1. Introducción
Entre octubre de 2019 y octubre de 2020, Bolivia vivió una crisis política. El desarrollo de los acontecimientos visibilizó las fisuras históricas que yacen sobre los bolivianos. Dos rasgos centrales caracterizaron el curso de esta crisis: a) La irrupción de los jóvenes en el campo político y b) La disputa por el sentido de la democracia.
Los imaginarios juveniles fueron cruciales porque encarnaron las visiones, temores y horizontes democráticos que los jóvenes imprimieron en sus acciones colectivas. En este artículo, se indaga en los imaginarios juveniles sobre democracia durante la crisis boliviana (20192020). En particular, se aborda a los jóvenes pertenecientes a las Juventudes del MAS-IPSP y a las Juventudes de CC en Cochabamba; estas agrupaciones juveniles correspondieron a las dos principales fuerzas políticas y los jóvenes participaron en acontecimientos decisivos. A nivel teórico, se concibe a los imaginarios en su carácter sociohistórico (Castoriadis, 1975; Bazcko, 1999). Retomamos la idea zavaletiana (2009) que define a una crisis1 como un momento de cognoscibilidad de una realidad abigarrada como la boliviana.
En el plano metodológico, se recurre a las entrevistas en profundidad como técnica primaria para recuperar la experiencia vital y los significados subjetivos de los jóvenes en un contexto crítico (Izcara y Andrade, 2003, p. 13-14). Los discursos juveniles constituyen una configuración espacio-temporal de sentido (Verón, 1998, p. 127) y son la unidad de análisis del presente artículo. Mediante el discurso, se pueden identificar las tensiones, los puentes y los potenciales horizontes compartidos en torno a la democracia. En total, se realizaron 12 entrevistas en profundidad: 6 a integrantes de las Juventudes de CC y 6 a integrantes de las Juventudes del MAS-IPSP, ambas organizaciones de la ciudad de Cochabamba. En los hallazgos, se abordan las citas más representativas.
Se recurre a la revisión hemerográfica como técnica secundaria para contextualizar acontecimientos clave de la crisis en Bolivia (2019-2020). Se concibe a la crisis como un periodo que no se redujo al estallido social, sino que se sostuvo a través de hechos concretos que intensificaron la conflictividad social. Por tal motivo, la revisión hemerográfica es pertinente para capturar los momentos histórico-sociales que convocaron a los jóvenes a la movilización ciudadana (Ramírez y Zwerg-Villegas, 2012). Asimismo, partimos de la idea de Carrasco (2014), que establece el valor sociológico de los acontecimientos, los cuales emergen como “experiencias alteradoras” que marcan una ruptura entre una generación y otra. Esto permite afirmar que la crisis boliviana, como entramado de momentos críticos, posibilitó las condiciones sociales y políticas para la emergencia de los actores juveniles. A nivel metodológico, resulta pertinente recuperar los hitos que configuran la crisis boliviana.
Finalmente, como método de análisis se propone el concepto de “mapa de sentidos” que sintetiza los distintos elementos que componen los imaginarios juveniles de CC y del MAS-IPSP. Este método implica construir un mapa que recupere los sentidos centrales asociados a la democracia a partir de cuatro conceptos clave: significado, acciones, actores e hitos. Este cuadro es una propuesta de análisis propia del investigador y propone una nueva totalidad de múltiples sentidos que los jóvenes articulan a la noción Democracia.
El artículo propone dos ejes de discusión: a) Las “tensiones” que marcan una disputa en torno a la “democracia” y b) Los puentes que más bien proyectan rutas de consenso democrático. En las conclusiones, se reflexiona sobre el potencial democratizador emergente ante la existencia de ciertos horizontes compartidos. De esta forma, se encara este artículo que propone entender los imaginarios juveniles sobre democracia en un determinado contexto sociopolítico, signado por la conflictividad pero que también ofrece posibilidades de transformación.
