INTRODUCCIÓN
La digitalización es un proceso de apropiación social de las capacidades materiales de las tecnologías digitales (Ojeda, 2021). A diferencia de otros conceptos que relacionan las tecnologías digitales con la sociedad, como el concepto de “sociedad digital” (Negroponte, 1995), permite captar el fenómeno como un proceso desigual y particular, dado su carácter histórico. Para el caso boliviano, no se encuentran estudios sobre cómo el proceso de digitalización, como fenómeno transversal, se ha insertado dentro de las instituciones y prácticas sociales. Pero sí hay estudios puntuales sobre diversas temáticas digitales desde las ciencias sociales, que nos permiten aproximarnos al tema de la digitalización de la sociedad boliviana en su conjunto.
En este artículo, nos concentramos en una revisión de la producción académica relacionada con la digitalización de la sociedad boliviana durante dos décadas, del 2000 al 2020, con el objetivo de identificar temas comunes, proposiciones dominantes y vacíos. Para ello, en primer lugar, hacemos una revisión de las evaluaciones generales de la digitalización en Bolivia. En segundo lugar, discutimos los estudios sobre acceso y brechas digitales, que son la puerta de entrada a los estudios sobre temas digitales. En tercer lugar, discutimos los procesos específicos de digitalización de las esferas societales: sociedad civil, gobierno y economía, dado nuestro énfasis en comprender la sociedad como un mundo de vida y dos subsistemas (Habermas, 1987a, 1987b). Y, finalmente, señalamos algunos elementos sobresalientes sobre su nueva aceleración debido a la coyuntura de la pandemia del covid-19 del año 2020.
METODOLOGÍA
Nuestra metodología consistió en una revisión documental que partió de la búsqueda de información en diferentes motores de búsqueda académicos que tuvieran asociada alguna tecnología digital. Utilizamos Google Scholar y Google Books, combinando las siguientes palabras clave: Bolivia, computadoras, Internet, Web, celulares, redes sociales, digital, digitalización, transformación digital. Hemos priorizado documentos académicos que han pasado por un proceso editorial, esto es, libros y artículos publicados, omitiendo en general las tesis de grado. También hemos incluido reportes de agencias gubernamentales que contienen datos, como los de la Agencia de Gobierno Electrónico y Tecnologías de Información y Comunicación (AGETIC) y la Autoridad de Regulación y Fiscalización de Telecomunicaciones y Transportes (ATT).
Una vez recopilados, realizamos una lectura y una codificación abierta (Strauss y Corbin, 2002) o primer etiquetado de cada obra, describiendo sus tres temas centrales, para luego realizar una codificación axial o categorización dentro de nuestras tres categorías centrales: sociedad civil, gobierno y economía. De esa forma, identificamos los principales temas en cada esfera. Y ello, finalmente, nos permitió brindar una evaluación de los avances y conclusiones globales de los estudios de digitalización en Bolivia, como también sus vacíos, a la luz de un enfoque tecnosocial de la digitalización.
EVALUACIONES GENERALES
Partiremos nuestra revisión bibliográfica con dos documentos que han intentado realizar un estado del arte inicial sobre temas digitales desde diferentes perspectivas y que ofrecen una primera aproximación general al campo de estudio. El primero, denominado “Internet y sociedad como objeto de estudio en Bolivia: nueve perspectivas teóricas” (Quiroz, 2017), donde se han identificado 144 documentos, principalmente artículos, tesis y algunos libros sobre el tema de “Internet y sociedad”, concentrados en el período de 2004 a 2017 (cuadro 1).
Perspectiva teórica | Papers o libros | Tesis | Total |
---|---|---|---|
Comunicación | 15 | 16 | 31 |
Sociológica | 14 | 10 | 24 |
De desarrollo | 16 | 3 | 19 |
Económica | 12 | 8 | 20 |
Política | 6 | 11 | 17 |
Pedagógica | 9 | 5 | 14 |
Tecnológica | 8 | 2 | 10 |
Legal | 2 | 4 | 6 |
Filosófica | 2 | 1 | 3 |
Total | 84 | 60 | 144 |
Fuente: Quiroz (2017: 2).
