INTRODUCCIÓN
La Inteligencia Emocional (IE) puede ser observable de las respuestas que se emiten a través de diversas conductas, acciones, gestos, entre otras formas de lenguaje verbal y no verbal, de esta manera es posible tomar consciencia de las emociones propias y de los demás frente a múltiples situaciones. Ante ello, se puede afirmar que muchos de los problemas personales, familiares, sociales y hasta mundiales no son causados únicamente por la falta de recursos o de conocimiento, muchas veces, son ocasionados por una mala gestión de las emociones. Asimismo, existe un gran deseo de transformación en el sistema educativo, las políticas educativas buscan brindar una educación de calidad orientada hacia el desarrollo integral de las personas centrado en el desarrollo de competencias.
En este sentido, está comprobado, según algunos estudios, que la inteligencia emocional puede aportar cerca del 80% para el éxito en la vida, éxito concebido desde muchas perspectivas, en contra de un 20% que aporta la inteligencia racional (Renom, 2007). Sin embargo, no se refiere a que un tipo de inteligencia es más relevante que la otra, sino más bien que si se logra equilibrar estos dos tipos de inteligencia se haría del estudiante un ser íntegro. Por ende, es necesario alcanzar este equilibrio, como mencionó en un momento Nelson Mandela “Una buena cabeza y un buen corazón son una formidable combinación” (Renom, 2007). Debido a ello, ya se planteaba que el desenvolvimiento intelectual se tiene que complementar con la visión del incremento emocional, en estudiantes y en educadores (Teruel, 2000). De este modo, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura afirmó que muchos de los problemas son originados en el área emocional y para lograr un desarrollo cognitivo óptimo y resolverlos, es indispensable considerar como herramienta a la inteligencia emocional (UNESCO, 2015 citado por Collell y Escude, 2003).
En Perú, un tema recurrente es la crisis que se viene enfrentando en el sistema educativo, ante ello, Naranjo (2014) refirió que una causa principal de la crisis radica en la falta de felicidad tanto de los docentes como de los estudiantes; en los docentes, esta infelicidad se muestra como la falta de control emocional, motivación, depresión y enfermedades físicas, y en los estudiantes se manifiesta como la falta de interés, rebeldía, trastornos de la atención y del aprendizaje, y violencia. Por ende, es importante conocer el estado emocional de los educadores de inicial, primaria y secundaria respecto a su práctica pedagógica ya que a su cargo se encuentran estudiantes entre los 3 y 17 años que están en una etapa donde se desarrolla su personalidad, capacidad reflexiva y se amplía su visión del mundo. En este sentido, cabe mencionar que las prácticas pedagógicas en el aula constantemente se encuentran controladas por conductas emocionales, quiere decir que diariamente se enfrentan a prácticas tanto cognitivas como emocionales; por lo tanto, los docentes se encuentran siempre influenciados por las emociones (Casassus, 2007).
Tomando en consideración que, el rol del docente precisa de un nivel alto de sensibilidad y atención a las emociones propias y de sus estudiantes, es importante para facilitar una calidad óptima en las afinidades interpersonales que se pueden dar en el colegio. Actualmente, la mayoría de educadores se encuentran sorprendidos por la conducta y posturas que manifiestan sus estudiantes en los salones. Es así como la inteligencia emocional se establece como el único objetivo principal de la indagación en diversos ámbitos, especialmente, en los estudios educativos donde las escuelas son los espacios donde los colegiales aprenden a conocerse y a comprenderse, aprenden a socializar con sus edades y con los mayores en una interrelación diaria e intensa, ante ello, se resalta la relevancia de las emociones en el proceso de enseñanza y aprendizaje por dos motivos: el primero es que el proceso educativo involucra interacciones entre personas y, el segundo, se debe a la unión de la identidad tanto personal como profesional del docente que muchas veces son inseparables y dentro de la práctica pedagógica se puede transformar en un factor que influencie la autoestima, el bienestar personal y social (Céspedes, 2018)
En la actualidad existe más de 200 modelos que explican la Inteligencia Emocional; a pesar de ello, los más aceptados son los de Mayer y Salovey y el modelo de habilidades de rasgos o mixtos de Reuven Bar-on por tener una teoría más sólida. Las emociones son estados psico-biológicos que brindan información, energía existencial y afectan profundamente el actuar de los individuos (Malaisi, 2016), también añade que son el motor del ser humano y moviliza el medio para satisfacer sus necesidades, dentro de las prácticas pedagógicas de educación inicial, primaria y secundaria en Perú, se puede observar que la malla curricular se orienta a concepciones metodológicas y conceptuales, donde los docentes son expertos en contenidos, pero en el mayor de los casos, no se ha considerado el aspecto social, afectivo y sobre todo emocional en su transcurso de preparación y aprendizaje.
