INTRODUCCIÓN
Se vive en una sociedad de constantes cambios en los ámbitos sociales, económicos, tecnológicos, educativos, entre otros. La clave para adaptarse a estos escenarios es tener desarrolladas en plenitud las capacidades y habilidades personales. Una de las más importantes para este fin, es las competencias comunicativas; tenerlos en un nivel óptimo asegura una interrelación eficiente en cualquier contexto de la vida cotidiana. No obstante, su formación a menudo se deja de lado, porque se piensa que los integrantes de la comunidad educativa superior poseen competencias comunicativas aceptables (López y Medina, 2021); esto viene a ser un dominio de la conversación, argumentación y redacción. Que por cierto resulta contradictorio con los resultados de la prueba PISA del 2018, que muestra que más de la mitad de los jóvenes siguen sin lograr las competencias lectoras básicas (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico [OCDE], 2019).
Estos estudiantes que están a puertas de ingresar a la etapa universitaria, lo harán con deficiencias en sus competencias comunicativas. Se agrava esta problemática porque las instituciones y la comunidad educativa son poco conscientes del papel crucial de la lengua oral y escrita en la enseñanza de los diferentes contenidos y el vínculo con la adquisición de otros atributos, como la de aprender a aprender (Gràcia et al., 2020). En el ámbito de la educación superior es común, que los enfoques y las metodologías relacionados a las competencias comunicativas (manejo del diálogo, razonamiento, cohesión, coherencia) se gestionan habitualmente de una forma poco sistemática, metódica y clara; incluso se ha encontrado que los currículos han dejado de lado la formación y desarrollo de estas competencias de forma completa y transversal a otras disciplinas (Pérez et al., 2020).
En la etapa universitaria es necesario contar con competencias comunicativas en un nivel adecuado, porque se tiene que tratar con un gran volumen de información y conocimientos, comunicarse e interactuar eficientemente. Pues posibilitan la exposición de un mensaje claro, preciso, objetivo, interesante y conseguir el propósito esperado de forma coherente y cohesionado (Espinoza et al., 2019). Una buena competencia comunicativa facilita la expresión asertiva de lo verbal y escrito, porque somos agentes que producen, entienden y argumentan ideas, temas o contenidos de manera ágil y solidaria atendiendo al contexto (Becerra et al., 2019). Además, la competencia comunicativa tiene la finalidad de producir e intercambiar significados entre las personas que participan del acto comunicativo (Ruíz et al., 2017).
En torno a la definición de competencia comunicativa no hay un consenso, pero se encontraron algunas conceptualizaciones sintéticas. Para Camus et al., (2019) es el conjunto de habilidades, destrezas y saberes de los que emplean docentes y estudiantes para comunicarse. Además, no es solo reductible al aspecto lingüístico, sino mucho más complejo o multidimensional; es decir tiene otros componentes como: la parte sociológica, psicológica, pragmático y pedagógico (Frazante et al., 2019). También es considerado como las cualidades de las personas para construir oraciones que no solamente se ajusten a las reglas gramaticales, sino que incluso sean socialmente apropiados (Hymes, 1971). Asimismo, Canale y Swain (1996) lo consideran como la composición de saberes y habilidades lingüísticas, discursivas, socioculturales que posibilitan obrar de una forma eficaz y eficiente durante la comunicación en un contexto y en cierta comunidad de habla.
El mejoramiento de las competencias comunicativas solo es posible si se trabaja de forma sistémica e integral cada uno de sus componentes. En las investigaciones de Chaparro (2022) y el Instituto Cervantes (2021) expresado en el Marco Común Europeo de referencias para las lenguas consideran que se deben trabajar de manera integral diversas habilidades y capacidades como: la lingüística, sociolingüística, pragmática y discursiva. Las habilidades lingüísticas están conformadas por los conocimientos, las competencias léxicas, fonológicas y sintácticas. Mientras que las competencias sociolingüísticas hacen referencia a la capacidad de los estudiantes para construir y comprender correctamente a otros participantes. En cambio, las competencias pragmáticas, comprenden el efecto comunicativo que se persigue, el uso de las reglas de conversación, los actos del habla y el uso de la cortesía. Asimismo, las competencias discursivas comprenden el desenvolvimiento eficaz y eficiente en el uso de la lengua (Criollo-Vargas et al., 2021). En su conjunto comprenden habilidades, saberes y desenvoltura para comunicarse de forma eficaz.
