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Revista de Investigacion Psicologica

versión On-line ISSN 2223-3032

Revista de Psicologia  no.23 La Paz jun. 2020

 

INVESTIGACIONES

 

Estrés parental y las actitudes de las madres solteras hacia la relacion con los hijos

 

Parental stress and attitudes of single mothers towards relation ship with children

 

Estresse parental e as atitudes de mães solteiras em relação a dos filhos

 

 

Daniel Rubén Tacca Huamán1, Miguel Angel Alva Rodríguez2 & Francisco Chire Bedoya3
1Doctor en Educación y Licenciado en Piscología. Profesor de la Universidad Tecnológica del Perú. Correo electrónico.: c17500@utp.edu.pe,
2Magister en Docencia Universitaria. Correo electrónico.:miguelangel421987@hotmail.com,
3Licenciado en Educación con especialidad en Ciencias Historico Sociales y Filosofía. Correo electrónico.:francischire@gmail.com
,
Fecha de recepción: 10/06/2019 Fecha de aceptación: 15/04/2020

 

 


Resumen

El objetivo principal de la investigación fue conocer la relación entre el estrés parental y las actitudes de las madres solteras hacia la relación con sus hijos. El trabajo tuvo un enfoque cuantitativo, con alcance correlacional, diseño no experimental transversal y una muestra conformada por 104 madres solteras de la ciudad de Lima, Perú. La información fue recolectada con el cuestionario de estrés parental y con el inventario de relaciones padre-hijo, ambos instrumentos adaptados al contexto peruano. Los resultados indican que la correlación entre el estrés parental y la actitud hacia la relación con sus hijos es negativa (-.65), esto indicaría que a mayor estrés las madres solteras manifiestan menos apoyo a los hijos, baja satisfacción, compromiso, comunicación y autonomía, no establecen limites y presentan baja deseabilidad social. Se observó que las mujeres con educación superior, con más de 40 años y con apoyo externo en la crianza presentan menos estrés. Además, las madres con educación superior y apoyo externo presentan más actitudes positivas hacia la crianza.

Palabras clave. Estrés parental, Crianza de hijos, Madre soltera, Satisfacción, Malestar.


Abstract

The main purpose of the research was to know the relation between parental stress and the attitudes of single mothers towards relationship with children. The research was quantitative, correlational, non-experimental, cross-sectional and with a sample of 104 single mothers from Lima, Peru. The information was collected with the Parenting Stress Index and with the Parent-child relationship inventory, both questionnaires adapted to the Peruvian context. The results indicate that the correlation between parental stress and the attitudes of single mothers towards relationship with children is negative (-.65), this would indicate that the greater the stress of single mothers, they show less support for their children, low satisfaction, commitment, communication and autonomy, they don't set limits and have low social desirability. It was observed that women with higher education, with more than 40 years and with external support in raising have less stress. Furthermore, mothers with higher education and external support have more positive attitudes towards parenting.

Keywords. Parental stress, Child-rearing, Single mother, Satisfaction, Discomfort.


Resumo

A finalidade da investigação foi a de conhecer a relação entre o estresse parental e as atitudes de mães solteiras em relação a dos filhos. A investigação foi quantitativa, correlacional, não experimental, transversal e com uma amostra de 104 mães solteiras de Lima, Peru. As informações foram coletadas com o questionário de estresse parental e com o inventário das relações pai-filho, ambos instrumentos adaptados ao contexto peruano. Os resultados indicam que a correlação entre o estresse parental e as atitudes de mães solteiras em relação a dos filhos é negativa (-.65), isso indicaria que quanto maior o estresse das mães solteiras, elas mostram menos apoio aos filhos, baixa satisfação, comprometimento, comunicação e autonomia, não estabelecem limites e têm baixa desejabilidade social. Observou-se que mulheres com ensino superior, com mais de 40 anos e com apoio externo na criação têm menos estresse. Além disso, mães com ensino superior e apoio externo têm atitudes mais positivas em relação a criação.

Palavras chave. Parental stress, Criação dos filhos, Mãe solteira, Satisfação, Desconforto


Conflictos de Intereses: Los autores declaran no tener conflictos de intereses


               

 

1. Introducción

Guzmán et al. (2019) explican que, si bien el ámbito económico es importante, los padres deben velar por el desarrollo emocional de los hijos, su presencia dentro y fuera del hogar es importante; es decir, la familia continúa siendo el pilar de apoyo para los hijos y debe propiciar un contexto social y emocional que ayude a su desarrollo humano y personal (Márquez-Cervantes y Gaeta-González, 2017). Según Puello et al. (2014), la familia nuclear está perdiendo su posición de referente en la sociedad, y gracias a los cambios sociales, se está observando la aparición de nuevos tipos de organización familiar. Por ejemplo, en el año 2011 se reportó que el 34% de niños en Estados Unidos viven en hogares monoparentales (Koh et al., 2016). A nivel Latinoamericano, según comentan Riesco y Arela (2015), desde la década de 1990 se viene observando un incremento de los hogares monoparentales liderados por mujeres. Castro et al. (2017) reportaron que los hogares monoparentales en el Perú se han incrementado de 17.5% en 1996 a 23.8% en el 2014.