El presente estudio analiza el efecto que pueden tener las emociones y la inteligencia emocional en la práctica pedagógica, examinando las consecuencias que podrían presentarse sino se desarrollan adecuadamente. Para esto, se propone la siguiente interrogante de estudio ¿Cuál es el efecto de las emociones e inteligencia emocional en la práctica pedagógica de los docentes en el aula? Asimismo, se justifica de forma teórica en función de que las investigaciones científicas permitan obtener información sobre la IE en las practicas pedagógicas y la importancia de ello, ya que las emociones están ocupando una de las tareas diarias que requiere dominar el hombre moderno sobre todo el que se enfrenta en escenarios educativos, donde se demanda esta competencia producto de la necesidad que implica la estrategia del docente basada en la pedagogía (Palmezano, 2018) con el propósito de que los alumnos aumenten sus estrategias que les prepare con el fin de que puedan conducir su vida emocional y volverse responsables de sus conductas y acciones (Martínez et al., 2016).
METODOLOGÍA
Para el desarrollo de esta investigación se realizó una revisión sistemática de artículos científicos indexados. Se revisaron diversos artículos de las bases de datos Scopus, Scielo, LatinREV y diversos repositorios, estas plataformas conocidas por su prestigio y confiabilidad a nivel mundial. No se consideraron tesis de investigación y tampoco estudios de páginas web que no tuvieran fuentes confiables. Mediante los criterios de exclusión e inclusión se lograron seleccionar 50 artículos siendo empleado el método Mendeley, dicho proceso se aborda a través de la identificación de artículos con fechas de publicación de manera sistemática en dos idiomas el inglés y español. La identificación de los artículos sobre la inteligencia emocional en la práctica pedagógica, fue considerada por los aportes y según la utilidad de las investigaciones, se emplearon descriptores como inteligencia emocional, docentes emocionalmente inteligentes, aprendizaje y educación emocional, en español e inglés.
La validez de la información de revisión permitió mostrar los resultados del estudio, a través de la selección de la investigación científicas según ciertos criterios, por ejemplo en la inclusión en donde se tuvieron en cuenta que aporten conocimientos relevantes para el tema de estudio a través de trabajos cualitativas o cuantitativas, según el título, su resumen y el contenido del documento, siendo analizados y sacando el extracto más importante; mientras que el criterio de exclusión fue descartar: artículos duplicados, artículos que no contenían el tema en su totalidad y artículos en los que su resumen no tenían el objetivo, la metodología, el desarrollo y discusión, y la conclusión (Figura 1).
DESARROLLO Y DISCUSIÓN
Aspectos conceptuales
La inteligencia emocional (IE) se ha definido como la facultad (hability) para captar y manifestar las emociones, usándolo a fin de simplificar el pensamiento, entender y reflexionar gracias a las emociones (Agnoli et al., 2019; Felicia et al., 2019) y conocer la propia vida emocional (Socarra y Rodríguez, 2017; Parisi et al., 2017), y la de las personas con quienes te relacionas (García y Andrés, 2017; Núñez, 2019; Mayer et al., citado por Bisquerra y Hernández, 2017; Garaigordobil y Oñederra citados por Carrillo et al., 2018) y como una amplia gama de diferencias individuales (Hughes y Evans, 2018) que transmiten la característica de adaptabilidad de la inteligencia y las experiencias subjetivas basadas en las emociones.
