INTRODUCCIÓN
¿Por qué tenemos de colocar en la mesa de discusión asuntos filosóficos, si lo metodológico es el talón de Aquiles en nuestras tesis? Este tipo de razonamiento suele ser expresado en el salón de clases o en reuniones de tutoría, por parte de algunos estudiantes candidatos a un título de pregrado o posgrado. La tradición formativa y/o los libros de texto generan razonamientos de esta naturaleza, en particular cuando la investigación científica es reducida a aspectos instrumentales y técnicos, bajo el denominativo de “metodología de investigación”. En estos casos predomina una “razón instrumental” en detrimento de una “razón crítica” (Zemelman,2007; Habermas, 1987).
De hecho, con un breve análisis de los programas formativos o curriculares en la mayoría de las disciplinas o carreras universitarias, se puede corroborar cómo es de manifiesto la carencia de formación filosófica y epistemológica en los estudiantes universitarios. Por lo tanto, colocar en la mesa de discusión asuntos filosóficos y epistemológicos1, es un imperativo si se desea tener la suficiente claridad y comprensión respecto al “para qué” y “por qué” de la investigación científica, y no sólo preocuparse por “cómo”. Definir el punto de partida (diseño) y de llegada (conclusiones) en una investigación o tesis de grado, es un asunto fundamentalmente epistemológico y paradigmático.
El rigor científico en una tesis de grado, se logra apreciar cuando esta no sólo expone datos o resultados suficientemente sistematizados, sino sobre todo cuando el análisis y la discusión argumentativa destaca la congruencia y consistencia teórica, epistemológica y paradigmática. Cabe reiterar entonces, que la elección y sustentación adecuada del paradigma epistemológico es un paso crucial para una investigación, especialmente en la tesis de posgrado.
¿Por qué algunos investigadores o tesistas enfrentan diversas dificultades para identificar y elegir el paradigma que permita sustentar de modo consistente y coherente su investigación? He aquí algunas razones y consecuencias:
Desconocimiento conceptual: Muchos estudiantes desconocer o no tienen una comprensión clara y profunda de qué es un paradigma epistemológico y cómo influye en una investigación. Confunden a menudo términos como metodología, enfoque, diseño o teoría.
Dificultad para identificar el paradigma adecuado: La amplia variedad de paradigmas (positivismo, interpretativismo, sociocrítico, constructivismo entre otros) y sus matices, como consecuencia del bajo nivel de formación investigativa y epistemológica, hacen que sea complicado elegir el que mejor se ajuste a la investigación.
Presión por elegir un paradigma "correcto": A menudo, los tesistas (de pregrado y posgrado) sienten la presión de seleccionar un paradigma que sea considerado "el mejor" o el más congruente con el objeto y objetivo de estudio, sin considerar si es el más adecuado para sustentar epistemológicamente la investigación.
Falta de claridad en la pregunta de investigación : Una pregunta de investigación mal formulada o poco clara puede dificultar la elección del paradigma epistemológico, ya que este debe estar estrechamente ligado a la naturaleza de la pregunta y del objeto de estudio.
Dificultad para justificar la elección: Una vez seleccionado el paradigma, muchos estudiantes encuentran dificultades para explicar de manera coherente y convincente por qué eligieron ese particular y cómo se relaciona con su investigación.
Entre las consecuencias que produce la no resolución adecuada de los problemas descritos, se señalan las siguientes:
Investigación poco sólida: Un paradigma epistemológico mal elegido o mal sustentado puede llevar a una investigación con bases teóricas débiles y conclusiones irrelevantes e inconsistentes.
Limitaciones en la interpretación de los datos o hallazgos: La elección del paradigma influye en la forma en que se recolectan y analizan los datos o hallazgos. Un paradigma inadecuado puede dificultar o limitar considerablemente la interpretación y análisis de los resultados de la investigación.
Crítica por parte de evaluadores: Los evaluadores de tesis suelen prestar mucha atención a la justificación o sustentación del paradigma. Una elección inadecuada o una justificación débil pueden resultar en críticas negativas.