Todas estas habilidades y capacidades son fundamentales para la vida académica y profesional, por lo tanto, se deben potenciar a través de la realización de una variedad de tareas y ejercicios dirigidos a la adquisición de destrezas congruentes al contexto, sustanciales para el aprendizaje continuo y desde la perspectiva de lo semántico y formal: a nivel fonológico, fonético, morfológico, sintáctico y organización textual (Grácia et al., 2020). Es aconsejable que, para lograr el desarrollo de estas habilidades, se debe partir identificando las dificultades recurrentes, los componentes de la competencia comunicativa y las estrategias e intervenciones más efectivas que ayuden especialmente a los estudiantes a desarrollar una serie de habilidades y conductas que le posibiliten comunicarse adecuadamente en cualquier contexto.
Por ello, el objetivo de este estudio es identificar las competencias comunicativas en la educación superior considerando como base las teorías, los métodos y estrategias implementadas en el dictado de las diversas asignaturas y las propias consideraciones o preocupaciones de los estudiantes y docentes sobre estas cuestiones. Además, se pretende analizar la importancia de las competencias comunicativas, bajo las preguntas centrales ¿cuáles son las deficiencias que más afectan a la comunidad educativa?, ¿qué estrategias se están empleando para desarrollar las competencias comunicativas? y ¿cuáles son los componentes esenciales de la competencia comunicativa?
METODOLOGÍA
Se realizó un estudio bibliográfico cuyos procedimientos se emplearon para localizar y recuperar información relevante de la temática analizada. En la Tabla 1 se muestra las fuentes académicas recopiladas, en concreto fueron artículos académicos, tesis doctorales y libros de interés contenida en diversas bases de datos bibliográficas como: Scielo, Redalyc, Dialnet, Scopus, Web of Science, ScienceDirect-Elsevier, EBSCO, ProQuest, Gale, repositorios académicos de distintas universidades.
En el proceso de búsqueda se emplearon las siguientes palabras clave “Communicative competence”, “Communicative skills”, “Linguistic competence”, “Higher education”. Para lograr resultados concretos se combinaron con los operadores booleanos “and” y “or”. Se consideraron los siguientes criterios de inclusión y exclusión; se incluyeron: artículos, actas de congresos, posters, tesis doctorales y libros que hayan sido publicados en revistas y base de datos indexadas entre los años 2017-2022, tanto en el idioma español e inglés orientados específicamente al desarrollo de las competencias comunicativas en el nivel educativo superior y de las siguientes dimensiones o componentes de la competencia comunicativa: habilidades discursivas, argumentación, sociolingüística y pragmática. Se excluyeron los estudios que se alejan de la temática central, del contexto, de las dimensiones y aquellos publicados antes del 2017.
La búsqueda de información en las bases de datos bibliográficas arrojó 1236 estudios indexados en el periodo de tiempo de 2017 a 2022. De este total de artículos se eliminaron los duplicados y aquellos que no cumplieran con los criterios de inclusión y exclusión hasta la obtención de 20 artículos seleccionados para el análisis y presentación de los resultados. Posteriormente, se realizó una sistematización usando como técnica el análisis documental, apoyado en la matriz de registro como instrumento. Según las preguntas de investigación se establecieron 4 categorías como lo son: importancia de la competencia en un contexto de educación superior; componentes esenciales de la competencia comunicativa en el contexto universitario; deficiencias en la competencia comunicativa que más afectan a la comunidad educativa, y estrategias, programas e intervenciones para el desarrollo de las competencias comunicativas.
