INTRODUCCIÓN
La pandemia del coronavirus (covid-19) fue un contexto que profundizó diversos problemas y daños tanto a nivel mundial como a nivel regional. Aunque el riesgo del covid-19 se limitó a un periodo relativamente corto (2020-2021)1, sus repercusiones se traducen en: pérdidas de vidas humanas, crisis económica, violencia de género y otros que van más allá de una simple coyuntura. Particularmente en Bolivia, la pandemia no solamente fue un contexto de crisis sanitaria, sino también un contexto de crisis económica y político-social que afectó aproximadamente al 62% de la población Hummel, Velasco y otros, 2020;Escóbar y Hurtado, 2022. Esta crisis agudizó anclajes estructurales tales como la reducción de ingresos monetarios en los hogares, las brechas de género, el desempleo, la desprotección social, el debilitamiento de las organizaciones, etc. Escóbar y Hurtado, 2022. Distintos problemas que, si bien ya estaban presentes en nuestra sociedad, se circunscribían a un contexto fecundo e inédito de riesgo que ameritaba un abordaje investigativo, que presentamos a continuación.
La pandemia del covid-19 amenazaba a la economía de una parte representativa de la población, pues en Bolivia destaca un importante contingente de trabajadores por cuenta propia, principalmente liderado por mujeres que vive generando sus ingresos económicos día a día en las calles, mucho antes de la pandemia. La cuestión de las mujeres y los mercados de trabajo ha promovido una variedad de estudios De Oliveira y Ariza, 2000;Abramo, 2004;Wanderley, 2009;Maurizio, 2010. También se han realizado investigaciones en torno a las condiciones de las mujeres ante contextos de riesgo, principalmente en desastres naturales Fondo de Población de las Naciones Unidas, UNFPA, 2015;Organización Mundial de la Salud, OMS, 2011;Roosta, 2012. Ambos enfoques resaltan las vulnerabilidades de las mujeres, ya sea en relación a la precariedad del trabajo, o violencia de género y salud. Del mismo modo, durante la pandemia del covid-19 se enfatizan estas vulnerabilidades Valdez, Villalobos, Arenas y otros, 2021;Escóbar y Hurtado, 2022;Varela, Cambiasso, Florencia y otros, 2023. En contraste, algunas investigaciones a nivel global y regional visibilizan la capacidad de las mujeres para enfrentar y superar los riesgos. Uno de estos es el estudio de Wahjuni y Saputri (2023) que analiza la resiliencia de las mujeres durante la pandemia en Indonesia; otro estudio es el de Bidegain, Scuro y Vaca (2020), que aborda la autonomía económica de las mujeres durante la pandemia en América Latina. Sin embargo, en Bolivia aún hay escasos estudios sobre las mujeres y su capacidad de afrontamiento ante la pandemia del covid-19.
Este artículo presenta parte de los resultados de la investigación titulada “La lógica del día a día: acciones desplegadas por mujeres comerciantes en tres centros de abasto; un mercado, una feria y un tambo2, frente al contexto de riesgo por pandemia covid-19, en la ciudad de La Paz 2020-2021” para obtener el grado de licenciatura en Sociología en la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA)3, realizada entre los años 2020 y 2021 Zelada, 2023. El objetivo general de la investigación buscaba comprender las lógicas de acción que guiaron a las mujeres comerciantes minoristas de productos básicos de la canasta familiar en distintos centros de abasto de la ciudad de La Paz ante el contexto de riesgo por pandemia covid-19. La pregunta de interés de general fue: ¿qué orienta las acciones adoptadas por las vendedoras de mercados de abasto cuando enfrentan los riesgos durante la pandemia del covid-19 en la ciudad de La Paz durante los años 2020-2021?
La principal contribución de este trabajo reside en la identificación de una forma de razonamiento subyacente a las comerciantes: “vivir del día a día” y su capacidad de afrontamiento ante distintos riesgos en la pandemia del coronavirus. Lo señalado se desarrollará en base a tres hallazgos de la investigación que se presentan en las siguientes páginas: primero, las acciones de afrontamiento de las comerciantes en su trabajo cotidiano frente a riesgos económicos, sociales, e institucionales profundizados por la pandemia; segundo, las acciones de defensa frente a autoridades municipales y otros comerciantes por sus espacios de venta; y, tercero, las acciones motivadas por lazos de solidaridad del grupo. Este artículo estudia el comercio minorista desarrollado por mujeres vendedoras con puestos fijos en mercados y en vía pública en los rubros de frutas, verduras, carnes y abarrotes. No analiza el caso de los comerciantes mayoristas y tampoco de los comerciantes ambulantes. El texto se organiza de la siguiente manera: en la primera parte, se muestra una breve aproximación a la literatura sobre las mujeres y mercados de trabajo, asimismo una recapitulación teórica de conceptos centrales como “riesgo” y “acción”. En la segunda parte, se expone la metodología empleada en la investigación. La tercera parte expone los principales hallazgos. Finalmente, se presentan la discusión y las conclusiones.
MARCO TEÓRICO
A continuación, se hace una breve descripción del estado del arte centrada en la temática de mujeres y mercados de trabajo. A nivel regional, diversos autores han desatacado la creciente participación femenina en los mercados de trabajo. Para De Oliveira y Ariza (2000), sin bien existe una importante participación de la mujer en los mercados de trabajo, es evidente la desigualdad de género; la verdadera dimensión del trabajo femenino radica en la sobrecarga que experimentan las mujeres al combinar el trabajo productivo (público) con el trabajo doméstico (privado) (p. 651). Por su parte, Abramo (2004) sostiene que la concepción de la mujer como fuerza de trabajo “secundario” en América Latina es una idea caduca en el imaginario social, pues la realidad muestra que actualmente las mujeres tienen una importante participación en el mundo del trabajo. Pone especial énfasis en las mujeres de estratos socioeconómicos bajos por su innegable contribución a los ingresos familiares y su capacidad para superar la pobreza, aún en condiciones adversas (p. 233).