Esas perspectivas “teóricas”, en realidad, reflejan más aproximaciones disciplinarias. Entre las primeras tres, en las comunicacionales, predominan temas de periodismo digital; en las sociológicas, de acceso y uso de parte de los jóvenes; las de desarrollo, sobre brecha digital; en la económica, sobre marketing digital; en la política, sobre ciberactivismo y protestas, como el movimiento en defensa del TIPNIS, y algunos sobre campañas electorales. En las pedagógicas, se ocupan de los desafíos metodológicos de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC); en las tecnológicas, de la infraestructura de Internet; en las legales, de la privacidad. A pesar de esa variedad de temas, el documento llega a la conclusión de que hay una “forma discontinua y fragmentada” (p. 1) en los estudios de Internet en Bolivia.
Si solo tomamos las principales cinco perspectivas, podemos ver que, además de la perspectiva comunicacional, las perspectivas sociológicas y de desarrollo, económicas y políticas son las principales. Por esto, comentaremos un poco más sobre estas áreas que se relacionan con nuestras categorías de análisis principales.
En la perspectiva sociológica y de desarrollo, se abordan dos temáticas centrales: por un lado, el acceso a Internet y las brechas digitales; por el otro, el uso de estas tecnologías por parte de los jóvenes. El tema del acceso a Internet se ha considerado un tema prioritario ya desde la primera Cumbre de la Sociedad de la Información, en 2003. En el caso boliviano, dadas nuestras desigualdades sociales, fue uno de los primeros temas prioritario a inicios del nuevo milenio, al igual que en América Latina. Además, se empezaron a realizar varios estudios sobre usos del Internet por parte de grupos de vanguardia. Los jóvenes son el grupo de estudio preferido, en gran parte, debido al concepto predominante de “nativos digitales”. Por otra parte, llama la atención que en el área de la economía no se preste mucha atención a los procesos productivos y al Internet, sino principalmente a la distribución, vía temas de marketing digital. Finalmente, en lo político, encontramos dos caras de la relación entre política e Internet: el ciberactivismo y las campañas electorales; una más informal y la formal, lo que refleja en cierto modo las características peculiares de hacer política en Bolivia.
No obstante, la perspectiva que toma en cuenta la autora para encarar la revisión se basa en disciplinas, no en áreas temáticas, como tampoco en esferas sociales, lo que limita la comprensión de las áreas como parte de un proceso de digitalización de la sociedad. Otro problema que encontramos es que se centra demasiado en Internet, que es una de las tecnologías digitales más importantes, pero no la única. La digitalización contempla un conjunto de tecnologías digitales que no se limitan al Internet.
Un segundo documento de revisión de estudios sobre temas digitales titula “Los fenómenos sociodigitales como campo de investigación en Bolivia” (Ojeda, 2019b). De menor alcance, evalúa solo las publicaciones en formato de libro que se hicieron entre 2004 y 2019, dividiendo los trabajos en tres momentos, los cuales, no obstante, se solapan, pero que muestran las preocupaciones principales en cada momento. El primero, desde 2004, donde la temática central es la del acceso y las brechas digitales, usando principalmente fuentes secundarias y, en ocasiones, encuestas y análisis estadísticos (Calderón Gutiérrez, 2004; Choque Aldana, 2009; Arratia, 2009). El segundo, desde aproximadamente 2010, que se preocupa temáticamente por el uso de las tecnologías digitales por parte de jóvenes y que se aborda metodológicamente mediante observaciones y entrevistas, con énfasis en las narraciones cualitativas de los actores (Arratia, Uberhuaga y García, 2006; Dolores, Gutiérrez y Vaca, 2014). Y el tercero, desde 2016, donde se realizan estudios con una mirada más amplia, y donde nacen propiamente los estudios sobre Internet y sociedad bolivianos, auspiciados principalmente por el Centro de Investigaciones Sociales de la Vicepresidencia (CIS) y AGETIC. En este último momento, se publican obras importantes: un tomo con 15 ensayos sobre Internet y sociedad (Quiroz, 2016a) donde se abordan temas de infraestructura, acceso, educación, soberanía tecnológica, ciberactivismo, gobierno electrónico y comercio relacionados a Internet; los resultados finales de una encuesta nacional y representativa sobre TIC (AGETIC, 2017); y unas interpretaciones sobre infraestructura, economía digital, redes sociales, mujeres en tecnología, perfiles del internauta boliviano (AGETIC, 2018) y juventudes (AGETIC y Fondo de Población de las Naciones Unidas, UNFPA, 2019), basadas en los datos de esa misma encuesta.