Cada vez son más las mujeres que deciden voluntariamente ser madres solteras (Coronel et al., 2017); sin embargo, esta decisión puede convertirlas en un grupo social vulnerable desde el punto de vista económico, social y psicológico (Grzankowska et al., 2018). La expansión de las familias monoparentales que lideran las madres solteras ha puesto en alerta a investigadores del ámbito psicológico, social y educativo; ya que esta condición familiar, generalmente, trae consecuencias negativas para los hijos y la madre (Pollmann-Schult, 2017). Según Meier et al. (2016), las madres solteras manifiestan sentirse menos satisfechas con su vida, se muestran menos felices, más fatigadas en comparación con las que tienen pareja; pasan por problemas económicos (Van Lancker et al., 2015) y tienden a presentar síntomas de depresión, ansiedad y estrés (Liang et al., 2018).

El estrés parental aparece, generalmente, cuando una persona se convierte en padre o madre y percibe que las demandas no se corresponden con los recursos disponibles (Craig et al., 2016). Abidin (1995) propuso el estudio de los comportamientos parentales producidos por el estrés a partir de la interacción de los factores psicológico, sociológico y ambiental. De acuerdo con lo anterior, y según la propuesta de Deater-Deckard del 2004, el estrés parental incluye los intentos de adaptación a la paternidad que pueden conducir a reacciones psicológicas y fisiológicas negativas (Crnic y Ross, 2017). Los investigadores consideran que el estrés parental no responde únicamente a los factores individuales, por el contrario, su aparición se debería a una influencia multifacética. Y es que tener un hijo, en el contexto actual, demanda una preparación física y mental; además, exige una disponibilidad de recursos y de una adecuada gestión del tiempo (Gouveia et al., 2016). También se ha evidenciado que los padres con niños que presentan algún Trastornos del Espectro Autista (TEA) mostraron niveles más altos de estrés parental, evaluaciones desfavorables en la calidad de la relación familiar (Pisula y Porębowicz-Dörsmann, 2017) y pueden ser más vulnerables en comparación con otros progenitores con hijos que tienen otra discapacidad (Dunn et al., 2001).

Se espera que el embarazo y la experiencia de convertirse en padres son transiciones que vienen acompañadas de estrés y ansiedad (Huizink et al., 2017). Durante el embarazo, la aparición de ansiedad y depresión es bastante común; sin embargo, estas van disminuyendo con el tiempo en la mayoría de los casos (Don et al., 2014; Huizink et al., 2014). Pisula y Porębowicz-Dörsmann (2017) explican que el apoyo matrimonial es importante para afrontar el estrés; aun así, es normal que los padres presenten ciertos índices de estrés que pueden traer efectos negativos para la dinámica familiar y salud psicológica si no son atendidos oportunamente (Craig et al., 2016). Crnic y Ross (2017) explican que la manifestación temprana del estrés parental puede asociarse con la aparición posterior de angustia parental, síntomas depresivos, entre otros. Niveles altos de estrés parental estarían relacionados con pobres resultados en el desarrollo de los hijos y con estilos de crianza inadaptativos (Berryhill y Durtschi, 2016), con problemas de conducta de los hijos (Barroso et al., 2018), con respuestas impulsivas, irritación, baja autoeficacia de los padres y pobre calidad en la relación padre/madre-hijo (Crnic y Ross, 2017). Barroso et al. (2018) exponen que los problemas de estrés que sufren los padres se incrementan cuando tienen mayor número de hijos y cuando se presentan problemas socioeconómicos (recursos limitados y acceso a los servicios); además, es posible que la diferencia de edad entre los hijos sea una causa de estrés parental (Crnic y Ross, 2017).

Leavitt et al. (2017), basándose en los principios de la teoría de la escasez, explican que la diferencia de roles hace que las madres presenten más fatiga y estrés en comparación con los padres ya que son ellas las que asumen la mayor parte de los nuevos roles. Los investigadores explican que, al asumir mayor trabajo doméstico y responsabilidad en el cuidado de los hijos, las mujeres verían afectado su bienestar. Son las mujeres las que, en esencia, adoptan un rol protagónico y ofrecen la posibilidad de satisfacer las necesidades de los hijos. De lo anterior, el estrés parental tendría un efecto grande en las mujeres que asumen las responsabilidades de ser madre y padre a la vez. En un estudio en Japón, se evidenció que la maternidad soltera es común en aquellas mujeres con bajo nivel educativo (Raymo et al., 2014). En el mismo estudio se evidenció que las madres solteras que viven solas y que dedican poco tiempo a sus hijos, presentan largas horas de trabajo y estrés; así mismo, explican que las madres pueden hacer poco para moderar estos efectos.