En Bolivia, el estudio de Wanderley (2009) señala que la estratificación social ha permitido el involucramiento masivo de mujeres al sector informal, dando como resultado el incremento de la terciarización del mercado de trabajo. La autora sostiene que las mujeres indígenas son quienes mayormente perciben ingresos bajos y nula protección social (pp. 25,144). Tanto Wanderley (2009), como los estudios del CEDLA (1988) remarcan la participación de las mujeres indígenas en actividades terciarias (principalmente en el comercio minorista) esto es importante para el presente artículo, puesto que el principal sujeto de estudio no solamente es mujer, viste pollera (prenda de vestir femenina muy parecida a la falda) y articula códigos y valores culturales del mundo indígena y del mundo mestizo. En esta línea de análisis, Silvia Rivera (1996) y Elizabeth Peredo (2001) coinciden en el papel organizativo y contestatario que han demostrado las mujeres comerciantes de mercados frente a contextos de crisis como la guerra del Chaco (1932) y la crisis durante el periodo neoliberal (1985) que se vivió en Bolivia tras la promulgación del Decreto Supremo 21060. Por su parte, el estudio de Barragán (2006) analiza las estructuras organizativas que tienen las mujeres vendedoras en mercados y en vía pública de la ciudad de La Paz. Sostiene que la organización en los mercados se basa en un sistema de maestrerío, mientras que en el comercio callejero se trata de un sistema de turnos de las Asociaciones (pp. 111-116).
Desde la perspectiva teórico-conceptual sobre las acciones de las mujeres frente a condiciones adversas, dos conceptos adquieren relevancia: el riesgo y la acción social. Por un lado, entre los principales estudios que teorizan el riesgo como fenómeno vinculado a los procesos de globalización y avance de las fuerzas productivas en las sociedades modernas se encuentran los de Beck (1998)), Giddens (2015) y Lemkow (2002). Por otro lado, el riesgo también ha sido estudiado como una construcción subjetiva de los sujetos acerca de lo que para ellos constituye o no un riesgo Douglas, 1996;Le Breton, 2021;Luhmann 1992. Asimismo, existen estudios que abordan conceptos como adaptación, capacidad o afrontamiento, los cuales expresan la contracara al concepto de vulnerabilidad Chávez, 2018;Wilches-Chaux, 1993.
El concepto de acción social, por su parte, tiene una base predominantemente sociológica, pues fue planteado por Max Weber (2002), quien la definía como aquella conducta humana que consiste en un hacer o no hacer guiado por un sentido subjetivo del sujeto que se orienta hacia otros (p. 5). Siguiendo el razonamiento de la imputación causal en la acción social weberiana, se puede llegar a comprender las acciones de los sujetos partiendo de sus motivos hacia sus fines. Entre las vertientes teóricas que recuperan la acción social de Weber, podemos mencionar el paradigma fenomenológico de Schütz (1972), quien señala que la acción es fruto de la experiencia subjetiva. Posteriormente, la sociología de la experiencia de Dubet (2010) señala que la especificidad de la acción social no solamente radica en su orientación subjetiva, sino también en su relación social (p. 99). En este estudio, se recupera en particular a Dubet (2010), puesto que el concepto de lógica de acción refiere a una correspondencia entre el punto de vista adoptado por el actor y su acción (p. 99).
METODOLOGÍA
La metodología empleada en la investigación fue cualitativa, sirviéndose del método inductivo; asimismo, se retomó el enfoque del interaccionismo simbólico Blumer, 1992;Taylor y Bogdan, 1996 y la teoría fundamentada de Strauss y Corbin (2002). Por su parte, las técnicas de investigación fueron: conversaciones informales, entrevistas semiestructuradas y en profundidad, algunas historias de vida, observación no participante y participante (esta última en el caso del tambo Santa Rosa). También se realizó revisión hemerográfica, revisión de periódicos digitales, revisión normativa, y se solicitó información a la Dirección de Mercados y Comercio en Vías Públicas (DMCVP) del municipio de La Paz. Lo primero que se hizo fue observación no participante en distintos centros de abasto de la ciudad. Posteriormente, se realizó conversaciones informales con las comerciantes hasta lograr obtener informantes clave. Luego, se aplicó la técnica de entrevista semiestructurada y finalmente, entrevistas en profundidad a comerciantes representativas de cada mercado, como las dirigentes. En relación a los sujetos de estudio: todas fueron mujeres comerciantes comprendidas en un rango etario de 18 a 90 años. Los criterios de clasificación fueron: a) rubro de la comerciante (fruteras, verduleras, carniceras y abarroteras); b) tipo de espacio de comercialización (mercado, feria o tambo); y c) legalidad del puesto (vendedora con patente y vendedora sin patente). En total, se realizaron 13 entrevistas semiestructuradas, 10 entrevistas en profundidad y 30 conversaciones informales. También, se realizaron tres historias de vida a informantes clave: una maestra mayor del mercado Miraflores, la dirigente principal de la feria Señor de Mayo y una vendedora antigua del tambo Santa Rosa. De manera complementaria, se realizaron 3 entrevistas semiestructuradas a comerciantes ambulantes; 1 a un funcionario municipal y 1 a la dueña del tambo Santa Rosa. Los testimonios que se presentan en este escrito cuentan con el consentimiento de las comerciantes entrevistadas.
La delimitación temporal del estudio se circunscribió a los dos primeros años de la pandemia covid-19. Concretamente, el trabajo de campo inició en abril del año 2020 y finalizó en noviembre del año 20214. El año 2022 se volvió a realizar entrevistas y observación a las mismas comerciantes seleccionadas únicamente para corroborar datos superficiales. En relación a la delimitación espacial de la investigación, en una primera fase (exploratoria), se observó distintos centros de abasto de la ciudad de La Paz: el mercado Miraflores, el mercado Kollasuyo, el mercado Rodríguez; también las ferias itinerantes al mercado Rodríguez y la feria 31 de octubre en el Cruce de Villas. Posteriormente, la investigación fue delimitándose a tres centros de abasto de productos básicos para la canasta familiar: el mercado modelo “Miraflores” ubicado en la calle Díaz Romero, en la zona de Miraflores del macrodistrito centro; después, en el tambo “Santa Rosa”, ubicado en la calle Max Paredes, entre el macrodistrito Max Paredes y Cotahuma; finalmente, la feria asociación “Señor de Mayo”, ubicada en la calle Pedro Rodríguez, de la zona San Pedro, del macrodistrito Cotahuma en la ciudad de La Paz (figura 1).