1.1 Imaginarios sociales, jóvenes y democracia
Entendemos a los imaginarios sociales como un universo de sentidos, es decir, como entidades que articulan los deseos, miedos, aspiraciones y el pensamiento de una sociedad sobre sí misma. La producción imaginaria no se reduce a una imaginación social que acontece en los márgenes de la sociedad real, sino que engendra una potencia creadora que moviliza la voluntad de los individuos. Los imaginarios son una indeterminación histórico-social, pues no son permanentes en el tiempo sino objeto de un potencial desplazamiento en su seno de los sentidos instituidos2 por sentidos instituyentes (Castoriadis, 1975, p. 136-144). Se puede decir que los imaginarios operan de forma intensiva también en la construcción de horizontes de futuro, agrupando las esperanzas y sueños colectivos (Baczko, 1999, p. 25).
Se considera que la crisis boliviana fue más allá de las instituciones democráticas y los partidos políticos. Implicó una crisis de sentido en torno a nociones que habían gozado de cierta estabilidad en los imaginarios sociales. Se produjo un desorden epistémico de nociones como Democracia y Nación, que habían sido objeto de estable legitimidad durante los últimos años. Siguiendo a Reguillo (2012), el sujeto joven no se reduce a un referente biológico; más bien, se constituye en el curso de su propia acción. Esto resulta central pues la irrupción de los jóvenes en la crisis boliviana se produjo a partir de una serie de acontecimientos que los convocaron a la acción ciudadana.
Se priorizan tres nociones sobre democracia que permiten trazar el campo teórico. Se puede esbozar a la Democracia Representativa como un régimen político característico de las sociedades plurales, en el cual se establecen distintos núcleos de poder a través de grupos que representan intereses específicos o generales. El régimen democrático-representativo funciona en el marco de la elección de funcionarios, elecciones libres e imparciales, derecho a ocupar cargos públicos, libertad de expresión, variedad de fuentes de información para los ciudadanos y la autonomía asociativa de los mismos (Zegada, 2017; Dahl, 1992 y Bobbio, 1986). La democracia representativa se sostiene en el marco de la legitimidad institucional y su momento de mayor expresividad son las elecciones generales.
En contraste, la Democracia Participativa se fundamenta en la participación directa en el ejercicio del poder de la sociedad civil. Existe una mayor desprivatización del Estado que, en consecuencia, habilita una mayor apropiación de lo público por parte la ciudadanía. Puede desarrollarse en espacios institucionales mediados por la burocracia estatal o en espacios más asociativos que responden a la identidad de las organizaciones. A su vez, la democracia participativa se sustenta en formas de participación que no son nuevas sino que recuperan las formas tradicionales de ejercicio político de los pueblos. A priori, los sujetos que constituyen la democracia participativa son los ciudadanos individuales y las organizaciones sociales que aglutinan a grupos con demandas específicas (Chaguaceda, 2008; Hevia en Massal, 2010 y Santos, 2005).
La democracia representativa y participativa responde a sistemas políticos con mecanismos propios con materialidad institucional. No obstante, también se puede abordar un tipo específico de democracia que no tiene a priori una existencia material pero que se manifiesta en su potencia discursiva: la democracia radical. Puede leerse este concepto como un proyecto democrático que plantea la articulación entre las diversas identidades políticas de la sociedad en condiciones de desigualdad y subalternidad. Se plantea la eliminación de la categoría “enemigo” para designar al oponente político y más bien se propone el concepto de “adversario”, a quien se reconoce su legítima existencia en el campo político.
De esta forma, la Democracia Radical plantea una coexistencia entre intereses y actores contrapuestos que no significa una eliminación del conflicto, pero que implica la capacidad de estos actores de representar los intereses de la sociedad civil y orientarlos hacia una disputa entre posiciones democráticas (Mouffe, 2012; Mouffe y Laclau, 1987).
1.2 La crisis y sus fases (2019-2020)
Se sostiene que la crisis boliviana no se redujo al momento del estallido social durante las movilizaciones postelecciones de 2019 sino que, más bien, se mantuvo durante un año, presentando momentos de mayor intensidad social ante la incertidumbre democrática.
