el insumo más importante dentro de la producción agrícola, ya que permite expresar el potencial genético propio de cada especie, siempre y cuando cuente con los atributos de calidad física (libre de impurezas), fisiológica (germina y da origen a plantas vigorosas), genética (corresponde a la variedad de interés) y sanitaria (está libre de plagas y enfermedades) (^{ICA, 2015}; ^{Porras, 2015}; ^{Terenti, 2004}; ^{Velázquez, 2014}). Dado que, la semilla es el insumo principal para el establecimiento de un cultivo, su disponibilidad y calidad son determinantes.

Estas condiciones mínimas de calidad física, fisiológica, genética y sanitaria de la semilla, complementada con un adecuado manejo agronómico del cultivo, es lo que permite a los agricultores obtener mayores rendimientos, homogeneidad en sus cosechas, evitar la diseminación de plagas y enfermedades y reducir los costos de producción. Además de impulsar la productividad y calidad de las cosechas, el uso de semilla de calidad contribuye a promover la conservación y aprovechamiento sostenible de los recursos fitogenéticos. En este sentido, la importancia de mantener y/o mejorar la calidad de la semilla de arveja, radica en el aporte a la seguridad y soberanía alimentaria, por sus características nutritivas y por formar parte de la dieta de la población nacional.

En Colombia la producción y comercialización formal de semilla de arveja de calidad es supervisada por el Instituto Colombiano Agropecuario - ICA y regulada por la normatividad vigente, sin embargo, son muy pocos los semilleristas que producen bajo esta regulación. En el año 2010, el proceso de producción de semilla de arveja se inició bajo la norma ICA 970, la cual permitía producir semilla de arveja seleccionada (ICA, 2010); no obstante, desde el 15 de septiembre del 2015, cuando entró en vigor la resolución 3 168, se deben adelantar procesos orientados a la producción de semilla certificada, para comercialización (ICA, 2015).

El departamento de Nariño, ubicado al sur occidente de Colombia, cuenta con condiciones ambientales óptimas para la producción de arveja con tutor y desde hace varios años se considera el principal productor a nivel nacional. En este departamento cada año se establecen aproximadamente 17 000 hectáreas de arveja (^{Agronet, 2021}), para lo que se requieren alrededor de 765 toneladas de semilla, de las cuales se estima que únicamente el 10 a 15 % corresponde a semilla seleccionada, el porcentaje restante corresponde a semilla proveniente del intercambio entre productores, comercio informal en la región, o aquella obtenida de cultivos anteriores que son lotes de producción comercial, establecidos con el fin de producir arveja fresca o en vaina verde y que por condiciones climáticas y dificultad en el comercio, estos lotes llegan a madurez fisiológica. Todo lo anterior conlleva a que se desconozca la trazabilidad y calidad de la semilla y se incremente la diseminación de enfermedades limitantes del cultivo, asociadas a patógenos como Fusarium sp., Colletotrichum spp. y Ascochyta spp. (^{Tamayo, 2000}). Sumado a la baja disponibilidad de semilla de calidad en Nariño, se presenta una deficiente capacidad técnica, por parte de los agricultores para producir su propia semilla, además de una baja capacitación y asistencia técnica.

En respuesta a lo anterior, el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural (MADR) y la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria (Agrosavia), desde el año 2013 adelantan una iniciativa con cobertura nacional denominada Plan Nacional de Semillas (PNS), el cual incluye 22 cultivos, entre las cuales se encuentra la arveja, con el propósito de fortalecer el sistema local de producción de semilla de calidad. En el caso de esta leguminosa, se ha realizado el acompañamiento a cuatro organizaciones de pequeños productores, de las cuales, una cuenta con registro ICA para producir semilla certificada, desde el año 2020 y se constituye en la primera organización productora y comercializadora de semilla de arveja de calidad, a nivel nacional; lo que contribuye a incrementar su disponibilidad para el sur de Colombia.

¿Cómo el PNS contribuye al fortalecimiento de los sistemas locales de producción de semilla?