HALLAZGOS
A continuación, se presentan los principales hallazgos. Primero, se hace una breve descripción de los tres centros de abasto estudiados: el mercado “Miraflores”, la feria Asociación “Señor de Mayo” y el tambo “Santa Rosa”. Luego, se describe los resultados de la investigación, partiendo de las acciones orientadas por la lógica del día a día; luego, las acciones orientadas por una lógica de defensa; y finalmente, las acciones motivadas por lazos de seguridad del grupo.
1. Diferencias entre espacios de comercio y dinámica
El mercado modelo “Miraflores” es un centro de abasto municipal ubicado en la zona de Miraflores en la ciudad de La Paz, que se fundó en 19565, actualmente es un edificio de 6 pisos que comparte sus espacios con las oficinas de la Dirección de Mercados y Comercio en Vías Públicas (DMCVP). Entre los principales productos a la venta, se encuentran: carnes, pollos y embutidos, abarrotes, frutas, verduras, papas y derivados, y comida preparada. Tiene una organización legalmente constituida mediante su personería jurídica, “Asociación de comerciantes y vendedoras del mercado Modelo Miraflores”. Su organización está conformada por un directorio basado en el sistema de maestrerío6 donde cada sector está representado por su maestra mayor. Asimismo, todas las vendedoras tienen su carnet de patente.
Una característica de este tipo de mercados es su infraestructura, como se ve en la figura 2, son instalaciones con puestos fijos. En el mercado Miraflores, todas las vendedoras son comerciantes minoristas; como ellas mismas dicen, “somos las de tercera mano que venden al raleo [venta al por menor]” (Julia, verdulera, mercado Miraflores, 02-12-22). La venta al “por menor” tiene una gran diferencia respecto a la venta al por mayor, debido a la cantidad de productos y el flujo de acciones que constituye una dinámica específica del comercio al por menor. En el caso de las comerciantes mayoristas, estaríamos hablando de un circuito largo de comercialización7 porque ellas se trasladan hasta el área rural para traer las mercaderías (Bishelly y Devisscher, 2014), mientras que las comerciantes minoristas tienen un radio de acción que se limita a la urbe. En el mercado Miraflores, la dinámica comercial tiene sus diferencias por rubro. Las fruteras y verduleras se trasladan a mercados donde se vende al por mayor, como el Rodríguez o El Tejar. En cambio, las abarroteras no necesitan movilizarse a otros espacios para traer sus productos porque generalmente empresas como pollos Sofía, fideos Lazzaroni o industrias Venado traen los productos hasta el mercado.
La feria Asociación Señor de Mayo, a diferencia del caso anterior, ingresa en la categoría de comercio en vía pública, de acuerdo con los criterios de diferenciación de la DMCVP. Las hijas de las vendedoras antiguas cuentan que esta feria se fundó en 1969 (Roxana, Adelaida, Elena, 2021). La feria también, abarca distintos rubros: verduras, frutas, papas, hortalizas, etc. No obstante, a diferencia del mercado Miraflores, algunas vendedoras se dedican a vender un determinado producto; por ejemplo: solo limones o solo pepinos. La feria Señor de Mayo tiene personería jurídica: Asociación de feriantes Señor de Mayo. Su estructura organizativa se basa en una directiva encabezada por una dirigente bajo un modelo de sindicato característico de las asociaciones de conforman la zona franca Rodríguez Vargas, 2003. También, las comerciantes tienen su carnet de patente.
Como se observa en la figura 3, los puestos de las mujeres comerciantes de esta feria son muy distintos de los puestos del mercado Miraflores. Los primeros son semifijos, están situados en medio de la calle (centro) y están mayormente conformados por: tarimas, toldos, bancos, gangochos, pajas y plásticos. Mantienen una interacción muy directa y cercana con transeúntes, cargadores, vecinos, otros comerciantes y guardias municipales. También son vulnerables a distintos riesgos, como se mostrará más adelante. Las vendedoras de esta feria también son comerciantes minoristas que generalmente rescatan sus productos de las mismas comerciantes mayoristas de la zona franca Rodríguez, por ejemplo, de las comerciantes mayoristas de papas, en la calle Emilio Calderón, y las productoras de Río Abajo que salen por la madrugada.
El tambo Santa Rosa entra en la clasificación de un centro tradicional de acopio, maduración y venta frutícola Aramayo, 2013. Es un espacio de comercio donde su producto principal es el plátano, está ubicado en la zona comercial Max Paredes de la ciudad de La Paz. De acuerdo con la dueña del tambo, este espacio comenzó funcionar hace aproximadamente 30 años (Jhovanka Cárdenas, tambo “Santa Rosa”, 16-07-21). Al ubicarse en propiedades privadas no está contemplado en los criterios de diferenciación de la DMCVP; sin embargo, este espacio de comercio puede categorizarse como “comercio en vías públicas”, puesto que las vendedoras se sientan a vender sobre la acera de la calle Max Paredes. No tienen personería jurídica ni tampoco carnets de patente; por ello, son constantemente expulsadas por la Guardia Municipal y también son más propensas a los riesgos de batidas.
En la figura 4, se aprecia a dos guardias municipales vigilando a las comerciantes, luego de exigirles que se levanten de la acera. También se observan las características de los puestos: son tarimas que las comerciantes tienen que levantar cada vez que llega la Guardia Municipal a realizar controles o batidas. Si bien las comerciantes de este espacio no tienen patentes ni personería jurídica, esto no significa que no tengan un sistema de organización. Hay un sistema característico de los tambos basado en el sistema de rotación de puestos, donde la organizadora es la dueña del tambo Aramayo, 2013. La mayor parte del año se dedican a vender plátanos; pero en determinadas temporadas también pueden vender papayas o paltas. Sobre la dinámica de trabajo, ellas reciben cargas de camiones que trasladan plátanos verdes desde los Yungas y luego los hacen madurar para venderlos poco a poco.
2. Acciones orientadas por la lógica del día a día
Todas las acciones desplegadas por las comerciantes durante la pandemia evidencian su capacidad de afrontamiento. Cuando se les preguntaba por el riesgo de contraer la enfermedad del coronavirus, ellas respondían que no se autopercibían como cuerpos frágiles sino como cuerpos duros capaces de combatir el riesgo. Asimismo, frente a los riesgos de multas o arrestos por infringir las restricciones de la cuarentena el 2020, ellas mostraban una actitud combativa y no pasiva. Estas subjetividades nos permiten aproximarnos a sus lógicas de acción para hacer frente a los riesgos durante la pandemia.