DESARROLLO Y DISCUSIÓN
Importancia de la competencia en un contexto de educación superior
Todo los integrantes de la comunidad académica universitaria en especial estudiantes y docentes, en su actuación diaria tienen que realizar una serie de actividades académicas como analizar, comprender, interpretar, hacer crítica y reflexionar sobre un gran acervo de conocimientos; explicar y exponer sus ideas a otros personas en el aula, en una conferencia, en un debate o en un seminario y hacer investigaciones para intentar resolver problemas de la comunidad; todo esto como parte de su aprendizaje y preparación profesional. Es claro, que todas estas tareas intelectuales se hacen un uso intensivo de las competencias comunicativas. Por lo tanto, estas habilidades se distinguen por ser indispensable para la vida académica cotidiana, por ello, se hace ineludible su desarrollo durante la formación académico profesional de las personas (Morales-Escobar y Flórez-Parra, 2022).
Las competencias comunicativas son fundamentales y extensibles a casi todas las actividades académicas y carreras que se imparten en un contexto de educación superior; por ello, poseerlo en un nivel adecuado es fundamental; en forma práctica, lo es para defender un punto de vista, entender ideas de textos complejos, usar el idioma eficazmente, producir diversos tipologías textuales, expresarse de forma fluida, relacionarse con otros hablantes, comprender y producir textos (Gil-Galván y Martin-Espinoza, 2021). Dominarlos permitirá a los estudiantes un ágil y correcto análisis de lo escrito, de la exposición discursiva, las finalidades, la organización textual y de los medios de coherencia y cohesión, ya sean los escritos de diversos autores y sobre los propios, induciendo a las personas hacía el uso de la crítica y la sólida argumentación (Castaño y Echenique, 2017). Agregando a ello, consideramos que se debe buscar ser competente en todas las áreas, mediante el lenguaje, la puesta en práctica de la reflexión, de la redacción coherente y del discurso realizado con un fin comunicativo.
En el caso puntual de los discentes de la carrera de educación, en ellos el dominio y posesión de altas competencias comunicativas son importantes por su implicación en las actividades de tipo académico que realizan o que harán durante el ejercicio profesional en las instituciones educativas. Tendrán las funciones de dirigir y facilitar la formación de los niños y jóvenes para la vida, por ello un estudiante de educación o un profesor debe ser un modelo de hablante, comunicador, lector y escritor eficaz (Campos et al., 2021). Claro, es relevante que los futuros docentes posean fuertes competencias comunicativas porque realizaran un conjunto de labores formativas de los estudiantes, incluso más como impulsar la buena coexistencia en el aula, en la comunidad, la resolución de conflictos, la promoción de la autonomía e identificación de las singularidades en los estudiantes. De ahí que se les pide que cuenten con altas capacidades para la expresión, comunicación, la utilización de las tecnologías de la información y comunicación, el empleo de las habilidades sociales para el trato con estudiantes y padres hasta la reflexión sobre las prácticas, innovaciones de la labor educativa (Tijeras y Monsalve, 2018).
Por otro lado, las habilidades comunicativas también son relevantes para estudiantes de las carreras dirigidas a la ayuda a otros, como enfermería, medicina, psicología, entre otros afines. En ellos el aumento y mejoramiento de las competencias comunicativas los hacen aptos para llevar adelante las actividades propias y hacer saber a las personas las formas de prevenir enfermedades y por ende la mejora de la calidad de vida (Ramírez y García, 2020). En esta misma línea, en la preparación de los futuros y actuales profesionales de ciencias de la salud es importante la competencia comunicativa para la gestión de las relaciones humanas y la comunicación interpersonal (Chaparro, 2022).
Enfocándonos en las labores del docente universitario, se entiende a las competencias comunicativas como una serie de habilidades, saberes y actitudes que los facultan y emplearán de forma pertinente para el buen desempeño de la profesión y realización de un buen proceso de enseñanza y aprendizaje (Sánchez-Delgado et al., 2019). Es cierto, en la práctica enseñar no solamente es transmitir e intercambiar conocimientos, sino que requieren la integración de las competencias comunicativas, estrategias comunicativas, contenidos didácticos y pedagógicos para facilitar el proceso de producción del conocimiento. Para los autores Campos et al., (2021) las competencias comunicativas llegan a ser los cimientos de la enseñanza, por su implicación transversal en múltiples actividades del ejercicio profesional. Es más, los mismos docentes en una encuesta afirmaron que la competencia comunicativa es importante por los siguientes motivos: es crucial para el aprendizaje, interrelación académica, comunicación verbal, comunicación no verbal, construcción de ideas, y escucha y atención (Camus et al., 2019).