Dificultades para publicar los resultados : Las revistas académicas y científicas suelen tener criterios estrictos en cuanto a la metodología, el marco teórico y la sustentación epistemológica. Una investigación con un paradigma epistemológico deficientemente sustentado puede tener dificultades para ser publicada.
Definitivamente, la elección y sustentación del paradigma epistemológico en un determinado proyecto de investigación, es un proceso complejo que requiere una reflexión cuidadosa y una comprensión profunda de los fundamentos de la investigación. Al abordar estas dificultades de manera adecuada, los investigadores o tesistas pueden mejorar la calidad de su investigación y aumentar sus posibilidades de éxito. Para este cometido, considerando que en la formación académica y científica está uno de los factores causales principales, es imprescindible establecer y propiciar el desarrollo efectivo de procesos formativos y/o autoformativos integrales. Es decir, que el “enseñar y aprender a investigar” implique necesariamente una clara y profunda asimilación de los supuestos epistemológicos, metodológicos y éticos de la investigación científica. Dicho de otro modo, desarrollo de “competencias investigativas epistémicas” (Aranda, 2022). Esto inclusive permitirá al investigador novel, en gran medida superar la carencia de orientación y guía por parte del tutor o asesor; tomar buenas decisiones al momento de adoptar una postura paradigmática y epistemológica.
El propósito principal del presente artículo, es brindar algunos criterios claves para la identificación, elección y sustentación del paradigma epistemológico para el caso de un proyecto de investigación científica, particularmente para el campo académico - formativo. Asimismo, se pretende suscitar reflexión crítica sobre la importancia de la comprensión filosófica y epistemológica al momento de diseñar, discutir y exponer los resultados de una investigación o tesis de grado, y no limitarse sólo a aspectos técnicos y metodológicos. Este ensayo fue construido sobre la base de experiencias formativas y de indagación por parte del autor. Y, sobre todo, contrastada y discutida con posturas, reflexiones y aportes de autores que a lo largo de la historia de la ciencia pusieron su valioso granito de arena. El análisis crítico de contenido, fue la principal estrategia metodológica utilizada, sin dejar de lado, por supuesto, el principio de pluralismo metodológico, inevitable en la investigación contemporánea.
DESARROLLO
“¿Por qué la filosofía es tan complicada? Después de todo, debería ser enteramente simple. La filosofía desenreda los nudos de nuestro pensar, los cuales hemos de un modo absurdo generado; pero para lograr eso, la filosofía debe hacer movimientos que son tan complicados como los nudos. Por ello, aunque el resultado de la filosofía es simple, su método para llegar a él no puede serlo. La complejidad de la filosofía no reside en su temática, sino en nuestro enredado entendimiento”
Wittgenstein
Punto de partida: análisis y comprensión conceptual ineludible
De modo preciso y concreto, con fines pedagógicos, se hace referencia a los siguientes conceptos claves: paradigma, paradigma epistemológico, paradigmas clásicos y tendencias epistémicas.
Un paradigma es un conjunto de supuestos, creencias, valores y estrategias compartidos por una comunidad científica, que configuran una forma específica de comprender y abordar la realidad (Kuhn, 1971). Es el marco de referencia desde el cual se generan y validan resultados y teorías científicas.
Un paradigma epistemológico es un modelo o sistema de pensamiento que define cómo se construye y valida el conocimiento en un campo del saber (Guba, E. G. & Lincoln, Y. S. (1989). Establece las bases ontológicas, epistemológicas, metodológicas y éticas que orientan la investigación científica.
Los paradigmas tradicionales son aquellos modelos epistemológicos clásicos que han hegemonizado el desarrollo de investigaciones y la producción de conocimiento durante períodos históricos específicos, como el caso del positivismo, el interpretativismo y el paradigma crítico. Estos paradigmas clásicos han sido ampliamente discutidos y aplicados en diversas disciplinas científicas, particularmente en ámbito de las ciencias sociales.