Berryhill y Durtschi (2016) reportaron que los niveles de estrés en las madres solteras disminuyen moderadamente con el tiempo debido al crecimiento de los hijos. Gouveia et al. (2016) encontraron que las madres con menor número de hijos tienden a mostrar más conductas de atención, compasión, aceptación y amabilidad hacia la relación con sus hijos. Las madres solteras con alto nivel de formación académica no presentan más estrés que aquellas con un nivel medio de formación (Coronel et al., 2017). Los investigadores rescatan que las primeras recurren a niñeras o guarderías, mientras que las segundas son apoyadas por los amigos o familia.  Raymo et al. (2014) hallaron que, por motivos laborales, las madres solteras dedicaban menos tiempo a sus hijos en comparación con aquellas que si tenían pareja. En una muestra de madres solteras americanas, Berryhill y Durtschi (2016) encontraron que estas no reportaron sentir mucho estrés producto del rol parental que desarrollan a pesar de los bajos ingresos, diversidad racial, educación incompleta, entre otros. Además, reportaron que las madres que logran pasar tiempo a diario con sus hijos pueden sentirse más competentes para satisfacer las necesidades de sus hijos, lo que se relacionaría con la disminución del estrés parental.

Kuppens y Ceulemans (2018) explican que la crianza se puede estudiar considerando las prácticas o dimensiones parentales, además de los estilos de crianza. Malczyk y Lawson (2017) encontraron que, en familias monoparentales lideradas por madres solteras, el monitoreo y la relación madre-hijo son predictores del compromiso académico. En la misma investigación, se reportó que las madres solteras establecen mejores relaciones, les brindan mayor apoyo y orientación a las hijas que a los hijos. Así mismo, es posible encontrar hogares liderados por madres solteras que llevan una crianza adaptativa en lugar promover la inadaptación de los hijos (Yaffe, 2017; Malczyk y Lawson, 2017; Leung y Shek, 2016). Sin embargo, Malczyk y Lawson (2017) explican que es peligroso esperar los mismos resultados en todas las familias monoparentales lideradas por mujeres solteras, el contexto matiza y condiciona los resultados.

Por ejemplo, Tavassolie et al. (2016) comentan que las madres tienen mayor probabilidad de ser autoritarias que los padres. Yaffe (2017) encontraron que las madres solteras se consideran más autoritarias y menos permisivas que aquellas que si tenían pareja; esto significaría que las madres solteras ejercen más autoridad y control hacia sus hijos. Según Nikolaev et al. (2016), el estilo de crianza autoritario, de rechazo o de subestima emocional, puede provocar problemas en la salud mental de los hijos. Los hijos criados por madres solteras pueden experimentar mayor frecuencia de estresores infantiles y esta condición de crianza es un factor de riesgo para la depresión juvenil y la rumiación (Daryanani et al., 2016). Pineda et al. (2017) sugieren que el control ejercido por la madre puede ser un predictor para la aparición de problemas conductuales en adolescentes.

Por su parte, Jaureguizar et al. (2018), explican que una crianza basada en el control parental ha demostrado relacionarse positivamente con un adecuado ajuste de los hijos; sin embargo, cuando este control se vuelve estricto, es posible observar consecuencias negativas para el ajuste emocional. Un control moderado de la conducta por parte de los padres hacia los hijos es adecuado, por el contrario, un control insuficiente o excesivo está asociado a mala conducta, depresión, ansiedad (Kuppens y Ceulemans, 2018). Para Yaffe (2017), el ejercicio estricto de la autoridad podría interpretarse como una expresión de preocupación, amor y protección; a pesar de los problemas socioeconómicos, la madre soltera percibe que debe proteger y socializar con los hijos. Sin embargo, en un estudio en España, Lorence et al. (2019) encontraron que los adolescentes bien adaptados, aquellos que no presentan problemas de conducta, provienen de un estilo de crianza indulgente o autoritario. En el mismo estudio, los adolescentes con problemas de adaptación recibieron una crianza negligente.

En un estudio realizado en madres chinas, Leung y Shek (2016) concluyeron que la capacidad de respuesta de las madres solteras frente a las necesidades de los hijos puede influir notablemente en su desarrollo; por lo que una crianza centrada en el cuidado, el apoyo y el afecto puede contribuir a un mejor desarrollo y bienestar psicosocial de los hijos. Cuando los hijos perciben poco apoyo y presencia de los padres, es posible que aparezcan cuadros de depresión y ansiedad (Yap et al., 2014), problemas con la delincuencia y uso de sustancias nocivas para la salud (Calafat et al., 2014). Zhang et al. (2019) explican que la mayoría de las mujeres con hijos pequeños demuestran características que apoyan su desarrollo emocional; sin embargo, algunas madres experimentaron riesgos sociales y económicos, por lo que la crianza del bebe resultó una experiencia desafiante.