En la tradición académica y de las agencias de desarrollo prevalecen esquemas de comprensión de la realidad, diagnóstico de las problemáticas asociadas al campo y sus formas de intervenir, donde prima la visión externa a los sujetos y a éstos los ubica en una condición de beneficiarios o receptores de tecnologías exógenas. Este modelo ha venido cuestionándose tanto por sus limitados alcances (bajo grado de apropiación por parte de los agricultores), escasa sostenibilidad de los procesos (la continuidad de los avances está ligada a la presencia de actores externos), oferta de soluciones que no condicen a las necesidades primarias de las comunidades, baja valoración del conocimiento local y escaso reconocimiento de las capacidades de los agricultores, entre otros (^{Easdale et al., 2017}). Por tal motivo, se vienen gestando procesos de apertura institucional que permiten valorar los conocimientos y prácticas locales, fomentar el diálogo transdisciplinar, estimular escenarios de co-innovación y apropiación de conocimiento como estrategia de intervención por parte de las agencias de investigación y desarrollo que permitan dar respuesta y atender las problemáticas que las comunidades rurales expresan (^{Mora, 2008}).

Este enfoque de trabajo tiene su tradición en la escuela de la investigación acción participativa que desde las décadas de 1970 y 1980 problematizaba la consolidación del modelo científico occidental en el que domina el tipo de conocimiento que surja producto de la experimentación y el método científico, generando una brecha entre quienes pueden generar y acceder a este tipo de conocimiento, subordinando y excluyendo los otros tipos de saberes. En respuesta a este enfoque de intervención emergieron estrategias de trabajo participativo bajo los postulados del aprender-haciendo y campesino-a-campesino (Holt- Giménez, 2008) que esgrimen la centralidad de reconocer otros tipos de saberes (no solo el científico occidental) y el rol que las comunidades tienen como gestoras de su desarrollo (^{Navarro et al., 2013}).

Así, en la década de 1990 y 2000 en la academia e instituciones de desarrollo se abre paso las escuelas que promulgan los enfoques interdisciplinarios, transdiciplinarios y de investigación participativa como paradigmas válidos para promover soluciones y atender las necesidades que las comunidades ostentan y contando con su participación (^{Posada & Velarde, 2000}). Si bien, es cada vez más común encontrar estos modelos en las proyectos de desarrollo, investigación científica o acciones de intervención, muchas veces soportados en temáticas de agricultura sostenible o agroecología, cambio climático, disminución de brechas de género y juventud, economía verde, enfoques étnicos, entre otros; aún persiste resistencia ý/o desconocimiento por un segmento de la comunidad académica de como integrar efectivamente otros tipos de saberes en la generación de conocimiento y el rol activo que las comunidades tienen en la gestión de sus territorios y medios de vida (^{Scoones, 2015}).

Partiendo de estas nociones, el Plan Nacional Semilla procura generar un proceso de acompañamiento a las organizaciones de productores con el propósito de fortalecer sus sistemas de producción de semilla de calidad. Estas acciones tienen como origen la crisis productiva, social y económica que en varias regiones del país se generó producto de la ola invernal sucedida en los años 2010 y 2012, lo que conllevó a que alrededor de 20.000 familias perdieran sus cultivos (^{Rendon et al., 2021}). En respuesta, la institucionalidad desarrolló el proyecto “Ola Invernal” que tuvo un enfoque humanitario y asistencial mediante la entrega de semillas con el propósito de reactivar la producción en las zonas afectadas por la emergencia climática. No obstante, este proyecto representó un ejercicio de aprendizaje para que AGROSAVIA identificara dificultades en la producción de semillas que conllevaba asuntos de importancia económica y de seguridad alimentaria (^{Wagner-Medina et al., 2021}). A partir de esta experiencia, desde el año 2013 se inicia la estrategia de Plan Nacional de Semillas, que contempló un proceso de mediano y largo plazo en busca de mejorar la calidad de las semillas, tener mayor disponibilidad de estas y fortalecer las organizaciones de pequeños productores en su proceso de producción (Rendon et al., 2021).