La necesidad fue la principal causa que empujó a las comerciantes a romper las restricciones de la cuarentena y salir a las calles a vender todos los días. Entonces, la presencia de innumerables comerciantes en las calles de la ciudad de La Paz no se debía a un simple desacato a las autoridades, se trataba de la urgencia de seguir generando sus ingresos económicos para combatir la amenaza de pauperización y descapitalización.
Ya, ya salimos, era necesidad también. Sabes que no somos... siempre en la familia somos dos, tres, entonces el estómago pide, pues, ¿no? Todo el mundo necesita comer y, a veces, siempre tienes que generar ingresos, a ver de algún lado (Nayeli, feria Señor de Mayo, 16-07-21).
…hay muchas necesidades, yo soy la única que mantiene la casa, tengo dos personas de la tercera edad. ¿Quién me va a dar? Yo también soy de la tercera edad, ¿ya?, porque no me puedo quedar (en casa), no tengo sueldo. Lo único con mi bono dignidad (Olga, abarrotera, mercado Miraflores, 11-05-20).
…nosotros vivimos del día, señorita, éste no es un país industrializado, si hubiera industrias, trabajaríamos ahí. Pero no, nosotros encontramos trabajo en el comercio; es nuestro sustento, lo que nos da de comer. Ahora que el gobierno se quiera meter con eso no lo vamos a permitir (se refería a la ley de impuestos que el gobierno pretendía sacar al finalizar el año 2021) (Sonia, mercado Miraflores, 12-11-2021).
Asimismo, en muchos casos, las mujeres comerciantes asumen la jefatura de su hogar; como señala Wanderley (2009), la mujer ocupa un rol proveedor en familias monoparentales empleándose en actividades terciarias, como el comercio minorista dentro de la economía informal. Pues, el comercio es una de las pocas actividades que permite conciliar el trabajo doméstico con el trabajo público. Una comerciante señalaba: “… es mi única fuente de trabajo y después de eso también yo soy madre y padre y mantengo a mi familia” (Rosario, mercado cerrado, 09-09-2020). Además, al continuar con su actividad comercial, las mujeres comerciantes demuestran su autonomía económica que prescinde de la figura del marido.
¿Quién me va a dar? A mí nadie me da ni un peso, tengo que pagar luz, agua, cable. Yo soy mujer sola con mi hijo. Tenía que bajar una o dos de la mañana aquí. ¿Quién me va a dar? (Elena, Señor de Mayo, 25-05-20).
Por eso más o menos sigo aquí [se refiere a su puesto en el tambo], porque si fuera por él [se refiere a su esposo] me dice que “no”, que esté en la casa; pero, yo no soy de esas personas, de que “sí estoy en casa”, así, no. Mi mamá siempre me ha enseñado a trabajar, a tener lo que es mío, siempre todo aparte y eso… (Paola, tambo Santa Rosa, 21-02-2021).
Las mujeres comerciantes saben que se ganan la vida con su propio esfuerzo y trabajo. Aunque es importante señalar que, si bien ellas asumen el rol proveedor de generación de ingresos en sus hogares, también experimentan una sobrecarga en su jornada laboral, puesto que no dejan de lado el trabajo doméstico. Es lo que algunas autoras denominan la “doble jornada laboral”, porque hay una intensificación del trabajo para las mujeres entre sus actividades de generación de ingresos y las actividades del hogar y cuidado de sus familias De Oliveira y Ariza, 2000;Wanderley, 2009.
…mira, en la mañana tengo que vender. Con tanta trancadera que hay, una hora tardo en llegar a mi casa hasta villa Fátima. Llego a las doce en punto; una estoy haciendo mi almuerzo, dos de la tarde. Y mis hijitos pasan clases también en la tarde, dos hijos tengo, de 6 y de 4 años. Y a ellos les dejo así encerrados en la casa pues, ahorita así solitos están. Cuento (se refiere al plátano), ya hago, les hago almuercito y nos vamos a sus clases, llego a las seis, siete a mi casa. Y a veces tengo tiempo en la noche, tengo que lavar ropa. A veces en ese espacio que llego, digamos de doce a dos de la tarde tengo que aprovechar, hacer todo, todo. Totalmente estoy saturada (…) Pero si yo me dedicaría a vender todo el tiempo, mis hijitos estarían abandonados, pues (Felipa, tambo Santa Rosa, 21-07-2021).
El sentido de todas estas acciones es lo que las comerciantes llaman “vivir al día”, que tiene estrecha relación con el hecho de trabajar por cuenta propia. Ellas no perciben un salario fijo ni vacaciones ni aguinaldos; en suma, la responsabilidad de generar ingresos monetarios recae día a día en ellas mismas. “Vivir al día” significa precisamente eso: generar ingresos económicos a diario, al margen de factores externos como la pandemia, un día lluvioso, o un día de paro nacional. Se trata de una forma de razonamiento de los sujetos que viene mucho antes de la pandemia del coronavirus, pues factores estructurales como la escasez de trabajo y las brechas de género vienen aumentando la cantidad de trabajadores que se autoemplean en la economía informal Rivera, 1996;Casanovas y Escóbar, 1998. Estas causas conducen a la mano de obra excedente a asumir acciones para ganarse la vida “al día”.
Claro, yo tengo que trabajar es en… sea de lo que sea en “el día”, tengo que generar mi ganancia, si no es en esto, es en otras cosas, pero depende de cada uno. Y no quedar, “ahh ya”, “no hay mercado, ahh ya”, “me encierro, no puedo”, no. A mí, por mi parte, no, yo no puedo. (…) es depende de uno. Si yo trabajo “al día”, ¿qué significa? que yo tengo que buscarme la vida “al día”. Digamos que esto se cierra, los mercados entran en cierre, “ya”. Pero, tengo mi propio capital y tengo mis ganas de trabajar, hago hervir mis frescos de linaza de lo que sea, salgo pues a vender (Sonia, mercado Miraflores, 1-04-2022).