Dimensiones de la IE
Esta idea presentada por Salovey y Mayer (1993) comprende encima el hecho de que son habilidades de orden superiores que logran ser organizadas en cinco dimensiones o competencias: La destreza de controlar las emociones; el entendimiento de las propias emociones; la facultad de animarse uno solo; la identificación de las emociones de los demás y las limitaciones de las relaciones. La técnica de las afinidades se apoya, en una idónea medida, en la facilidad para conectarnos apropiadamente con las emociones de otros (Núñez, 2019). Otro de los componentes que se tienen que tomar en cuenta de manera fundamental es la empatía, que es una capacidad que un individuo posee con el fin de comprender las emociones de sus semejantes y así pretender a la gente según sus reacciones emocionales (Zurita et al., 2018).
Desarrollo de la IE en el ser humano
La familia es el central escenario de relacionarse del niño, en donde se propicia el avance de sus habilidades emocionales, por esta razón, este cumple una función insustituible determinando los soportes de la personalidad del niño interviniendo en el progreso de su autoestima y autoconcepto (Carrillo et al., 2018; Pérez y Filella; 2019) entonces en un contexto de género la IE representa mayores puntuaciones al aumentar la edad y en una comparación son las damas las que empiezan a lograr mayores puntajes en IE, con capacidades para captar, autorregular y emplear las emociones con superior efectividad (Pulido y Herrera, 2019). Sin embargo, otros autores afirman que los varones tienen mayores niveles en estados de ánimo y habilidades adaptativas y las mujeres poseen mayores niveles en los factores interpersonales (Broc, 2019; Sánchez y Ruetti, 2017). Situándonos en otro contexto, la IE también se encuentra vinculada con la situación de la economía familiar, quiere decir que la estabilidad económica se vincula en los niveles de inteligencia emocional (Ferres et al., 2018).
Beneficios de la IE
La inteligencia emocional se ha establecido como el gran objetivo primordial en el sector educación, este gradual valor e importancia ha fijado lugar a una mayor cantidad de estudios que han estimado sus resultados en diferentes circunstancias, así como, los favores de las competencias emocionales en el ámbito educativo, de esta manera las emociones tienen un papel relevante en el día a día del estudiante, en todos las áreas, en el modo de manifestación o gesto, en la toma de decisiones, donde las decisiones son influidas en gran magnitud por las emociones, la cual depende de manera significativa del estado de voluntad en todas las elecciones que se haga (Alonso, 2019).
Siendo así que se ha producido un mayor valor o beneficio en el sector escolar como un método con la finalidad de optimizar el crecimiento socioemocional del alumno y como una cualidad esencial en los educadores (Cejudo, 2016; Casullo y García, 2015 citados por Escolar et al., 2018), se puede decir que los individuos que desarrollan liderazgo y actitudes positivas por la IE mejoran sus competencias profesionales y ello influye en su desempeño laboral (Enríquez et al., 2021).
La inteligencia emocional en el ámbito educativo
La IE en el escenario académico se vincula con varias variables, por ejemplo: buena salud física en los pequeños y jóvenes, mejor tranquilidad emocional y poco uso de sustancias, además se asocia con inferior actitudes agresivas (Davis et al., 2019) así como mejor rendimiento académico (Fernández et al., 2017). Por ello se dice que, enseñar emocionalmente es comprobar las emociones, simpatizar con las otras personas, identificar y nombrar las emociones que se empiezan a sentir, determinar límites, mostrar patrones apropiados de manifestación y de relacionarse, quererse y aceptarse como persona, respetar y considerar a otras personas y plantear estrategias con el fin de dar solución a las dificultades (Aguaded y Valencia, 2017; Sastre et al., 2019).