Se distinguen cuatro momentos que sucedieron de forma cronológica y que caracterizaron a la crisis política en Bolivia: El primer momento lo constituye el conflicto poselectoral de 2019; se desarrollaron movilizaciones en todo el país ante las sospechas por irregularidades en el proceso electoral del 20 de octubre. Las protestas tuvieron un marcado carácter urbano. Grupos de activistas, militantes y jóvenes pertenecientes a organizaciones cívicas y barriales fueron los protagonistas de las movilizaciones que buscaban impedir un nuevo periodo de gobierno de Evo Morales y que reclamaban nuevas elecciones (BBC Mundo, 2019). Durante tres semanas, se registraron protestas de carácter pacífico, pero también episodios de violencia sobre todo en el eje metropolitano de Bolivia (Cochabamba, La Paz, Santa Cruz). Este periodo de estallido, la crisis tuvo como característica la participación de los jóvenes urbanos.
La polarización social se hizo evidente durante las movilizaciones. Jóvenes que militaban tanto a favor del “proceso de cambio” como en defensa de la “soberanía popular” se enfrentaron, unos desde la experiencia sindical/barrial y otros desde espacios más urbanos como las organizaciones ciudadanas y las universidades. El rasgo común fue que todos nacieron en la época democrática de Bolivia. La coyuntura electoral los puso frente a frente en el mismo espacio/ tiempo (Opinión, 2019). De hecho, representantes estudiantiles y docentes de universidades públicas y privadas de toda Bolivia emitieron declaraciones públicas en contra del presidente (Página Siete, 2019) y articularon un movimiento
juvenil inédito en la historia política reciente de Bolivia. El conflicto poselectoral finaliza con la renuncia del ex presidente Evo Morales y su vicepresidente Alvaro García Linera. Asume la presidencia de forma transitoria, la senadora del partido Demócratas Jeanine Añez. Siguiendo a Fernando Mayorga (2019), esta coyuntura marca la apertura de una fase de incertidumbre con respecto al derrotero de la política y la democracia boliviana. Se produce una derrota del MAS en el campo discursivo. El estallido de octubre de 2019 inaugura una primera fase de la crisis, que podemos denominar como Disputa por el sentido de la democracia, que no se resuelve con la renuncia de los mandatarios sino que se intensifica.
El MAS perdió la batalla discursiva por el sentido de la democracia porque, esos días, la oposición articuló varios valores a su protesta: libertad, respeto a la soberanía popular, independencia de poderes y transparencia (...) La capacidad hegemónica del MAS llegó a su fin porque la noción de democracia fue desarticulada de su discurso y dotada de valores distintos a los que el MAS propugnó y aprobó en la Asamblea Constituyente (Mayorga, 2020, p. 29-30).
Como segundo momento de la crisis, se puede situar el mes de mayo de 2020, periodo marcado por la postergación de las elecciones generales y la emergencia sanitaria a raíz de la pandemia del COVID-19. El gobierno de transición, que había gozado de cierta legitimidad ciudadana, comenzó a perder votantes y apoyo a raíz de las denuncias por corrupción y autoritarismo. Durante los primeros seis meses de administración, el gobierno de transición fue objeto de numerosas denuncias por tráfico de influencias, sobreprecios, pagos y cobros irregulares y uso indebido de bienes estatales (La Razón, 2020). Un sondeo del 16 de septiembre de 2020, realizado por la Fundación Jubileo, colocaba a la mandataria en cuarto lugar con 7,7% por debajo de Luis Fernando Camacho. Los presuntos hechos de corrupción, la gestión del COVID y los conflictos entre el Órgano Ejecutivo y el Legislativo fueron algunos factores que influyeron en el revés electoral (Opinión, 2020). Se produjo una superposición entre la crisis política no resuelta de 2019 y la crisis sanitaria de 2020. Consecuentemente, entró en escena nuevamente la disputa por el sentido de la democracia. Las narrativas Fraude versus Golpe adquirieron mayor visibilidad en el campo discursivo. Este periodo de crisis puede denominarse Incertidumbre democrática.