A pesar de que esta trayectoria de los estudios sobre Internet va de menos a más, el estudio de Ojeda (2019b) presenta una evaluación crítica sobre el enfoque teórico de estos estudios y sus metodologías. Sobre el primer aspecto, afirma que no hay una conceptualización integrada de las tecnologías digitales y sus usos sociales, y menos lo que implica teóricamente la digitalización. Los estudios revisados se preocupan más sobre los “efectos sociales” que sobre la relación misma entre tecnología y sociedad y el proceso, y plantean no sólo concentrarse en Internet sino en la gran variedad de “fenómenos sociodigitales”. Sobre el segundo aspecto, el autor encuentra que, a pesar del avance de los estudios de Internet, particularmente en el tercer momento posibilitado por el financiamiento de agencias estatales y de cooperación, metodológicamente se ha avanzado poco, pues todos esos estudios se quedan en los métodos tradicionales de ciencias sociales, sin siquiera usar los métodos virtuales y menos los “métodos digitales”2 (Rogers, 2013).
En el estudio, se identifican varios problemas de orden teórico y metodológico para el estudio integrado de los fenómenos digitales desde una perspectiva sociotecnológica. Pero tampoco se avanza en un esquema para el estudio del proceso de digitalización en Bolivia.
Ninguna de estas dos revisiones (Quiroz, 2017; Ojeda, 2019b) abarca el período completo de la digitalización que viene desde 1980, con el advenimiento de la computación personal y no poseen un enfoque histórico. Se concentran más en el pequeño boom del último tiempo de los estudios sobre temas digitales, por lo que no resaltan los cambios históricos en las prácticas y hábitos sociales.
Acceso y brechas digitales
Como vimos en el apartado anterior, una de las primeras preocupaciones sobre temas digitales fue la del acceso y las brechas digitales. Esto se ve desde la primera publicación importante sobre el tema: Interculturalismo y globalización (Calderón Gutiérrez, 2004). El primer antecedente que identifica es el de Bolnet: “Bolivia ha tenido acceso a la red desde 1992 cuando el PNUD, en trabajo conjunto con el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), creó un proyecto llamado Bolnet” (p. 163). Pero el informe se concentra más en las redes de telefonía y de fibra óptica y menos en los dispositivos. Al respecto un dato resaltante es que, para el 2003, 10% de los hogares bolivianos contaba con una computadora, mientras que sólo 3,4% tenía acceso a Internet domiciliario. Muestran además otros datos que vienen desde 1996 (cuadro 2).
Evolución Internet | 1996 | 1997 | 1998 | 1999 | 2000 | 2001 | 2002 |
---|---|---|---|---|---|---|---|
Cantidad de abonados | 2.620 | 6.286 | 11.776 | 18.830 | 25.880 | 37.019 | 48.999 |
Usuarios de Internet | 15.000 | 35.000 | 50.000 | 80.000 | 120.000 | 180.000 | 270.000 |
Usuarios de Internet como porcentaje de la población | 0,21% | 0,47% | 0,66% | 1,02% | 1,49% | 2,18% | 3,22% |
Computadoras personales | 28.00 | 30.000 | 60.000 | 100.000 | 140.000 | sd | sd |
Densidad de acceso a Internet (computadoras conectadas a Internet cada cien habitantes) | 0,03 | 0,08 | 0,22 | 0,23 | sd | sd | sd |
Tasa de crecimiento abonados | 139,92% | 87,34% | 59,90% | 37,44% | 43,04% | 32,36% | |
Proveedores legales de acceso a Internet por cada mil habitantes | 0,0004 | 0,0006 | 0,001 | 0,0017 | |||
Servidores | 430 | 550 | 626 | 948 | 1.324 | ||
Servidores (hosts) de Internet por cada mil habitantes | 0,06 | 0,07 | 0,08 | 0,12 | 0,16 |
Fuente: Calderón Gutiérrez (2004, p. 169).
Sin embargo, el informe no enfatiza en los usos de la computación personal, sin Internet, que provienen de la década de 1980. Y tampoco contabiliza el acceso que se da vía los cibercafés, que eran la fuente principal de acceso en la década de 1990 y principios del 2000.
Las computadoras personales ya tenían una circulación importante, antes del despegue de la Web (cuadro 3), aunque sus usos en la década de 1980 y 1990 no parecen estar reflejados en ningún estudio.