Durante la pandemia, la decisión de romper la cuarentena implicaba una predisposición a asumir una serie de riesgos como contraer la enfermedad del covid-19, multas por circular en horarios no autorizados, decomisos de mercaderías por no tener permisos de comercio, arrestos por delitos contra la salud pública y una serie de sanciones establecidas principalmente en el Decreto Supremo 41998. Las mujeres comerciantes fueron quienes decidieron afrontar estas amenazas; de otro modo, sería insostenible para su economía. Por esta razón, el riesgo de contraer la enfermedad del coronavirus pasó a segundo plano, mientras que el riesgo de no generar ingresos era lo urgente para asegurar la subsistencia de las comerciantes y sus familias. En este sentido, todas las acciones desplegadas por las comerciantes eran acciones racionales porque buscaban medios coherentes para llegar a su fin, vivir al día. En las siguientes líneas, dividimos las acciones orientadas por la lógica del día a día en los siguientes subhallazgos: 1) trabajo nocturno, 2) evasión de controles, 3) organización interna para traer mercaderías, 4) estrategias para vender y 5) venta por el cierre del mercado.
El trabajo nocturno estuvo orientado por la lógica del día a día. Frente a la disposición de restricciones en días de salida para vender (de lunes a viernes para quienes tenían patente y un solo día para quienes no tenían patente), las mujeres comerciantes trasladaron su jornada al horario nocturno con tal de mover su capital y seguir reproduciendo sus ingresos diarios. Con estas acciones, ellas evadían los controles policiales, militares y extendían sus horarios de trabajo como si fuera un contexto normal. Particularmente, las comerciantes sin autorizaciones o sin patentes como las vendedoras del tambo Santa Rosa y algunas vendedoras de la feria Señor de Mayo realizaron un trabajo nocturno durante toda la temporada de cuarentena rígida.
… no dejaban ingresar, muy poquito, y si ingresaba, ingresaba a esas horas: a la 01:00, 02:00 de la mañana ingresaba a los por mayores (…). Así, entonces, a esa hora, toda la noche como hormiguitas trabajaban. En mi vida he visto… todo era en la noche y madrugada la venta: vendíamos. ¿Por qué?, porque incluso todo era tan temprano que hasta la Guardia Municipal venía desde las 4:00, 5:00 de la mañana. A nosotras ya nos levantaba, como estábamos aquí en el centro, lo que se quería era evitar era este… [aglomeración] (Adelaida, Asociación Señor de Mayo, 25-03-21).
Pues, realmente… seguíamos viniendo a vender, pero, nos despertábamos más temprano. Como la cuarentena se ha dado, ¿no ve? Como nosotros estábamos vendiendo, como la fruta no aguanta, entonces, siempre, siempre, tenemos que salir. Tipo a la 01:00 de la mañana ya salíamos para venir aquí, y como solamente era hasta las 12:00, y tampoco nos dejaba vender, digamos la Alcaldía, porque como son estos puestos ilegales, entonces no nos dejaban vender… (Jhosselyn, Tambo Santa Rosa, 08-07-20).
La última cita hace referencia a la imposibilidad de paralizar las actividades de las comerciantes del tambo Santa Rosa debido a que los plátanos son productos perecederos. Asimismo, menciona la situación que atraviesan las comerciantes sin patentes durante la cuarentena, dado que sus puestos son tachados de ilegales por la DMCVP, a diferencia de las comerciantes con patentes (especialmente las que pertenecen a mercados municipales). En todo caso, asumieron los riesgos de sanciones para mantener su dinámica comercial y seguir vendiendo productos frescos.
La evasión de controles era una acción que buscaba burlar los controles policiales y militares a fin de que las comerciantes continúen reproduciendo sus ingresos económicos a diario. Cabe resaltar que, si bien las medidas de confinamiento permitían la continuidad de las actividades de comercio de productos de primera necesidad (D.S. 4199), al mismo tiempo, se exigía diferentes autorizaciones: carnets de patentes, carnets de manipulación sanitaria y permisos de comercio autorizados por el Ministerio de Gobierno. Esto llevó a que la mayoría de las comerciantes fueran vulnerables a tales sanciones, dado que muy pocas lograron conseguir tales permisos.
A las 03:00 de la mañana, ya estaba acá. Yo venía hasta aquí a pie, desde Horizontes a pie. Como si fuéramos rateros veníamos, como delincuentes, porque en aquellos momentos las multas te cobraban entre 1.000 a 2.000 bolivianos (…) la guardia municipal te decía: “¡patente no!” (Roxana, feria Señor de mayo, 23-04-21).
… ya temprano salíamos, la carga digamos que llegaba, digamos no llegaba pues tipo… llega a las 23:00 pm o 22:00, digamos, ponte que a las 19:00 de la noche llega el carro y a esa hora ya no se puede andar, ¿no ve? Entonces, teníamos que venir como ilegales, o sea yendo por caminos… desconocidos, porque las patrullas saben rondar (se refiere a los militares) y teníamos que llegar siempre aquí para descargar (Jhosselyn, tambo Santa Rosa, 08-07-20).
En particular, las comerciantes sin patentes fueron quienes enfrentaron más riesgos de sanciones. Las autoridades municipales, policiales y militares eran más rígidas con ellas debido a que las veían como simples civiles que transgredían la cuarentena y no como comerciantes dedicadas al abastecimiento de primera necesidad. Las multas por transgredir los horarios de circulación eran de 1.000 y 2.000 Bs. Sin embargo, la decisión de afrontar el riesgo estaba reforzada por la autoimagen que tienen las comerciantes de sí mismas como “cuerpos duros”, predispuestas a asumir una actitud combativa, pues no se dejan intimidar fácilmente por las autoridades o los riesgos de sanciones ante las amenazas.
En ese momento era la multa de 1.000 bs. luego subía a 2.000, a 3.000 ¿no ve? Vos tenías que pagar. O, si no, dar de retro [se refiere a su auto] y escapar por otro lado, pero igual la policía te perseguía. Te perseguían, me han seguido… Una vez me han seguido, me he escapado. (…). tuve que entrar por un callejón. Me iba por los caminos que no estaban los policías, militares, que no estaban. Otros caminos buscaban para llegar a la feria (vendedora de feria sin patente, 22-06-2021).
Durante la pandemia, preferían correr los riesgos de multas y decomisos a fin de mantener su dinámica comercial. La evasión de controles era el “darse modos” para burlar y superar los riesgos. Algunas comerciantes lo asocian con la “viveza criolla”, como una forma de avivarse para continuar trabajando sin autorizaciones. En la siguiente cita, más allá de la coyuntura política que se vivía en los años 2020-2021, la comerciante se refiere a la urgencia de generar ingresos para “el día”. En este sentido, los bonos que impartió el gobierno eran insuficientes para su economía, además había un aumento masivo del desempleo debido a la crisis (Escóbar, Arze y Hurtado, 2020).