En este contexto, se desarrolla un tercer momento: Las movilizaciones en agosto de 2020 ante una nueva postergación de los comicios generales. Dichas movilizaciones convocadas por el Pacto de Unidad aglutinaron a los sectores y organizaciones sociales afines al MAS, generando alrededor de cien puntos de bloqueo en las carreteras del país en protesta a la suspensión de las elecciones (Telesur TV, 2020). La consigna “Elecciones ya” generó una articulación de las tramas y narrativas populares, visibilizando la desconexión entre el gobierno de transición y la voluntad de numerosos sectores sociales. También fue evidente el rol de jóvenes militantes del MAS-IPSP durante las protestas de agosto. Esta fase de la crisis puede ser descrita como Desgaste del gobierno transitorio. La presión de las protestas de agosto resultó en un dictamen definitivo de las elecciones para el 18 de octubre de 2020, instando al entonces presidente del Tribunal Supremo Electoral, Salvador Romero, a declarar que es una “obligación constitucional” que las nuevas autoridades sean elegidas y posesionadas (Opinión, 2020). Esto produjo una cierta certeza con respecto al futuro de la democracia en Bolivia, pero no cerró el escenario de polarización social.
Finalmente, el último momento que consolida la crisis es el periodo previo a las nuevas elecciones generales en octubre de 2020. Un periodo preelectoral es habitualmente un escenario que reaviva las diferencias ideológicas y visibiliza las fracturas sociales. No obstante, los nuevos comicios en Bolivia configuraban un ambiente propicio para radicalizar aún más a los bloques en disputa. Como cuarta fase de la crisis, en octubre de 2020 se puede decir que se actualizó la batalla discursiva bajo las narrativas: Fraude versus Golpe. Puede llamarse a este periodo Actualización de la disputa por el sentido de la democracia.
Estos cuatro momentos son los que generan las condiciones sociales para la permanencia de la crisis política en Bolivia (2019-2020).
1.3 La democracia en disputa: Tensiones
Sobre el significado que los jóvenes del MAS-IPSP y de CC construyen sobre la democracia se pueden ver dos posiciones que entran en una primera “tensión”: Participación versus Institucionalidad.
Desde el imaginario de los jóvenes del MAS-IPSP, la participación es el núcleo central de la democracia boliviana.
Pero personalmente yo, como líder, no puedes estar en tu casa mientras los demás están defendiendo los intereses del bien común de la sociedad. Como líder hay que estar en la cabeza, en primera fila (...) la democracia también es cuando tú te reúnes en tu organización social o en tu alguna OTB, lo que sea, cuando tomas decisiones (...) Es la participación de la ciudadanía en cualquier toma de decisiones (Entrevista a A. MAS-IPSP. 7 de octubre de 2020).
En esta cita, se articula la participación ciudadana con la defensa del “bien común” de la sociedad. Se afirma que la democracia trasciende los espacios reconocidos por el régimen político tradicional, llegando a impregnar los espacios más locales y comunitarios como las Organizaciones territoriales de base (OTB) y las organizaciones sociales. El hecho de definir al Líder como un actor que participa junto con la sociedad marca un alejamiento de la mirada tradicional entre representante y representando.
Por su parte, para los jóvenes de CC, el eje central de la democracia es la institucionalidad.
Es importante cada poder como el órgano legislativo, el órgano judicial, el órgano electoral tengan una división en sí. Es decir que cada quien sea independiente, eso hace que se recupere la institucionalidad (...) Recuperar esa línea que se tiene, no vinculada a un partido político, sino al accionar, a la ejecución del gobierno como tal así que para mí es fundamental para la toma de decisión (Entrevista a B. CC. 26 de septiembre de 2020).