Componentes esenciales de la competencia comunicativa en el contexto universitario
Desde su surgimiento, el término competencia comunicativa ha estado expuesto a nuevas conceptualizaciones y redefiniciones realizadas desde disciplinas como la lingüística, pedagogía y psicología principalmente. Lo mismo sucede con sus componentes, por ello algunos autores recomiendan que se trabajen algunos componentes considerados como esenciales. Los autores Neira et al., (2018) aconsejan que se considere como punto de partida está tres sub-competencias elementales: la competencia lingüística, sociolingüística y la pragmática. En relación a la lingüística se debe abarcar a: la ortografía, lexicografía, semántica, gramática. En el componente sociolingüístico: el uso del registro y adecuación al contexto, la paralingüística, el lenguaje no verbal y la proxémica. Por el lado del componente de la pragmática: el discurso y la adecuación funcional (Neira et al., 2018).
Por otro lado, los autores Sánchez-Delgado et al., (2019) explican que para lograr una competencia comunicativa para fines académicos y profesionales se debe tener dominio de por lo menos dos grandes habilidades contenidas en ésta como: la lingüística y la sociolingüística. La primera, tienen en cuenta a los factores definidos del lenguaje y la segunda, se refiere al dominio del lenguaje como las cualidades de la persona para acomodarse lingüísticamente, según las circunstancias y el contexto social. En todo caso, la lingüística constituye todos los componentes del lenguaje y de las relaciones sistemáticas que se dan entre ellos (Chomsky, 1965); y la sociolingüística, se refiere a los usos implícitos y de la obtención de otros; de la plasticidad social que influyen en el dominio eficaz del lenguaje, para la utilización en diversas circunstancias y contextos socio-culturales (Hymes, 1971).
Mientras que Frazante et al., (2019) explican que la idea de preparación de la competencia comunicativa incluye la teoría, el lado afectivo y a la práctica misma en sus niveles didáctico, pedagógico, psicológico y sociocultural. Por ello, el proceso de formación debe entenderse como una serie de fases sistemáticas y multidimensionales que deben ser trabajados desde planteamientos realistas y de superación, claro formuladas sobre la base de un diagnóstico y análisis del grado de desarrollo de las CC en las personas y de acuerdo a las circunstancias que le rodean.
De forma similar, Camus et al., (2019) consideran que docentes y discentes de educación superior pueden ser eficaces en un entorno comunicativo si por lo menos tienen el dominio de dos componentes: comunicación verbal y no verbal. Es cierto, la comunicación verbal es muy importante para comunicar y expresar ideas o mensajes que sean fáciles de comprender e inteligibles, que direccionen la atención y que influyan en el ánimo para que sigan aprendiendo a aprender cada día. No solo es importante una de ellas, sino ambas, aunque se perciba que lo más significativo es el dominio de la expresión, utilizando el lenguaje verbal, transmitiendo ideas y mensajes claros; sin la presencia de la comunicación no verbal sería incompleta, pues es necesario hacer contacto con otros, conocer el estado del ánimo, la emotividad y el lenguaje corporal (Camus et al., 2019).
Deficiencias en la competencia comunicativa que más afectan a la comunidad educativa
Es una realidad expresada en diversos artículos, que los estudiantes de educación superior, tienen pobreza en competencias comunicativas; de ahí pues, que para para tratar de remediar y desarrollar estas habilidades es necesario conocer cuáles son esas dificultades más comunes y generalizadas que aquejan tanto a estudiantes y docentes. En el Espacio Europeo de Educación Superior se evidencia un desfase entre las expectativas y los logros obtenidos en CC, porque no existe una formación previa, es escasa y ni qué decir de la transversalidad, que no se lleva a cabo en las instituciones de formación superior de los países europeos (Pérez et al., 2020). Es cierto que la transversalidad ayudaría a solucionar ciertos problemas de la enseñanza-aprendizaje, como la integración y conexión de los conocimientos con las asignaturas, temas y contextos.