Las tendencias epistémicas son corrientes de pensamiento emergentes o en construcción dentro del campo de la epistemología y que buscan redefinir, ampliar o superar los paradigmas existentes. Estas tendencias suelen responder a contextos sociales, culturales y tecnológicos cambiantes y disruptivos. Algunos autores refieren a “paradigmas emergentes” y su correlato la “investigación emergente” (Morin, E., 1990; Martínez Miguelez, M. 2011).
Breve mirada histórica y filosófica sobre el paradigma positivista y sus enigmas aparentes
Con base en la experiencia como docente, tutor y miembro de comités académicos en pregrado y posgrado en diferentes universidades públicas y privadas de Bolivia2; en la información documental analizada (informes, rúbricas de evaluación y tesis de grado) durante los últimos tres años, se observa un patrón recurrente: hegemonía del paradigma positivista. Inclusive, las investigaciones o tesis de grado, presentadas, en términos paradigmáticos como “interpretativas” o “sociocríticas”, tienen marcadas tendencias positivistas. Y no sólo es el asunto de cuantificación de los datos, sino el trasfondo filosófico y epistemológico, generalmente implícito que tienen los trabajos de investigación. En tal sentido, se considera propicio hacer una breve caracterización del positivismo, en cuanto a paradigma epistemológico y sus implicancias en la investigación académica.
El positivismo, en cuanto paradigma, ha tenido una evolución histórica significativa que puede dividirse en tres etapas o momentos principales: el positivismo clásico, el neopositivismo y el pospositivismo. Cada paradigma responde a los desafíos y contextos intelectuales, científicos y sociales de su época, mostrando tanto continuidad como rupturas en sus postulados básicos.
La sucesión de fases del positivismo, es producto de una serie de situaciones, contradicciones y desafíos. Entre estos se pueden destacar los siguientes:
Del positivismo clásico al neopositivismo: Se produce un refinamiento del método científico, pero también una rigidez metodológica excesiva. Se limita a fenómenos observables y medibles, excluyendo dimensiones humanas como la subjetividad.
Del neopositivismo al pospositivismo: Se reconoce que la ciencia es un proceso influido por factores históricos, sociales y culturales. Se amplía el alcance de la investigación científica, incluyendo aspectos subjetivos y contextuales.
Implicaciones epistemológicas y metodológicas en la actualidad: En el siglo XXI, el pospositivismo inspira y promueve enfoques interdisciplinares, como el paradigma emergente y la teoría de la complejidad. La ciencia es vista como una actividad social que combina rigor metodológico con sensibilidad ética y cultural. Persiste el debate sobre los límites del conocimiento científico y la relación entre ciencia, tecnología y sociedad.
La evolución del positivismo refleja los cambios en la percepción humana de la realidad, desde una visión mecanicista y determinista hasta una comprensión más flexible, inclusiva y contextualizada de los fenómenos sociales, culturales y naturales. No obstante, es propicio que todo investigador de vocación, identifique y caracterice con claridad y precisión al positivismo clásico, al neopositivismo y al pospositivismo. Esto podría ayudarle en gran manera a asumir cualquiera de estos paradigmas con plena conciencia para un determinado proyecto de investigación científica.
El positivismo Clásico
Origen y contexto: Surge en el siglo XIX, en el contexto de la Revolución Industrial, el auge del método científico y la búsqueda de establecer leyes universales aplicables a los fenómenos sociales y naturales. Es una reacción contra las explicaciones metafísicas y teológicas del mundo, proponiendo que el conocimiento solo es válido si se basa en la observación empírica y la lógica. Representa el intento de aplicar los métodos de las ciencias naturales a las ciencias sociales, promoviendo la idea de un progreso continuo del conocimiento humano.