1991 | 1992 | 1993 | 1994 | 1995 | 1996 | 1997 | 1998 | 1999 | |
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Importación de computadoras (en miles de dólares) | 5.602 | 4.235 | 5.055 | 4.538 | 5.304 | 5.586 | 1.380 | ||
Importación de computadoras personales | 3.000 | 2.000 | 3.000 | 2.000 | 3.000 | 3.000 | 1.000 | 25.000 | 40.000 |
Parque de computadoras personales | 15.000 | 17.000 | 20.000 | 22.000 | 25.000 | 28.000 | 30.000 | 60.000 | 100.000 |
Computadoras personales por 100 habitantes | 0,2% | 0,3% | 0,3% | 0,3% | 0,3% | 0,4% | 0,4% | 0,8% | 1,2% |
Fuente: Bustillos Rodríguez, cit. en Ramírez y Sánchez (2009, p. 153).
Para el caso de los cibercafés, se tienen datos para el caso del departamento de Cochabamba, que muestran la importante penetración del acceso de Internet (cuadro 4), incluso en el área rural, en “las cuatro subregiones existía hasta el 2005, un total de 594 lugares públicos donde podía alquilarse los servicios de Internet” (Ramírez y Sánchez, 2009, p. 55).
Subregión | N° | Porcentaje municipios | No. Cibercafés | Porcentaje cibercafés |
---|---|---|---|---|
Subregión Valles | 8 | 39% | 27 | 5% |
Subregión Zona Andina | 0% | 0% | ||
Subregión Área Metropolitana | 7 | 33% | 558 | 93% |
Subregión Trópico | 3 | 14% | 6 | 1% |
Subregión Cono Sur | 3 | 14% | 3 | 1% |
Total | 21 | 100% | 594 | 100% |
Fuente: Ramírez y Sánchez (2009, p. 154).
Otros informes complementarios para los años siguientes son los de Arratia (2009), Choque Aldana (2009), Marín, Barragán y Alaniz (2014) y Osorio (2014). Allí se identifican las principales brechas socioeconómicas: de edad, territorio y educación. La conexión domiciliaria para el 2012, según el censo oficial de ese año, sólo llegaba al 9,45%.
Sin embargo, para 2017, la interpretación cambia en función a nuevos tiempos y nuevos datos:
Se ha evidenciado una reconfiguración en el uso de Internet durante ese periodo. Los factores sociodemográficos o de equipamiento tecnológico asociados con las desigualdades de acceso y uso han ido variando en su importancia: las variables ligadas con la localización del usuario o la disponibilidad de infraestructuras tecnológicas tradicionales están perdiendo fuerza, mientras que aumenta la importancia de las diferencias socioeconómicas y generacionales entre los usuarios (Ortuño, 2016, p. 149).
Para 2017, se llega al 67,5% de acceso a Internet (AGETIC, 2017), pero donde el factor clave para ese drástico aumento se debe al Internet móvil. De hecho, un 95% de ese acceso se produce mediante dispositivos móviles, y es por ello que las brechas de acceso se acortan.
Los vacíos principales que encontramos aquí se refieren al acceso de dispositivos de computación personal en la década de 1980 y 1990 y sus usos, principalmente económicos, en ambientes laborales. Hay datos sobre acceso a Internet móvil, como vimos con la información que se halla en la ATT, pero no estudios sobre el uso del celular como dispositivo versátil. Asimismo, si bien las brechas de acceso están cerrándose, luego vienen las brechas debido a habilidades digitales, que todavía no se han atendido.
Digitalización por esferas
Dado que nuestro enfoque de “proceso de digitalización” implica un estudio de un proceso macrohistórico, al estilo de los grandes procesos sociales modernos, como la “racionalización” (Weber, 2011) y la “integración orgánica” (Durkheim, 2001), necesitamos una teoría de la sociedad que permita observarla a nivel histórico y macro. Aquí optamos por el esquema de Habermas (1987b), que concibe a la sociedad de forma dual, como un “mundo de la vida” que nosotros equiparamos modernamente a la sociedad civil, y como “sistema”, tanto económico como político.
Digitalización de la sociedad civil
En esta área, se encuentra la mayor cantidad y variedad de estudios, posiblemente porque la sociedad civil sea la más receptiva a los cambios en comparación con el gobierno y la economía en nuestro país. Si bien no encontramos estudios para la década de 1980 y 1990, para la década del 2000 empieza a despegar la preocupación por los temas digitales.