…o sea la viveza criolla en eso ha jugado harto. Y también de esa manera nosotros hemos vivido, ¿no? O sea, ¡cómo si no! ¿No ve? O sea, se han dado modos. Luego, les han encontrado eso, les han “pillado”, como se dice comúnmente, y ¡ya pues! las multas. Algunos han llegado a pagar los 2.000 bolivianos. Algunos no también (...) Por eso te digo, osea ha sido todo un “chairo” la situación, la cuestión era tener para comer para el día, ¿no ve? Entonces, de qué manera si no hacía... el bono de 500 bolivianos que ha dado la Añez, ¿para qué alcanzaba?, a ver dime, para una familia numerosa, no, ¿no ve? Entonces, tenías que buscártelas, todo ese tiempo de esa manera se ha buscado (Adelaida, feria Señor de Mayo, 25-03-2021).
La organización interna para traer mercaderías eran acciones promovidas por las maestras mayores en el mercado Miraflores. Ellas se organizaron conjuntamente con las bases y funcionarios de la DMCVP para conseguir permisos de comercio y transporte con el fin de traer sus mercaderías desde el mercado El Tejar hasta el mercado Miraflores. De ese modo, la organización colectiva basada en el maestrerío logró superar la dificultad de transportar sus mercaderías en cuarentena rígida y también se logró superar la amenaza de sanciones por circular sin autorizaciones.
…las maestras organizaron y dijeron “quienes tienen su movilidad” directamente, y ahí salieron “yo tengo, yo tengo, mi hijo tiene, mi hija tiene”. Entonces, ellos solamente van a poder, no puede haber otra movilidad. Entonces, Incluso se ha llegado a… porque tenían varios sus movilidades, Entonces, han llegado a seleccionar las movilidades más grandes para que puedan traer el abastecimiento (…). Entonces, empezamos también a organizarnos. (Nora, mercado Miraflores, 02-06-2021)
En cambio, la organización de las comerciantes de la feria Señor de Mayo sufrió una fragmentación y debilitamiento interno, debido a que la DMCVP suspendió sus actividades por ocupar puestos en medio de la calle. Estas comerciantes estaban restringidas de realizar sus actividades para evitar la aglomeración en las calles, esto llevó a que tanto las dirigentes como las vendedoras de base actúen individualmente y no como organización para continuar con su actividad de comercio. Del mismo modo, las comerciantes del tambo Santa Rosa desplegaron acciones individualmente sin ayuda de ninguna directiva.
En relación a las estrategias para vender, éstas son acciones planificadas generalmente para recuperar el capital o para acabar la mercadería que las comerciantes no han logrado vender. Algunas de éstas son: el carretillaje9, el surtir y encontrar caseros10, y moverse a otros espacios de venta. El carretillaje, por ejemplo, es una estrategia que se emplea frecuentemente en el tambo Santa Rosa. Cuando no hay compradores o las vendedoras aún tienen gran cantidad de plátanos que están en riesgo de echarse a perder, salen con una carretilla a dar vueltas por la plaza Eguino ofreciendo sus plátanos. La desventaja de esta estrategia es que la mayoría de las veces las comerciantes venden sus productos a menor precio, y algunas rematan los plátanos, pues lo importante es recuperar su inversión (Jhosselyn, 2020; Paola, 2021). Finalmente, está la venta por el cierre del mercado Miraflores, debido a que se encontraron casos positivos de covid-19 entre las vendedoras. En dicha ocasión las comerciantes fueron desalojadas de sus espacios por al menos dos meses. Frente a ello, buscaron otros espacios para seguir generando sus ingresos económicos diarios.
3. Acciones orientadas por la lógica de defensa
Esta lógica tiene como principal objetivo la defensa de los puestos de las comerciantes, pues ellas tienen una fuerte noción de territorialidad en los espacios que ocupan, ya sea en los mercados o en vía pública. Asimismo, estas acciones les permiten defenderse de las autoridades municipales y expulsar a otros comerciantes. Por esta razón, dividimos esta sección en dos subhallazgos: las acciones de defensa frente a la Guardia Municipal y las acciones para expulsar a la competencia desleal.
En primer lugar, la defensa frente a la Guardia Municipal es una acción de las comerciantes sobre la vía pública para defender sus espacios y su mercadería. La Guardia municipal es el agente que encarna el riesgo de “batida” para todo el comercio en vía pública, puesto que estas autoridades llegan en camionetas, vestidos de azul, gritando para decomisar cualquier tipo de mercadería que encuentren a su paso. También son conocidos por llevarse herramientas de trabajo como: tarimas, sillas, romanas, etc. Por estos motivos, las comerciantes asocian la imagen de la guardia municipal como una figura de autoridad abusiva que viene a “robar” al mercado (Elena, 2020; Juana, 2021). Asimismo, las comerciantes señalan que estas autoridades tienden a “olvidar” que estas mercaderías representan capital invertido, no comprenden que ellas sobrepasan sus horarios porque no han tenido ventas a lo largo de su jornada.
Ésos son unos desagraciados malditos. De frente, rateros. La Guardia Municipal es así. Vienen, no respetan: vienen y te quitan todo. Varias veces he visto que les ha quitado aquí, sin compasión te quitan... Hasta el ratero te va a seguir un ratito, te sigue, sientes. Estos vienen directamente, te atacan y listo (Vanesa, feria Rodríguez, 0807-20).