Precursores principales: Auguste Comte (1798-1857), fundador del positivismo, propuso una "ley de los tres estadios" (teológico, metafísico y positivo) que describe la evolución del pensamiento humano. En su obra Curso de filosofía positiva, enfatizó que la ciencia debe centrarse en hechos observables y en establecer leyes generales. Por otro lado, Émile Durkheim (1858-1917), aplicó los principios positivistas a la sociología, argumentando que los "hechos sociales" deben estudiarse como cosas objetivas y medibles.
Implicaciones científicas y sociales: El positivismo clásico estableció las bases para la formación y profesionalización de las ciencias sociales. Promovió la idea de que el progreso científico está relacionado con el progreso social. Impuso una visión determinista y reduccionista, que fue criticada posteriormente por su incapacidad para explicar fenómenos sociales y culturales complejos y subjetivos.
El neopositivismo
Origen y contexto: Surge en la primera mitad del siglo XX, principalmente en los años 1920 y 1930, con el Círculo de Viena, un grupo de filósofos y científicos que buscaban una fundamentación lógica para las ciencias. El contexto incluye los avances en la física (teoría de la relatividad, mecánica cuántica) y la influencia del empirismo lógico de David Hume y la lógica formal de Bertrand Russell y Ludwig Wittgenstein. Se enfrentaron a las crisis epistemológicas derivadas de las nuevas teorías científicas, como la relatividad y la mecánica cuántica, que cuestionaban la visión determinista del universo.
Precursores principales: Moritz Schlick, Rudolf Carnap, Otto Neurath y Herbert Feigl, representantes del Círculo de Viena, desarrollaron el empirismo lógico o neopositivismo. Este enfoque planteaba que el conocimiento científico debe basarse exclusivamente en proposiciones verificables empíricamente y en el lenguaje lógico. Karl Popper (1902-1994), aunque crítico del neopositivismo, contribuyó al debate proponiendo el criterio de falsabilidad como alternativa al principio de verificación.
Implicaciones científicas y sociales: El neopositivismo influenció áreas como la filosofía de la ciencia y la metodología científica, insistiendo en la importancia de la precisión lógica y la eliminación de términos metafísicos en el lenguaje científico. A pesar de sus contribuciones, fue criticado por ser excesivamente rígido y por su incapacidad para abordar fenómenos sociohumanos complejos y multidimensionales.
Indudablemente, es importante y justo reconocer que el paradigma positivista ha tenido un impacto profundo y duradero en la investigación social, especialmente con su énfasis en la objetividad y la medición empírica. Sin embargo, sus limitaciones en la comprensión de los significados y subjetividades han impulsado la adopción de paradigmas alternativos, que enriquecen la investigación al abordar aspectos cualitativos y críticos. En la actualidad, el desafío es recuperar y equilibrar los aportes del positivismo con enfoques más integradores y contextuales que permitan comprender la complejidad de los fenómenos sociales.
El pospositivismo
Origen y contexto: Surge a mediados del siglo XX como una respuesta crítica al positivismo clásico y al neopositivismo. Se desarrolla en un contexto de crecientes cuestionamientos sobre la objetividad de la ciencia y el impacto de las teorías sociales en la construcción del conocimiento. La experiencia de las dos guerras mundiales, los avances tecnológicos, y los movimientos sociales y filosóficos, como el estructuralismo, el postestructuralismo y el constructivismo, influyen en este cambio.
Precursores principales: Thomas Kuhn (1922-1996), en La estructura de las revoluciones científicas (1962), propuso que el conocimiento científico no avanza de forma lineal, sino a través de paradigmas que se sustituyen mediante revoluciones científicas. Introdujo conceptos como "cambio de paradigma" y cuestionó la idea de progreso científico objetivo. Imre Lakatos (1922-1974), sugirió que las teorías científicas son parte de "programas de investigación" que se evalúan por su capacidad de predecir y explicar fenómenos nuevos. Paul Feyerabend (1924-1994), en su obra Contra el método (1975), argumentó que no existe un método científico universal y defendió el pluralismo metodológico, afirmando que "todo vale". En cierto modo, Karl Popper (1902 - 1994), en su cuestionamiento a positivismo, introduce el concepto de falsación, bajo la premisa de que las teorías científicas no se verifican, sino que se prueban al someterlas a intentos de refutación. Asimismo, Popper habría marcado un cambio paradigmático, abriendo el camino hacia el pospositivismo, que reconoce la falibilidad del conocimiento científico y su carácter provisional.