Un primer grupo de estudios se ocupa de cómo las tecnologías digitales afectan a sujetos sociales clásicos como la juventud y la familia. Sobre la juventud, tenemos estudios sobre el uso de cafés internet por parte de jóvenes que viven en algunos barrios populares de Cochabamba (Arratia, Uberhuaga y García, 2006) y sobre su uso de mensajería instantánea (Martínez, 2006; Alfaro, 2007), que se preocupan por las nuevas formas de socialización de los jóvenes y los posibles efectos que puede tener Internet en las identidades de los jóvenes vía consumo cultural. Sin embargo, no logran llegar del todo allí y se quedan en las descripciones sobre sus usos en entretenimiento. Posteriormente, para la década del 2010, con la aparición y rápida expansión de las redes sociales digitales, aparecen estudios que superan el uso para el entretenimiento y descubren un uso activo y participativo de los jóvenes en problemas públicos concernientes a su ciudad (Dolores et al., 2014). Sobre la socialización puramente online de jóvenes, aparecen estudios que se interrogan sobre la posibilidad de lograr cohesión solamente con interacciones online y sobre cómo medirlas (Ojeda, 2016a) y sobre la aparición internacional de comunidades de jóvenes con identidad y simbolismos propios y que coordinan acciones online, como las denominadas “sectas y legiones en Facebook” (Ojeda, 2017c). Más recientemente se ha realizado un análisis de los perfiles de los usuarios jóvenes (AGETIC y UNFPA, 2019).
También ha habido una preocupación sobre las familias migrantes transnacionales y las posibilidades de contacto, comunicación y coordinación que ahora les ofrece el Internet. Hay estudios de caso sobre familias en el norte de Chile (Marín, Gutiérrez y Marín, 2014), y en España, Argentina y Estados Unidos (Ramírez, 2016). En el primer caso, hay una apreciación más negativa sobre la comunicación digital que debilita la carga afectiva, según los autores. En el segundo caso, se toman los casos de forma amplia, entendiéndolos como ejercicios ciudadanos de comunidades bolivianas en el exterior y que logran construir “ciudades/sociedades transnacionales”. Este último estudio nos da pistas para ver las amplias posibilidades de conexión de la digitalización, que van desde los individuos y las familias hacia el espacio público.
Un segundo grupo se detiene en fenómenos sociodigitales novedosos, tanto negativos, como la violencia digital y las noticias falsas, como positivos, como las comunidades de datos abiertos. Sobre los primeros, tenemos los estudios de “violencia digital” (Rojas y Rojas, 2013) que se enfocan en los peligros del uso de Internet y los teléfonos celulares; y los de fake news y desinformación social (Ojeda, 2020a; Ojeda y Peredo, 2020). Estos estudios muestran, con evidencias, que también se hallan efectos negativos y que no se debe caer en discursos tecno-optimistas. Por otro lado, también se han realizado otros estudios de nuevos fenómenos sociodigitales positivos, como en el caso de la formación de una comunidad de datos abiertos (Ojeda y Calisaya, 2019).
Un tercer grupo indaga en temas de participación de la sociedad civil en asuntos públicos, mediante ciberactivismo, movimientos en red o participación ciudadana, todos a través de medios digitales. Aquí están estudios sobre ciberactivismo (Álvarez, 2013; La Pública, 2014; Quiroz, 2016a; Peñaranda, 2018; Jordán, 2018a; Machaca, 2018) que se enfocan más en la acción en línea y la creación de opinión pública; estudios sobre el uso de Internet y sus efectos en la participación (Moreno, 2013; Osorio, 2014); estudios sobre movimientos sociales que usan medios digitales (Choque, 2010; Ojeda, 2014, 2017a, 2017b, 2019b, 2020b) y ciudadanía (Ramírez, 2016). El acento común de todos estos estudios está en la ampliación de la participación de la sociedad civil en la esfera pública, vía redes sociales digitales. Este último grupo, si bien se superpone parcialmente con los temas políticos formales que incumben a la digitalización del gobierno, desde nuestra perspectiva, son más parte de la sociedad civil que del gobierno, o más precisamente son la intervención informal de la sociedad civil hacia el gobierno, posibilitada por la digitalización, lo que algunos autores llaman como “política informal” o “política ciudadana”.