Como las competencias comunicativas tiene varios componentes es importante hacer un diagnóstico de las deficiencias con la finalidad de priorizarlas. Se ha encontrado que existe una valoración inferior de las competencias como hablante que como receptor porque se considera que es difícil y limitado en las situaciones comunicativas más formales; al punto de que los discentes pensaban que era exiguo la formación en competencia oral impartida en la facultad (Campos et al., 2021). No obstante, se debería contrastar si estas dificultades también son una consecuencia negativa de los planes de estudio, y si la promoción y capacitación de las habilidades comunicativas es medular en las instituciones. De manera similar, Roso-Bas et al., (2017) considera que la formación de las habilidades para expresarse en público llega a ser complejo, puesto que están condicionados por los siguientes parámetros: conocimientos, las emociones, funciones fisiológicas, la conducta, el contexto, entre otros.
Se ha visto, que los estudiantes vienen cargando ciertas deficiencias desde la educación secundaria. Es común que discentes de reciente ingreso a la institución superior, presenten graves deficiencias en la lectura en el nivel inferencial y crítico; asimismo los de semestres posteriores también son aquejados por problemas en la lectura y escritura. Incluso los que se encontraban realizando el proyecto de investigación, tampoco alcanzaban una redacción aceptable del contenido textual de la tesis, de forma cohesionada y coherente (Agudelo et al., 2020).
En otro estudio, se presentó una realidad los agravantes. En el caso de los docentes, era porque no recibían una capacitación para los actuales tiempos, a nivel pedagógico, didáctico y metodológico; los estudiantes tenían dificultades para mantener la escucha y la atención, facilitación de la comprensión, y la falta de recursos comunicativos (Camus et al., 2019). Aunque, también el problema podría ser la metodología imperante en las aulas; del discurso del único hablante que sigue manteniendo a los estudiantes como meros difusores de los conocimientos, de esta forma prosiguen con las orientaciones pedagógicas del modelo tradicional comunicativo, que tiene como centro los contenidos y no el proceso de enseñanza-aprendizaje. Cuando lo que se trata, es que se avance hacia una comunicación plurigestionada, de interacción de los participantes, porque son prácticas más fructíferas (Centro Virtual Cervantes, 2022).
Por otro lado, otro problema que los profesores admitían, era que se trabajaban las competencias comunicativas de forma desigual y manera no sistemática; esto a pesar que casi la totalidad 83,3% de los docentes encuestados otorgan gran valor a las habilidades comunicativas, pero que solo el 43% estaban tratando de promover estas habilidades en los estudiantes; además el 43,3% de los docentes manifestaban que a pesar de poner esfuerzos en el desarrollo de estas competencias en los estudiantes, estos no lograban un progreso (Gallegos-Ortega y Rodríguez-Fuentes, 2018).
En la universidad, constantemente los retos académicos estarán probando las habilidades adquiridas, ante ello, lo mejor es ir un paso adelante con capacitaciones u otras estrategias que faciliten el éxito académico y profesional. En un estudio, encontraron que la gran mayoría de estudiantes universitarios, el 90% tenían serias deficiencias e irregularidades en las siguientes cuatro dimensiones de la CC evaluadas: comunicación oral, la escucha, la redacción coherente y cohesionada, y la lectura en todos sus niveles; en concreto tenían dificultades en el manejo adecuado de las estrategias verbales y no verbales que les posibiliten alcanzar objetivos comunicativos concretos; la argumentación, la expresión, exposición, manifestación de las dudas, la confianza y seguridad durante la interacción (García et al., 2018).
Las dificultades persisten hasta en la enseñanza-aprendizaje en situaciones especiales como la virtualidad. Se ha encontrado que, pese al esfuerzo del docente para fomentar un buen clima comunicativo en educación remota, los estudiantes daban respuestas escuetas, evadían preguntas directas, poca participación en los foros de discusión y la expresión oral en general era lacónico. Se excusaban que era por la inseguridad y el miedo (Terrazas-Medina et al., 2022). De hecho, la educación en situaciones especiales, requiere de una preparación distinta tanto de docentes como de estudiantes. En el primero de ellos, debe fomentarse las capacidades de resolución o adaptación y en el segundo grupo, poner énfasis en la verbalización de ideas, el cuestionamiento y la expresión oral. Incluso el currículo debe ser flexible y enfocado en el estudiante y su contexto.