Año tras año son más los directores de las instituciones pedagógicas que se encuentran angustiados por incorporar en su programación en educación emocional, y de esta forma facilitar a sus docentes recursos para dirigir el ambiente emocional de su salón y ayudar al mismo tiempo en los tratos entre ellos, con sus estudiantes y entre colegiales (Bisquerra y Hernández, 2017; Khany y Ghasemi, 2019). Es por ello, que se menciona que las instituciones educativas deberían brindar el soporte emocional a los estudiantes a través de programas de psicología (Brown, 2012 citados por García et al., 2018). Es evidente la relevancia que posee la realización de programas que promuevan el desenvolvimiento de las habilidades emocionales (García, 2016; D'Amico, 2018) en las aulas a través de diversas técnicas y estrategias dirigidas desde los docentes hasta en los estudiantes ya que son elementos que interactúan de manera sistémica (Fragoso, 2018). Teniendo presente que las niñas y/o niños están el mayor tiempo de su niñez en los salones; en el periodo de formación primaria se origina un grande crecimiento emocional, por consiguiente, este escenario es un ámbito primordial de relación emocional y los educadores son los esenciales líderes (García y Andrés, 2017).
Las emociones en los alumnos y docentes
Existen numerosos estudios que se encuentran preguntando por las emociones de los colegiales y de los educadores (Becker, 2015; Rendón, 2019). Ante ello, William James en 1884 realiza una magnifica contribución al probar que las emociones poseen una labor esencial en la toma de decisiones, en cambio el agotamiento emocional es la falta de medios emocionales, en tanto el hombre que lo padece considera no ser capaz de entregar más de su persona en el campo emocional y afectuoso (Serrano et al., 2018). Según esa perspectiva, las emociones se fundamentan en la valoración de importancia que se expresan en torno a un elemento, humano o situación; es decir, se encuentran fundamentado en la relevancia que se otorga a una cosa en relación con la comodidad personal (Henao y Martin, 2019; Morales, 2018). Es así como la educación emocional respalda la precaución, al decidirse por el empoderamiento individual de las generaciones futuras (Pérez y Filella, 2019), considerando a las habilidades emocionales elementales con el fin de la mejoría del rendimiento académico, este escenario se evidencia en otras investigaciones donde hay una relación directamente proporcional (Pulido y Herrera, 2019).
La inteligencia emocional en los estudiantes
La educación emocional se inicia en las primeras etapas de la vida y tiene que encontrarse presente durante cada ciclo trascendente (Bisquerra y Hernández, 2017), es así que, la comunidad humana actual requiere una formación o instrucción más competo, comprensivo, beneficioso, en donde el ser humano sea más relevante que el tema de la clase (Buñuel et al., 2019; Toledo y Bonhomme, 2019), con la finalidad de impulsar o fomentar el desarrollo total del estudiante resulta indispensable propiciar destrezas para la vida; por ejemplo, la inteligencia emocional, que les contribuyan a conseguir un gran acoplamiento sociopersonal y estudiantil (Antonio et al., 2017; Salavera et al., 2019). Por lo tanto, el rol de las emociones en los estilos de participación subordinada no puede ser el mismo que cuando la participación es proactiva (Biesta y Boqué, 2018) las cuales facilitan u obstaculizan los aprendizajes, dependen también de los contextos emocionales que crean los docentes, estos incentivan la participación activa y generan disposiciones emocionales positivas hacia el aprendizaje de sus estudiantes (Costa et al., 2021; Sandoval et al., 2020).