Esta diversidad de temas puede parecer muy heterogénea como para ser abordable; esta dificultad la heredamos de la misma complejidad del concepto de sociedad civil. No obstante, para nuestro caso, es posible abordar lo general de estos temas mediante el concepto de “asociación” y ver cómo la digitalización la afecta. Sobre jóvenes y familias, ya vimos estudios que muestran esas mayores posibilidades de asociación a distancia, aunque es en el caso de las culturas juveniles, el ciberactivismo, los movimientos y las comunidades digitales donde se ve su mayor potencial.
Si bien a partir de lo visto, ya hay conocimiento acumulado en esta área, no se cuenta aún con una evaluación general conclusiva sobre el incremento de conexión social vía digitalización. Para ello, se necesitaría contar con una perspectiva de cambio entre las diversas décadas, para evaluar cuánto realmente ha afectado la digitalización a las asociaciones civiles, por lo que habrá que recurrir al concepto de generaciones.
Digitalización del gobierno
Sobre temas relacionados a la digitalización del gobierno, encontramos, en primer lugar, estudios sobre campañas electorales (Exeni, Herrera y Rocha, 2015; Mayorga y Rodríguez, 2016; Rivero, 2014; Rocha, 2018; Jordán, 2018b; Zegada, Guardia y Ojeda, 2018) que intentan evaluar el factor novedoso del uso de las redes sociales digitales en las campañas y algunas posibilidades de su impacto en la democracia. Sin embargo, se concentran principalmente en la generación de opinión pública en tiempos electorales y no son conclusivos respecto a cómo las redes sociales digitales pueden estar afectando al voto.
Otros estudios, que son los que nos interesan desde el enfoque que adoptamos, tienen que ver con el “gobierno electrónico”. Entre ellos, destaca uno de información en los portales web del Estado y su respuesta a consultas ciudadanas (Rivero Oistoc, 2016), que muestra el bajo nivel de uso de TIC de parte del Estado para la transparencia e interacción con la población. Se estudia el uso de TIC en el Parlamento boliviano (Ascarrunz, 2013), donde también se evidencia que, si bien existen canales en redes sociales de las dos cámaras de la Asamblea Legislativa, aun así, no se las usa de forma interactiva. Por último, se tiene una evaluación de las posibilidades del Plan de Implementación del Gobierno Electrónico (Gómez, 2016).
También se han llevado a cabo algunas evaluaciones y propuestas sobre políticas públicas digitales: sobre las computadoras Quipus (Jordán y Calisaya, 2016), donde se evidencia la debilidad del proyecto en materia de política integral, más allá de la entrega de los equipos; sobre ciudadelas tecnológicas (León, 2016) y sobre la presencia del discurso de soberanía tecnológica en algunos documentos, planes y proyectos gubernamentales (Quiroz, León y Calisaya, 2016).
Como muestra, en el cuadro 5, se presenta el avance normativo en materia de políticas públicas digitales en el Estado Plurinacional a 2019.
Normativa o política | Estado actual | Propósito |
---|---|---|
Art. 20 CPE | Aprobado | Acceso universal y equitativo a las telecomunicaciones |
Ley 164 de Telecomunicaciones | Aprobado | Establecer el régimen general de telecomunicaciones y tecnologías de información y comunicación |
DS 1391. Reglamento de Telecomunicaciones | Aprobado | Reglamentar la ley de telecomunicaciones |
DS. 1793. Reglamento para el desarrollo de las TIC | Aprobado | Reglamentar TIC |
DS. 2514. Reglamento de creación de la AGETIC | Aprobado | Creación de la Agencia de Gobierno Electrónico y TIC |
Plan de implementación de gobierno electrónico | Aprobado, en ejecución | Implementar el gobierno electrónico |
Plan de implementación de software libre y estándares abiertos | Aprobado, en ejecución | Implementar estándares abiertos |
Implcmcntación de firma digital | Aprobado, en ejecución | Firmas digitales para agilizar tramites |
DS 2731. Reglamento de creación de la dirección de redes sociales | Aprobado, en ejecución | Creación de la dirección de redes sociales |
Ley de Ciudadanía Digital | Aprobado | Establecer las condiciones y responsabilidades para el acceso pleno y ejercicio de la ciudadanía digital en el Estado Plurinacional de Bolivia |
Ley de Protección de Datos Personales | Anteproyecto | Protección de datos personales |
Agenda digital 2025 | En discusión | Establecer una agenda digital para la agenda 2025 |
Fuente: Ojeda (2019b, p. 273).