Posteriormente, a partir de 2019, se inicia una nueva fase del PNS orientado a fortalecer y consolidar capacidades a nivel local por parte de pequeños y medianos productores en la producción de semilla de calidad. En tal sentido, se realizan ejercicios de priorización de cultivos a nivel nacional a partir de criterios de importancia económica, características agroecológicas, presencia de organizaciones de productores y aporte a la seguridad alimentaria que permiten concentrar los esfuerzos en las regiones con mayor aptitud según el sistema productivo. Así, para el departamento de Nariño se seleccionó el cultivo de arveja por ser un cultivar de importante potencial productivo y económico, soporte de los medios de vida de un número significativo de agricultores de la región.

Objetivos y acciones desarrolladas en para el fortalecimiento de los sistemas locales de producción de semilla de arveja de calidad

La estrategia del Plan Nacional Semilla tiene como objetivo Consolidar sistemas productivos de semilla de arveja de calidad con organizaciones de productores en el departamento de Nariño. Entre sus alcances resalta el fortalecimiento en componentes técnico, productivo, organizacional y plan de negocios de las asociaciones participantes; identificar procedimientos que garanticen la inocuidad sanitaria en la producción de semilla de arveja, con la participación de los productores; ajustar el modelo técnico de producción de semilla de arveja; vincular y consolidar organizaciones para la producción de semilla de arveja de calidad en Nariño y proveer semilla de calidad, de las principales variedades de arveja, a las organizaciones consolidadas en el proyecto. El manuscrito recoge las experiencias y lecciones de los procesos de dinamización de organizaciones vinculadas al proyecto para la producción de semilla de calidad.

Para su implementación, el PNS construyó una ruta estratégica consistente en tres ejes principales: i) investigación y validación en los modelos de producción de semilla, ii) fortalecimiento de capacidades, orientada a productores para la producción de semilla, y iii) acompañamiento transversal en procesos de trazabilidad, costos de producción y procesos de sistematización. El primer momento consistió en realizar la divulgación y socialización del proyecto y sus mecanismos de inscripción de organizaciones de productores, bajo el mecanismo de convocatoria. Con el propósito de difundir el PNS - arveja en el territorio y motivar la participación de un importante número de organizaciones conformadas por diversidad de sujetos sociales, actividades productivas que desarrollan e impacto territorial de sus acciones, se usaron múltiples mecanismos que permitieron divulgar ampliamente la iniciativa, en el territorio y, con esto, despertar el interés y postulación de un número significativo de organizaciones de pequeños productores.

Cabe indicar, que el inicio de esta nueva fase del proyecto coincidió con las medidas de confinamiento establecidas en el marco de la pandemia COVID-19, lo que generó importantes desafíos para el equipo de trabajo, las comunidades beneficiarias y los objetivos del proyecto; lo que obligó a desarrollar herramientas y estrategias de divulgación para compartirse en medios digitales, redes sociales y en reuniones remotas. En primera medida, se entablaron contactos con aliados institucionales de carácter regional y local para dar a conocer los objetivos, metodologías y alcance de la iniciativa, con el propósito de replicar la información entre el espectro de las organizaciones de influencia. Seguidamente, se focalizaron las acciones orientadas a grupos de productores en las zonas de reconocida importancia económica del cultivo. Con el apoyo de aliados locales, se organizaron sesiones virtuales con las organizaciones de productores para incentivar su participación al PNS.

A este punto, se esgrimió uno de los primeros desafíos que consistió en superar las brechas tecnológicas que existe en el medio rural y que, con la pandemia, se hizo más notoria. Dificultades relacionadas a la deficiente conectividad en las localidades donde se asientan los productores, equipos obsoletos para la comunicación y desconocimiento del manejo de las herramientas y plataformas virtuales. Con el apoyo de los grupos familiares, acompañamientos institucionales y rápidos procesos de adaptación por parte de los agricultores, se fueron acercando las brechas y logrando procesos de comunicación e intercambios en el marco de la virtualidad. Como resultado de esto, se logró motivar la postulación de 11 organizaciones de los municipios de Córdoba, Pupiales, Ipiales, Contadero, Gualmatán, Funes, Potosí, Puerres y Ospina, del departamento de Nariño.