Frente a la amenaza de la batida, las comerciantes asumen acciones defensivas tales como gritar, aferrarse a sus mercaderías, colgarse de las camionetas, o incluso pelearse cuerpo a cuerpo con los agentes de la Guardia municipal. Las vendedoras adultas mayores son las más vulnerables a las batidas, pero hay casos en los que persiguieron a la Guardia municipal con tal de gritarles y reclamar por sus mercaderías: “Señor, soy vendedora, por eso estamos en la calle”, “¿acaso ustedes no tienen que ganar? “¡vienen a robar ustedes!”, “¡se lo van a ir a vender!”, “¡conozco qué clase son!”. Estas expresiones eran de una vendedora adulta mayor en la feria Señor de Mayo (observación no participante, 2021). Por su parte, la dirigente de la feria Señor de Mayo señalaba:
… si bien hay unas restricciones actuales de la pandemia, pero tampoco nos tienen que coartar el derecho a trabajar a nosotros, eso les hemos dicho. Porque nosotros de dónde vamos a comer, no percibimos nada de nadie, no tenemos nada. Eso les decía yo (se refiere a la Guardia municipal)… nunca he sido atrevida, así como estoy hablando contigo hablaba con ellas, y ellas me conocen, ya, entonces “sí, doña Adelaida, pero nosotras seguimos órdenes”; pero ellos también tienen que entender, ellos son: “detrás del escritorio”, “tienen todo”, tienen un “sueldo” [hace énfasis], nosotros no tenemos un sueldo. Ustedes tienen que trabajar por un sueldo, todos por un sueldo (Adelaida, feria Señor de Mayo, 25-03-2021).
Debido a la pandemia, diferentes vendedoras en vía pública estaban impedidas de realizar sus actividades de venta. Esto implicaba un retroceso en derechos ganados por las comerciantes como: el derecho a la venta y la inamovilidad de sus puestos por la ley 078. Frente a ello, las comerciantes de la feria Señor de Mayo recurren al discurso de legalidad que han conseguido gracias a sus patentes. También reclaman a las autoridades el desamparo institucional por parte del Estado y se comparan con los trabajadores formales que perciben sueldos fijos. Ante todo, tanto las vendedoras con patentes como las vendedoras sin patentes reclaman salir, su derecho de vender en las calles porque es su medio de subsistencia.
En segundo lugar, están las acciones para expulsar a la competencia desleal. Es necesario señalar que la patente es un símbolo de legalidad que fundamenta la lógica de defensa frente las autoridades y también frente a otros comerciantes (principalmente ambulantes). Igual que la amenaza de batidas, la amenaza de competencia desleal es un hecho que siempre ha estado presente en los mercados. Sin embargo, la pandemia del covid-19 fortaleció estas amenazas debido al desempleo masivo el año 2020, la suspensión de otras actividades económicas y el plan municipal de mercados y ferias móviles. Todos estos factores aumentaron la oferta de frutas y verduras particularmente. Ante este problema, las comerciantes actuaron como red organizada para expulsar a la denominada “competencia desleal”.
Todo el mercado Miraflores, toda la base conjuntamente con las dirigentes hemos ido a hablar con la Intendencia y de alguna manera recién nos ha apoyado para que algunas compañeras, solamente de las calles, les retiren más allá en aquella ocasión (…). Claro pues, hasta en el “Face” hemos aparecido. Estábamos defendiendo nuestra fuente de trabajo, obviamente, que ellos también tienen derecho a vender, pero más allá. Hemos indicado que vayan más aquel lado, no cerca del mercado… eso sí, se ha empujado... incluso salíamos con todas las compañeras toda la cuadra a dar el este, el inspección, conjuntamente con las compañeras, nos turnábamos, íbamos entre toditas y viendo que ya veníamos hartas, entonces las señoras se escapaban, pues... (maestra mayor, sector abarrotes, mercado Miraflores, 12-11-21).
Hay tres principales causas que permiten comprender estas acciones. En primer lugar, la fuerte noción de territorialidad que tienen las comerciantes de los espacios que ocupan. Ellas no permiten que otros comerciantes ingresen a vender cerca del mercado y menos cerca de sus puestos. En segundo lugar, recurren a las diferencias de legalidad, pues un comerciante ambulante siempre es más vulnerable a la hora de enfrentarse a un comerciante con patente (este último puede recurrir a la intendencia para que lo expulsen). En tercer lugar, la afiliación a una asociación permite desplegar acciones conjuntas para expulsar al comerciante ambulante, dado que este último casi siempre anda en solitario y no tiene el abrigo de una organización. mientras que las comerciantes afiliadas a una organización actúan como red organizada para enfrentar estos problemas.
4. Acciones motivadas por lazos de solidaridad del grupo
Las acciones motivadas por lazos de solidaridad de grupo son el tercer hallazgo. Este caso se vio particularmente en el mercado Miraflores. Las maestras mayores tuvieron iniciativas para sobrellevar la afectación económica de sus afiliadas en la pandemia. En aquel momento, las maestras mayores del mercado Miraflores destinaron los recursos internos del mercado a la compra de víveres y donaciones en dinero para todas las vendedoras.
…yo, como maestra, también he repartido víveres (…) Y ehh entonces con los fondos que tenemos de la administración de baños. Cosa que nunca se ha hecho porque ese dinero es para refacción del mercado, pero como esto era una medida ehh, por decirle, de ayuda, que no se ha visto, entonces por eso, ¿no? (…) Algunas compañeras, como estaban con covid, los 45 días no han trabajado, no han salido a vender (…). Estábamos afectadas porque nosotros ganamos al día, lo que vendemos al día eso es nuestro sustento, 45 días no salir a vender, a otros 60 días, hasta que presentemos las pruebas de covid negativo y recién venir a trabajar, no… se siente, usted sabe que día a día necesitamos, no había en ese entonces, hasta los trabajos estaban cerrados (maestra mayor, mercado Miraflores, 12-11-21).
En este caso, se ve una acción motivada por lazos de solidaridad del grupo. Sin embargo, continúa la constante referencia a la necesidad de generar ingresos económicos diarios. Como señala la cita, luego del cierre del mercado Miraflores, las vendedoras quedaron económicamente afectadas, ésa fue la principal razón que movilizó a las maestras mayores a repartir víveres. También, en el caso de la feria Señor de Mayo realizaron “trueque” ante la escasez de ventas en el mercado el año 2021: “aquí hacemos incluso a ratos el trueque, digamos, si no hay venta, ya “yo quiero manzana”, ya yo fuuu [con sus manos hace como si levantara sus limones] cambiamos… y así, eso, de esa manera estamos sobreviviendo” (Adelaida, feria Señor de Mayo, 25-03-2021). En el tambo Santa Rosa, no hubo iniciativas de ayuda porque las comerciantes dicen que cada quien es “independiente”.