Importancia de la IE en estudiantes
Son cada vez más los estudios realizados que acreditan la relevancia que la inteligencia emocional posee en el rendimiento pedagógico del escolar, lo cual son los datos que confirman con la carencia de instrucción del educador en este tema. La asistencia clara en las programaciones curriculares de estudios es en realidad cero. La instrucción inicial y estable del docente demuestra insuficiencias en todas las competencias, efectivamente, los educadores de educadores cuentan con casi nada de conocimientos y en unos casos poca susceptibilidad (Buñuel et al., 2019).
Se propone en consecuencia, el diseño, realización y evaluación científica de una programación de IE, esta consiste en desempeñar las emociones, su chequeo y organización, el reconocimiento, la empatía y la determinación de dificultades de una manera funcional, valiosa y provechoso (Cepa et al., 2017; Costa et al., 2021). Por ejemplo, se tuvo que seleccionar a un grupo de 22 estudiantes de Educación inicial con aquellos impedimentos en limitaciones físicas. Así, promoviendo su avance, es probablemente una contribución a la construcción de un planeta mucho más dichoso e inteligente (Fernández y Montero, 2016).
La inteligencia emocional en los docentes
Gran parte de docentes sustentan y justifican la idea que es primordial que los estudiantes o hijos estudien y memoricen nociones lingüísticas y matemáticas, antes de identificar y desarrollar sus mismas emociones o las de los amigos/as (Aguaded y Valencia, 2017; Retamal y González, 2019). Otros autores, del mismo modo especifican que es fundamental una práctica explícita a fin de captar habilidades sociales y emocionales por medio del rol del docente, quien representa un ejemplo o referencia para el estudiante, ser educador es uno de los trabajos que cada vez es más complicado. Ello da oportunidad a la toma de conciencia de que los docentes requieren llegar a un óptimo nivel de inteligencia socioemocional (Berrocal, et al., 2017).
Para el educador se ha considerado la urgencia de promover habilidades, incluido las sociales y emocionales que le colaboren a conducir sus lecciones de manera positiva (Barrientos et al., 2019; Rendón, 2019), se vuelve principal, así que, la obtención de habilidades que les posibiliten la organización de sus salones, y más todavía si son de condición inclusivo (Ros, et al., 2017) de manera que los docentes que poseen niveles altos en las dimensiones de la inteligencia emocional demuestran ser maestros más competentes que sus colegas con bajos niveles (Cejudo y López, 2017) existiendo una relación beneficiosa, a pesar de que es baja, entre las habilidades y la IE para el empleo de las TIC en los docentes, que da a comprender que en el tamaño que los docentes posean más información y talento para el uso de herramientas tecnológicas la cual fortalecerán sus emociones (Zambrano, 2020).
Práctica docente y escuelas eficaces
Para el desenvolvimiento de la inteligencia intrapersonal, los autores Aguaded y Valencia (2007) trabajaron con la aplicación del modelo de Mayer y Salovey, quienes trabajaron con niñas/os de 4 años de Educación Inicial del CEIP Juan Ramón Jiménez, de Huelva capital, en ella se propusieron un conjunto de estrategias estas comprenden una serie de tareas, a fin de lograr que el colegial distinga y entiendan sus emociones, y demuestren sus sentimientos. Este modelo es el cual más se acomoda para operar la IE en el aula (Cinta y Valencia, 2017).
Del mismo modo, las habilidades que se promueven consiste en: Percepción emocional, con medios como el gesto facial, el habla o el giro corporal; agilización emocional del razonamiento, asociando un efecto como el olor y el sabor con una emoción; entendimiento emocional; regulación sensata de las emociones a fin de impulsar el desarrollo personal, entendida como cada habilidad para monitorear las emociones personales y en las otras personas, controlando las emociones desfavorables e intensificando las beneficiosas, sin limitar o reducir la información que difunden. También hay un programa llamada Aulas Felices publicada en Internet en octubre de 2010. En noviembre de 2012 aparece la segunda edición actualizada y mejorada. Este programa presenta unas 300 tareas, propuestas metodológicas y recomendaciones generales de acciones coherentes con el programa. Está encaminada al estudiante de educación inicial, primaria y secundaria de 3 a 18 años (Bisquerra y Hernández, 2017).