Surtido el proceso de postulación, se realizó una selección de organizaciones a ser partícipes de la iniciativa contemplando criterios cómo tiempo de conformación, diversidad en la composición a nivel de género, étnico y juventud, infraestructura y equipamiento disponible, trayectoria en la ejecución de proyectos y experiencia en la producción de semilla, entre otros aspectos; que en conjunto, permitieron realizar una priorización de organizaciones atendiendo parámetros propios de la iniciativa, pero también, cubrimiento territorial y capacidades de las organizaciones, que permitieran lograr los objetivos propuestos en el PNS. Así, se focalizaron las organizaciones Fuerza Campesina, Verdesur, Asoforcam y Cebadal, de los municipios de Contadero, Pupiales, Córdoba e Ipiales, respectivamente, para ejecutar las acciones en el marco de la iniciativa.

Figura 1 Estructuración de fases y acciones, en la implementación del PNS - Arveja. 

Una vez seleccionadas las organizaciones se inició la etapa de ejecución, mediante fases de trabajo que, de manera sucesiva, permitieran ir alcanzando las metas y propósitos del PNS - Arveja (Figura 1); donde los medios de implementación y alcances fueron variables para cada uno de los contextos en los cuales se desarrolló la iniciativa.

Línea base y escenarios de planificación participativa

Para la ejecución de las actividades enmarcadas en el PNS se evidenciaron dos limitantes centrales, la primera asociada a la ausencia de una línea base de información que permitiera tener un conocimiento más amplio, frente a las condiciones socioeconómicas de los integrantes de cada organización, sus trayectorias y experticias en el proceso de producción de semillas, tipo y relacionamiento con actores instituciones e interés y visión a futuro de cómo la organización se insertaría en los circuitos de producción y distribución de semilla a nivel local y regional. El segundo desafío estuvo asociado a la generación de un plan de trabajo acorde a las brechas identificadas previamente, pero también que contará en su definición con la participación de los productores, de modo que no se concibiera como un modelo impuesto a cada comunidad, y de este modo, lograr su apropiación.

Para esto, se aplicaron una serie de ejercicios que posibilitaran identificar participativamente el grado de conocimiento en aspectos técnicos asociados a la producción de semilla de calidad, pero también la situación actual de cada grupo a nivel organizacional y dominio de herramientas para la comercialización que permitiera establecer un plan de trabajo ajustado según las necesidades y capacidades de los grupos (Figura 2).

Figura 2 Dinámicas empleadas para construcción de línea base de organizaciones y diseño del plan de trabajo. 

Las metodologías para la generación de información de línea base de carácter cualitativo permiten involucrar activamente a la comunidad en la reflexión y generación de propuestas orientadas a la construcción de la visión que como colectivo quieran lograr. Es la oportunidad para generar discusión los desafíos que enfrentan y las posibles acciones para su superación. Las dinámicas empleadas ofrecieron un contexto más amplio de la dinámica propia de cada organización, su grado de interés y dominio en los temas relativos a la producción de semilla de calidad, además de su proyección en el mediano y largo plazo.

Como resultado de estas actividades se logró establecer que, i) los productores no tienen una amplia red de apoyo y relacionamiento a nivel externo y familiar para el desarrollo de las labores productivas, ii) para la gestión de recursos y asesoramiento técnico recae en referentes de la organización, y iii) se tiene una baja diversidad de actores externos con los cuales se logran relacionar para sus actividades productivas.

De manera más detallada se puede indicar que el bajo número de actores externos con los que los productores pueden contar y generar relacionamientos se debe a factores intrínsecos de las organizaciones como a elementos externos que superan su margen de gestión. De una parte, el escaso capital social y bajo grado de información con relación a la oferta y alcance de cada entidad constituyen en barreras que no permite que los productores puedan acceder a los servicios que las entidades prestan orientadas a superar las diversas brechas que enfrentan en la actividad productiva. Como factores externos se presenta una atomización de las instituciones, bajo grado de articulación entre estás, altos grados de burocratización y baja capacidad operativa y financiera para realizar acompañamientos en terreno y de manera sostenida a cada una de las organizaciones. A nivel familiar, se percibe que los procesos de despoblamiento y envejecimiento de la población rural conlleva a que los productores no cuenten con una red de apoyo amplia para dar soporte a su actividad productiva.