Implicaciones científicas y sociales: El pospositivismo reconoce el carácter provisional y contextual del conocimiento científico, abandonando la pretensión de objetividad y verdad absoluta. Destaca la importancia de los valores culturales, sociales y éticos en la construcción del conocimiento. Impacta en las ciencias sociales, la educación y las políticas públicas al enfatizar la inclusión de perspectivas diversas y críticas en la investigación.
Los paradigmas epistemológicos tradicionales en el contexto académico
Gran parte de los materiales bibliográficos y programas formativos en referencia a la investigación científica, destacan a tres paradigmas: el positivista, el interpretativo y el sociocrítico. Inclusive, varios de los autores de textos de metodología de investigación, identifican al positivismo como uno solo -clásico y lógico-, para diferenciarlos de los otros paradigmas. En esta ocasión, también se hará referencia con ese sentido al caso del paradigma positivista.
El paradigma positivista ha dejado una influencia significativa en la investigación social contemporánea, tanto en términos de metodologías predominantes como de debates epistemológicos. Si bien su relevancia directa ha disminuido debido a la proliferación de enfoques alternativos (interpretativistas, críticos, constructivistas y complejos), el positivismo sigue teniendo un impacto en áreas específicas, especialmente donde se privilegia la objetividad, la cuantificación y la generalización.
Impacto favorable y desfavorable del positivismo en las ciencias sociales
Lo favorable del positivismo se puede destacar en: Uso de metodologías cuantitativas dominantes en disciplinas como la sociología, la economía, la ciencia política, la psicología y la educación, ampliamente utilizados para explorar correlaciones, tendencias y patrones generalizables; búsqueda de generalizaciones en contextos globalizados con el interés por identificar patrones generales que puedan aplicarse a diversas culturas o sociedades meta clave en la investigación aplicada; estandarización, control de variables, replicabilidad y toma de decisiones basada en evidencia empírica.
Lo desfavorable del positivismo, particularmente en las ciencias sociales se puede considerar: El reduccionismo o simplificación de los fenómenos sociales complejos al simplificarlos a variables cuantificables, ignorando dimensiones subjetivas y cualitativas fundamentales, como las emociones, percepciones valores y los significados que las personas atribuyen a sus experiencias; la falta de contextualización y el afán de búsqueda de leyes generales tiende a ignorar las particularidades culturales e históricas; la deshumanización del análisis social al tratar a los individuos como meros números o casos, perdiendo la comprensión de sus perspectivas, intenciones y acciones, que son esenciales en las ciencias sociales; y las falsas expectativas y aparente neutralidad política.
Los paradigmas emergentes
Un paradigma emergente es una corriente epistemológica contemporánea que busca dar respuesta a los retos y complejidades del siglo XXI, superando las limitaciones de los paradigmas tradicionales como el positivismo (clásico y lógico) y el interpretativismo e inclusive el sociocrítico. Este paradigma se caracteriza por su flexibilidad, su enfoque holístico e interdisciplinario, y su énfasis en la resolución crítica y creativa de problemas mediante un abordaje pluralista que integra distintas perspectivas.
El paradigma emergente, en términos generales, surge como respuesta a la creciente complejidad de los fenómenos sociales, culturales, económicos y naturales que caracterizan el siglo XXI. Este paradigma se consolida especialmente en la segunda mitad del siglo XX y principios del siglo XXI, con la expansión de la teoría de sistemas, la teoría de la complejidad, la transdisciplinariedad y los sistemas autopiéticos (Bertalanffy, 1989; Morín, 1990; Maturana, 2004); las ciencias sociales, naturales y humanas han comenzado a converger en enfoques más holísticos que puedan abarcar las interrelaciones y la no-linealidad, multi-causalidad y multi-dimensionalidad de los fenómenos.
