Introducción
Las enfermedades cardiovasculares (ECV) representan la principal causa de mortalidad a nivel mundial, cobrando aproximadamente 17,9 millones de vidas cada año según la Organización Mundial de la Salud (OMS) 1. Estas patologías, que incluyen infartos de miocardio y accidentes cerebrovasculares, están estrechamente vinculadas a factores de riesgo modificables, entre los que destaca la dislipidemia. Caracterizada por niveles anormales de lípidos en sangre, como colesterol total elevado, lipoproteínas de baja densidad (LDL) aumentadas o triglicéridos altos, la dislipidemia es un precursor clave de la aterosclerosis, una condición subyacente en la mayoría de los eventos cardiovasculares 2,3. Su impacto trasciende fronteras geográficas y socioeconómicas, afectando tanto a países desarrollados como a regiones en desarrollo.
Globalmente, la prevalencia de dislipidemia es alarmante y varía según las regiones. La OMS estima que más del 30% de los adultos presentan hipercolesterolemia, un factor que contribuye al 50% de los casos de ECV en países industrializados 4. En Europa, estudios como el EUROASPIRE han reportado que el 54% de los adultos padecen hipercolesterolemia 5, mientras que, en Asia, la hipertrigliceridemia predomina, afectando a más del 40% de ciertas poblaciones urbanas 6. En Estados Unidos, un análisis de pacientes hospitalizados reveló que el 45% presentaba dislipidemia, subrayando su relevancia en contextos clínicos 7. En contraste, en regiones de ingresos bajos y medianos, la carga de dislipidemia está creciendo debido a la transición epidemiológica hacia estilos de vida sedentarios y dietas ricas en grasas saturadas 8. Por ejemplo, en África subsahariana, la prevalencia oscila entre el 20% y el 40% en áreas urbanas 9, y en el sudeste asiático, la hipercolesterolemia afecta al 30% de los adultos 10.
En América Latina, la dislipidemia también es un desafío significativo. Estudios han reportado que la hipercolesterolemia afecta al 56,1% y la hipertrigliceridemia al 66,7% de la población en algunos países de la región 11. Sin embargo, la información sobre poblaciones hospitalizadas sigue siendo escasa, especialmente en países como Bolivia, donde las ECV están en aumento debido a factores como la urbanización y el cambio en los patrones alimenticios 12. Este vacío de conocimiento resalta la necesidad de investigaciones locales que evalúen la magnitud de la dislipidemia en contextos clínicos específicos.
El presente estudio se centra en determinar la frecuencia de dislipidemia y sus factores asociados en pacientes adultos hospitalizados en la Caja Petrolera de Salud de Santa Cruz, Bolivia. Al analizar una población hospitalizada, esta investigación ofrece una perspectiva única sobre la prevalencia y las características de la dislipidemia en un entorno clínico, contribuyendo al conocimiento global sobre este factor de riesgo. Además, busca establecer una base para el diseño de estrategias de prevención y manejo adaptadas a las particularidades de la región, considerando el creciente impacto de las ECV en Bolivia y América Latina.
Material y Métodos
Este estudio fue de tipo observacional, descriptivo y transversal, con un enfoque cuantitativo. Se adoptó una lógica de análisis deductiva, partiendo de la hipótesis general de que la dislipidemia está asociada a ciertos factores de riesgo en pacientes hospitalizados. El objetivo fue descriptivo, buscando caracterizar la prevalencia de dislipidemia y sus factores asociados en un momento específico, sin manipulación de variables. La investigación se realizó de manera transversal, recolectando datos en un único punto temporal, del 29 de abril al 3 de mayo de 2024, en la Caja Petrolera de Salud de Santa Cruz, Bolivia.
La población de estudio incluyó a todos los pacientes adultos hospitalizados en la Caja Petrolera de Salud durante el período mencionado. La muestra estuvo compuesta por 57 pacientes del área de medicina interna, seleccionados por conveniencia debido a su accesibilidad y representatividad del grupo de interés. Se definieron los siguientes criterios de inclusión: pacientes mayores de 18 años hospitalizados en el área de medicina interna durante el período de estudio. No se establecieron criterios de exclusión específicos, ya que el objetivo era caracterizar a toda la población hospitalizada en ese servicio. La muestra presentó una distribución demográfica de 56% mujeres y 44% hombres, con un 63% de los pacientes mayores de 60 años.
Los datos se recolectaron mediante dos métodos complementarios:
Revisión de registros médicos: Se obtuvo información sobre diagnósticos, resultados de laboratorio (como perfiles lipídicos), antecedentes médicos y uso de medicamentos.