Existen ciertos avances en materia de gobierno electrónico, aunque se está muy lejos de la eficiencia administrativa apoyada con tecnología digital (gobierno electrónico) y la interacción entre gobierno y sociedad civil medida por tecnologías digitales (gobierno abierto). Bolivia es el peor país para realizar trámites en América Latina (Banco Interamericano de Desarrollo, BID, 2018). El exdirector de la AGETIC ha señalado la propia resistencia de las entidades del Estado para digitalizar los procedimientos (Laguna, cit. en Erbol, 24-06-2018). En agosto de 2020, AGETIC lanza un “Plan para el fortalecimiento del gobierno abierto y participativo” que planifica avanzar en la transparencia y la participación ciudadana, pero aún no tiene resultados concretos.
Por lo visto, hay evaluaciones negativas sobre la forma en que el Estado utiliza las tecnologías digitales, tanto para la administración como para la gobernanza y unas pocas evaluaciones de políticas públicas concretas. Está pendiente realizar una evaluación general de la implementación de políticas públicas en materia digital en su conjunto y ver cómo el Estado boliviano se ha relacionado con las tecnologías digitales en las sucesivas décadas. Lo que más nos interesa aquí es si las tecnologías digitales modifican las configuraciones de dirección, donde el concepto de “gobierno abierto” es esencial.
Digitalización de la economía
Sobre la economía encontramos estudios sobre comunicación empresarial (Vino, 1997) y estrategia empresarial (Rada, 2009), donde se evalúan las posibilidades de la integración de TIC en las empresas; pero no son estudios empíricos. También se han realizado investigaciones sobre experiencias de pequeñas y medianas empresas (PyMes) que utilizan ofimática, algunas aplicaciones de administración propias, pero que todavía no desarrollan usos innovadores (Infantas y Torrez, 2012), y sobre emprendimientos rurales que acrecientan las oportunidades de inclusión económica (Velásquez, 2018).
El comercio electrónico es uno de los temas más abordados, tomando en cuenta que nuestro país tiene una actividad comercial intensa, por encima de la productiva. Las posibilidades del comercio electrónico para las empresas; sin embargo, se ven limitadas por los medios de pago digitales insuficientes y las normas legales (Espinoza, 2016). Al momento, predomina el comercio electrónico con pagos en efectivo y en algunos casos mediante banca digital.
Pero también se estudian los casos de industrias de software en Bolivia y su vinculación comercial internacional. La industria del software es una de las pocas industrias productivas en Bolivia que exporta y se inserta en los circuitos internacionales (Rosell, 2016; Uribe, 2016; Suaznábar, 2017) y está compuesta por el desarrollo de software, de sitios web, de aplicaciones móviles y de aseguramiento de calidad. Un tema clave aquí es el de los costos laborales y la posible explotación; pero “si bien los costos laborales en el país son relativamente menores comparados con el resto de América Latina, la industria del software ofrece remuneraciones que son superiores al promedio de ingresos laborales a escala nacional” (Rosell, 2016: 322).
Una evaluación más completa sobre la economía digital se encuentra en Padilla, Aranibar y Meruvia (2018). Estos autores dividen la economía digital en cuatro componentes: sector TIC, empresa TIC, comercio electrónico y banca electrónica. Sobre el sector TIC, estiman para 2016 una contribución al PIB nominal del 5%, que es significativo y que incluye todos los trabajos relacionados con telecomunicaciones. Sobre las empresas TIC, con datos de Fundempresa a 2017, estiman 20.764 empresas relacionadas con actividades TIC en todo el país, lo que representa un 7% del total de las empresas. Sobre el comercio electrónico, estiman que “10 de cada 100 internautas mayores de 14 años compran por Internet y 6 de cada 100 realizan ventas por la web” (p. 190), mientras el uso de banca digital aún es bajo (10%) pese a la disponibilidad.
Algunos estudios muestran los beneficios del uso para pequeñas y medianas empresas y emprendimientos, pero que en general los subutilizan. Mientras que las empresas relacionadas con TIC tienen una modesta presencia, uno de los sectores más pujantes es la industria del software que se exporta. Aquí falta una evaluación de las tecnologías digitales para impulsar procesos de producción y para el caso de la comercialización, que también tome en cuenta al sector informal. La tecnología digital puede estar transformando la organización del trabajo.