Se establece como premisa de la democracia la separación de poderes. En particular, se insta a que el Órgano Electoral no dependa de un partido político. En ese sentido, la institucionalidad es concebida como un orden democrático que requiere de una “neutralidad” frente al poder gobernante.
Estos dos significados connotan dimensiones distintas de la democracia. La “tensión” se manifiesta en razón de que la institucionalidad prioriza la estabilidad política y la legitimidad de las instituciones vigentes para canalizar demandas, mientras que la participación enfatiza la puesta en escena de demandas no atendidas por los medios tradicionales y la acción directa de los actores políticos de la sociedad civil.
En la misma línea, en el imaginario de los jóvenes del MAS-IPSP se concibe a los actos de protesta y movilización como elementos cruciales para construir democracia.
Si es que pasara otra (conflictos) nosotros tenemos que levantarnos a nivel nacional, y eso ya hemos recalcado. Lo que es la COB y también trópico de Cochabamba vamos a hacer respetar nuestros votos porque hemos sido a nivel nacional desde muchos años atrás, desde la historia, hablando desde los 80 90 hemos sido la gran mayoría la parte indígena, la parte social, que hemos soñado una Bolivia democrática, de una Bolivia digna y soberana (Entrevista a C. MAS-IPSP. 5 de octubre de 2020).
El “levantamiento nacional” remite a actos como movilizaciones y protestas. Estas acciones son consideradas como democráticas porque recurren a la memoria corta y al reconocimiento de sus efectos políticos en crisis anteriores.
A su vez, en el imaginario de los jóvenes de CC, se considera al diálogo como una acción democrática fundamental.
Trataríamos tal vez de hacer entender a la gente, tratar de hablarles. A veces es muy complicado que un gobierno solamente por la tele vaya a informar y a decir vamos a cambiar esto, vamos a cambiar lo otro. La gente está muy centralizada en lo que es el tema de que una persona lidere y haga (...) La comunicación siempre esta primero. De alguna manera todos vamos a entender (Entrevista a D. CC. 26 de septiembre de 2020).
La comunicación es percibida como un acto que no solamente vislumbra el intercambio de ideas sino que también sugiere un “entendimiento”. Asimismo, se prioriza un diálogo directo en lugar de una intermediación de representantes.
Entonces, se evidencia una segunda “tensión” entre ambos imaginarios: Las acciones de movilización y protesta implican visibilizar los antagonismos a través del conflicto, mientras que el diálogo busca conducir la política por canales institucionales que acerquen a las posiciones en disputa.
Desde el imaginario de los jóvenes del MAS-IPSP, el actor central percibido como democrático pertenece a la sociedad civil y es portador de una carga histórica: los pueblos indígenas.
Este nuevo modelo de Estado donde hay mayor participación o mayor representatividad de los diferentes pueblos y naciones indígenas campesinas que antes no formaban parte del poder. No estaban ahí. Estaban reconocidos pero no podían acceder a espacios de poder (...) Ha sido un gran avance al ser un estado plurinacional en estos últimos años (Entrevista a E. MAS-IPSP. 13 de octubre de 2020).
Se reconoce a los pueblos indígenas como parte de la democracia boliviana, no tanto como portadores de prácticas democráticas tradicionales en un nivel local sino como actores imprescindibles de la democracia en una dimensión nacional.
Mientras, el actor fundamental considerado como democrático para los jóvenes de CC es el Tribunal Supremo Electoral, una institución que forma parte del aparato estatal.
En Bolivia tenemos instituciones y la Corte Electoral ha dicho que las elecciones se suspendían para el 18 de octubre. Entonces todas aquellas personas que nos consideramos democráticos deberíamos haber respetado esa decisión sobre nuestros intereses particulares (Entrevista a F. CC. 23 de septiembre de 2020).
Es más evidente la necesidad de un Tribunal Supremo Electoral como actor clave en la resolución de la crisis política en Bolivia. Se plantea que el “respeto” a la institucionalidad democrática es la expresión del interés “general” en lugar de los intereses “particulares”.