En segunda instancia, ante la ausencia de un sistema de extensión integral para los productores en el país, estos recurren de manera sistemática a las recomendaciones o replicar las labores y prácticas que los vecinos desarrollan en sus parcelas. Esta práctica se ven reforzadas en el hecho que en algunas organizaciones se cuenta con productores que han alcanzado grados técnicos y profesionales de formación lo que les permite constituirse en refrentes para los demás productores. Por otra parte, la asesoría técnica se obtiene en las casas comerciales de ventas de productos agroquímicos no siendo la mejor opción ya que a menudo se prima la venta de productos antes que las necesidades reales del cultivo, la eficiencia productiva, la reducción de costos o menor impacto ambiental.

Por último, la red de actores (Tabla 2) demostró que primordialmente se tienen un relacionamiento con entidades gubernamentales del orden sectorial y en menor medida actores como ONGs y organizaciones de base.

Tabla 2 Red de actores externos con los que mayoritariamente se relacionan las organizaciones. 

La aplicación de la encuesta de caracterización realizada ex-ante y ex-post, permitió establecer en una escala ascendente en el rango de 1 a 3, donde el 1 corresponde al punto más crítico y el 3 el nivel óptimo (Figura 3), el estado en el que la organización inició el proceso y los aspectos que se lograron fortalecer producto del acompañamiento realizado en el marco del PNS.

Figura 3 Perfil inicial de las organizaciones Cebadal, Asoforcam, Fuerza Campesina y Verdesur, en el departamento de Nariño. Nota: PP: Planeación Producción; SE: Selección semilla; POS: Procedimiento obtención de semilla; EPS: Experiencia producción de semilla; AP: Activos productivos; ATA: Asistencia técnica; DRF: Definición de roles y funcionalidad; PIE: Principios de igualdad y equidad; CI: Comunicación interna; ITO: Interés en trabajo organizado; RE: Relación de entorno; GR: Gestión de recursos; RGF: Registro de gestión financiera; FO: Financiamiento de la organización; EC: Experiencia crediticia; C: Comercialización. 

Se estableció que las cuatro organizaciones a pesar de su experiencia en el sistema productivo de arveja en fresco, carecían de los conocimientos específicos para la producción de semilla de calidad, de ahí que sus puntuaciones se hayan encontrado cercano a uno, además de falencias en factores como asistencia técnica, gestión de recursos, financiación de la organización y modos de comercialización, que les imposibilitaba ver este tipo de acciones como una alternativa nueva de fuentes de ingresos al interior de cada territorio. No obstante, aspectos como relacionamiento con el entorno, comunicación interna, trabajo colaborativo y gestión de recursos mostraron valores altos lo que permite proyectar que, con el fortalecimiento de aspectos técnicos y desarrollo de modelos de negocio, la producción de semilla de calidad puede ser una alternativa viable para diversificar sus ingresos y mejorar la producción a nivel comunitario.

Escenarios de fortalecimiento de capacidades en el aprender-haciendo

Los ejercicios de transferencia promovidos tradicionalmente por las agencias de investigación, academias y diversas entidades de fomento de la agricultura tienen, por lo general, el problema de lograr bajos niveles de adopción por parte de su público objeto una vez que las novedades técnicas no se ajustan a las características socioeconómicas, ambientales y productivas de los agricultores, además los procesos de difusión de la novedad técnica no estimulan el empoderamiento de los productores ya que la información suministrada son resultados de investigación que no contaron necesariamente con su participación. Esta práctica, comúnmente aplicada en los procesos de transferencia de tecnología viene siendo cuestionada por las instituciones y sujetos sociales quienes demandan una vinculación activa en los procesos de generación tecnologías y conocimientos que puedan responder de manera integral a las necesidades que ostentan sus unidades productivos y territorios.