DISCUSIÓN
Los hallazgos derivados de esta investigación indican que existe una amplia heterogeneidad en el comercio al por menor de productos básicos para la canasta familiar en la ciudad de La Paz. Lo anterior no solamente en relación al tipo de productos y volúmenes de capital que manejan las comerciantes, como señalan los estudios de Rivera (1996) y Barragán (2006), sino también, en relación a la legalidad del puesto y tipo de espacio de comercialización. Ésta es una diferencia sustancial, pues nos permite conocer que no todas las comerciantes tienen el mismo grado de vulnerabilidad a la hora de enfrentar riesgos. La patente no es solo un símbolo de legalidad para la vendedora y su puesto, es también un recurso que tiene efectos reales frente a las amenazas; por ejemplo, un puesto con patente en la vía pública tiene mayor seguridad frente a las batidas que un puesto sin patente. Asimismo, podemos ver que los mercados y la calle -en lo referente al comercio en vía pública- siguen siendo espacios de disputa donde los principales personajes aún son las mujeres.
Tanto las investigaciones de Rivera (1996) como de Peredo (2001) y Barragán (2006) abordaron de manera muy detallada las formas de organización en centros de abasto de la ciudad de La Paz; maestrerío en el caso de los mercados y sistema de turnos para el comercio en vía pública. Sin embargo, no abordaron las diferencias e implicancias que tienen estas organizaciones a la hora de afrontar riesgos y superar problemas. En este escrito, la experiencia de la pandemia nos muestra que los mercados municipales tienen una estructura organizativa más consolidada, esto se evidencia principalmente en el accionar de las maestras mayores que continuaron sus funciones en el mercado Miraflores. Por otra parte, las organizaciones de las comerciantes en vía pública fueron desfasadas por las disposiciones de la cuarentena, lo que llevó a las comerciantes a asumir sus propias acciones sin ayuda de sus dirigentes. También las condiciones en el comercio en vía pública propician mayor vulnerabilidad frente a otros tipos de riesgos: días de sol extremo o mucha lluvia pueden llegar a dañar los productos de las comerciantes y tienen efectos negativos en su salud. Las comerciantes de mercados municipales no lidian con este tipo de problemas.
En esta investigación, coincidimos con los estudios de Rivera (1996) y Peredo (2001) al resaltar la actitud combativa y contestataria de las mujeres comerciantes. La pandemia fue otro periodo más de crisis que amenazaba los ingresos monetarios de múltiples familias; en muchos casos, los trabajadores prefirieron perder sus fuentes de empleo y mantenerse seguros en sus hogares. No fue el caso de las mujeres comerciantes. Ellas se perciben como “cuerpos duros”; dicha subjetividad apoya su forma de actuar ante las amenazas. También, estos resultados distan de lo señalado por Escóbar y Hurtado (2022) sobre la pérdida de la autonomía económica de las mujeres durante la pandemia y más bien coinciden con lo señalado por Bidegain, Scuro y Vaca (2020). Las mujeres comerciantes, en este escrito, demuestran mantener no solo su autonomía económica, sino también su rol proveedor en sus hogares y en los mercados. Finalmente, los alcances de la investigación nos permiten hablar de una forma de razonamiento que no se limita al caso de las pequeñas comerciantes: el “vivir al día” es una lógica que genera medios coherentes para generar ingresos económicos a diario; también puede ayudarnos a comprender a otros trabajadores en el sector terciario de la economía: choferes, lustrabotas, plomeros, etc.
Sin duda, el tejido económico de nuestro país es bastante heterogéneo. En el caso de los comerciantes, se perfila un escenario bastante estratificado, mientras algunos logran altos volúmenes de capital y expanden sus redes a nivel transnacional Tassi, 2013;Müller, 2023 una mayoría siguen estancados en dinámicas de sobrevivencia Wanderley, 2009. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el 80% de los trabajadores en Bolivia son informales. En este punto, es pertinente lo señalado por Paz Gonzales (2023) sobre una pequeña burguesía cultural donde, “los grandes comerciantes aymaras son solo una fracción de esta” (p. 24), mientras que el resto de los comerciantes manejan capitales “raquíticos” y son altamente vulnerables a descapitalizarse (p. 45). En este sentido, los resultados de la investigación son de gran alcance para comprender a profundidad la realidad económica de aquella gran masa de comerciantes que vive del día a día.
CONCLUSIONES
La lógica del día a día y la lógica de defensa son los principales hallazgos de la investigación que nos han permitido cumplir con los objetivos trazados al principio. Es decir, se ha logrado comprender las acciones de las mujeres comerciantes frente a los riesgos de la pandemia a partir de la necesidad y de la autoimagen que tienen de sí mismas como cuerpos duros capaces de enfrentar condiciones adversas. Tras configurarse un contexto plagado de riesgos y problemas: desempleo masivo, aumento de competencia desleal, riesgos de multas, batidas y arrestos, y, sobre todo, riesgo de no generar ingresos económicos, las mujeres comerciantes desplegaron distintas acciones para asegurar la subsistencia de sus familias. No se trataba de un simple desacato a las restricciones de la pandemia, ni tampoco de actos irracionales e ignorantes, como en aquel momento mostraban los medios de comunicación. Las acciones de las comerciantes eran medios coherentes para llegar a su fin: generar ingresos económicos a diario. Por eso desplegaron un trabajo nocturno, evadieron controles e ingeniaron estrategias para seguir vendiendo. También, la lógica de defensa nos permite comprender las acciones de las comerciantes, pues los mercados aún son espacios de disputas y competencias, aspectos que fueron profundizados durante la pandemia. Cabe añadir en este punto, que los resultados de la investigación muestran la importancia que tiene la patente y las organizaciones para afrontar y superar los riesgos en los mercados.
La pandemia del coronavirus fue un periodo de crisis que, si bien sacó a relucir diversos problemas estructurales en Bolivia, también permitió ver las fortalezas y capacidades de las mujeres comerciantes. Ellas ejercen una actividad donde no basta con llamar a los caseros, deben afrontar diferentes riesgos. En su cotidianidad, salen de madrugada, cargan bultos pesados y se enfrentan a autoridades y otros comerciantes con tal de asegurar el pan de cada día. Entonces, su día a día ya está de por sí plagado de adversidades. Durante la pandemia, ese mismo rol combativo que se manifiesta en acciones de afrontamiento les ha permitió superar la amenaza de pauperización y garantizar los ingresos diarios en sus hogares.