En consecuencia, se evidencia una tercera “tensión” entre ambos imaginarios con respecto a los actores de la democracia, dado que los jóvenes del MAS-I PSP priorizan un actor colectivo que pertenece a un ámbito político-societal y los jóvenes de CC optan por un actor institucional más ligado a un ámbito político-formal.
Los jóvenes del MAS-IPSP y de CC consideran como democráticos dos hitos opuestos entre sí. Esto evidencia una cuarta “tensión” entre ambos imaginarios: Para los jóvenes del MAS-IPSP, la “recuperación de la democracia” surge a partir de las movilizaciones en agosto de 2020 ante la postergación de las elecciones generales.
Lo más democrático lo han hecho nuestras organizaciones sociales a través de ejercer presión bloqueando las carreteras como lo han hecho siempre como lo van a seguir haciendo seguramente, como lo han hecho nuestros ancestros, para garantizar nuestras elecciones. Ahora tenemos una ley que ha sido sancionado, que este es 18 de octubre (...) Y eso quien lo ha conseguido, las organizaciones sociales. Y el pueblo boliviano (Entrevista a G. MAS-IPSP. 11 de octubre de 2020).
Esta afirmación enuncia lo popular como sinónimo de lo democrático. Una particularidad del discurso sobre estas movilizaciones es la carga histórica que se le asigna. La coyuntura de las movilizaciones activa la memoria, en la cual las formas tradicionales de democracia participativa se actualizan y resignifican.
Por su lado, para los jóvenes de CC, la “recuperación de la democracia” surge en las movilizaciones poselectorales de octubre-noviembre de 2019.
Octubre-noviembre de 2019 para mí representa una lucha para sacar a un dictador del poder.
Ha sido una lucha por retomar nuestra democracia. Ha sido una lucha para hacernos escuchar (. ) Los jóvenes hemos estado en las calles en octubre del 2019 y ninguno ha recibido un pago. Yo te lo puedo asegurar. Ha sido gente que realmente ama a su patria y ha salido a las calles (Entrevista a H. CC. 25 de septiembre de 2020).
Se perfila a las protestas como “democráticas” en contraposición a la “dictadura” representada en el expresidente Evo Morales. La palabra Dictadura se convierte en un detonante discursivo para fortalecer el relato “democrático” en torno a los acontecimientos de octubre-noviembre de 2019. Ambos imaginarios pugnan por establecer un hito como democrático, y, al mismo tiempo, identifican al hito contrario como antidemocrático. Para los jóvenes del MAS-IPSP, agosto de 2020 es el momento que marca el camino hacia la recuperación de democracia de un gobierno “autoritario” con connotación ideológica de “derecha”. Para los jóvenes de CC, la democracia fue recuperada en octubre-noviembre de 2019 de un gobierno “autoritario” de 14 años.
Es muy probable que en el curso de la historia venidera esta “tensión” sea objeto de disputa entre las narraciones políticas, históricas y sociales en Bolivia, en pos de definir lo que se vivió entre 2019 y 2020.
1.4. La democracia como sentido común: Puentes
El primer “puente” se evidencia en el consenso entre ambos grupos de jóvenes en la necesidad de llevar a cabo las elecciones generales de 2020 para resolver la crisis política en Bolivia. La cita electoral se convierte en un mecanismo para encauzar la crisis a un marco constitucional.
La democracia establecida en nuestra Constitución Política del Estado, en nuestra nación, es una práctica democrática a nivel internacional y se expresa únicamente en las elecciones generales del 2019 y también en las elecciones del 2020 (...) Estamos en un estado que tiene soberanía propia, autoridades electas, por lo tanto toda función que vaya en contra de esto no es democrático, sino que es una coerción (Entrevista a I. CC. 23 de septiembre de 2020).