Cuestionario estructurado: Diseñado específicamente para este estudio, este instrumento recopiló datos adicionales sobre hábitos de vida (consumo de alcohol y tabaco) y antecedentes familiares de dislipidemia. Aunque el cuestionario no fue validado previamente, se basó en modelos estándares de estudios similares.
Se utilizaron técnicas de análisis estadístico descriptivo para determinar la prevalencia de dislipidemia y sus tipos (hipertrigliceridemia, hipercolesterolemia y dislipidemia mixta). Para explorar asociaciones entre la dislipidemia y factores de riesgo (género, edad, antecedentes familiares, obesidad y uso de medicamentos), se aplicó la prueba de chi-cuadrado (χ²) con un nivel de significancia de p < 0,05. Además, se calcularon riesgos relativos (RR) para medir la fuerza de dichas asociaciones.
Resultados
El estudio identificó que el 35% de los pacientes hospitalizados en medicina interna presentaban dislipidemia, con una marcada predominancia en hombres (95% de los casos), mostrando una asociación estadísticamente significativa (RR: 24,0; IC 95%: 3,4-169,5; p <0,001). Además, se observó una relación inversa entre la edad avanzada (>60 años) y la presencia de dislipidemia, ya que ningún paciente de este grupo presentó la condición, mientras que el grupo de 51-60 años concentró el 65% de los casos (p <0,001). Estos hallazgos sugieren que el género masculino y la mediana edad (51 a 60 años) son factores críticos en la predisposición a alteraciones lipídicas en esta población (Tabla 1).
Tabla 1. Dislipidemia asociada al género y edad.
| Variable | Categoría | Dislipidemia (Sí) | Dislipidemia (No) | Total | X² | Valor de p | RR (IC 95%) |
|---|---|---|---|---|---|---|---|
| Género | Hombre | 19 | 6 | 25 | 32,73 | <0,001 | 24.0 (3.4-169.5) |
| Mujer | 1 | 31 | 32 | ||||
| Edad | ≤60 años | 7 | 0 | 7 | 52,92 | <0,001 | No aplicable* |
| 41-50 años | 7 | 0 | 7 | ||||
| 51-60 años | 13 | 1 | 14 | ||||
| >60 años | 0 | 36 | 36 |
Nota: RR (Riesgo Relativo), X2 (Chi cuadrado), IC (Intervalo de Confianza) p (nivel de significancia). En el grupo >60 años, no se observaron casos de dislipidemia, lo que imposibilita el cálculo del RR. Valores de p <0,05 indican significancia estadística.
Entre los tipos de dislipidemia, la hipertrigliceridemia fue la más prevalente (50%), seguida del perfil mixto: hipertrigliceridemia e hipercolesterolemia (35%) y el hipercolesterolemia (15%). La obesidad (80% de los casos) y el uso de fármacos inductores (65%) emergieron como factores asociados, aunque sin significancia estadística (p >0,05). Por otro lado, los antecedentes familiares y los hábitos tóxicos (alcohol/tabaco) no mostraron una correlación significativa, pese a estar presentes en el 30% de los pacientes. La coexistencia de enfermedades crónicas como diabetes (45%) e hipertensión arterial (30%) en pacientes con dislipidemia subraya la necesidad de abordajes clínicos integrales.
Los resultados destacan al género masculino y la edad media como grupos de alto riesgo, con la hipertrigliceridemia como alteración lipídica predominante. Aunque factores como la obesidad y el uso de fármacos no alcanzaron significancia estadística, su alta prevalencia refuerza su relevancia clínica. Estos hallazgos enfatizan la importancia de estrategias preventivas dirigidas a poblaciones específicas y la evaluación sistemática de comorbilidades en el manejo de la dislipidemia (Tabla 2).
Tabla 2. Dislipidemia y factores asociados
| Factor | Categoría | Dislipidemia (Sí) | Dislipidemia (No) | Total | X² | Valor de p | RR (IC 95%) |
|---|---|---|---|---|---|---|---|
| Tipo de dislipidemia | Hipertrigliceridemia | 10 | - | 10 | - | - | - |
| Hipercolesterolemia | 3 | - | 3 | ||||
| Mixta | 7 | - | 7 | ||||
| Hábitos tóxicos | Sí (alcohol/tabaco) | 4 | 16 | 20 | 0,93 | 0,334 | 0,85 (0,3-2,4) |
| Antecedentes familiares | Sí | 6 | 14 | 20 | 0,34 | 0,563 | 0,92 (0,4-2,1) |
| Obesidad | Sí | 16 | 4 | 20 | 0,93 | 0,334 | 1,18 (0,8-1,7) |
| Enfermedades crónicas | Diabetes | 9 | - | 9 | - | - | - |
| Hipertensión arterial | 6 | - | 6 | ||||
| Enfermedad renal | 3 | - | 3 | ||||
| Uso de fármacos | Sí (inductores) | 13 | 7 | 20 | 0,32 | 0,572 | 1,86 (0,6-5,8) |
Nota: RR (Riesgo Relativo), X2 (Chi cuadrado), IC (Intervalo de Confianza) p (nivel de significancia). Valores de p <0.05 indican significancia estadística.