Según Baumrind (como se citó en Cevher-Kalburan y Ivrendi, 2016), los padres democráticos se caracterizan por considerar las necesidades de sus hijos, fomentan la comunicación fluida y logran equilibrar las normas de disciplina. Como explican Cevher-Kalburan y Ivrendi (2016) los padres sobreprotectores se caracterizan por un control excesivo y podrían subestimar el potencial de sus hijos. La percepción que tienen los hijos sobre los estilos de crianza que tuvieron sus padres con ellos puede condicionar las futuras prácticas maternas, especialmente en los aspectos de control y comunicación (Capano et al., 2016).

Como se puede observar, la condición de ser madre soltera involucra la interacción de diversos factores y estos pueden afectar el aspecto individual, social y emocional de la persona. El estrés podría traer consecuencias a la salud; además, sería un factor de cambio en los patrones de conducta y, por consiguiente, en la crianza de los hijos. Además, se ha considerado importante ampliar el estudio de estas dos variables, ya que el contexto peruano ha sufrido grandes cambios sociales, económicos y políticos en los últimos años; esto se apoya en los sugerido por Malczyk y Lawson (2017) sobre la variabilidad de los resultados entre familias debido a los matices particulares que presenta cada contexto. Por lo anterior, el objetivo principal de la investigación es conocer la relación entre el estrés parental y las actitudes de las madres solteras peruanas hacia la crianza de sus hijos. Así mismo, se considera importante investigar en el ámbito nacional como variaría esta relación según aspectos sociodemográficos: nivel educativo, edad, apoyo externo, modalidad de trabajo y número de hijos.

 

2. Método

2.1. Diseño de la investigación

Debido al tratamiento estadístico realizado a los datos, la investigación presentó un enfoque cuantitativo, de alcance correlacional, con un diseño no experimental y transversal. Fue un estudio correlacional porque se asocian dos variables que podrían presentar una posible correlación (estrés parental y actitudes hacia las relaciones parentales) y se buscó conocer la relación entre ellas; el diseño fue no experimental debido a que no se han manipulado las variables de investigación, y fue transversal porque los datos fueron recogidos en un solo momento (Hernández-Sampieri y Mendoza, 2018).

2.2. Participantes

 La muestra estuvo conformada por 104 madres solteras de la ciudad Lima, del departamento de Lima, Perú. Los criterios de inclusión fueron: (1) tener un hijo de edades entre 3 a 12 años y (2) no contar con el apoyo de padre en la crianza del hijo. La muestra presentó una edad promedio de 32 años (DE= 4.86), con edad mínima y máxima 24 y 55 años, respectivamente. El 53.8% de la muestra contaba con estudios superiores y el 46.2% solo con estudios básicos, 67.3% trabajaba de forma dependiente, mientras que el 32.7% de forma independiente. Asimismo, el 43.3% contaba con apoyo externo para la crianza de los niños, mientras que 57.7% no contaba con apoyo externo. Además, el 15.6% tenía un solo hijo, mientras que el 44.5% tenía 2 hijos y el 39.9% de tres a más hijos.

2.3. Instrumentos

Cuestionario de Estrés parental – CEP (adaptación peruana de Burga y Sánchez-Griñán, 2016). El instrumento fue elaborado por Abidin en 1983 y revisado por Loyd en 1985 en Estados unidos. Está dirigido para padres y madres de niños de 1 mes a 12 años de edad. El instrumento usado tuvo como objetivo medir el estrés parental a través de 36 ítems, agrupados en tres dimensiones: malestar paterno, interacción disfuncional madre-hijo y niño difícil. El formato de respuesta de los ítems presentó una escala Likert de 5 puntos (5 = muy de acuerdo, 1 = muy en desacuerdo). De esta forma, un mayor puntaje obtenido, indicaba un mayor estrés parental en la persona evaluada.

Esta escala ha sido validada en Perú por Burga y Sánchez en 2016 determinando una confiabilidad, por el método test – retest, de .95; esto indicaría que el instrumento CEP es confiable. Asimismo, en la presente investigación se analizó la confiabilidad de la escala, obteniéndose un coeficiente de alfa de Crombach de 0.91 para la escala total y valores de .83, .84 y .82 para las dimensiones de malestar paterno, interacción disfuncional padre-hijo y niño difícil respectivamente.