Para superar estas modelos de transferencia convencional y avanzar en las dinámicas de apropiación por parte de los productores, con los insumos generados en la primera fase (caracterización/perfilamiento), se diseñó un plan de trabajo participativo que involucró los puntos críticos de cada dimensión acorde a las necesidades y requerimientos de los grupos asociativos, el cual se concertó de modo que pudiera delinear la estrategia de acompañamiento. Entre las temáticas que se priorizaron para abordar durante los talleres están: normatividad para la producción y comercialización formal de semilla, trazabilidad, libros de campo, manejo integrado de plagas y enfermedades, selección positiva y negativa, fortalecimiento organizacional, roles y criterios, acondicionamiento de semilla, sondeo de mercado, manejo básico en finanzas, revisión de procesos de producción, reglamento interno y acuerdo de compromiso, BPA, poscosecha y almacenamiento, modelo de negocio y plan de autoabastecimiento.

Este plan de trabajo que se construyó de manera participativa ha sido acorde a lo que (^{Insuasty-Córdoba et al., 2020}) han referenciado en su estudio, en donde se ve la necesidad de fortalecer las capacidades de los productores en temas normativos, procesos de planificación y gestión de proyectos, almacenamiento de semilla, comercialización, contabilidad, siendo crucial el acompañamiento técnico en las primeras etapas, para la consolidación de iniciativas de agronegocios de semilla. Dichas características son compartidas por (^{Ramos et al., 2021})la importancia de coadyuvar procesos asociativos sostenibles, para fortalecer las iniciativas de agronegocio.

Hay que resaltar que, durante la ejecución del plan de trabajo, con cada organización se estableció una parcela para la producción de semilla de calidad de arveja, las cuales fueron concebidas como un espacio de aprendizaje y práctica de las temáticas priorizadas para el plan de fortalecimiento técnico; además la semilla obtenida en estas parcelas se usó para autoabastecimiento de las organizaciones y en el caso de la asociación Fuerza Campesina, registrada ante ICA, también para comercialización a productores de la región. Con la implementación de estas parcelas o unidades de aprendizaje también se fortaleció el trabajo colaborativo entre productores, se mejoraron los lazos de amistad y el compromiso por obtener un excelente resultado de manera conjunta.

Para el proceso de fortalecimiento de cada organización, se realizaron encuentros periódicos, tratando de que las temáticas a abordar coincidieran con las etapas fenológicas del cultivo, de tal manera que se generaron espacios de intercambio de conocimientos y experiencias entre productores y equipo ejecutor que permitieron a su vez tomar decisiones conjuntas en torno al manejo agronómico del cultivo. En los encuentros, se abordó de manera integral aspectos técnicos de producción del cultivo, así como temas transversales asociados a las dinámicas socioeconómicas (registro de actividades en libro de campo, costos de producción) y fortalecimiento organizacional. En estos casos, se contó con la participación de otras instituciones y agencias de desarrollo sectorial que pudieran dar soporte y fortalecer capacidades en aspectos que cada institución domina.

En total, se desarrollaron 40 talleres bajo el esquema aprender - haciendo con la participación, en promedio, de 12 productores, en cada taller; con una representatividad del 52.61 % de hombres y un 47.39 % mujeres. El 33.33 % de las capacitaciones impartidas se asociaron al componente técnico, el 27.8 % al componente organizacional, el 16.7 % al componente financiero y de mercado y el 22.17 % a aspectos normativos. Como producto, se dio paso a la consolidación de cuatro comités de semilla los cuales fueron cruciales en la definición de las responsabilidades en la producción de semilla de calidad, desde la parcela de aprendizaje como en la participación en los escenarios de intercambio de conocimientos. Como resultado, se generaron una serie de acuerdos, estructuras organizativas y documentos que permitan afincar el proceso de técnico como socio- organizativo necesarios para establecer un modelo de producción de semilla de calidad, como es el caso de los acuerdos de voluntades, libros o guías de campo, estructuras de costos de producción, entrevistas para sondeo de mercado, planeación por escenarios y manual de funciones de los comités de semillas.