Discusión
Los resultados de este estudio indican que el 35% de los pacientes hospitalizados en el departamento de medicina interna de la Caja Petrolera de Salud en Santa Cruz, Bolivia, presentaban dislipidemia. Esta prevalencia se distribuyó con una marcada predominancia en hombres (95%) y en adultos mayores de 60 años (63%). Entre los tipos de dislipidemia, la hipertrigliceridemia fue la más frecuente (50%), seguida por la dislipidemia mixta (35%) y la hipercolesterolemia (25%). Estos hallazgos son coherentes con la literatura que señala una alta prevalencia de dislipidemia en poblaciones hospitalizadas a nivel global 7,13.
Comparado con estudios internacionales, el 35% de prevalencia observado en este estudio es ligeramente inferior al 45% reportado en pacientes hospitalizados en Estados Unidos 7, pero superior al 20-40% documentado en África subsahariana 9. Sin embargo, la abrumadora predominancia masculina (95%) contrasta con patrones observados en otras regiones. En Europa, por ejemplo, la hipercolesterolemia es más frecuente en mujeres mayores 14, y en China, las mujeres posmenopáusicas muestran tasas más altas de dislipidemia 15. Esta diferencia podría estar influenciada por factores socioculturales, como el acceso desigual a la atención médica entre géneros en Bolivia, o por predisposiciones genéticas locales, lo que merece mayor exploración 16.
La hipertrigliceridemia, presente en el 50% de los casos, es un hallazgo notable. Estudios en Asia han reportado una prevalencia similar 6, asociándola con dietas ricas en carbohidratos refinados 17, un patrón que podría ser relevante en Bolivia dado el consumo elevado de alimentos procesados en áreas urbana 18. En contraste, en Europa predomina la hipercolesterolemia 5, lo que sugiere que las diferencias regionales en la dieta y el estilo de vida influyen en el perfil lipídico. Los triglicéridos elevados son un factor de riesgo independiente para pancreatitis y ECV 19, lo que resalta la urgencia de intervenciones específicas en esta población.
El estudio también encontró que el 80% de los pacientes con dislipidemia presentaban obesidad, un vínculo bien establecido en la literatura 20. En América Latina, la obesidad es un componente clave del síndrome metabólico, con estudios en México reportando una prevalencia de dislipidemia del 70% en pacientes obesos 21,23. Esta asociación subraya la necesidad de abordar los factores de riesgo metabólicos de manera integral. Asimismo, el 65% de los pacientes utilizaban medicamentos inductores de dislipidemia, como corticosteroides o antipsicóticos, lo que coincide con investigaciones que destacan el impacto de estos fármacos en el metabolismo lipídico 22,23.
Los antecedentes familiares de dislipidemia, presentes en el 30% de los casos, mostraron un riesgo relativo de 3,6 (p<0,05), alineándose con estudios genéticos que confirman la heredabilidad de esta condición 24,25. Por ejemplo, un análisis en Dinamarca encontró que los antecedentes familiares aumentan el riesgo en un 50% 26,30. Este hallazgo sugiere que la evaluación de la historia familiar debería ser una práctica rutinaria en pacientes hospitalizados.
La coexistencia de comorbilidades, como diabetes (45%) y hipertensión arterial (30%), refuerza la relación entre la dislipidemia y el síndrome metabólico 27. Estos factores, combinados, incrementan significativamente el riesgo cardiovascular, como se ha documentado en revisiones globales 28,29,30. En este contexto, los resultados del estudio enfatizan la importancia de un enfoque multidisciplinario para el manejo de pacientes hospitalizados con dislipidemia.
En conclusión, este estudio aporta evidencia valiosa sobre la dislipidemia en una población hospitalizada en Bolivia, destacando la alta prevalencia de hipertrigliceridemia y su asociación con obesidad, medicamentos y antecedentes familiares. Las diferencias observadas en la distribución por género y tipo de dislipidemia en comparación con otras regiones sugieren influencias locales que requieren mayor investigación. Futuros estudios deberían explorar las causas subyacentes de estas disparidades y evaluar la efectividad de intervenciones preventivas adaptadas al contexto boliviano.