Parent- child relationship inventory - PCRI (adaptación peruana de Becerra et al. 2008). Este instrumento fue creado con el propósito de valorar las actitudes de los padres hacia la crianza de los hijos, identificar aspectos específicos de las relaciones padre/madre-hijo que pueden causar problemas y proporcionar un referente de la calidad de las relaciones. Anthony Gerard en 1994 creó el cuestionario, el cual cuenta con 78 ítems agrupados en 8 dimensiones: apoyo en la crianza, satisfacción con la crianza, participación en la crianza (compromiso), comunicación, establecimiento de límites, autonomía, deseabilidad social y distribución del rol. 25 ítems fueron presentados en enunciados de forma positiva, mientras que 47 en forma negativa. Los ítems presentaron un formato de respuesta tipo Likert de 4 puntos (1 = es muy de acuerdo y 4 = es en total desacuerdo). Para obtener el puntaje total, los ítems negativos fueron invertidos, de esta forma a mayor puntaje, mayor calidad de la relación.

El PCRI fue validado en Perú por Becerra, Roldan y Aguirre en el año 2008, en este proceso se obtuvo un índice de consistencia interna de .66 para la escala total. En la presente investigación se realizó el análisis de la confiabilidad del instrumento, donde se obtuvo coeficientes de alfa de Cronbach de .70 para la escala total y para las dimensiones coeficientes que oscilaban entre .76 y .59 (ver tabla 1). Para efectos de la presente investigación se decidió no incluir la dimensión de distribución de rol debido a las características de la muestra a estudiar. Además, con el propósito de obtener un puntaje que permitiera a los investigadores comparar los resultados de las dimensiones, se promedió los puntajes de cada dimensión de la escala.

2.4. Procedimiento

 

Se empleó un muestreo no probabilístico: muestreo por conveniencia. Este tipo de procedimiento permitió a los investigadores tomar en cuenta los casos disponibles a los que tenían acceso (Hernández-Sampieri y Mendoza, 2018). Los investigadores visitaron diferentes mercados de Lima, en los cuales preguntaron a las mujeres si cumplían con los criterios de inclusión y si deseaban participar de forma voluntaria en la investigación; de esta forma, la muestra estuvo conformada por 104 madres solteras.

 Los investigadores entregaron a los participantes un cuadernillo, el cual contenía el consentimiento informado, la ficha sociodemográfica y los instrumentos. En el consentimiento informado se indicó los objetivos de la investigación, la duración de las pruebas, su derecho de retirarse en el momento que desee; también, se informó sobre la participación anónima y que sus datos serían usados únicamente para los propósitos del estudio. Por otro lado, la ficha sociodemográfica permitió obtener información tal como: edad, modalidad de trabajo (independiente y dependiente), nivel de estudios (con estudios superiores y sin estudios superiores), apoyo externo para la crianza de los hijos (si cuenta o no con apoyo de familiares, amigos o personal que brinde el servicio de cuidado de niños) y número de hijos.

2.5. Análisis de datos

Para analizar los datos se utilizó el paquete estadístico SPSS Statistics versión 22.0. En primer lugar, se realizó un análisis de identificación de casos atípicos, se encontraron dos casos con puntuaciones que se alejaban extremadamente de la media. A pesar de lo hallado, se decidió incluirlos en los análisis debido a: (1) los casos formaban parte de la diversidad de respuesta de la muestra y (2) no generaban variación significativa en los resultados.

Se realizó la prueba Kolmogórov-Smirnov para evaluar la normalidad de las puntuaciones obtenidas en cada prueba. Se encontró falta de normalidad en todas las puntuaciones, por lo cual se procedió al análisis de los coeficientes de asimetría (<|3|) y curtosis (<|10|); se concluyó que no existía falta de normalidad severa (Kline, 2016) y se continuó con los análisis paramétricos correspondientes. Se realizó el análisis correlacional con el coeficiente r de Pearson entre las variables de estudio. Posteriormente, se realizaron contrastes de medias utilizando la prueba paramétrica t de Student según las características sociodemográficas.

 

3. Resultados

A nivel descriptivo, se encontró que el estrés parental total obtuvo un puntaje de 114.78, la dimensión malestar paterno obtuvo un mayor puntaje a comparación de las otras dimensiones (ver tabla 2).

En relación a la segunda variable, se encontró un puntaje total de 17.54, siendo participación en la crianza (compromiso) la dimensión con mayor puntaje (ver tabla 3).

Para responder al objetivo principal, se correlacionó las dos variables y sus dimensiones. Se observó índices inversos en todas las correlaciones entre las variables de estudio y sus dimensiones. La relación entre el total de estrés parental con las dimensiones apoyo parental, satisfacción con la crianza y comunicación presentaron relaciones grandes; por otro lado, se halló relaciones medianas entre el total estrés parental y las dimensiones compromiso, establecimiento de límites y autonomía. Por último, se observó una relación pequeña entre el total de estrés parental y la deseabilidad social (ver tabla 4).

Continuando con el análisis, se realizaron comparaciones de medias en relación a las características sociodemográficas de las madres solteras. En relación al nivel educativo, se encontró que el estrés parental y sus dimensiones obtienen puntajes más altos en las madres solteras sin estudios superiores (ver tabla 5).