Las movilizaciones yo creo que tienen que ser el último recurso. Lo más importante va a ser siempre garantizar la democracia dentro las urnas. Por eso vamos a las urnas a emitir nuestro voto. Sin quebrantar ninguna norma constitucional, ninguna ley. Caminamos ese día, ni siquiera existe movilidades. Vamos y emitimos nuestro voto. Esa yo creo que es la verdadera democracia (Entrevista a J. MAS-IPSP. 11 de octubre de 2020).
Esto marca un común acuerdo en el imaginario de los jóvenes al identificar a los comicios generales de 2020 como un momento democrático4. Después de un año de crisis política que resquebrajó la legitimidad de las instituciones democráticas, las elecciones de 2020 adquieren un rol crucial en la revitalización del sistema democrático. Eso permite decir que en cierta forma existe una convicción de ambos grupos de jóvenes en el imperativo de un régimen político representativo que le otorgue estabilidad a la democracia boliviana. Probablemente, este sentido común sea consecuencia de que todos los jóvenes entrevistados nacieron en la época democrática de Bolivia; por lo tanto, desde sus imaginarios, el régimen político representativo es el basamento de la democracia boliviana.
El segundo “puente” puede observarse en la significación de la democracia como coexistencia. En el imaginario democrático de ambos grupos de jóvenes, se visibiliza el imperativo de resolver la crisis política- social y evitar la hostilidad hacia el “otro”. Se considera la existencia del “otro” como fundamento de la democracia boliviana.
La gente comienza a ejercer y a vivir la democracia. Es algo que se ha mencionado un montón pero entender su significado y aplicarlo a la práctica es complicado porque en general la gente no se escucha (. ) El primer paso es escuchar y no caer en los lugares personales de atacar (. ) Para mí democracia es el derecho a pensar diferente y respetar eso (Entrevista a K. MAS. 2 de noviembre de 2020).
La democracia es una palabra histórica que viene desde su acepción más sencilla del poder que tiene el pueblo, pero va más allá de eso. Se ha ido transformado en una herramienta de consenso de paz (. ) Para que haya la democracia como tal debe haber un respeto mutuo de convivencia entre todas las diversidades de las poblaciones, de comunidades, de ciudadanos y ciudadanas que podamos habitar Bolivia (Entrevista a L. CC. 26 de septiembre del 2020).
A pesar de las diferencias ideológicas, los jóvenes de CC y del MAS-IPSP no conciben la democracia boliviana en términos de suprimir al adversario. Entonces la relación entre el “nosotros” y los “otros” deja de pensarse desde la confrontación política. Tampoco se pretende construir un pensamiento único con respecto a la democracia, sino que la coexistencia busca la construcción de la democracia reconociendo plenamente el derecho del “otro” a existir y a manifestar su posición política.
A continuación, se construyen dos mapas que sintetizan el imaginario sobre democracia de los jóvenes del MAS-IPSP y de CC.
Si comparamos ambos imaginarios democráticos, se puede ver puntos de tensión, pero también puntos de convergencia:
Para los jóvenes de CC, la democracia significa institucionalidad; esto obedece a una lógica de la democracia representativa. Para los jóvenes del MAS-IPSP la democracia significa participación; esta consigna se dirige más hacia la democracia participativa. Empero, se vislumbra un puente entre los dos imaginarios cuando proponen la "coexistencia" como un significado común de la democracia.
Se pueden rescatar dos acciones asociadas a la democracia, una en cada imaginario, que fueron repetitivas en el discurso de ambos grupos de jóvenes: Los del MAS- IPSP definen el acto de movilización como un ejercicio democrático e histórico; los de CC reafirman el diálogo como acción democrática que evita el conflicto y acerca a las posiciones antagónicas. En este caso, no hay un punto en común entre los imaginarios de cada agrupación juvenil.