La pandemia del coronavirus y la digitalización
El proceso de digitalización, con los rasgos antes descritos, ha ido desenvolviéndose gradualmente en nuestro país. Ya podíamos encontrar muchos casos sobresalientes de digitalización de prácticas sociales. Sin embargo, con la inesperada pandemia que llegó a nuestro territorio en 2020, el proceso de digitalización se ha acelerado (Ojeda, 26-8-2020). Debido a las medidas de cuarentena y la reclusión en los hogares, junto a la necesidad de continuar con las actividades cotidianas, los usos de tecnologías han aumentado masivamente, desde manifestaciones culturales como la fiesta de Urkupiña, con misas y demostraciones de baile “virtuales” (Ojeda, 26-8-2020), la educación en línea y el teletrabajo, un “cabildo virtual” (Página Siete, 30-8-2020), el aumento de ciberdelitos (García, 14-9-2020), el consumo audiovisual (Laguna-Tapia, 2020), hasta la aparición de nuevas medidas gubernamentales de coyuntura como la Resolución Ministerial 220/20 del teletrabajo, el crecimiento del comercio electrónico (Los Tiempos, 16-9-2020) y nuevos emprendimientos digitales informales. La infraestructura para el acceso también ha recibido algunas mejoras (Opinión, 4-9-2020).
Al mismo tiempo, esta situación ha mostrado los límites y precariedades tanto de nuestra infraestructura tecnológica, como de nuestras instituciones más formales (educación y gobierno) respecto a la integración de estas tecnologías, como también de habilidades digitales en ciertos sectores de la población. Si bien no hay aún estudios formales al respecto, son nuevos fenómenos a tomar en cuenta.
CONCLUSIONES
Si bien los estudios revisados no se emprendieron desde el enfoque que proponemos3, encontramos que ofrecen pistas interesantes sobre el proceso de digitalización en las últimas décadas, aunque también se reconocen varios vacíos. En el marco temporal, la década de 1980 es la que tiene nula producción académica y la década de 1990 una muy escasa. Los temas del uso de la computación personal y la Web 1.0 no están tratados en la literatura académica. Ya para inicios del 2000, empieza a emerger la preocupación por estas temáticas, principalmente sus posibilidades para el desarrollo y la brecha digital. Y desde el 2010 aparecen las preocupaciones, principalmente, por las redes sociales digitales; pero también de forma más amplia sobre los efectos sociales del Internet.
Sobre la digitalización de la sociedad civil, vimos que tiende a verse un reconocimiento importante sobre la capacidad de conexión y participación de las tecnologías digitales en diferentes niveles: en los jóvenes, en las familias y también en el activismo y los movimientos sociales, que parecen fomentar el asociacionismo civil. No obstante, esta situación no está exenta de peligros como la violencia digital, la desinformación y las noticias falsas. Aquí faltaría cuantificar y cualificar más ese asociacionismo mediante una perspectiva de diversas generaciones.
En la digitalización del Gobierno es donde se encuentran más vacíos. Si bien hay evaluaciones iniciales negativas sobre la implementación del gobierno electrónico, aún son bastante preliminares. Aquí queda medir el grado de digitalización de la administración pública y su apertura a la participación ciudadana mediante medios digitales, lo que contemporáneamente se llama gobierno electrónico y gobierno abierto, aunque no necesariamente tiene que llamarse así para considerarse digitalización. Al final, se trata de ver si se afecta de alguna manera los procesos de dirección.
Sobre la digitalización de la economía, hay datos importantes a nivel nacional sobre el aprovechamiento de las tecnologías digitales de diferentes agentes (empresas, PyMes, emprendimientos, comerciantes, industrias de software), aunque no se aprovechan lo suficiente según los analistas del sector. Queda el reto de medir el grado de relacionamiento entre la economía informal y su digitalización.
Si bien inicialmente, y con fines de organización primera, tratamos como esferas separadas al gobierno, la economía y la sociedad civil, el propio proceso de digitalización permea a todas éstas. De allí la necesidad de tener un enfoque transversal de la digitalización, si la queremos comprender a nivel societal. Más aún, por el propio proceso de digitalización, las formas de relacionamiento entre estas esferas parecen estar mutando, lo que hace más necesaria una interpretación holística. Todo ello implica un primer reto teórico, que todavía no se ha emprendido en la literatura académica revisada. El segundo reto es metodológico, y se refiere a integrar métodos digitales en la investigación de los fenómenos sociodigitales. Finalmente, el tercer reto es de información, dado que los estudios y datos sobre digitalización son poco accesibles y se encuentran dispersos.