Se observó que las madres solteras mayores de 40 años presentan puntajes menores que las madres más jóvenes en el estrés parental (ver tabla 6).

Además, se encontró que las madres solteras con apoyo externo para la crianza de los hijos muestran menores puntajes en el estrés parental y sus dimensiones (ver tabla 7). Por otro lado, no se encontraron diferencias según las características modalidad de trabajo y número de hijos.

En relación, a la variable actitudes hacia las relaciones parentales, se observó diferencias significativas según el nivel de estudios y el apoyo externo para la crianza de los hijos. Aquellas madres con estudios superiores mostraron mayores puntajes en el total de la variable y sus dimensiones (ver tabla 8).

Por último, se encontró que las madres solteras con apoyo externo para la crianza de los hijos obtuvieron mayores puntajes en las variables actitudes hacia las relaciones parentales y sus dimensiones en comparación de las madres que no cuentan con apoyo (ver tabla 9).

 

4. Discusión

Según los resultados, las madres solteras evaluadas presentan ciertos síntomas de estrés parental, esto coincidiría con lo encontrado por Liang et al. (2018), Leavitt et al. (2017), Crnic y Ross (2017), Craig et al. (2016), Meier et al. (2016) y no con los datos de Berryhill y Durtschi (2016). Las participantes parecen mostrar problemas al controlar cierto tipo de situaciones relacionadas con la crianza de los hijos, parecería que no pueden lidiar con las responsabilidades propias de la maternidad y han abandonado algunos pasatiempos que antes disfrutaban frecuentemente. Según los puntajes obtenidos, es posible afirmar que las madres se han sentido o se sienten mal e incomodas con algunas acciones de los hijos, tienen expectativas que no son cubiertas y son conscientes de que la proximidad afectiva no es la mejor. Las situaciones anteriormente descritas son el reflejo de una realidad compuesta por un conjunto de factores estresantes que podría comprometer permanentemente el bienestar de las madres solteras y la crianza de los hijos.

Como explicó Craig et al. (2016), cuando uno se convierte en madre o padre, el mismo hecho de pasar por el embarazo y luego la crianza, involucra una demanda de recursos para los que se debe estar preparado. Estas exigencias son de diversa naturaleza y pueden convertir a las madres solteras en un grupo social vulnerable porque se suman las demandas psicológicas (Abidin, 1995), fisiológicas (Crnic y Ross, 2017), económicas y sociales (Grzankowska et al., 2018), de tiempo (Gouveia et al., 2016), entre otras. Si bien el estudio realizado no fue longitudinal, los hallazgos conducen a considerar la posibilidad que el cuadro de estrés al que están sometidas las participantes podría afectar su actual y futura salud, esto en concordancia con la propuesta de Pollmann-Schult (2017), Liang et al., (2018) y Crnic y Ross (2017). Adoptar la responsabilidad de cumplir dos roles (padre y madre) a la vez puede afectar a los hijos: el desarrollo se podría ver comprometido (Berryhill y Durtschi, 2016; Barroso et al., 2018; Crnic y Ross, 2017) a nivel conductual, psicológico y actitudinal. A lo anterior se suma que la figura paterna es irremplazable, por lo que la misión de ser madre soltera es una tarea de mucho esfuerzo, dedicación y sacrificio.

En los datos descriptivos de la segunda variable, se observa que la dimensión con mayor puntaje es el compromiso. Esto señalaría que, a pesar del cuadro de estrés por el que podrían estar pasando, las madres solteras muestran predisposición a aceptar las responsabilidades que han adquirido con el nacimiento de sus hijos, expresan amor maternal, sienten que el vínculo entre ambos puede fortalecerse con el tiempo y demuestran preocupación por los eventos fortuitos que pudieran pasar. Este sentido del deber se debería a la confianza depositada en las propias capacidades, lo que involucra el autoconocimiento y el desarrollo de una consideración positiva incondicional consigo mismo. Neff y Faso (2015) la llaman autocompasión y la consideran importante para la crianza de los hijos. Según Gouveia et al. (2016), las personas que han desarrollado la autocompasión son conscientes de sus emociones y pensamientos, además son capaces de reconocerlos en sus hijos. Al parecer, la autocompasión parece ayudar al manejo del estrés parental, lo que se traduciría en una mejor calidad de vida familiar (Moreira et al., 2015).