Los estudiantes a medida que se adentran en su formación se enfrentarán a situaciones académicas más complejas. En una investigación, se conoció que el 45% de estudiantes universitarios que afirmaron tener problemas en lectura y escritura antes de iniciar los estudios; en ciclos posteriores los que tenían problemas aumentó a 47%. Para el 52% de los participantes del estudio, las universidades deben solucionar los problemas de competencia comunicativa, previos a su ingreso a ella y el 56% consideran que deben desarrollarse las competencias durante sus estudios universitarios. Asimismo, en relación a si han recibido alfabetización para el desarrollo de las competencias comunicativas en la universidad; el 27% indicaron haber recibido dicha formación mientras que el 70% adujeron no haber recibido (Nuñez y Moreno-Nuñez, 2017).
El panorama específico anterior, representa lo que sucede a la gran mayoría de estudiantes que cursan estudios superiores; que casi nunca se les ha alfabetizado en lectura y escritura durante la etapa universitaria. Por ello, la enseñanza de estrategias para la lectura y la escritura no solo se deben llevar a cabo en los niveles educativos de primaria y secundaria; sino también en la etapa de formación superior, pues el aprendizaje y el fortalecimiento de las habilidades comunicativas es un proceso sin fin, que se extiende a lo largo de nuestras vidas.
Estrategias, programas e intervenciones para el desarrollo de las competencias comunicativas
La educación universitaria requiere que se practiquen procesos activos y críticos de enseñanza y aprendizaje. De la misma forma, las CC que deben ser objeto de formación por medios de estrategias, intervenciones o programas de acuerdo al contexto. En esta revisión se encontraron las siguientes estrategias: coaching, elaboración de pósteres científicos, estrategias de investigación formativa, técnicas de presentación y retroalimentación, y la metodología conversacional.
En el estudio de Jiménez-Fontana et al., (2020) emplearon el coaching para capacitar y desarrollar las competencias comunicativas mediante la elaboración de pósteres y su exposición en una simulación de congreso científico. Determinaron que la aplicación de estas estrategias incide positivamente en el desarrollo de las competencias comunicativas; las mejoras se dieron en las siguientes dimensiones: la planificación, diseño y estructuración del discurso; exposición, control de tiempos, y uso del lenguaje verbal y no verbal. Asimismo, explican que la elaboración de pósteres mejoró la habilidad comunicativa escrita. De hecho, el uso de gráficos y tablas son fundamentales para facilitar la comprensión y la retención de contenido. También manifiestan que se dieron mejores resultados para la habilidad comunicativa escrita en comparación con la oral. Esto sugeriría, que posiblemente existen habilidades comunicativas que requieren tiempo, dedicación y una formación permanente. Pensamos que el desarrollo de estas habilidades tanto en alumnos y docentes es un proceso largo y complejo; a la vez indispensable para cualquier profesional que emplee la comunicación y el lenguaje en su actividad laboral.
En la investigación de García et al., (2018) emplearon la investigación formativa, y sus elementos como: recolección de información, talleres de investigación y redacción de monografías, con el propósito de fortalecer las habilidades comunicativas e investigativas de los estudiantes del nivel superior. Estas estrategias aplicadas tuvieron efectos positivos en la competencia comunicativa, porque, se logró que los participantes indaguen, investiguen, consulten diferentes tipos de fuentes, redacten informes, expresen ideas y opiniones; cuyas actividades posibilitan la generación de conocimientos; aunque las habilidades que tuvieron mayores progresos son: saber escribir y saber hablar. Es más, la enseñanza sostenida en la investigación, efectuadas a través de la estrategia mencionada, favorecen el aprendizaje por cuenta propia, la conexión de la estructura cognitiva, el pensamiento sistémico, la expresividad y actitud crítica; haciendo más fuerte las habilidades de indagación, sistematización, evaluación y reflexión.