CONCLUSIÓN
La ausencia de educación emocional en las instituciones educativas genera consecuencias negativas con respecto a los estudiantes y a la comunidad humana. Por ende, se manifiestan problemas de comportamiento, violencia y drogadicción; de esta manera la inteligencia emocional, trabaja en los factores Interpersonal, Intrapersonal, de versatilidad, del uso del nerviosismo y del nivel de energía general las cuales están relacionadas en una categoría baja con la práctica docente respecto al acatamiento de obligaciones, conducta y prueba que dirige el educador. Siendo la escuela el lugar más adecuado para trabajar la IE, en vista de que adentro de ella los colegiales dominan de manera ingeniosa los sentimientos, mejoran las destrezas interpersonales y sociales, y enfrentan los inconvenientes de modo pacífico y no de forma agresiva.
De manera que, trabajar la IE forma planeada y sistemática en el salón sobrelleva a resultados beneficiosos referente a la obtención de habilidades que contribuyen a la captación emocional, el entendimiento emocional y la regulación juiciosa de las emociones que promueven la mejoría personal. De esta forma quedaría favorable incluir en las programaciones curriculares la preparación de las destrezas emocionales en vista de que cada personal involucrado (educadores/as, profesores, tutores entre otros) contribuye a trabajar la personalidad del infante, adolescente y jóvenes.
Se debe asumir el reto de formar docentes emocionalmente que puedan solucionar de forma segura y eficiente todas las circunstancias que se presenten en su práctica pedagógica para lograr obtener como resultado una escuela saludable, competente y feliz. La educación del educador es fundamental dado que un profesor que instruye emocionalmente a sus estudiantes logra que ellos enfrenten escenarios problemáticos con mayor victoria, perfeccionen su imagen personal, la sensación de protección y deleite personal, mejoren las ilusiones de efectividad y los resultados beneficiosos, reduzca la amenaza de alteración psicológicos, así como el desánimo. Además, es relevante que los familiares cuenten con una base a fin de que puedan trabajar y practicar con sus hijos/as en sus hogares y lograr difundir el valor que tienen las emociones.
Ser docente no se centra únicamente en transmitir contenidos, es una tarea que implica también la transmisión emocional, la formación de seres humanos y el impacto que puede ocasionar en ellos; por lo tanto, el desarrollo de aprendizaje y enseñanza se encuentra influenciado por el manejo emocional del docente que es percibida por sus estudiantes de tal forma que la actitud que asuma puede ser de ayuda o dificultar el aprendizaje. Por último, se puede mencionar que la educación es un proceso que debe integrar el lado cognitivo y emocional dentro de la práctica pedagógica; es relevante la búsqueda del desarrollo de ambos para lograr que el impacto en los estudiantes sea positivo, es importante recalcar que las emociones positivas motivan al aprendizaje y al ganar esta motivación en los estudiantes podemos asegurar aprendizajes de calidad para la vida.
El desarrollo de este estudio logró facilitar el análisis e interpretación detallada de los artículos originales, donde se pudo coincidir en la problemática de la investigación con otros autores y en ella se explica la dimensión, el desarrollo, los beneficios de la IE en el sector educativo, para colaborar con información a los docentes acerca del efecto de las emociones en la educación que se brinda a los niños, adolescentes y jóvenes desde años atrás y en especial los últimos 5 años. Asimismo, obsequia una oportunidad al lector de comprender más de la verdadera importancia que tiene el trabajar las emociones en sus hijos para definir su personalidad, autocontrol, autoestima y respetar las emociones de los demás.
CONFLICTO DE INTERESES. La autora declara que no existe conflicto de intereses para la publicación del presente artículo de revisión bibliográfica.