En cuanto al objetivo principal de la investigación se ha evidenciado que el nivel de estrés de las madres solteras se relaciona inversamente con las actitudes positivas hacia las relaciones de crianza con sus hijos; esto significaría que el estrés es un factor que disminuye la calidad de la relación socioemocional entre madre e hijo. Como explica Leavitt et al. (2017), en condiciones de pareja, las madres son las que asumen mayores responsabilidades; pero en el caso de las madres solteras son ellas las que asumen todos los compromisos. Si se analiza desde el inicio, el embarazo podría ser una espera estresante y con síntomas de ansiedad (Huizink et al., 2017), a esto se suma la falta de apoyo matrimonial que acentuaría los niveles de estrés (Pisula y Porębowicz-Dörsmann, 2017), los prejuicios de una sociedad machista que le exige trabajar como si no tuviera hijos, el sacrificio de algunas actividades personales y sentimentales, etc. Lo anterior hace comprensible los resultados expuestos; sin embargo, no deja de ser preocupante el hecho que esta situación se puede volver crónica y termine por desestabilizar la salud física, social y emocional de madre e hijo.

Una madre con síntomas de estrés podría no responder adecuadamente a las necesidades de los hijos, lo que afectaría su normal desarrollo (Leung y Shek, 2016); así mismo, como explicó Raymo et al. (2014), las madres que asignan mucho tiempo a los temas laborales dedicarían menos tiempo a la atención de los hijos. Esta situación traería problemas en el fortalecimiento del vínculo emocional con la madre, los hijos la sentirían distante, ausente y emocionalmente inaccesible. Si esto va acompañado por los síntomas naturales del estrés, por ejemplo, cambios en el humor, los hijos pueden llegar a tenerle miedo y cuando sean adultos podrían tener problemas para construir relaciones socioemocionales con los demás.

En el estudio realizado por Malczyk y Lawson (2017), las madres reportaron que brindan apoyo a sus hijos y que esta relación positiva puede contribuir al compromiso académico. Lo anterior no se cumpliría si se mantienen altos niveles de estrés parental, es decir, el impacto negativo del estrés afectaría hasta el ámbito académico de los hijos. El estrés desestabiliza las condiciones óptimas para la convivencia y la crianza de los hijos, pudiendo caer en el autoritarismo y la inadaptación conductual de los hijos. Según Tavassolie et al. (2016) y Yaffe (2017), las madres tienen predisposición a ser autoritarias y poco permisivas; sin embargo, el estilo autoritario podría provocar problemas en la salud mental (Nikolaev et al., 2016) y problemas conductuales en adolescentes (Pineda et al., 2017). A pesar del cuadro de estrés que experimentan, es posible recomendar el ejercicio del principio de autoridad desde una perspectiva emocionalmente positiva y de protección, como lo sugieren Kuppens y Ceulemans (2018) y Yaffe (2017).

Por otra parte, los resultados de la investigación realizada por Berryhill y Durtschi (2016) en madres solteras americanas contradicen lo encontrado en la muestra peruana. Las madres americanas reportaron poco estrés debido a las responsabilidades asumidas y al pasar más tiempo con sus hijos se sintieron más satisfechas. Además, en un estudio con madres japonesas hecho por Raymo et al. (2014) se encontró cuadros de estrés producto del trabajo y poco tiempo dedicado a los hijos. Una explicación a estas diferencias, siguiendo el razonamiento de Malczyk y Lawson (2017), sería la importancia que tiene el contexto social de cada país para matizar los efectos del estrés en la crianza de los hijos. La realidad peruana, aún en el siglo XXI, se caracteriza por estereotipar a las madres solteras, el estado no está presente en algunas zonas y el machismo aún las castiga en el ámbito laboral. Es comprensible que, en otras latitudes, las mujeres que crían solas a sus hijos no reciben represalias sociales, son valoradas por sus capacidades, no se les exige que demuestren un compromiso matrimonial y los empleadores las consideran igual de productivas que los hombres; a pesar de lo anterior, la sociedad peruana aún tiene mucho que aprender y avanzar en cuando al reconocimiento y valorización de las madres solteras.

En cuanto al nivel educativo, las madres solteras con educación superior (universitaria o técnica superior) muestran menos estrés que aquellas con estudios no superiores (primaria o secundaria) y expresaron mayor actitud positiva ante la relación con los hijos; estas diferencias fueron significativas y se condicen con los hallazgos de Coronel et al. (2017). Es posible que la educación, vista como proceso formativo de la persona y enfocada en el logro de competencias, dote a los individuos con herramientas de naturaleza académica y psicoemocional que permitan afrontar eficientemente los retos de la vida. De esta forma, es comprensible que las personas con mayor nivel de estudio hayan desarrollado ciertas habilidades en comparación con las madres que no presentan estudios superiores.