Los investigadores Hussain et al., (2017) utilizaron técnicas como la presentación amena y adecuada del docente, el contacto visual y la retroalimentación profesor-estudiante. Encontraron que estas técnicas tienen efectos favorables en la mejora de las habilidades comunicativas; además explican que es muy importante hacer coincidir las ideas con los sentimientos, básicamente se trata de fomentar una comunicación más agradable, selectiva y clara que ayude en la mejora de los aprendizajes. Sin duda, los estudiantes valoran que los profesores muestren mayor interés por los temas que imparten en clases, que utilicen la crítica constructiva, que empleen un lenguaje sencillo en la enseñanza y que exista un enfoque de comportamiento en el aula.
En la investigación de Frazante et al., (2019) orientada a docentes universitarios se propuso un taller de superación profesional enfocadas en las partes: cognoscitiva, metodológica y educativa que tenga como finalidad la mejora de la competencia comunicativa de los estudiantes. Señalaron que el acompañamiento de los aprendizajes es muy importante, es de naturaleza interactiva, y que propicia transformaciones constructivas en ambos roles. Ciertamente, los cambios deben ser dirigidos y monitoreados, el docente es el mediador entre el aprendizaje y estudiante. Además, los autores explican que los talleres para docentes permitieron la integración, hacerlo más partícipes, estimular el trabajo en equipo, difundir la autoevaluación, coevaluación y la heteroevaluación. Por lo tanto, uno de los propósitos del docente es hacer que el estudiante tome las riendas de su aprendizaje y los lleve hacia la autonomía, propicie la interacción constructiva, el desarrollo del pensamiento crítico y creativo para transformar la realidad y a él mismo.
Los investigadores Grácia et al., (2020) aplicaron estrategias e instrumentos didácticos como la metodología conversacional concretado en las siguientes actividades: idear, generar y trabajar en la programación de los contenidos temáticos donde se dé mayor importancia a la comunicación oral, tanto desde la expresividad y de la escucha. Las otras estrategias son el cuestionamiento y la exposición de argumentos. Los autores explican que estas estrategias y recursos didácticos tienen efectos positivos en la competencia comunicativa, como la estrategia del debate o discusión, que ha posibilitado que los discentes se vuelven participantes activos y avancen en la comprensión. Al respecto, creemos que ayudaría la incorporación de estrategias de construcción de textos especialmente de tipología argumentativa por ser de elaboración compleja, poniendo énfasis en la exposición argumentativa, la contraargumentación, la redacción de textos con coherencia y cohesión textual; utilización de vocabulario preciso y propia de cada área profesional.
En la investigación de Maldonado et al., (2022) se aplicó un taller de comunicación efectiva y se utilizaron estrategias psicoeducativas que mejoraron la competencia oral y propiciaron un clima de participación activa en el aula. Asimismo, otro de los efectos positivos fueron la disminución de la ansiedad y el miedo. De hecho, ir exponiendo y motivando a los estudiantes hacia la participación e intervención durante las clases favorece que mejoren la expresión de sus ideas, argumentos y opiniones, tanto de manera individual como grupal; dando lugar a un clima de predisposición de participación activa y de trabajo en equipo.
CONCLUSIONES
En síntesis, los actores de la comunidad educativa del nivel superior deben contar con buenas competencias comunicativas para asimilar de forma eficiente los aprendizajes, comunicarse de forma pertinente y fluida, tener interacciones satisfactorias y para potenciar el desarrollo personal, académico y profesional.
Estas habilidades no se adquieren automáticamente, sino más bien es el producto de la práctica constante; el entrenamiento se puede iniciar fortaleciendo los siguientes componentes esenciales: la lingüística, sociolingüística y la pragmática debido a que se ha observado mayores deficiencias en las competencias verbales especialmente en la comunicación, expresión, redacción y en el lenguaje corporal. Estas situaciones se deben a múltiples factores como la calidad educativa, currículo, ausencia de la transversalidad, capacitación, uso de estrategias, el currículo, entre otros. Desde lo pedagógico y didáctico se pueden emplear diversas estrategias, programas e intervenciones como el coaching, la investigación formativa, estrategias didácticas, la retroalimentación, la metodología conversacional; incluso se puede diseñar una metodología innovadora para el desarrollo de estas habilidades necesaria para la vida académica y profesional.
CONFLICTO DE INTERESES. Los autores declaran que no existe conflicto de intereses para la publicación del presente artículo científico.