Sobre los actores de la democracia, en el imaginario de los jóvenes del MAS-IPSP, el actor central pertenece a la sociedad civil: los pueblos indígenas. Para los jóvenes de CC, el principal actor es el Tribunal Supremo Electoral que forma parte del régimen político institucional. Los primeros priorizan a un actor colectivo con capacidad de movilización y los segundos, a un actor institucional que forma parte del aparato estatal. Se puede ver que ambos grupos de jóvenes recurren a dos hitos distintos para validar la consigna "recuperar la democracia". En el imaginario de los jóvenes de CC, figuran las movilizaciones poselectorales de 2019 como un hito cuando se "recuperó" la democracia de un gobierno "autoritario" de 14 años. Para los jóvenes del MAS- IPSP, las protestas en agosto de 2020 constituyen un hito a partir del cual la democracia sería "recuperada" de un gobierno "autoritario" de "derecha".
A pesar de esta tensión, las elecciones generales de 2020 se convierten en el hito “democrático” fundamental para las dos agrupaciones juveniles, lo cual constituye un puente entre los imaginarios juveniles.
2. Conclusiones
Dadas las condiciones sociales de la crisis política en Bolivia (2019-2020), es evidente la existencia de tensiones entre ambos imaginarios juveniles en torno a la “democracia”. A pesar de las fronteras entre los imaginarios democráticos de ambas agrupaciones juveniles, los “puentes” constituyen un vínculo que sugiere un acercamiento entre posiciones que en primera instancia parecían irreconciliables entre sí.
En tiempos de polarización social, los discursos políticos suelen estar en lugares radicalmente opuestos. La disputa por el sentido de la democracia atravesó las narrativas juveniles. Empero, si se ve en profundidad estos discursos, es posible encontrar nociones comunes que permitan pensar la democracia más allá de los antagonismos, es decir, vislumbrar elementos que también le otorgan a la democracia un estatuto de horizonte compartido.
Los sentidos comunes identificados proyectan una plataforma mínima sobre democracia, la que contiene dos elementos cruciales: la legitimidad del sistema democrático representativo y la existencia del “otro” como fundamento de la democracia. A partir de estos dos elementos esenciales, se puede pensar en un potencial fortalecimiento del sistema político vigente.
La comunicación como campo de sentidos puede jugar un rol clave en la visibilidad de estos horizontes compartidos entre los imaginarios juveniles. La democracia como coexistencia implica potenciar espacios comunicativos que permitan a los jóvenes poner en escena sus posiciones políticas, divisar sus fronteras ideológicas y fortalecer las nociones comunes.
Los jóvenes irrumpieron con fuerza en el campo político en el último año (20192020), produciendo sus propios discursos y sus formas de movilización. A partir de estos resultados, es posible comenzar a pensar la democracia boliviana no solamente en términos de posiciones en disputa, sino como una serie de sentidos comunes que necesitan ser visibilizados para fortalecer el significado mismo de la democracia.
Lista de Entrevistados
Entrevista a I (hombre de 23 años) (Comunidad Ciudadana). 23 de septiembre de 2020.
Entrevista a F (hombre de 31 años) (Comunidad Ciudadana). 23 de septiembre de 2020.
Entrevista a H (mujer de 29 años) (Comunidad Ciudadana). 25 de septiembre de 2020.
Entrevista a D (hombre de 22 años) (Comunidad Ciudadana). 26 de septiembre de 2020.
Entrevista a B (mujer de 24 años) (Comunidad Ciudadana). 26 de septiembre de 2020.
Entrevista a J (mujer de 22 años) (Comunidad Ciudadana). 11 de octubre de 2020.
Entrevista a C (hombre de 26 años) (MAS- IPSP). 5 de octubre de 2020.
Entrevista a A (hombre de 25 años) (MAS- IPSP). 7 de octubre de 2020.
Entrevista a G (hombre de 25 años) (MAS- IPSP). 11 de octubre de 2020.
Entrevista a J (hombre de 24 años) (MAS- IPSP). 11 de octubre de 2020.
Entrevista a E (hombre de 25 años) (MAS- IPSP). 13 de octubre de 2020.
Entrevista a K (mujer de 20 años) (MAS- IPSP). 02 de noviembre de 2020.