Los resultados según la edad indican que las mujeres mayores de 40 años presentan menor estrés que aquellas con menos años; este hallazgo coincide con los planteamientos de Berryhill y Durtschi (2016), Don et al. (2014) y Huizink et al. (2014).  Es posible que los cuadros de estrés más altos se presentan al inicio de la maternidad, ya que la inexperiencia provocaría que los síntomas se intensifiquen; sin embargo, estos pueden ir disminuyendo conforme se “aprende” a ser madre. Como explican D. Tacca y A. Tacca (2019), es posible que las personas con más edad, debido a la experiencia de vida y a la formación recibida, empleen un número mayor estrategias de afrontamiento al estrés, especialmente estrategias centradas en el problema y en las emociones; esto ayudaría a disminuir los síntomas del estrés conforme avanza la edad. A todo lo anterior, es posible que una madre soltera mayor de 40 años no presente tanto estrés como las madres jóvenes porque los hijos han crecido y las responsabilidades han ido disminuyendo.

Las madres que poseen apoyo externo (familiares, amigos o personal privado) en la crianza de los hijos presentan menor estrés que aquellas que no lo tienen y a la vez muestran más actitudes positivas hacia la crianza. Contar con personas que puedan suplir ciertas funciones y que permitan mayor libertad a las madres solteras para trabajar o para pasar tiempo de calidad con sus hijos, podrían contribuir positivamente a la salud psicológica de las madres y de sus hijos. Por otra parte, no se encontraron diferencias significativas en el nivel de estrés en cuanto a la modalidad de trabajo y al número de hijos, esto último no coincide con los resultados de Barroso et al. (2018).

Como la investigación fue correlacional, la evidencia encontrada no es concluyente. Así mismo, como el diseño fue no experimental, los resultados han podido verse afectados por variables intervinientes de naturaleza psicológica, social o emocional. Si bien los test empleados en la presente investigación son auto reportes, han sido empleados en diversos contextos, son cuantificables, su terminología es objetiva y su administración fue sencilla; debido a que constituyen una autoevaluación, es posible que algunas participantes hayan respondido las preguntas utilizando ciertos mecanismos de negación o, estando conscientes de sus síntomas, hayan dado respuestas sesgadas. Desde el punto de vista metodológico, los investigadores recomiendan seguir profundizando en el estudio de las variables, pero en distintos contextos socioeconómicos para ver como varían las tendencias en cada población. Así mismo, se recomienda realizar estudios longitudinales para conocer la evolución del estrés parental en las distintas etapas del desarrollo de los hijos, de esta forma se obtendrá una mejor comprensión de la dinámica social en la que están inmersas las familias monoparentales lideradas por mujeres.

Así mismo, se considera necesario realizar alguna campaña de sensibilización a nivel nacional sobre la problemática que viven las madres solteras. Es necesario exponer que la maternidad no es una dificultad para desarrollarse profesional ni laboralmente, por el contrario, puede convertirse en un factor de compromiso que garantiza el cumplimiento de las metas laborales. Por otra parte, sería recomendable realizar algún tipo de esfuerzo a nivel educativo para promover el manejo del estrés, explicar la importancia de una crianza democrática, evitar los estilos que sobreprotegen, abusan del poder y subestiman el potencial de los hijos (Cevher-Kalburan y Ivrendi, 2016). Es posible que este esfuerzo se implemente a través de capacitaciones como política social y educativa a nivel nacional, ya que los estilos de crianza que experimentan hoy los niños y adolescentes pueden condicionar su futura maternidad (Capano et al., 2016).

 

5. Conclusiones y Discusión

Como se ha podido observar, los rasgos del estrés parental están presente en las madres solteras que han participado en el estudio. Es posible que esta situación se deba a múltiples factores, cada contexto puede matizar los resultados y la sintomatología; sin embargo, si este escenario se mantiene o los niveles de estrés aumentan, podrían ocasionar serios problemas de índole afectivo y psicológico al desarrollo socioemocional de los hijos. A pesar de las dificultades que se presentan al asumir el rol de padre y madre, es posible observar que las mujeres terminan confiando en sus capacidades y asumen el compromiso y la responsabilidad de criar a sus hijos.

Por otra parte, todo indicaría que el nivel educativo dota a la persona de más herramientas psicológicas y emocionales para afrontar los retos y el estrés de convertirse en madre soltera. Así mismo, la edad también podría ser un factor que contribuye al manejo del estrés; la experiencia de vida puede fortalecer ciertas habilidades útiles para hacer frente a las dificultades. También se ha confirmado el rol que cumple el apoyo externo, es decir, la ayuda recibida por parientes o amigos durante el proceso de crianza. La presencia de personas allegadas a la madre puede contribuir a un adecuado ambiente social donde la crianza del hijo se vuelve más llevadera y donde cada actor puede suplir ciertas funciones. El apoyo de la familia y amigos termina siendo un arma poderosa para salir adelante en tiempos de estrés.

Si bien no se encontraron diferencias significativas según la modalidad de trabajo y número de hijos, es necesario seguir investigando la dinámica de estas dos variables en diferentes contextos. Cada contexto puede aportar variables intervinientes que responden a su organización social, política, económica o educativa; según lo anterior, sería un poco arriesgado generalizar los resultados expuestos.

 

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