Hacia la construcción de plan de autoabastecimiento para la obtención de semilla de calidad

En el marco de los ejercicios propuestos para cada una de las organizaciones se avanzó en la construcción de los planes de autoabastecimiento, considerando que la consolidación de las organizaciones se encontraba en proceso de desarrollo. Este documento se constituye en una “carta de navegación” o guía para considerar la producción de semilla como una línea de trabajo y fuente adicional de recursos económicos, que además permitirá satisfacer sus demandas internas de semilla de calidad y contribuirá a su bienestar familiar (Tabla 3).

La construcción de una ruta de autoabastecimiento requirió consolidar una serie de acuerdos internos por parte del comité de semilleristas que permitiera generar un plan de trabajo y asumir roles orientados a lograr la sostenibilidad del modelo local de producción de semilla en sus dimensiones técnico/productivas, organizacional y económico/comercial. Adicionalmente, se requiere de la estimación de la demanda que cada organización determinará con relación a la cantidad de semilla que será necesaria para mantener sus unidades de producción de semilla, cantidad requerida para el establecimiento de unidades de producción comercial dentro de cada organización y un excedente que se comercializará entre los productores de sus comunidades.

Tabla 3 Estructura plan de autoabastecimiento para las organizaciones El Cebadal, Asoforcam, Fuerza Campesina y Verdesur, en el departamento de Nariño. 

Con estos acuerdos, cada organización se trazó un plan de trabajo orientado a garantizar la coordinación requerida, tanto en lo técnico como en lo asociativo, para adelantar el establecimiento de lotes de producción de semilla y así abastecer sus requerimientos y los de sus comunidades. Por último, con el propósito de hace un seguimiento al grado de apropiación de los principios técnicos, consolidación de la organización y perspectivas financieras y comerciales de las asociaciones referidas a la producción de semilla de calidad, se aplicó una evaluación expost con la cual se logró obtener una visión sobre el grado de avance en el proceso de consolidación de los sistemas locales de semillas (Figura 4).

Figura 4 Perfil final de las organizaciones El Cebadal, Asoforcam, Fuerza Campesina y Verdesur, en el departamento de Nariño. Nota: PP: Planeación Producción; SE: Selección semilla; POS: Procedimiento obtención de semilla; EPS: Experiencia producción de semilla; AP: Activos productivos; ATA: Asistencia técnica; DRF: Definición de roles y funcionalidad; PIE: Principios de igualdad y equidad; CI: Comunicación interna; ITO: Interés en trabajo organizado; RE: Relación de entorno; GR: Gestión de recursos; RGF: Registro de gestión financiera; FO: Financiamiento de la organización; EC: Experiencia crediticia; C: Comercialización. 

Para destacar, se observó que en general los productores expresaron mayores conocimientos sobre los criterios técnicos y prácticas productivas requeridas para la producción semilla. En particular, se hace mención a un mejor reconocimiento de las plagas y enfermedades, así como las prácticas agrícolas requeridas para su manejo. Adicionalmente, indican tener un mayor conocimiento para desarrollar las diversas prácticas culturales requeridas, que también son aplicables para los cultivos comerciales. En el nivel organizativo, resaltan el establecimiento de roles dentro del comité de semilleristas y el mayo grado de compromiso por parte de los productores vinculados. Aspectos como el paulatino registro de actividades agrícolas, el acompañamiento de las instituciones y los beneficios productivos y económicos redundantes de la utilización se la semilla son estímulos que les lleven a considerar la producción de semilla como una alternativa para la diversificación de ingresos al interior de sus organizaciones.

Por otra parte, aspectos como una mejor dotación de equipos e infraestructura, mayor acceso a lotes para la producción, identificación de canales y clientes para la comercialización y un acompañamiento técnico continuo, emergen como los principales desafios que los comités de semilleristas requerirán atender para consolidar los sistemas locales de semilla.