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Tinkazos
versão On-line ISSN 1990-7451
Tinkazos vol.18 no.37 La Paz jul. 2015
RESEÑAS
Combés, Isabelle 2015
El Fuerte de Sama/pata: Estudios arqueológicos. Santa Cruz: Museo de Historia de la Universidad Autónoma Gabriel Rene Moreno.
Jédu Sagárnaga1
1 Arqueólogo, investigador y docente de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA); gerente de Scientia Consultoría Científica. Correo electrónico: sagmar@megalink.com. La Paz, Bolivia.
Por gentileza de Isabelle Combés ha llegado a mis manos el libro del cual es compiladora, que lleva por título: El Fuerte de Samaipata: Estudios arqueológicos, y cuyo principal autor es el arqueólogo alemán y gran amigo de Bolivia, Albert Meyers.
La obra, recién salida de la imprenta, está dividida en nueve partes. Es un compendio de lo que hasta ahora se sabe de esa impresionante montaña de roca esculpida sin parangón en toda América. En 1998 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, fruto de una larga serie de estudios cuyo momento más importante se vivió entre 1992 y 1995, cuando Meyers dirigió el Proyectó de Investigaciones Arqueológicas en Samaipata (PÍAS)
Pero ni la historia de Samaipata ni el libro mismo comienzan con el PÍAS. El artículo inicial -de Meyers, María de los Ángeles Muñoz, Javier Gonzales y Cornelius Ulbert- da cuenta de que el interés se inició en la Colonia y que fue entonces que se constituyó en una suerte de cuartel militar dando lugar al denominativo que hoy todavía mantiene de "El Fuerte".
Pronto se tejieron mitos en tornó a Samaipata que hablaban de tesoros escondidos en sus entrañas y muchos incautos se dieron a la tarea de descubrirlo causando mayor dañó del que la naturaleza misma ha infringido a su frágil estructura de arenisca. Valga de pasó mencionar al cura Miguel de Córella quien habría sido uñó de los primeros "huaqueros" o saqueadores del lugar, y cuyas andanzas el lector podrá sucintamente conocer.
El interés científico apareció recién a fines del siglo XVIII, cuando T. Haenke visitó las ruinas en 1795 levantando el primer croquis de la roca. Ya nacida Bolivia a la vida republicana, Samaipata recibió la visita del famoso naturalista francés A. d'Orbigny quien creyó que se trataba de un lavadero de oro, pues seguramente conoció los relatos de las míticas minas que se hallaban por los alrededores. Igualmente hizo un croquis de sumo interés en la actualidad.
Iniciado el siglo XX, el gran etnólogo sueco E. Nórdenskiold no pudo sustraerse a la atracción de Samaipata e hizo una descripción de la roca adjuntando algunas fotografías. Se menciona luego a L. Pucher y su aporte; y después a H. Trimbórn.
Se destaca, asimismo, la del Instituto Nacional de Arqueología (INAR) que en 1973 mandó a cercar perimetralmente el sitió (que ya en 1951 había sido declarado Monumento Nacional), de Gregorio Cordero Miranda y Jorge Arellano, y del director del INAR, Carlos Pónce Sanginés (1925-2005) que creó el Centró de Investigaciones Arqueológicas en Samaipata (CIAS) en 1974. También menciona el texto a Félix Tapia y a Oswaldó Rivera y a Ornar Claure, cada cual con sus aportes.
La parte fundamental del libro reúne toda la información que se logró hasta que, lastimosamente, se paralizaron las labores de la misión boliviano-alemana. En este volumen, los elementos de discusión para un enfoque interpretativo de la roca esculpida, están a cargó de Rolando Marulanda. Sector por sector nos hace un recorrido detallado consignando las consideraciones estructurales, las estilísticas y cronó-culturales pertinentes de los elementos interpretativos, para acercarnos por último a la función probable de esta gran roca. Una serie de fotos, planos y dibujos reconstructivos maravillosos, acompañan el artículo.
Meyers echó sobre sus espaldas la labor de sintetizar los trabajos que dirigió entre el 92 y 95, haciendo una somera descripción de la zona arqueológica; comentando sobre el levantamiento topográfico que nunca antes había alcanzado tanto detalle; y describiendo uñó a uñó los contextos arqueológicos y sectores que se excavaron.
A Józef Szykulski le tocó hincar el badilejo de excavación en los sectores norte y sur de la roca, así como otros que acá están descritos con solvencia y detalle.
Por su parte Ma. Muñoz, quien fuera co-directora del PÍAS en su última temporada (1995), tuvo a su cargo el estudio de la kallanka, edificio emblemático de la llamada "arquitectura de poder inka", Acá también se observa meticulosidad tanto en el proceso de excavación, como en los análisis e interpretación.
En el recuento sigue el artículo de Sonia Aviles quien participó en la tercera campaña (1994). Su artículo lleva el epígrafe de "La conservación de la roca sagrada de Samaipata".
Sin duda, la parte medular del volumen de 192 páginas se refiere a la interpretación en la que han contribuido desde Haenke, hasta quienes aún se hallan avocados al estudió de la fascinante roca. La evidencia sugiere que el sitió fue ocupado en un momento tan temprano como es el Horizonte Medió. Los estilos andinos encontrados (mojokoya, principalmente), parecen apoyar esta postura. Ya luego sobreviene la intervención inka, que parece evidenciarse en los tallados que tiene la roca y que también podrían estar sustentados por los datos etnohistóricos. Pero es importante señalar que todo apunta a que el lugar fue un punto de convergencia, "un sitio de encuentro para varias culturas de la vertiente oriental de los Andes y de la Amazonia" (p. 17).
Meyers ensaya tres hipótesis interpretativas en tornó al sitió inclinándose más por aquella que señala al menos tres fases de origen y usó del complejo.
El "cherry sobre la torta" lo coloca Nordenskióld inigualable relator de cuentos. Con ellos daba sabor a sus escritos. El lector cerrara el libro tras repasar la historia de Timoteo, dúeñó de una pequeña finca y virtual propietario de todo el cerro esculpido, cuya magia estimuló una cacería de supuestos tesoros que terminó con el encuentro de fantasmagóricos personajes y, finalmente, con la muerte misma del afanado buscador.
Complacido quedó, y quedará quien recorra las páginas de este documentó que se convierte en fundamental. Sin embargó, y discúlpeseme la franqueza, no quedó totalmente satisfecho pues la parte física, no está acorde con el contenido: a) La foto de la tapa no es de las mejores que yo haya visto; b) La diagramación se me antoja pobre, al menos pudo intercalarse las imágenes con el texto y no echarlas al final de los artículos; c) Tal vez por la premura, alguno de los textos del libro no fue corregido y cargó consigo errores de dedo y de sintaxis; d) Y hasta puedo reclamar que a mi ejemplar le haya faltado un par de páginas debido a una mala compaginación.
Salvó este detalle de forma, no puedo sino agradecer y felicitar a Combés que además a cabo la labor editorial; al Museo de la Universidad Gabriel Rene Moreno y a su Biblioteca; y, por supuesto, a todos los colegas y amigos que, al mando de Meyers, dejaron un poco de su existencia en la Roca Sagrada aunque esta "se quedará siempre con algún secreto, y se lo llevará fuera del horizonte, como el oro de los incas, donde quedará sepultado hasta el fin del mundo..." (p. 15)