Si bien el paradigma emergente se distingue de los paradigmas tradicionales como el positivismo y el interpretativismo, el paradigma emergente no los descarta, sino que los complementa. Por ejemplo, puede integrar dialécticamente métodos cuantitativos y cualitativos, dependiendo del contexto y el problema de investigación, lo que lo hace más flexible y dinámico que otros enfoques. No obstante, en las últimas décadas, del seno del pospositivismo nos sólo emergió un nuevo paradigma, sino una diversidad de paradigmas; unos más que otros en proceso de consolidación.
Los paradigmas emergentes con mayor impacto en las investigaciones académicas contemporáneas son: el constructivista, el pragmático y el complejo. Entre los paradigmas derivados principalmente del paradigma sociocrítico están el decolonial y el feminista. El paradigma decolonial cuestiona las epistemologías occidentales hegemónicas y promueve un conocimiento situado desde los márgenes, defendiendo los saberes ancestrales y subalternos (De Sousa Santos, B. (2009). En cambio, el paradigma feminista pone un énfasis especial en el estudio de las desigualdades de género y el patriarcado.
Con fines didácticos, en la tabla 1 se ha sintetizado los aspectos esenciales de los paradigmas clásicos y los paradigmas emergentes, de mayor influencia en las investigaciones sociales principalmente en el ámbito académico y universitario.
Tabla 1 Paradigmas clásicos y paradigmas emergentes en la academia

Nota. La matriz sintetiza los aspectos más esenciales que identifican y caracterizan a los paradigmas clásicos y paradigmas emergentes, de notable influencia en los proyectos de investigación académica y científica en el ámbito universitarios.
CONCLUSIONES
El análisis realizado en este artículo confirma que la diversidad de paradigmas epistemológicos, tanto clásicos como emergentes, ofrece un marco enriquecedor para la formación investigativa en el contexto universitario. La coexistencia de paradigmas como el positivismo, el interpretativismo y el sociocrítico, junto con propuestas emergentes como el constructivismo, el pragmatismo y el complejo, plantea retos y oportunidades para fortalecer las competencias investigativas epistémicas en los jóvenes científicos.
Un resultado importante de este estudio es la sistematización didáctica de los paradigmas clásicos y emergentes, la cual se presenta como un recurso valioso para estructurar procesos de formación epistemológica. Esta perspectiva permitirá a los estudiantes universitarios comprender las bases ontológicas, epistemológicas y metodológicas de cada paradigma; vincular pertinentemente con el enfoque y tipo de investigación a realizar, fomentando una reflexión crítica sobre su elección y aplicación en diferentes contextos investigativos. Asimismo, facilita la apropiación de herramientas conceptuales y metodológicas que promuevan investigaciones más creativas, interdisciplinarias y orientadas a la solución de problemas complejos.
Una formación investigativa basada en la pluralidad epistemológica contribuye no solo al desarrollo de competencias científicas, sino también al fortalecimiento de una visión crítica, creativa y ética del conocimiento. Es fundamental que las universidades incorporen estrategias pedagógicas que integren tanto paradigmas tradicionales como emergentes, promoviendo un equilibrio entre rigor científico, innovación y sensibilidad hacia las demandas y necesidades humanas globales contemporáneas. De este modo, se fomentará una generación de investigadores jóvenes capaz de enfrentar los desafíos del siglo XXI desde una perspectiva amplia, crítica y transformadora.
Al cierre de la elaboración del presente artículo, se cayó en cuenta que, un próximo trabajo a realizar estará relacionado con los “enfoques y tipos de investigación”, los cuales se derivan e integran a los paradigmas epistemológicos. El famoso “enfoque mixto” ¿A qué paradigma epistemológico corresponde? ¿Por qué? Esta y otras preguntas podrán ser objeto de otro análisis crítico y propositivo. La tarea queda planteada.














